JUSTIFICACIÓN DE LAS PROPIEDADES PERIÓDICAS Radio atómico: se justifica por la cercanía del último electrón al núcleo, por la atracción electrostática que puedan sufrir por parte de los protones del núcleo. Cuando están en diferente periodo: el átomo que se encuentra más abajo en la tabla tendrá mayor radio que otro que se encuentre más arriba, ya que el último electrón se encuentra en un nivel superior. Por lo tanto la distancia al núcleo será mayor. Si se encuentran en el mismo período, el radio disminuye hacia la derecha ya que el número atómico aumenta y por tanto también aumenta la carga nuclear efectiva del núcleo, por ello la atracción del núcleo a los electrones será cada vez mayor. Energía de ionización: se justifica de la misma manera: cuanto más atraídos estén los electrones, es decir, cuanto menor sea el radio atómico, mayor es la energía de ionización, es decir, la energía necesaria para arrancar el electrón más externo de un átomo gaseoso en estado fundamental Radio iónico: el radio del anión aumenta respecto del átomo neutro, tanto más cuanto mayor sea la carga. El del catión disminuye. Electro afinidad: Cuanto mayor sea la atracción de los electrones por parte del núcleo, más fácil será para el átomo captar un electrón (casi siempre se liberará energía) Electronegatividad: capacidad de un átomo de atraer hacia sí el par o pares de electrones compartidos en el enlace covalente. Esta capacidad será mayor cuanto mayor sea la electroafinidad del átomo. Carácter metálico: un elemento tendrá mayor carácter metálico cuanto menos electronegativo sea. Un modo de visualizar las características energéticas de los enlaces químicos es a partir de las llamadas curvas de estabilidad energética o curvas de Morse. Estas curvas se pueden hallar experimentalmente, y representan la variación de energía de un sistema formado por dos átomos, A y B, en función de la distancia d que los separa. Como podemos ver en el diagrama siguiente, en el eje y se representa la energía y en el eje x se representa la distancia. Curvas de Morse Si consideramos un sistema formado por dos átomos, A y B, inicialmente tan separados que no ejercen entre sí ningún tipo de influencia, el sistema tiene una energía inicial cero. A medida que A y B se empiezan a aproximar mutuamente, empiezan a notarse las fuerzas atractivas, que son de largo alcance. ¿Qué fuerzas atractivas? Pues la del núcleo de A sobre la nube electrónica de B y viceversa, la del núcleo de B sobre la nube electrónica de A. Puesto que esto estabiliza el sistema, la energía del mismo disminuye hasta un valle de mínima energía. No obstante, a medida que A y B siguen acercándose, empiezan a dejarse notar las fuerzas repulsivas (de corto alcance) de una nube electrónica sobre la otra, lo cual desestabiliza el sistema y la energía aumenta hasta alcanzar, incluso, valores positivos. El resultado conjunto de las fuerzas atractivas y repulsivas permite dibujar la curva de estabilidad energética del enlace químico o curva de Morse. En ella se puede observar que existe una distancia de enlace entre A y B para la cual el sistema es más estable, pues en ese punto, las fuerzas atractivas son máximas y las repulsivas mínimas. Esta es la llamada distancia de enlace, do. A dicha distancia le corresponde un valor de energía mínimo que identificamos con la energía de enlace, es decir, la energía que se desprende cuando se forma el enlace químico entre A y B. Cuando mayor es el valor de la energía desprendida al formarse el enlace, más estable será el enlace y, por tanto, más estable será la molécula A-B. Para romper dicha molécula será necesario aportar una energía igual o superior a la energía de enlace, lo cual implica separar A y B desde do a una distancia a la cual ya no ejerzan ningún tipo de interacción mutua.