ANÁLISIS DE DATOS – CUESTIONARIO EVALUACIÓN

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Programa Regional para el Fortalecimiento de la Formación Técnica y Profesional de Mujeres de
Bajos Ingresos- Formujer
Taller Regional
Intercambio y Consolidación de Metodologías de Evaluación de Programas de
Formación con enfoque de género
Resultados sobre impacto y medición de empleabilidad en la población meta del
Programa Formujer Argentina
“Informe preliminar”
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Bajos Ingresos- Formujer
Análisis de la encuesta de salida de beneficiarios/as

Descripción de los/as entrevistados/as
La muestra (o casos seleccionados) pertenece a dos instituciones de formación profesional que
integran el programa Formujer Argentina: Cooperativa Punha (Jujuy) y Servicio Social San Cayetano
(Oeste de Gran Buenos Aires). Los porcentajes son bastante similares: un 54% pertenece a la
Cooperativa mientras un 45% se ha formado en el Servicio Social San Cayetano (Cuadro 1).
La distribución de los /as entrevistados/as por sexo se acerca a la composición por sexo de la
población meta del Formujer (80% de mujeres y 20% de varones). En este caso, el 23%
corresponde a varones y el 76% a mujeres (Cuadro 2).
En cuanto a la edad la población encuestada se divide en partes casi iguales entre las siguientes
franjas de edad: de 19 a 24 años, de 25 a 35 años y de 36 a 45 años (28%, 28% y 31%
respectivamente) (Cuadro 3).
En relación con el nivel de escolaridad alcanzado por la población entrevistada, poco más de un
cuarto de la población (26%) ha completado el nivel de estudios primario mientras un porcentaje
similar (24,7%) tiene el secundario incompleto. Un 17,8 no ha completado el primario y un 13,7%
terminó el nivel de estudios secundario.
La concentración mayor de personas con menor nivel educativo alcanzado se encuentra en las
zonas de influencia del Servicio Social San Cayetano (Merlo, Moreno, Ciudadela Norte, González
Catán), aunque la población que se distribuye en cada categoría proviene casi en partes iguales de
ambas instituciones.
En cuanto al nivel de ingresos y condición ocupacional, si bien la indagación sobre estos aspectos
no se incluyó en los cuestionarios de salida las/os beneficiarias/os, existe información al respecto
proveniente de los cuestionarios de entrada.
Entre la población registrada al inicio de los cursos, el 91% era desocupada. Entre los/as
desocupados/as el 49% proviene de la Cooperativa Punha y el Servicio Social San Cayetano.
En cuanto al nivel de ingresos, más de la mitad de la población gana menos de $150 y el 66% de
ellos/as se distribuye entre la Cooperativa Punha y el Servicio Social San Cayetano

Desarrollo de las competencias para la empleabilidad
Existe un bloque de preguntas destinado a evaluar el desarrollo de competencias consideradas
clave en el fortalecimiento de la empleabilidad. A partir de los indicadores elaborados para su
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relevamiento, se indagó sobre las “capacidades” de los/as beneficiarios que atravesaron por la
formación para caracterizar su situación de partida en relación con la formación y el trabajo,
identificar factores obstaculizadores y facilitadores para su inserción en el mercado de trabajo,
realizar una lectura de las posibilidades y restricciones que les presenta el contexto local, etc.
En relación con la capacidad de diagnóstico sobre su situación de partida y la identificación de
factores personales y del contexto que pueden facilitar u obstaculizar las posibilidades de insertarse
laboralmente, los resultados más significativos se encontraron en las siguientes variables:
En relación con los factores obstaculizadores de la posibilidad de tener trabajo, poco más de dos
tercios (66%) mencionó las escasas fuentes de empleo de su zona/comunidad como el factor
principal que obstaculiza la posibilidad de insertarse en el mercado de trabajo.
Las respuestas varían considerablemente entre varones y mujeres cuando la opción elegida hace
referencia a factores vinculados al género. En este sentido, la tenencia de hijos a cargo y las tareas
del hogar fueron mencionadas mayormente por las mujeres (55% y 18% respectivamente), frente a
un 6,3% y 0% de varones.
Esto confirma las tendencias ya conocidas en relación con las dificultades laborales de las mujeres,
cuando se mantienen los roles “tradicionales” (Tenencia de hijos a cargo y responsabilidades
domésticas).
El tercer factor más mencionado como condicionante de la inserción laboral fue el relacionado al
capital social de los/as beneficiarios/as (en referencia a la existencia de redes, contactos, etc.). En
este sentido, un 37,5% de los varones y un 42,9% de mujeres respondieron que “tenían pocos
contactos y conocían pocas personas que pudieran ayudarlos/as a conseguir trabajo”. En este caso,
el hecho de ser mujer o varón no está marcando una diferencia en la percepción de ese factor.
Aunque no hay una gran brecha de género en este indicador, se sigue confirmando la tendencia de
la centralidad que adquiere el ámbito público para los varones y el privado para la mujer, al menos
en los casos analizados.
La cuarta parte de beneficiarios/as encuestados/as (25% de varones y 26,5% de mujeres) respondió
que “no estar suficientemente capacitados” constituía un obstáculo para obtener trabajo. Si esto lo
analizamos en relación con la altísima proporción de personas que manifestaron tener intenciones
de seguir profundizando su formación, se puede estimar que el valor asignado a esta variable en las
posibilidades de mejoramiento de la condición laboral ha sido muy alto (Cuadro 5).
Entre los factores que facilitarían las oportunidades de trabajo (Cuadro 6), la opción “los
conocimientos que adquirí en el curso” fue la más mencionada (76,7%), no existiendo diferencias
significativas entre varones y mujeres. El segundo factor más mencionado fue el de sus propias
capacidades y cualidades. Tanto varones como mujeres ubicaron a este aspecto en segundo lugar
(58% de varones y 48% de mujeres). La opción “las relaciones que establecí a partir del curso” fue
respondida por el 35% de varones y 41% de mujeres, ubicándose en tercer lugar entre las más
seleccionadas.
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Por otra parte, en relación con el conocimiento del mercado de trabajo en la zona de pertenencia
(Cuadro 7), el 75% de entrevistados/as manifestó conocer las instituciones/organizaciones o
empresas que generan trabajo o brindan información al respecto, no habiendo diferencias
sustanciales en relación con el género.
En relación con los planes para el futuro vinculados con el trabajo y la formación (Cuadros 8 al 10),
algo más de la mitad manifestó que tenía proyectado trabajar en relación de dependencia, mientras
que el resto afirmó tener planes de hacerlo por cuenta propia.
Con relación a la formación, la gran mayoría manifestó que entre sus proyectos más inmediatos
figuraba “continuar mejorando su formación”. Entre la formación que buscarían un 82% tiene
intenciones de realizar nuevos cursos de formación profesional y un 45% buscaría retomar y
completar sus estudios formales. Indagando sobre qué tipo de formación buscarían los/as que
manifestaron interés por continuar su formación profesional (cuadro 13), dos tercios manifestó
interés por “profundizar en la misma especialidad; el 27% por seguir su formación en una temática
complementaria y un tercio lo haría en una temática diferente.
Es interesante analizar la relación entre la valoración que tienen los/as entrevistados/as de la
formación y sus proyectos de continuar la formación (Cuadros 11 y 12). Existe una relación directa
entre estas dos variables. Más del 90 por ciento consideró muy útil/útil tanto la formación ténica
específica como la formación en proyecto ocupacional.

Impacto en el fortalecimiento de la empleabilidad
Las preguntas realizadas para valorar cambios en los/as beneficiarios relativos a su posición y
actitud frente al trabajo, se agruparon en tres apartados. En primer lugar, se analiza la valoración de
los cambios que “en general” percibieron los/as beneficiarios/as.
Por otra parte, se agruparon las preguntas destinadas a evaluar los cambios personales más ligados
al espacio privado/familiar de los/as beneficiarios/as. Por último, se agruparon aquellas preguntas
destinadas a evaluar cambios en los/as beneficiarios/as en relación con su vinculación con el mundo
del trabajo.
En general (Cuadros 14 a 16)
En términos generales, casi la totalidad manifestó haber percibido algún cambio a partir de su
participación en la formación del Programa Formujer. Asimismo, el mismo porcentaje estuvo en
desacuerdo con la frase “no fue lo que yo quería y no me resultó”, dando cuenta que la formación
brindada en el marco del Programa cumplió verdaderamente con sus expectativas. (Cuadros 16 a
18).
Por último, un 71% manifestó haber disfrutado mucho con la actividad en la que participó en el
marco del Formujer.
Percepción de cambios personales y en el espacio privado/familiar (Cuadros 17 al 25)
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-
Cambios en el ámbito familiar (Cuadros 17 al 20)
Como ya se analizó, hubo dos factores que fueron señalados mayormente por las mujeres como
obstaculizadores de su posibilidad de inserción en el mercado de trabajo: la tenencia de hijos/as a
cargo y las responsabilidades domésticas.
Teniendo en cuenta esto se analizó la percepción de cambios en ese aspecto a partir de la
realización de los trayectos formativos del Programa. En general, el 53% de las personas
entrevistadas respondió que habían variado las responsabilidades y/o tareas domésticas a su cargo,
luego de la participación en la formación.
Entre las mujeres, las que respondieron que habían logrado compartir algunas tareas con otros/as
miembros del hogar representaron el 37% de las entrevistadas, mientras las que respondieron que
“ahora compartían casi todas las tareas con otros miembros del hogar” representaron el 40%. En
definitiva, es auspicioso el resultado ya que las que comparten de algún modo las tareas del hogar
representan un 77% del total de encuestadas.
Entre los varones, el dato importante es que un 41% asumió tareas domésticas que antes no
realizaba.
Dado el tradicional reparto de tareas domésticas dentro del hogar, donde –en la mayoría de los
casos- las mismas son realizadas casi en su totalidad por las mujeres, podemos asumir que el
cambio significativo, en el caso de los varones, se puede percibir en aquellos que “han asumido
tareas que antes no realizaban. ”
Estas respuestas guardan relación con los porcentajes obtenidos en las preguntas sobre el papel de
las mujeres dentro de la familia y el respeto y valoración recibidos en el seno familiar. Las mujeres
que afirmaron haber comenzado a negociar un papel diferente en la familia superaron la mitad,
mientras que las que consiguieron ser más valoradas y respetadas en ese ámbito representaron casi
el 60%. Esto de demuestra que existe coherencia en las respuestas obtenidas, ya que las tres
preguntas destinadas a evaluar cambios en el ámbito doméstico han recibido similares porcentajes.
Estos porcentajes resultan más elevados en el caso de los varones. Aquellos que dijeron haber
comenzado a negociar otro papel representan el 70% y los que se sienten más valorados y
respetados el 64%.
Esto confirma otra de las hipótesis tradicionales y es la relativa a que los cambios en el terreno
doméstico/privado, cuando aparecen, ocurren más lentamente y es más difícil de intervenir para que
se produzcan. En este sentido, desde las políticas públicas estatales es más fácil intervenir en otros
terrenos, que en el ámbito privado.
-
Cambios personales (actitudinales) (Cuadros 21 al 25)
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En relación con la percepción de cambios relativos a la valoración de capacidades personales,
confianza y seguridad en sí mismos/as, autoestima, etc. se agruparon las respuestas de siete
preguntas destinadas a ese fin.
Un 57% de mujeres afirmó conocer mejor sus puntos fuertes y débiles para conseguir un empleo o
iniciar una actividad por cuenta propia, luego de la formación transitada. Este porcentaje baja un
poco cuando esa pregunta la responden los varones (53%), pero no representa una diferencia muy
sustantiva.
Los porcentajes aumentan cuando los cambios se perciben en relación con la confianza y seguridad
en sí mismas. Un 73% de las mujeres afirmó “sentirse más segura de sí mismas y de lo que son
capaces de hacer “; un 85% se sintió acompañada durante el curso y un 75% dijo que “había podido
compartir sus problemas con otras personas y darse cuenta que no eran las únicas.” En estos dos
últimos aspectos (sentirse acompañada y compartir los problemas con otros/as) más ligados a la
contención, el porcentaje de varones que coincidió con esas afirmaciones varió sustantivamente
(47% y 58%).
En relación con el uso y la organización del tiempo, un 83% de las mujeres respondió que “había
aprendido a valorar y organizar su tiempo”. Este porcentaje es un poco más elevado en el caso de
los varones (88%).
Percepción de cambios en relación con el mundo del trabajo (Cuadros 26 a 37)
Otro bloque de preguntas estuvo destinado a valorar si se habían producido cambios en la
vinculación con el mundo del trabajo (conocimiento de su funcionamiento, definición de un proyecto
y como ponerlo en marcha, técnicas de búsqueda de empleo, etc.)
Los porcentajes más altos estuvieron vinculados a la valoración de la formación recibida en términos
de la adquisición de nuevas competencias. En este sentido, un 82% de mujeres y varones tiene en
como aplicar la información y conocimientos recibidos; alrededor del 90% de mujeres y varones
manifestó haber adquirido nuevos conocimientos y competencias que les hacían falta; un 70%
manifestó haber evidenciado la posibilidad de dedicarse a actividades que nunca habían imaginado;
un 73% manifestó haber aprendido técnicas que serían útiles para buscar un empleo.
En cambio los valores no superan el 60% (tanto para mujeres como para varones) cuando los/as
entrevistados/as tienen que referirse al funcionamiento del mercado de trabajo, a la búsqueda de la
información que requieren, al conocimiento sobre cómo poner en funcionamiento un proyecto o
iniciar una actividad por cuenta propia.
En relación con el funcionamiento del mercado de trabajo (cuadro 27) un 57% de mujeres y 53% de
varones respondió que conocía mejor el mismo. Ahora bien ese porcentaje desciende –y
mayormente en el caso de los varones- cuando se les pregunta sobre si cuentan con un proyecto
claro y conocen cómo ponerlo en marcha. Un 53% de mujeres y 41% de varones afirmó haber
definido un proyecto claro sobre qué hacer y cómo ponerlo en marcha.
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Esto se corresponde con los/as que afirman haber aprendido lo que se debe hacer para iniciar una
actividad por cuenta propia. En este caso, las mujeres que respondieron afirmativamente a esta
pregunta representan sólo el 48% de las encuestadas, mientras que en los varones el porcentaje es
muy similar (47%). En relación con la búsqueda de información, un 57% de mujeres afirmó haber
aprendido dónde y cómo buscar la información necesaria, mientras el porcentaje de los varones
resulta similar.
También fueron valorados otros aspectos de la formación como haber tenido la oportunidad de
contar con una experiencia práctica en un ámbito productivo. Un 75% de mujeres afirmó haber
podido acceder a esa oportunidad.
En síntesis, la mitad de la población entrevistada se siente con capacidades para formular e iniciar
proyectos autónomos de empleo. Ahora bien, considerando que la casi totalidad de la población
manifestó interés y necesidad en continuar fortaleciendo la formación, se puede concluir que la mitad
de la población todavía siente debilidades en esta área, lo cual fundamenta la necesidad de seguir
fortaleciendo estos aspectos.
Los/as que están desempeñando alguna actividad en el ámbito laboral, manifestaron haber percibido
cambios en su desempeño. Dos tercios de la población afirmó sentirse más seguros/as luego del
trayecto formativo; mientras un 44% afirmó que incrementó su responsabilidad y un porcentaje
similar (40%) “comprende mejor el trabajo que tiene que realizar”. Por otra parte, un cuarto de la
población respondió que a partir de la formación realizada “mejoró la calidad de su trabajo”.
No hubo gran diferencia en cuanto a la cantidad de mujeres y varones que percibieron estos
cambios. El impacto es un poco diferencial en relación con la comprensión del trabajo que realizan.
En este aspecto, un 47% de mujeres afirmó haber incrementado su nivel de comprensión, en tanto
que en los varones este incrementó se dio en un 26% de los casos.

Evaluación de la capacitación recibida
(Cuadros 38 a 43)
La valoración que realizan los/as beneficiarios/as de la formación recibida es alta, ya que entre un
95% y 100% la valoraron como muy útil o útil, registrándose poquísimos casos que hayan
respondido que ésta resultó poco útil. La mayoría de las respuestas se aglutinan en torno a la
valoración de muy útil o útil, teniendo ambas una connotación positiva.
Puntualmente, en el caso de proyecto ocupacional, ciudadanía, género y empleabilidad el 91% de la
población respondió que le había resultado muy útil o útil (58% y 31% respectivamente). Sólo 3
casos respondieron que les resultó poco útil. En el caso de la formación técnica específica los
valores son similares, registrándose un 93%. Por otra parte, en relación con la valoración de las
prácticas/pasantías, al 92% le resultaron muy útiles/ útiles.
También existió un bloque de preguntas destinado a registrar la valoración de los/as instructores,
materiales didácticos, metodología de enseñanza. La pregunta más significativa en relación con
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instructores tuvo que ver con el apoyo a las necesidades y problemas personales de los/as
beneficiarios/as durante la formación. En este caso, un 98% respondió haberse sentido apoyado por
los/as instructores siempre (67% de casos) y a veces (18%).
En cuanto a la duración del trayecto formativo, a la mitad de los/as entrevistados/as le resultó
insuficiente (53%). Si este dato lo relacionamos con aquéllos/as que manifestaron interés en seguir
fortaleciendo la formación (95), podemos asumir que esa insuficiencia tuvo que ver con el grado de
satisfacción experimentado con la misma y la alta valoración. En este sentido, la insuficiencia tiene
que ver con que los/as beneficiarios/as “pedían más formación.” A un 40% de entrevistados/as la
duración del trayecto les pareció adecuada, mientras que sólo a un 6% le pareció excesiva.
Cabe resaltar que a mayor cantidad de mujeres, en comparación con los varones, les pareció
adecuada la duración de la formación, lo cual puede relacionarse con el menor tiempo de que
disponen las mujeres para dedicarse a actividades de este tipo. El porcentaje de varones que
respondió que la duración fue adecuada fue del 17%, mientras que en las mujeres este valor se
eleva al 48%.
Reflexiones finales
Desarrrollo de las competencias para la empleabilidad (PO)
En relación con la identificación de factores que pueden obstaculizar y/o facilitar la posibilidad de
inserción en el trabajo, las diferencias constatadas en las opciones elegidas por varones y mujeres
confima la hipótesis de partida del Programa, relativa al impacto que la posición de género tiene para
las mujeres en sus posibilidades de inserción laboral. Esto fundamenta la necesidad de incluir la
dimensión de género en las acciones de formación para el trabajo.
Otro factor mencionado como obstaculizador de las posibilidades de inserción laboral es el bajo nivel
de capital social percibido por los/as beneficiarios/as. Esto sumado al valor que se le asignó a las
relaciones que surgieron a partir de la realización de los cursos fundamenta la necesidad de incluir
en la formación aspectos ligados a la asociatividad y el desarrollo de capacidades de vinculación con
otros/as. Esta carencia se agudiza más en poblaciones con altos niveles de vulnerabilidad social.
Entre los factores que pueden facilitar un mejor posicionamiento en el mercado de trabajo, resalta el
valor asignado a la formación. A pesar de que la mayoría reconoce la ausencia de fuentes de trabajo
en su zona, la formación para el trabajo es altamente valorada para un mejor posicionamiento en el
mercado laboral (valoración de conocimientos adquiridos, planes de continuar la formación).
En relación a la capacidad de proyección, casi el 100% de las personas tienen proyectos de
continuar su formación para el trabajo y el 88% proyecta hacerlo en el mismo campo ocupacional (ya
sea profundizando la formación realizada o complementándola). Sería interesante indagar más en
profundidad si estos proyectos de formación constituyen la base para desarrollar itinerarios
formativos y laborales en un campo determinado.
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En cuanto a los cambios percibidos tanto en el posicionamiento de las personas en ámbito familiar
/privado se comprueba que la mitad de las mujeres dice haber logrado operar cambios en el reparto
de las responsabilidades domésticas, siendo posible compartir tareas con otras personas del hogar.
Asimismo, es destacable que entre los varones un 41% manifiesta haber asumido tareas que antes
no realizaba.
Otro aspecto a destacar es que en un gran número de casos las mujeres han podido negociar un
papel diferente dentro de la familia y lograr que se las valore más. De todos modos, la mitad de las
mujeres que manifestó no haber percibido cambios en estos aspectos ratifica que la transformación
de los roles en el espacio privado es uno de los aspectos más difíciles de lograr y que requieren
tiempo, negociación, etc. Asimismo, son ámbitos en cuales es difícil intervenir desde las políticas
públicas.
En el posicionamiento de las personas en relación con el mundo del trabajo se pudieron percibir
cambios relativos a la adquisición de seguridad en sí mismos/as y el mejoramiento del desempeño,
para aquellos/as que están trabajando.
El alto porcentaje de personas que tienen como proyecto la realización de una actividad por cuenta
propia permite afirmar que han realizado un análisis/lectura de las condiciones del contexto laboral
en su comunidad/localidad. En el mismo sentido, la identificación de la necesidad de continuar la
formación en el mismo campo ocupacional y el reconocimiento de las debilidades en torno a las
condiciones necesarias para iniciar una actividad por cuenta propia ratifican que han adquirido
capacidades para analizar sus posibilidades y limitaciones con relación al trabajo.
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