CORONILLA PARA OBTENER RESIGNACIÓN Adoramus Te, Christe, et benedicimus tibi; quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum. Adoro, Jesús Mío, la Llaga Santísima de tu mano derecha y, por su amor, te ruego me concedas el don de la resignación en los sufrimientos corporales. Padre Nuestro, Ave María, Gloria… Adoro, Jesús Mío, la Llaga Santísima de tu mano izquierda y, por su amor, te ruego me concedas el don de la resignación en las penas morales. Padre Nuestro, Ave María, Gloria… Adoro, Jesús Mío, la Llaga Santísima de tu pie derecho y, por su amor, te ruego el don de la resignación en los sufrimientos espirituales. Padre Nuestro, Ave María, Gloria… Adoro, Jesús Mío, la Llaga Santísima de tu pie izquierdo y, por su amor, te ruego el don de la resignación en los sufrimientos, amarguras y desalientos de las enfermedades y en las ofensas, traiciones, abandonos y durezas de las criaturas. Padre Nuestro, Ave María, Gloria… Adoro, Jesús Mío, la Llaga Santísima de tu costado y, por su amor, te pido que me concedas la resignación en la muerte, o mejor aún: te pido la calma, la paz y el gozo de morir. Que yo expire, te ruego, en un suspiro de amor por Ti. ¡Oh Señor mío adorado, crucificado por mí, Mártir divino por nuestro amor!: te ruego me hagas alegremente pronto para sufrir. A medida que aumenten mis penas aumenta también en mí el amor por Ti. Si las llamas de la caridad lograran invadir por completo mi alma, dulce me resultaría entonces morir por tu amor y por el de las criaturas. ¡Corazón de Jesús, sé siempre mi bien y mi amor! ¡Oh Madre mía María!: cuando con mayor fuerza ruja sobre mí la tempestad y me agobie la cruz, obséquiame con el dulzor de tu sonrisa. Cuando mi alma sufra la pasión, dame el consuelo de tu caricia. Y cuando la muerte me llene de pavor, dame tu regazo para refugiarme en él y tu corazón de Madre para consolar mi postración. ¡Oh Madre mía!: a ti confío mi vida y mi agonía. Que yo pueda morir en tus brazos para despertar en el Paraíso. Piadoso Patriarca San José: ven a mi encuentro en el último momento para guiar mi alma en el viaje postrero hacia la salvación. Que tu mirada ponga en fuga al infernal tentador y mi alma encuentre refugio entre tus brazos que hicieron de cuna a mi Salvador y de allí emprenda el vuelo hacia el Amor eterno. San José: sé mi escudo en la batalla final para que logre morir en Cristo. Ángel santo a mi confiado por la piedad de Dios: perdóname el poco amor que hasta aquí te he profesado; haz que yo te ame y te honre siempre de aquí en adelante y está siempre a mi lado, si bien mucho más en la hora de la muerte a fin de que el Maligno no logre turbar la serenidad del tránsito y yo expire con cristiana fidelidad y sumisión al Querer eterno. Ángel mío: acompáñame en la muerte junto con mi Jesús. ¡Oh ejemplo nuestro San Francisco de Asís!: por aquel amor con que Jesucristo te amó y tú le amaste a Él te ruego me obtengas el sufrimiento y el amor que conseguiste para ti mismo. No te pido la gloria visible de los estigmas, de los que no soy digno, sino la coparticipación íntima en las penas y en el amor de Jesús y en el tuyo, a fin de que, a imitación vuestra, muera yo de amor por Dios y por las almas.