LA POESÍA EN EL RENACIMIENTO

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IES La Azucarera
Dpto. Lengua Castellana y literatura
LA POESÍA EN EL RENACIMIENTO
Renovación de la poesía lírica culta por la influencia italiana.
Edad Media
POESÍA PROVENZAL (=amor cortés)
Lírica galaico-portuguesa (s. XIII)
Lírica trovadoresca castellana (s. XV)
CANTIGAS D’AMOR
POESÍA DE CANCIONERO
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Poesía italianizante:
“Amor cortés” + forma italiana (soneto, canción)
+ petrarquismo + mentalidad humanista
Renacimiento
El Renacimiento literario español muestra sus primeras manifestaciones en la
poesía lírica culta. Comienza con la obra del poeta barcelonés Juan Boscán (1493?1542), quien, tras una conversación en Granada en 1526 con el humanista italiano
Andrea Navaggero, decide adoptar la métrica y los motivos poéticos desarrollados en
Italia a partir de Petrarca desde hace casi dos siglos. Boscán convence a su amigo
Garcilaso de la Vega para que haga lo mismo, y es éste, de mayor talento, el que
promueve el cambio en la poesía española: la lírica de influencia italiana triunfa en
España.
Con Garcilaso la lírica española entra en la órbita del petrarquismo, todo un
movimiento literario creado a partir de la obra amorosa del poeta Petrarca, enamorado
de Laura. ¿En qué consiste?
En toda una ideología amorosa, basada en ideas platónicas. Se trata de un amor
no correspondido y, por tanto, fuente de sufrimiento. El poeta ama inevitablemente a su
amada, lo cual le produce sentimientos muy diversos de titubeo, duda, esperanza,
tristeza, remordimiento, que lo conducen a una lenta agonía. Pero este padecimiento
provoca en el poeta una purificación espiritual. Estamos en la misma línea poética del
amor cortés provenzal, pero un mayor grado de idealización y de estilización. Petrarca
crea un lenguaje más rico y flexible que el anterior (había caído en el tópico), con
imágenes nuevas que constituyen un nuevo lenguaje poético, una nueva forma de
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decir y expresar el amor, que suena más “auténtica”, más “plástica”, más “expresiva”
(metáforas, antítesis, hipérboles, etc.)
Ej. La belleza de la mujer es signo de la perfección divina, por eso sólo puede
ser descrita con hipérboles: sus ojos son más brillantes que el sol; sus dientes más
bellos que perlas; su frente más blanca que la nieve, etc.
Siendo un ideal inalcanzable, es también desdeñosa con el enamorado: su mirada
es de nieve o de hielo, lo cual provoca que el enamorado arda en el fuego de la pasión
(juego de contrarios o antítesis).
Otra innovación que introduce Petrarca es la de incluir la Naturaleza y el
Universo como telón de fondo de su poesía, como “decorado” idealizado que acompaña
a los sentimientos del poeta.
La nueva poesía lírica culta española no sólo cambia en el fondo (ideología
amorosa neoplatónica) sino también y fundamentalmente en la forma, al introducir y
aclimatar la métrica italiana a la forma de expresión castellana. Ahora se utiliza el
endecasílabo (11 sílabas) como verso principal o mezclado en algunas estrofas con el
heptasílabo (7 sílabas). Las estrofas más frecuentes son: el soneto, los tercetos
encadenados, las silvas, las estancias y las liras.
Poesía de la 1ª mitad del Renacimiento: Garcilaso de la Vega
En esta primera mitad, la poesía cuenta con las siguientes características:

Temas: amor neoplatónico, naturaleza y los mitos grecolatinos (asociados al
amor). Tono profano y elegante.

Métrica: endecasílabo y soneto (influencia italiana)

Lenguaje y estilo natural, sencillo, pero elegante.
Garcilaso de la Vega es el prototipo de caballero renacentista descrito por Baltasar
de Castiglione en su obra El cortesano: heroico soldado, exquisito cortesano, ávido
lector y refinado poeta (ideal del hombre de armas y de letras, el poeta soldado). Como
poeta quizá ningún otro (salvo Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez, ya en el s. XX)
haya ejercido tanta influencia en la lírica de su tiempo y en la posterior (Garcilaso es
considerado un modelo, un clásico a los pocos años de su muerte, por sus propios
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contemporáneos). Él supone la ruptura formal y temática con la poesía medieval, al
acomodar las estrofas y los metros italianos, así como la ideología petrarquista a nuestra
lírica española. Supo imprimir a su poesía un vitalismo y sinceridad que sobrepasa los
moldes literarios, convirtiéndose en un ejemplo de sinceridad poética y de
modernidad en su clasicismo. Su producción literaria es breve: 3 églogas, 38 sonetos,
2 elegías y 5 odas, así como algunas composiciones menores, aún de estilo medieval.
Otra figura importante es la de Fernando de Herrera, “El Divino”, que representa
el apogeo del movimiento petrarquista en España. Es el impulsor de la escuela
poética sevillana y del estilo manierista, caracterizado por el uso de un lenguaje más
retórico, repleto de sonoridades, que anuncia el nuevo rumbo de la poesía que culminará
en el estilo barroco.
Poesía de la 2ª mitad del Renacimiento: corriente ascética y mística.
En la 2ª mitad, la poesía y la literatura en general se tiñe de elementos
religiosos, resultado del ambiente de espiritualidad, de renovación y de crisis
religiosa en el seno de la iglesia católica, que en España culmina con la Contrarreforma,
a partir de la cual la religión vuelve a ocupar un papel esencial en la vida nacional.

Temas: amor, mitología, naturaleza, pero como trasuntos de un sentir religioso
(“amor profano a lo divino”)

Métrica: endecasílabo y heptasílabo; la lira, el romance y otras estrofas de
carácter popular.

Lenguaje y estilo natural, sencillo, cargado de imágenes y simbolismo que
encierran elementos religiosos.
La literatura mística es un fenómeno tardío en España, ya que en Europa fue un
movimiento específicamente medieval; sin embargo, aquí se desarrolla con gran
brillantez en la 2ª mitad del s. XVI.
La literatura religiosa presenta dos tendencias o corrientes:

Ascética: se ocupa de las actividades que el espíritu debe realizar para
alcanzar la perfección moral (fase de purificación del alma).

Mística: describe los fenómenos inenarrables experimentados al entrar el
alma en contacto directo con Dios.
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Los escritores ascéticos aconsejan a sus lectores acerca del comportamiento que
deben adoptar para salvarse. Sin embargo, los místicos describen sus propias
experiencias, sólo al alcance de unos elegidos, cuando su alma se funde con la
Divinidad. La ascética es, por tanto, una parte de la mística, esto es, el camino
previo y preparatorio de la experiencia mística, la cual puede producirse
finalmente o no.
Los escritores místicos, tanto en prosa como en verso, aluden en sus
descripciones a 3 vías o fases:
a) Vía purgativa: el alma, mediante la penitencia, logra desasirse de las cosas
terrenas, perdiendo interés por lo material. Hay que purificar el cuerpo como
paso previo para que deje tener interés, y el alma sea la única protagonista, la
única elegida para llegar ante Dios.
b) Vía iluminativa: Olvidado el cuerpo, el alma se concentra para meditar en
Dios, y a él somete toda su voluntad. Lo externo, lo material, lo físico
desaparecen de la conciencia. El alma adquiere una sabiduría y un
conocimiento especial, no humano, una luz divina que le aporta el
conocimiento de las cosas divinas, incomprensibles para la razón humana,
limitada.
c) Vía unitiva: El alma finalmente se confunde con Dios. Es el éxtasis, en el
que se produce una anulación total de los sentidos. El elegido carece de
capacidad para expresar lo que siente (experiencia inefable); de ahí que los
autores místicos recurran al balbuceo, a un “no sé qué sé yo” que caracteriza
al lenguaje místico. En esta fase es cuando se producen fenómenos
inexplicables por la razón (levitaciones, estigmas, etc.)
Fray Luis de León es el máximo representante de la literatura ascética de ese
siglo. Su carácter justo pero vehemente, humilde y rebelde a la vez, le granjeó
enemistades. Más prosista que poeta, sus versos fueron publicados en vida, aunque
circulaban copias entre los estudiantes, que lo idolatraban. Su estilo deriva del de
Garcilaso, y en sus poemas encontramos temas típicos renacentistas. Prefirió la lira al
soneto y encontró su tema definitivo al cantar el ansia de huir de este mundo para
hallar en el cielo la suprema liberación. Ese anhelo de soledad y sosiego del espíritu
le lleva a tratar el tema del “beatus ille” horaciano o canto a la vida retirada. El poeta
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alaba la vida sencilla del campo, lejos de las preocupaciones de la ciudad y de la Corte
(tópico del “menosprecio de corte y alabanza de aldea”).
Su estilo poético se caracteriza por la simplicidad de su léxico y la sencillez de
las imágenes, por su tono vigoroso y conciso, fiel reflejo de su talante luchador y
apasionado. Obras: “Oda a Francisco Salinas”, “Oda a la vida retirada”, “Noche
serena”…
San Juan de la Cruz es el máximo representante de la literatura mística junto
a Santa Teresa de Jesús, pero San Juan es el poeta místico por excelencia. Es
recordado por tres poemas: “Cántico espiritual”, “Llama de amor viva” y “Noche oscura
del alma”. Toda su poesía trata de su experiencia mística, es decir, sus imágenes
simbolizan la unión del alma con Dios. Para su mejor comprensión, San Juan escribió
extensos comentarios en prosa (exégesis), que fueron publicados póstumamente.
“Noche oscura del alma” describe la unión del alma con Dios, usando la
imagen de una muchacha que se escapa por la noche de su casa, ya en silencio, para
acudir a la cita con su amado. La sosegada casa es el cuerpo, con sus pasiones acalladas.
El alma avanza con seguridad, guiada en la oscuridad por la luz de la imaginación
divina. La simbología utilizada tiene un hondo sentido humano y hasta erótico. La unión
sexual es alegórica. El poema termina con la tranquilidad de la consumación.
“Llama de amor viva” tiene también la apariencia de un poema de amor. Es el
más puramente místico, pues carece de la alusión a las vías purgativa e iluminativa, y
habla directamente del deleite de la unión con el Amado. Es el de más difícil
comprensión y exige, por tanto, la lectura de sus comentarios aclaratorios en prosa.
“Cántico espiritual” plantea dificultades por la fuerte carga alegórica de sus
imágenes. El poema describe cómo el alma, la Esposa, busca al divino Esposo por el
mundo hasta que por fin ve sus ojos reflejados en una fuente en la que ella mira. Los
dos llegan a la unión amorosa en una atmósfera creciente de éxtasis. El poema describe
las tres vías del camino místico.
San Juan también escribió 10 romances espirituales, versión a lo divino de temas
tradicionales.
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Otras manifestaciones poéticas
Durante el Renacimiento, junto a la recuperación de los clásicos y al desarrollo
de un espíritu más refinado y culto, se apreció un creciente interés por lo popular y
primitivo, siempre en relación con la naturaleza y con una potenciación de las
lenguas vernáculas. Hay un auge de la literatura pastoril como fiel reflejo de ello.
En el s. XVI esta poesía popular se imprimía en pliegos sueltos y libros de
canciones. Muchos poetas tomaron los estribillos tradicionales como base de sus
propios villancicos, o imitaron la lírica tradicional a través de letrillas y seguidillas.
Los villancicos y otros poemas populares fueron recogidos en antologías cada vez más
frecuentes a fines del s. XVI. Mucha lírica popular fue reescrita “a lo divino”
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