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LA VIDA DE LUBNA
Me llamo Lubna tengo ocho años y vivo en un pueblo o más bien en un poblado.
Rashad que así se llama, está formado sobre todo por casas construidas con ramas de
árboles juntas, que sirve sobre todo para protegerse del frío y de la lluvia. Hay algunas
casas hechas de piedra, pro muy pocas. No hay carreteras asfaltadas, para ir de un lugar
a otro hay que meterse por la selva. No hay ningún tipo de servicios, el médico es un
chamán que se encarga de curarnos con hierbas y conjuros, en las casas no hay agua.
Espero que os guste mi pueblo, seguramente será diferente a lo que todos estéis
acostumbrados, pero para mí, es el mejor del mundo.
Bueno voy a empezar mi pequeño historia. Todos lo días me levanto cuando amanece
para ir al pozo a por agua, tardo dos horas en ir y dos horas en volver, pero vamos
muchas niñas juntas todas las del poblado por lo que vamos mucho más contentas,
algunas veces el camino es peligroso nos encontramos con serpientes y otros animales
así, pero les tiro piedras y terminan quitándose del camino asustadas. Todos los días
tengo que ir dos veces al pozo a coger agua para poder cocinar, limpiar los cacharros y
lavarnos. Además la llevo siempre en una vasija que pesa mucho y la mejor manera de
llevarla es en lo alto de la cabeza, una vez casi llegando a mí pueblo se me cayó porque
tropecé con una piedra y tuve que volver a hacer el camino de nuevo. Cuando llega la
noche estoy tan cansada que me como unas tortas, que hace mi madre todos los días,
que es lo que comemos normalmente, eso y lo que los hombres pueden cazar, y me
quedo durmiendo nada más caer en la cama.
No puedo ir al colegio, aunque también está un poco lejos, porque la mayor parte del día
la paso yendo del pozo al poblado y del poblado al pozo, alguna vez he ido y es muy
bonito, allí enseñan unas monjas que son misioneras. Las monjas también nos ayudan
en otras cosas, como poniéndonos vacunas y otros medicamentos para enfermedades
que nuestro chamán no puede curar por mucho que lo intente, a él no le hace mucha
gracia que ellas nos curen pero se tiene que aguantar.
Tampoco se puede cultivar nada en mi poblado por no haber agua, por lo que algunas
veces el poblado entero pasa hambre, pero aguantamos como podemos.
Hasta que un día las monjas nos trajeron unos obreros y unas máquinas, que me
imagino que constarían mucho dinero y cavaron, cavaron y cavaron hasta que
encontraron agua e hicieron un pozo, desde ese día mi vida ha cambiado ya no tengo
que ir al pozo a por agua, los hombres además de cazar animales para comer, también
cultivan la tierra. Y yo para que todos lo sepáis puedo ir al colegio y ya he aprendido a
leer, escribir, sumar, restar y muchas otras cosas.
Y todo gracias a que en mi poblado hay por fin un pozo con agua.
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