El extranjero

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El extranjero (Albert Camus)
Sólo una cosa termina por concluirse de tan insensato relato, una frase que el mismo protagonista repite una
y otra vez: uno acaba por acostumbrarse a todo. La primera vez que leÃ- el tÃ-tulo de la obra y una vez
observé la errada sinopsis en la contraportada de mi libro, creÃ- que la historia se iba a tratar de un hombre
perdido en un desasosiego incesante. Pero las primeras lÃ-neas dicen lo contrario.
Meursault es uno de aquellos hombres para quienes todo en la vida les es indiferente. Desde la muerte de su
madre hasta el asesinato de su única vÃ-ctima, un hilo conduce toda la historia a bordo de un mismo
personaje. La sensación que se percibe es tan aproximada a la del protagonista, que en ocasiones despierta
una intriga extenuante, y en otras un súbito interés por restarle importancia a las cosas más esenciales de
la vida.
Meursault asiste a la velación y entierro de quien se deduce era su única pariente viva. Un aire de
impasibilidad que resultará dañino para su futura sentencia es lo que lo llena en ese momento. Todo para
él es incómodo: la llegada al asilo, el acompañamiento de los ancianos, la peregrinación al pueblo, y
todo lo reduce a pensamientos banales como el intenso calor o las actividades que tendrán lugar en su oficina
mientras el se somete al suplicio.
Al retomar su vida cotidiana y volver a Argel (capital de Argelia) decide en la mañana del sábado tomar
un baño, es entonces cuando se encuentra con quien en pocos dÃ-as será su pretendiente: MarÃ-a
Cardona, antigua dactilógrafa (mecanógrafa) de su oficina. Con ella empieza un juego de caricias y besos
que para él no significan nada más que placer. Su romance parece estar dando frutos pues asisten a una
función de cinematografÃ-a en la que presentan una cinta cómica de Fernandel. Luego almuerzan en el
restaurante de Celeste, amigo de Meursault y finalmente vuelven a sus domicilios.
En el edificio donde come, duerme y pierde su tiempo mirando por el balcón de su habitación viven
Salamano y su perro, y Raimundo Sintés; personajes no menos curiosos que el protagonista. El primero
apacigua su soledad con un animal enfermo y una rutina que ni él mismo soporta. El segundo lleva una vida
desordenada de mujeriego y aunque fastidia un poco a su vecino, no tardarán en entablar una amistad.
Es un incidente el que desentraña una serie de acciones que se encadenarán para enjuiciar a Meursault. Se
trata de una carta escrita por él y dirigida a una de las amantes de Raimundo, quien le solicita ese favor a
cambio de una cena y de convertirse oficialmente en su camarada.
Otro dÃ-a de verano (aquellos que nuestro protagonista aborrece) son invitados Meursault y MarÃ-a a una
playa cerca de Argel donde vive un amigo de Raimundo: Masson y su esposa parisiense. AllÃ- se divide el
curso de la historia pues el protagonista asesina al árabe (hermano de la amante de Raimundo) que los estaba
siguiendo casi sin darse por enterado, y luego de un fulgor, se encuentra en la comisarÃ-a rindiendo cuentas
de su crimen.
Poco se puede decir de la segunda parte del libro sin adentrarse en detalles minúsculos sobre la posición en
el mundo de Meursault, sus comentarios desligados de la realidad y el constante sofoco que siente el
protagonista.
Su juicio dura once meses y sus dÃ-as en la cárcel transcurren con mucha calma. Testigos y audiencias van
y vienen. Le asignan un abogado de oficio para que lo defienda en la sentencia y durante todo el proceso
judicial, pero el lo único en lo que piensa es en que está siendo mirado por un periodista que cubre su
noticia perturbando su intimidad y una mujer con la que se encontró en el restaurante de Celeste a la que no
pierde de vista. Describe su patético comportamiento y todo lo que percibe en su entorno. No pone
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atención ni un mÃ-nimo de interés en lo que están diciendo de él aunque siente grandeza porque
siente gran protagonismo aún sin su intervención.
Todos los hechos narrados serán usados en su contra y darán un fallo que no molestará mucho a
Meursault: la pena capital. El procurador, el presidente y el fiscal (juez o acusador) interpretan los hechos de
la siguiente manera: según los testigos (Tomás Pérez, Masson, Raimundo, MarÃ-a, el portero y el
director del asilo) al dÃ-a siguiente del entierro de su madre, tuvo una aventura con su amante, vio una
comedia en el cinematógrafo y luego asistió a una playa con sus amigos donde encontró a unos árabes,
luego por pura casualidad volvió al manantial donde habÃ-a sido el encuentro y apretó el gatillo una vez,
pero para asegurarse de que no agonizara, disparó cuatro veces más.
Meursault pasa los últimos dÃ-as de su vida encerrado en un calabozo, pensando en la muerte, es la
esperanza que tiene de ser indultado y en su madre. Asiste a su celda un sacerdote que es expulsado con
vehemencia por el criminal, quien no soporta recibir discursos sobre moralidad.
El libro no termina entre sollozos como uno podrÃ-a pensar, ni con un arrepentimiento de parte del
protagonista. Ni siquiera con una historia de amor, porque MarÃ-a puede estar enferma, muerta o cometiendo
un adulterio. Pero nada de eso importa a Meursault, él entra en cólera constantemente pero parecerÃ-a no
afectarle.
Como diré en todas mis reseñas, ya sea recomendando o difamando un texto, la invitación será
siempre a leerlo. En este caso por ser una de las obras insignia de Albert Camus y por tratar un tema poco
común. Personalmente no es el libro que más me llama la atención ni está entre los de mi gusto, pero no
todo el mundo piensa igual, algunos se satisfarán introduciéndose en crÃ-ticas morales al protagonista,
otros, aunque han de ser pocos se identificarán con Meursault. Y otros simplemente desearán no haber
leÃ-do nunca el libro (no es mi caso, me divirtió bastante). Pero no leerlo será como rechazar un trago en
medio de una fiesta y no creo que sea nunca la intención del lector.
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