La civilización griega

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La civilización griega
Los griegos constituyen uno de los fundamentos culturales de la civilización
occidental. Entre sus logros podemos señalar el desarrollo de la democracia
como sistema político, el aporte al pensamiento filosófico, científico, y sus
reflexiones y creaciones artísticas. ¿Quiénes fueron los griegos? Una
interesante respuesta la entrega el historiador M.I. Finley en su texto:
Los griegos de la antigüedad
“El pueblo de habla griega, emigrando hacia el sur, allá por los albores del
segundo milenio antes de Cristo, casi seguramente con anterioridad al año
1900, entró en la península que andando el tiempo habría de llamarse Grecia.
Fuese cual fuere el nivel de su cultura cuando sus gentes realizaron esta
entrada, lo cierto es que, a partir de entonces, contribuyeron a configurar la
técnicamente avanzada civilización del período de la Edad del Bronce, que se
suele denominar Micénico (1400-1200) y que tuvo sus centros principales en el
Peloponeso -la parte sur de la Grecia continental- en sitios como Micenas,
Argos y Pilos. El reciente desciframiento de su escritura silábica -conocida por
el nombre de “Lineal B”- ha puesto en claro que, al menos en los palacios, su
lengua era una forma arcaica del griego.
Los griegos nunca se llamaron a sí mismos, en su propio idioma, «griegos»;
esta denominación proviene del término con que los romanos los designaron:
graeci. En la época micénica (a juzgar por los monumentos hititas
contemporáneos) parece que eran conocidos por el nombre de aqueos, uno de
los varios nombres que se les da aún en los poemas homéricos, la más antigua
literatura griega que se ha conservado.
Durante el transcurso de la llamada Edad Oscura, o quizás al acabar ella, el
término “helenos” reemplazó constantemente a todos los demás, y ‘Hélade’
pasó a ser el nombre colectivo que se aplicaba al conjunto de los griegos. Hoy
en día, Hélade es el nombre de un país, como Francia o Italia. En cambio, en
la antigüedad, no había nada parecido a esto, nada a lo cual los helenos
pudiesen referirse como a “nuestro país”. Para ellos, la Hélade era
esencialmente una abstracción, igual que en la Edad Media, la cristiandad, o
“el mundo árabe” en nuestros tiempos, pues los griegos antiguos nunca
estuvieron todos unidos política y territorialmente.
La Hélade se extendió por un área enorme, que abarcaba, hacia el este, el
litoral del mar Negro, las zonas costeras del Asia Menor y las islas del mar
Egeo, la Grecia continental en el centro, y, hacia el oeste, la Italia del Sur y
la mayor parte de Sicilia, continuándose luego por las dos riberas del
Mediterráneo hasta Cirene, en Libia, y hasta Marsella y algunas localidades
costeras de España. A grandes rasgos, esta área venía a formar como una gran
elipse, cuyo eje mayor era la longitud del Mediterráneo, con el mar Negro
como prolongación; una elipse muy aplastada, puesto que la civilización
griega se desarrolló y floreció al borde del mar y no tierra adentro.
Todos aquellos griegos tan diseminados por lejanos confines tenían conciencia
de pertenecer a una cultura común: ‘siendo nosotros de la misma raza y de
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igual idioma, comunes los altares y los ritos de nuestros dioses, semejantes
nuestras costumbres’, decía Herodoto (VIII, 144).”
Esta civilización se desarrolló a lo largo de varios siglos y para conocer sus
distintos momentos se la ha dividido en períodos. Sus orígenes se remontan a
finales del tercer milenio a. de C., primer período que se denomina época
arcaica. El siglo V (conocido como el siglo de Pericles) y el IV a. de C., fueron
de máximo florecimiento y se conocen como las épocas clásica y helenística.
Desde el siglo VII a. de C., los griegos establecieron colonias a lo largo de una
extensa región del Mediterráneo, lo que les permitió entrar en contacto con
variadas culturas, hecho que enriqueció el helenismo como expresión cultural.
En este contexto de relaciones culturales, los griegos conquistaron Asia
Menor, donde entraron en contacto con los Persas, lo que les permitió
establecer un vínculo con el milenario Oriente, de donde extrajeron una serie
de elementos culturales importantes para su bagaje cultural. Hay que
mencionar que todo esto ocurrió gracias a las llamadas Guerras Médicas.
En el plano cultural, los griegos han hecho un gran aporte a la civilización
occidental. Para ellos, el hombre era “la medida de todas las cosas”, el
centro del Universo, y fue esta mirada antropocéntrica la que pasó a formar
parte de la cultura universal llamada “occidental”.
M.I. Finley, respecto de la filosofía griega escribe: “la religión griega tenía ya
una larga historia cuando se escribieron las obras en que hoy podemos leer las
primeras referencias a ella: la Ilíada, la Odisea y la Teogonía de Hesíodo. No
así la filosofía griega: la clase de indagaciones sobre la naturaleza del
universo iniciadas por los filósofos jonios de Mileto a comienzos del siglo VI
fue algo enteramente original. A partir de entonces, siguieron los griegos
dedicándose con ahínco a la filosofía hasta finales de la Antigüedad.
¿Qué es el mundo? ¿Qué es el hombre? Semejantes preguntas no eran nuevas,
pero antes las respuestas a ellas habían sido míticas. Leyendas que tenían a
menudo un carácter genealógico similar a éste.” (M.I. Finley. Los griegos de la
Antigüedad).
De esta manera, la filosofía griega, que buscó una explicación racional de las
cosas, reflexionó inicialmente acerca de las preguntas fundamentales del ser
humano, y sus respuestas complementaron las que se habían propuesto desde
las diversas explicaciones religiosas del mundo antiguo; sin duda alguna, esta
cultura significó un importante aporte al posterior desarrollo del pensamiento
occidental. Dentro de los filósofos griegos se destacan Heráclito y
Parménides, que estudiaron la naturaleza; Sócrates, que estudió al ser
humano; y Platón y Aristóteles, que estudiaron las formas del conocimiento,
entre muchas otras cosas.
Los griegos dejaron grandes nombres en todas las ramas del saber: Hipócrates
en la medicina; Heródoto, Tucídides y Jenofonte en la historia; Esquilo,
Sófocles y Eurípides en el teatro.
Pero uno de los más importantes aportes históricos del mundo griego fue, sin
duda, su experiencia política. Atenas, una de las ciudades más importantes de
la península helénica, implementó a lo largo de su historia una serie de
sistemas de gobierno que actuaron como antecedentes del sistema
democrático. Para ello, los griegos crearon en distintas épocas de su
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desarrollo una serie de instituciones que se fueron perfeccionando a lo largo
de su historia.
La primera forma de gobierno fue la monarquía, que se estableció en las
antiguas civilizaciones minoica y micénica y en las primeras polis de la
península griega. Este tipo de gobierno fue sustituido por otras formas:
primero la aristocracia, después la tiranía y por último la democracia.
En la Atenas del siglo VII a. de C. se instaló un gobierno aristocrático, en el
que el Concejo Real fue substituido por el Areópago. Esta institución
correspondía al órgano supremo de gobierno, formado por todos los que eran
y habían sido arcontes, que eran personas encargadas de las distintas tareas
del gobierno, todas ellas, pertenecientes a la aristocracia ateniense.
Sin embargo, en el siglo VI predominó la tiranía como forma de gobierno. Esta
fue la expresión de los deseos populares de librarse del poder de las
oligarquías, que los habían dominado durante décadas. Así, a finales del siglo
VI a. de C. se logró implementar la democracia en Atenas, gracias a la obra de
legisladores como Solón y gobernantes famosos como Clístenes y Pericles.
Las principales instituciones del gobierno ateniense eran:
La Asamblea o Ekklesía, en la que participaban y podían ejercer el derecho a
voto los ciudadanos varones mayores de 18 años. Este órgano de poder fue
uno de los más importantes de la democracia ateniense, sin embargo, las
mujeres, los extranjeros y los esclavos no podían participar en ella. Este
detalle ha llevado a diversos autores a definir a este sistema democrático
como eminentemente aristocrático, donde solo una minoría podía participar.
El Consejo de los Quinientos o Boulé, que ejecutaba las decisiones que
adoptaba la Ekklesia.
El Arcontado, órgano colegiado de gobierno (de varios integrantes), formado
por nueve arcontes. Los tres primeros se repartían las funciones que antes
correspondían a los reyes y correspondían al arconte rey, encargado de los
asuntos religiosos; el arconte polemarco, que dirigía los ejércitos; y el arconte
epónimo, que velaba por los derechos de las familias, además de dar su
nombre al año (por este motivo se denominaron “anárquicos” o “anarquías”
los años que no tuvieron arcontes epónimos). A partir de las reformas de
Solón, los arcontes no tenían que pertenecer necesariamente a la clase de los
aristócratas, pero sí tenían que ser elegidos entre los ciudadanos ricos.
El Areópago, ejercía las funciones judiciales, resolviendo los casos de especial
gravedad, como los homicidios; además, controlaba a los magistrados.
A partir de estas instituciones, cada una con una función específica, se
comienza a desarrollar, de alguna u otra manera, la idea de la independencia
de los poderes del Estado.
Es importante resaltar el carácter limitado de esta democracia, si se piensa
en que solo podían participar los hombres mayores de 18 años. Sin embargo, y
a pesar de aquello, los atenienses inauguran este tipo de gobierno
participativo que consideraba la discusión y el intercambio de ideas como
fundamento para sus relaciones políticas y sociales.
Con respecto a la participación ciudadana, es importante destacar que la
mujer tuvo en Atenas un importante rol en el espacio privado, no así en el
público, que se caracterizó por ser un área eminentemente masculina. Los
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hombres manejaban lo público, lo político y todo lo que se refería al poder de
la ciudad y a la discusión de asuntos de Estado.
A modo de síntesis sobre la organización social de Atenas se puede decir lo
siguiente:
En Atenas, y en la mayoría de las polis de la Hélade durante la época clásica,
los habitantes se dividían en Ciudadanos (los únicos que gozaban de todos los
derechos); Metecos o extranjeros, dedicados a actividades como la artesanía y
el comercio; y Esclavos, que eran quienes llevaban a cabo los trabajos más
pesados en la agricultura, la minería o en los hogares de los sectores más
pudientes de la ciudad.
Los niños y las mujeres se concentraron en los espacios privados y no
participaron de las decisiones de orden político.
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