El desafío de la evangelización en radio y televisión según el fundador de «Hombre Nuevo» Entrevista con el padre Juan Rivas L.C. QUERÉTARO, viernes, 8 julio 2005 (ZENIT.org).- El padre Juan Rivas L.C., es el fundador y, durante muchos años director del movimiento «Hombre Nuevo», movimiento de evangelización a través de los medios de comunicación, que empezó en Estados Unidos, hace dos décadas, y se ha ido extendiendo por toda América Latina, en particular en radio y televisión. En esta entrevista, el padre Rivas afronta el desafío del anuncio de Jesucristo en la era de la comunicación. --¿A qué necesidad respondió la fundación de «Hombre Nuevo dentro del gran campo de la Evangelización? ¿Cuál era su objetivo? --P. Juan Rivas L.C. Propiamente, fue una iniciativa del Papa Juan Pablo II en su primera visita a Estados Unidos, cuando dijo que la Iglesia estaba perdiendo terreno en los medios de comunicación. Recuerde que un tiempo en Estados Unidos, estaba muy fuerte el padre Fulton J. Sheen y después de él no se hizo nada. Entonces el Santo Padre mandó a los Legionarios de Cristo a hacer algo para darle una fuerte voz a Cristo en los medios de comunicación. Esa fue la necesidad, la iniciativa… --¿Usted tenía experiencia en medios de comunicación, o tuvo que aprender? --P. Juan Rivas L.C. Yo creo que todos los sacerdotes en algún sentido somos comunicadores, somos evangelizadores, pues hemos tenido siempre el mejor maestro, que es Cristo, y tenemos el mejor mensaje, que es el Evangelio --¿Fue fácil? ¿Hace cuánto tiempo comenzó? --P. Juan Rivas L.C. No fue fácil, a mí me lanzaron a la televisión en 1984. Me ordené a finales del 1982; entonces, propiamente, empecé a ser sacerdote en los medios de comunicación. La televisión impone, es un medio muy difícil, y además a mí me cuesta mucho sonreír ¿verdad? Pero poquito a poquito aprendemos de las técnicas y puedo decir que al final de ese período de televisión me sentía bastante confortado. Y después comencé yo por mi propia parte lo de la radio, que considero un mejor medio evangelizador, más adaptado al Evangelio que la televisión, --¿Ha tenido algún descalabro? --P. Juan Rivas L.C. Sí, al principio. Yo comencé en la televisión, y la televisión crea mucha imagen, una personalidad, y la gente te saluda, te reconoce en los supermercados, en la calle, y cuando se cayó lo de la televisión, creí que era muy fácil poder yo sólo hacerla. Me di cuenta de que no es así. Me llevó tres años o cuatro años todavía el poder dar el primer paso a la radio. Aprende uno a golpes a construir un apostolado en los medios de comunicación. La que nos sacó adelante fue la Virgen de Guadalupe; a ella le encomendé el apostolado y gracias a ella tuvimos por primera vez en 1987 el programa de radio. --Los que tenemos el canal mundial de televisión EWTN lo hemos visto ahí y constatamos que, con veinte años de experiencia, ahora se le da maravillosamente... --P. Juan Rivas L.C. Sí, la segunda etapa en la televisión comenzó en 1997, pero ya con mucha experiencia de radio. Curiosamente, me sucedió lo mismo que a Fulton J. Sheen: él comenzó también en la radio y la radio exige mucho en cuanto a preparación, en cuanto a clarificación de conceptos, y creo que esa experiencia de radio me facilitó ahora hacer mejor las cosas en la televisión. --¿El mensaje que usted extiende en sus giras, en sus presentaciones es sobre la importancia de la Virgen María en la Evangelización? ¿Por eso le llama «una cruzada mariana»? --P. Juan Rivas L.C. Aunque la llamo «cruzada mariana», me quiero centrar en la Eucaristía. Hablo del poder del resucitado y de ese misterio de que Cristo se quedó con nosotros después de haber vencido el demonio, el pecado y la muerte. Cristo se quedó realmente en la Eucaristía. El mensaje es sobre el gran poder del resucitado y, en concreto, el gran don de Cristo resucitado entre nosotros. --Las condiciones, la situación de la Iglesia y de la sociedad, ¿jan cambiado desde que comenzó Hombre Nuevo hace veinte años? --P. Juan Rivas L.C. Sí, yo creo que sí han cambiado, y para bien gracias al Papa Juan Pablo II. La Iglesia está en un nivel de prestigio muy grande, en Estados Unidos y yo creo que en todo el mundo ha habido grandes conversiones al catolicismo, sobre todo entre gente preparada, intelectual, pastores protestantes. En este sentido ha cambiado mucho. Ha cambiado mucho, también, en el sentido del ecumenismo. Incluso yo me he vuelto más ecuménico. Yo no lo era tanto al principio. He entendido mejor lo que es el ecumenismo. --¿Es lo mismo relativismo que tolerancia y ecumenismo? --P. Juan Rivas L.C. Creo que este es el problema al que se va a enfocar mucho el actual Papa Benedicto: el problema del relativismo, donde no hay verdad y vale lo mismo una religión que otra, una cosa que la otra. Eso también es lo que yo quiero, es uno de los enfoques que le estoy dando ahora a la predicación: explicar la fuerza de la verdad en la Iglesia católica, cómo hay un solo Dios, un solo Cristo mediador entre Dios y los hombres, y una sola Iglesia. Y es esa Iglesia el instrumento que Dios nos da para encontrarnos con la verdad, que no es una idea, sino un persona, y esa es Cristo. --¿Cuál diría usted que es el principal reto que tenemos en este momento los que estamos involucrados en la evangelización? --P. Juan Rivas L.C. Yo creo que tenemos un reto muy importante, y que no todos se dan cuenta, que es: el legado del Papa Juan Pablo II tenemos que asimilarlo. No quiero usar una expresión despectiva, pero me parece muy mal --es lo menos que puedo decir-- que nosotros mexicanos digamos: el Papa mexicano, y el Papa mexicano por aquí, y viva el Papa, y argüende con el Papa, y gritos al Papa, y que ni siquiera hayamos leído las cartas de amor que ese Papa nos ha escrito. ¿Qué pensarían de una novia que le dice a su novio, «te quiero mucho», y tira las cartas de amor a la basura? Diríamos: mentiras y cuentos. Así que, el gran reto --para mí-- de la Iglesia, es asimilar la doctrina y el legado del Papa Juan Pablo II, hacerlo asequible a la gente, y cumplir con su compromiso de evangelización que nos dejó. Ya no es tiempo para vivir avergonzados del Evangelio. Hay que salir a las calles, a las casas, a las montañas y llevar a Cristo con nosotros.