TESIS Resumen Coordinación AT-CM

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Estado actual de la Coordinación en
Atención Temprana en la Comunidad de Madrid: dificultades e
indicadores de calidad y mejora.
Patricia B. Grande Fariñas. Pedagoga y Logopeda.
I.
Introducción: Complejidad de la coordinación en AT
La Atención Temprana (AT), por su propia conceptualización, implica un trabajo
interdisciplinar, planificado y sistemático. Se presta desde itinerarios formativos muy
diferentes y en contextos y escenarios también distintos (hospitales, Centros de
Atención Primaria, Equipos Educativos de Atención Temprana
o de Orientación
Psicopedagógica, Escuelas Infantiles, colegios de Educación Infantil o de Educación
Especial, Centros Base, Centros de Atención Temprana, gabinetes o centros privados,
etc). Profesionales de estos tres ámbitos son los responsables de realizar la detección
de necesidades, las evaluaciones y diagnósticos, las derivaciones, intervenciones y
programas, los seguimientos, etc.
Esta atención coordinada constituye un derecho tanto del niño como de su familia y
una responsabilidad profesional importante para ofertar la mayor calidad posible en
AT. La necesidad de la coordinación es cada vez más reconocida entre los propios
profesionales de los distintos ámbitos pero requiere gran cualificación y una formación
específica, y, hoy en día, aún no se encuentra regulada como función profesional;
depende, en gran medida, de factores como la sensibilización, la voluntariedad
personal, la formación profesional y el conocimiento de los propios profesionales, de
los recursos existentes,…
Las listas de espera, la duplicidad de funciones y de intervenciones, la demora en el
inicio de la intervención, la inadecuada distribución de recursos, el excesivo número de
veces que una familia ha de desplazarse para consultas o tratamientos, las
contradicciones de las orientaciones profesionales que se prestan, etc, son algunas de
las consecuencias de la falta de coordinación interinstitucional e interprofesional.
Es imprescindible buscar fórmulas de acercamiento entre las distintas acciones, para
respetar el principio de prevención y atención inmediata, eficaz y coherente en AT.
La coordinación de actuaciones es una tarea realmente compleja: son muchos los
recursos a coordinar, diversos modos de trabajo, distinta formación de base de los
profesionales implicados y, además, es indispensable contar con el respaldo de las
Administraciones Públicas para llevar a cabo una coordinación interinstitucional en los
tres ámbitos (educativo, sanitario y social), un respaldo que permita consolidar,
regularizar y sistematizar un modo de trabajo coordinado, más eficaz y rentable para
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todos y, sobre todo, que proporcione una respuesta más ajustada a las necesidades
de estos niños, de sus familias y de su entorno.
Esta complejidad viene dada, también, por una cuestión conceptual: ¿qué entendemos
por coordinación? El diccionario de
la Real Academia Española indica que
“coordinación” es “concertar medios, esfuerzos, etc., para una acción común” (consulta
on-line, 22ª ed.). Conciliar implica buscar un acuerdo, hacer compatibles actitudes o
ideas diferentes. La compatibilidad alude a la necesidad de que se complementen
funciones que pueden ser desempeñadas al mismo tiempo o por distintos
profesionales, buscar puntos en común, acercar puntos de vista, reducir la brecha
entre disciplinas.
En 1995, el grupo PADI manifestó ya que la coordinación en AT implicaba la
planificación conjunta de objetivos, para rentabilizar recursos y esfuerzos que desde
cada centro y/o servicio se realizan, evitando solapamientos disfuncionales y
favoreciendo la participación de la familia. La coordinación implica también una
evaluación conjunta y coherente del progreso del niño y de la atención que recibe, lo
cual permitirá tomar decisiones y planificar periódicamente los cambios o
modificaciones que se estimen oportunos.
En Europa, hablar de coordinación en AT es decir “cooperación más trabajo
interdisciplinario” con la familia y con otros servicios profesionales; implica compartir
conceptos, principios y objetivos, conocer referencias teóricas de distintas disciplinas y
una actitud abierta y respetuosa (Informe de la Agencia Europea para el Desarrollo de
la Educación Especial, 2000:28), es decir, que el trabajo interdisciplinario se asocia al
intercambio de información entre los miembros del equipo (AEDEE, 2005:23).
El Libro Blanco de AT (2005) al hablar de Coordinación Interprofesional entiende una
transferencia de información entre los agentes implicados, para lo cual es necesario
establecer
canales de coordinación que permitan una planificación eficaz de la
intervención y protocolos de detección, derivación y seguimiento y control (GAT,
2005:40), registros informáticos y proporcionar continuidad de los servicios,
organizando el proceso de información diagnóstica o de transición a la escuela, por
ejemplo (GAT, 2005:48). Pero hemos de considerar otro nivel de coordinación que
facilite la aplicación de éste, y que alude a la Coordinación Interinstitucional como
“proceso por el que se incorpora orden, coherencia, y criterio a una determinada
actividad institucional, a través de la organización y sistematización de los protocolos
de intervención combinada de las instituciones que, de una u otra manera, tienen y
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ejecutan parcelas de responsabilidad para su implementación y desarrollo”. (Luengo,
2005:268)
En definitiva, podemos considerar que la coordinación se inserta en la organización del
propio centro como un trabajo sistematizado y protocolizado de intercambio de
información. Estas reflexiones nos delimitan que en nuestro estudio busquemos, por
un lado, si los distintos profesionales de los tres ámbitos de AT se coordinan; por otro,
si esta coordinación es formal.
Por otro lado, la motivación, el compromiso, el trabajo colaborativo en equipo y con las
familias, el adecuado conocimiento y manejo de recursos, la formación especializada
en AT y la valoración de la necesidad de complementariedad del propio trabajo y de
unificar criterios de intervención podrían considerarse otros factores previos y
facilitadores u obstaculizadores –según se den o no se den en la práctica- de la
coordinación en AT.
Finalmente, indicar que, si bien existe un amplio desarrollo normativo para la AT,
aunque desigual por Comunidades Autónomas, no existe una ley estatal que garantice
y asegure la continuidad de estas acciones, aunque sí una propuesta de Ley
(Comisión del Consejo para la Infancia y la Discapacidad, 2008) y diversos planes de
atención a la discapacidad en la Comunidad de Madrid (en adelante, C.M).
II.
Investigación
Nuestro estudio parte de las líneas de actuación marcadas por el II Plan de Acción
para la Discapacidad (2005-2008) de la C.M. La coordinación, en este Plan, se formula
como objetivo específico, pues aborda la elaboración de instrumentos y acciones
concretas dirigidas a favorecer mecanismos para la coordinación interinstitucional.
Promueve Grupos de Trabajo para cada área, integrados por técnicos y expertos para
la elaboración de propuestas técnicas (Área Social y de la Educación: Programa 5:
Creación de Comisiones de Coordinación en AT, al menos 4 -punto 2.3-).
Surge, en este contexto, un grupo de trabajo en el área 10 de esta comunidad, que ha
desembocado en la formación de la Comisión de Atención a la Infancia y Adolescencia
con Discapacidad (en adelante, CD). Resultado de este trabajo fue el Proyecto Marco
de Coordinación de Getafe (CD, 2008) y la línea de estudio de coordinación en la que,
actualmente, se sigue trabajando y en la que se enmarca esta investigación.
Objeto de estudio:
Nos planteamos conocer si existe una coordinación sistemáticamente establecida
entre los profesionales de los distintos ámbitos de AT, si
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existen diferencias por
ámbitos relativas a la coordinación en AT y si estos profesionales conocen los
recursos, centros y servicios de AT, funciones y competencias de otros profesionales
complementarios a su trabajo. Nos preguntamos si la formación que tienen se
corresponde con las funciones que desempeñan en AT y buscamos una relación entre
la formación específica en AT, el conocimiento de recursos y la coordinación en AT.
También planteamos si existe riesgo de solapamiento de funciones en la atención
prestada.
En la fundamentación teórica y normativa de la coordinación, el trabajo revisa cómo se
atiende a la infancia con y sin discapacidad, los recursos, servicios y fórmulas de
trabajo y los perfiles profesionales desde los que se presta dicha atención, modelos de
coordinación y factores que dificultan la generalización de esta buena práctica
profesional o que pueden favorecerla.
Procedimiento y Muestreo:
Para esta investigación, de tipo descriptivo, seleccionamos la técnica de la encuesta y,
como instrumento de recogida de datos, un cuestionario elaborado para tal fin. El
conjunto de preguntas buscan la afirmación de la existencia de determinados hábitos o
actitudes profesionales dentro de un área o servicio profesional (Pérez Álvarez, 1991).
Es un cuestionario de autoadministración, con preguntas cerradas, semiestructuradas
y alguna pregunta abierta.
Combinamos muestreo probabilístico en el que todos los individuos tienen la misma
probabilidad de salir elegidos (Arnal, Latorre y Rincón, 1998:80) para el grupo de
Escuelas Infantiles, Centros de Salud y Centros de Servicios Sociales, por ser muy
numerosos, y muestreo no probabilístico o intencional, eligiendo los individuos que se
estimaron como representativos de la población, que pudieran facilitar la información
necesaria para nuestra investigación (Arnal, Latorre y Rincón, 1998:82; De la Orden,
1985:176).
Como la población en el ámbito educativo es muy amplia dirigimos el cuestionario a
todos los Equipos de AT (EAT) y a los 4 Equipos Específicos, para asegurar la
representatividad de las zonas a las que representan estos equipos de apoyo y,
aleatoriamente, tomamos un buen número de Escuelas Infantiles (EI) con titularidad
pública para asegurar esta representatividad. También tomamos muestra de gabinetes
privados que llevan a cabo la atención educativa con estos niños para conocer cómo
están trabajando y cómo es la coordinación interprofesional en este sector.
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En el ámbito sanitario, la selección de muestra se ha realizado a partir de los
hospitales más representativos comunitarios, por los servicios que prestan sobre todo
de Neonatología o Neuropediatría, como de Centros de Salud públicos del municipio
de Getafe, implicado en el Programa Marco Interinstitucional de Coordinación, y
aleatoriamente, otros Centros de Salud públicos y privados.
En el ámbito social el muestreo se ha realizado con todos los Centros de Atención
Temprana (CAT) por ser el tipo de centro que atiende a un mayor número de niños de
AT, si bien hemos tomado muestra de otros agentes sociales como Servicios Sociales
municipales de forma aleatoria.
Son 174 profesionales de AT los que forman parte de nuestra investigación, 127
pertenecientes a centros públicos, 38 a centros privados y 9 a concertados. En la
muestra que conforma nuestro estudio se encuentran representados 15 centros de
salud, 25 hospitales, 32 equipos educativos, 27 centros de atención temprana (que
incluye dos centros base), 37 escuelas infantiles, 27 centros privados con competencia
en AT (gabinetes) y 11 profesionales de distintos ámbitos con responsabilidad en AT
(fisioterapeutas, profesores de apoyo, psicomotricistas, …).
Para la agrupación por zonas hemos seguido el criterio de zonificación de los Equipos
de AT (EAT), que establece 5 áreas de actuación: Madrid-centro, Madrid-este, MadridNorte, Madrid-Oeste y Madrid-Sur.
Para la recogida de datos se han seguido tres pasos: primero, una entrevista
telefónica inicial cuyo objeto era tomar contacto con los profesionales más
representativos para el objeto de estudio, informarles de éste y asegurar su
colaboración. En segundo lugar, el envío, a través del correo electrónico, del
cuestionario junto con una carta de presentación del departamento de Didáctica y
Organización Escolar de la U.C.M., donde está inscrita la investigación, en la que se
solicita su colaboración y se explica el estudio por escrito. Finalmente, un nuevo
contacto telefónico como recordatorio o para solicitar el cuestionario cumplimentado,
para solventar cualquier incidencia o reenviar los archivos de nuevo. En algunos
casos, el cuestionario se ha llevado ´in-situ´, al lugar donde trabajaban los
profesionales, para que pudieran cumplimentarlo con papel y bolígrafo y entregarlo
directamente.
Recogida y Tratamiento de datos: Una vez finalizada la recogida de cuestionarios,
procedimos a la codificación de datos correspondientes a las variables de estudio de
todos los ítems, disponiéndolos en una base o Matriz de Datos de Microsoft Excel.
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Con una Tabla de Frecuencias y Porcentajes procedimos al Análisis Descriptivo y
Cualitativo. La prueba estadística Chi Cuadrado (χ2) la empleamos para comparar
variables categóricas y ver si existe relación entre ellas. Las Tablas de Contingencia
las empleamos para estimar la asociación o relación entre dos conjuntos de atributos
(Siegel, 1985) o dos variables (Everitt y Wykes, 2001:38 y 181). Y el test exacto de
Fisher, lo empleamos como método alternativo al estadístico Chi-cuadrado cuando las
frecuencias esperadas eran pequeñas y la significatividad de Chi-cuadrado se reducía
por la escasez de respuestas en determinadas celdillas.
RESULTADOS
Necesidad de coordinación: Los resultados muestran que existe una alta
sensibilidad y percepción de necesidad de coordinación interdisciplinar por parte de
todos los profesionales encuestados, pertenecientes a los tres ámbitos de AT. Esta
necesidad es generalizada entre los distintos profesionales y servicios de todos los
ámbitos de AT, si bien no todos la consideran indispensable para el desempeño de
sus funciones.
Coordinación interna y externa: Existe una coordinación tanto interna como externa
en AT (67,66%), aunque un buen número de profesionales no se coordinan o no
tienen esta función de coordinación incorporada regularmente a su trabajo. Existen
diferencias entre ámbitos de AT en cuanto a la coordinación que llevan a cabo, siendo
el ámbito social y educativo (94,74% y un 67,74%, respectivamente) el que más
coordinación, tanto interna como externa tienen, mientras que el ámbito sanitario se
coordina más internamente (44,44%).
La coordinación se encuentra diferenciada por ámbitos, siendo el ámbito social el que
más altas cotas de coordinación tanto interna como externa alcanza, cercana al 100%,
seguido del ámbito educativo (67,74%). El ámbito sanitario el que menos se coordina,
tanto interna como externamente (38,89%).
La periodicidad de la coordinación en la muestra encuestada es mayor en los ámbitos
educativo (68,18%) y social (61,11%) que en el sanitario, en el que la no periodicidad
en la coordinación que llevan a cabo asciende a un 88,89%.
Formalización de la Coordinación: Nuestro estudio detecta que se emplean
mayoritariamente Protocolos de Detección/Evaluación en los tres ámbitos de AT. El
ámbito educativo es el que dispone de dichos protocolos en un porcentaje mayor que
el ámbito social y que el ámbito sanitario, pero estas diferencias no resultan
significativas estadísticamente.
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Sin embargo, sólo un 49,43% del total de los profesionales encuestados de los tres
ámbitos de AT dicen emplear Protocolos en la Devolución de los Resultados de la
Evaluación a Familias: esta protocolización es baja y no generalizada, particularmente
en el ámbito sanitario: el ámbito educativo es el que más emplea estos protocolos
(67,37%) seguidos del ámbito social y sanitario (34,21% y 21,95% respectivamente).
Protocolos de Devolución de Información al Profesional que deriva: La devolución de
información al profesional que deriva no se realizan de forma protocolizada en algo
más del 50% de los casos, por lo que podemos afirmar que la protocolización de esta
información no se encuentra generalizada en los distintos ámbitos y servicios de AT.
La comunicación de los resultados de la evaluación al profesional que deriva (sin tener
en cuenta su protocolización) solamente se realiza en un 58,38% de los casos,
existiendo diferencias significativas entre los ámbitos de AT a este respecto: el ámbito
educativo es el que más emplea protocolos de información de resultados al profesional
que deriva (54,74%), seguido del ámbito social (36,84%) y después del sanitario
(34,15%), coincidiendo con los ámbitos que mayor formación en AT dicen tener.
En la derivación todos los profesionales demandan conocer del profesional que deriva
datos sobre valoración y tratamientos complementarios, informes, datos sobre el
historial del niño y sociofamiliares, el diagnóstico, tratamientos anteriores, motivo de la
derivación y evolución actual del niño, es decir, datos que repercuten directamente
sobre su propia intervención y ámbito. El ámbito educativo y social solicitan datos de
escolarización e información sobre dificultades del niño, mientras que el sanitario
demanda pocos datos sobre escolarización y ninguno sobre dificultades del niño.
Destaca el ámbito social solicitando protocolos o abrir vías de coordinación, por
delante del ámbito educativo y del sanitario, siendo estos datos concurrentes con los
encontrados respecto a formación y conocimiento de recursos, más altos en el ámbito
social.
Del profesional que va a intervenir, ocurre de forma parecida: en todos los ámbitos de
AT se solicitan informes, diagnósticos, datos sobre el tratamiento e información sobre
el historial del niño o sobre recursos, datos, todos ellos, que facilitan la propia
intervención. Información propia de cada ámbito: en los ámbitos educativo y social,
datos sobre la observación del comportamiento y dificultades del niño, información
sociofamiliar y datos sobre la competencia curricular o de escolarización. En el ámbito
sanitario se solicitan más datos sobre salud e historial del niño y no se solicitan
orientaciones para la intervención. Los protocolos sobre coordinación sólo se solicitan
en los ámbitos educativo y social, lo cual sugiere un desconocimiento de estos
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protocolos en el ámbito sanitario, coherentes con una menor formación específica en
AT y con un menor conocimiento de recursos de AT que el resto de los ámbitos.
Los Protocolos de Derivación en AT no se dan en número suficiente ni generalizados
(sólo un 16,91% del total de profesionales de nuestra muestra dicen disponer de ellos)
y son comunes a los que se emplean durante la intervención. Se dan más en los
ámbitos social y educativo que en el sanitario, coincidiendo con que también son los
ámbitos que más formación específica en AT y más conocimiento de recursos de AT
dicen disponer.
Protocolos de Seguimiento: Un 94,44%
de los profesionales de AT de nuestra
muestra realizan seguimientos durante la intervención, de los cuales un 60,62% los
realizan de forma protocolizada. La periodicidad de estos seguimientos es trimestral en
un 67,06% de los casos.
Formalización de las condiciones de acceso: Un 65,03% de los profesionales
encuestados afirman que las condiciones de acceso a su centro o servicio de AT se
encuentran explícitas en un documento escrito (Dictamen del EAT, hoja de admisión o
matrícula en el ámbito educativo, la Orden o Convenio de la C.M. en el ámbito social,
“normas del centro”, protocolos de derivación e informes en general), pero en un
34,97% de los casos no se explicitan. Esto dificulta tanto la atención inmediata al
demorar primeras consultas como la derivación. No existen diferencias significativas
por ámbitos de AT en este aspecto.
La mayoría de profesionales encuestados utilizan el informe como fórmula de
coordinación preferente, pero no como única vía de comunicación, sino combinado
con teléfono y/o reuniones. La coordinación llevada a cabo telefónicamente es
registrada en un 50% de los casos, especialmente en el ámbito social. Todos los
profesionales en los tres ámbitos de AT afirman realizar registros de las visitas
realizadas a otros centros, siendo más habitual entre los profesionales del ámbito
social de nuestra muestra que los profesionales de otros ámbitos.
Posibilidad de solapamiento de funciones y servicios entre CATs y Escuelas
Infantiles: En nuestro estudio comprobamos que las Escuelas Infantiles sí realizan
evaluación de niños de riesgo o con trastornos en su desarrollo y, para ello, emplean
tanto pruebas estandarizadas como no estandarizadas. También prestan apoyos
específicos de AT con alto riesgo de solapamiento de funciones y servicios de AT con
otros centros, así como información, formación y apoyo a las familias.
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Listas de Espera: Detectamos listas de espera en los distintos centros de AT de 2 a 3
meses en un 30,3% de los centros encuestados y superando los 4 meses de espera
en un 36% de los casos.
La Coordinación en Horario Laboral: Un 70,83% de los profesionales de AT
encuestados dicen disponer en su horario laboral de un tiempo específico y explícito
para funciones de coordinación, tiempo que emplean, efectivamente, para tareas de
coordinación pero no de manera exclusiva. El ámbito educativo (90,22%) y social
(83,33%) son los que afirman disponer de este tiempo de coordinación más que el
sanitario (15%).
Historia Informatizada Común: Los profesionales de todos los ámbitos de AT
encuestados encuentran de utilidad la posibilidad de acceder a una historia
informatizada del caso, con precisiones respecto a la confidencialidad de los datos.
Formación específica en AT: Un 54,17% de los profesionales de nuestra muestra
poseen una formación específica en AT actualizada; el porcentaje de profesionales de
AT sin formación específica en AT es elevado (un 45,83%). El ámbito sanitario es el
que menos formación específica en AT posee (35,9%) y los profesionales del ámbito
social los que afirman poseer más formación (62,16%) y además la reciben dentro de
su centro en un porcentaje mayor que el resto.
En general, la mayoría de los profesionales se forman fuera de su centro de trabajo
(52,87%) y la formación costeada por el trabajador (36,13%) supera a la que reciben
de forma gratuita (29,03%) o subvencionada (21,29%).
Sólo un 38% de los profesionales de AT reciben curso de adecuación al puesto de
trabajo. Significativamente, son los profesionales del ámbito social los que más reciben
esta formación previa al desempeño de sus funciones (un 50%), seguido del ámbito
educativo (41,89%) y del sanitario (15,63%)
Casi un 60% de los profesionales de AT afirman que su trabajo es supervisado. Esta
supervisión se da más en los ámbitos educativo (75%) y social (62,86%) que en el
ámbito sanitario (19,35%).
Conocimiento de Recursos: Un 89,68% de profesionales de AT encuestados afirman
conocer
los recursos y servicios de AT. Existen diferencias significativas entre
ámbitos, siendo este conocimiento mayor en el ámbito social (81,08%) y en el
educativo (58,89%) que en el sanitario (45,71%). El conocimiento de bases de datos
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específicas de AT es muy bajo entre los profesionales de AT (sólo un 12,42% afirman
conocerlas).
Relación entre Formación en AT y Periodicidad de la Coordinación: en nuestra
muestra confirmamos esta relación y encontramos que la periodicidad de la
coordinación aumenta cuando se tiene mayor formación específica en AT.
Relación entre Conocimiento de Recursos y la Coordinación en AT: en nuestro
estudio observamos una fuerte relación entre ambos: la coordinación desciende
cuando hay un menor conocimiento de recursos.
Formación, Conocimiento de Recursos y Coordinación en AT: el ámbito social en
nuestro estudio es el que más recursos comunitarios y bases de datos conoce y el que
más se coordina, tanto interna como externamente. También es el ámbito más
formado en AT. El ámbito sanitario se coordina más internamente pero es el que
menor coordinación tanto interna como externa tiene, coincidiendo con ser el ámbito
que afirma no conocer los recursos en un porcentaje mayor que los demás y con ser el
menos formado en AT.
El Ambito Sanitario en AT: Este ámbito tiene un papel primordial en la detección de
trastornos del desarrollo y alto riesgo en los dos primeros años y en la derivación
precoz al ámbito social y educativo, favoreciendo la prevención y permitiendo una
atención precoz si se realiza en el momento preciso y a los agentes correspondientes,
para lo que es necesario conocer los recursos y tener establecidos circuitos de
derivación adecuados. En nuestro estudio encontramos que la mayoría realizan
derivaciones a CATs y a Escuelas Infantiles (lo que sugiere un creciente conocimiento
y apertura hacia estos ámbitos).
Son muchos los que consideran de utilidad compartir sesiones profesionales, lo que
supone una intencionalidad de coordinarse y una valoración de otras disciplinas en un
proyecto común.
Aunque no en todos los casos, los profesionales afirman que los criterios de riesgo
constan en sus informes, señalar que los informes médicos constituyen el punto de
referencia de familiares y de profesionales de los distintos ámbitos de AT a la hora de
elaborar las hipótesis diagnósticas y de establecer un plan de intervención. La
inclusión de factores de riesgo es una de las líneas de actuación que marca el reciente
III PAPD de la C.M. en el Área de Salud. Es por ello que, aparte del diagnóstico
médico, el poder contar con los criterios de riesgo biológicos, arroja luz e información
sobre el funcionamiento del niño, refleja sus posibles limitaciones, el conjunto de sus
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capacidades y orienta a los profesionales y a la familia en la toma de decisiones
(GAT, 2000:42).
Por otro lado, el 56% de profesionales del ámbito sanitario dicen incorporar
orientaciones para la intervención en sus informes de alta. Tenemos que pensar el
peso que para las familias tienen estos informes y, por tanto, la responsabilidad de
estos profesionales a la hora de realizar indicaciones de rehabilitación o derivaciones
fuera de su ámbito.
La alta sensibilidad de estos profesionales hacia la necesidad de coordinación
contrasta con la escasez de tiempo que tienen para poder organizar la coordinación
de forma planificada y sistemática dentro de su horario laboral.
La formación específica en AT en este ámbito puede ser un factor determinante para
favorecer el conocimiento de recursos y procesos de coordinación y de trabajo en
equipo más eficaces.
Titularidad de los Centros y Coordinación: No encontramos relación entre
Titularidad y Periodicidad de la Coordinación a nivel general, pero sí en el ámbito
educativo donde los centros públicos manifiestan una mayor periodicidad de la
coordinación que los privados (81,13% frente a un 48,57%).
Sí existe relación entre Titularidad y Protocolos de Detección/Evaluación en AT siendo
los centros públicos los que un mayor número de respuestas afirmativas indican al
respecto.
DISCUSIÓN Y LÍNEAS DE MEJORA:
Partimos de una alta sensibilidad de los profesionales de todos los ámbitos hacia la
necesidad de coordinarse en su práctica. Este motor puede compensar factores
obstaculizantes como la falta de tiempo o de recursos y poner en marcha planes
organizativos y protocolos de intercambio de información válidos. Pero posiblemente
esto no es suficiente si no existen convenios interinstitucionales de colaboración.
Además, aún hay profesionales que no se coordinan, la percepción de la coordinación
es variable en función de los ámbitos y desgraciadamente, la coordinación no es una
función regularizada ni generalizada en AT.
Vemos, efectivamente, que la coordinación comienza a tener un espacio y tiempo
propio dentro de las funciones laborales de los distintos profesionales de AT, pero que
aún existen diferencias significativas en función del ámbito donde se trabaje.
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Los profesionales son conscientes de la importancia de una adecuada detección de
necesidades y de una completa evaluación en AT, a juzgar por la generalización de los
Protocolos de Detección/Evaluación en los tres ámbitos de AT y esto es muy
importante. Pero ¿qué hacemos con los resultados de la evaluación?
Los profesionales de nuestra muestra indican que sólo en la mitad de los casos
informan de estos resultados a la familia de forma protocolizada. Ello indica que la
información a las familias no se planifica de antemano o simplemente no se ajusta a
un modelo que recoja unos criterios mínimos que debe seguir esta información de
resultados de evaluación.
Prácticamente el 60% de la muestra encuestada comunica los resultados de la
evaluación al profesional que le deriva un caso, pero sólo un 46% lo hace de forma
protocolizada, por lo que vemos que en un buen número de casos, la información que
se comunica al profesional que deriva no responde a criterios previamente
establecidos.
Mejorar la derivación: Sólo un 17% de los profesionales encuestados realizan
derivaciones pero las realizan todos de forma protocolizada. El conocimiento de
recursos y vías de información para la derivación pensamos que son aspectos
decisivos en este proceso. Se observa un alto interés por parte de los profesionales de
AT por realizar seguimientos del caso, pero no siempre se planifica, se coordina ni
responde a un protocolo específico. La imprecisión y variabilidad de respuestas al
respecto de qué protocolos emplean apunta a un desconocimiento o falta de desarrollo
de los mismos. Parece que se emplean más aquellos protocolos que vienen impuestos
por la Administración, que ya tienen una trayectoria de aplicación y que se han
incorporado a la práctica profesional del ámbito.
Explicitar las condiciones de acceso al centro o servicio de AT: Prácticamente un
35% de los profesionales encuestados afirman que las condiciones de acceso a su
centro o servicio no se encuentran en un documento escrito. Cualquier profesional o
familia que quiera conocer las condiciones y requisitos de acceso a un centro deben
poder encontrarlas en sistemas y documentación fácilmente accesibles. Ello favorece
la derivación y la atención precoz.
Abrir vías de coordinación: Destacar que el ámbito social es el que más solicita
“abrir vías de coordinación” respecto al ámbito educativo o sanitario. Son también los
profesionales mejor formados en AT, que más conocen los recursos de AT y con más
tiempo para coordinarse contemplado en su horario laboral. Abrir vías de coordinación
requiere tiempo, planificación clara de objetivos y una consideración global e
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interdisciplinar de la intervención. Para abrir vías de coordinación hay que favorecer la
accesibilidad a la información mediante protocolos y canales de comunicación que
permitan un fluido intercambio.
Objeto de la coordinación: Existe una tendencia a que profesionales del mismo
ámbito pidan datos relacionados con su ámbito, en función del campo que más
conocen y que les puede aportar más información. Este dato hace reflexionar al
respecto de la importancia de la coordinación no sólo para obtener datos, sino para
enriquecernos con la interdisciplinariedad en la construcción de una intervención
coherente y globalizada.
Homogeneizar un modelo de informe: No existe un modelo generalizado de informe
que garantice unos mínimos de información en función de distintas variables, como
puedan ser el tipo de centro, de discapacidad o el momento de la intervención y este
es un aspecto para reflexionar.
Mantener una periodicidad en la coordinación: La periodicidad en la coordinación
es un indicador de la sistematización de esta función, de la continuidad en la atención
y del grado en que forma parte del desempeño laboral, por lo que es necesario
organizar y temporalizar la coordinación como parte del programa de atención al niño,
la familia y entorno. En nuestra muestra encontramos que casi un 60% de los
profesionales dicen que su coordinación es periódica. Queda mucho por hacer. Por
otro lado, en la muestra estudiada, la periodicidad de la coordinación es mayor en
centros públicos que en privados, lo cual es un punto de reflexión a considerar puesto
que no existen mecanismos de control externos que velen por asegurar unos mínimos
de atención en estos centros y previsiblemente, la consolidación de la coordinación va
a estar más sujeta a variabilidad, voluntariedad y criterio de cada centro. Los
resultados obtenidos alertan sobre la falta de sistematización de la coordinación sobre
todo en ámbito sanitario, pese al interés por coordinarse y por realizar un seguimiento
y dotar de continuidad a la atención que prestan.
Formación en AT actualizada garantía de cualificación profesional al puesto que
se desempeña: La formación de los profesionales de AT es la vía que asegura su
necesaria cualificación profesional acorde a las funciones que desempeñan con niños
en edades tan tempranas, en situación de riesgo, con un desarrollo alterado y con
familias. Pensamos que una formación específica y actualizada en AT asegura unos
mínimos de calidad en el desempeño de las funciones profesionales propias de cada
ámbito.
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En nuestra muestra de estudio el porcentaje de profesionales de AT sin formación
específica en AT en los últimos 5 años es elevado (casi un 46%), lo cual indica que la
formación es insuficiente. Encontramos diferencias significativas por ámbitos de AT: el
ámbito sanitario es el que menos formación específica en AT posee (sólo un 36% de
estos profesionales poseen formación actualizada en AT) frente a los profesionales del
ámbito social y educativo que poseen más formación específica en AT, en torno a un
60%. Aún así, las cifras de formación no alcanzan resultados deseables para la
responsabilidad
que
tienen.
Consideramos
que
debe
ser
algo
regulado
institucionalmente e incorporado a la organización y proyecto del propio centro.
Indicadores de mejora en la formación y de cualificación profesional: El trabajo
coordinado y en equipo podría ser una fórmula en la que se incorporaran profesionales
técnicos especializados que supervisaran el trabajo de otros profesionales. Es una
fuente de aprendizaje enorme y una plataforma interesante para ensayar habilidades y
competencias de trabajo cooperativo y en equipo. Ambos factores (adecuación al
puesto y supervisión del trabajo) constituyen indicadores de calidad y aumentarían la
cualificación profesional de la atención que se presta.
Un mecanismo de coordinación interministerial podría sensibilizar a las distintas
instancias, centros, servicios y profesionales sobre la necesidad de formación en AT y
establecer vías que favorezcan que estos profesionales se formen: cursos de reciclaje
profesional dentro de los propios centros de trabajo, financiación gratuita o
subvencionada y comisiones de expertos que puedan establecer mecanismos de
supervisión y control del trabajo realizado de modo que garanticen iguales cotas de
calidad y coordinación independientemente del centro y de la voluntariedad del
profesional.
Conocimiento de recursos de AT: no se puede dar una coordinación o derivación
adecuadas si no se conoce la existencia de centros, servicios y recursos distintos a los
nuestros, dentro de nuestro ámbito, zona o comunidad. Es necesario desarrollar y
difundir estas bases de datos desde los mismos profesionales y familias implicados,
favoreciendo su accesibilidad.
Pilares de calidad en AT: Hemos visto que conocimiento de recursos, formación y
coordinación se encuentran relacionadas y han de ser consideradas como tres pilares
básicos de una adecuada AT de calidad en los tres ámbitos.
Evitar solapamientos y listas de espera en AT: Los refuerzos y evaluaciones
realizadas en EI son equivalentes a los que recibe el niño en otros contextos como los
CATs: resaltamos la posibilidad de que no se esté realizando una adecuada gestión y
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distribución de los recursos y apoyos, con el riesgo de que parte de la población diana
de AT se deje sin cubrir, mientras que otros niños puedan estar recibiendo más
tratamientos de los que realmente necesitan. Debemos asegurar que los niños que no
tienen dictamen de necesidad educativa reciban los apoyos que necesitan y analizar la
conveniencia de que el niño reciba los apoyos en contextos lo más normalizados y
cercanos a su domicilio posible.
Las listas de espera demoran el procedimiento de evaluación y retrasa la puesta en
marcha de la intervención, en contra del principio básico de la precocidad de la AT,
obstaculizando su fin preventivo, compensatorio y terapéutico. Pueden ser
consecuencia no sólo de falta de recursos en número suficiente acorde a una
demanda creciente de plazas, sino también fruto de la falta de coordinación adecuada
en la organización interinstitucional de servicios de AT.
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