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Para que te suene: audios de economía
Unidad 14
El mercado de divisas y la Unión Monetaria Europea
Una empresa que ofrece bienes y servicios a sus clientes en otros países
exigirá que se le pague en la moneda de su propio país. Así, una empresa
española que venda sus productos en Estados Unidos deseará que se le
pague en euros, mientras que una empresa norteamericana que venda en
España pedirá que se le pague en dólares. En consecuencia, los compradores
en los mercados internacionales necesitan obtener monedas de los países a
los cuales desean comprar bienes y servicios. Un sistema desarrollado de
comercio internacional solo puede funcionar si hay un mercado donde una
moneda se puede cambiar por otra. Esta es la tarea que debe desarrollar el
mercado de divisas o de cambios.
1. El comercio internacional y el tipo de cambio
[Cortinilla de audio]
Una divisa es dinero extranjero. Las transacciones entre monedas de distintos
países se realizan en el mercado de cambios o de divisas. En él, las empresas y
familias europeas adquieren monedas de otros países para atender pagos en el
extranjero. Por otro lado, las empresas y familias extranjeras que desean efectuar
gastos en países de la zona euro ponen sus monedas en venta para comprar los
euros que necesitan. Este tipo de transacciones determina el precio o tipo de
cambio del euro frente a las otras monedas. Este concepto se suele expresar como
el número de unidades de moneda extranjera por unidad de moneda nacional.
El tipo de cambio se determina en el mercado de divisas mediante el juego de
la oferta y la demanda. Si el tipo de cambio dólar-euro disminuye, esto significa
que por una unidad de moneda nacional, un euro, ahora se obtienen menos
dólares que antes. Por ejemplo, si el tipo de cambio dólar-euro disminuye
desde 1,2 dólares por un euro hasta 1,1 dólares por un euro, es que el euro ha
perdido valor frente al dólar. Cuando ocurre esto, decimos que el euro se ha
depreciado frente al dólar. Con un euro depreciado, los turistas y los
importadores norteamericanos con la misma cantidad de dólares podrán
comprar más bienes europeos, pues estos se han abaratado relativamente.
Esta situación estimulará los ingresos por ventas de los empresarios europeos.
Un aumento del tipo de cambio dólar-euro significa que hay que dar más unidades
de moneda extranjera (dólar) por unidad de moneda nacional (euro). Así, cuando el
tipo de cambio dólar-euro pasa de 1,2 dólares un euro a 1,3 dólares por un euro,
decimos que el euro se ha apreciado. En este caso se dice que el euro se ha
apreciado frente al dólar. Con un euro apreciado, los turistas y los importadores
norteamericanos podrán comprar menos bienes europeos con la misma cantidad
de dólares. Este hecho incidirá negativamente en los ingresos de los empresarios
europeos, pues sus productos se encarecen para los norteamericanos.
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2. El mercado de divisas y la determinación del tipo de cambio
[Cortinilla de audio]
En este apartado vamos a recurrir al modelo de oferta y demanda para analizar
cómo se determina el tipo de cambio entre el euro y el dólar.
La demanda de euros proviene de las personas o entidades que desean
cambiar dólares por euros. Demandar euros es estar interesado en cambiar
dólares por euros. Existen tres motivaciones fundamentales para demandar
euros: las exportaciones, los turistas extranjeros y las entradas de capital
financiero. La demanda de euros dependerá directamente de los precios en
Estados Unidos, de la renta estadounidense y del diferencial de tipos de interés
entre la Unión Europea y Estados Unidos. Dependerá inversamente del tipo de
cambio y de los precios en la Unión Europea.
La curva de demanda de euros muestra la relación decreciente que existe
entre la cantidad demandada de euros y el tipo de cambio del euro cuando las
demás variables permanecen constantes. Al aumentar el tipo de cambio (al
apreciarse el euro respecto al dólar), disminuye la cantidad demandada de
euros, ya que el incremento del tipo de cambio encarece las exportaciones y
hace que estas se reduzcan.
La oferta de euros proviene de las personas o entidades que desean cambiar
euros por dólares. Ofertar euros es estar interesado en cambiar euros por
dólares. Existen tres motivaciones fundamentales para ofrecer euros en el
mercado: las importaciones, las salidas de turistas europeos y las salidas de
capitales financieros. La oferta de euros dependerá directamente del tipo de
cambio nominal, de los precios en la Unión Europea y de la renta de Estados
Unidos. Y dependerá inversamente de los precios en Estados Unidos y del
diferencial del tipo de interés mantenido con la Unión Europea. La expresión
gráfica de la relación creciente entre el tipo de cambio y la cantidad ofrecida de
euros es la curva de oferta de euros.
El tipo de cambio dólar-euro de equilibrio se determinará en el punto de corte
de las curvas de oferta y demanda. Para este tipo de cambio en el mercado se
habla en equilibrio, sin que tienda a subir ni a bajar. Ahora bien, la alteración de
alguno de los factores que influyen en oferta y demanda provocará el
desplazamiento de alguna de las curvas, lo que acabará alterando el tipo de
cambio de equilibrio.
Por ejemplo, el aumento de la renta extranjera desplaza la demanda de euros
hacia la derecha. Cuando aumenta la renta de Estados Unidos, se incrementa
la demanda de exportaciones y, consecuentemente, la demanda de euros, lo
que determina que la curva de demanda de euros se desplace hacia la
derecha. Al tipo de cambio inicial, aparecerá un exceso de demanda de euros
que elevará el tipo de cambio apreciando el euro, de forma que el nuevo
equilibrio se alcanzará a un tipo de cambio mayor.
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3. Los distintos sistemas de fijación del tipo de cambio
[Cortinilla de audio]
Un sistema de tipos de cambio es un conjunto de reglas que describen el
papel del Banco Central en el mercado de divisas. Los tres principales sistemas
o regímenes de determinación del tipo de cambio son los tipos de cambio
flexibles, los tipos de cambio fijos y los sistemas mixtos, semifijos o ajustables.
Un tipo de cambio totalmente flexible se determina por el libre juego de la
oferta y la demanda, y ajusta la balanza de pagos automáticamente, igualando
la demanda y la oferta de divisas y haciendo innecesaria la intervención del
Banco Central para restablecer el equilibrio externo.
En un sistema de tipos de cambio fijos, el valor de la moneda lo establece el
Banco Central, que interviene vendiendo o comprando divisas. Con ello, evita
que el tipo de cambio fluctúe libremente. Cuando el mercado tiende a situar el
tipo de cambio en un valor distinto al tipo de cambio oficial, el Banco Central
interviene comprando o vendiendo euros.
Cuando, en un sistema de tipos de cambio fijos, el desequilibrio entre el tipo de
cambio al que tiende el mercado y el tipo de cambio oficial es permanente, las
autoridades monetarias pueden elevar el tipo de cambio oficial o rebajarlo. En
el primer caso hablamos de revaluación, y en el segundo de devaluación.
Una devaluación, esto es, una alteración a la baja del tipo de cambio oficial,
hace que los productos nacionales resulten más baratos para los importadores
extranjeros, lo que provoca un incremento de las exportaciones nacionales.
Paralelamente, los productos extranjeros resultarán más caros para los
importadores nacionales y disminuirán las importaciones. Una revaluación
tendrá el efecto contrario sobre la balanza de pagos.
Como opción intermedia a los dos sistemas de tipo de cambio anteriores, existen
los sistemas de cambios semifijos o mixtos. En un sistema de tipos de cambio
semifijos, los tipos de cambio fluctúan libremente solo dentro de las bandas de
fluctuación. Cuando el mercado tiende a que el tipo de cambio supere los límites,
estos se comportan como tipos de cambio fijos con idénticos efectos: aumentos o
disminuciones de las reservas de divisas y desequilibrio de la balanza de pagos.
Una variante de los tipos de cambio semifijos son los tipos de cambio dirigidos.
En este caso, los tipos se determinan por las fuerzas del mercado, pero el Banco
Central compra o vende monedas o modifica la oferta monetaria para influir en los
tipos de cambio. En la actualidad el sistema vigente se puede calificar de híbrido.
4. El tipo de cambio en la Unión Monetaria Europea
[Cortinilla de audio]
El objetivo principal de la Unión Europea ha sido eliminar las barreras a la libre
circulación de mercancías, servicios y capitales. Para ello es muy conveniente
crear una zona de estabilidad cambiaria. El Sistema Monetario Europeo, como
paso previo a la Unión Monetaria, se constituyó como un mecanismo de control
de cambios que ligaba entre sí todas las monedas de la mayoría de los
miembros con el fin de establecer un sistema de cohesión y estabilidad
cambiaria en la economía de los países comunitarios.
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A principios de la década de los noventa, la entonces Comunidad Económica
Europea puso en marcha un ambicioso proyecto de integración para crear un
mercado único y lograr una unión monetaria. En el contexto de la Unión
Económica y Monetaria, se fijaron de forma irrevocable paridades fijas, y
posteriormente las monedas nacionales se sustituyeron por una moneda única.
En el Tratado de Maastricht de 1993 se concretaron unos criterios de
convergencia necesarios para formar parte de la unión monetaria, que se
basaban en el control de la inflación, el tipo de interés y el déficit público.
La adopción de la moneda única conllevó el establecimiento de una institución
monetaria común, el Banco Central Europeo, que dirige la política monetaria y
cambiaria de la eurozona. Una unión monetaria creada de esta forma supuso
que el grupo de países integrantes pusieron en común su política monetaria y
de tipo de cambio, pero se deja de lado la política fiscal, lo que supone una
seria limitación. En su momento se argumentó que el crecimiento que
propiciaría la Unión Monetaria facilitaría una convergencia entre los niveles de
renta de los distintos países. También se argumentó que las restricciones al
gasto público que se derivaban del Pacto de Estabilidad Presupuestaria
podrían ser suficientes para mantener las finanzas públicas de los países
miembros bajo control.
Las características básicas de la Unión económica y Monetaria son la
independencia del Banco Central Europeo respecto de los poderes políticos, el
control de los precios como única finalidad de la política monetaria, la
prohibición de que el Banco Central financie a los gobiernos y la firma por estos
del Pacto de Estabilidad, por el que se comprometieron a disminuir el déficit
público. Por último, se creó una moneda única: el euro.
Las ventajas de la creación de una moneda única han sido una mayor
confianza en los mercados y eliminación de la incertidumbre cambiaria, una
mayor potencia de los mercados financieros, una mayor estabilidad de precios,
la disminución de los tipos de interés y la mejora en las finanzas públicas como
consecuencia del Pacto de Estabilidad.
La instauración de una moneda única entre un grupo de países conlleva una
serie de costes. En buena medida, estos se deben a que, a pesar de los
criterios de convergencia instaurados en el Tratado de Maastricht, las
diferencias entre los distintos países miembros siguen siendo considerables, en
su ordenamiento jurídico, en materia fiscal y en nivel de desarrollo. A pesar de
estas diferencias, la aceptación de una moneda única supone limitar la
capacidad de cada país para reaccionar según sus propias circunstancias ante
un cambio brusco en el entorno. La moneda única hace imposible utilizar el
mecanismo del tipo de cambio, la devaluación, para impulsar las exportaciones
y reactivar el mercado interior, y tampoco se puede recurrir a la política
monetaria.
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Cuando se crea una unión monetaria a partir de la integración de un grupo de
países no homogéneos, la teoría y la experiencia nos advierte de una serie de
peligros. Los países que antes de la integración presentaban mayores
desequilibrios inicialmente se verán favorecidos. Podrán acceder al crédito en
mejores condiciones que antes de la integración, pues se beneficiarán de la
reputación de los países más estables. Estos efectos tenderán a acentuar los
desequilibrios, pues los precios y los salarios se verán presionados al alza.
Además, con el ambiente de euforia que suele acompañar a los procesos de
integración, resultará más difícil combatir los desequilibrios, y los países más
inestables experimentarán unas mayores pérdidas de competitividad.
Esto es lo que ocurrió tras la instauración de la Unión Económica y Monetaria.
A los hechos señalados se le unió que Alemania y Francia incumplieron el
Pacto de Estabilidad, lo cual abrió el camino para el aumento de la deuda
pública de países como Grecia, Portugal o Italia. Este no fue el caso de
España, que sí ajustó su déficit público, lo que llevó la deuda pública a niveles
inferiores a la media de la Unión Monetaria. En España, sin embargo, lo que
experimentó un aumento muy significativo durante los años que siguieron a la
constitución de la Unión, fue el endeudamiento exterior del sector privado.
Desde la creación de la Unión Económica y Monetaria los desequilibrios
macroeconómicos en el seno de la eurozona aumentaron. Por lo tanto, la
Unión Monetaria Europea, antes de que se desatase la crisis financiera
internacional, presentaba una serie de problemas, relacionados con
inconsistencias en su propio diseño, la política económica seguida y la
ausencia de reformas. A todos estos problemas hay que añadir las
consecuencias de haber perdido la posibilidad de utilizar la política cambiaria.
La crisis financiera internacional desencadenada a partir de 2007 ha actuado
como detonante de los problemas incubados dentro de la propia Unión
Económica y Monetaria. El esfuerzo financiero llevado a cabo por los distintos
estados, tanto para sanear a las instituciones financieras como para tratar de
combatir los efectos de la crisis, han colocado a las finanzas públicas de
algunos países periféricos en situaciones comprometidas.
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