Erich Fromm

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Erich Fromm
Erich Fromm nace en Frankfurt (Alemania) en 1900. Psicoanalista y pensador alemán célebre por aplicar
la teorÃ−a psicoanalÃ−tica a problemas sociales y culturales. Descendiente de familia judÃ−a. Tan sólo
tenÃ−a 14 años cuando estalló la I Guerra Mundial, quedando realmente impresionado por la naturaleza de
la conducta humana, siendo incapaz de comprender un acto tan irracional. Durante su etapa escolar, Fromm
estudiarÃ−a con gran interés a Freud y Marx, encontrando en éste primero una forma de comprender la
personalidad humana y las influencias sociopolÃ−ticas expuestas por Karl Marx. Cursó filosofÃ−a en la
Universidad de Heidelberg en 1922, y se especializó en psicoanálisis en la Universidad de Munich y en el
Instituto PsicoanalÃ−tico de BerlÃ−n, que fuera fundado por Freud. En 1925 comenzarÃ−a a ejercer como
psicoanalista, siendo posteriormente nombrado profesor de la universidad de su ciudad natal. Durante los
años 30 darÃ−a a conocer sus primeros trabajos sobre psicologÃ−a religiosa, trabando estrecho contacto
con pensadores de la Escuela de Frankfurt, tales como Marcuse, Adorno o Benjamin.
VisitarÃ−a Estados Unidos por vez primera en 1933, sin embargo, el ascenso de Hitler al poder le llevarÃ−a a
establecerse en ese paÃ−s, adquiriendo posteriormente la nacionalidad estadounidense. SerÃ−a profesor en
las universidades de Columbia, Michigan, New York y Yale, en el Bemmington College de Vermont y en el
Instituto Americano de Psicoanálisis. A menudo se verÃ−a envuelto en cuestiones socio-polÃ−ticas por las
que sentÃ−a un verdadero interés. En 1941 publicarÃ−a su ya célebre obra El miedo a la libertad, que le
dio realmente a conocer, siendo muy traducida y divulgada, donde trataba el movimiento nazi en lo que
algunos han venido a denominar como una interpretación "sociopsicoanalÃ−tica". En esta obra se
revelarÃ−a un alejamiento definitivo de Freud.
En 1949 se traslada a Cuernavaca (México), de cuya universidad serÃ−a profesor. Por entonces fue
desarrollando una teorÃ−a polÃ−tica acorde con sus ideas anteriores, que llamó "socialismo humanista
comunitario", cuya finalidad apuntarÃ−a a devolver al ser humano aquellas capacidades que no puede
desplegar por causa de la enajenación a que está sometido.
La sociedad sana (1955) y El arte de amar (1956) afianzarÃ−an su prestigio, sobre todo en ambientes
universitarios. En estos textos escribirÃ−a acerca de su teorÃ−a del "amor maduro" como ingrediente para
una realización individual que permitiera escapar a la enajenación producida por la sociedad de consumo o
la omnipotencia del propio Estado. Se empeñarÃ−a en armonizar el marxismo y el psicoanálisis, al mismo
tiempo que abrazarÃ−a en su pensamiento las aportaciones de Oriente, siendo fruto de esta reflexión su obra
Budismo zen y psicoanálisis. Otras obras serÃ−an El hombre para sÃ− mismo (1947), El lenguaje olvidado
(1951), La misión de Sigmund Freud (1956), Más allá de las cadenas de la ilusión (1962), ¿Tener o
ser? (1966) o La anatomÃ−a de la destructividad humana (1973).
En 1962 serÃ−a nombrado profesor de la Universidad de Nueva York. RecorrerÃ−a muchos paÃ−ses
dictando cursos. En 1980 fallecerÃ−a en Murallo (Suiza) el que se consideraba uno de los lÃ−deres y
principales exponentes del movimiento psicoanalÃ−tico de este siglo
Resumen por capÃ−tulos
1.-¿Es el amor un arte?
¿Es el amor un arte? ¿El amor es una sensación placentera? Este libro se basa en la primera premisa, pero
la mayorÃ−a de la gente cree en la segunda.
Todos están sedientos amor, pero nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. El problema del
amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar.
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Hay varios caminos para conseguir ser amado, uno de ellos, utilizado por los hombres, es tener éxito, ser
tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición. Otro, utilizado por las mujeres,
consiste en ser atractivas, por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Otras es tener modales agradables y
conversación interesante, ser útil, modesto, inofensivo.
La segunda premisa que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es que el problema
del amor es el de un objeto y no de una facultad. La gente cree que amar es sencillo y lo difÃ−cil encontrar
un objeto apropiado para amar.
En la era victoriana, el matrimonio se efectuaba por un convenio partiendo de la premisa de que el amor
surgirÃ−a después de concertado el matrimonio.
Hay otro rasgo caracterÃ−stico vinculado con ese factor. Toda nuestra cultura está basada en el deseo de
comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La felicidad del hombre moderno consiste en la
excitación de contemplar los escaparates de los negocios, y encontrar todo lo que pueda.
En la Primera Guerra Mundial una joven que bebÃ−a y fumaba, emprendedora y sexualmente provocadora,
resultaba atractiva; hoy en dÃ−a la moda exige más domesticidad y recato. Un hombre debÃ−a ser agresivo
y ambicioso, hoy tiene que ser sociable y tolerante, para resultar atractivo.
Dos personas se enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado,
dentro de los lÃ−mites impuestos por sus propios valores de intercambio.
El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre
la experiencia inicial de enamorarse y la situación permanente de estar enamorado, o mejor dicho
permanecer enamorado. No hay nada más fácil que amar sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor.
El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la
teorÃ−a; la otra, el dominio de la práctica.
¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que puede proporcionarnos dinero
o prestigio, y que el amor, que <<sólo>> beneficia al alma, pero no proporciona ventajas en el sentido
moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energÃ−as?
2.- La TeorÃ−a del Amor
1. EL AMOR, LA RESPUESTA AL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA HUMANA
Cualquier teorÃ−a del amor debe comenzar con una teorÃ−a del hombre, la existencia humana. El hombre
sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonÃ−a humana en
reemplazo de la prehumana que está irremediablemente perdida.
El hombre nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir contra su voluntad, de que morirá antes que los
que ama, o éstos antes que él, la conciencia de soledad hace de su existencia separada u desunida una
insoportable prisión.
La vivencia de la separatidad provoca angustia. Estar separado significa estar aislado, sin posibilidad alguna
para utilizar sus poderes humanos. Por otra parte, produce vergüenza y un sentimiento de culpa. El relato de
Adán y Eva expresa esa experiencia de culpa y vergüenza. Después de haber comido Adán y Eva del
fruto del <<árbol del conocimiento del bien y del mal>>, después de su nacimiento como seres humanos,
vieron que estaban desnudos y tuvieron vergüenza. Después de que hombre u mujer se hicieron
concientes de sÃ− mismos y del otro, tuvieron conciencia de su separatidad, y de la diferencia entre ambos, en
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la medida en que pertenecÃ−an a sexos distintos. Pero aún siguen siendo desconocidos porque aún no han
aprendido a amarse. La conciencia de la separación humana, sin la reunión por el amor, es la fuente de la
vergüenza. Es, al mismo tiempo, la fuente de la culpa y la angustia.
El hombre necesita superar su separatidad, el fracaso de tal finalidad significa la locura. Una forma de
alcanzar tal objetivo consiste en diversas clases de estados orgiásticos. à stos pueden tenerla forma de un
trance autoinducido, a veces, con la ayuda de drogas. Muchos rituales de tribus primitivas ofrecen un vÃ−vido
cuadro de ese tipo de solución. En un estado transitorio de exaltación, el mundo exterior desaparece, y con
él el sentimiento de separatidad con respecto al mismo. Tales rituales se practican en común. En estrecha
relación con la solución orgiástica, y frecuentemente unida a ella, está la experiencia sexual. Después
de la experiencia orgiástica, sin sufrir demasiado a causa de su separatidad. Lentamente, la tensión de la
angustia comienza a aumentar, y disminuye otra vez por medio de la repetición ritual.
En una cultura no orgiástica, el alcohol y las drogas son los medios a su disposición. Los que participan en
la solución socialmente aceptada, tales individuos experimentan sentimientos de culpa y remordimiento.
Tratan de escapar de la separatidad refugiándose en el alcohol y las drogas; pero cuando la experiencia
orgiástica concluye, se sienten más separados aún, y ello impulsa a recurrir con frecuencia e intensidad
crecientes. La solución orgiástica sexual, en cierta medida, constituye una forma natural y normal de
superar la separatidad. Pero en muchos individuos que no pueden aliviar de otras maneras el estado de
separación, la búsqueda del orgasmo sexual asume un carácter que lo asemeja bastante al alcoholismo o la
afición a las drogas. Se convierte en una desesperado intento de escapar a la angustia que engendra la
separatidad y provoca una sensación cada vez mayor de separación, puesto que el acto sexual sin amor
nunca elimina el abismo que existe entre dos seres humanos.
Todas las formas de unión orgiástica tienen tres caracterÃ−sticas: son intensas, incluso violentas; ocurren
en la personalidad total, mente y cuerpo; son transitorias y periódicas.
Con el desarrollo creciente de la cultura una unión en la que el ser individual desaparece en gran medida, y
cuya finalidad es la pertenencia al rebaño. Si soy como todos los demás, si no tengo sentimientos o
pensamientos que me hagan diferente, si me adapto en las costumbres, las ropas, las ideas, estoy salvado. Los
sistemas dictatoriales utilizan amenazas y el terror para inducir esta conformidad.
En un contexto religioso, igualdad significó que todos somos hijos de Dios, que todos deben respetarse las
diferencias entre individuos, que es cierto que todos somos uno.
Denotaba Kant, que ningún hombre debe ser un medio para que otro realice sus fines. Los pensadores
socialistas de diversas escuelas definieron la igualdad como la abolición de la explotación.
En la sociedad capitalista contemporánea, el termino igualdad se ha transformado. Se entiende la igualdad de
los autómatas, de hombres que han perdido su individualidad. Hoy en dÃ−a, igualdad significa
<<identidad>> antes que <<unidad>>.
Las mujeres son iguales porque ya no son diferentes. La proposición de la filosofÃ−a del iluminismo, el
alma no tiene sexo, se ha convertido en práctica general. La polaridad de los sexos está desapareciendo, y
con ella el amor erótico, que se basa en dicha polaridad.
La frecuencia del alcoholismo, la afición a las drogas, la sexualidad compulsiva y el suicidio constituyen los
sÃ−ntomas de ese fracaso relativo de la conformidad tipo rebaño.
Desde el nacimiento hasta la muerte, de lunes a lunes, de la mañana a la noche: todas las actividades están
rutinizadas y prefabricadas. ¿Cómo puede un hombre preso en esa red de actividades rutinarias recordar
que es un hombre, individuo único?
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Una tercera manera de lograr la unión reside en la actividad creadora, la persona que crea se une con su
material, que representa el mundo exterior a él. En todos los tipos de trabajo creador el individuo y su
objeto se vuelven uno. Esto sólo es válido para el trabajo productivo.
Sin amor, la humanidad no podrÃ−a existir un dÃ−a más.
La unión simbiótica tiene su patrón biológico en la relación entre la madre embarazada y el feto. Son
dos, y sin embargo, uno solo.
La forma pasiva de esa unión es el masoquismo. La persona masoquista escapa del intolerable sentimiento
de aislamiento y separatidad convirtiéndose en una parte de otra persona que la dirige. Esa persona no tiene
que tomar decisiones, ni correr riesgos: nunca está sola, pero no es independiente. La relación masoquista
puede estar mezclada con deseo fÃ−sico, sexual; en tal caso, se trata de una sumisión de la que no sólo
participa la mente, sino también todo el cuerpo.
La forma activa de la fusión simbiótica es la dominación, el sadismo. La persona sádica quiere escapa de
su soledad u de su sensación de estar aprisionada haciendo de otro individuo una parte de sÃ− misma. La
persona sádica es tan dependiente de la sumisa como ésta de aquélla.
El amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. En
el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.
El amor es una actividad. Puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es
fundamentalmente dar, no recibir.
¿Qué es dar? El malentendido más común consiste en suponer que dar significa renunciar a algo,
privarse de algo, sacrificarse. El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir;
para él, dar sin recibir significa una estafa. La gente cuya orientación fundamental no es productiva, vive
el dar como un empobrecimiento.
Para el carácter productivo constituye la más alta expresión de potencia, En el acto mismo de dar,
experimento mi fuerza, vitalidad y potencia exaltadas me llena de dicha. Dar produce más felicidad que
recibir.
En la esfera de las cosas materiales, dar significa ser rico. No es rico el que tiene mucho, sino el que da
mucho.
Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo
especÃ−ficamente humano. La persona da de sÃ− misma, de lo más preciosos que tiene, de su propia vida.
El amor es un poder que produce amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor. Marx
<<Supongamos al hombre como hombre, y su relación con el mundo en su aspecto humano, y podremos
intercambiar amor sólo por amor, confianza por confianza, etc. Si se quiere disfrutar del arte, se debe poseer
una formación artÃ−stica; si se desea tener influencia sobre la otra gente, se deber ser capaz de ejercer una
influencia estimulante. >> Si amamos sin producir amor, si nuestro amor como tal no produce amor, no nos
convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente.
El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Se ama aquellos por lo que
se trabaja, y se trabaja por lo que se ama.
El cuidado y la preocupación implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en dÃ−a se suele
usar ese término para denotar un deber. Pero en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario,
constituye mi respuesta a las necesidades expresadas o no, de otro ser humano. Significa estar listo y
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dispuesto a responder.
La responsabilidad podrÃ−a degenerar fácilmente en dominación y posesividad, si no fuera por un tercer
componente del amor, el respeto. (Respicere = mirar), la capacidad de ver una persona tal cual es tener
conciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se
desarrolle tal como es. El respeto sólo es posible si yo he alcanzado independencia.
El grado más intenso de ese intento de conocer consiste en los extremos del sadismo, el deseo y la habilidad
de hacer sufrir a un ser humano, de obligarlo a traicionar su secreto en su sufrimiento. La crueldad misma
está motivada por algo más profundo: el deseo de conocer el secreto de las cosas y de la vida.
Otro camino es el amor. Es la penetración activa en la otra persona, en la que la unión satisface a mi deseo
de conocer. En el acto de fusión, te conozco, me conozco a mÃ− mismo conozco a todos. El sadismo está
motivado por el deseo de conocer el secreto, y, sin embargo, permanezco tan ignorante como antes. El amor
es la única forma de conocimiento que satisface mi búsqueda.
El problema de conocer al hombre es paralelo al problema religioso de conocer a Dios. En la teologÃ−a
occidental convencional se intenta conocer a Dios por medio de pensamiento, de afirmaciones acerca de Dios.
La experiencia de la unión, con el hombre, o, desde un punto de vista religioso, con Dios, no es en modo
alguno irracional. Es la consecuencia más audaz y radical. Es el conocimiento de que nunca captaremos el
secreto del hombre y del universo, pero que podemos conocerlos en el acto de amar.
Surge otra unión más especÃ−fica y de orden biológico: el deseo de unión entre los polos masculino y
femenino. La idea está expresada en el mito que, originariamente, el hombre y la mujer fueron uno, que los
dividieron por la mitad y que, desde entonces, cada hombre busca su parte femenina de sÃ− mismo que ha
perdido, para unirse nuevamente a ella. La misma idea donde Eva es hecha de una costilla de Adán. La
polarización sexual lleva al hombre a buscar la unión con el otro sexo.
El deseo sexual es una manifestación de la necesidad de amor y de unión.
Freud dice que << La finalidad del deseo sexual es la eliminación de esa tensión; la satisfacción sexual
consiste en tal eliminación>>
En realidad, en lo que al concepto de sexualidad se refiere, la masturbación serÃ−a la satisfacción sexual
ideal. Lo que Freud paradójicamente no tiene en cuenta es el aspecto psicobiológico de la sexualidad, la
polaridad masculino-femenina, y el deseo de resolver la polaridad por medio de la unión.
Según Freud, el resultado es el Don Juan, que necesita demostrar sus proezas masculinas en el terreno
sexual, porque está inseguro de su masculinidad en un sentido caracterológico.
El amor entre padres e hijos.
Al nacer, el infante sentirÃ−a miedo de morir si un gracioso destino no lo protegiera de cualquier conciencia
de la angustia implÃ−cita en la separación de la madre y de la existencia intrauterina. La madre es calor, es
alimento, la madre es el estado eufórico de satisfacción y seguridad.
Cuando el niño crece y se desarrolla, aprende a percibir muchas otras cosas como diferentes, como
poseedoras de una existencia propia, empieza a darles nombres.
El amor de la madre es incondicional. Los niños entre los ocho y medio y a los diez años aún no aman. A
esa altura aparece en el cuadro un nuevo factor: un nuevo sentimiento de producir amor por medio de la
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propia actividad. Por primera vez, el niño piensa en dar algo a sus padres. Las necesidades de la otra
persona son tan importantes como las propias, amar es aún más importante que ser amado.
DÃ−a a dÃ−a el niño se hace más independiente, y la figura del padre se hace cada vez más importante.
El padre tiene escasa relación con el niño durante los primeros años de su vida, significa el otro polo de
la existencia humana; el mundo del pensamiento, de las cosas hechas por el hombre, de la ley y el orden, de la
disciplina, los viajes y la aventura. El padre es el que enseña al niño, el que le muestra el camino hacia el
mundo. El amor paterno es condicional. El amor paterno se debe ganar y se puede perder si uno no hace lo
que de uno se espera. Es posible hacer algo por conseguirlo; su amor no está fuera de mi control. Después
de los seis años, el niño comienza a necesitar el amor del padre, su autoridad y su guÃ−a.
Los objetos amorosos
El amor es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con
el mundo como totalidad, no como un objeto amoroso.
Si amo realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo la vida.
Amor fraternal
Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier
otro ser humano, el deseo de promover su vida.
Amor erótico
Es el anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona, es exclusivo y no universal, es
también, quizá, la forma de amor más engañosa que existe. Se lo confunde fácilmente con la
experiencia explosiva de enamorarse.
El deseo sexual puede ser estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o de ser
conquistado, por la vanidad, por el deseo de herir y aun de destruir, tanto como el amor. La mayorÃ−a de la
gente une el deseo sexual a la idea del amor, con facilidad incurre en el error de creer que se ama cuando se
desea fÃ−sicamente. La atracción sexual crea, por un momento, la ilusión de la unión, pero sin amor, tal
unión deja a los desconocidos tan separados como antes.
Se supone que el amor es el resultado de una reacción espontánea y emocional, de la súbita aparición de
un sentimiento irresistible. Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso, es una decisión, es un
juicio, es una promesa.
El amor es exclusivamente un acto de la voluntad y un compromiso, y de que, por lo tanto, en esencia no
importa demasiado quiénes con las dos personas,
Amor a sÃ− mismo
Se supone que en la medida en que me amo a mÃ− mismo, no amo a los demás, pero es falso que el amor a
sÃ− mismo es lo mismo que egoÃ−smo. El amor a sÃ− mismo está inseparablemente ligado al amor a
cualquier otro ser. Todo individuo capaz de amar a los demás se encontrará una actitud de amor a sÃ−
mismo.
Mi propia persona debe ser un objeto de mi amor igual que lo es otra persona. Si un individuo es capaz de
amar productivamente, también se ama a sÃ− mismo. La persona egoÃ−sta sólo se interesa por sÃ−
misma, desea todo para sÃ− misma, sino siente únicamente en tomar. El egoÃ−smo y el amor a sÃ− mismo,
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lejos de ser idénticos, son realmente opuestos. El individuo egoÃ−sta no se ama demasiado, en realidad, se
odia.
Amor a Dios
El amor a Dios tiene tantos aspectos y cualidades distintos como el amor al hombre. En todas las religiones
Dios representa el valor supremo, el bien más deseable.
3.-El amor y su desintegración en la sociedd occidental contemporánea.
El amor en la cultura occidental contemporánea, entendemos que se trata de preguntar si la estructura social
de la civilización occidental y el espÃ−ritu que de ella resulta llevan al desarrollo del amor.
Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en las que cada uno basa su
seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en no diferir en el pensamiento, el sentimiento o la acción.
Pero todos permanecen tremendamente solos.
Los autómatas no pueden amar, pueden intercambiar su <<bagaje de personalidad >> y confiar en que la
transacción sea equitativa.
En el amor se encuentra un remedio para la soledad. Se establece una alianza de dos contra el mundo, y se
confunde el egoÃ−smo à deux con amor e intimidad.
En los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial surge un concepto del amor en el que la mutua
satisfacción sexual se suponÃ−a la base de las relaciones amorosas satisfactorias, y, especialmente, de un
matrimonio feliz. Se partÃ−a del principio de que el amor es el hijo del placer sexual, y que dos personas se
amarÃ−an si aprenden a satisfacerse recÃ−procamente en el aspecto sexual. Se desconocÃ−a totalmente el
hecho de que la verdad es precisamente lo contrario.
El amor no es el resultado de la satisfacción sexual adecuada; por el contrario, la felicidad sexual es el
resultado del amor. Para Freud, la experiencia del amor fraterno es un producto del amor sexual, pero en el
cual es instinto sexual se transforma en un impulso con finalidad inhibida.
Para él no existe diferencia entre el amor irracional y el amor como una expresión de la personalidad
madura. El amor como satisfacción sexual recÃ−proca, y el amor como trabajo en equipo y como un refugio
de la soledad, constituyen las dos formas normales de la desintegración del amor en la sociedad occidental
contemporánea.
El amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sÃ− desde el centro de sus existencias, por
lo tanto, cuando cada una de ellas se experimenta a sÃ− misma desde el centro de su existencia.
4.-La práctica del amor
Nos enfrentamos ahora con un problema mucho más difÃ−cil, el de la práctica del arte de amar. ¿Se
puede aprender algo acerca de la práctica de un arte, excepto practicándolo?
Amar es una experiencia personal que sólo podemos tener por y para nosotros mismos, prácticamente ni
existe nadie que haya tenido esa experiencia, por lo menos en una forma rudimentaria, cuando niño,
adolescente o adulto. Los pasos hacia la meta sólo puede darlos uno mismo.
En primer lugar, la práctica de un arte requiere disciplina. Nunca haré nada bien si no lo hago de una
manera disciplinada.
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En segundo lugar, la concentración es condición indispensable para el dominio de un arte. Nuestra cultura
lleva a una forma de vida difusa y desconcertada, que casi no registra paralelos. Se hacen muchas cosas a la
vez: se lee, se escucha la radio, se habla. se fuma, se bebe...
Un tercer factor es la paciencia. Repetimos que quien haya tratado alguna vez de dominar un arte sabe que la
paciencia es necesaria para lograr cualquier cosa. Todo nuestro sistema industrial alienta precisamente lo
contrario: la rapidez.
Finalmente, otra condición para aprender cualquier arte es tener una preocupación suprema por el dominio
del arte, Si el arte no es alfo se suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará.
No se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta. Se debe aprender un gran número
de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con él, antes de comenzar con el arte
mismo.
Hay que aprender a concentrarse en todo lo que uno hace, sea escuchar música, leer un libro... En ese
momento, la actividad debe ser lo único que cuenta. Cualquier actividad, realizada en forma concentrada,
tiene un efecto estimulante. Estar concentrado significa vivir plenamente en el presente.
En épocas anteriores de nuestra cultura el hombre más valorado era el que poseÃ−a cualidades
espirituales sobresalientes.
La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcicismo. Puesto que el
amor depende de la ausencia relativa del narcicismo, requiere el desarrollo de humildad, objetividad y razón.
Toda la vida debe estar dedicada a esa finalidad.
Opinión personal
El libro comenta aspectos muy interesantes sobre el amor, como los hombres y las mujeres percibimos el arte
de amar. Y a su vez nos lleva, indirectamente, al camino correcto como se debe amar. Aunque el autor diga
que el no puede decir como se practica el arte, que es cosa de la experiencia personal, de cada persona, nos
explica como debemos amar. Esta enseñanza la consigue dando muchas definiciones sobre el amor y sobre
todo que implica el amor. Y creo que, realmente, es efectivo, el autor consigue con este libro su propósito,
enseñar el arte de amar.
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