Subsidio para la oraci n por los enfermos

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6.
Preces
He escuchado tu oración,
he visto tus lágrimas
Is 38, 5
Recuérdanos, Señor, que tenemos un corazón, que late vida,
acogida y amor. Enciende nuestros corazones en tu amor para que
quien sufre pobreza o enfermedad pueda sentirlo en su corazón,
desde el corazón de los que nos decimos sus hermanos.
o
Bendice, Señor, a los profesionales y voluntarios en el ámbito
sanitario. Haz brotar en nuestro corazón un manantial de agua clara
que nos cure, y así podamos ser “ojos para el ciego” y “pies para el
cojo”, y nuestra comunidad sea fuente de salud para todos.
o
Por los enfermos te pedimos la paz del corazón, para que consigan
tomar cada día la cruz del dolor, de la enfermedad y de la debilidad
humana.
o
Por todos nosotros para que comprendamos el valor del
acompañamiento, con frecuencia silencioso y gratuito, que se
detiene ante el otro cuantas veces sea necesario, sin juzgar y sin
miedo a ser juzgados.
o
… Se pueden añadir otras peticiones
7.
Padre Nuestro y Oración
Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como como Madre
nuestra por todos los enfermos y los que se ocupan de ellos.
Haz que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma
experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros
la verdadera sabiduría del corazón. (Papa Francisco)
8.
Canto
Febrero
Sabiduría del corazón es servir al hermano
s Es ta
La comunidad humana está rota por una escalada de
desigualdades. Se echa en falta un hogar en el que la estrechez de
miras y el egoísmo doméstico se estrellen definitivamente, y
descubrimos que la respiración común de todos no puede ser sino
Dios mismo, su propio corazón que nos acoge y nos perdona.
La sabiduría del corazón, como nos explica el Papa Francisco para
la Jornada del enfermo de este año, no es un conocimiento
abstracto, sino una actitud infundida por el Espíritu Santo en la
mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los
hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. La experiencia del
dolor, acogido en la fe, puede ser lugar privilegiado
de la transmisión de la gracia y fuente para reforzar
la sabiduría del corazón.
1. Canto
Danos, Señor, un corazón nuevo,
derrama en nosotros un espíritu nuevo.
Mi corazón tiene arritmia y no palpita bien
por tantos sentimientos secos que no son amor. Danos, Señor…
Llévame a tu agua, que mi corazón beba de TI
y riegue la vida de los enfermos y sus familias. Danos, Señor…
Madre de los creyentes
que siempre fuiste fiel,
danos tu confianza, danos tu fe.
Delegación de
Pastoral de la Salud
del Arzobispado de Madrid
Danos un corazón semejante al tuyo, compasivo, sincero, humilde,
para que aprendamos a tratar a los demás como Tú nos tratas a todos.
2.
Del Libro de Job, 29, 12-16
Yo libraba al pobre suplicante, al huérfano carente de ayuda;
recibía la gratitud del moribundo, devolvía la alegría a las viudas.
La justicia me cubría como un vestido, me arropaba lo mismo que
un manto, y el derecho me servía de turbante.
buenas amigas se puede superar mejor. Leo el evangelio escrito en
braille y ahora, tanto mi madre como yo, somos ya enfermas
misioneras” (Pilar, Madrid).
Yo era ojos para el ciego, era pies para los cojos, era padre de los
pobres, abogado de extranjeros.
3. Testimonio
“Soy telefonista. Un día, estando en mi trabajo, recibí una
llamada de mi padre de 92 años para decirme que mi madre, muy
deteriorada y con graves problemas neurológicos, se había caído a la
entrada de la parroquia y estaba con rotura de cadera y otros golpes.
No pudiendo operarla, la mandaron a casa y así vinieron una serie de
problemas aumentados a los que ya existían. Soy afiliada a la ONCE
por estar casi ciega, por múltiples desprendimientos de retina. Así
tenía que enfrentarme sola a todo. Estaba desesperada y no podía
encontrar ayuda en la fe, pues, a pesar de haber recibido una buena
educación en la religión católica, la había perdido. Me dirigí a la
parroquia de Santa Feliciana y hablé con el padre Antonio que me
atendió muy bien. Me mandó a unos ángeles de blanco, que gracias a
Dios han cambiado mi existencia. Son las religiosas Siervas de María
de la plaza de Chamberí. Con destreza y cariño evitaron que en la piel
macerada de mi madre aparecieran escaras y la trataron con tanto
mimo que consiguieron que volviera a hablar, pues no lo hacía desde
la caída. Incluso volvió a sonreír. Mi padre era muy reacio a dejarse
asear por unas monjitas, hasta que poco a poco se fue rindiendo ante
el cariño con que era tratado. Yo nunca hubiera podido imaginar que
pudieran existir personas así, que dediquen su tiempo con total
desinterés económico a hacer el bien a los demás, sin conocerlos de
nada. Yo empecé a quererlas y a dejarme querer por ellas. Las llamé
para mi madre, pero también mi padre y yo las necesitábamos. Me
maravillaban por la fuerza de su fe, el no aparentar nunca cansancio,
su constante alegría. Día a día iba calando en mi interior ese fluir de
agua pura y fresca de la fe. Pasé del egoísmo a la generosidad, de la
ceguera de mis ojos a la claridad de mi alma y de mi preocupación
excesiva brotó una gran confianza en la providencia de Dios. Hoy me
siento una mujer nueva. Quizá los problemas siguen ahí, pero ya no
estoy sola.
Mi padre falleció el 3 de marzo, a los seis meses de conocer a las
hermanas. Sentimos mucho, mi madre y yo, su ausencia, pero con tan
4.
Canto Tú me dijiste, Señor, que en mi camino
iré encontrando hambrientos de mi pan,
que habrá sedientos que vengan a mi fuente,
enfermos, tristes, de frío y soledad.
Tú me dijiste que sufres en el pobre,
que estás desnudo, no tienes ni verdad;
en el anciano que espera con espera
y en ese niño de hombre morirá.
Aquí me tienes, Señor, yo quiero amarte,
amando al pobre y a aquel que sufre más.
Tuyo es mi pan y el agua de mi fuente,
ven a mi casa y amor encontrarás.
5.
Oración en silencio
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o
o
o
¿Te has parado alguna vez a sentir el latido de tu corazón?
¿Dónde está tu corazón?
¿Cómo anda de dureza? ¿Tiene actitudes de prepotencia?
¿En qué lugar del corazón has puesto la esperanza y la
confianza?
o ¿Cómo puede tu comunidad ser fuente de salud para otros?
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Te regalo mis ojos para que con ellos puedas dar una mirada
nueva a este universo que puse a tu servicio.
Te regalo mi amor par que llene tu corazón de él y puedas
prodigarte a los demás.
Te regalo mi ternura para que con ella sirvas a los pequeños y a
los necesitados.
Te regalo mis pies para que te guíen por el camino de la verdad.
Te regalo mi alegría para que con ella contagies al mundo.
Te regalo mis fuerzas para que te sostengas en tu cansancio
cuando sirvas a los demás.
Jesús
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