L A INCIDENCIA DEL CAPITAL SOCIAL EN LA

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FACULTAD LATINOAMERICANA
DE CIENCIAS SOCIALES
LA INCIDENCIA DEL
CAPITAL SOCIAL EN LA
DISMINUCIÓN DE LA
VULNERABILIDAD
SOCIAL DE LOS HOGARES
ROLANDO CRISTAO
El presente artículo fue presentado por el autor como trabajo final del Seminario: “Las Organizaciones de la
Sociedad Civil, su consolidación, articulación en redes, gestión e incidencia en las políticas públicas” dictado
en el año 2010 en la Maestría de Diseño y Gestión de Políticas Sociales en FLACSO.
© Rolando Cristao – Todos los derechos reservados
Índice
Introducción
2
1. El punto de la discusión actual del enfoque de vulnerabilidad
4
2. El enfoque de la vulnerabilidad en el desarrollo social
8
3.
10
Las dimensiones de la vulnerabilidad social
3.1. La precariedad laboral y algunos de sus indicadores
10
3.1.1. Formas de contratación
10
3.1.2. Inestabilidad laboral
11
3.1.3. Cobertura de prestaciones sociales
11
3.2. Los vínculos con la sociedad como fuentes de seguridad y protección
11
3.2.1. La noción de capital social
11
3.2.2. Indicadores potenciales de fuentes protección y seguridad en las familias
13
3.2.2.1. Clima educativo del hogar
14
3.2.2.2. Contactos derivados de la participación en el ámbito laboral
14
3.2.2.3. Estabilidad y completitud de la estructura familiar
14
4. Activos y estructuras de oportunidades
15
4.1. La noción de activos
15
4.1.1. Clasificación de activos
15
4.1.1.1. Capital Físico
15
4.1.1.2. Capital Humano
16
4.1.1.3. Capital social
17
4.1.2. Algunas características del contexto comunitario como fuente de capital social
17
4.1.2.1. Segmentación educativa
18
4.1.2.2. Segregación residencial
18
5. Estructura de oportunidades
19
6. La incidencia del capital social en la disminución de la vulnerabilidad social
20
6.1. Incidencia del capital social en las dimensiones de precariedad laboral
20
y desprotección social
20
6.2. Incidencia del capital social en la generación de activos de los hogares
25
Conclusiones y reflexiones finales
29
Bibliografía consultada
31
2
Introducción
Por vulnerabilidad social se entiende la incapacidad de una persona o de un hogar para
aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su
situación de bienestar o impedir su deterioro. Por lo tanto en la definición se vinculan tres
conceptos: 1) Incapacidad para hacer uso de activos, 2) oportunidades existentes en el ámbito
social y económico y 3) objetivo de bienestar como realización de las personas.
Como el desaprovechamiento de oportunidades implica un debilitamiento del proceso de
acumulación de activos, las situaciones de vulnerabilidad suelen desencadenar sinergias
negativas que tienden a un agravamiento progresivo. Las fuentes de vulnerabilidad social más
importantes en la actualidad tienen que ver con los fenómenos de precariedad e inestabilidad
laboral vinculados a funcionamiento del mercado y con la desprotección e inseguridad ligadas al
repliegue del Estado y el debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad.
Por lo cual podemos afirmar que en la actualidad la vulnerabilidad está constituida por dos
dimensiones: la 1) precariedad e inestabilidad laboral (vinculado al funcionamiento del mercado) y
2) la desprotección e inseguridad (ligadas al repliegue del Estado y e debilitamiento de las
instituciones primordiales, familia y comunidad). Por lo tanto la medición de la vulnerabilidad social
debe tener en cuenta esas dos áreas y la consecuente construcción de indicadores.
Tal como se la define en este enfoque, la medición de la vulnerabilidad requiere de un examen
sincronizado de los activos de las personas (o de los hogares) y de los requerimientos de acceso
a las estructuras de oportunidades que tienen su fuente en distintos órdenes institucionales
básicos.
La propuesta del presente trabajo se centrará en indagar en la incidencia que tiene el capital
social sobre le vulnerabilidad social de los hogares examinando los activos de los hogares y la
estructura de oportunidades basadas en la metodología propuesta por Kaztman. En particular me
interesa averiguar:
Cómo incide el capital social en las dimensiones de la vulnerabilidad (precariedad
laboral y desprotección social) y,
Cómo incide el capital social en la generación de activos en los hogares
3
1. El punto de la discusión actual del enfoque de vulnerabilidad
Las teorías y conceptos que me servirán de guía en esta indagación serán las que proporciona el
enfoque de los activos de los hogares y la vulnerabilidad y la teoría del capital social. El enfoque
de la vulnerabilidad social puede contribuir a analizar los problemas más importantes del
desarrollo social y de la política social, de hecho este enfoque permite una mirada más rica a la
problemática de la generación y reproducción de la pobreza y de la exclusión que la que surge
desde las multíplices perfectivas que se han ocupado del tema. Luego de los trabajo iniciales de
Caroline Moser (1996, 1997 y 1998), los desarrollos analíticos más sistemáticos sobre el enfoque
de la vulnerabilidad social en el caso de Latinoamérica los han desarrollado Rubén Kaztman sobre
Argentina y Uruguay (1999, 2000); CEPAL (2000), en los trabajos compilados por Orazio
Attanasio y Miguel Székely (1999) sobre seis países de la región y en las investigaciones
desarrolladas en CELADE sobre cinco países de la región (1999; J. Rodríguez, 2000; R. Pizarro,
2001). Si bien existe varias investigaciones sobre pobreza, exclusión social y marginalidad que
pueden ser leídas desde el código interpretativo de la vulnerabilidad, el desarrollo analítico del
enfoque se encuentra, principalmente, en los textos anteriormente citados.
La definición del concepto de vulnerabilidad varía en algunos matices entre los diferentes autores
mencionados más arriba; pero la mayoría entiende la vulnerabilidad como “un proceso
multidimensional que confluye en el riesgo o probabilidad del individuo, hogar o comunidad de ser
herido, lesionado o dañado ante cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas”.
1
En este sentido la vulnerabilidad social tanto de sujetos como de colectivos de población se
expresa de varias formas, pudiendo ser algunas de ellas la fragilidad e indefensión ante cambio
originados en el entorno, como desamparo institucional desde el Estado que no contribuye a
fortalecer ni cuida sistemáticamente de sus ciudadanos; como debilidad interna para afrontar los
cambios necesarios del individuo u hogar para aprovechar el conjunto de oportunidades que se le
presenta; como inseguridad permanente que paraliza, incapacita y desmotiva la posibilidad de
pensar estrategias y actuar a futuro para lograr mejores niveles de bienestar.
El enfoque de la vulnerabilidad ofrece un instrumental analítico que combina dinámicamente los
niveles micro (comportamientos en individuos y hogares), meso (organizaciones e instituciones) y
macro (estructura social, patrón de desarrollo) para explicar de mejor forma la reproducción de los
sistemas de desigualdad y desventajas sociales. (Busso, 2001) La perspectiva interesante que
ofrece el enfoque a diferencia de otros anteriores (como el de la pobreza, marginalidad y
exclusión) es que no solo tematiza sobre los pasivos de los sectores pobres e indigentes, sino que
1
Busso, Gustavo, “Vulnerabilidad Social: nociones e implicancias de políticas para Latinoamérica a inicios
del siglo XXI”, Naciones Unidad, 2001
4
introduce el concepto de activo, mostrando que las familias pobres poseen recursos y “que de
hecho hacen uso de ellos en forma continua para mejorar su bienestar o para enfrentar
situaciones adversas” (R. Kaztman, 1999:3)
El contexto social es concebido por el enfoque como “entorno” entendiendo por este concepto
básicamente el mercado, el Estado y la sociedad. Un aporte importante al estudio de las familias
en situación desfavorecidas que hace el enfoque, es el del establecimiento de una relación
dialéctica entre lo micro centrado en las estrategias familiares de movilización de sus activos y un
enfoque macro que enfatiza en el conjunto de oportunidades (en el mercado, Estado y sociedad);
este, considero que es un aporte que ayuda a abordar los problemas relativos a la
heterogeneidad, producción y reproducción de las desventajas sociales.
Los dos autores que mejor han conceptualizado el enfoque, a nuestro entender son Kaztman y
Moser, por representar los trabajos más consistentes realizados hasta ahora sobre el enfoque de
vulnerabilidadad. De hecho estos dos autores proponen de forma distinta tipologías de
vulnerabilidad que son importantes para el abordaje de nuestro objeto de estudio. De hecho las
tipologías de ésta última autora, a saber: trabajo, capital humano, activos productivos y activos
intangibles como las relaciones sociales, y capital social; son fundamentales dimensiones que nos
ayudarán a comprender en qué términos una política social, como es un programa de ingreso
condicionado, incide en tales dimensiones. (Moser, 1998, R. Pizarro, 2001)
El concepto de generación de activos resulta importante para el análisis de la realidad social de
las familias ya que éstas utilizan de distinta maneras los activos propios o adquiridos para
disminuir el choche de un riesgo, sea tanto interno como externo. De esta manera dado que la
vulnerabilidad social esta asociada a un riesgo potencial ante la exposición a choques adversos
de origen tanto interno como externo, los hogares y comunidades enfrentan de manera muy
diversa dichos riesgos. Por lo tanto las tipologías de estrategias que sirven al análisis de las
situaciones de vulnerabilidad son 1) la movilización de activos, 2) la diversificación de actividades
para valorizar activos y 3) la adquisición o generación de diversos tipos de seguros formales e
informales contra la probabilidad de choques adversos2. Estas tres tipologías de estrategias
ayudan a abordar mejor el estudio de la vulnerabilidad ya que es importante considerar que en la
medida que se apunte a las estrategias mencionadas anteriormente se podría estar incidiendo
positivamente en el fortalecimiento de activos y reducción de la vulnerabilidad social.
2
Con el concepto seguros formales o informales se entiende los diversos instrumentos de protección social como es el
caso de pensiones y asistencia para la vejez, seguros de empleo, seguro médico, fondos sociales para proyectos
específicos, financiamiento a pequeñas y medianas empresas, transferencias directas y subsidios, entre otros.
5
Por lo tanto los conceptos fundamentales del enfoque que consideramos que centrales son: los
activos, las estrategias de uso de los activos y el conjunto de oportunidades que ofrece el
mercado, el Estado y la Sociedad Civil a los hogares bajo estudio. En este sentido el enfoque de
la vulnerabilidad se basa en un análisis de la relación dialéctica entre entorno y el “interno” que
presenta determinadas características que califican la unidad de análisis como vulnerable en
función de los riesgos a los que están expuestos. (Busso, 2001:13). Por el concepto de “interno”
se entiende los diversos niveles de agrupamiento que tiene su expresión territorial y temporal,
puede referirse a un individuo, hogar, grupo, comunidad o región. El entorno ofrece un conjunto de
oportunidades, entendiéndose por “conjunto de oportunidades” las posibilidades de acceso a los
mercados de bienes y servicios para realizar intercambios y transacciones, con la posibilidad de
acceder a empleo, protección social y a derechos de ciudadanía que permitan a individuos,
hogares y comunidades alcanzar un nivel de bienestar por lo menos no descendente. Un concepto
clave que a mi entender ofrece el enfoque de al vulnerabilidad social es el de “capacidad de
respuesta” y quiere decir que de frente a cambios o choques externos, los individuos, hogares o
grupos tienen una cierta cantidad, calidad y diversidad de tipos de recurso internos o activos
(físicos, financieros, humanos y sociales) que pueden movilizar par enfrentar la variación del
entorno.
Los activos comprenden los siguientes aspectos3:
- Activos físicos: incluye medios de vida como la vivienda, animales, recurso naturales, bienes
durables para el hogar y el transporte familiar, etc., usados para mantener y reproducir la vida en
el hogar, también los medios de producción, como los bienes que se usan para obtener ingresos o
intercambio de bienes (herramientas, maquinarias, transporte para uso comercial, etc.)
- Activos financieros. Incluye ahorro monetario, créditos disponibles (cuenta corriente de bancos,
tarjetas de crédito, fiados de almacenes, etc.), acciones, bonos y otros instrumentos financieros de
uso habitual en el sistema financiero formal e informal.
- Activos humanos o capital humano. Se entiende por activos humanos los recursos de que
disponen los hogares en términos de cantidad y calidad de la fuerza de trabajo del hogar, y el
valor agregado en inversiones en educación y salud para sus miembros.
- Activos sociales o capital social. Los recursos o activos sociales son intangibles (denominados
por la literatura especializada como capital social) y se instalan en relaciones, a diferencia de los
recursos humanos que están instalados en personas y de los recursos físicos que se instalan en
derechos (Kaztman, 1999). Los activos sociales son una forma y un atributo colectivo o
comunitario que incluyen redes y lazos de confianza y reciprocidad articuladas en redes
interpersonales. (J. Durston, 2000; A. Portes, 1999 (en J. Carpio e I. Novacovsky, 1999).
3
Busso, op. Cit.
6
La vulnerabilidad, como proceso, está íntimamente relacionada con la posesión -cambiante- de
recursos, de tal forma que el aumento en la suma de recursos con la que un grupo familiar pueda
contar en un momento en el tiempo tendrá un efecto positivo en sus niveles de vulnerabilidad
(vulnerabilidad disminuida). Al mismo tiempo, la reducción de recursos está íntimamente asociada
a niveles más elevados de vulnerabilidad (Moser, op. cit.). De acuerdo con Kaztman (op. cit.) los
cambios en los niveles de vulnerabilidad pueden estar asociados a cambios que operan, por un
lado, en el "portafolio" de recursos y activos de los hogares y, por otro, a cambios que se dan en
las estructuras de oportunidades (o por cambios en ambas dimensiones). En el caso que nos
ocupa, podemos plantear -como hipótesis- que los programas de ingresos condicionados operan
sobre las bases de la vulnerabilidad en dos sentidos: por un lado, amplía las estructuras de
oportunidades (a través de los servicios de educación y capacitación) y, por el otro, ensancha el
portafolio de recursos de los grupos familiares con insumos monetarios. Todo ello debería
significar la ampliación de recursos necesarios para que las familias se ubiquen en una situación
de menor riesgo ante la adversidad.
Los recursos de los hogares son de naturaleza tangible e intangible y en la investigación nos
centraremos en el análisis de los cambios de dichos recursos. Los más importantes, desde
nuestro punto de vista y de acuerdo con el enfoque de los activos y las estructuras de
oportunidades, son: trabajo (y recursos productivos), capital humano, relaciones domésticas y
relaciones sociales extra-domésticas (capital social).
Estos recursos pueden ser robustecidos o debilitados por cambios en el ambiente, básicamente a
través de las transformaciones que sufre la estructura de oportunidades (el mercado laboral y la
capacidad del Estado de proveer servicios, prestaciones, subsidios, opciones laborales). Contar
con fuerza de trabajo, con miembros disponibles y dispuestos a trabajar por un salario, es un
recurso importante, que puede no convertirse en un activo real si el mercado laboral está saturado
o francamente deteriorado. En esas condiciones el recurso “trabajo” no se traduce en ingresos
que apuntalen el bienestar (menguando la vulnerabilidad) de los individuos y sus grupos
domésticos.
Según Moser (op. cit.), los recursos se transforman en activos de dos formas fundamentales:
1) A través de la intensificación de estrategias existentes.
2)A través del desarrollo e instrumentación de estrategias nuevas y diversificadas.
Es importante tener en cuenta que cuando se pueden usar los recursos de manera efectiva cuando hay opciones en la estructura de oportunidades- se reduce la vulnerabilidad y cuando los
recursos se erosionan, la vulnerabilidad se ensancha.
7
2. El enfoque de la vulnerabilidad en el desarrollo social
Como hemos visto anteriormente la vulnerabilidad remite a un estado de los hogares que varía en
relación inversa a su capacidad para controlar las fuerzas que modelan su propio destino, o para
contrarrestar sus efectos sobre el bienestar. (Kaztman, 2002) La noción de vulnerabilidad se
centra en los determinantes de esas situaciones, las que se presentan como resultado de un
desfasaje o asincronía entre los requerimientos de acceso de las estructuras de oportunidades
que brindan el mercado, el Estado y la sociedad y los activos de los hogares que permitirían
aprovechar tales oportunidades.
Lo que se observa es que los desfasajes que se producen en las estructuras de oportunidades del
mercado de trabajo derivan en un aumento de las situaciones de precariedad e inestabilidad
laboral. (Castell, 1998); y además se observa que los desfasajes con respecto a las estructuras de
oportunidades del Estado y de la comunidad resultan en un aumento de las situaciones de
desprotección e inseguridad. Según Kaztman es justamente la sinergia negativa que surge del
acoplamiento histórico de ambos procesos la que ha puesto de relieve los problemas de excusión
y marginalidad.
Caracterización del enfoque
La novedad que introduce el enfoque de vulnerabilidad es la de proveer un marco que permite
organizar y dar sentido a las características de la heterogeneidad de la pobreza y exclusión en
términos, por un lado, de un “portafolio” limitado de activos que pueden movilizar los hogares y
que constituye la estructura profunda que subyace a la heterogeneidad de la pobreza y por otro,
de los cambios en las estructuras de oportunidades y de sus requerimientos de acceso. Por otro
lado a diferencia de otras miradas sobre la pobreza que se concentran en los déficits de ingresos
o en las carencias criticas en los hogares, el enfoque tiende a resaltar la presencia de un conjunto
de atributos que se consideran necesarios para un aprovechamiento efectivo de la estructura de
oportunidades existente. De este modo, se pone el acento en la dinámica de la formación de
diversos tipos de capital potencialmente movilizables y en las relaciones entre los mismos, así
como en los procesos de pérdida, desgaste o factores limitantes que impiden el acceso a las
fuentes de reposición y acumulación de activos.
La diferencia entre este enfoque y el análisis tradicional de la pobreza y las necesidades básicas
es que el enfoque de la vulnerabilidad procura ofrecer un cuerpo sistemático desde el cual
observar los grados variables de posesión, control e influencia que los individuos tienen sobre los
recursos y las estrategias que desarrollan para movilizarlos. (Kaztman, 2006) El énfasis está
puesto entonces en la identificación de las condiciones para generar o reforzar las capacidades
8
propias de los hogares para un mejoramiento sostenido y progresivamente autónomo de su
situación de bienestar.
Otro aspecto importante de esta perspectiva es que tanto en la identificación de los activos como
en la forma en que estos se articulan para el logro de las metas de los hogares, el enfoque hace
un reconocimiento explícito de la visión de los actores, reconocimiento que es central para la
propuesta de analizar, como en nuestro caso, prestaciones sociales donde la perspectiva de los
destinatarios. La consideración de la visión de los actores facilita además la investigación de las
barreras que impiden a algunos hogares incorporar los activos que efectivamente importan para la
movilidad y la integración en la sociedad o, cuando los tienen incorporados, utilizarlos
efectivamente para aprovechar la estructura de oportunidades existentes.
El enfoque es dinámico y obliga a preguntarse por los patrones efectivos de movilidad e
integración social. Los recursos que maneja el hogar se definen como activos en función de su
utilidad para aprovechar la estructura de oportunidades que se presenta en un momento histórico
y en un lugar determinado. Lo importante aquí es subrayar que no tiene sentido hablar de activos
fuera del contexto de los patrones de movilidad e integración social que definen las estructuras de
oportunidades en cada momento. Como dichos patrones y estructuras se transforman
continuamente con el desarrollo y el progreso, ciertos recursos de los hogares pierden su carácter
de activos y otros lo ganan.
El enfoque es flexible, por cuanto la selección de las dimensiones en las que se definen los
activos (físicos, financieros, humanos y sociales), así como su particular dependencia de las
estructuras de oportunidades, permite conjugar los aportes que en la explicación de la pobreza
provienen de distintos paradigmas, algunos con acento en el estado, otros con acento en el
mercado y otros con acento en la sociedad.
3. Las dimensiones de la vulnerabilidad social
Por vulnerabilidad social entendemos la incapacidad de una persona o de un hogar para
aprovechar las oportunidades, disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos, para mejorar su
situación de bienestar o impedir su deterioro.
Por lo tanto en la definición se vinculan tres
conceptos: Incapacidad para hacer uso de activos, oportunidades existentes en el ámbito social y
económico y objetivo de bienestar como realización de la persona.
Como el desaprovechamiento de oportunidades implica un debilitamiento del proceso de
acumulación de activos, las situaciones de vulnerabilidad suelen desencadenar sinergias
9
negativas que tienden a un agravamiento progresivo. Las fuentes de vulnerabilidad social más
importantes en la actualidad tienen que ver con los fenómenos de precariedad e inestabilidad
laboral vinculados a funcionamiento del mercado y con la desprotección e inseguridad ligadas al
repliegue del Estado y el debilitamiento de las instituciones primordiales, familia y comunidad.
Por lo cual podemos afirmar que en la actualidad la vulnerabilidad está constituida por dos
dimensiones: la 1) precariedad e inestabilidad laboral (vinculado al funcionamiento del mercado) y
2) la desprotección e inseguridad social (ligadas al repliegue del Estado y el debilitamiento de las
instituciones primordiales, familia y comunidad). Por lo tanto, la medición de la vulnerabilidad
social debe tener en cuenta esas dos áreas y la consecuente construcción de indicadores.
Tal como se la define en este enfoque, la medición de la vulnerabilidad requiere de un examen
sincronizado de los activos de las personas (o de los hogares) y de los requerimientos de acceso
a las estructuras de oportunidades que tienen su fuente en distintos órdenes institucionales
básicos.
Según Kaztman las dos dimensiones de la vulnerabilidad mencionadas anteriormente: la
precariedad laboral y la desprotección social, se expresan en algunos indicadores que es
necesario tener en cuenta a la hora de poder observar el fenómeno de la vulnerabilidad sobre los
hogares. En cuanto a los indicadores de la precariedad laboral podemos destacar centralmente a
cuatro los cuales en algunos casos se encuentran fuertemente vinculados.
3.1. La precariedad laboral y algunos de sus indicadores
1.
Formas de contratación
Dado que la existencia y la modalidad del contrato de trabajo tienen clara incidencia sobre la
cobertura de prestaciones sociales así como el nivel de estabilidad de los empleos es conveniente
intensificar los esfuerzos para la obtención de una clasificación de modalidades que pueda ser
investigada. Las formas de contratación de los miembros del hogar indican la forma en la cual los
miembros se relacionan con el marcado laboral y constituyen un indicador claro que la fragilidad o
fortaleza del vínculo entre estos y el mercado de trabajo.
2.
Inestabilidad laboral
Las nuevas condiciones del mercado de trabajo parecen apuntar a una mayor inestabilidad
profesional – marcada por la alternancia en el tipo de ocupaciones – y una mayor inestabilidad
laboral, marcada por la frecuencia de experiencias de desempleo. Lo importante a considerar en
este aspecto es la antigüedad en la ocupación actual y el tiempo de desempleo. Estos dos
aspectos están íntimamente relacionados con la fluctuación ocupacional o inestabilidad laboral
que es un indicador muy importante de precariedad laboral.
10
3.
Cobertura de prestaciones sociales
Dado que el acceso a prestaciones social es un elemento esencial para definir el nivel de
precariedad de un empleo, es conveniente incluir las distintas categorías de prestaciones que en
un país se asocian al trabajo: vacaciones pagas, seguro de desempleo, aportes jubilatorios,
cobertura de salud, asignaciones familiares, etc. De hecho estas prestaciones sociales están
vinculadas a la formas de contratación, pero están directamente relacionadas con la dimensión
precariedad, más que con la informalidad laboral.
3.2. Los vínculos con la sociedad como fuentes de seguridad y protección
En lo que sigue seleccionamos dos áreas de indagación de los activos y las correspondientes
estructuras de oportunidades: el capital social instalado en las relaciones familiares y comunales
y los sistemas de protección y seguridad que operan desde el Estado. La naturaleza de los
apoyos sociales que se derivan del funcionamiento de esas instituciones primordiales han
convocado recientemente la atención de especialistas preocupados por las consecuencias del
debilitamiento de las certidumbres que operaban desde el mercado.
La noción de capital social
El primer autor que realizó un estudio sistemático sobre el capital social es considerado Bourdieu.
A partir de un tratamiento del concepto de carácter particularmente instrumental, su análisis se
centra en los beneficios que obtienen los individuos a partir de su participación en determinados
grupos y en la construcción de relaciones sociales con el mero objetivo de crear este tipo de
capital. De este modo, lo define como “el agregado de los recursos reales o potenciales que se
vinculan con la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de
conocimiento o reconocimiento mutuo” (Bourdieu, 1985 p. 248; citado en Portes, 1999).
Desde la perspectiva de este autor, el capital social constituye un medio a través del cual es
posible acceder a otros tipos de capital y, en última instancia, los resultados de la posesión de
capital social se reducen a la posesión de capital económico. Lo central aquí es que, es en virtud
de la relación social misma que los individuos pueden reclamar acceso a los recursos poseídos
por los demás individuos que componen la red. “De allí que, a través del capital social, los actores
puedan obtener acceso directo a recursos económicos (préstamos subsidiarios, información sobre
inversiones, mercados protegidos); pueden incrementar su capital cultural gracias a los contactos
con expertos o individuos refinados, o de manera alternativa, asociarse a instituciones que otorgan
credenciales valoradas” (Portes, 1999). Las redes sociales y la densidad de las mismas juegan un
papel central en la creación y el mantenimiento de capital social, convirtiéndose en la garantía
más tangible de que las expectativas de reciprocidad no serán defraudadas. (Forni y Siles, 2004)
11
Para James Coleman el capital social constituye un recurso cuya particularidad radica en ser algo
inherente a la estructura de las relaciones sociales. Este recurso facilita el logro de objetivos
personales que no podrían alcanzarse en su ausencia o conllevarían un costo mucho más alto.
Para el autor, el capital social consiste en “una diversidad de entidades con dos elementos en
común: todos consisten en algún aspecto de la estructura social y facilitan ciertas acciones de los
actores dentro de la estructura” (Coleman, 1990:302). Por otro lado, “La función identificada por el
concepto de capital social es el valor de esos aspectos de la estructura social que los actores
pueden usar como recursos para la realización de sus intereses” (1990:305). “Para Coleman la
creación de capital social se pone en marcha en el momento en que un individuo hace algo por
otro confiando en que aquél se comportará de manera recíproca en el futuro. Así se establece
entre ellos una relación que comprende expectativas y obligaciones, concretamente, una
expectativa de reciprocidad por parte de quien hizo el favor, y el establecimiento de una obligación
de no quebrantar la confianza por parte de quien lo ha recibido”. 4
Como afirman Forni y Siles, la posibilidad del surgimiento de las dos formas de capital social
descriptas queda sujeta al tipo de redes sociales que conformen las estructuras en cuestión. De
este modo, Coleman hace especial hincapié en la importancia de la densidad de las redes
sociales como condición para: a) el establecimiento de obligaciones y expectativas de
reciprocidad, b) el surgimiento y el desarrollo de sistemas de normas y sanciones, lo cual sólo es
posible en tanto existan lazos tan fuertes como para garantizar el respeto hacia el mismo.
El grado de cercanía de las redes sociales se encuentra en función de dos factores en alguna
medida relacionados. Uno es la proximidad física, que estimula el contacto frecuente. El otro se
relaciona con el grado de interdependencia y el establecimiento de obligaciones de los individuos
dentro de la comunidad, lo cual lleva al establecimiento de normas y sanciones que a su vez
garantizan su cumplimiento, o al menos la sanción de las conductas indebidas, estimulando la
continuidad de las relaciones de confianza y reciprocidad.
Putnam sostiene que el capital social es un atributo de la estructura en la que los individuos están
insertos y no propiedad privada de quienes se benefician de él. Una de las principales diferencias
respecto de las otras formas de capital, por ejemplo el físico o el financiero, es que sólo quien
invierte en ellas se beneficia directamente de los resultados de dicha inversión. No sucede lo
mismo con el capital social: no sólo, ni principalmente, quien se esfuerza y trabaja en pos de la
creación, mantenimiento y acumulación de capital social se beneficia de sus resultados, sino que
4
Forni, Pablo; Siles, Marcelo y Barreiro, Lucrecia, “¿Qué es el Capital Social y cómo Analizarlo en contextos
de Exclusión Social y Pobreza? Estudios de Caso en Buenos Aires, Argentina”, Research Report No. 35,
Michigan State University, December 2004.
12
todos aquellos que se encuentran insertos en esa estructura social disfrutan de sus beneficios
aunque el esfuerzo lo haya realizado otro. (Forni y Siles, 2004)
En Putnam el capital social aparece como un atributo de las comunidades, y no ya simplemente
como un recurso de carácter individual. Desde esta nueva perspectiva teórica el capital social se
define como “aspectos de la organización social tales como confianza, normas y redes, que
pueden mejorar la eficiencia de una sociedad al facilitar la acción coordinada” (Putnam, 1993:167).
La confianza, la reciprocidad, las redes sociales y, fundamentalmente para este autor, el
compromiso cívico comprenden las dimensiones del fenómeno que logra explicar por qué ciertas
comunidades alcanzan mayores niveles de desarrollo económico y democrático que otras.
Indicadores potenciales de fuentes protección y seguridad en las familias
Cualquiera sea el activo que se considere, su examen debe tomar en cuenta la edad de las
personas y su posición en la organización del hogar. La edad es un Proxy de la etapa en la que se
encuentran las personas en el proceso de acumulación de activos. La posición en el hogar, es un
Proxy del peso relativo de los activos propios en relación a los activos del hogar. Se puede afirmar
que la mayoría de los jefes de hogar han agotado su proceso de acumulación de activos y
dependen mucho más de su propio stock que del que pueden derivar de la movilización de los
recursos de los miembros de sus hogares. En esos casos, su propio portafolio de activos
constituye una buena base para anticipar tanto su éxito en el aprovechamiento de las
oportunidades del mercado de trabajo como de las que se desprenden de su entorno comunitario
y de la oferta de bienes y servicios que provee el Estado. Pero en el caso de los niños y de los
jóvenes no emancipados, sus activos principales son aquellos que se derivan del portafolio que
han logrado armar sus padres.
Desde la perspectiva del capital social existen, según diversos autores, algunas características de
las familias como indicadores a tener en cuenta como fuentes de protección social. Entre los más
importantes se encuentran los que menciono a continuación.
1. Clima educativo del hogar
El capital humano incorporado por los miembros del hogar es un indicador de tipo y naturaleza de
los contactos y de la calidad de la información que fluye a través de las redes. En la edición 1997
del Panorama Social de la CEPAL se presentan datos que muestran que, promedialmente,
cuando el clima educativo de la familia es mayor a los 10 años de escolaridad, los ingresos en las
mismas ocupaciones son un 30 % superiores a los de 9 o menos años de escolaridad (el indicador
del clima educativo del hogar se construye como promedio de los años de estudio alcanzados por
los miembros de la pareja o de los miembros del hogar por encima de cierto nivel de edad). Este
resultado es interpretado como una consecuencia de los mejores contactos familiares que
caracterizan a los hogares con mayor clima educativo, lo que permitiría tratar a esta última
13
variable como un importante predictor de la transmisión intergeneracional de activos que facilitan
logros ocupacionales y de bienestar.
Aun cuando esta interpretación es discutible (son varias las explicaciones alternativas que podrían
dar cuenta de los mismos resultados), es razonable sostener que la calidad de los contactos y la
información varía en relación directa con el nivel educativo, y que tales recursos se trasmiten de
una generación a la siguiente.
2. Contactos derivados de la participación en el ámbito laboral
Evidencias provenientes de estudios sobre redes sugieren que los niveles de información y
contactos mejoran cuando los espacios de trabajo de los individuos tienen una composición más
heterogénea (número de niveles del escalafón, especialización, y complejidad de la jerarquía) y
cuando es mayor la antigüedad en el trabajo. En este sentido la heterogeneidad está directamente
relacionada con el tamaño del lugar de trabajo y está medido en número de empleados. Por otro
lado la antigüedad se evalúa en función de los números de años en el trabajo actual.
3. Estabilidad y completitud de la estructura familiar
A diferencia del “clima educativo familiar” o del “tipo de inserción laboral de sus miembros”, el
capital social familiar es entendido en este caso como los activos que provienen del tipo de
relaciones familiares, en particular, con respecto a las dimensiones de estabilidad y completitud de
la familia. Existe abundante evidencia en el sentido que las variaciones en la estructura familiar se
asocian a variaciones en su capacidad de socialización y, en general, a su aptitud para proveer
protección y seguridad a sus miembros. Son pertinentes, a este respecto, los estudios sobre la
naturaleza, tendencias y consecuencias de las uniones consensuales, los divorcios, las
separaciones, la jefatura femenina sin cónyuge en hogares con niños, los nacimientos concebidos
fuera del matrimonio, la maternidad temprana, los hogares reensamblados y la convivencia de
niños con padres no biológicos.
4. Activos y estructuras de oportunidades
La noción de activos
Por activos se entiende el conjunto de recursos, materiales e inmateriales, sobre los cuales los
individuos y los hogares poseen control, y cuya movilización permite mejorar su situación de
bienestar, evitar el deterioro de sus condiciones de vida, o bien disminuir sus vulnerabilidad.
(Kaztman, 2006) Si bien los recursos que manejan las personas y los hogares son múltiples,
desde el punto de vista de este enfoque, solo aquellos que permiten el aprovechamiento de las
estructuras de oportunidades del Estado, del mercado y de la comunidad se constituyen en
“activos”. Una derivación de esta premisa, es que la posibilidad de convertir recursos en activos
está fuertemente condicionada por los particulares estilos de desarrollo de los países, por la
14
naturaleza y cobertura de los programas que se promueven desde el Estado y por las
características del tejido social de la comunidad y de las familias. Otra derivación, es que el
análisis microsocial de los recursos de los hogares y de las personas y de sus estrategias de
movilización, no puede hacerse con independencia del análisis macro social de las
transformaciones de las estructuras de oportunidades.
Clasificación de activos
La siguiente clasificación de grandes tipos de activos toma en cuenta las diferencias entre sus
lógicas de producción y reproducción, entre sus usos, así como los atributos diferentes que tienen
impacto en las posibles estrategias de: acumulación, consumo, adquisición, protección e inversión
de dichos activos. La clasificación de activos varía según los diferentes teóricos de la
vulnerabilidad pero la mayor parte está de acuerdo en los siguientes tres tipos de activos que
considero a continuación:
1.
Capital Físico
Según Kaztman dentro de este tipo de activo se pueden distinguir dos modalidades, el capital
financiero y el físico propiamente dicho. El capital financiero se refiere a recursos tales como los
ahorros monetarios, rentas y acceso a créditos, acciones, bonos, etc. La característica
fundamental de este tipo de capital es su alta liquidez y multifuncionalidad. Conviene especificar
que las formas de crédito accesibles a los sectores más vulnerables, si bien constituyen formas de
capital financiero, se apoyan generalmente en capital social y son asequibles en forma limitada y
para funciones específicas (el fiado en la despensa, el préstamo en situaciones de emergencia).
Por supuesto, el acceso a la tarjeta de crédito (u otras formas de crédito formalizado y
estandarizado) incrementa notoriamente las potenciales funciones y usos de este tipo de activos.
Los activos financieros pueden ser considerados atributos de las personas que efectivamente
disponen de control sobre su uso. Sin embargo, sus beneficios suelen extenderse, en mayor o
menor medida, a otros miembros del hogar, dependiendo de la calidad de los lazos formales e
informales que se establecen entre ellos.
El capital físico se refiere básicamente de bienes materiales que incluyen la vivienda, animales,
maquinarias, medios propios de transporte, etc. Este tipo de capital posee obviamente menor
liquidez, aunque en muchos casos presenta un rango potencial de uso casi tan amplio como el
capital financiero (especialmente si consideramos que el capital financiero tiende a ser escaso).
Su más difícil alienación o consumo permite considerarlo como una forma de capital más estable,
aunque también debe reconocerse que el mismo se “gasta” y requiere de mantenimiento de
diversos tipos si no quiere ser consumido totalmente. Para los sectores pobres la vivienda y la
tierra constituyen el capital físico por excelencia. Un atributo fundamental que diferencia entre
sectores más y menos vulnerable solo constituye el estatuto de propiedad, el alquiler, o el
usufructo de facto). La mayor estabilidad de este tipo de capital – y de costo en muchos casos-
15
constituye un elemento positivo para las percepciones de estabilidad, pertenencia de las familias a
los entornos comunitarios más amplios, favoreciendo la planificación a largo plazo y la
construcción de diversas formas de capital (especialmente social y financiero).
2.
Capital Humano
El capital humano, posee aún menor liquidez que los anteriores, y su valor se encentra expuesto a
procesos de desvalorización ajenos al control del individuo o de la familia, lo que se hace patente
a través de los efectos de la transformación productiva actual. Su uso más importante se
encuentra en el acceso al empleo o autoempleo remunerado, actividades que a su vez constituyen
fuertes adicionales de múltiples tipos de activos.
A nivel individual, el estado de salud, las calificaciones, destrezas y habilidades son atributos
básicos de este tipo de activos, pero también lo son algunos contenidos mentales que envuelven
motivaciones, creencias y actitudes. Uno de los contenidos mentales más importantes es el grado
de convencimiento en la necesidad de hacer una inversión sostenida en la acumulación de activos
a través de medios institucionales como condición para alcanzar las metas de bienestar que
propone la sociedad. Ello implica creer, por un lado, en la accesibilidad efectiva de la estructura de
oportunidades existente y, por otro, que transitando por esas estructuras es posible obtener los
recursos requeridos para una integración plena a la sociedad.
A nivel de los hogares, uno de los activos más importantes es la cantidad de trabajo potencial y
sus cualidades y probabilidades de realización y valorización en el mercado dados los atributos
educativos y de salud de cada uno de los miembros así como la capacidad colectiva de
movilizarlos en forma articulada.
3.
Capital social
La noción de capital social en cuanto a activo tiene fundamental importancia en su dimensión
grupal y comunitaria. Este tipo de activo es el menos alienable de todos los capitales y sus usos
se encuentran fuertemente imbricados y acotados por la propia red de relaciones que define dicha
forma de capital. A diferencia del capital físico que se instala en los derechos, y del capital
humano que se instala en las personas, el capital social se instala en las relaciones. Este hecho
hace difícil el traslado de capital social cuando las personas abandonan la estructura que opera
como reservorio del mismo.
A nivel grupal o comunitario, las dimensiones centrales del capital social refieren a las normas, a
las instituciones y a la confianza. Una característica importante del capital social instalado en una
estructura es que las personas pueden beneficiarse del mismo aún sin contribuir a su acumulación
y mantenimiento, como ocurre, por ej, con los padres de alumnos que no participan en la
asociación de padres del colegio, o con los vecinos recién llegados a un barrio. También el capital
16
social a nivel grupal y comunitario refiere al problema de la confianza y la reciprocidad a nivel del
intercambio de bienes y servicios no comodificables, el capital social puede adquirir un rol
fundamental en el portafolio de activos familiares de grupos vulnerables y constituir un aspecto
clave que viabiliza el uso más productivo de otras formas de capital, así como la acumulación de
éstos.
Algunas características del contexto comunitario como fuente de capital social
El contexto comunitario es una fuente de capital social en varias de sus formas. La eficiencia de
las normas que regulan el comportamiento en el entorno social inmediato a los hogares está
directamente vinculada con el nivel de confianza en las relaciones entre vecinos, nivel que,
además de ser un indicador de bienestar en sí mismo, esta positivamente asociado a la
realización de emprendimientos colectivos. Por otra parte, para los individuos de los sectores más
pobres de la sociedad, la probabilidad de interactuar fuera del mercado con personas en mejores
condiciones socioeconómicas varía en relación directa, por un lado, con las oportunidades de
acceso a contactos y recursos de información de calidad más elevada que aquellos a los que
tienen acceso en vecindarios homogéneamente pobres y, por otro, con las oportunidades de
exposición a modelos de rol, que a través de sus condiciones de vida y de sus estrategias de
movilidad, ilustran sobre formas de alcanzar niveles razonables de bienestar utilizando la
estructura de oportunidades existente.
Lo anterior es solo una breve introducción para incorporar el tema de las desigualdades,
segmentaciones y segregaciones en el contexto social. Además de la desigualdad social, las otras
dos dimensiones que inciden fuertemente en el acceso al bienestar son la segmentación
educativa y la segregación residencial.
1. Segmentación educativa
No hay duda que en economías que se sustentan más y más en el conocimiento, el sistema
educativo se convierte en el canal por excelencia de movilidad social. La deserción de amplios
sectores de las clases medias del sistema de educación publica, proceso que se verifica en la
actualidad en nuestro país, está dando lugar a subsistemas educativos nítidamente diferenciados
en cuanto a la composición social de los estudiantes y a la calidad de la enseñanza.
Los resultados de la profundización de estas situaciones constituyen obstáculos importantes para
el logro de las metas de integración social sobre bases de equidad. Desde el punto de vista del
contexto comunitario como fuente de capital social, la segmentación educativa implica un
progresivo debilitamiento de las oportunidades de interacción en condiciones de igualdad entre
niños y jóvenes de distinto origen social y, como tal, una reducción en las oportunidades de
acumulación de capital social para aquellos que provienen de los hogares más desfavorecidos.
2. Segregación residencial
17
La segregación residencial, entendida como una relación espacial, refiere a la separación o
proximidad territorial entre personas o familias pertenecientes a un mismo grupo social (Sabatini y
Cáceres, 2004). Los fenómenos de segregación residencial se asocian a la mayor o menor
probabilidad de formación de espacios de sociabilidad informal entre individuos de niveles
socioeconómicos diferentes. Algunos estudios comienzan a constatar la existencia de un impacto
significativo de la composición social de los vecindarios sobre los comportamientos de riesgo de
niños y jóvenes (deserción y retrazo escolar, desafiliación institucional y maternidad adolescente).
Tales evidencias inducen a sospechar que, para los estratos populares urbanos, la homogeneidad
en la composición social de sus vecindarios es un factor que tiende a empobrecer la capacidad
comunicaría para generar el tipo de capital social que facilita el logro de metas individuales o
colectivas.
El estudio de la segregación residencial permite comprender cómo las desigualdades se plasman
en el espacio urbano mediante la relegación de los grupos más pobres a barrios con menor
cobertura de bienes y servicios y la autosegregación de los grupos más privilegiados de los
barrios cerrados. Algunos indicadores de segregación residencial son: ingreso per cápita de los
hogares, nivel promedio de educación y
estatus ocupacional del jefe. Estos tres aspectos
permiten observar la homogeneidad/heterogeneidad social en los barrios de las ciudades.
5. Estructura de oportunidades
Las estructuras de oportunidades se definen como probabilidades de acceso a bienes, servicios o
a actividades que inciden sobre el bienestar del hogar porque le facilitan el uso de recursos
propios o le suministran recursos nuevos, útiles para la movilidad e integración social a través de
los canales existentes. El término “estructura de oportunidades” alude a que las rutas al bienestar
están estrechamente vinculadas entre sí, de modo que el acceso a determinados bienes, servicios
o actividades provee recursos que facilitan el acceso a otras oportunidades. Como la capacidad
de generación de ingresos es el recurso más importante para asegurar el bienestar de los
hogares, los activos más valorados por la gente son aquellos que posibilitan el acceso a empleos
de buena calidad. De hecho, la secuencia en el acceso a distintas oportunidades de bienestar
tiende a organizarse de modo de maximizar la probabilidad de que los miembros del hogar se
incorporen a actividades cuyos productos son valorados por el mercado. Para ello deben atender,
principalmente, a los cambios en las calificaciones y habilidades requeridas al paso de las
transormaciones de la estructura productiva.
El Estado, el mercado y la sociedad contribuyen, con funciones distintas e interconectadas, al
grado de apertura y a la eficacia de los eslaboramientos de estas cadenas de oportunidades al
bienestar. A manera de ilustración, estas funciones se pueden clasificar en dos grandes grupos:
18
las que facilitan un uso más eficiente de los recursos que ya disponen el hogar y las que proveen
nuevos activos o regeneran aquellos agotados.
Un ejemplo de la primera categoría de funciones son las guarderías infantiles, teniendo en cuenta
que su utilización permite un mejor aprovechamiento de los recursos humaos del hogar con la
consecuente elevación de su situación de bienestar. Resultados similares se producen cuando,
por ejemplo, se mejora la infraestructura vial de una localidad, la infraestructura de vivienda (gas,
agua potable, electricidad, teléfonos, etc. ), o la red de transporte. Todos ello incide en los hogares
directamente, elevando su bienestar e indirectamente creando condiciones favorables a un
aumento de la disponibilidad de su fuerza de trabajo y de la eficiencia en su utilización.
Pero hay formas menos visibles pero igualmente importantes a través de las cuales el Estado y
las instituciones de la sociedad civil pueden actuar para facilitar el uso de los recursos propios del
hogar. Una de ellas es apoyando la conformación de contextos apropiados para el buen uso de
los recursos del hogar vía el fortalecimiento del capital social comunitario. Como se mencionó
anteriormente, buen parte de ese capital se traduce en eficiencia normativa, en expectativas
recíprocas que regulan y controlan la emergencia de conductas que ponen en riesgo la
convivencia civilizada. El resultado es confianza en el vecindario y sentimientos de seguridad con
respecto a la integridad física y a la propiedad. La desconfianza y la inseguridad, en cambio,
llevan por un lado, a congelar recursos de los hogares que podrían dedicarse al bienestar, como
cuando es necesario dejar a alguien para proteger la vivienda contra intrusos o acompañar a los
hijos a la escuela para evitarles situaciones de riesgo. Por otro lado, activan mecanismos
perversos de reproducción del clima de inseguridad a través de la deserción de los que cuentan
con los recursos para movilizarse a otros barrios o localidades. Progresivas deserciones vacían el
vecindario justamente de aquellos que han tenido más existo en su incorporación al sistema
global, lo que usualmente está asociado a una mayor capacidad de “voz”.
El ejemplo más claro de la segunda categoría de funciones es la provisión de oportunidades de
educación gratuita por el Estado, cuya eficacia depende de la utilidad que muestren los
correspondientes logros educativos para una incorporación plena a trabajos productivos. Pero
también podemos ubicar en esta categoría a los créditos a las micro y pequeñas empresas,
siempre que las formas de autoempleo para los que se conceden créditos permitan efectivamente
mejorar las condiciones de bienestar del hogar en e contexto económico en que estos operan. En
ambos casos estamos refiriéndonos a problemas de ajuste entre la estructura de oportunidades
que opera el Estado y las que operan en el mercado.
Si bien la posesión de ciertos activos puede ser determinante para la obtención de otros, las
estructuras de oportunidades más importantes para el acceso a activos son las que surgen de la
dinámica de funcionamiento del Estado, el mercado y la comunidad. Cada uno de estos órdenes
19
institucionales brindan oportunidades de acceso a los recursos que en cada lugar y momento
histórico se consideran necesarios para participar activamente en la vida de la sociedad.
6. La incidencia del capital social en la disminución de la vulnerabilidad social
6.1. Incidencia del capital social en las dimensiones de precariedad laboral y desprotección
social
La creación, el desarrollo y el mantenimiento de capital social están condicionados por la
existencia previa de diversos factores. En términos generales podemos identificar, a partir de lo
expuesto con anterioridad: la conformación de redes sociales y la existencia de relaciones
basadas en la confianza y en un principio de reciprocidad mutua. “En la literatura teórica aparecen
dos argumentos fuertes que retoman la centralidad de estos factores, pero definiéndolos en un
modo esencialmente contrapuesto. El primero es el de James Coleman, al que denominamos el
argumento de “la cercanía de las redes sociales,”, el segundo argumento, llamado de “las
conexiones puente,” es el elaborado por Ronald Burt. De acuerdo con el primer argumento, a
medida que el grado de interdependencia entre los individuos aumenta (a raíz del establecimiento
de relaciones de obligaciones y expectativas recíprocas) la densidad de las redes se incrementa
generando altos niveles de cohesión intragrupo, condición sine qua non para la creación de
capital social”.5 Esto es así porque sólo a partir la existencia de relaciones lo suficientemente
estrechas es posible el surgimiento de un sistema de normas y sanciones, el que influirá
positivamente en el desarrollo y la continuidad de
relaciones basadas en la confianza y
reciprocidad. La densidad y la estructura cerrada de las redes cumplen la función de controlar los
posibles comportamientos oportunistas y es en este sentido que incrementan el capital social del
grupo.
Burt se opone a esta argumentación con su teoría de los “agujeros estructurales” [structural holes]
y “las conexiones puente.” Desecha la importancia de la densidad de las redes y se enfoca en la
calidad de las mismas, midiéndose ésta en función de la posibilidad de acceso a información
referente a entornos lejanos e inaccesibles al individuo por sí solo. Burt concuerda con Coleman, y
por ende con Putnam, en que ciertas estructuras sociales (estructuras de oportunidades en
términos de Kaztman) son capaces de crear para ciertos individuos o grupos ventajas
competitivas a la hora de alcanzar sus propios intereses, y en que los individuos mejor conectados
son quienes disfrutan de mayores beneficios. (Burt, 2000).
5
Forni, Pablo; Siles, Marcelo y Barreiro, Lucrecia, “¿Qué es el Capital Social y cómo Analizarlo en contextos
de Exclusión Social y Pobreza? Estudios de Caso en Buenos Aires, Argentina”, Research Report No. 35,
Michigan State University, December 2004.
20
Para este autor el capital social tiene la función primordial de mediación en cuanto al acceso de
oportunidades retomando las formulaciones de Mark Granovetter acerca de la fortaleza de los
vínculos débiles. En este sentido el capital social se constituye en un medio importante en el
acceso a la estructura de oportunidades descripta por Kaztman, ya sea del Estado, el mercado o
la sociedad civil, para poder hacer uso de los recursos de esa estructura y lograr, de esa manera
mejorar las condiciones de vida los miembros de los hogares en condiciones de vulnerabilidad
social.
A partir de un estudio sobre movilidad ocupacional y los medios a través de los cuales los
trabajadores acceden a nuevos empleos, Granovetter logra captar la relevancia que tienen los
vínculos no primarios para la consecución de estos objetivos. El fundamento es que , “una idea
natural a priori es que aquellos con quienes se tiene vínculos fuertes están más motivados para
ayudar sobre información acerca de trabajo. Contrarios a esta gran motivación están los
argumentos estructurales que he estado realizando: aquellos con quienes estamos débilmente
vinculados son más propensos a moverse en círculos distintos al propio y, por tanto, tendrán
acceso a una información diferente a la que nosotros recibimos” (Granovetter, 1973).
Como mencionábamos anteriormente, desde el enfoque de vulnerabilidad social evidencias
provenientes de estudios sobre redes sugieren que los niveles de información y contactos mejoran
cuando los espacios de trabajo de los individuos tienen una composición más heterogénea
(número de niveles del escalafón, especialización, y complejidad de la jerarquía) y cuando es
mayor la antigüedad en el trabajo. En este sentido la heterogeneidad está directamente
relacionada con el tamaño del lugar de trabajo y está medido en número de empleados. Por otro
lado la antigüedad se evalúa en función de los números de años en el trabajo actual. Lo que pone
de relieve esta afirmación es que la heterogeneidad en el espacio de trabajo mejoran los niveles
de información y contactos, es decir se amplía más el propio círculo (en términos de Granovetter)
mejorando de esta manera las posibilidades de aprovechar mejor la estructura de oportunidades
vigente mediante las nuevas oportunidades laborales que puedan desprenderse de dicha
información y generación de contactos en un espacio laboral heterogéneo.
Burt observa que la estructura social de mercado se compone de diferentes grupos de individuos
que mantienen relaciones más o menos estrechas entre sí separándose estos grupos por lo que
denomina “agujeros estructurales.” Su existencia implica que los individuos pertenecientes a cada
grupo se focalizan en sus propias actividades sin tener en cuenta a los individuos que se
encuentran por fuera. Pero son aquellos individuos cuyas relaciones logran superar o atravesar
dichos agujeros quienes cuentan con una ventaja competitiva respecto del resto. Esto es así dado
que, las personas a cada lado del “agujero” circulan en diferentes flujos de información. El poder
atravesar
dichos
“agujeros”
constituye
una
oportunidad
de
vincularse
con
individuos
pertenecientes a otros grupos, quebrando la corriente de información y accediendo así a
21
información respecto de lo que ocurre en entornos distintos del propio, incrementando así sus
posibilidades de acción.
El autor denomina conexiones de puente a aquellas que logran conectar a los individuos con
grupos distintos al que pertenecen. Las conexiones que tienden puentes hacia otros grupos
constituyen una ventaja respecto de las posibilidades de acceso a información. Estos individuos
alcanzan un volumen mayor de información al relacionarse indirectamente con un mayor número
de personas, pero más importante aún es que la diversidad de los contactos garantiza, de algún
modo, que esa información no será redundante. Estos individuos también cuentan con una ventaja
de control, esto es, con la posibilidad de poner en contacto ciertas personas en pos de algún
interés personal. “De este modo, individuos en contacto con redes ricas en agujeros estructurales
son los individuos que saben acerca de, tienen una mano en y ejercitan control sobre, más
oportunidades gratificantes. Los comportamientos por los cuales desarrollan las oportunidades
son muchas y variadas, pero la oportunidad por sí misma es en todo momento definida por un
agujero en la estructura social. En
términos del argumento, las redes ricas en oportunidades empresariales de agujeros estructurales
son redes empresariales, y los emprendedores son gente experta en construir los puentes
interpersonales que atraviesan los agujeros estructurales” (Burt, 2000:07).
Desde esta perspectiva, un individuo que establece relaciones superando los agujeros
estructurales cuenta con un grado mayor de capital social, en tanto sus redes de relaciones le
otorgan un más amplio, fácil acceso a, y un mayor control sobre, la información, la que le otorga
mayores posibilidades de acción. De acuerdo con Burt, son estas relaciones (las que logran
vincular fuentes de información heterogéneas separadas por agujeros estructurales) y no las
relaciones cohesivas y entre agentes equivalentes, las que producen mejores resultados en
términos de capital social, ya que, estas últimas sólo pueden proporcionar información
redundante. La construcción de capital social no parte del establecimiento de vínculos estrechos,
sino de la capacidad de los actores para establecer diferentes relaciones fuera de su grupo de
pertenencia. (Forni y Siles, 2004) La argumentación anterior hace ver con claridad que el capital
social mejorar los niveles de vulnerabilidad social provocados por la desprotección social y
precariedad laboral producida por la segregación residencial. En efecto, como vimos cuando
presentamos el enfoque de vulnerabilidad social, uno de los obstáculos que presentan las
personas que viven en hogares vulnerables es el hecho de vivir en zonas homogéneas
socialmente, con escasa vinculación con otros estratos sociales. De hecho los fenómenos de
segregación residencial se asocian a la mayor o menor probabilidad de formación de espacios de
sociabilidad informal entre individuos de niveles socioeconómicos diferentes incidiendo en
comportamientos de riesgo de niños y jóvenes. Mientras que para los adultos se torna un factor
negativo en la inserción en el mercado de trabajo.
22
Es decir que para los estratos populares urbanos, la homogeneidad en la composición social de
sus vecindarios es un factor que tiende a empobrecer la capacidad comunitaria para generar el
tipo de capital social que facilita el logro de metas individuales o colectivas. El estudio de la
segregación residencial permite comprender cómo las desigualdades se plasman en el espacio
urbano mediante la relegación de los grupos más pobres a barrios con menor cobertura de bienes
y servicios y la autosegregación de los grupos más privilegiados de los barrios cerrados. Algunos
indicadores de segregación residencial son: ingreso per cápita de los hogares, nivel promedio de
educación y
estatus ocupacional del jefe. Estos tres aspectos permiten observar la
homogeneidad/heterogeneidad social en los barrios de las ciudades.
La pertenencia territorial a un barrio marginado incide directamente de manera negativa sobre la
oferta laboral bajo el denominado “efecto barrio”. Diferentes estudios prueban la existencia de una
clara incidencia entre el barrio /zona de procedencia y el acceso al mercado de trabajo formal.
Residir en áreas segregadas tiene efectos negativos que van más allá de la cartera de activos de
los hogares. Incide en logros educativos y laborales. La estigmatización sobre los trabajadores
provenientes de territorios marginados por parte de la demanda obedece a prejuicios sobre formas
de socialización en entornos “adversos” (violencia y delincuencia) que experimentaron estos
trabajadores. Por otra parte, la pertenencia a estos territorios repercute sobre los activos y
estructura de oportunidades de los trabajadores. Estos trabajadores poseen fuertes dificultades
para acceder al mercado formal (y de esa manera lograr la movilidad social ascendente). Más allá
del mencionado estigma y prejuicio que implica el vivir en estos territorios marginados6, el entorno
adverso de estos territorios genera también dificultades a estos trabajadores. El aislamiento y
segregación de estos territorios es una barrera para la obtención de información (en términos de
Burt), por ejemplo sobre posibles empleos, lo que hace que estos individuos no puedan alcanzar
un volumen importante de información al no poder relacionarse indirectamente con un mayor
número de personas, ni tampoco pueden tener diversidad en los contactos, lo que asegura que
esa información no sea redundante sino que pueda brindar mejoras en el acceso a la estructura
social (Burt, 2000:07).
La segregación residencial también conspira contra el sostenimiento regular del presentismo en el
trabajo (requisito característico de la mayoría de los empleos formales asalariados): elevadas
distancias con el lugar de trabajo, la falta de transporte y caminos, como los grandes índices de
adicciones y delincuencia que dificultan el transitar a determinadas horas dentro del barrio, la falta
de servicios y necesidades estructurales en la vivienda (con consecuencias sobre la salud de sus
habitantes) son algunos de los factores que inciden negativamente. En este sentido, los habitantes
de estos territorios marginados la única salida que encuentran es la de insertarse de manera
6
Para postular a los empleos los trabajadores suelen omitir y hasta mentir acerca de su verdadero barrio de residencia
para evitar el estigma.
23
inestable y precaria al mercado laboral con las consecuencias negativas ya mencionadas que esto
implica en términos de incidencia en el sostenimiento de la vulnerabilidad social.
Debido a que el capital social de los pobres suele estar concentrado geográficamente, los pobres
se muestran a menudo reacios a intentar siquiera aprovechar las nuevas oportunidades
económicas, porque ello les significaría perder las ventajas que les ofrece su red. Esta inmovilidad
de los pobres puede constituir un obstáculo importante para su desarrollo económico, puesto que
la globalización y otros ajustes del mercado a menudo exigen la reubicación y participación en
nuevas redes, y ambas cosas son difíciles para los pobres. (Robison y Siles, 2003)
La generación de capital social puede revertir esta situación considerando que un individuo que
establece relaciones superando los “agujeros estructurales” cuenta con un grado mayor de ese
capital, en tanto sus redes de relaciones le otorgan un más amplio, fácil acceso a, y un mayor
control sobre, la información, la que le otorga mayores posibilidades de acción. Desde luego que
esta construcción de “conexiones de puente” (Burt, 2000) para el acceso a la estructura de
oportunidades (Kaztman, 2006) fuera del área de residencia requiere de un conjunto de acciones
desde el Estado, el mercado y la sociedad civil. En este sentido la generación de capital social es
una herramienta importante para la generación de protección social y mejoras en la precariedad
laboral, ya que los obstáculos que poseen estos trabajadores para acceder al empleo (y
específicamente al empleo formal) y a la educación son producto de su territorio de origen. Es en
este sentido que coincidimos con Burt cuando afirma que la construcción de capital social no parte
del establecimiento de vínculos estrechos, sino de la capacidad de los actores para establecer
diferentes relaciones fuera de su grupo de pertenencia.
6.2. Incidencia del capital social en la generación de activos de los hogares
Si podemos demostrar que el capital social es capaz de generar activos en los hogares entonces
es capaz de disminuir los niveles de vulnerabilidad, ya que las dos dimensiones de la
vulnerabilidad (la precariedad laboral y la desprotección social) son producidas por la falta de
activos de los hogares. Por lo tanto si el capital social mejora la provisión de activos está
mejorando las capacidades de los hogares de hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad
social. Es decir que nuestra hipótesis es que el capital social contribuye a generar activos en los
hogares produciendo una disminución de la precariedad laboral y la desprotección social de los
mismos.
Si podemos concluir que el capital social produce activos en los hogares entonces deberemos
concluir que produce una disminución de las dos dimensiones de la vulnerabilidad social citadas
anteriormente, ya que según el enfoque de vulnerabilidad son esas dimensiones las que
desarrollan la vulnerabilidad en los hogares. La pregunta, por lo tanto es si el capital social genera
activos físicos y financieros, activos humanos y sociales propiamente dichos. Si podemos
24
demostrar este tipo de producción de activos entonces la correlación entre capital social y
reducción de la vulnerabilidad social será evidente.
Desde el punto de vista de la generación de activos físicos y financieros el capital social resuelve
satisfactoriamente algunos problemas que plantea el modelo “tradicional” o de la economía formal
o de mercado, en cuanto a la generación de dichos activos. De hecho el modelo tradicional
supone que las personas se especializan y realizan intercambios de acuerdo con sus
posibilidades de obtener un beneficio material y financiero. En cambio el enfoque del capital social
añade a esa premisa que “los términos y niveles del intercambio dependen no solamente del
deseo de una persona de obtener bienes y servicios materiales y activos productivos, sino
también del capital social de esa persona y de su necesidad de recibir bienes socioemocionales.
En el paradigma del capital social se reconoce que valoramos e intercambiamos bienes
socioemocionales, además de bienes y servicios materiales. En realidad, sostiene que los
intercambios casi siempre incluyen algún bien socioemocional. Es más, puesto que el intercambio
de bienes socioemocionales tiende a producirse con mayor frecuencia en relaciones ricas en
capital social, los términos y niveles del intercambio de bienes y servicios materiales suelen
favorecer y alentar la especialización y el intercambio entre quienes poseen capital social. Por lo
tanto, el capital social de una persona influye en la productividad de sus recursos materiales y de
otro tipo”.7 Esta cita de Robison y Siles deja pocas dudas sobre la evidente correlación entre
capital social y generación de activos físicos.
Siguiendo el razonamiento anterior, estos autores propone la hipótesis de que los miembros de
hogares vulnerables que suelen carecer de capital social dentro de redes ricas en recursos, con
frecuencia deben realizar sus intercambios en condiciones desventajosas. Además, muchas veces
no disponen de información sobre oportunidades de progreso, porque no tienen contactos de
aproximación con redes ricas en capital social. El paradigma del capital social sugiere que las
asignaciones de recursos están sujetas a la influencia del capital social, y que la producción de
activos materiales puede no ocurrir en forma óptima, ni siquiera en presencia de una distribución
predeterminada de los recursos y los derechos (por ejemplo, la contratación de familiares no
calificados puede estar motivada por la necesidad de preservar el capital social del contratante,
más que por el logro de la eficiencia económica). Es decir que la información y los contactos que
puedan tener las personas están íntimamente relacionados a la producción de activos de los
hogares, y siendo que es el capital social, en este caso “capital social de puente”, el que genera
ese tipo de información y contactos, debemos concluir que el capital social genera activos físicos
en los hogares, contribuyendo de esta manera en la disminución de las condiciones de
Robison, Lindon, Siles, Marcelo y Schmid, Allan, “El capital social y la reducción de la pobreza: hacia un
paradigma maduro” en Raúl Artia y Marcelo Siles (compiladores) Capital social y reducción de la pobreza en
América Latina y el Caribe: En búsqueda de un nuevo paradigma, CEPAL-MSU, Santiago de Chile, 2003
7
25
vulnerabilidad de los mismos. Ya que la hipótesis que hemos planteado al inicio de este trabajo es
que a mayor generación y aprovechamiento de activos menor es la vulnerabilidad.
Por otra parte el paradigma del capital social subraya que la distribución de los recursos no es
necesariamente un factor preestablecido, y que los cambios en dicha distribución están en gran
parte motivados por los cambios en la distribución del capital social. En efecto, “existe una
conexión entre la distribución del capital social y la del ingreso. Esa conexión es directa. La
distribución del capital social altera los términos y niveles del intercambio, y éstos a su vez influyen
en la distribución del ingreso. Por lo tanto, la distribución del capital social debe reflejarse en la
distribución del ingreso de los hogares. De esta deducción puede extraerse otra nueva conclusión:
que la distribución del ingreso de los hogares puede modificarse si se altera la distribución del
capital social”. 8 A medida que aumentan los contactos de intercambio de una persona, también lo
hacen sus ingresos (Fafchamps y Minten,1998).
En cuanto a la capacidad que tiene el capital social para la generación de activos financieros, los
estudios sobre este tema demuestra que el capital social también tiene consecuencias para el
comercio. Mientras que en el modelo tradicional, el dinero y el crédito permiten que todos los
intercambios se limiten a dos etapas. Se canjean bienes y servicios por dinero, y se usa el dinero
obtenido para adquirir otros objetos. En el paradigma del capital social, dicho capital y los bienes
socioemocionales pueden cumplir la función del dinero y el crédito. En algunos casos, pobres y
ricos logran una mayor eficiencia en sus intercambios al utilizar bienes socioemocionales e
inversiones en capital social. A continuación presento el ejemplo que proponen los autores citados
anteriormente, la cual ilustra este proceso: “Imaginemos por ejemplo que la persona A le hace un
favor a la persona B (por ej., la reparación de su automóvil), con la única expectativa de que, en
algún momento, B también hará algo por A. Sus expectativas o su confianza funcionan como el
crédito. O imaginemos cuánto más sencillo sería obtener ayuda de un amigo para terminar una
reparación, utilizando nuestro propio capital social, que tratar de llegar a un acuerdo financiero
cuando no existe un mercado establecido que permita asignar un valor a dicha ayuda. En esos
casos, el capital social es como el crédito y el dinero, y puede ser utilizado en múltiples
intercambios. Es más, debido a que es duradero, puede guardarse hasta el momento en que uno
lo necesite, aunque se requiere cierto grado de mantenimiento.9 Es decir que el capital social
genera activos financieros, y de esta manera contribuye a la reducción de las dimensiones de la
vulnerabilidad social.
En cuanto a la capacidad que tiene el capital social en le generación de activos de capital
humano, existen diferentes estudios que lo han demostrado, uno de los más importantes fue el
realizado por Coleman en 1990 el cual demostró que el nivel de educación alcanzado se
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relacionaba con el entorno de capital social de los estudiantes (Coleman, 1990) El concepto de
activo de capital humano es también utilizado por la literatura económica, en este sentido, ciertas
teorías económicas del crecimiento, lo utilizan para designar a un hipotético factor de producción
dependiente no sólo de la cantidad, sino también de la calidad del grado de formación y
productividad involucradas en un proceso productivo. A partir de ese uso inicialmente técnico, se
ha extendido para designar el conjunto de recursos humanos que posee una empresa o institución
económica. Igualmente se habla de modo informal de mejora en el capital humano cuando
aumenta el grado de destreza, experiencia o formación de las personas de dicha institución
económica. En las instituciones educativas se designa al conjunto de conocimientos, habilidades,
destrezas y talentos que posee una persona y la hacen apta para desarrollar actividades
específicas. En esencia, la idea básica es considerar a la educación y la formación como
inversiones que realizan individuos racionales, con el fin de incrementar su eficiencia productiva y
sus ingresos.
Partiendo de ese concepto es que se desarrolla una “Teoría del Capital Humano”. Haciendo uso
de microfundamentos, considera que el agente económico (individuo) en el momento que toma la
decisión de invertir o no en su educación (seguir estudiando o no) arbitra, entre los beneficios que
obtendrá en el futuro si sigue formándose y los costos de la inversión (por ejemplo, el costo de
oportunidad -salario que deja de percibir por estar estudiando- y los costos directos -gastos de
estudios) (Destinobles, 2001). Datos empíricos demuestran que transcurridos varios años de
empleo, existe una fuerte correlación entre el grado de estudios alcanzados por un trabajador y
sus ingresos. En este sentido, un menor capital humano conduce a un menor apercibimiento de
ingresos laborales. Lo dicho anteriormente demuestra que por los estudios de Coleman que
aseguran que un mayor grado de estudio se relaciona a entornos de capital social y como hemos
visto, mayores ingresos están relacionados con mayor nivel de educación, debemos concluir que
el capital social no solamente contribuye a generar mayores niveles educativos o de formación (o
de activos de capital humano) sino que mejora los niveles de ingresos de los hogares.
Hemos visto hasta aquí como los estudios que estamos considerando confirman que el capital
social genera activos físicos y financieros en los hogares. Veamos ahora si el capital social tiene
alguna influencia sobre la estructura de oportunidades existente de manera tal que las familias en
situación de vulnerabilidad puedan acceder mejor a dicha estructura. Esto es importante
considerarlo, ya que como hemos visto la vulnerabilidad social no solo es generada por sus
dimensiones: precariedad labora y desprotección social sino que lo que hace que las familias no
pueden superar dichas situaciones es la dificultad en transformar los recursos que poseen o
pudieran conseguir en activos, es decir los medios para acceder a la estructura de oportunidades
vigente. Hemos visto como la estructura de oportunidades está compuesta por el mercado, el
Estado y la sociedad civil, la pregunta que nos hacemos aquí es si el capital social tiene puede
influir positivamente en esta estructura de oportunidades vigente de modo de poder facilitar el
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acceso a las personas. Es el capital social, además de generar activos en los hogares tiene la
capacidad de modificar situaciones estructurales a nivel de mercado, de Estado y sociedad?
Para responder este interrogante observamos en primer lugar que el modelo tradicional reconoce
que en algunos casos los mercados no “prosperan”, y que ese fracaso impide el desarrollo
económico. El paradigma del capital social sugiere que las fallas del mercado a menudo se
relacionan con una ausencia de capital social, y a veces con relaciones hostiles que crean
condiciones desfavorables para el intercambio, debido a la existencia de valores afectivos
negativos. De hecho, las pruebas indican que entre grupos hostiles se producen pocos
intercambios. “En el paradigma del capital social se predice que, en ausencia de instituciones
formales y de una sociedad conectada en general entre sí, el capital social sustituirá a otras
formas de capital. En esos casos, el capital social de una persona no solamente proporciona
bienes socioemocionales, sino que además es el recurso que facilita el intercambio y la
supervivencia económica. Por supuesto, el capital social que se utiliza para la mayoría de los fines
económicos no resulta tan eficiente como el dinero, pero puede ser usado como un sustituto
parcial. La meta es y debe ser pasar de economías dependientes del capital social a economías
basadas en instituciones formales, respaldadas por valores afectivos. En efecto, cuando el
número de personas que integran las redes de intercambio supera el nivel hasta el cual es posible
mantener un capital social personalizado (como debe suceder en todas las economías
estructuradas y desarrolladas), es preciso establecer instituciones formales y darles apoyo.10 En
este sentido es que el capital social, por lo tanto no solo genera activos en los hogares sino que
constituye las condiciones favorables del mercado, de las instituciones del Estado y de la sociedad
civil para mejorar el acceso de las personas a dicha estructura de oportunidades.
Conclusiones y reflexiones finales
El propósito de este trabajo fue el de analizar la incidencia que tiene el capital social en la
reducción de la vulnerabilidad social. Y hemos visto que a medida que aumenta el capital social
aumentan los activos físicos, financieros y humanos, y este incremento de activos reduce la
vulnerabilidad de los hogares. Es decir hemos demostrado como el capital social es capaz de
generar activos y por lo tanto es capaz de disminuir los niveles de vulnerabilidad, ya que las dos
dimensiones de la vulnerabilidad (la precariedad laboral y la desprotección social) son producidas
por la falta de activos de los hogares. Por lo tanto el capital social al mejora la provisión de activos
está mejorando las capacidades de los hogares de hacer frente a las situaciones de vulnerabilidad
social. En este trabajo hemos comprobado que el capital social produce activos en los hogares,
por lo cual produce una disminución de las dos dimensiones de la vulnerabilidad social citadas
anteriormente.
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Como hemos visto el capital social genera activos físicos y financieros, activos humanos y
sociales propiamente dichos, y dado que a mayor generación y aprovechamiento de activos en los
hogares menor es el riesgo a la vulnerabilidad social, entonces concluimos que el capital social
incide en la reducción de la vulnerabilidad social.
Por lo tanto el desafío es incrementar el capital social y la conexión en red de los miembros de
hogares vulnerables? Es un doble desafío. En primer lugar, ¿cómo pueden los miembros de
hogares vulnerables aumentar su capital social de vinculación dentro de sus propios barrios y
comunidades? Y en segundo lugar, ¿cómo pueden los miembros de hogares vulnerables
incrementar su capital social de aproximación para conectarse con otros recursos que no sean
únicamente los disponibles en el ámbito local? Como hemos visto al analizar el problema de la
segregación residencial, este segundo desafío es difícil de lograr. En efecto, para ampliar las
redes de vinculación puede ser necesario, en algunos casos, obtener un apoyo político y social
que permita a las personas hacer progresos aun sin la ayuda de un capital social de aproximación.
El fenómeno de la vulnerabilidad social es sumamente complejo, como hemos analizado en estas
paginas, por lo cual no podemos concluir que los problemas que están vinculados a sus
dimensiones se pueden eliminar solamente a través del aumento de capital social de los hogares.
Si bien el capital social constituye una fuente importante de activos, es una de las diversas formas
de capital que resultan imprescindibles para superar las situaciones de vulnerabilidad social. Lo
importante es integrar el capital social como activo fundamental y movilizador de los activos
físicos, financieros y humanos.
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