El libro de las palabras

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El Libro de las Palabras
1.- Justificación.
En la etapa de la Educación Infantil y primer ciclo de Educación Primaria,
el bagaje lingüístico de los niños es ya considerable, se les comienza a
exigir destrezas y corrección en la expresión, conocimiento del nombre
de muchos objetos y sus características, y que utilice dichos nombres
con propiedad y acierto.
Es un momento de apertura al mundo a través del lenguaje.
El descubrimiento del mundo por parte del niño ciego desde el
momento que comienza su escolaridad, se realiza a la par que sus
compañeros, sin embargo se da una diferencia fundamental: En los
procesos de acceso a objetos cuya forma y nombre el alumno
desconoce, en la exploración y reconocimiento de los mismos, en el
proceso cognitivo que implica la elaboración de la imagen mental de los
mismos y el concepto que los define; y, a continuación, en la dificultad
de la identificación y el reconocimiento que el niño ciego tiene de esos
objetos en una representación bidimensional. El niño en estas edades
define los objetos de acuerdo a aquellos aspectos externos que puede
percibir sin establecer a veces las relaciones correctas entre ellos, o lo
hace de un modo intuitivo.
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El niño vidente puede, gracias a la visión y con la ayuda temporal del
adulto, identificar las cosas con rapidez y de un modo apenas
consciente; mientras que el niño ciego necesita recoger información
desde otros canales que le van a dar una información fragmentada,
parcial e insuficiente para la identificación.
Sabemos que es muy difícil llevar todos los matices de un objeto a su
representación bidimensional en el plano. Incluso de los objetos más
sencillos. Necesariamente el alumno ciego tiene que valerse del
lenguaje para explicar el mundo. La intervención del profesor en este
momento, la interacción niño-adulto, es clave para la comprensión de
objetos cuyo significado el alumno ciego no llega a comprender en su
totalidad, bien por la complejidad del objeto o bien porque es
inalcanzable para él.
Para aprehender la complejidad del mundo el niño ciego necesita la
colaboración necesaria del adulto. Hacemos hincapié en esta cuestión
porque ninguna representación simbólica en relieve es, en la etapa
escolar infantil, tan completa como para no necesitar el apoyo del
profesor para explicar las características, las propiedades del objeto y su
generalización y las categorías que podemos formar a partir del mismo.
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La investigación que desarrollamos con El Libro de las Palabras tiene
como objetivo la elaboración de unos materiales – fichas - en relieve de
objetos y conceptos cuyo significado el alumno de Educación Infantil y
Primaria debe conocer, ya que aparecen en los proyectos curriculares
correspondientes a su etapa educativa.
El trabajo lo componen varios libros de fichas en las que figuran las
definiciones (conceptos) de objetos, su representación bidimensional
en el plano (en la ficha) y la maqueta tridimensional del objeto
representado.
Es un material diseñado para alumnos ciegos totales como libro de
consulta, un instrumento para desarrollar y consolidar la lectura. Una
iniciación
al
braille
acompañada
de
experiencias
táctiles
de
reconocimiento de las formas, iconos, símbolos que representan las
palabras que el niño ya usa o está aprendiendo.
Un material de entretenimiento, de juego, desde el que por medio de la
exploración táctil de la representación en el plano de los objetos que
existen en la realidad, el niño es capaz de identificar y evocar el nombre
del objeto, la forma del mismo, sus características o propiedades y su
función.
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El niño ciego debe acostumbrarse a explorar en el plano una realidad
simbólica de iconos que representan a los objetos reales, aunque su
diferencia con ellos les parezcan abismales. En esto precisamente
consiste la génesis del universo simbólico de las palabras.
Estas diferencias entre el símbolo y el objeto debemos explicitarlas para
que las tengan en cuenta, las comprendan y puedan hacerlas inteligibles
e integrarlas en sus esquemas cognitivos.
2.- Objetivos.
Primero, facilitar al alumno la posibilidad de conocer un conjunto de
términos y evocar la realidad a la que remiten.
Trataremos, en este objetivo, sobre todo, de evitar el verbalismo: que el
niño hable sin tener una idea exacta o aproximada del significado de
una palabra y los contextos donde se puede utilizar.
Por eso, estos cuadernos de fichas se conciben no exclusivamente
como un instrumento de juego, sino como una herramienta de trabajo,
de elaboración, de instrucción; no es su fin el de ser solo un diccionario
de consulta.
Un objetivo esencial es que el profesor y el alumno exploren
conjuntamente el esqueleto de las palabras, sus matices, sus distintos
significados, sus categorías.
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Segundo, ajustar al máximo posible lo que se quiere representar de la
realidad, del objeto, con el fin de que a través del icono el niño pueda
evocar la realidad.
En la representación de un objeto en el plano siempre buscamos el
acercamiento máximo de su representación tridimensional llevada al
plano. Conseguir esto para las personas ciegas es muy complicado y
más aún para los niños ciegos. En la identificación táctil de un objeto se
reciben sensaciones diferentes a las visuales, a saber: textura,
temperatura,
presión,
etc.,
y
es
difícil
percibir
cambios,
transformaciones, y absolutamente imposible percibir los movimientos.
No podremos tocar un coche en movimiento, aunque podemos viajar
en su interior; es probable que nunca toquemos un oso o una jirafa,
pero si otros animales que nos pueden aportar experiencias
semejantes. Nunca tocaremos los estados de ánimo, pero podremos
entenderlos, porque nosotros y los que nos rodean los vivimos.
La imagen visual refiere de modo sintético e inmediato al objeto,
permitiendo la creación de una imagen casi global del mismo. Pero
desde el contacto simple con el objeto a nivel táctil no es posible la
percepción de esa globalidad.
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Esto supone la necesidad de explorar reiteradamente el objeto con el
fin de que desde la experimentación repetida de las diferentes
sensaciones táctiles ésta acceda a la conciencia y sea posible su
identificación.
El alumno ciego en la etapa de E.I. debe comenzar a familiarizarse con la
representación simbólica de la realidad llevada al plano. No hay mejor
conocimiento que el que nos ofrece la realidad, pero no siempre es
posible plasmarla (ni siquiera muchas veces a partir de una imagen
visual).
3.- Etapas educativas a las que se destina.
Fundamentalmente para una población comprendida entre los 4 y 8
años. Serían aquellos alumnos escolarizados en los dos últimos cursos
de E.I. y el primer ciclo de E.P. También para alumnos con N.E.E. y los
alumnos que, debido a enfermedades o accidentes, sufran pérdida de
visión y necesiten entrenamiento táctil.
4.- Población que interviene en la experiencia.
A medida que el niño ciego va creciendo aumenta su curiosidad natural
por el mundo que le rodea.
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Debemos fomentar esta curiosidad aportándole una serie de objetos
que fomenten su interés por tocarlos, manosearlos, descubrirlos. El
niño crea imágenes mentales de dichos objetos y los reconoce cuando
vuelve a tocarlos, sabe cuáles son y para qué sirven; todo este proceso
se basa en las vivencias que el niño haya tenido con estos objetos. En la
translación
al
plano
de
uno
de
estos
objetos
utilizamos,
inevitablemente, el punto de vista de persona vidente, intentando
resaltar lo que a nosotros nos parece más característico y fácilmente
perceptible. Este no es un deficiente principio metodológico, aunque tal
vez resultaría más fiable poder contar con la participación del niño, con
su experiencia, y cual es su punto, no de vista, sino de tacto.
Lo que buscamos es la constatación de la similitud de los elementos
identificativos del objeto real y el representado. De este tipo de pruebas
comparativas el alumno debe obtener esquemas cognitivos de objetos
que luego podrá evocar en otras situaciones de aprendizaje, ya que con
esta actividad está consiguiendo una nueva percepción del objeto,
simplificada y esquemática.
Que el niño sea capaz de reconocer la translación bidimensional al plano
dependerá fundamentalmente de su capacidad de análisis, del número
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y calidad de sus experiencias y de la capacidad de evocación (recuerdo
de los elementos discriminativos).
Debemos, por lo tanto, tener en cuenta las siguientes consideraciones
metodológicas:
- Contar con el “punto de vista” perceptivo del niño para realizar las
fichas.
- Contar con la participación del adulto durante el proceso de
exploración, de aprendizaje y el reconocimiento por parte del niño
para clarar sus dudas y rellenar sus lagunas.
Teniendo en cuenta estos principios, nuestra experiencia contó con la
colaboración de los profesionales del C.R.E. de Galicia, maestros que
tienen alumnos ciegos totales en los cursos hacia donde se orienta el
uso de este material, y alumnos de nuestra zona de itinerancia, de los
cuales recogimos la información previa y nos ayudaron durante la fases
de selección y elaboración de las fichas.
5.- Material de la experiencia de investigación.
El Libro de las Palabras lo forman un conjunto de 5 maletines
numerados.
En el interior de cada uno de ellos se encuentra:
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- Un fichero con 20 fichas. Cada ficha contiene la definición de un
objeto, escrita en código visual y código braille, y la representación en
relieve del objeto definido. El orden de las definiciones es el
alfabético. Las fichas están numeradas.
- 20 maquetas tridimensionales que son la representación de cada uno
de los objetos definidos en las fichas. Cada maqueta va dentro de una
bolsa de plástico numerada, el número coincide con el de su ficha
correspondiente.
En el maletín número 1 se encuentra un manual que explica la
fundamentación
teórica
de
la
experiencia,
los
principios
metodológicos, los objetivos y la población a la que va destinada.
C.R.E. Santiago Apóstol de Galicia.
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