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COLEGIO DE SAN MIGUEL DE ESPEJO.
Llegué a último de noviembre de 1947.
El colegio estaba formado por dos
clases de párvulos una para niña y otra para
los niños que permanecían en el colegio hasta
las 7 de la tarde, dos clases de medianas y
una de mayores con tres secciones y tres
maestras. La clase era un gran salón y las
divisiones se hacía por los bancos, pero todos
mirando para una gran tarima alta donde
estaba el bufete de la primera maestra.
Se empezaba la jornada diaria con las
oraciones del ofrecimiento de obras que se
hacían en común y a una hora determinada la
primera maestra daba su explicación para
toda la clase y ya cada maestra las aplicaba a
su grupo según las edades. A pesar de estar
en la misma clase. No se hacía difícil, pues se trabajaba en un tono de voz, que no
nos molestábamos. Por la tarde la jornada era menos densa. Se daba catecismo,
historia sagrada, geografía y labores. Los sábados teníamos clase y se rezaba el
Santo Rosario, como en Villafranca, siempre una dirige y dos o tres de pie para
aprender.
Todo a viva voz y dirigido por “una” cada materia. En
la
geografía
se
levantaban varias alumnas y señalaban en el mapa las regiones, ríos, montañas,
cabos, etc.
Siempre que el tiempo lo permitía se iba de paseo los jueves por la tarde.
Era precioso y muy divertido, ver a cada uno/a con su merienda, sombrero,
pamelas... Se buscaban lugares con arboleda y fuentes naturales que había
muchas, el Borbollón, la Minguilla, el Cebadero etc. etc. El ser el jueves por la tarde
recreativa era por algo, pero sólo recuerdo por no hacer la semana inglesa.
En tiempo de Cuaresma, después del Santo Rosario, un recreo y otra vez a
clase para hacer el Vía Crucis. Este se hacía cantando, alternando las estaciones
rezadas y se hacía con gran devoción. A éste asistían todas las maestras ya que se
juntaban las clases, se abría la puerta de entrada del salón y se hacían desde sus
clases las que no cogían pues eran consecutivas. La novena del Niño Jesús de Praga
también se hacía con gran devoción y fervor.
Los domingos venían las niñas al colegio y juntas íbamos a las Misa de los
niños. Por Navidad se ponía el nacimiento viviente y se representaba por las tardesnoches muchos días. Se cobraba alguna cosita por la entrada, pero eso era una
cosa que se decía, pues en realidad, era gratis.
Varias de la Comunidad, nos desplazábamos al pueblecito cercano Santa Cruz
y sacábamos las carrozas con el nacimiento, los Reyes y alguna sorpresa. Todo un
en un ambiente muy alegre y con gran cariño. Éramos muy queridas y todas las
familias ayudaban para facilitar el trabajo y aportar lo que se necesitaba. Ofrecían
camiones, monte verde, cortinas y sobre todo sus hijos/as. Resultaba una noche
fantástica.
Las niñas que querían pertenecían a la Asociación de “Niñas Cruzadas de la
Eucaristía”. Se tenían reuniones todas las semanas y visitas al Santísimo. Con las
mayores se visitaban a personas necesitadas y se les llevaba alimentos, ropita,
medicinas y sobre todo un rato para escucharlas. Esto les gustaba mucho y las
niñas con ilusión, preparaban en la semana, los trajecitos de sus hermanos más
pequeños para reglarlos, otras veces nuevos, pero siempre presentables.
También se bautizaba a niños y se les compraba su equipo de ropa. Se
preparaban par la Primera Comunión y la hacían en el colegio. Ese día se les
preparaba el desayuno y gozaban mucho con sus mesas tan adornadas, dulces,
chocolate, linda manzana etc. No faltaban las fotos y un buen rato de convivencia
entre ellos.
Por las tardes después de la salida de clase algunas quedaban para clase
particular y clase de labores. A esta asistían muchas niñas mayores para hacer
mantelerías, sábanas etc. y en el pueblo tenían muy buen nombre.
Se tenía un grupo de internas del pueblo, hijas de emigrantes de Alemania,
Suiza y otros países de Europa. Eran del pueblo solo iban con la familia a visitarlas,
su casa era el colegio y estaban muy contentas.
Era una labor muy hermosa en el pueblo. Las que querían hacían el bachiller
en la Academia, pero sólo iban a las clases. Su casa siempre el colegio. La M. San
Miguel, M. Espíritu Santo, M. Juana...hablaban mucho con ellas y se reían bastante.
A M. Juana la buscaban para que les diera recortes y tostones, ya que ella era la
sacristana y hacía las formas. Era una vida muy familiar pero con respeto y orden.
Se les celebraba mucho el día de su santo. Se veían felices.
Francisca Peñas
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