1 8.1. EL IMPERIO DE CARLOS V: CONFLICTOS INTERNOS. COMUNIDADES Y GERMANIAS. Carlos I (1517-1556) inicia la dinastía de los Habsburgo españoles, denominados Austrias y el nacimiento del imperio español, fruto de las herencias recibidas por este monarca: En 1517 toma posesión de la herencia materna: Aragón, Nápoles, Cerdeña y Sicilia de su abuelo y Castilla, las plazas norteafricanas, Canarias y las Indias, de su abuela. Desde 1515 ya gobernaba de hecho en las posesiones de su padre: los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado. En 1519 heredaría el patrimonio de su abuelo Maximiliano de Austria: Austria (Estiria, Carintia, Carniola y el Tirol) y los derechos a la corona imperial. Ese mismo año sería nombrado emperador con el título de Carlos V. En 1517 llegó a España, nombró a consejeros flamencos para los cargos más importantes y convocó Cortes para solicitar impuestos, necesarios para desplazarse a Alemania, donde sería elegido Emperador (1519). A su marcha, incumpliendo las promesas hechas a las Cortes Castellanas, deja como regente a Adriano de Utrecht. En 1520, en las ciudades castellanas, estalló la rebelión de las Comunidades. Fue un movimiento de carácter urbano (fundamentalmente en Castilla la Vieja). Los comuneros, encabezados por los dirigentes de las ciudades (Toledo, Segovia, Salamanca, etc.) exigían la retirada de los consejeros extranjeros, la suspensión de los impuestos aprobados, el acatamiento del rey a las decisiones de las Cortes y la limitación de la exportación de lana a Flandes, pues perjudicaba a la artesanía castellana. Muchos campesinos se unieron y la rebelión tomó un carácter antiseñorial. El ejército del rey venció en Villalar (1521) y los dirigentes comuneros (Bravo, Padilla y Maldonado) fueron ejecutados. Toledo resistió hasta 1522. En 1519, en el reino de Valencia estalló la rebelión de las Germanías, que se extendió débilmente a Mallorca. Tuvo un carácter más antinobiliario y violento que las Comunidades. Los agermanats (comerciantes, artesanos y campesinos) se sublevaron contra la jurisdicción señorial y los tributos. La nobleza, con el apoyo del ejército real, acabó con la sublevación. Tras estas rebeliones, la monarquía consolidó aún más su poder y autoridad. 8.2. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE FELIPE II. LA UNIDAD IBÉRICA. El reinado de Felipe II (1556-98) tuvo un carácter más peninsular: Por nacimiento, permanencia e idioma. Heredó las posesiones de su padre, Carlos I -excepto el imperio alemán y las tierras de los Habsburgo en Austria, que fueron para el hermano del emperador-. En 1580, muerto el rey don Sebastián de Portugal sin descendencia, Felipe II hizo valer sus derechos al trono (era hijo de Isabel de Portugal) y las Cortes reunidas en Tomar (1581) le reconocieron como monarca. Incorporó a la monarquía el reino y todas sus posesiones ultramarinas y se consigue la tan anhelada Unidad Ibérica. Se mantenían las leyes e instituciones portuguesas y los principales cargos del reino serían ocupados por portugueses. Castilla fue el centro del reinado. Fijó la corte en Madrid (1561). Hispanización de su política, pese a que los objetivos no siempre coinciden con los intereses españoles. Su política interior se caracterizó por la intolerancia religiosa. Entre los conflictos internos destacaron: La rebelión de los moriscos de las Alpujarras (1568-70), que terminó con su expulsión de Granada. El conflicto foral de Aragón, que enfrentó al monarca con el Justicia Mayor de Aragón (defensor de los fueros), por la traición de Antonio Pérez, un ex secretario real. Su política exterior buscó defender la cristiandad y el mantener intacta su herencia. Se centró en: Detener el avance de los turcos en el Mediterráneo, a los que venció en la batalla de Lepanto (1571). Controlar la rebelión política y religiosa de los Países Bajos: Siete provincias del norte (las Provincias Unidas) donde se había extendido el calvinismo, proclamaron su independencia, lo que supuso la guerra declarada. El conflicto quedó sin resolver a la muerte de Felipe II. El conflicto con Inglaterra, que apoyaba a las Provincias Unidas, terminó con la derrota de la Armada Invencible en 1588. 2 8.3. EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS. LA UNIÓN DE REINOS. A lo largo del S. XVI, el proceso de consolidación de la monarquía autoritaria continua reforzándose, junto con el imparable aumento del poder del estado. Los reyes fijan definitivamente su residencia en Madrid y se rodean de una administración profesionalizada cada vez más amplia. Podemos definir el modelo político de los Austrias como una confederación de distintos reinos bajo la primacía de la corona de Castilla. A grandes rasgos se mantiene el modelo heredado de los RR.CC. (Unión dinástica). Los rasgos básicos del sistema eran: Se trataba de un conjunto de estados heterogéneos que tenían lenguas, culturas e instituciones diferentes y un alto grado de autonomía. La autoridad de los monarcas no era igual en todos los territorios: en algunos casos, como en el Imperio, era más simbólica que efectiva, en otros como en Aragón estaba muy limitado y era casi absoluta en Austria y Castilla. Lo único que unía a estos reinos era la figura del monarca (unión dinástica). Se mantiene y refuerza el sistema polisinodial (el gobierno que se ejercía a través de sínodos o Consejos) , entre ellos podemos destacar: o El Consejo de Estado fue el más importante. o Los Consejos territoriales, destacando el de Castilla (Madrid se convirtió en capital de la monarquía desde 1561). Otros fueron los Consejos de Aragón, Indias, Italia, Flandes y Portugal. o Los Consejos especializados o técnicos: Inquisición, Órdenes Militares y Hacienda. o Además de clérigos y aristócratas, estos Consejos dieron cabida, a letrados y expertos. Una figura muy importante fue el secretario de los Consejos. Destacó el secretario del Consejo de Estado. Para la Administración de los distintos territorios se establece el sistema de los Virreinatos: hubo virreinatos en los tres estados de la corona de Aragón, en Navarra, Cerdeña, Sicilia y Nápoles; en América hubo dos (Nueva España y Perú). En los territorios que históricamente no habían tenido consideración de reinos se imponen Gobernadores Generales (Milán, Flandes). Siguieron existiendo, con similares funciones y características, las Audiencias, las Cortes de los diferentes reinos y los municipios, donde los reyes estaban representados por el Corregidor. 8.4. ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI. El siglo XVI fue, un siglo de expansión y crecimiento económico, especialmente en Castilla. El aumento de la demanda y la llegada de metales preciosos de América, actuaron como un enorme estímulo. El sector determinante de la economía será el comercio que experimenta un aumento espectacular. A América, al ser una colonia de doblamiento, se exporta de todo: productos agrícolas, vino, aceite y paños… Se importan basicamente oro y plata. El sector comercial impulsa a toda la economía; la agricultura y la industria crecen igualmente, pero muy por debajo del comercio. Pese a todo, el descubrimiento de América no sirvió para dinamizar y modernizar la economía española. España no sabrá sacar partido de la situación por tres razones: La revolución de los precios: Consecuencia de la llegada de metales preciosos y del aumento de la demanda, unida a la incapacidad de la industria castellana para cubrirla; los precios se disparan con en consecuente deterioro del nivel de vida de las clases más desfavorecidas. La inexistencia de una política proteccionista de los Austrias a la industria: para abaratar los precios la monarquía facilitará la exportación de lana bruta y la entrada de productos textiles elaborados extranjeros, más baratos, lo que paralizó el crecimiento industrial. El desvío de los beneficios hacia el exterior: realizado a través de distintos mecanismos como, la compra de productos manufacturados a Europa, el contrabando inglés y holandés o la costosa política exterior de los Austrias, que utilizan dinero americano para pagar a los tercios, llegando a ser insuficiente, por lo que se recurrirá a pedir créditos a banqueros extranjeros (Fugger, Welser…), a emitir deuda y aumentar impuestos. En resumen: pese a los datos favorables y el indudable ascenso del comercio y de la economía en general, la ausencia de una política económica coherente por parte de los Austrias Mayores sienta las bases de la crisis del siglo XVII. Fue, en definitiva, la gran oportunidad perdida. La sociedad mantiene su estructura estamental. La nobleza pierde poder político pero sigue conservando su preponderancia social y económica. Por su parte la burguesía crece pero de forma insuficiente. Persiste la mentalidad nobiliar y se generalizó el requisito de la limpieza de sangre para acceder a determinados cargos o instituciones. Esto trajo consigo el rechazo de prácticas comerciales e industriales, y mientras en los países protestantes mejoraba la consideración del trabajo de artesanos y mercaderes en España eran estimadas incompatibles con el honor. 3 8.5. CULTURA Y MENTALIDADES. LA INQUISICIÓN. A nivel cultural, España en el S. XVI se mueve entre el espíritu reformista del humanismo y la ortodoxia de la contrarreforma. La sociedad española que se desenvolvió entre: a) Un ambiente de tolerancia intelectual y religiosa en la primera mitad del siglo XVI. El humanismo y erasmismo* se difundió en la península ibérica gracias al propio Carlos V, gran admirador de Erasmo, y al Cardenal Cisneros. En España las ideas de Erasmo influyeron en los escritores y filósofos Juan Luis Vives y los hermanos Juan y Alfonso de Valdés, así como en la mayor parte de las obras literarias de la época. b) En la segunda mitad del siglo XVI, el triunfo de la Reforma protestante en territorios europeos provocó un cambio de actitud mental, coincidiendo con el acceso al trono de Felipe II. La sociedad española se convirtió en la más rígida defensora de la ortodoxia católica contrarreformista. Los teólogos españoles que asistieron al Concilio de Trento adquirieron gran protagonismo. Se fundó la Compañía de Jesús que representaron el espíritu combativo frente a los protestantes y que desarrollará una activa labor misionera en América. La Inquisición se convirtió en un instrumento contundente contra el protestantismo y contra cualquier manifestación intelectual que defendiera la libertad de pensamiento. La intolerancia religiosa se manifestó en el control y censura de publicaciones. Cualquier manifestación de heterodoxia podía llevar a la cárcel. Consecuentemente la persecución de las ideas libres provocaron el retraso y el aislamiento de la ciencia y el pensamiento españoles, pero pese a todo, el S. XVI conoció en la península un importante desarrollo científico e intelectual, que se refleja en: las ciencias: fundamentalmente en aquellas disciplinas ligadas al descubrimiento de América (geografía, botánica, química, economía, derecho…), la literatura: (Garcilaso de la Vega, el Lazarillo de Tormes, Fray Luis de León y Santa Teresa de Jesús), y el arte (El Greco). * La corriente cultural dominante en el S. XVI es humanismo, que aportó un cambio fundamental a la mentalidad de la época, frente a la mentalidad teocéntrica medieval, establece al hombre como medida de todas las cosas. La figura fundamental fue Erasmo de Rótterdam que propugnaba la reforma de la iglesia, el retorno al estudio de las fuentes clásicas, la traducción del Evangelio a las lenguas vernáculas y un cristianismo asentado en sólidos principios éticos. 4 9.1. LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. GOBIERNO DE VALIDOS Y CONFLICTOS INTERNOS. Se conoce como Austrias Menores a los reyes de la casa de Austria que reinaron en el siglo XVII: Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). La monarquía española era la más poderosa de las monarquías europeas a comienzos del siglo XVII. La crisis económica, a la que se sumaron la intervención en guerras europeas y los conflictos internos, inició la decadencia del imperio, especialmente a partir de 1640. Estos monarcas delegaron la labor de gobierno en los validos, personalidades de la alta nobleza que gozaron del favor real. También se les conoció como privados favoritos. No eran un cargo oficial sino personal (por nombramiento directo del rey y que, por tanto se perdía al perder el favor de éste) y gobernaron al margen de los Consejos. El valimiento fue una práctica habitual en las cortes europeas del siglo XVII. (En Francia sobresalieron los cardenales Richelieu y Mazarino). Con Felipe III destacó el duque de Lerma, hombre ambicioso que favoreció a sus parientes y allegados. En los últimos años del reinado le sucedió como valido su hijo, el duque de Uceda. Durante su reinado se expulsó a los moriscos unos 300.000 salieron de España, con ellos desapareció una población productiva y laboriosa en una época de crisis económica. Con Felipe IV el principal valido fue el conde duque de Olivares. Hombre de gran visión política intentó importantes reformas que fracasaron y contribuyeron a la decadencia de la monarquía. Don Luis de Haro sustituyó a Olivares. Durante su reinado se produjo la más profunda crisis del siglo, consecuencia, en buena medida, de la política de reformas centralizadoras emprendida por el conde duque de Olivares: La Unión de Armas (1635) establecía que los reinos de la Corona de Aragón participasen con hombres y dinero en el ejército de la monarquía, al igual que Castilla. Provocó la crisis de 1640 y una guerra en Cataluña y Portugal que se oponían a dicha política. En el reinado de Carlos II se sucedieron dos validos: el padre Nithard y Fernando de Valenzuela, durante la regencia de Mariana de Austria; y Don Juan José de Austria (hermanastro del rey), el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa, durante su reinado efectivo. La incapacidad del rey supuso una pérdida de autoridad de la monarquía frente a las ambiciones de la aristocracia, que consolidan su posición y poder. Al final del reinado, la falta de descendencia y los intereses internacionales provocaron la guerra de Sucesión al trono de España. 9.2. LA CRISIS DE 1640. Durante el reinado de Felipe IV, en la década de los 40, se producen una serie de levantamientos generalizados que pondrán en peligro la existencia de la propia monarquía. Todos estos movimientos responden a una serie de causas comunes: La crisis económica. La guerra exterior (Guerra de los Treinta Años, 1618-48), que aumentaron las exigencias de la monarquía. Las reformas del conde duque de Olivares, de carácter centralista (Unión de Armas). Las revueltas se extendieron por Andalucía, Aragón, Navarra, Nápoles y Sicilia; pero fueron especialmente graves en Cataluña y Portugal. En Cataluña: Rechazada la Unión de Armas por las Cortes catalanas, se desplazaron soldados castellanos a Cataluña para luchar contra los franceses, que provocaron el malestar entre el campesinado de Cataluña. Las protestas culminaron el día del Corpus de 1640 en Barcelona “Corpus de Sangre”. Estalló la rebelión y el virrey fue asesinado. La Generalitat se puso al frente de la rebelión y entregó los condados catalanes a Luis XIII de Francia. En 1652 las tropas de Felipe IV entraron en Barcelona. Felipe IV respetó los fueros catalanes. En Portugal: El malestar de los portugueses fue en aumento al comprobar que la monarquía española, empeñada en varios conflictos, no podía defender adecuadamente las posesiones e intereses de Portugal. En 1640 proclamaron al duque de Braganza Juan IV de Portugal. Felipe IV y el conde duque de Olivares no pudieron atender el nuevo foco de conflictos. En 1668, la monarquía española reconoció la independencia de Portugal. En 1643 Felipe IV se vio obligado a destituir al conde duque de Olivares, sus proyectos de reforma habían fracasado. 5 9.3. EL OCASO DEL IMPERIO ESPAÑOL EN EUROPA. Los problemas de la monarquía hispánica en los últimos años del reinado de Felipe II se agravaron durante los reinados de los Austrias del siglo XVII en el que el imperio entra en un lento proceso de irreversible decadencia. El declive se fue produciendo de forma paulatina y sólo a finales de siglo se hizo evidente el fin del Imperio. Los elementos que marcan las relaciones internacionales del periodo son: El mantenimiento de los mismos objetivos: la defensa del patrimonio territorial, del monopolio comercial con América y de la religión católica. La escasez de los recursos financieros, lo que se traducirá en la reducción de efectivos militares y en una serie sucesiva de derrotas (sobre todo a partir de 1635). Nuevo contexto internacional: el imperio turco dejó de constituir una amenaza en el Mediterráneo; y a la enemistad de Francia, Inglaterra y Holanda se unirá Portugal tras su independencia. Felipe III: reinado pacífico (se firmó la paz con Inglaterra y con las Provincias Unidas). Sólo a finales de su reinado España se vio involucrada en la Guerra de los Treinta Años. Felipe IV: reinado marcado por la Guerra de los Treinta Años. Las causas de la intervención de España son: el mantenimiento de las comunicaciones con los países bajos, la solidaridad dinástica y la defensa del catolicismo. En 1618 se inició la Guerra de los Treinta Años entre los príncipes protestantes alemanes contra el emperador. España apoyó al emperador y otras potencias (entre las que destaca Francia que intervino en 1635) a los protestantes. Tras la derrota española de Rocroi (1643), la paz de Westfalia en 1948 puso fin a la Guerra de los Treinta Años. España reconocía la independencia de las Provincias Unidas (Holanda). La guerra contra Francia continuó. En la paz de los Pirineos (1659) Francia consiguió Rosellón, Cerdaña el Artois y algunas plazas flamencas, además de aceptar el matrimonio entre la infanta María Teresa y Luis XIV. Con ello se confirmaba la situación de España como una potencia de segunda fila y el paso de la hegemonía continental a Francia. Carlos II: durante su reinado continuaron los conflictos con la Francia de Luis XIV que veía en la debilidad española una ocasión para expandirse. Entre 1667 y 1697 la monarquía hispánica tuvo que ceder Portugal (tratado de Lisboa) y a Francia parte de Flandes y el Franco Condado. La impotencia de España se reflejó en los Tratados de Partición (proyectos de reparto de las posesiones españolas entre las principales potencias). 9.4. EVOLUCIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL. El siglo XVII, fue una época de recesión económica. Afectó a toda Europa (excepto a Inglaterra y Holanda) y especialmente a Castilla. El fondo de la crisis se alcanza en los años 80 del siglo. La población descendió (de 8 a 7 millones desde 1600 a 1700) debido a las crisis de subsistencia (época de calamidades naturales; con sequías o lluvias en exceso) con la consecuente introducción del ciclo de la muerte (malas cosechas, subida de precios y hambre, indefensión ante las enfermedades, pestes: de hecho hubo tres grandes epidemias en el siglo). A las crisis de subsistencias se unen las guerras, las emigraciones a América y la expulsión de los moriscos, que afectó especialmente a los reinos de Valencia y de Aragón. La situación de la Hacienda pública fue caótica: Los gastos continuaron aumentando (guerras, administración y gastos de la corte), mientras que descienden las entradas de metales preciosos debido al agotamiento de las minas de plata y oro. Para aumentar sus ingresos, la monarquía adoptó medidas como nuevos impuestos, ventas de títulos, cargos y privilegios, alteraciones monetarias (se reduce la plata de la moneda (vellón), manteniendo su valor), etc. Algunas de estas medidas deterioraron aún más la economía, provocando una fuerte inflación. La agricultura: la producción y muchas tierras de cultivo quedan despobladas (malas cosechas, descenso de mano de obra, subida de impuestos…). En la industria y el comercio se produce una profunda depresión consecuencia de la pérdida de mercados (descenso de la demanda americana, incremento de los impuestos y pérdida de poder adquisitivo de una población cada vez más arruinada). Además, como sabemos, las riquezas que llegaban de los nuevos territorios no se utilizaron en estimular las actividades productivas (ver tema 8.4), por lo que era necesario importar del extranjero la mayor parte de los artículos de consumo y España se convirtió en una mera reexportadora de productos europeos hacia América. En el orden social, a diferencia de lo que ocurría en Europa, en España se produce el debilitamiento de las clases medias junto con el aumento (tanto en número como en prestigio y poder) de la nobleza y clero. Se produce, por tanto, un reforzamiento de la sociedad estamental y de la mentalidad nobiliar (proceso de refeudalización). 6 9.5. ESPLENDOR CULTURAL. EL SIGLO DE ORO. Se denomina Siglo de Oro español, al periodo comprendido entre el Renacimiento y el Barroco. Realmente se extendió durante dos siglos (el XVI y el XVII) y es la etapa más fecunda y gloriosa de las Artes y las Letras españolas. Puesto que ya se ha estudiado la cultura durante el Renacimiento (S. XVI), nos centramos ahora en el Barroco, que en un sentido general lo podemos definir como la expresión cultural del siglo XVII europeo; sus manifestaciones, por tanto, reflejan la visión del mundo propia de una época conflictiva, en un escenario de crisis general que contrastaba con el optimismo renacentista. Igualmente con carácter general, se podrían señalar los siguientes rasgos como definitorios de la cultura barroca: - Propagandística, se exaltan los valores ideológicos de quienes controlaban el poder: la monarquía absoluta y la iglesia contrarreformista. Pretendía captar la voluntad del pueblo y por tanto se dirigía a las masas, no a una minoría social o intelectual (salvo excepciones). Aparatosa y emocional, que busca efectos dramáticos y teatrales, pues al dirigirse a un pueblo de escasa cultura, el mensaje debía ser sencillo en su contenido, pero fastuoso en sus formas a fin de impactar y conmover. En España, además, el siglo se caracterizó por su acusado pesimismo (fueron temas habituales el desengaño o la decadencia), directamente relacionado con la grave crisis que atravesaba, de la que la sociedad española del Siglo de Oro era perfectamente consciente. A lo largo del siglo proliferan grandes autores y obras maestras en todas las artes y géneros; basta señalar algunos nombres: Cervantes, Velázquez, Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Tirso de Molina, Calderón, Murillo, etc. 7 10.1 LA GUERRA DE SUCESIÓN Y EL SISTEMA DE UTRECHT En 1700 murió Carlos II sin descendencia. En su testamento designaba heredero de todas sus posesiones a Felipe de Anjou, nieto de Felipe IV y de Luis XIV de Francia. Ante la posible unión de la corona francesa y española, Inglaterra, Holanda, Portugal y Austria firmaron la alianza de la Haya y apoyaron a otro candidato: Carlos de Habsburgo, archiduque de Austria, también nieto de Felipe IV. La Guerra de Sucesión (1701-1714). Se presenta en Europa como un problema de equilibrio, no solo por la posibilidad de la unión entre Francia y España sino también por la enorme importancia de la herencia española (que incluye además de sus posesiones en Europa, el control del Mediterráneo y las posesiones de ultramar). Desde el principio la guerra tuvo un doble carácter: Por una parte fue una guerra civil en la que se enfrentan: - Castilla, Vascongadas y Navarra: apoyaron al nuevo monarca, Felipe V, que representaba la política centralizadora de los Borbones. - y los reinos de la Corona de Aragón: apoyaron al archiduque Carlos, representante de la tradicional política foralista. Por otra parte fue una guerra europea que enfrenta a las potencias de la alianza de la Haya con Francia. Pese a que los acontecimientos bélicos en Europa se inclinaban claramente hacia el bando del archiduque, la elección de éste como emperador del imperio alemán, tras la muerte de su hermano en 1711, adelantó el final de la guerra y llevó a los tratados de Utrecht. En ellos: Felipe V fue reconocido como rey de España, pero renunció a la unión de la corona francesa y española. Se establece, por tanto, la nueva dinastía borbónica, y con ella se implanta el modelo centralista y absolutista francés. España pierde todas sus posesiones europeas: los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña pasaron a Austria y Sicilia a Saboya (posteriormente Austria cederá Cerdeña a Saboya a cambio de Sicilia). Pierde igualmente, a favor de Gran Bretaña Gibraltar y Menorca. Fin del monopolio americano al establecerse dos cláusulas económicas a favor de Gran Bretaña: el asiento de negros (que le concedía el monopolio del tráfico de esclavos con América) y el navío de permiso (autorización para comerciar con un navío de 500 toneladas al año con América). En Europa, Inglaterra será la potencia más beneficiada, consolidándose como la primera potencia naval y comercial. 10.2 EL CAMBIO DINÁSTICO DEL SIGLO XVIII: LOS PRIMEROS BORBONES. El siglo XVIII se inicia en España con la llegada de una nueva dinastía procedente de Francia, los Borbones. Consideramos como los primeros Borbones a: Felipe V (1700-1746), Luis I (1724) y Fernando VI (1746-1759). Con los primeros Borbones se abre un ciclo de recuperación demográfica y económica que había comenzado a fines del siglo anterior. Políticamente, estos soberanos, sin modificar las estructuras tradicionales del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental y economía agraria) introducirán un amplio programa de reformas, la mayoría de ellas dirigidas a la administración y centralización del estado (que estudiaremos en el tema 10.3). Para ello se rodean de figuras de valía como José Patiño con Felipe V o el Marqués de la Ensenada con Fernando VI, generalmente procedentes de la baja nobleza. Entre sus reformas no administrativas destacamos: o Reformas de la hacienda: se mejora y racionaliza la organización y la recaudación (mayor participación de los antiguos reinos periféricos, mayor control de las riquezas con la aparición los primeros censos como el Catastro de Ensenada…) o Creación de las fábricas reales (Porcelana, vidrio, tapices..) al objeto de suplir las importaciones y aumentar la riqueza nacional. o Realización de obras públicas (centradas fundamentalmente en el transporte, como el canal de Castilla, la carretera de Guadarrama…) o Reformas del ejército y la armada: se inicia la creación de un auténtico ejército nacional (levas obligatorias y quintas) y se realiza un amplio programa naval para mejorar la flota. o Política regalista, que buscaba el control y sometimiento de la iglesia al estado. o Reformas culturales, como la creación de la Academia de la Lengua, de la Real Academia de Historia, de la Biblioteca Real… 8 10.3. REFORMAS EN LA ORGANIZACIÓN DEL ESTADO. LA MONARQUÍA CENTRALISTA. La nueva dinastía de Borbón impulsó importantes reformas siguiendo el modelo centralista y absolutista francés. 1. La medida más importante se realizó al comienzo del reinado de Felipe V: los Decretos de Nueva Planta en Valencia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716), mediante los que se suprimen los privilegios de dichos territorios y en su lugar se establecieron las leyes e instituciones de Castilla. Es decir se suprimen: Fueros (imponiéndose las leyes castellanas) Cortes, Consejos, Diputaciones (incluida la Generalitat) y los virreyes. Las aduanas interiores. El sistema fiscal y monetario propio de cada reino. Igualmente se prohíbe la utilización de la lengua catalana en los actos públicos. Las provincias vascas y Navarra que habían apoyado a Felipe V en la guerra de Sucesión, mantuvieron sus fueros. 2. Otras medidas fueron: Eliminación del antiguo sistema de Consejos de los Austrias; en su lugar se establecen las Secretaría, (especializadas en un ámbito determinado como justicia o hacienda, son similares a los actuales ministerios, pues al frente de éstas se situaba un secretario que despachaba directamente con el rey). Sólo sobrevivió el Consejo de Castilla que se convirtió en una especie de Ministerio de Gobernación e Interior. El la administración territorial, el reino se divide en Intendencias, con un intendente a la cabeza para las cuestiones económicas y fiscales y en las áreas más delicadas desde el punto de vista defensivo un Capitán General. Política regalista, de intervención en los asuntos de la Iglesia y sometimiento de ésta al estado: El Concordato de 1753 estableció el patronato universal: derecho de nombramiento por parte del rey de altos cargos eclesiásticos en todas las tierras del reino. 10.4. LA PRÁCTICA DEL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III Carlos III (1759 – 1788) llegó a España con un a importante experiencia de gobierno, había sido rey de Nápoles (1735-59). Aplicó los principios del despotismo ilustrado: mejorar, reformar y transformar el reino desde el poder, sin modificar las estructuras del Antiguo Régimen. En su reinado se diferencian dos etapas: a) La etapa Italiana: se apoyó en ministros (así se empezaron a denominar sus colaboradores) de origen italiano, destacaron el marqués de Esquilache y Grimaldi. Las radicales reformas que estos introdujeron provocaron el malestar en algunos sectores del clero y la nobleza. En 1766 alentaron un motín popular contra Esquilache que había suprimido la tasa del trigo, subiendo el precio del pan, y prohibido en Madrid la utilización de capas largas y sombreros de ala ancha. El motín se extendió por otras ciudades españoles y Carlos III se vio obligado a sustituir a Esquilache. b) Etapa de reformas con ministros españoles: Después del Motín, nuevos ministros españoles (conde de Aranda, Campomanes, Floridablanca) continuaron las reformas de manera más pausada. Destacamos: Reformas de la iglesia: se aplica una política regalista que se concretó en: - Una mayor intervención del estado en el nombramiento de cargos eclesiásticos. - Limitación del poder de la Inquisición. - Expulsión de los jesuitas (1767) por considerarlos jesuitas instigadores del motín y contrarios al absolutismo ilustrado y porque éstos controlaban la enseñanza secundaria y universitaria. Reformas económicas: fue la principal preocupación del gobierno de Carlos III.: - Política agraria: Se limitan los poderes de la Mesta y se protege la agricultura; se fomenta la colonización y puesta en cultivo de nuevas tierras (repoblaciones de Sierra Morena de Olavide); se construyen numerosas obras públicas (canal Castilla, canal imperial de Aragón, pantano de Lorca…); e incluso se realizan proyectos globales de reforma agraria, destacando el de Jovellanos que realizó un Informe sobre la Ley Agraria, donde ya planteaba la necesidad de desamortizar tierras. - Política sobre la industria y comercio: se toman medidas para impulsar y liberalizar estos sectores como la liberalización del control de los gremios; la creación de las Reales Fábricas; la supresión del concepto de deshonra del trabajo y oficios; medidas liberalizadoras de del comercio… - Reformas en la Hacienda al objeto de racionalizar y aumentar la recaudación: se crea la lotería nacional y el Banco de San Carlos (antecedente del banco de España). Reformas culturales: Destacamos la protección a la ilustración y las reformas de Madrid. 9 10.5. LA EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA EXTERIOR DURANTE EL SIGLO XVIII Felipe V (1700-1746): El principal objetivo del reinado fue recuperar las posesiones perdidas en los Tratados de Utrecht, especialmente en Italia (su segunda esposa, Isabel de Farnesio, pretendía conseguir tronos para sus hijos, Carlos y Felipe). Los Borbones chocaron en política exterior con los intereses de Inglaterra y encontraron en Francia un aliado político y dinástico, con quien firmaron los Pactos de Familia: o En 1733 se firmó el primer pacto de familia: España ayuda a Francia en la guerra de Sucesión de Polonia. España obtuvo el reino de Nápoles y Sicilia para el príncipe Carlos (1735), futuro Carlos III. o Tras el segundo pacto de familia (1743), España apoyó a Francia en la guerra de sucesión de Austria y obtuvo el ducado de Parma (1748) para el príncipe Felipe. Fernando VI (1746-59): España mantuvo la neutralidad y no intervino en los conflictos europeos. Carlos III (1759-88): Encontró una Hacienda saneada y una Marina preparada y pretendió recuperar las tierras cedidas a Inglaterra (Gibraltar y Menorca). En 1761 firmó el tercer pacto de familia con Francia e intervino en la guerra de los Siete Años (1756-63) contra Inglaterra. Tras la derrota, Fancia cedió las posesiones de Canadá y los asentamientos de la India y España la península de Florida. Francia entregó en compensación a España la Luisiana. En 1779 Francia y España apoyaron la independencia de las colonias británicas en Norteamérica. En el Tratado de Versalles, Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos y España recuperó Florida y Menorca. Carlos IV (1788-1808): La revolución francesa provocó la crisis de los Pactos de Familia; Carlos IV rompió con Francia y se alió con los que luchaban contra ella. En 1795 se reactivó la alianza con Francia y el enfrentamiento con el Reino Unido. 10.6. LA POLÍTICA BORBÓNICA EN AMÉRICA. Desde mediados del siglo la política borbónica comenzó a cambiar, bajo los mismos principios ilustrados que se introdujeron en España, con el objetivo de hacer más eficaz la explotación del territorio y recaudar más dinero. 1. Reformas administrativas: Pérdida de atribuciones del Consejo de Indias. Disolución de la Casa de Contratación, tras un traslado previo de la misma de Sevilla a Cádiz en 1717. División del virreinato del Perú (1776) en dos: Nueva Granada y Río de la Plata. Además se establecen intendencias para reforzar el control de la metrópoli. Reforzamiento del ejército tanto para la defensa exterior (sobre todo frente a las agresiones británicas) como para el mantenimiento del orden interno. Se debilita el poder de la iglesia en América con la expulsión de los jesuitas. Aumentó el control administrativo. Se empezó a excluir a los criollos de la administración colonial prohibiéndose la venta de cargos y aumentando la concesión de puestos a españoles. Incremento de la presión fiscal (aumento de impuestos y monopolios estatales) y mejora de la recaudación. 2. Reformas económicas: Se introduce una nueva actitud colonial más acorde con las teorías mercantilistas en boga, según las cuales América debería ser exportadora de materias primas e importadora de manufacturas. Para ello se necesitaba: Eliminar la competencia extranjera, para lo que se intentó controlar el contrabando y se logran suprimir las cláusulas económicas de Utrecht. Evitar la industrialización de las colonias, por lo que su industria no se protegió y tuvo un desarrollo limitado. Agilizar el comercio, para lo cual se suprime el sistema de flotas: en su lugar se introducen los navíos de registro (barcos mercantes particulares que podían comerciar con las colonias al margen de las flotas de Indias) y las compañías de comercio, con poco éxito. En 1778 se liberaliza el comercio con América. Cualquier puerto peninsular podía comerciar con las Indias, lo que suponía el fin del monopolio de la Casa de Contratación, de Cádiz y Sevilla y se daba un nuevo impulso al tráfico comercial con las Indias que representaba más del 85% de las exportaciones españolas. Todas estas medidas provocaron numerosas protestas que fueron reprimidas y que nos enlazan con los movimientos independentistas. 10 10.7 LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA. La Ilustración fue la corriente de pensamiento del siglo XVIII que se extendió por Europa y se impuso en España especialmente durante el reinado de Carlos III. Entre sus principios destacaron la confianza en la razón, el espíritu crítico, el carácter práctico y utilitarismo, el desarrollo de la ciencia y fomento de la educación y el afán didáctico. Las ideas ilustradas aplicadas a la política condujeron al despotismo ilustrado que quería hacer de la monarquía el motor de las reformas y transformaciones de la sociedad. En España la ilustración presenta los siguientes rasgos: Es un movimiento minoritario y elitista: los ilustrados españoles fueron una minoría culta perteneciente a los diversos estamentos: nobleza media, clérigos reformistas y burgueses acomodados. Tiene un carácter reformista, no revolucionario, en ningún momento se atacan las estructuras del estado ni de la iglesia. Cuenta con la protección del estado, destacando los ministros ilustrados de Carlos III: Campomanes, conde de Aranda, conde de Floridablanca. Los ilustrados más destacados fueron Gregorio Mayáns y Siscar, el fraile Benito Jerónimo Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos. Entre las reformas ilustradas destacan: La creación de las Reales Academias, siguiendo el modelo francés; centros de estudios especializados donde se difundían las ideas ilustradas: Real Academia de la Lengua, Historia y Medicina; la Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Gabinete de Historia Natural y el Jardín Botánico. Las Sociedades Económicas de Amigos del País (la primera fue la Bascongada, en 1764), impulsadas desde la corona y creadas por el ministro Campomanes como sociedades privadas para el estudio de reformas, el fomento de la ciencia, el mejor aprovechamiento de las riquezas naturales, etc. La reforma de las Universidades y de los colegios mayores para albergar a los estudiantes.