El Extranjero. Albert Camus. A un discípulo al que, literalmente le aterraba la mera posibilidad de cometer errores, le dijo el Maestro: “Los que no cometen errores cometen el mayor error de todos: el de no intentar nada nuevo”. [1] He aquí una lista de los sinónimos de la palabra absurdo: desatinado, descabellado, incoherente, irracional, extravagante, necio, inepto, insensato, ridículo, ilógico, disparatado, etc. Al hablar de la existencia absurda del señor Meaursault me parece que todos los adjetivos concuerdan con su presencia en el mundo y con la huella que deja en las personas. Brevemente, trataré de exponer los principales puntos por los que la vida del señor Meaursault me parece absurda. Durante la novela, el señor Meaursault se enfrenta aproximadamente con 7 situaciones fuertes de la vida, las que simplemente le parecían “indiferentes” o “sin importancia”; y yo digo: ¿qué ser humano ante la muerte de una madre, la proposición de un amor, una amistad, al encontrarle el gusto a la vida o hasta en el juicio contra su propia vida puede ser indiferente? Estas reacciones primero ocasionan risa, pero más tarde nos llenan de desesperación. Al principio me resistí a la idea, pero luego comprendí que esta gente sí existe y que cada día, dentro de muchos detalles, nos estamos volviendo así... EGOÍSTAS. Esa es la palabra exacta que describe la personalidad del señor Meaursault. Sólo pensaba -aunque fuera inconscientemente- en su bienestar, en su futuro, en sus consecuencias... los demás no merecían su atención, carecían de importancia para él, mientras no le estorbaran. Otros ejemplos de indiferencia ante la vida: su propia muerte, al decir que “no había cosa más importante que una ejecución capital, que era aún la única cosa realmente interesante para un hombre” [2], el recuerdo de María, “muerta, no me interesaba más” [3], la religión, “Dios es una cuestión sin importancia” [4] etc. Otra cuestión es la falta de opinión propia. “Yo no opinaba nada, pero me parecía interesante” [5]. El señor Meaursault difícilmente manifestaba su pensamiento a favor o en contra de alguna cosa. Todo le daba igual. Siempre he pensado que las personas debemos de cuidar qué, cómo y en dónde decimos las cosas, pero la gente que se abstiene de decir las cosas por miedo a las reacciones de los demás o aun peor, porque ni siquiera tiene un pensamiento definido hacia algo y todo le da igual, son las que más indignación provocan, pues creen que los demás son MÁS que ellos y por eso tienen miedo a ser juzgados por como piensen o actúen. “Hay una cosa que ni siquiera el mismo Dios puede hacer”, le dijo el Maestro a un discípulo al que le aterraba la mera posibilidad de ofender a alguien. ¿Y cuál es? “Agradar a todo el mundo” dijo el Maestro. [6] Además, cuando le ofrecen un trabajo nuevo 1 en París, él responde que no desea cambiar de vida, que así se siente bien. Eso refleja, aparte de ser un hombre sin ambiciones, que el señor Meaursault le tenía miedo al cambio, muy en el fondo de sí mismo. El tercer punto trata del costumbrismo del señor Meaursault. Frases como “así son todos los días”, “hace 8 años que ocurre lo mismo”, “se queda siempre ahí”, “no tenía nada que hacer”, “uno acaba por acostumbrarse a todo”, “nada ha cambiado”, etc. lo muestran claramente. Bien dicen que a todo se acostumbra uno, menos al no comer, pero el solo hecho de acostumbrarse a las cosas, sin luchar por un cambio, por algo nuevo, siempre recae en la monotonía, en la rutina. Hace que la vida se convierta sólo en recibir y resignarse a lo que pasa es algo que no permite vivir plenamente, que hace de la persona un parásito, como el señor Meaursault, que deambulaba solo en su departamento un día entero observando a los demás sin hacer nada por sí solo, fumando y comiendo, o que todos los días de su trabajo eran exactamente iguales. Otro signo de costumbrismo se presenta cuando no le importa estar en la cárcel, pues piensa que lo único difícil es acostumbrarse a matar el tiempo (justo como en su casa en su día de descanso). También cabe mencionar que el señor Meaursault tiene un problema de insensibilidad, probablemente consecuencia de todo lo antes mencionado. Hasta él mismo reconoce que “las necesidades físicas alteraban a menudo sus sentimientos” [7] Por ejemplo, por el calor mató al árabe y no se concentraba en las palabras de su juicio. Sólo dos sentimientos se presentan claramente en la novela: cuando, en su juicio, quiso llorar, “porque sentí cuanto me detestaba toda esta gente” [8] y otro es el miedo, cuando está en su celda esperando su ejecución. Pero por lo demás, en ninguna ocasión presentó emociones y/o sentimientos distintos a estos y hasta llega a llamar a algún supuesto indulto una “alegría insensata” [9]. No muestra seña alguna de arrepentimiento, en vez de mostrarla, se siente aburrido por todo su proceso. Parece que su insensibilidad es el crimen principal, pues se le acusa indirectamente de matar moralmente a su madre, por falta de atención y cuidados. Sólo en el final, comencé a ver reacciones humanas en el señor Meaursault, por ejemplo, cuando estaba furioso y tomó al capellán por el cuello. Me parece que le pesaban la presencia y las palabras del capellán, porque lo enfrentaba con él mismo, con su verdadero yo, y eso a todos nos molesta, porque nos hace darnos cuenta de lo que no queremos ver. En conclusión, el señor Meaursault es una persona muy egoísta, que no arriesga ni desea ningún compromiso. Nada le importaba realmente. Si tenía sentimientos, no los expresa en absoluto, solo “pasa” la vida, el día a día, sin realmente vivirla. En cuanto le hartaba algo, lo dejaba sin importarle sus consecuencias. Vivía de acostumbrarse a las cosas, y por supuesto no se apasiona con nada. Es un ser frío que no tiene preferencia alguna; no ama, no siente, no teme, no se alegra. Su existencia absurda es simplemente...apatía. 2 BIBLIOGRAFÍA. Camus, Albert. EL EXTRANJERO Ed. Alianza. México, 1997. De Mello, Anthony. UN MINUTO PARA EL ABSURDO. Ed. Sal Terrae. España, 1993. [1] De Mello, Anthony UN MINUTO PARA EL ABSURDO. Ed. Sal Terrae. España, 1993. Página 30. [2] Camus, Albert. EL EXTRANJERO. Ed. Alianza. México, 1997. Página 128 [3] Ibid, página 134. [4] Ibid, página 135. [5]Ibid, página 40. [6] De Mello, Anthony. UN MINUTO PARA EL ABSURDO. Ed. Sal Terrae. España, 1993. Página 275. [7] Camus, Albert. EL EXTRANJERO. Ed. Alianza. México, 1997. Página 75. [8] Ibid, página 104. [9] Ibid, página 133. :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: 3 El Extranjero" de Albert Camus 1. Introducción En su novela "El Extranjero" Albert Camus describe en forma muy detallada la carencia de valores del mundo contemporáneo como consecuencia de la frustración y la desesperanza en la que Europa quedó sumergida después de la guerra. Meursault, el protagonista refleja la filosofía del absurdo, la sensación de alienación, de desencanto frente a la vida. El aburrimiento, la cotidianidad lo van haciendo insensible, indiferente y hasta casi despiadado. Parecería que da lo mismo ser de una forma que de otra. Sin embargo, también en la novela se afirman las cualidades positivas de la divinidad y la fraternidad humana. Considero que la obra debe llevarnos a una profunda reflexión acerca de la importancia de encontrarle un sentido a la vida. La costumbre no debe vencer al hombre, ninguna fuerza extraña debe dominarnos. Fuimos creados libres y con esa libertad debemos superar la cotidianidad, el absurdo, el sin sentido. Luego de basarme en la biografía de Albert Camus pasare al análisis del libro en el que trataré de demostrar como la ausencia de una meta, de un sentido en la vida, llevó a Meursault a tanta indiferencia, a ni siquiera luchar por su vida, a entregarse en el más absurdo y absoluto silencio. 2. Primera Parte Capitulo I Los hechos se suceden en Argel. El protagonista, Meursault recibe un telegrama en el que se le informa que su madre ha fallecido. Debe partir hacia Marengo, donde se encuentra el asilo de ancianos, lugar en el que se hallaba su madre. Pide permiso a su patrón y emprende el viaje. Una vez en el asilo, él esta abstraído en sus preocupaciones, se niega a ver el cuerpo de su madre y realiza reflexiones que demuestran su indiferencia ante un hecho de tanta importancia. En lugar de llorar a su madre, de expresarle su dolor, conversa con el conserje, de Paris. Fuma, se mantiene distante con los amigos de su madre que vienen a participar del velorio, le molesta el llanto de una de las mujeres… Se duerme. El entierro le resulta pesado, tortuoso por el calor de la jornada. Una vez concluido regresa a Argel con alegría pensando solamente en dormir. Nada hubo en él que expresara aflicción, pesar. Había muerto su madre, sin embargo, todo fue un trámite. Capitulo II 4 Al despertar y darse cuenta que es sábado, siente el gozo de saber que tiene aun dos días de "vacaciones" y decide ir a bañarse al mar. Se encuentra con Maria Cardona, antigua mecanógrafa de su oficina, por la que había sentido deseos en el pasado. La invita al cine y luego pasa la noche con ella. Habían transcurrido pocas horas del entierro de su madre. Sin embargo, no pareció importante. En cambio, a Maria le impresionó, aunque no hizo ningún comentario. El, entendía que no era su culpa; ya se había disculpado con su patrón. Con ella no se disculparía. Llega el domingo, describe la gente que pasa por la calle, reflexiona acerca de lo que harán y donde irán y también expresa el aburrimiento que le provoca ese día. Pensó que ya era un domingo menos, que su madre estaba ahora enterrada, que volvería a su trabajo. Nada había cambiado. El vacío que vive es extremo. No hay ninguna expresión de sensibilidad en sus reflexiones. Todo en él acontece como en forma autómata. Capitulo III Vuelve a su trabajo. Su patrón lo saluda por el luto y le pregunta por la edad de su madre. No la recuerda. Da una edad aproximada. Demuestra aquí un gran desamor por ella… ¡No saber su edad! Algo extraño, sus afectos no significan mucho, pero si el hacho de que la toalla que utiliza para secar sus manos, esté húmeda por la tarde. Sale a almorzar con un amigo, duerme un poco y luego regresa a la oficina. Al regresar a su casa, se encuentra con Salamano, un vecino viejo que tiene un perro sarnoso. Describe la relación entre ambos. A continuación se encuentra con Raymond Sintes, un segundo vecino que lo invita a comer algo en su habitación. Acepta para no tener que cocinar. Raymond le cuenta una historia que ha vivido con una amante. Lo escucha pero casi sin interesarse por el relato. Por eso, cuando Raymond le pide consejo, le responde con oraciones breves y ante la propuesta de escribir la carta, responde afirmativamente de la misma forma que hubiera rechazado. Le era indiferente hacerlo o no. No le molestaba. Una vez terminada, vuelve a su departamento y escucha gemir al perro del viejo Salamano. A Meursault le daba lo mismo ser su camarada que no serlo. Total imparcialidad. Capitulo IV Trabajó mucho toda la semana. Fue dos veces al cine con Emmanuel. El sábado va nuevamente a la playa y pasan la noche juntos. El domingo almuerzan juntos. Sienten una discusión en la habitación de Raymond. Allí le cuenta a Maria la historia del amante del vecino. Termina interviniendo la policía. Él, debe salir de testigo, afirma que le "da lo mismo" aunque no sabia que debía decir. Cuando regresan se encuentran con Salamano que había extraviado su viejo perro. Su consuelo hacia el vecino es muy técnico, sólo hace mención a la actitud de la perrera. No es capaz de captar la soledad y el dolor de Salamano. Capitulo V 5 Un día en el que recibió varias propuestas: Raymond lo invita a pasar el domingo en una cabaña en la paya de un amigo, cerca de Argel. El patrón le propone enviarlo a una oficina que instalará en Paris. Meursault expresa que le da igual. Ante la pregunta de su jefe si no le interesa un cambio de vida, responde que nunca se cambia de vida, que todas valían lo mismo… He aquí la absoluta indiferencia. Su jefe observa que jamás responde directamente que no tiene ambiciones… Por la tarde Maria le pregunta si quería casarse con ella. Nuevamente la respuesta es: "me da igual". No hay en él "si" o "no". Pareciera que nada tiene sentido, nada le importa lo suficiente como para jugarse en una decisión personal única y responsable. Maria lo ama y se lo dice; él ciertamente no la quiere y lo dice. Para él, el matrimonio no es cosa seria. Pero si ella desea casarse él lo haría cuando ella lo disponga. Cena en lo de Celeste, una extraña mujercita se sentó a su mesa, pidió la cena y extrajo una revista radiofónica en la que marco las emisiones. Esto le llamo la atención a Meursault. Por ello al salir ella, él como no tenia nada que hacer, salio también y la siguió. Termino por perderla entonces, volvió a su casa, encuentra a Salamano desolado por la perdida de su perro. Habla con él, lo escucha, se aburre pero como no tiene nada que hacer, ni sentía sueño, se queda con su vecino. No es el afecto ni la preocupación del otro lo que lo hacen quedar con Salamano. Sólo el poder dejar pasar las horas. Capitulo VI Llego el domingo. Raymond, Maria y él marchan hacia la cabaña de la playa de Masson. Al salir, enfrente había un grupo de árabes, entre ellos estaba el hermano de la joven a la que Raymond golpeo. Sin embargo, no les dieron importancia. Siguieron su camino. Se bañan, almuerzan y luego los tres hombres salen a caminar. Se cruzan con dos árabes, que vienen tras Raymond a vengar la paliza que le dio a su amante. Raymond es herido. Lo llevan a un medico. Nuevamente vuelve a salir con Meursault y se encuentra otra vez con los árabes Raymond saca un arma pero no la dispara. Meursault se la pide. Regresan, pero él no quiere encontrarse con las mujeres y decide seguir caminando. El sol le molestaba, el calor lo sofocaba. Encuentra al árabe que hirió a Raymond, le muestra su cuchillo y él dispara. Meursault comprende que destruyó el equilibrio del día. Por primera vez un domingo fue diferente para él. Había sido feliz. Disparo cuatro veces más sobre el cuerpo y reconoce que así llama a la puerta de la desgracia. 3. Segunda Parte Capitulo I Es llevado a un juez de instrucción e interrogado. No había escogido abogado, le envían uno. El abogado decide ayudarlo, pero Meursault, absolutamente sincero le afirma que perdió la costumbre de interrogarse, de reflexionar. Todo porque su abogado le pregunto si sintió dolor el día del entierro de su madre. Los instructores saben de las muestras de insensibilidad de ese día y harán hincapié en ello el día del juicio. El abogado no logró convencerlo de decir que ese día 6 había reprimido sus sentimientos naturales. Al poco tiempo, compadece nuevamente ante el juez. El juez buscaba el arrepentimiento de él, pero ni siquiera ante el crucifijo, se conmovió. Afirma no creer y más que culpable o arrepentido se confiesa aburrido. Las visitas del juez continuaron, pero él no le prestaba atención, estaba cansado de contar siempre lo mismo. Capitulo II Maria lo visita por primera y única vez ya que se lo prohibían por no ser su mujer. Allí comienza a sentir que esta prisionero. Aquí describe las sensaciones que siente en la prisión: la falta de una mujer, la prohibición de fumar, la falta de libertad. Reflexiona sobre el paso del tiempo estando encerrado. Por primera vez, algo parece importarle. Es el castigo, pero, confiesa no sentirse desgraciado. El único problema era matar el tiempo y para ello comenzó a recordar. Así terminó por no aburrirse. Confiesa que con las horas de sueño, los recuerdos, la lectura de una historia seca y la alternancia de la luz y la sombra discurrió el tiempo. Habían pasado cinco meses. Capitulo III Comienza su juicio. El abogado le informa que no es el más importante porque hay otro caso: homicidio. Este último concentró la atención de los periodistas, por ello hay mucha gente. Al entrar al juzgado le da la sensación de estar en un club. Todos se conocen, se saludan; él se siente un intruso, pero está tranquilo. Hasta que escucha los nombres de los testigos: el director y el conserje del asilo, Raymond, Massou, Salamano, Maria. Comienza a ser interrogado por el fiscal que hace hincapié en el tema de la madre, porque la llevó al asilo… Luego se les toma testimonio al director y al conserje del asilo. Ambos hablaron de su negación a ver el cuerpo, que no lloró, que se fue inmediatamente después del entierro sin recogerse ante su tumba, ni siquiera sabía la edad de su madre. El fiscal ante estas respuestas experimento una sensación de triunfo. Meursault se da cuenta que las cosas no van resultando a su favor porque no sólo se lo juzga por su crimen sino también por no haber sido un buen hijo. Maria, Massou, Raymond, testimoniaron destacando sus cualidades, pero el fiscal se mantuvo en la misma línea: desacreditarlo. Capitulo IV Continúa el Juicio. El protagonista siente que se habla más de él que de su crimen. Se realizan los alegatos del fiscal y el abogado defensor. El fiscal insiste en que jamás lamentó haber asesinado al árabe. Meursault piensa que él jamás lamentó nada verdaderamente. Cuando el presidente del tribunal le pregunta si desea decir algo, expresa que no tuvo intención de matar al árabe, que todo fue por causa del sol. Todos rieron en la sala. El alegato del abogado defensor fue menos efusivo. El tribunal se retira de la sala. Delibera. Regresa y se da la 7 sentencia: culpable de asesinato. Sería decapitado en una plaza pública y en nombre del pueblo francés. Capitulo V Por tercera vez se niega a recibir al capellán, no tiene deseos de hablar. Tan solo piensa en las posibilidades que se le presentan para volver a la libertad, pero se focaliza sobre todo en dos cosas: el alba y su petición de indulto. Paso sus noches esperando esa alba en la que lo ejecutarían. Cuando el amanecer pasaba y seguía vivo, reflexionaba sobre el indulto. Deseaba obtenerlo pero también se imaginaba que la petición era rechazada y todo volvía a comenzar. Finalmente el capellán entra en su celda e intenta explicarle porque necesita el consuelo de Dios. Él, sigue firme en su incredulidad y sostiene que todos estamos condenados a muerte, por lo que ese consuelo no tiene sentido, llega a molestarse mucho y a tomar al sacerdote por el cuello. Intervienen los guardias. El capellán lloró por él. Meursault recuperó la calma cuando éste se fue. Agotado, se dejo dormir. En el límite de la noche, las sirenas sonaron. Anunciaban su ejecución. Por primera vez, pensó en su mamá y se abrió "a la tierra indiferencia del mundo". Deseaba la presencia de muchos espectadores que lo acogieran con gritos de odio. 4. Conclusión Queda claro que a todos siempre les llamó la atención la conducta, el proceder de Meursault. A su jefe cuando le ofrece trasladarlo a Paris y no se alegra. A Maria el hecho de que al día siguiente al entierro de su madre, vaya a bañarse, la invite al cine… Al director y al conserje que no llore, que no quiera ver el cuerpo de su madre… Todas actitudes que denotan indiferencia, insensibilidad, desamor. Meursault es el fin reflejo del aburrimiento, la decidía, el absurdo. Todo su proceder es casi inhumano. Parece aceptar la vida, el devenir como algo automático. La cotidianidad lo va socavando en su humanidad, en su dignidad. Su descreimiento, su falta de arrepentimiento, la carencia de valores todo en él, es un despropósito. El fiscal exploto al máximo sus errores para obtener la condena. Más que el crimen, su propia vida fue la razón de su ejecución. ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: 8