TEMA 7 LAS COSTRUCCIONES DEL RACIONALISMO. 1. Spinoza. 1.1. El método geométrico. 1.2. La crítica a la idea de sustancia. 2. Leibniz. 2.1. Verdades de razón y verdades de hecho. 2.2. Las mónadas 2.3. El problema del mal. 1. Baruch SPINOZA. En muchas ocasiones, Spinoza se va a convertir en el radicalizador de la teoría de Descartes. Descartes había dejado numerosos huecos y contradicciones en su pensamiento, especialmente el referente a la idea de sustancia. Este será el punto de partida para el pensamiento de Spinoza. Spinoza (1632-1677), judío emigrante a Holanda, se encontró perseguido por sus ideas y fue expulsado de su comunidad religiosa por ideas que se consideraban completamente perniciosas y ateas. Algunos cuentan que era medio gallego, que pasó a Portugal y de ahí a Holanda: un modo de afirmar, en fin, que en España sí hubo filósofos, pero que tuvieron que huir por miedo a las hoguerillas de los inquisidores. Al final acabó en Rijsburg, pueblecito holandés, ganándose la vida puliendo lentes hasta que el pobre fue y se murió, oh desgracia. Su obra fundamental es la Ética, nombre que no debe engañarnos, pues el motivo fundamental de dicha obra es la epistemología y la metafísica (Spinoza identifica el bien con el conocimiento verdadero. Y para alcanzar ese conocimiento habrá que seguir los pasos dados inicialmente por Descartes respecto al método a seguir. 1.2. El método geométrico. Spinoza va a llevar hasta sus últimos extremos la deducción matemática aplicada a la filosofía. Toda su obra va a consistir en una serie de definiciones (primeros principios, como por ejemplo la definición de sustancia) y la posterior deducción de la metafísica partiendo de esas definiciones y respetando ciertos axiomas (reglas que deben cumplirse siempre la autonomía de la razón y la relación entre pensamiento y realidad, por ejemplo). Como vemos, el método de Descartes (intuición, análisis y deducción) se mantiene en este autor empleados de forma más rigurosa. Spinoza denominó a esto el método geométrico. 1.3. La crítica a la idea de sustancia. Spinoza parte de la idea de sustancia de Descartes, evitando sus contradicciones. Si habíamos dicho que la sustancia es aquello que se puede mantener por sí mismo, ni recurrir a un tercero, veremos que tan solo la sustancia de Dios es aquella que cumple todos los requisitos para ser llamada como tal. La conclusión que extrae Spinoza es tajante. Si existe solo una sustancia, las otras dos formuladas por Descartes son tan solo una prolongación de la sustancia divina. Esto deriva irremediablemente en un panteísmo: toda la naturaleza, incluida res cogitans y res extensa, forma parte de Dios (Deus sive Natura) . Así esa Naturaleza divina posee multitud de atributos, de los que conocemos el pensamiento y la extensión. Spinoza distingue en la naturaleza entre naturaleza creada (las realidades individuales existentes) y creadora (Dios, sustancia infinita). Las consecuencias de esta interpretación de la sustancia es la pérdida de la libertad humana. El hombre es solo un atributo de esa divinidad, la naturaleza, y en cuanto tal, la naturaleza es regulada por leyes físicas y matemáticas. La libertad es solo una ilusión humana. Esta es una conclusión que muchos científicos actuales comparten, con otra base metafísica, pero basados también en la identificación de la naturaleza biológica con el hombre. DESCARTES SPINOZA Sustancia no creada: DIOS Sustancia creada: pensamiento Sustancia creada: extensión SUSTANCIA ÚNICA: DIOS = NATURALEZA ATRIBUTO DE PENSAMIENTO NATURA NATURANS: Naturaleza creadora ATRIBUTO DE EXTENSIÓN NATURA NATURATA Naturaleza creada Consecuencia: PANTEISMO 2. Gottfried W. LEIBNIZ. El alemán Leibniz (1646-1716) fue el pensador racionalista con más universalidad de intereses, la última enciclopedia viviente que fue capaz de ofrecer descubrimientos a todos los campos del saber: física, matemática, lógica, historia, derecho, economía, filología, teología y natuurlijk, filosofía. Después de su muerte, la sabiduría de la cultura occidental habrá alcanzado un grado de complejidad tal que será imposible para un solo hombre ser exponente avanzado de todos los campos del saber. Durante su vida hizo otras cosas que no son por desgracia de nuestra atención. Encima de comerse libros como si fueran hamburguesas para un americano hambriento, hizo de espía en su vida pública al servicio del monarca de Prusia desfaciendo los entuertos del rey de Francia y viviendo a todo tren como embajador y diplomático. Entre una de las polémicas más famosas de la época, aparece la disputa que tuvo con Newton sobre el descubrimiento del cálculo infinitesimal. Al parecer lo había descubierto antes que Newton, pero la Academia de Londres, que era algo así como los Premios Nobel de la época, decidió barrer para casa y otorgarle el descubrimiento al inglés y no al matemático alemán, ¡oh mundo ingrato y cruel! 2.1. Teoría del conocimiento: verdades de razón y de hecho. Leibniz acepta la existencia de elementos del conocimiento innatos a los hombres, al igual que hacía Descartes, y que estaban previos a toda la experiencia empírica. Marcando dichas diferencias entre ambos tipos de conocimiento, establecería una distinción que hizo fortuna en los siglos por venir. Leibniz distingue entre verdades de razón y verdades de hecho. - Verdades de razón: son las verdades analíticas, es decir, aquellas en las que el sujeto contiene en sí mismo el predicado. Cuando decimos: “el triángulo tiene tres lados” lo que afirmamos en el predicado se desprende del análisis del sujeto. No aportamos ninguna información nueva que no esté ya contenida en dicho sujeto. Las verdades de razón se basan en el principio de no-contradicción (A no es igual a noA). Los juicios provenientes de la lógica y las matemáticas forman parte de estas verdades de la razón. - Verdades de hecho: son las verdades sintéticas, aquellas en las que el predicado no se desprende de un análisis del sujeto sino de la observación de los hechos o datos de la experiencia sensible. El predicado nos da una información que no conocíamos del sujeto. Entre estas verdades de hecho podríamos encontrar cosas como “Elisabeth lee muy bien” o “El calor dilata los cuerpos”. Ambas son empíricas y contingentes (podría ocurrir y no ocurrir), pero todas obedecen a lo que Leibniz llama principio de razón suficiente: existe una razón (en este caso, las leyes de la naturaleza o la necesidad de leer de Elisabeth para poder estudiar mejor) que hacen que eso sea así y no de otra forma. Las decisiones de las personas, los juicios de la física o la biología formarían parte de estas verdades de hecho, pero también la existencia de Dios se fundamentarían en este principio de razón suficiente. 2.2. La sustancia: monadología. Al igual que Spinoza, también Leibniz considera que la explicación de la sustancia en Descartes dejaba mucho que desear. En concreto, Leibniz no estaba de acuerdo con la concepción de movimiento que caracterizaba a la res extensa, por la que se condenaba al mundo al mecanicismo. La sustancia para Leibniz va a tener características distintas: lo va a denominar “mónada” y es fundamentalmente una unidad de fuerza, un punto metafísico1. Las mónadas son inextensas, indivisibles, de naturaleza psíquica. El universo está formado por mónadas que al ser simples, no son corruptibles ni engendrables. Existe un orden preestablecido a todas las mónadas, marcado por Dios. 2.3. El problema del mal. Por último, incidir en la preocupación sobre el mal que tuvo Leibniz. La existencia del mal había preocupado ya a autores como San Agustín. Leibniz va a distinguir tres tipos de mal: el metafísico, el físico y el de carácter moral. El mal metafísico y físico se identifica con la ausencia de perfección divina, y en cuanto que es ausencia, no existe (esta era ya la argumentación de San Agustín). El mal moral sin embargo depende del hombre, puesto que se produce por la libertad humana. Sin embargo, Leibniz se da cuenta que la respuesta anterior no satisface a demasiada gente. Leibniz concluye que, si a la hora de la creación del universo Dios ha elegido crear este y no otro mundo, ha sido porque este es el mejor de los mundos posibles. Aunque no sea un mundo óptimo, ha de ser el más perfecto de todos los mundos con posibilidad de ser creados. Si nosotros no lo vemos así, es porque nuestra visión o nuestra razón no alcanza a ver los designios racionales a más largo plazo establecidos por Dios para el mundo. Si queremos una relación con el mundo de hoy de este concepto, lo relacionaríamos con “la fuerza” en la Guerra de las Galaxias, de George Lucas. Esa “fuerza” es un principio oculto de dinamismo, presente en las cosas materiales, pero al mismo tiempo con un carácter inmaterial, y lo que en definitiva mueve la Galaxia. 1 Por ejemplo: Imaginemos (esperemos que nunca ocurra) que de tanto peinarse el Turi se queda calvo, y le parece una de las peores cosas que le pueden ocurrir en la vida. Sin embargo, su calvicie va a permitir que veinte personas que se habían comparado con el Turi tengan un subidón de autoestima y les permita aprobar la selectividad con muy buenas notas, ni más ni menos. Algo bueno ha tenido su explicación en un orden de cosas superior al mal individual que sufre el pobre Turi y del que es no es consciente.