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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
SALA DE CASACIÓN LABORAL
DR. LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ
Magistrado Ponente
Radicación N° 30819
Acta N° 06
Bogotá D. C, diecinueve (19) de febrero de dos mil ocho (2008).
Resuelve la Corte el recurso de casación interpuesto por ambas partes
contra la sentencia proferida el 14 de junio de 2006, por la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, en el proceso seguido
por DAVID RODRIGUEZ contra la JUNTA CATOLICA DIOCESANA
ADMINISTRADORA DEL CEMENTERIO MUNICIPAL DE BARRANQUILLA,
hoy JUNTA ARQUIDIOCESANA PARA LA ADMINISTRACION DEL
CEMENTERIO CATOLICO CALANCALA.
I. ANTECEDENTES
El citado accionante demandó en proceso laboral a la JUNTA
CATOLICA
DIOCESANA
ADMINISTRADORA
DEL
CEMENTERIO
MUNICIPAL DE BARRANQUILLA, procurando se le declarara que entre las
partes existió un contrato de trabajo entre el 1° de febrero de 1979 al 5 de
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julio de 2003, el cual finalizó de manera unilateral, injusta e ilegal, y como
consecuencia de ello, se le condenara a reintegrarlo en las mismas
condiciones de empleo que antes gozaba, con el pago de los salarios dejados
de percibir y los aumentos legales.
Subsidiariamente pretende el reconocimiento y pago de la respectiva
indemnización por despido, el reajuste del auxilio de cesantía y sus intereses,
la prima de servicios y las vacaciones proporcionales, así como la
cancelación de la bonificación habitual del mes de mayo de 2002, la prima de
antigüedad y el excedente de la prima semestral. Igualmente aspira a la
devolución de la suma de $20.745.000,oo que fue descontada de la
liquidación definitiva del contrato de trabajo, a la indemnización moratoria del
artículo 65 del C.S. del T.,lo que resulte extra y ultrapetita, y a las costas.
Como fundamento de las anteriores pretensiones argumentó en
resumen
que
laboró
para
la
“JUNTA
CATÓLICA
DIOCESANA
ADMINISTRADORA DEL CEMENTERIO MUNICIPAL DE BARRANQUILLA
CALANCALA”, desde el 1° de febrero de 1979, en el cargo de administrador;
que se le concedió licencia remunerada por espacio de 60 días, prorrogable
sucesivamente mientras el Seguro Social le reconocía su derecho pensional,
entre el 8 de octubre de 2002 al 5 de julio de 2003; que en esa última fecha
se le comunicó la finalización de la licencia, por razón del otorgamiento de la
pensión de jubilación conforme la resolución del ISS No. 000728 del 26 de
febrero de 2003; que las causas de la terminación de la relación laboral no le
fueron informadas, como tampoco se le dio el preaviso de ley con una
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anticipación no menor de 15 días; que para la liquidación de las prestaciones
sociales se tomó como fecha de retiro el 1° de marzo de 2003, cuando lo
correcto era el 5 de julio de ese año; que partiendo de un sueldo básico
mensual devengado por la suma de $4.610.000,oo, el empleador tomó como
salario promedio el valor de $4.760.000,oo mensuales, omitiendo considerar
factores salariales tales como la bonificación habitual y las primas
extralegales o de antigüedad, siendo el real salario promedio mensual la
cantidad de $5.500.000,oo; que ilegalmente y sin autorización expresa se le
descontó de sus prestaciones la suma de $20.745.000,oo; que se le adeuda
la diferencia para completar el 100% de la prima extralegal pagadera en junio
de 2003, correspondiente a un mes sobre el salario básico según acta No. 37
del 25 de noviembre de 1985; que igualmente se convino con el acta No. 56
del 22 de noviembre de 1989 artículo 10, que a partir del 1° de enero de ese
año, se cancelaría a los trabajadores una prima de antigüedad, lo cual
tampoco se ha cumplido; y que al entrar en vigencia la Ley 50 de 1990, tenía
más de 10 años de servicio continuo, y como no manifestó su voluntad de
acogerse a ese nuevo régimen, estaba amparado por el ordinal 5° del artículo
8° del Decreto Ley 2351 de 1965, tornándose procedente el reintegro
impetrado al no existir razones de incompatibilidad.
II. RESPUESTA A LA DEMANDA
La convocada al proceso dio contestación al libelo demandatorio como
JUNTA
ARQUIDIOCESANA
PARA
LA
ADMINISTRACION
DEL
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CEMENTERIO CATOLICO CALANCALA, para lo cual allegó certificados de
existencia y representación legal expedidos por la arquidiócesis de
Barranquilla (folio 58, 59 y 75), y se opuso a la prosperidad de las peticiones
tanto principales como subsidiarias. En cuanto a los hechos, sólo aceptó la
relación laboral, el extremo inicial y el cargo desempeñado por el
demandante, negando los demás; y en escrito separado propuso como
excepción previa la de inepta demanda que se declaró no probada en la
primera audiencia de trámite (folio 87), y de fondo las que denominó cobro de
lo debido, prescripción, y cualquier otra que se pruebe en el proceso aún
cuando no tenga denominación.
Adujo en su defensa que la terminación del contrato de trabajo del
actor se encontraba previamente acordado entre las partes, que ocurriría a la
fecha de notificación de la resolución emanada del Instituto de Seguros
Sociales que le reconociera la pensión de jubilación, que ello explica el
porque desde el mes de octubre de 2002 éste disfrutó de licencias
remuneradas que concluyeron el 1° de marzo de 2003 con el otorgamiento de
tal prestación pensional, y por ende la finalización del vínculo debe
entenderse de mutuo consentimiento, no siendo necesario dar preaviso
alguno; que el trabajador manifestó que una vez comenzara a recibir la
pensión por parte del ISS, reembolsaría al cementerio lo cobrado por licencias
remuneradas a partir de la fecha en que se le concediera ese derecho, y en
estas condiciones los dineros pagados de más por licencias durante el tiempo
que no prestó servicios debían ser devueltos al empleador; que no procede el
reintegro porque “el reconocimiento de la pensión de jubilación legitima la
terminación del contrato de trabajo tal como lo ha señalado la ley y la
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jurisprudencia, y no puede entenderse jamás que sea por causa injustificada”, ni
tienen cabida las peticiones subsidiarias dado que la finalización del vínculo
se produjo por una verdadera justa causa “al cumplirse la condición establecida
en las solicitudes de licencia remuneratoria por parte del trabajador y aceptarlas así
la Administración”, al demandante le fue cancelado lo que le correspondía por
liquidación definitiva de prestaciones sociales, y las prebendas extralegales
solicitadas perdieron vigencia resultando su cobro ilegal, sumado a que por el
conflicto suscitado con el trabajador ante su reclamación, se le consignó
judicialmente a órdenes de un Juzgado Laboral la suma de “$14.636.700,oo”,
dejando el empleador que sea la justicia ordinaria la que decida a quien le
corresponde ese dinero.
III. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Séptimo Laboral del Circuito de Barranquilla, puso fin a la
primera instancia mediante sentencia calendada 22 de noviembre de 2005, en
la que condenó a la entidad demandada al pago de la suma de
$24.815.476,66 discriminada así: $1.693.522,22 por reajuste de cesantía,
$765.254,44 por reajuste de intereses, $1.611.700,oo por reajuste de primas,
y $20.745.000,oo por devolución de salarios, así como al valor diario de
$158.666,60 por concepto de salarios moratorios a partir del 6 de julio de
2003 y hasta que se cancele lo adeudado por salarios y prestaciones
sociales, más las costas judiciales, absolviéndola de las demás súplicas
demandadas.
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IV. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA
Al desatar el recurso de apelación interpuesto por ambas partes, el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, con sentencia del 14 de
junio de 2006 condenó a la entidad demandada a cancelarle al actor la suma
de $2.305.000,oo por concepto de “la omisión del preaviso de 15 días para la
terminación del contrato de trabajo con justa causa”; modificó el numeral primero
de la sentencia apelada en el sentido de absolver a la accionada de la
devolución de salarios en cuantía de $20.745.000,oo, al igual que a pagar las
diferencias resultantes por reajuste de prestaciones sociales en las siguientes
cantidades: $1.189.967,oo por cesantía, $45.513,86 por intereses a la
cesantía, y $1.215.033,oo por primas de servicio; confirmó en lo demás el
fallo apelado, y se abstuvo de condenar en costas en la alzada.
El ad quem encontró probado el hecho del despido del demandante
con la carta calendada 5 de julio de 2003 y en lo expresado en la liquidación
definitiva del contrato de trabajo, y lo enmarcó dentro de la causal establecida
en el artículo 62 del C. S. del T. ordinal 14, subrogado por el Decreto 2351 de
1965, y al obedecer al reconocimiento de la pensión por vejez por parte del
Instituto de Seguros Sociales, estimó que la finalización de la relación laboral
fue con justa causa, empero por no haberse dado el preaviso al trabajador
con 15 días de anticipación, apoyado en un pronunciamiento jurisprudencial,
profirió condena por una indemnización a título de perjuicio equivalente a los
salarios de esos 15 días; en lo relacionado al salario devengado ratificó que el
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mismo corresponde al que figura en la liquidación de prestaciones sociales
que se practicó; referente a la deducción por $20.745.000,oo que aparece en
la liquidación final que arrojó un saldo en rojo de $5.047.300,oo en contra del
trabajador, al consignarse judicialmente por parte del empleador el total de lo
liquidado por prestaciones en cuantía de “$15.697.700”, concluyó que deberá
absolverse de esta petición; frente a las licencias remuneradas sostuvo que
ciertamente fenecieron en el momento en que se hizo efectiva la pensión de
jubilación a favor del actor; que al no existir prueba de la notificación al
afiliado de la resolución de reconocimiento, se tiene como tal la indicada en la
resolución No. 000728 de 2003 como fecha de pago de las mesadas
pensionales “30 de mayo de 2003”, y por tanto el descuento del tiempo no
trabajado sin permiso o licencia que lo autorizara para ello, sólo será del
corrido entre el 1° de junio al 5 de julio de 2003, esto es, 35 días, que al
resultar dichos montos inferiores a los dispuestos por el Juez a quo se
modificará en este sentido la decisión de primer grado; y en lo que atañe a la
indemnización moratoria, consideró que al no haber desvirtuado la accionada
la presunción de mala fe, con razones o motivos valederos, y quedar
adeudando prestaciones sociales al no computar todo el tiempo de las
licencias remuneradas concedidas, debía mantenerse su imposición.
El Tribunal en lo que interesa a los recursos interpuestos, textualmente
dijo:
“(….) En el presente asunto, los aspectos a dilucidar consisten en determinar
si en efecto el actor fue despedido injustamente por la demandada, si
devengaba el salario aducido en su demanda, si hay lugar a la reliquidación
de prestaciones sociales, si efectivamente la demandada realizó deducciones
del salario del actor sin autorización del mismo por la suma de $20.745.000 y
si la decisión del primera instancia de condenar a la demandada al pago de
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los salarios moratorios es acorde a derecho.
En cuanto al despido, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala
de Casación Laboral y los Tribunales Superiores reiteradamente han
considerado que al trabajador le basta con demostrar el hecho del despido, y
que al patrono corresponde probar su justificación.
El trabajador debe demostrar que el empleador no cumplió con su obligación
de respetar la relación laboral, y éste último para exonerarse de la
indemnización proveniente de la rescisión del contrato, debe comprobar que
dejó de cumplir su obligación por haberse producido alguna de las causales
señaladas en la ley (C.S. de J., Sent. Oct.11/73).
El tema a analizar es si existió justa causa o no para el despido del actor, para
lo cual es preciso tener en cuenta las pruebas aportadas durante toda la
actuación procesal.
Constituye un hecho probado el despido del actor, ya que en el expediente
obra la carta calendada 5 de julio de 2003 (fI.14), suscrita por el Administrador
del Cementerio Católico Calancalala en la que se le manifiesta al actor que:
<hemos recibido la copia de la resolución N° 000728 de 2003 de fecha 26 de febrero
de 2003, mediante la cual el Instituto de Seguros Sociales - Seccional Atlántico le
reconoce la pensión de jubilación a la que tiene derecho, por cumplir con los
requisitos exigidos del artículo 36 de la ley 100 de 1993, a partir del 1° de marzo de
2003 por valor de $1.290.191, por tal motivo, no existe razón jurídica suficiente para
continuar con la licencia remunerada que nos había solicitado. Es de justicia
solicitarle a usted que se sirva a rembolsar a nuestra institución todos los dineros
girados a su favor correspondientes a las mesadas de marzo, abril, mayo y junio de
2003, y la prima de junio de 2003, porque de acuerdo a la resolución estos dineros
son asumidos por el Instituto de Seguros Sociales-Seccional Atlántico>, igual
causal se registra en la liquidación del contrato de trabajo visible a folio 13.
La anterior causal invocada por el empleador aparece establecida en el
artículo 62 del C.S.T., subrogado por el Decreto 2351/65 en los siguientes
términos:
<Artículo 62. Son justas causas para dar por terminado unilateralmente el contrato
de trabajo:
a) Por parte del patrono
………
14. El reconocimiento al trabajador de la pensión de jubilación o invalidez estando al
servicio de la empresa….>.
Así mismo, hace parte de las pruebas documentales, la Resolución No
000728 de 2003, expedida por el Seguro Social, con fecha del 26 de febrero
de 2003 (fI.15) a través de la cual se le reconoce la pensión por vejez al señor
David Rodríguez a partir del 1° de marzo de 2003 por la cuantía inicial de
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$1.290.191 y con sello de pagado <30 de mayo de 2003>.
Valorando conjuntamente las pruebas oportunamente allegadas al proceso,
concluye la Sala, que existe plena concordancia entre ellas, y ponen de
manifiesto la causal que llevó a la demandada para dar por terminada la
relación laboral. Si bien la demandada al momento de comunicar la
terminación del contrato no efectuó el preaviso al trabajador con una
anticipación no menor de quince días, tal omisión no puede tenerse como un
despido injusto en el evento de que tal hecho está contemplado en la ley
como justa causa para dar por terminado el contrato de trabajo”.
Citó lo expresado por la Corte en sentencia del 16 de mayo de 2001,
sin señalar radicado alguno, sobre la diferencia entre el despido injusto y el
despido ilegal para estos eventos, y continuó diciendo:
“(….) Por tal motivo, le asiste en principio razón al A quo al estimar que no se
configuró un despido injusto. Sin embargo, no reparó que la indemnización
reclamada por el actor resultaba procedente al no ceñirse el empleador a la
ritualidad prevista en la ley para este caso, esto es, darle el preaviso al
trabajador con 15 días de anticipación, norma de orden público de obligatorio
cumplimiento, razón por la cual resulta fundado el reparo efectuado por el
demandante en su impugnación y que da lugar a imponer condena por este
concepto, para lo cual se tendrá en cuenta el salario reportado en la
liquidación de sus prestaciones sociales (fl.13).
Al realizar las operaciones aritméticas pertinentes, por los 15 días indicados
en la norma invocada para dar por terminado el contrato, nos resulta la suma
de $2.305.000.
Con respecto al argumento del demandante en su recurso de apelación
consistente en que su salario ascendía a la suma de $5.500.000, advierte la
Sala que si bien en el expediente milita a folio 95 un comprobante por
concepto de pago de vacaciones por el período del 1° de febrero de 2001 al
1° de febrero 2002, donde se indica que el sueldo tenido en cuenta para
liquidarlas fue esa suma, la misma no acredita que esa haya sido la suma
devengada por el actor durante el último año de servicio <que corrió desde el 7
de julio de 2002 al 7 de julio de 2003>.
Tampoco sirven de soporte probatorio los documentos visibles a folios 93 y
94, al no estar firmados por la parte demandada, ni fueron reconocidos
expresamente por ella, además que corresponden al año 2001.
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Luego, al no militar las nóminas de pago correspondientes al último año de
servicio, el A-quo no incurrió en ningún error al tomar el salario que aparece
en la liquidación de prestaciones del actor para realizar la respectiva
reliquidación, razón por la cual esta Sala confirmará la sentencia apelada en
este aspecto.
En lo atinente a los reparos efectuados en el recurso por la demandada, se
entra a analizar si en efecto el empleador le dedujo al trabajador de su
liquidación la suma de $20.745.000 como lo concluyó el A quo para imponer
condena. Por lo tanto se hace necesario ilustrar en el siguiente cuadro los
valores liquidados por la demandada, para una mayor comprensión de lo
debatido:
LIQUIDACIÓN
CESANTIA
DESDE
TOTAL
01-02-79
MENOS CESANTIAS PARCIALES
CESANTIA NETA
PRIMA
DESDE
DE
01-01-03
SERVICIO
INTERESES DE CESANTIAS
TOTAL LIQUIDACION
HASTA
28-02-03
HASTA
28-02-03
DEDUCCIONES
$114.636.700
$100.000.000
$ 14.636.700
$ 768.300
$
292.700
$ 15.667.700
OTROS
$20.745.000
TOTAL
DEDUCCIONES
TOTA
NETO
LIQUIDADO
$20.745.000
$(5.047.300)
También obra en el expediente la solicitud elevada por el empleador al
Juzgado Laboral del Circuito en turno para consignar las prestaciones
sociales del actor (fl.74), como el recibo de consignación a órdenes del
Juzgado Quinto Laboral efectuado por el Cementerio Calancala a favor del
señor David Rodríguez, por la suma de $15.697.700 por concepto de
prestaciones, el cual tiene impreso sello y rúbrica del demandante en señal de
haber recibido su importe el 13 de agosto de 2003 (fl.73), documento que no
fue desconocido ni tachado de falso por el actor.
Confrontadas las anteriores pruebas se evidencia que el empleador no
obstante que dentro del cuadro de deducciones incluyó la suma de
$20.745.000, que correspondía a los sueldos de los meses de marzo a junio y
primas de junio de 2003 (fl.13 reverso), consignó a favor del trabajador el total
del valor liquidado por prestaciones sociales, pues de haber efectuado
materialmente la deducción aludida resultaría un saldo negativo a cargo del
trabajador de $5.047.300,o,o como se observa en la liquidación de
prestaciones sociales, lo que visualiza el error en que incurrió el A-quo al
imponer condena por una suma que en realidad no le fue descontada al actor,
lo que amerita la revocatoria del literal E) del numeral 1°) de la sentencia
apelada, para en su lugar absolver de este concepto.
En lo que respecta a la reliquidación de prestaciones sociales (fl.13),
encuentra la Sala que si bien esta resultó deficitaria al no tomarse en cuenta
todo el tiempo en que estuvo vigente el contrato de trabajo y que se extendió
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desde el 1 de febrero de 1979 hasta el 5 de julio de 2003, en que se dio por
terminado el contrato de trabajo, no se puede desconocer que milita en el
plenario las cartas del trabajador dirigidas al Administrador del Cementerio
Católico Calancala (fls. 20, 22, 24), en donde solicita licencias remuneradas
por espacio de 60 días, mientras se le daba respuesta por parte del Seguro
Social de su pensión de jubilación y, en donde decía, que si antes del
vencimiento del plazo el ISS le otorgaba su pensión, daría aviso inmediato a
la administración del Cementerio, quedando sin vigencia tales solicitudes. De
igual forma obran en el expediente los documentos mediante los cuales la
demandada responde las solicitudes del actor concediéndole las licencias
remuneradas solicitadas (fls. 18, 19, 21, 24), donde también se hace la
claridad que si dentro del lapso del tiempo de la licencias se hacía efectiva la
pensión quedaba entendido que las mismas se darían por terminadas.
Lo anterior visualiza que las licencias remuneradas concedidas al trabajador
fenecieron en el momento en que se hizo efectiva la pensión de jubilación
(fI.23), lo que pone de presente que a partir de dicha fecha el trabajador debía
continuar prestando sus servicios ó dar por terminado el contrato de trabajo.
Sin embargo, conforme consta en la Resolución No 000728 de 2003 del
Seguro Social, al demandante se le reconoció la pensión de jubilación sin que
obre constancia de su notificación al afiliado, por lo tanto ha de tenerse como
tal la indicada en el referido documento como fecha de pago de dichas
mesadas <30 de mayo de 2003>.
Luego, al no prestar sus servicios al demandado, sin permiso o licencia que lo
autorizara para ello, debía descontarse el tiempo no laborado, que corrió
desde el 1 de Junio al 5 de Julio de 2.003, esto es 35 días, lo que equivale a
un tiempo de labor de 24 años y 4 meses.
Efectuadas las operaciones de rigor, nos resultan las siguientes diferencias
insolutas:
Salario Básico
Factores salariales
Salario base liquidación
4.610.000,00
150.000,00
4.760.000,00
CESANTIAS
4.760.000 X
360
INTERESES DE CESANTIAS
PRIMAS DE SERVICIOS
TS
8.760 = 115.826.667
115.826.667 X 12 X 8.760 =
360 X 100
158.667 X 15 X 150 =
180
338.213,86
1.983.333
Menos lo que le fue reconocido y cancelado al actor por estos conceptos, nos
resultan las siguientes diferencias insolutas:
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Cesantías
Avance
Cesantías Netas
115.826.667
100.000.000 15.826.667,00
Intereses de cesantía
338.213,86
Primas de Servicios
1.983.333,00
Suma Reconocida
14.636.700,00
Diferencia Insoluta
1.189.967,00
292.700,00
45.513,86
768.300,00
1.215.033,00
Sumas que resultan inferiores a las impuestas por el A-quo, razón por la cual
se modificaran los montos de las condenas impuestas en el numeral primero
de la sentencia apelada.
Respecto a la indemnización moratoria, encuentra la Sala que el argumento
plasmado por el A quo, en el sentido de condenar al pago de los salarios
moratorios a la demandada, tiene fundamento legal como pasa a analizarse”.
Reprodujo textualmente el artículo 65 del C. S. del T. y prosiguió:
“(….) Del texto normativo trascrito, se ha dicho que consagra una excepción al
principio consagrado con carácter general en el artículo 769 del C.C., de que
la buena fe se presume, salvo cuando la misma ley establece la presunción
contraria, pues bien el artículo en comento establece la presunción de mala fe
del patrono que no satisface las obligaciones que tiene con el trabajador por
salarios y prestaciones cuando el contrato expira, pero esta presunción por
ser legal admite prueba en contrario. (CSJ, Cas. Laboral, Sent. Feb. 24/70).
Ahora bien, se entiende que para que el patrono pueda desvirtuar tal
presunción, este deberá allegar al proceso las razones y motivos de los
cuales se pueda deducir con plena certeza que obró de buena fe.
De lo anterior se desprende que aunque el fallador deba valorar en cada caso
concreto la conducta asumida por el empleador al no cancelar los salarios y
prestaciones adeudados a la terminación de la relación laboral, se presume la
mala fe, pues para exonerarse de la sanción moratoria deberá probar los
motivos serios y atendibles de su actuar. (CSJ, Cas. Lab. Sent. mayo 30/94,
Rad.6666).
En el caso sub examine, es un hecho comprobado que el empleador no
canceló la totalidad de las prestaciones sociales debidas al actor, ya que en
su liquidación dejó de computarle el tiempo por licencias remuneradas
concedidas por el empleador, razón por la cual esta Sala no difiere de la
condena impuesta en primera instancia.
Por todo lo antes expuesto, la Sala condenará a la demandada al pago de
$2.305.000 por concepto del no preaviso de la terminación del contrato de
trabajo, modificará los montos de las condenas impuestas en el numeral
primero de la sentencia apelada y la confirmará en lo demás”.
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V. RECURSOS DE CASACIÓN
Inconformes las partes, interpusieron a través de sus apoderados los
respectivos recursos de casación, que fueron concedidos por el Tribunal y
admitidos por la Corte, los cuales se estudiaran a continuación.
VI. RECURSO DE LA PARTE DEMANDANTE
Conforme se lee en el alcance de la impugnación, el actor con el
recurso extraordinario pretende que “la H. Corte CASE PARCIALMENTE la
sentencia dictada por el ad quem, para que en sede de instancia, REVOQUE la de
primer grado en cuanto absolvió de la indemnización por despido
injustificado (por no haber avisado con 15 días de anticipación), para que una
vez constituida en sede de instancia, acceda a tal pedimento; la CONFIRME en lo
demás, y en cuanto a las costas, decida lo pertinente” (resalta la Sala).
Para tal fin invocó la causal primera de casación laboral contemplada
en el artículo 60 del Decreto 528 de 1964, que modificó el artículo 87 del
Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social y el 7° de la Ley 16 de
1969, y formuló dos cargos que merecieron réplica los cuales aunque están
orientados por distinta vía se estudiarán conjuntamente, por permitirlo así el
artículo 51 del Decreto 2651 de 1991 que fue adoptado como legislación
permanente por el artículo 162 de la Ley 446 de 1998.
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VII. PRIMER CARGO
Acusó la sentencia impugnada de violar por la vía indirecta y en la
modalidad de aplicación indebida del “numeral 14 del artículo 62 del C.S.T.,
modificado por el artículo 7° del decreto 2351 de 1965, en relación con los artículos
249 y 306 del C.S.T., 1° de la Ley 52 de 1975, 1° del D.R. 116 de 1976; 65 del
C.S.T., 177 del C.P.C. y 145 del C.P.L. y S.S.”.
Indicó que la violación se produjo como consecuencia de que el Juez
Colegiado incurrió en los siguientes yerros fácticos:
“1.- No dar por demostrado, estándolo, que el vínculo laboral que ató al señor
DAVID RODRIGUEZ con la JUNTA CATOLICA DIOCESANA administradora
del CEMENTERIO MUNICIPAL DE BARRANQUILLA, finalizó el 5 de julio de
2003.
2.- Dar por demostrado, sin estarlo, que el contrato de trabajo, finalizó el 30 de
mayo de 2003”.
Expresó que dichos errores se cometieron a causa de que el Juzgador
de alzada, apreció erróneamente las siguientes pruebas:
“1.- Carta con la que la empresa, da por terminado al actor el vínculo
contractual (fl. 14 C. No. 1).
2.- Cartas mediante las cuales se solicitan y conceden al actor, licencias
remuneradas (fls. 18 a 24 ibídem).
3.- Resolución No. 728 de 2003 emanada del I.S.S. (fl. 15 y 16 ibídem).
4.- Documental que obra a folio 74 ibídem.
5.- Liquidación del contrato de trabajo que obra a folio 13 ibídem”.
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Para la demostración del cargo, comenzó por copiar algunos apartes
de lo sostenido por el Tribunal, y luego aseguró que el Tribunal erró al
establecer como fecha de retiro el 30 de mayo de 2003, cuando una correcta
valoración de las pruebas muestra es que la relación laboral finalizó el 5 de
julio de 2003, y frente a cada una de los medios de convicción sostuvo:
“(…) 1.- A folio 14 y con fecha 5 de julio de 2003, aparece la carta mediante la
cual se pone fin al contrato de trabajo, la que en el aparte pertinente dice:
<Barranquilla, julio 05 de 2003
"Señor.
"DAVID RODRIGUEZ
“Ciudad
"Apreciado Señor
"Sea esta la oportunidad para agradecerle todos los esfuerzos que usted realizó en el
Cementerio Católico Calancala, entregando su juventud y fuerza de trabajo para
lograr la mejor atención a los usuarios de nuestra institución.
"Quiero comunicar a Usted que hemos recibido la copia de la resolución No. 000728
de 2003 de fecha 26 de febrero de 2003, mediante la cual el Instituto de Seguros
Sociales - Seccional Atlántico- le reconoce la pensión de jubilación a la que tiene
derecho por cumplir con los requisitos exigidos en el artículo 36 de la ley 100 de 1993,
a partir del 01 de :Marzo de 2003, por valor de $1.290.191.oo moneda corriente, por
tal motivo, no existe razón jurídica suficiente para continuar con la licencia
remunerada que nos había solicitado. (Estas resaltas son mías).
"Es de Justicia solicitarle a Usted que se sirva rembolsar a Nuestra institución todos
los dineros girados a su favor correspondientes a las mesadas de :Marzo, Abril, Mayo,
y Junio de 2003, y la Prima de Junio/03, porque de acuerdo a la Resolución de estos
dineros son asumidos por el Instituto de Seguros Sociales -Seccional Atlántico.
"Pidiéndole a Dios todo poderoso y a la Virgen Santísima abundantes bendiciones
para Usted y su familia y deseando que disfrute de su merecida pensión se despide
atentamente.
"MANUEL DOMINGO ARTEAGA ARIAS
"Administrador -Cementerio Católico Calancala>
Una lectura detenida de la documental que precede, fácilmente lleva a concluir,
que fue el 5 de julio de 2003, cuando se puso fin al contrato de trabajo, nunca
el 30 de mayo de 2005, como lo infiere el Tribunal.
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2.- Lo anterior es tan cierto, que es la prueba que obra a folios 13 y que se
repite a folios 76 y 77 la que muestra que el contrato no finalizó el 30 de mayo
de 2003, sino que su fenecimiento tuvo ocurrencia el 5 de julio de ese año,
pues en la misma, nítidamente se puede observar, que la <fecha de liquidación>,
lo fue el 7 de julio de 2003, esto es, dos días después de haberse puesto fin al
mismo.
Pero si ello no bastara, al reverso de tal documental, aparece con meridiana
claridad que al señor RODRIGUEZ, se le pagó $20.745.000.oo, por concepto
de salarios que van de marzo a junio de 2003, más la prima de junio; o lo que
es igual, el contrató llegó hasta la fecha en que el Administrador del
Cementerio Católico Calancala, le dio por terminado el contrato de trabajo al
demandante y que no es otra diferente al 5 de julio de 2003.
3.- Ahora bien, es cierto que a folios 18 a 24 ibídem, militan varias
comunicaciones, a través de las cuales el actor solicita licencias remuneradas y
el empleador se las concede, y para el caso de la última fechada el 5 de mayo
de 2003, el hoy demandante le dijo a la demandada:
<De la manera más atenta me dirijo a usted para solicitarle me conceda una licencia
remunerada por el término de 60 días, contado a partir de la fecha (Mayo 5 2003
hasta el 4 de julio 2003); si dentro de este lapso, de tiempo se hace efectiva la
pensión de jubilación queda entendida que esta licencia se da por terminada>.
A la que el empleador el mismo 5 de mayo le respondió:
<En atención a su comunicación con fecha del de hoy, le comunico que se le concede
la licencia remunerada por espacio de 60 días, mientras el Seguro Social le concede
su pensión de jubilación, a partir del día de hoy Mayo 05 hasta el día 04 de julio de
2003, inclusive quedando sin vigencia esta licencia en el momento en que se haga
efectiva la pensión de jubilación por parte de I.S.S.>.
Teniendo en cuenta las dos comunicaciones que preceden, resulta oportuno
esclarecer, cuando se hizo efectiva la pensión reconocida al señor DAVID
RODRIGUEZ; para de ahí concluir cuando finalizó el contrato de trabajo:
A.- A folios 15 a 16 aparece la resolución No. 000728 de 2003 emanada del
I.S.S., y mediante la cual se le reconoce al actor dicha pensión, la que si bien
es cierto, tiene un sello de pagado, el 30 de mayo de 2003, eso no es indicativo
que fue esa la fecha en que se hizo <efectiva la pensión de jubilación>, pues para
concluir ello, debía demostrarse en el expediente, que el 30 de mayo de 2003,
es la fecha efectiva en que el actor comenzó a devengar la pensión; pero como
no lo está, la conclusión no podía ser otra diferente a que el contrato arribó
hasta el 5 de julio de 2003.
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B.- Pero si la anterior prueba, deja entrever alguna duda, es la documental que
obra a folio 74 la que aclara la misma, pues en ella la empleadora, claramente
dice que sólo hasta el 28 de junio de 2003 le fue notificado el hecho del
reconocimiento pensional, y no otra cosa se desprende del siguiente aparte:
<Pues bien el Instituto de los seguros sociales le reconoció la pensión de jubilación al
señor DAVID RODRIGUEZ a partir del 1° de marzo de 2003, decisión que nos fue
comunicada el 28 de junio del 2003> (Resalto. Fl. 74)”.
Lo anterior es tan cierto, que el 5 de julio de 2003 se le comunica la terminación
del contrato, y el 7 del mismo mes y año, se le efectúa la liquidación definitiva
del vínculo laboral; esto es, no hay la menor duda, que el mismo finalizó el 5 de
julio y no el 30 de mayo de 2003, como lo concluyó el Tribunal…”.
Finalmente remató la argumentación haciendo alusión a una mayor
reliquidación de prestaciones sociales y demás acreencias laborales que
aquella dispuesta por el Tribunal, y reiteró que el quebrando de la sentencia
recurrida procede “de conformidad con el alcance de la impugnación”.
VIII. SEGUNDO CARGO
Atacó la sentencia recurrida de violar la ley sustancial, por la vía
directa y en el concepto de interpretación errónea del artículo “7° del decreto
2351 de 1965, en lo referente al preaviso de los 15 días, 8° del decreto 2351 de
1965, que modificó el artículo 64 del C.S.T., en relación con los artículos 1, 18 y 19
del C.S.T.”.
En la sustentación del cargo, el censor presenta a la Corte la siguiente
argumentación:
“(….) No son materia de controversia, los siguientes hechos: a) Que el I.S.S.,
le reconoció la pensión de vejez al señor DAVID RODRIGUEZ y b) Que para
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la terminación del contrato del trabajador, la empresa omitió el aviso de los 15
días a que hace alusión el articulo 7° del decreto 2351 de 1965.
La inconformidad con la decisión recurrida, está en el entendimiento que se le
da al citado artículo 7° y 8° del decreto 2351 de 1965, en cuanto a los 15 días
de preaviso, pues el Tribunal llega a la conclusión que tal omisión lo que
genera es el pago de los salarios correspondientes a dichos días; en cambio,
para el ataque, lo que genera tal omisión, es un despido ilegal que trae como
consecuencia inevitable la indemnización por despido sin justa causa, y no
otra cosa se desprende del claro y expreso tenor literal de dicha norma, como
en seguida paso a explicar.
La interpretación de la normativa que se aduce como erradamente
interpretada, no ha sido pacífica para esa H Sala, y para no ahondar en
extensas citas jurisprudenciales, me limito a señalar que desde el 26 de mayo
de 1977 hasta el 15 de mayo de 2001, el entendimiento que se le daba a
dicha norma, es que el despido realizado con omisión del aviso de los 15 días
(causales 9 a 15) resultaba ilegal, lo que implicaba que la terminación se
tomaba en injusta, trayendo como consecuencia inmediata, la indemnización
prevista por el artículo 64 del C.S.T., que fue modificado por el artículo 8° del
decreto 2351 de 1965.
La hermenéutica que precede, muta con la sentencia fechada el 16 de mayo
de 2001, que por demás sirve de soporte al Tribunal, en la que luego de
expresar que para los efectos del artículo 7° debe diferenciarse el despido
injusto del ilegal, concluye lo siguiente:
<Por lo tanto, para los efectos del artículo 7° del decreto 2351 de 1965, se puede y
debe diferenciarse el despido injusto del ilegal, por lo que no resulta pertinente a la
luz de los artículos 1° y 18 del código sustantivo del trabajo, ni aún del 19 de ese
mismo estatuto, aplicar, para los fines indemnizatorios el artículo 64 de ese mismo
estatuto sustantivo. Esto porque esta última norma parte de la base como lo ha
dicho la jurisprudencia que la terminación del contrato sin justa causa produce un
perjuicio cierto al trabajador y tasa previamente el valor del mismo en lo que
corresponde al daño emergente, y es innegable que para lo uno y otro tiene en
consideración que no había justa causa para romper el contrato, por lo que el
empleador debe indemnizar el perjuicio que con su conducta ocasiona al trabajador
afectado.
"Es por lo anterior que la regulación del mencionado precepto no cabe aplicarla a
una situación diferente a la que ella prevé, como lo es la terminación unilateral del
contrato existiendo la justa causa, pero omitiendo el empleador dar el aviso de los 15
días que ordena el artículo 7° del decreto 2351 de 1965, pues en ese evento
acudiendo a la filosofía que contiene el artículo 64 del código sustantivo del trabajo,
el perjuicio que, en principio, por lucro cesante se le causa al trabajador sería el valor
del salario correspondiente a ese lapso, que es lo que éste deja de recibir antes de
finalizar el contrato si se hubiera dado el aludido aviso.
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"Al no ajustarse, entonces la proporcionalidad que el aludido artículo 64 tiene en
cuenta para tasar el perjuicio por terminación unilateral el contrato de trabajo sin
justa causa, no debe acudirse a ese precepto para regular la situación que se
presenta en este proceso.
"En consecuencia, lo hasta aquí comentado y los argumentos que se exponen en el
salvamento de voto que se trajo a colación sobre el punto materia de controversia,
impone rectificar el criterio jurisprudencial vigente respecto a la incidencia que tiene
de no dar el aviso previsto en el artículo 7° del decreto 2351 de 1965, en el sentido
que la consecuencia de ello es reconocer los perjuicios que se demuestren sean
fruto de tal omisión, los que en ningún caso podrán ser inferiores al valor de los 15
días de salario correspondiente al mínimo de anticipación con que se debe dar el
preaviso; criterio al cual se acudirá para la solución del recurso objeto de estudio>.
De la manera más respetuosa, considero que la hermenéutica vertida en la
decisión que precede, no se ajusta al tenor literal de la normatividad que se
considera violada, toda vez que como lo dice el Magistrado que disiente de la
posición mayoritaria <esos quince días, como parte del contrato, no pueden verse
simplemente como el pago de 15 días de salario, sino que adicionalmente conlleva
todas las consecuencias prestacionales e incluso su incidencia en otros derechos
que puedan provenir de una mayor antigüedad> ; o dicho en otros términos, no es
lo mismo que un contrato llegue al fin el 5 de julio de 2003, así exista justa:
causa como lo es el reconocimiento de la pensión, a que el mismo finalice el
20 de ese mismo mes y año, pues será mayor la liquidación de prestaciones
sociales, vacaciones y primas del que finaliza el 20, al que finaliza el 5 de julio
y es allí donde está la razón de ser del despido injusto, pues a pesar de darse
la causal justa, para el caso concreto la contemplada en el numeral 14 del
artículo 7° del decreto 2351, tal decisión no produce efecto alguno, si no se da
estricto cumplimiento a lo que clara y expresamente señala la norma, esto es,
dar aviso con 15 días de anticipación.
Es más, el legislador ha sido sumamente cuidadoso en tarifar las
indemnizaciones por terminación unilateral y sin justa causa, yen los casos
que ha querido se paguen los días de salario, así lo ha determinado, tal es el
caso de la situación contenido en el numeral 3° del artículo 64 del C.S.T.,
modificado por el artículo 8° del decreto 2351 de 1965 que al efecto dice:
<3°) En los contratos a término fijo, el valor de los salarios correspondientes al
tiempo que faltare para cumplir el plazo estipulado del contrato; o el del lapso
determinado por la duración de la obra o labor contratada caso en el cual la
indemnización no será inferior a quince (15) días>.
Pero nótese, que en aparte alguno del artículo 8° del decreto 2351 de 1965,
que modificó el artículo 64 del C.S.T., establece que en el evento de no dar
cumplimiento a lo previsto en el artículo 7° del mismo decreto, referente a los
15 días de preaviso, debe procederse de igual manera para resarcir el
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perjuicio al trabajador, y si no lo hizo, fue por la sencilla razón, de que
consideró que cuando no se cumple tal exigencia, la consecuencia, no es otra
diferente a la indemnización por despido sin justa causa.
Así las cosas, y como lo dice la providencia de 1977, y lo recava el
salvamento de voto a que venimos haciendo alusión, para que el empleador
se libre de la indemnización, debe ajustar su decisión no sólo a la existencia
de la justa causa, que para el caso concreto es el reconocimiento de la
pensión de vejez, sino que también debe dar estricto cumplimiento al preaviso
de los 15 días, pues si esto no sucede, no hay lugar a las analogías y el
despido se toma en injusto, tal y como se precisa en el siguiente aparte:
<Frente a las causales numeradas entre el 9 y el 15 del Aparte A del artículo 7° del
decreto 2351 de 1965, la ley exigió para la configuración de la justa causa, además
de la existencia del hecho descrito en cada uno de esos numerales, un aviso previo
de 15 días que la jurisprudencia definió como comunes. Es decir, par completar la
configuración de la justa causa, la ley le impuso al empleador la obligación de
anunciarla con 15 días de anticipación al momento mismo de la terminación del
contrato, medida que, entre otras razones puede atribuirse a que las situaciones en
ellos contempladas no tienen tanta gravedad como otras o a que no pueden
considerarse generadas en ningún elemento negativo atribuible al trabajador, lo cual
hace explicable la necesidad de atenuarle al despedido las adversas consecuencias
de la medida de terminación del contrato>.
Las anteriores consideraciones, me llevan hoya concluir que el Tribunal le dio
un entendimiento equivocado a la normatividad señalada en la proposición
jurídica, concretamente a los artículos 7° y 8° del decreto 2351 de 1965, lo
que sin lugar a dudas, llevará a la prosperidad del cargo y a que esa H Sala,
proceda de conformidad con el alcance de la impugnación”.
IX. REPLICA
A su turno, el opositor dijo en relación al primer cargo que no puede
prosperar porque el censor no le atribuyó a ninguno de los dos errores de
hecho propuestos el carácter de evidente, protuberante u ostensible, ni
explicó suficientemente en que consistieron las falencias probatorias del
Tribunal y su incidencia con lo decidido, además que los medios de
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convicción denunciados individualmente o en conjunto no demuestran los
yerros que se atribuyeron.
Y concerniente al segundo cargo adujo que también debía rechazarse,
puesto que el ad quem en ningún momento le dio un alcance o sentido que no
correspondiera al texto legal denunciado, en la medida que sobre el asunto a
tratar en esta acusación “dentro de una sana hermenéutica escogió una de las
tesis que en su función unificadora de la jurisprudencia nacional podía adoptar”.
X. SE CONSIDERA
Sea lo primero advertir, que la parte actora limitó el recurso
extraordinario a lo que atañe a la súplica de la indemnización por despido
injustificado, según lo expresado en el alcance de la impugnación que
corresponde al petitum de la demanda de casación.
En efecto, con meridiana claridad el censor solicita de la Corte se case
parcialmente la sentencia dictada por el ad quem, para que en sede de
instancia ”REVOQUE la de primer grado en cuanto absolvió de la
indemnización por despido injustificado (por no haber avisado con 15 días de
anticipación)” (resalta la Sala), y además pide que se “CONFIRME en lo demás”.
En estas condiciones, la censura al buscar la confirmación de las
determinaciones del fallador de alzada, excepto lo que tiene que ver con la
negativa a que se condene a la demandada al pago de la indemnización por
despido injusto reclamada, cuya aspiración es que se reconozca en los
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términos demandados, se tiene que los cargos deben estar acordes a esa
petición expresa a la cual se contrajo el recurso de casación.
Por consiguiente, ésta Corporación al desatar la acusación del
demandante estaría vedada para pronunciarse sobre un aspecto distinto a la
indemnización por despido, y por tanto resulta incongruente con el alcance de
la impugnación, el cuestionamiento que contiene el primer cargo planteado
sobre los extremos temporales de la relación y la posible reliquidación de
prestaciones sociales.
Así las costas, se desestima el primer ataque y la Sala a continuación
abordará el estudio del segundo cargo.
Como se desprende de su lectura, esta última acusación orientada por
la vía del puro derecho, pone a consideración de la Corte el tema relativo a la
incidencia que tiene el no dar por parte del empleador el aviso de los 15 días
que exige el artículo 7° del Decreto 2351 de 1965, para poner fin a un
contrato de trabajo por las justas causas contempladas en los ordinales 9 al
15 del literal a) de tal disposición.
La censura para tal efecto, estima equivocada la hermenéutica vertida
en la rectificación jurisprudencial que hizo la Corte en la decisión del 16 de
mayo de 2001 que corresponde al radicado 14777 y que acogió el Tribunal
para dirimir la presente litis, por cuanto en su sentir ese razonamiento no se
ajusta al tenor literal de la normatividad que considera violada, y propone que
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se vuelva a la antigua interpretación también jurisprudencial, consistente en
que dicha omisión del empleador trae como consecuencia que el despido sea
ilegal e injusto debiéndose pagar la indemnización tarifada que consagra el
artículo 64 del Código Sustantivo de Trabajo, modificado por el artículo 8° del
citado Decreto 2351 de 1965, y no una indemnización de perjuicios
equivalente a 15 días de salario como quedó establecido en el fallo
censurado.
El recurrente apoyado en el salvamento de voto a la sentencia del 16
de mayo de 2001 del magistrado que en su momento disintió de la posición
mayoritaria que adoptó el criterio jurisprudencial que ahora se pretende
reexaminar y modificar, argumentó en resumen que a pesar de darse la
causal justa, que para el asunto a juzgar lo es la contemplada en el numeral
14 literal a) del artículo 7° del Decreto 2351, que se traduce en el
reconocimiento al trabajador demandante de la pensión estando al servicio
del empleador convocado al proceso, esa decisión no produce efecto alguno
“si no se da estricto cumplimiento a lo que clara y expresamente señala la norma,
esto es, dar aviso con 15 días de anticipación”, donde esos 15 días no pueden
verse como simplemente el pago de 15 días de salario, en la medida que la
consecuencia prevista por la omisión de dicho preaviso “no es otra diferente a
la indemnización por despido sin justa causa”, y por ello “para que el empleador se
libre de la indemnización, debe ajustar su decisión no sólo a la existencia de la
justa causa, que para el caso concreto es el reconocimiento de la pensión de vejez,
sino que también debe dar estricto cumplimiento al preaviso de los 15 días, pues si
esto no sucede, no hay lugar a las analogías y el despido se torna en injusto”.
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Pues bien, no hay lugar a que esta Sala de la Corte retome la
interpretación o doctrina rectificada y entre a variar la posición jurisprudencial
que actualmente impera y que aparece plasmada en la sentencia del 16 de
mayo de 2001 radicado 14777, que arribó a la conclusión contraria a la tesis
que se venía sosteniendo de tiempo atrás, en lo que atañe a las
consecuencias de dejar de cumplir con la exigencia legal de anunciar la
causal invocada con 15 días de anticipación al instante mismo de la ruptura
del contrato de trabajo.
Ciertamente, en los términos en que en esta oportunidad el recurrente
propone la rectificación del aludido criterio jurisprudencial, es pertinente
recordar que son dos situaciones totalmente disímiles, una dar por terminado
el contrato de trabajo sin justa causa, y otra que configurada la causa legal el
empleador omita dar el aviso de los 15 días que ordena para ciertas causales
el artículo 7° del Decreto 2351 de 1965, donde en el primer evento el despido
se torna en injusto y en cambio en el segundo el rompimiento con existencia
de la justa causa sin efectuarse el preaviso se debe es calificar únicamente
como ilegal, lógicamente en ambos casos se indemniza pero bajo un
tratamiento legal distinto, con el efecto propio de la igualdad, proporcionalidad
y el equilibrio social que pregona la Carta Política.
Así las cosas, para la Sala la incidencia que tiene el no dar el aviso
previsto en el artículo 7° del Decreto de marras 2351 de 1965 para la
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finalización del vínculo laboral, no es otra que el reconocimiento de los
perjuicios que se demuestren por motivo de tal omisión, sin que en ningún
caso puedan ser inferiores al valor de los 15 días de salarios
correspondientes al mínimo de anticipación con que debe preavisarse al
asalariado.
Por lo anterior, resulta necesario y pertinente traer a colación y reiterar
los lineamientos doctrinales concernientes al tema, y que esta Corporación
dejó sentados en la sentencia rememorada del 16 de mayo de 2001
radicación 14777, oportunidad en la cual se puntualizó:
“(…) Ahora bien, lo antes transcrito y los demás fallos a los que también se
hizo alusión, permiten colegir que el criterio jurisprudencial que hasta ahora
se viene aplicando para las situaciones en las que el empleador omite dar
el aviso que exige el artículo 7º del Decreto 2351 de 1965, es que el
despido ilegal implica que este sea injusto, lo que a su vez da lugar a que
se reconozcan las indemnizaciones que por ello prevé el artículo 64 del
código sustantivo del trabajo.
Planteada la situación así, encuentra la Corte que, frente a casos como el
que ahora la ocupa, debe revisar la mencionada pauta jurisprudencial, y es
por ello que llega a la conclusión que tal solución no se ajusta al objeto que
según el artículo 1º del código sustantivo del trabajo tiene tal estatuto, como
es el de <lograr la justicia en las relaciones que surgen entre patronos y
trabajadores, dentro de un espíritu de coordinación económica y equilibrio social> .
Finalidad que al tenor, también, de su artículo 18 debe tenerse en cuenta
para interpretar sus normas.
Así se afirma porque estudiado el punto objeto de controversia con
referencia a las dos normas precitadas, concluye la Sala que los
argumentos expuestos en el salvamento de voto a la sentencia del 26 de
mayo de 1977, son los que en verdad más se ciñen a esos dos preceptos,
ya que debe partirse de la base que se está en presencia de dos
situaciones diferentes, las que, por tal circunstancia, merecen un
tratamiento legal distinto, pues no es lo mismo dar por terminado el contrato
de trabajo sin justa causa, que cuando configurándose ésta el empleador
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omite dar el aviso de los 15 días. Es tan válida esa distinción que en el fallo
antes citado, se califica previamente el despido que se realiza sin el
preaviso como ilegal, para seguidamente darle a éste la connotación de
injusto.
Por lo tanto, en sentir de la Corte, es lo ilegal en el rompimiento del
contrato, no la inexistencia de la justa causa, lo que debe ser indemnizado,
pues aunque el despido se califique de ilegal, ello no es suficiente para
desconocer que la justa causa aducida para tomar esa determinación
existió, pues la ocurrencia del hecho real que la estructura sigue vigente así
no se haya cumplido la manifestación posterior que exige la ley para que el
despido quede perfeccionado, como lo es el aviso de los 15 días.
Realidad distinta a lo anterior es la que se presenta cuando el juez califica
el rompimiento del contrato de injusto porque no hubo, no se demostró o no
se invocó en su debida oportunidad justa causa para romper el vínculo
laboral.
Por lo tanto, para los efectos del artículo 7º del decreto 2351 de 1965, se
puede y debe diferenciarse el despido injusto del ilegal, por lo que no
resulta pertinente a la luz de los artículos 1 y 18 del código sustantivo del
trabajo, ni aún del 19 de ese mismo estatuto, aplicar, para los fines
indemnizatorios, el artículo 64 de ese mismo estatuto sustantivo. Esto
porque esta última norma parte de la base, como lo ha dicho la
jurisprudencia, que la terminación del contrato sin justa causa produce un
perjuicio cierto al trabajador y tasa previamente el valor del mismo en lo que
corresponde al daño emergente, y es innegable que para lo uno y otro tiene
en consideración que no había justa causa para romper el contrato por lo
que el empleador debe indemnizar el perjuicio que con su conducta
ocasiona al trabajador afectado.
Es por lo anterior que la regulación del mencionado precepto no cabe
aplicarla a una situación diferente a la que ella prevé, como lo es la
terminación unilateral del contrato existiendo la justa causa pero omitiendo
el empleador dar el aviso de los 15 días que ordena el artículo 7º del
decreto 2351 de 1965, pues en ese evento acudiendo a la filosofía que
contiene el artículo 64 del código sustantivo del trabajo, el perjuicio que, en
principio, por lucro cesante se le causa al trabajador, sería el valor del
salario correspondiente a ese lapso, que es lo que éste deja de recibir
antes de finalizar el contrato si se hubiera dado el aludido aviso.
Al no ajustarse, entonces, a la proporcionalidad que el aludido artículo 64
tiene en cuenta para tasar el perjuicio por terminación unilateral del contrato
de trabajo sin justa causa, no debe acudirse a ese precepto para regular la
situación que se presenta en este proceso.
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En consecuencia, lo hasta aquí comentado y los argumentos que se
exponen en el salvamento de voto que se trajo a colación sobre el punto
materia de controversia, impone rectificar el criterio jurisprudencial vigente
respecto a la incidencia que tiene de no dar el aviso previsto en el artículo
7º del decreto 2351 de 1965, en el sentido que la consecuencia de ello es
reconocer los perjuicios que se demuestren sean fruto de tal omisión, los
que en ningún caso podrán ser inferiores al valor de los 15 días de salario
correspondientes al mínimo de anticipación con que se debe dar el
preaviso; criterio al cual se acudirá para la solución del recurso objeto de
estudio”.
En las anteriores circunstancias, de verdad que, no erró el fallador de
alzada al inferir soportado en la actual postura jurisprudencial de la Corte que
se mantiene, que la consecuencia legal de la omisión de dar el aviso con los
15 días de anticipación que refiere la norma precitada, es la indemnización
por perjuicios no menor a 15 días de salario.
Como corolario de todo lo expresado, las argumentaciones de la
censura no logran variar el criterio jurisprudencial adoctrinado al que se hizo
referencia, lo que conduce a concluir que el Tribunal según se explicó no
cometió los yerros jurídicos que le fueron endilgados, y por ende el cargo no
está llamado a prosperar.
XI. RECURSO DE LA PARTE DEMANDADA
Aspira la accionada que la Corte CASE PARCIALMENTE la sentencia
del Tribunal, y sede de instancia revoque los “numerales 1° y 4°” del fallo del
Juzgado, para en su lugar confirmar el “numeral 3°” de dicha decisión, y se
provea lo pertinente en cuanto a las costas.
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Se fundó en la causal primera de casación consagrada en el artículo 60
del Decreto 528 de 1964 que modificó los artículos 87 del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social y 7° de la Ley 16 de 1969, en concordancia
con el artículo 43 de la Ley 712 de 2001, y formuló un cargo que fue
replicado.
XII. CARGO UNICO
Acusó la sentencia recurrida por la vía directa en el concepto de
interpretación errónea, respecto de los artículos “65 del Código Sustantivo del
Trabajo, precepto modificado por el Art. 29 de la ley 789 del año 2.002, en relación
con los artículos 249, art. 10 de la ley 52 de 1.975 y Art. 306 del Código Sustantivo
del Trabajo, así como en relación el artículo 228 de la Constitución Política”.
Para la demostración del cargo, el recurrente argumentó lo siguiente:
“(…) Se observa prima facie que el Tribunal sin análisis de ninguna
naturaleza sobre la decisión misma que en relación con la suplica de la
demanda, por salarios, procede a "CONFIRMAR" dicha decisión del Juez a quo, que en forma automática y sin razonamiento previo al respecto, prohijó
totalmente la motivación sobre indemnización moratoria, que sin análisis
previo alguno dijo: <De acuerdo a lo anterior procede la solicitud de salarios
moratorios de conformidad a lo dispuesto en el artículo 65 del C.S.T., por lo que se
condenará a la demandada a pagar la suma de $158.666,60 pesos diarios desde el
día 6 de julio del 2.003 y hasta cuando se efectúe el pago de las prestaciones y
salarios debidos al demandante>. La afirmación del juez de primer grado
transcrita no se fundamentó en examen previo alguno de los hechos que
originaron esa condena de ahí que se diga que fue fulminada en forma
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automática, contrariando así abundante y reiterada jurisprudencia de la Corte
al respecto.
Ahora bien, el Tribunal a su turno aunque motivó un poco su
pronunciamiento sobre el punto, igualmente procedió en forma por demás
automática”.
Transcribió lo dicho por el Tribunal sobre la indemnización moratoria y
continuó diciendo:
“(…) Como lo ha sostenido la jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación
Laboral, <Interpretar erróneamente un precepto legal es, pues, en casación,
aplicarlo al caso litigiado por ser el pertinente, pero atribuyéndole un sentido o
alcance que no le corresponde>.
En el caso de autos aparece fehacientemente clara la errónea interpretación
del artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo.
De otra parte, sabido es que el quebranto de una norma sustancial en la
especie de interpretación errónea, excluye la falta de aplicación de la misma,
y excluye igualmente la aplicación indebida, porque en el caso del yerro
hermenéutico se aplica la disposición legal que corresponde, pero con una
inteligencia que no puede dársele, caso contrario al de la simple aplicación
indebida se emplea el precepto que no corresponde al caso litigioso.
Lo precedentemente expuesto conduce a concluir para efectos de la técnica
del recurso extraordinario en el evento sub examine que si las normas
reguladoras de la indemnización moratoria se aplicaron de manera
automática, como ocurre en el sub judice no significa que el Tribunal hubiera
incurrido en el concepto de aplicación indebida, por lo cual en estas
circunstancias se estaría frente a la modalidad de interpretación errónea.
Ahora bien, en punto a lo atinente a la aplicación del criterio sobre la buena
fé, como elemento digno de tener en cuenta por el juzgador de instancia a fin
de fulminar o no la terrible sanción moratoria, se observa que el Tribunal
exageró la automatización de gravar a la demandada con la sanción
moratoria ya que se abstuvo de hacer análisis jurídico alguno sobre la tesis
jurisprudencial de la denominada <presunción de mala fé patronal>, lo cual
indica y hace fehacientemente mas clara la torcida o mejor, la errónea
interpretación del texto legal sustancial creador de la indemnización
moratoria en el artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo haciendo
extremadamente mas gravosa la situación económica de la entidad
empleadora especialmente si se entiende a la falta de equidad y coherencia
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entre lo que en un momento sin hacer un análisis fundamentado en
consideraciones jurídicas el sentenciador ha deducido mala fé de la
empleadora demandada, lo que ha constituido la violación flagrante de la ley
sustancial del trabajo que en el presente caso por razones jurídicas de
justicia y de constitucionalidad, se estima que debe prosperar la acusación y
consecuencialmente una vez quebrada la sentencia atacada finalmente en la
decisión de instancia, se refleje con la absolución de la demandada frente al
deprecado pedimento de salarios moratorios.
Ahora bien, para los fines atinentes al fallo de instancia una vez casada la
sentencia, me permito observar lo siguiente:
El juzgado incurrió en el error de creer que las licencias solicitadas por el
demandante y concedidas por la entidad empleadora demandada formaban
parte de la relación de trabajo y de ahí estimó que la duración del contrato
laboral con el accionante se prolongó hasta el 28 de febrero de 2.003 sin
tener razón para esta liquidación ya que sin lugar a dudas las deducciones
por la misma de $20'715.000,oo correspondiente a los meses de Mayo y
junio y primas de junio de 2.003 que la demandada consignó a favor del
trabajador, (acto de buena fé patronal) el total del valor liquidado por
prestaciones sociales sin haber efectuado la deducción de donde resultaría
un saldo negativo a cargo del trabajador de $5'047.300 y como no había
lugar a fulminar condena por una suma que en realidad no le fue descontada
al trabajador debe absolverse a la demandada con la consecuencia que en
el fallo de instancia debería prosperar dicha absolución que deberá constar
en la sentencia de instancia ya que no hay lugar a ninguna condena como
resultado de la consignación y pago de las acreencias laborales de acuerdo
con los documentos de (fols. 74, 76 y 77), que determinarán la prosperidad
de la acusación”.
XIII. REPLICA
La oposición al respecto dijo que el cargo no podía prosperar porque el
alcance de la impugnación es deficiente, al dejarse intacto el numeral 2° del
fallo del a quo, ordinal que impuso la indemnización moratoria cuestionada,
cuando debió el censor solicitar su revocación. De otro lado, arguyó que la
sustentación resulta contradictoria o inconsistente, dado que en un principio
se manifiesta que el Tribunal no hizo ningún análisis para imponer dicha
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sanción y luego expresa que sí motivó “un poco su pronunciamiento”, y como
en verdad si hubo en la impugnación una motivación seria, jurídica y
coherente, para derruir tales conclusiones en especial la que tiene que ver
con que la demandada actuó de mala fe por virtud de que no incluyó en la
liquidación final de prestaciones sociales las licencias remuneradas, el ataque
debió orientarse por la vía indirecta y en la modalidad de aplicación indebida,
y como ello no aconteció se mantiene incólume la decisión censurada en este
puntual aspecto, lo que hace que la misma goce de presunción de acierto y
legalidad.
XIV. SE CONSIDERA
Como primera medida la Sala observa que no le asiste razón a la
réplica en cuanto a los reproches de orden técnico que le enrostra al cargo,
por lo siguiente:
Si bien es cierto, en el alcance de la impugnación no se solicitó que
una vez quebrada la sentencia recurrida se entre a revocar el numeral “2°” del
fallo del a quo, que se refiere en concreto a la condena por indemnización
moratoria, aspecto al cual la entidad demandada contrajo el recurso
extraordinario, se colige que se trató de un lapsus calami del censor, quien
equivocadamente citó en su lugar el ordinal “1°”, pues conforme a los demás
numerales de la parte resolutiva de la decisión de primera instancia que se
invocan y lo narrado en el desarrollo del ataque, es fácil concluir que el
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propósito del recurrente es que casada parcialmente la sentencia censurada
se revoque la condena impartida por la sanción moratoria prevista en el
artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo.
De otro lado, el ataque está bien encauzado por la vía directa, habida
consideración que el eje central de la discusión por parte de la accionada en
sede de casación comprende exclusivamente discernimientos de índole
jurídico que tienden a acreditar que el Juez Colegiado para conceder la
indemnización moratoria, aplicó de manera automática e inexorable lo
preceptuado en el artículo 65 del C.S.T., y que por lo tanto incurrió en una
interpretación errónea, esto es, que siendo la norma aplicable le dio un
entendimiento o alcance que no corresponde.
Superado lo anterior y adentrándose la Sala al fondo del asunto, el
debate en casación como se dijo gira en torno a la decisión del Juez de
alzada de confirmar la condena indemnizatoria por mora, haciendo consistir el
error jurídico en que el ad quem para desatar esta súplica, omitió efectuar un
análisis de la conducta desplegada por la empleadora demandada y en estas
condiciones le impuso automáticamente dicha sanción.
Vista la motivación de la decisión atacada, el Tribunal luego de referirse
desde el punto de vista jurídico a la teoría de la buena fe tratándose de la
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indemnización moratoria, estimó procedente tal sanción bajo la siguiente
argumentación:
“En el caso sub examine, es un hecho comprobado que el empleador
no canceló la totalidad de las prestaciones sociales debidas al actor, ya
que en su liquidación dejó de computarle el tiempo por licencias
remuneradas concedidas por el empleador, razón por la cual esta Sala
no difiere de la condena impuesta en primera instancia”.
De lo trascrito se desprende como lo pone de presente la censura, que
la Colegiatura para gravar a la accionada con la condena por indemnización
moratoria, simplemente verificó que no hubo un pago completo de las
prestaciones sociales a favor del actor al no habérsele computado el tiempo
de las licencias remuneradas concedidas, empero no se detuvo a mirar si
hubo o no una motivación razonable de parte de la empleadora para que
entendiera que no estaba obligada a incluir en la liquidación final del contrato
de trabajo todo el lapso en que el trabajador estuvo disfrutando de las citadas
licencias; en otras palabras el sentenciador no abordó el estudio de la
conducta asumida por la accionada, para poder establecer si el obrar de ésta
al sustraerse a la cancelación oportuna y total de los salarios y prestaciones
debidas al trabajador a la terminación del vínculo, estaba precedido de buena
fe por encontrarse justificado en razones atendibles, o, por el contrario su
conducta estuvo revestida de una actitud de mala fe.
Sobre este puntual aspecto, esta Sala de la Corte ha sostenido
reiteradamente, que la aplicación de la sanción consagrada en el artículo 65
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del Código Sustantivo del Trabajo, no es dable que se imponga de manera
automática e inexorable, es así que en sentencia del 9 de diciembre de 2004
radicación 23939 señaló:
“(…) como lo ha explicado reiteradamente esta Sala de la Corte, la sanción que
se consagra en el artículo 65 del Código Sustantivo del Trabajo no es de
aplicación automática, de suerte que, para eximirse de su pago, le es dado al
empleador demostrar que su conducta omisiva estuvo asistida por razones
serias y atendibles configurativas de buena fe, cuya existencia debe ser
evaluada por el juez antes de fulminar condena por ese concepto”.
En casación del 20 de septiembre de 2005 radicado 24218 expuso:
“(….) Por ende, al entender el Tribunal que se generaba la mentada
indemnización por el mero hecho de negar el deudor la existencia de la
obligación y, por tanto, omitir su pago, hizo una aplicación automática de la
norma.
Incurrió, entonces, el juez de la alzada en el desacierto de imponer, sin
consideración alguna a las circunstancias, móviles y finalidades que adujo la
empleadora para sustraerse al cumplimiento del pago a la terminación del
vínculo laboral de lo hasta ese momento debido al trabajador, en una aplicación
automática de la sanción contemplada por el artículo 65 del Código Sustantivo
del Trabajo y, con ello, en una intelección errónea de la norma.
Al respecto, cabe recordar que de tiempo atrás la Corte ha precisado que la
aplicación de la sanción prevista en el artículo 65 del Código Sustantivo del
Trabajo --como la de los artículos 1º del Decreto 749 de 1949 y 8º de la Ley 10
de 1972, para dar otros ejemplos--, no puede darse de manera automática e
inexorable y que, de así ocurrir, produce una violación directa de la ley por
interpretación errónea del precepto. Entre otras, en sentencias de 18 de
noviembre de 1999 (Radicación 11.819), 22 de mayo de 2003 (Radicación
19.591 y 3 de junio de 2004 (Radicación 26.695)”.
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Y en sentencia del 14 de febrero de 2006 radicado 25172 la Corte
expresó:
“(…) En lo que respecta a la correcta hermenéutica del artículo 65 del C. S.
T., ha venido sosteniendo la jurisprudencia de esta Sala de tiempo atrás,
que su aplicación no es automática ni inexorable, cada vez que se
demuestre que el empleador ha omitido el pago, total o parcial, a la
terminación del contrato de trabajo, de los salarios y prestaciones debidos
al trabajador, pues se ha insistido que es necesario, en cada caso, que el
juez entre a analizar si la conducta remisa del empleador estuvo o no
justificada en razones que, aunque jurídicamente no sean viables, si
resultan atendibles y justificables, en la medida que razonablemente lo
hubieran llevado al convencimiento de que nada adeudaba por estos
conceptos, toda vez que, en este último caso, en que se ha obrado con
manifiesta buena fe, no procede la sanción allí prevista”.
Por todo lo acotado, el Tribunal cometió los yerros jurídicos que le
endilgó la censura, y por ende el cargo prospera y habrá de casarse
parcialmente la sentencia impugnada, en lo que atañe a la súplica de la
indemnización moratoria.
XV. SENTENCIA DE INSTANCIA
Como consideraciones de instancia a más de las expresadas al
estudiar el cargo, recuerda la Corte que la buena fe liberatoria de la
sanción por mora, surgida por el no pago oportuno de salarios y
prestaciones sociales, debe ser probada por el deudor que para el caso
es el empleador, mediante la aducción de razones atendibles o
aportación de pruebas, que permita inferir que su conducta se halla
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despojada de malicia, y con ello llevar al convencimiento del
sentenciador que su actuar se ubica dentro del terreno de la buena fe.
Al dar contestación a la demanda introductoria, la entidad
accionada en su defensa afirmó que cumplió con liquidar y pagar las
prestaciones sociales y demás acreencias laborales a que podía tener
derecho el demandante, a quién se le concedió licencias remuneradas
mientras el Instituto de Seguros Sociales le reconocía su pensión de
vejez, lo cual por haber acontecido el 1° de marzo de 2003 “los dineros
recibidos de más por las licencias remuneratorias deben ser
reembolsados al Empleador”, y que “existe la consignación a órdenes del
Juzgado Laboral del Circuito, de la suma de $14.636.700,oo, por
considerar que existe conflicto y será la justicia quien decida a que parte
le corresponda dicho dinero” (folio s 79 a 81).
De acuerdo a la sentencia de segundo grado, el reajuste que se
ordenó por cesantía $1.189.967,oo, intereses a la misma $45.513,86, y
prima de servicios $1.215.033,oo, y que da lugar a un saldo de
prestaciones sociales pendientes de pago, obedeció a que la fecha que
tomó el Tribunal como de fenecimiento de las licencias remuneradas
otorgados al actor, lo fue el “30 de mayo de 2003” cuando el ISS
comenzó a pagar a éste las mesadas pensionales, y no el 1° de marzo
de 2003 como lo sostenía la empleadora, debiéndose descontar de lo
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cancelado de más por licencias únicamente 35 días que van del 1° de
junio al 5 de julio de 2003, lo cual originó diferencias en la liquidación
definitiva de prestaciones que se canceló mediante título de depósito
judicial, lo cual no fue objeto de controversia en sede de casación, y
concretamente por haber dejado la demandada de computar todo el
tiempo de las licencias remuneradas, que como se expresó, en criterio
del ad quem se extendieron hasta el 30 de mayo de 2003.
Así las cosas, la Sala no vislumbra actuación alguna que permita
inferir que la entidad accionada obró de mala fe cuando se abstuvo de
extender la liquidación de prestaciones sociales del actor hasta el 30 de
mayo de 2003 y la practicó con corte al 1° de marzo de ese mismo año
(folio 13), pues resulta claro, que la entidad tenía la convicción de que la
relación laboral había terminado una vez fenecidas las licencias
remuneradas que le fueron concedidas al trabajador, ello desde el
reconocimiento de la pensión de vejez que conforme al texto de la
resolución del ISS No. 00728 de 2003 esa data se remontaba al “01
MAR 2003” (folio 15 y 16); donde sólo se vino a esclarecer y definir el
momento preciso de la ruptura del nexo contractual al resolverse el fondo
de la litis, en criterio del Tribunal a la fecha de notificación al afiliado del
respecto acto administrativo de reconocimiento pensional o en su defecto
a partir de que el ISS comenzó a pagar y el demandante a recibir el valor
de las mesadas.
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Por el contrario, se advierte un ánimo protector de la empleadora
convocada al proceso, al concederle al trabajador varias licencias
remuneradas sucesivas que solicitó mientras el Instituto de Seguros
Sociales le otorgaba la prestación de vejez a que tenía derecho (folios 18
a 24), para efectos de facilitarle las cosas al accionante, incluso con
desprendimiento económico de la entidad sin recibir ninguna
contraprestación del servicio, con lo cual no habría solución de
continuidad entre la cesación en el pago del salario y el comienzo de la
cancelación de las mesadas pensionales, lo que de paso cumpliría con la
exigencia legal de que el otorgamiento de la pensión ocurriera estando el
trabajador al servicio de la empresa.
En consecuencia, la discusión por parte de la entidad demandada,
hace que su conducta deba justificarse para ubicarla dentro del terreno
de la buena fe, que conlleva a absolverla de esta petición.
En este orden de ideas, se REVOCARA el numeral segundo (2°)
de la parte resolutiva del fallo de primera instancia, que había condenado
a la demandada al pago de la indemnización moratoria, para en su lugar
absolverla de esa pretensión.
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Las costas de la primera instancia serán a cargo de la entidad
demandada, no se causan en la alzada, y las del recurso extraordinario
se impondrán al recurrente demandante por cuanto su acusación no
salió avante y hubo réplica.
En mérito de lo expuesto la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Laboral, administrando Justicia en nombre de la República de
Colombia y por autoridad de la Ley, CASA PARCIALMENTE la
sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla, Sala Laboral, el 14 de junio de 2006, en el proceso
adelantado por DAVID RODRIGUEZ contra la JUNTA CATOLICA
DIOCESANA ADMINISTRADORA DEL CEMENTERIO MUNICIPAL DE
BARRANQUILLA, hoy JUNTA ARQUIDIOCESANA PARA LA
ADMINISTRACION DEL CEMENTERIO CATOLICO CALANCALA, en
cuanto a la súplica de la indemnización moratoria. NO LA CASA EN LO
DEMAS.
En sede de instancia, se REVOCA el numeral segundo (2°) de la
parte resolutiva del fallo de primera instancia, que había condenado a la
demandada al pago de la indemnización moratoria, para en su lugar
absolverla de esa pretensión.
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Costas en la forma que quedó indicado en la parte motiva.
CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y DEVUÉLVASE EL
EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.
LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ
ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERON
EDUARDO LOPEZ VILLEGAS
CAMILO TARQUINO GALLEGO
GUSTAVO JOSE GNECCO MENDOZA
FRANCISCO JAVIER RICAURTE GOMEZ
ISAURA VARGAS DIAZ
MARIA ISMENIA GARCIA MENDOZA
Secretaria
40
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