El cromosoma 5: Inteligencia

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ENSAYO SOBRE EL CROMOSOMA 6 :
INTELIGENCIA.
La falacia hereditaria no es la simple afirmación de que el C.I. es hasta cierto punto hereditable , sino la
equiparación de heredable con inevitable.
A modo de negación sobre la creencia de que los genes sólo sirven para causar enfermedades, podemos decir,
que por el contrario no existen para crear enfermedades, e incluso, aun cuando un gen cause una de ellas al
estropearse, la mayoría de ellos no se estropean en ninguno de nosotros, sino que en realidad presentan
distintas cualidades características. Todo esto nos lleva al camino de la investigación respecto de la herencia
de la inteligencia, respecto del cual el cromosoma 6, es el mejor lugar para encontrar ésta herencia.
A finales de 1997, un científico anunció por primera vez que había encontrado el gen de la inteligencia en éste
cromosoma 6. Pero, evidentemente, como la naturaleza no ha confiado la determinación de nuestras
capacidades la suerte ciega de un gen o unos genes; nos entregó padres, aprendizaje, lenguaje, cultura y
educación con lo que programarnos. Todo esto es lo que anunció Robert Plomin.
En otro aspecto, tenemos a otro científico, Francis Galton, quien realiza las primeras medidas de la
inteligencia que tenían una motivación toscamente interesada, ya que fue éste el precursor de los estudios de
los gemelos para diferenciar los talentos innatos adquiridos, y no tuvo reparos en revelar por qué lo hizo. Su
propósito era tomar notas de las diversas facultades hereditarias de los distintos hombres, y de las diferencias
entre distintas familias y razas, para aprender hasta donde la historia ha podido mostrar que es factible
suplantar la ineficaz estirpe humana por razas mejores, vale decir, quería criar y matar gente de una manera
selectiva como si fuera ganado.
Otros de estos científicos estudiosos en el campo de la herencia de la inteligencia fue H.H. Goddard, quien
tomó una prueba de inteligencia inventada por Alfred Bidet y la aplicó nada mas y nada menos que a los
mismos americanos y a los que incluso aspiraban a serlo, concluyendo de esto que muchos de los que habían
emigrado a América eran imbéciles y que cualquier persona que los observara por un momento podría
advertirlo. Sus pruebas de C.I. eran subjetivas y dirigidas hacia la clase media o los valores culturales
occidentales, por ello, para él la inteligencia era algo innato, el grado de nivel intelectual o mental de cada
individuo estaba determinado por el tipo de cromosomas que se emparejan cuando se unen las células
reproductoras.
Respecto de todo esto, podemos deducir que no existe ninguna definición de inteligencia reconocida: ¿es la
velocidad del pensamiento, la capacidad de razonamiento, memoria, vocabulario, aritmética mental, energía
mental o simplemente el apetito de algunas personas por las actividades intelectuales lo que las señala como
inteligentes?
Howard Gardner ha abogado por una teoría de la inteligencia múltiple que reconoce cada talento como una
habilidad aparte.
Robert Sternberg ha insinuado, en cambio, que en esencia existirían 3 tipos de inteligencia : analítica, creativa
y práctica, señalando al respecto, que los primeros son aquellos formulados por otras personas y que viene
acompañados de toda la información necesaria para resolverlos, tiene una sola respuesta correcta y están
sacados de las experiencias comunes y corrientes, no tiene un interés intrínseco, es un examen escolar,
mientras que la otra, los problemas prácticos exigen que se reconozca y formule el problema propiamente
dicho, se encuentran mal definidos careciendo de la oportunidad de información, además pueden o no tener
una única respuesta y nacen directamente de la vida cotidiana. Las escuelas se concentran en los problemas
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analíticos y lo mismo hacen las pruebas de C.I. que por muy distintas que sean en forma o contenido tienden a
favorecer intrínsecamente a ciertos tipos de mente, tiene tendencia a mostrar covarianza , pero , sin embargo,
está mas que claro que miden algo. De esto se dio cuenta en 1904, por primera vez, el estadístico, Charles
Spearman, poniendo el caso de que si un niño es hábil en un tema tiende a serlo también en otros, y lejos de
ser independientes, las distintas inteligencias parecen estar correlacionadas. A esto le llamó Inteligencia
General o g.Respecto de éste tema existe discusión en donde la opinión científica se divide; algunos señalan
que g es sólo un capricho estadístico, una entre muchas soluciones posibles al problema de medir distintas
actuaciones. Otros piensan que es una medida directa de una creencia popular, es decir, el hecho de que la
mayoría de las personas pueden convenir en quien es listo y quien no. Pero, no obstante ésta discusión, no
cabe duda alguna de que g funciona y que es un elemento de predicción del futuro rendimiento escolar de un
niño mejor que casi cualquier otra medida, y existen hechos objetivos que están a favor de g, como la
velocidad a la que la gente realiza tareas que suponen examinar y recuperar información se correlaciona con
su C.I., y éste C.I. general permanece constante sin perjuicio de las edades, vale decir, que entre los 6 y 18
años, la inteligencia aumenta rápidamente, pero el C.I. con respecto a los de su edad cambia poco, es más, es
un hecho que la velocidad a la que un niño se acostumbra a su nuevo estimulo presenta una correlación con el
C.I. mas tardío, tanto como si fuera posible predecir el C.I. que un bebe de pocos meses tendrá de adulto
dando por hechos algunos aspectos de su educación, es por ello, que las puntuaciones del C.I. se correlacionan
con los resultados de los exámenes escolares.Por todo esto, debemos admitir como la definición de
inteligencia como aquella que se mide sacando la media de varias pruebas de inteligencia g, y viendo donde
ésta nos lleva. Si una correlación entre el C.I. y determinados genes muestra lo que Mark Philpott ha
denominado La niebla de la pruebas imperfectasresulta probable que haya un elemento heredable en la
inteligencia.
En los años veinte, se dio un apogeo de las pruebas eugenésicas del C.I. y no existían datos a favor de la
heredabilidad del C.I., sino que era sólo un supuesto entre los médicos. Hoy ya no es así, es una hipótesis que
ha sido comprobada en dos grupos de personas: gemelos y adoptados. Los resultados; pasmosos. Ningún
estudio sobre las causas de la inteligencia ha dejado de encontrar una heredabilidad considerable. Sin
embargo, la correlación mas alta de da entre los gemelos idénticos criados en conjunto, ay que al compartir los
mismos genes, el mismo útero y la misma familia no se logran distinguir de una persona que haga la prueba 2
veces. Por el contrario, los gemelos que son fraternos, que comparten un útero pero que genéticamente son tan
parecidos como hermanos corrientes, supone que las experiencias en el útero o durante los primeros años de
vida familiar pueden tener alguna importancia, y hasta esa fecha no se le había reconocido su importancia al
útero. Ahora la diferencia entre los gemelos y los adoptados es que los primeros comparten el útero, mientras
que los segundos no y la influencia que tuvieron en él es 3 veces mayor que cualquier otra cosa nos hicieran
nuestros padres después de nacer. Por lo tanto, esa proposición de nuestra inteligencia pude atribuirse a la
crianza, antes de que la naturaleza esta determinada por un tipo de crianza que es inmutable y arraigada en el
pasado. Además, por otra parte, la naturaleza continúa expresando los genes durante toda la juventud.
La conclusión en la que convergen todos los estudios es que se heredaba casi la mitad del C.I. y menos de una
quinta parte se debía al entorno que los hermanos compartían; la familia, y el resto procede del útero, el
colegio y las influencias externas tales como los grupos de compañeros. Pero el C.I. no sólo cambia con la
edad sino que también con su heredabilidad, vale decir, que a medida que nos hacemos mayores y
acumulamos experiencias, al influencia de los genes aumenta.
Poco a poco, en la medida en que vamos creciendo , vamos expresando nuestra propia inteligencia innata y
dejamos atrás las influencias que los demás estamparon en nosotros, elegimos los entornos que se ajustan a
nuestras tendencias innatas en lugar de adaptar estas tendencias innatas al lugar en que nos encontramos. Todo
esto nos demuestra 2 cosas vitales: que las influencias genéticas no se detienen en la concepción y que las
influencias ambientales no son acumulables.
Estas estimaciones de la heredabilidad se aplican a las diferencias entre los individuos, y no entre grupos, ya
que la heredabilidad del C.I. parece que es más o menos la misma en las distintas poblaciones o razas, lo cual
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podría no haber sido así, pero, sin embargo, en este asunto no radica.
Si el C.I. se hereda individualmente en un 50%, entonces se deduce que algunos genes deben influir sobre él,
pero, resulta imposible decir de cuales se trata, puesto que ellos son variables, es decir, que existen versiones
distintas en las distintas personas. Es posible que los genes mas importantes que influyen en la inteligencia no
sean verdaderamente variables, en cuyo caso, las diferencias causadas por estos genes no serían heredables
porque no se darían tales diferencias. Asimismo, que un gen pueda determinar un rasgo de nuestro cuerpo que
es el mismo en distintas personas, también puede determinar rasgos que son diferentes en distinta gente.
Ahora, retomando la investigación realizada por Plomin, el primer marcador genético es el IGF2R, ubicado en
el brazo largo del cromosoma 6, que sería a primera vista, el gen de la inteligencia, el cual solía estar
asociado al cáncer de hígado. Este, de paso, nos sirve para señalar lo estúpido que nos resulta identificar a los
genes con las enfermedades que causan. La función de la proteína que codifica es deslucida: el tráfico
intracelular de enzimas fosforiladas lisosomales desde el aparto de Golgi y la superficie celular lisosomas ,
todo esto significa que es un vehículo de reparto molecular.
El IGF2R, es un gen enorme con un total de 7.473 letras, pero el mensaje que tiene significado se extiende a
lo largo de un tramo del genoma de 98 mil letras, interunpido 48 veces por secuencias sin sentido llamadas
intrones. Existen, además, tramos repetitivos en mitad del gen que tienden a variar de longitud, lo que talvez
influye sobre la diferencia entre la inteligencia de una persona y otra, ya que al parecer se trata de un gen
vagamente relacionado con proteínas parecidas a la insulina y a la combustión del azúcar.
Por ello, resulta que las personas con un C.I. elevado son mas eficaces a la hora de utilizar la glucosa en sus
cerebros.
Si resulta que el gen de Plomin es del todo real, será uno de los que pueden influir sobre la inteligencia de
formas distintas. El valor de su descubrimiento, recae en el hecho de que, si bien, es posible que la gente
deseche los estudios de los gemelos y adoptados por ser demasiado indirectos como para demostrar la
existencia de influencias genéticas sobre la inteligencia, no se puede discutir un estudio directo de un gen que
muestra covarianza con la inteligencia.
Para llegar ya a un final respecto de éste tema sobre el cromosoma 6, podemos señalar que talvez el hecho de
que la heredabilidad del C.I. suponga algo distinto que demuestre de una vez por todas que el intento de
Galton de discriminar entre la naturaleza y la crianza es desquiciado. Por otro lado, también podemos decir
que , por consiguiente, la heredabilidad de la inteligencia puede estar relacionada con la genética de la crianza
tanto como con la genética de la naturaleza. Todo esto tras un siglo de debate y discusión inaugurado por
Galton.
Los genes de la inteligencia no pueden funcionar en el vacío ; necesitan una estimulación ambiental para
desarrollarse.
La heredabilidad del C.I. en la infancia es más o menos 45%, mientras que al final de la adolescencia se eleva
al 75%.
La heredabilidad no significa inmutabilidad.
La heredabilidad y el determinismo son cosas muy diferentes
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