las claves del discernimiento vocacional.pdf

Anuncio
LAS CLAVES DEL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
1. LAS SITUACIONES
El discernimiento se da en toda clase de situaciones por las que pasa la comunidad
cristiana. Siempre en la vida del creyente es necesario discernir "lo que agrada al
Señor" con una significación claramente religiosa, de modo que es la capacidad de
discernir lo que especifica al hombre cristiano, una nota característica de su
identidad. Estas situaciones diversas hacen referencia al camino de Jesús y a la
fidelidad del cristiano a este camino, mostrando que quien lo transita debe estar
atento a descubrir su novedad, lo que Dios quiere en cada momento. La razón
profunda de esta necesidad de discernir es que Dios no impone sus planes. Los
sugiere, invita a las personas a ser colaboradoras en su proyecto salvífico. El
discernimiento es así exigido por este juego de libertad y respeto.
2. EL OBJETO DEL DISCERNIMIENTO
Los textos del Nuevo Testamento presentan una anchura de planteamientos que se
convierte en la mayor exigencia para el creyente: todo queda abierto hacia la
perfección, la bondad, lo que agrada al Señor. Consiste en una saber práctico,
ordenado a la conducta; se refiere más a la ortopraxis que a la ortodoxia. Este
saber práctico nace de la misma fe: no se trata de ver si las obras son mejores o
peores desde un sistema racional de moral, sino de ver que correspondan a la vida
de la fe. Se trata entonces de concretar el principio del amor al prójimo en las
diversas circunstancias por las cuales pasa la comunidad, para distinguir el bien en
cuanto es lo mejor, la plenitud del mandato del Señor en cada momento. En el
fondo se busca la ortopatía, es decir, sintonizar con los sentimientos de Cristo y
actuar consecuentemente.
3. EL SUJETO DEL DISCERNIMIENTO Y SUS CONDICIONES
Es siempre el hombre y la mujer creyentes. A su juicio personal se remite su
conducta, un juicio que se supone cristiano y que se da en un contexto comunitarioeclesial. El discernimiento es hecho por todos y cada uno, por cada uno en el
ámbito de la comunidad. Hay una estrecha relación entre la oración y el acto de
discernir, de modo que la presencia de Dios garantiza la autenticidad del
discernimiento. Es hecho en el Espíritu Santo. Hay que insistir en que el sujeto debe
ser creyente. Las condiciones para discernir no son otras que ser propiamente
creyentes, ser adultos en la fe.
4. LA CLAVE DEL DISCERNIMIENTO
Los criterios para discernir son siempre específicamente cristianos: juzgar según la
sabiduría de Dios y no según los criterios del mundo; dejarse renovar la mente (es
decir, la persona completa) por el Espíritu Santo; llevar a sus últimas consecuencias
el principio del amor fraterno. La clave fundamental para este discernimiento parece
ser el sentido comunitario-eclesial, lo que construye-edifica a la comunidad, que
puede estar incluso sobre la ley moral o sobre o sobre los derechos y obligaciones
de cada uno: "Todo es lícito, mas no todo edifica; que nadie procure su propio
interés sino el de los demás" (1 Cor 10,23s). De esta manera se puede decir que
juzgar según el Espíritu de Dios significa deponer el propio juicio para elegir según
este instinto comunitario-fraternal lo que conviene a la comunidad en sus
circunstancias históricas concretas. Así el amor fraterno se configura como la
facultad del discernimiento.
5. LAS SEÑALES DEL DISCERNIMIENTO
En los textos hay una relación directa entre el discernimiento y los frutos del Espíritu.
En ellos se conoce la autenticidad cristiana. Se postula un realismo radical: ante
Dios la persona es lo que hace, su conducta objetiva. Por tanto no se puede tomar
en consideración primeramente la interioridad, la piedad, las buenas intenciones, la
devoción, sino la conducta. La interioridad, la consolación y la desolación valen
como criterio, pero es insuficiente. Los frutos del Espíritu (amor, alegría, paz,
tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez y dominio de sí) se pueden
reducir al solo fruto del amor al prójimo, es decir, a la imitación del Padre del cielo.
Una vida interior rectamente vivida ha de llevar consecuentemente a conductas
cristianas objetivas, y en esto se muestra la autenticidad de dicha vida interior.
6. EL DISCERNIMIENTO EN LA ORACIÓN
Constantemente se afirma la relación entre oración y discernimiento. Pero apenas se
nos ofrecen estilos y modelos de oración de discernimiento. Nos atrevemos a hacer
algunas sugerencias de fundamentación de este tema tan importante en los
procesos vocacionales.
1. El concepto de vocación personal como inserción en el proyecto de Dios de
"recapitular todas las cosas en Cristo", mediante la edificación de la iglesia. No
es posible entender ni empeñarse en ese proyecto sino en y desde la oración.
2. El ejemplo-modelo de Jesús:
a. La conciencia de estar inmerso en un proyecto que le "supera" (hacer la
voluntad del Padre: Jn 4,34; 5,30...) y que choca con sus tendenciasdeseos-necesidades espontáneas (cf. las tentaciones: Lc 4,1-13; 22,39-46;
Mt 16,23).
b. Su praxis de oración de discernimiento en los momentos cruciales de sus
grandes decisiones vocacionales, de la elección de sus continuadores (Lc
3,21; 9,8; 6,12; 9,18).
3. Desde la libertad de la persona, configuradora de la vocación, al no ser ésta
un destino marcado. Sólo se es libre en y por el Espíritu. Sólo en la oración nos
imbuimos en la libertad del Espíritu.
7. ELEMENTOS DE UNA ORACIÓN DE DISCERNIMIENTO
1. Meditación evangélica asidua, programada, comprensiva, receptiva: educar
a la escucha de la Palabra, al "sí" al Dios que me habla en aquello que me
comunica.
2. Analizar, asumir la propia realidad del sujeto (cualidades, necesidades,
carencias, valores...): educar a la escucha de la verdad de sí mismo, a la
aceptación de sí, al relativismo, y, desde ahí, a la oblatividad.
3. Informarse-conocer la realidad (necesidades, situaciones, problemas de la
humanidad): educar a la escucha de los gritos de los hombres, a la lectura de la
manifestación de Dios en ellos, Y educar para el "afecto" (dejarse afectar por
esas realidades, sensibilidad y sintonía ante ellas).
4. Analizar el objeto del discernimiento (los valores de la respectiva vocación):
educar a la confrontación personal con esos valores, a la internalización de los
mismos.
5. Conocer y asumir la vida, doctrina, tradición de la Iglesia con respecto a esa
vocación: educar a la conciencia eclesial de la vocación tanto en el surgir como
en el discernir la vocación.
8. DINÁMICA DEL DISCERNIMIENTO EN LA ORACIÓN
1. Como preludio del discernimiento es útil tomar nota de lo que se nos viene
en la mente en relación con la materia de la decisión: lo que se nos presenta
espontáneamente en pro o en contra de ella nada más disponernos a
afrontarla. Es una etapa preliminar.
2. Tomando más tarde lo que hayamos escrito, tratar de captar lo que hay
detrás de cada razón, su motivación real. Nos daremos cuenta de que sólo una
rectitud total, en la presencia del Señor, nos permite descubrir poco a poco el
subsuelo profundo de nuestro querer y de nuestro actuar.
3 Este ejercicio se traducirá en estados de ánimo diversos y hasta inexplicables.
Experimentamos paz y turbación, gozo y tristeza, disponibilidad y rebeldía.
Podemos no sentir nada o casi sucumbir por el peso de la repugnancia y del
temor, o quizá pillarnos de improviso en un inesperado entusiasmo y animación.
Todas son señales del Señor que se manifiestan a través de la realidad inestable
y limitada de lo que somos.
4. Es muy importante tener en cuenta a la hora de tomar una opción
determinada que puede no estar totalmente clara. Esta impronta de "misterio" es
paradigmática en la casi totalidad de las opciones que nos colocan
explícitamente en la línea del servicio a Dios y a su pueblo. En el discernimiento
es importante permanecer abiertos al postulado de la fe. La decisión, que será
nuestra respuesta a Dios, deberá constituirse no tanto en la afirmación de
nuestra personal clarividencia y control, cuanto en la expresión de seguridad, en
la fe, de que la iniciativa es de Dios y sólo suya.
5. Lo nuestro es lanzarnos, con la certeza de quien confía, en la segura
incerteza de quien espera, vinculadas ambas al don del amor que nos atrae,
nos impulsa y nos sostiene. Las grandes llamadas del Señor desbaratan casi
siempre nuestros planes y proyectos. Él nos lanza a lo desconocido, donde
cuentan poco nuestras posibilidades y pesa mucho la certeza de que sólo Dios
es el Señor de nuestra vida.
9. LOS CRITERIOS OBJETIVOS PARA EL DISCERNIMIENTO
Como la llamada o vocación en sí misma es algo que se percibe en el interior y no
es objetivamente observable, se ve necesario determinar de una forma más
clarificadora aquellos criterios objetivos que permitan a los formadores y al propio
sujeto discernir cuándo, a través de actitudes-aptitudes externas, se manifiesta o no
esa vocación.
1. LA RECTA INTENCIÓN (criterio subjetivo): "voluntad firme y pronta para
aceptar consagrarse para siempre al Señor" (Pablo VI, Summi Dei Verbum).
Nosotros hablaremos, desde un lenguaje psicológico, de las "motivaciones",
es decir, del conjunto de consideraciones y fuerzas psíquicas que contribuyen
a formar una intención, y, por ella, a tomar una decisión o hacer una
elección. Se dice que la intención es "recta" cuando el sujeto expresa con
autenticidad aquel motivo o aquellos motivos que le impulsan a obrar en un
sentido positivo éticamente.
2. LA PLENA LIBERTAD (pre-requisito): el candidato, cuando se dispone a
realizar una opción debe gozar de la "debita libertas". Está prohibido de
ningún modo y por ninguna causa obligar a nadie, o por el contrario, si es
canónicamente idóneo, impedirle. Siendo la esencia del hombre el poder
autodeterminarse, es obvio que su conducta, a todos los niveles, no puede
ser fruto del simple azar. Al contrario, por esa misma libertad el hombrecreyente puede tomar decisiones y alcanzar su fin discerniendo cada día en
su vida cuál sea la voluntad de Dios para con él.
Toda decisión libre es responsable, es decir, viene atribuida a quien la tomó,
tanto la decisión misma como las consecuencias previsibles que puedan
derivarse, y de un modo personal, exclusivo e intransferible. Entre libertad y
responsabilidad existe una relación de correspondencia mutua: no puede
darse una sin la otra.
Como nadie puede querer y rechazar lo que ignora, sin el conocimiento
suficiente no es posible el verdadero ejercicio de la libertad responsable. De
aquí se deriva la preparación, no sólo a nivel académico sino también en lo
que se refiere a la vivencia cotidiana de la propia vocación y a los
compromisos de vida inherentes a su nuevo estado.
Añadir que el concepto de libertad no se puede separar del de autonomía.
En la Sagrada Escritura aparece en numerosas ocasiones el Dios liberador
del hombre y promotor de la libertad. La libertad en sentido cristiano significa
la desapropiación interior de todas las cosas, internas y externas a mí, para
abrirse al Espíritu, para comprender la obediencia del amor. A mayor
libertad interior, mayor posibilidad tiene el sujeto para abrirse plenamente a
la voluntad de Dios. Es la libertad de los hijos de Dios. El Dios que libera a su
pueblo es el único capaz de liberarme para amar.
Desde aquí se entiende el acto de obediencia como un acto de libertad: una
elección libre y responsable de la voluntad esclarecida por la razón y por la
fe. La obediencia perfecta supone, pues, la consciencia de un juicio sereno y
justo así como la elección deliberada y responsable.
3. LA IDONEIDAD (criterio objetivo): la recta intención, como manifestación
de una voluntad y de una decisión libremente tomada, no es suficiente para
diagnosticar si existe o no vocación. El punto clave y necesario es que, aquel
que se dice llamado, demuestre prácticamente la actuación de dicha
intención por medio del desarrollo de las cualidades necesarias. Este
conjunto de cualidades que se han de actuar es lo que denominamos con el
concepto genérico de "idoneidad".
Por él agrupamos los niveles físico, intelectual, espiritual, moral y pastoral del
sujeto en orden a que pueda desempeñar las exigencias objetivas de su
vocación-misión. En términos clásicos, el juicio de discernimiento sobre la
idoneidad tiene por objeto determinar - de modo fundado sobre razones
objetivas - si existe en el sujeto una naturaleza apta para la gracia.
10.
RESPONSABILIDAD
DE
LOS
SUPERIORES
Y
FORMADORES
La gracia de la vocación es concedida en y para la Iglesia. Compete por lo
tanto a la jerarquía discernir y comprobar la autenticidad de una llamada y
acompañar hasta la maduración. A la vez la Iglesia tiene el derecho y el deber
propio y exclusivo de educar a quienes van a formar parte de alguna Institución
en concreto.
Descargar