LA INGENIERÍA Y LOS INGENIEROS - Colegio de Ingenieros del Perú

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Con sincero afecto a los Ingenieros del Perú:
Constructores de Sueños.
En la Semana de la Ingeniería Peruana.
Ing. Fransiles Gallardo
LA INGENIERÍA Y LOS INGENIEROS
La neblina ha llegado por los alrededores del Parque de Miraflores y
de la Iglesia Matriz.
En el memorable Haití, rodeado de los periódicos de este sábado
otoñal está el ingeniero Héctor Gallegos Vargas, ex decano del Colegio de
Ingenieros de Perú y brillante maestro universitario, sorbiendo un café
express.
Nos abrazamos y pido un cortadito: un buen pretexto para
conversar. “Un café no se desprecia”, dicen varios de los amigos míos.
- Ahí tienes mi libro- me dice sonriente. Miro el grosor y su pasta
verde. En letras negras grandes, se lee “La Ingeniería, Héctor Gallegos”.
Lo ojeo; son cerca de quinientas páginas para leer y disfrutar.
- Es curioso -me dice a manera de explicación- pero casi todas las
personas creen que Ingeniería viene de Ingenio o Ingenioso. Estas
palabras provienen del latín “in generare” que significa crear ; por tanto,
en la antigüedad y el medioevo la persona que creaba, diseñaba o
fabricaba obras de defensa o de ataque o máquinas de guerra era
conocido como ingeniator o ingeniero y en tiempos de guerra era un
soldado que peleaba codo a codo con la infantería de su país; pero en
épocas de paz, este mismo ingeniero construía fortificaciones para la
defensa de las ciudades.
El café me reanima y le pregunto sobre sus demás libros, sus
próximos proyectos intelectuales y editoriales. Las custers siguen raudas
por la avenida y las mesas vecinas del Haití, se siguen llenando.
Me cuenta que en 1768, el constructor de puentes, puertos y
fabricante de máquinas el británico John Smeaton; fue el primer hombre
que se autodenominó Ingeniero Civi para diferenciarse del Ingeniero
Militar haciendo saber, que se dedicaba a diseñar y construir solo obras
de paz.
- Héctor, hermano -le digo- que es entonces la ingeniería, cual es su
definición más cercana a la realidad?
Se alisa su entrecana barba y su alborotada cabellera gris, y como
quien dicta una clase magistral, solemne, me dice:
- Libre desde la desobediencia bíblica, el ser humano tiene una
misión ineludible: dominar la naturaleza para cuidarla, enriquecerla y
ponerla a su servicio. Ahí entramos a tallar nosotros, los ingenieros. La
ingeniería se apoya en las matemáticas y las ciencias naturales; y
posteriormente en las ciencias de su especialidad: no hay ingeniería sin
esas bases, querido amigo.
- Fue en 1818 -continúa con su alocución- en una cafetería como
esta, la Kendal en Londres, donde Henry Palmer dijo que “el ingeniero es
un mediador entre el filósofo y el artesano”; es decir como un interprete
entre dos extranjeros, que lo obliga a saber ineludiblemente el idioma de
ambos; de ahí la absoluta necesidad que el ingeniero posea experiencia
práctica y conocimientos teóricos: además amigo mío- dice mientras
sorbe su café express- si la ciencia surgió de la filosofía, la ingeniería lo
hizo de las artesanía y las técnicas.
Doy vueltas de vueltas con la cucharilla al café de mi taza,
formando un remolino; buscando la pregunta ideal, en ese momento
ideal. Interpretando mi absorción y mi silencio, me dice:
-Te pregunto algo- abriendo sus brazos cuan amplios son- la
llegada del primer astronauta a la luna ¿fue un logro científico o un logro
de la ingeniería?.
- Sospecho Héctor que de ambos- le contesto acomodándome los
lentes, no muy seguro de mi respuesta.
- Fue una maravillosa y diestra obra de ingeniería – me contesta
convincente- La ingeniería no es ciencia y el ingeniero no es un científico.
La labor del científico es descubrir la verdad investigando; la del
tecnólogo es aplicar la ciencia y la del ingeniero es producir de manera
práctica, objetos exitosos que transformen y protejan a naturaleza: Los
ingenieros pusimos a ese hombre en la Luna y lo seguiremos haciendo.
No lo interrumpo.
- Te pongo un ejemplo –me dice sonriente- Una lata de cerveza.
Compromete a los inventores que tienen que usar ciencia y tecnología
para su funcionamiento; pero la fabricación, llenado, embalaje y
transporte; todo eso es ingeniería.
- Si preguntas mi parecer –le digo también sonriente- prefiero el
líquido a lata.
- Yo también –contesta riendo- pero no en este momento. Es más –
continúa- la ingeniería y los ingenieros somos los autores y actores
irremplazable del desarrollo material de la humanidad.
Para nosotros los ingenieros el desarrollo no es un mito, tampoco
un conjunto de indicadores positivos crecientes; sino una tarea diaria.
Ya lo dijo hace muchos años, Thomas Jefferson, fundador de los
Estados Unidos de América y su tercer presidente: La ingeniería es
nuestra salvación política; ella mejorará nuestra agricultura, acelerará el
progreso de nuestra navegación interna, nos hará volver a las virtudes de
la frugalidad y el trabajo que son los más potentes antídotos contra el
vicio, y nos hará verdaderamente libres de la tiranía extranjera.
- No será Héctor que Jefferson estaba hablando, del Perú de todos los
tiempos.
Mira su reloj y recogiendo su periódico me dice, que tiene un urgente
compromiso que cumplir.
Nos abrazamos y palmeándome el hombro se marcha, con la promesa
de volvernos a reunir y conversar.
Pido otro café cortado y emocionado, cuelo mis lentes entre las
palabras y la filosofía que el Ingeniero Héctor Gallegos derrama en las
líneas y páginas de este libro La Ingeniería.
-Este libro- murmuro para mí, mientras sorbo mi café- debería ser
de uso obligado para todos los estudiantes de los primeros ciclos, de
todas las carrera de Ingeniería del Perú “para que sepan como es la cosa”
y la ingeniería, también.
La primeras luces de la ciudad se encienden y yo, continúo
leyendo.
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