Daniel Cao Labora 1º Bach. A ¿ Cómo puedo establecer si hay en el mundo otras mentes semejantes a la mía? Introducción: Considero que lo primero que se debe hacer para responder a la pregunta es entender qué es la mente y su funcionamiento. Para ello nos preguntaremos ¿Qué es la mente? Después de conocer la mente, habría que plantearse en qué aspectos se busca la semejanza entre la mente propia y la de los demás ¿En que aspectos son la mente propia y la ajena semejantes? Conocidos estos aspectos que se deben tener en cuenta intentaré contestar a si ¿Hay mentes semejantes a la mía? Esto da pie a la respuesta de la pregunta inicial. Si creo en la existencia de mentes semejantes ¿Cómo puedo establecer si esto es así? Desarrollo: “Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.” ARIstóteles Partamos pues, ¿Qué es la mente? La mente es un mecanismo que almacena información, pero no se limita a llenarse como si de un bidón se tratase. Además de almacenar cierta información y conocimientos, la mente es capaz de aplicar las cosas que conoce cuando se ve ante una situación que nunca ha afrontado o una situación anómala para intentar salir airoso del problema. La mente está construida sobre el razonamiento, de modo que es posible la obtención de nuevos conocimientos a partir de unos antiguos o también puede usarse para eliminar o mejorar ciertos saberes que consideramos erróneos o incompletos. La mente usada junto a la razón es una excelente forma de conocimiento, pero la mente es más que eso. La mente es capaz de imaginar o de crear situaciones ficticias, lo que desemboca en ciertas ventajas e innumerables problemas. Como ya apuntó Descartes en el siglo diecisiete, el principal problema surge cuando se intenta diferenciar el estado del sueño con la vigilia (estar despierto). Lo particular del sueño se basa en que creemos, de una manera ficticia, que estamos despiertos cuando esto no es así. Esto provoca que nuestro cuerpo actúe como si estuviera despierto (variación de pulso según la situación, sudor,...). Esto, junto a otros fenómenos engañosos, provocó en Descartes una duda metódica que le lleva a desconfiar de todo. En un universo de dudas, Descartes buscará una verdad que acabará hallando en la frase “Pienso, luego existo”. Por otra parte se puede considerar a la mente como el puente entre los llamados sentidos internos y externos. Cuando hablamos de sentidos externos nos referimos a la lista de sentidos que nos relacionan directamente con el exterior. En origen, eran seis sentidos y existen expertos que siguen considerando la existencia de solo seis sentidos, mientras que otros defienden que hay nueve sentidos externos y otros que afirman que son cuatro o cinco. Estos cuatro sentidos son: Oído, olfato, gusto, vista. Después se le añadieron el tacto y el equilibrio. Finalmente, hubo persona que dividieron el tacto en el tacto puro y duro, el tacto térmico (termocepción) y el dolor (nocicepción). A su vez, se añadió el sentido de dominio corporal (propiocepción). Sean los sentidos que fueren, vemos que ante toda la información que nos envían los sentidos; la mente siempre tiene un papel que la posibilita a utilizar el cuerpo para producir un cambio. La mente procesa lo que los sentidos externos le envían y lo conjuga con los sentidos internos, la memoria y en casos más particulares la imaginación. Por ejemplo, si hace calor la mente lo procesa; recuerda que el radiador da calor, y “sugiere” apagar el radiador. Otro ejemplo sería, ver por tu televisor de marca x una tele de igual marca anunciada por el Corte Inglés; tu apagas el televisor con el mando y te imaginas apagando y encendiendo televisores de igual marca en el Corte Inglés. Lo que trato de destacar, es de la importancia de la mente como mecanismo puente entre el adentro y el afuera. Quizás en estos aspectos la mente parece algo más fisiológico de lo que realmente es, pero desempeña aparte de funciones puramente intelectuales, racionales o sensoriales; funciones emotivas. Tales funciones son el cariño, el amor, la amistad, el rencor,.. Por lo tanto la mente, es un mecanismo realizador de funciones y procesos que pueden ser divididos en conscientes y no conscientes. Además estas funciones son de los aspectos más variados y se relacionan con las emociones, el razonamiento, los sentidos,... Tras tener claro lo que es la mente, lo cual nos ha llevado a desviarnos un poco de la pregunta original, me veo capacitado a pasar al siguiente paso ¿En qué aspectos dos mentes han de parecerse para considerarse semejantes? Obviamente ciertos aspectos de la mente difieren entre las personas, el caso más significativo son las emociones. Esto se ve claramente en las frases “x me cae bien, x me cae mal”. Rememorando la disputa entre la razón y la iluminación, recuerdo que una de las oposiciones era que la iluminación se daba en los elegidos que eran los únicos capacitados para alcanzar la verdad, mientras que la razón la poseían todos los seres humanos y podía ser usada por cualquiera como escalera o intento de escalera hacia la verdad. Vemos que la palabra “semejante” se refiere en parte, en este caso a la razón. También se refiere a la presencia de emociones, las cuales no tienen porque coincidir entre las personas. Sin embargo, las personas tienen algo en común, siempre tienen una emoción o precisando más; siempre presentan un estado (afectivo, de ánimo,...) frente a algo (odio, repugnancia, cariño, o incluso indiferencia). Realmente la expresión “Me da igual” nos convence de que quien habla tiene una predilección, aunque esta predilección en considerar todas las opciones igualmente preferidas. Por consiguiente, la semejanza también implica al campo de las emociones. Con los sentidos también ocurre igual, podemos presuponer (comprobándolo más tarde que también debiera de ser un motivo de semejanza). Tras esto expuesto, no parece descabellado pensar que la semejanza entre las mente es a la vez la nada y el todo. La semejanza en nada son las convicciones, creencias, opiniones, emociones y cualquier otra cosa de la que se pueda llenar la mente. En este aspecto podemos ver que hay gente que llena su mente de manera distinta a los otros, y posiblemente no existan dos personas en el mundo que piensen igual. Esta es la función bidón de la mente, si es que a este contenido de prejuicios, convicciones, etc. se le puede llamar mente. Como dijo Plutarco “La mente no es un vaso por llenar sino una lámpara por encender.” Esto nos lleva a la semejanza del todo. La mente como mecanismo es igual para todos (todos sentimos, razonamos,..,), si presuponemos esto; lo único necesario para apoyar esta hipótesis son argumentos. Esto da pie a la respuesta de la pregunta ¿Cómo puedo establecer si hay en el mundo otras mentes semejantes a la mía? Para ello vamos a suponer que no las hubiera. A esta postura de suponer que la única mente auténtica es la propia y creerse el único yo se la denomina solipsismo. En cierto modo, la postura es bastante similar a la que adoptan los niños pequeños cuando creen que son el centro del mundo. El solipsismo es una evolución de dicha postura elevada al campo de la mente. Como se cita en el libro de Savater, un argumento solipsista es “¿Cómo puedo saber si los demás tienen una mente similar a la mía si por definición, mi mente es a lo que sólo yo tengo acceso directo?”. El anterior “argumento” parece una frase objetiva más que un argumento de certificación de la existencia del solipsismo. Digo esto porque es cierto que no se puede acceder al contenido de la mente de los demás, pero si se puede probar su existencia y además si una cosa que no se pueda probar puede ser verdadera (por ejemplo el último problema de Fermat, que tardó tres siglos en demostrarse). Ahora hay que intentar probar la existencia de la mente ajena. Como también se cita en el libro, un gran argumento antisolipsista lo dio Wittgenstein, quien afirmó que el lenguaje existe para hablar de el significado de las cosas. La prueba de ello es que todos los lenguajes son públicos y ya existen palabras como mente, razón, sentimiento que expresan realidades que han tenido que existir para ser nombradas. Como nunca ha existido en la realidad, ni en la ficción un ser que viva bajo el mar, y se alimente de piedras y vacas locas submarinas; nunca ha habido la necesidad de crear un vocablo para designar tal criatura. Por lo tanto el lenguaje es una prueba de que existe la mente en otras personas. El lenguaje nos brinda también la prueba mediante el yo y el tú. Yo soy el yo, y tú eres el tú; pero para ti tú eres el yo, y yo soy el tú. Si la otra persona no tuviese mente no tendría porque designarse como “yo”, no diría “yo creo que...”. Antes habíamos inspeccionado y habíamos dicho que la mente no es solo razón sino que engloba una parte emocional y sensorial. Por esto, voy a tentar de exponer algunos argumentos de cosecha propia, y dejar de desarrollar argumentos ajenos mezclados con aportaciones y reflexiones propias. La mente como había sido descrita antes como un puente entre los sentidos. Con argumentos no tan contundentes como los de Wittgenstein, y probando cosas más obvias; podemos percatarnos de que si otra persona siente algo (ve, oye, huele,...) y reacciona posee mente. El problema es que si a un animal le pegas, obviamente ejercerá una respuesta. Entonces, parece que los animales tienen mente; pero poseen únicamente una mente instintiva. Sin embargo, ante una situación atípica o más extrema el hombre es capaz de relacionar cabos y llegar a una conclusión lógica. En un hipotético caso, se le envenena la comida a una población de ratas y a una población humana. Si es un veneno de efecto lento, las ratas seguirán comiendo tras las muertes de sus compañeras, el hombre asocia la muerte de sus compañeros el malestar de estómago y rápidamente deja de comer. Desde el punto de vista emotivo, como oí en algún sitio; el hombre es de los pocos animales monogámicos que viva en sociedad. Esto implica que pocos animales son en los que cabe la posibilidad de que posean el sentimiento del amor o del cariño. Conclusión: La mente es un mecanismo mediante el cual realizamos funciones conscientes y no conscientes, percibimos hechos reales y no reales, reflexionamos y razonamos. La mente es un puente entre los sentidos externos y los sentidos internos. Las mentes de las personas son semejantes en su funcionamiento, pero no lo son en su contenido. La manera de establecer la existencia de otras mentes son los argumentos que apoyen la existencia de mentes ajenas. Un gran argumento es el que dio Wittgenstein sobre el lenguaje. Existen mentes semejantes a la propia. Examinado el tema surgen preguntas: Gracias a la semejanza humana ¿No se podrían hallar respuestas a las preguntas propias en las personas ajenas? ¿Podemos considerar que los animales posean mente, aunque esta sea distinta a la humana? ¿Quién Qué soy yo? ¿Qué significa “ser”? DANIEL CAO LABORA 1º BACH A