LA INGENIERÍA SISMICA Y LA MITIGACION DE DESASTRES EN HOSPITALES DE SALTA AUTOR: Ing. Susana Gea Cada tanto nos sacude la noticia, transmitida por los medios de comunicación, de que ha ocurrido en algún lugar de nuestro planeta un terremoto de características destructivas. En países en vías de desarrollo, estos eventos sísmicos, además de cobrar cientos de víctimas, dejan un saldo que pocas veces se conoce a través de diarios y televisión: la infraestructura de salud sufre pérdidas considerables: pacientes y sus familias, médicos, enfermeras y el personal de las salas de urgencia mueren al colapsar los hospitales; los servicios de salud, imprescindibles luego de un terremoto destructivo, quedan interrumpidos. Sin embargo, estas pérdidas pueden reducirse en gran medida, aplicando los conocimientos técnicos y científicos que proveen las distintas especialidades de la Ingeniería Sísmica. El Laboratorio de Estructuras de la Universidad Nacional de Salta, a través de sus investigadores, se encuentra trabajando en un método para determinar la vulnerabilidad sísmica de los hospitales de Salta, comenzando por el Hospital San Bernardo. Entendemos por vulnerabilidad, el grado de pérdida de un elemento o grupo de elementos bajo riesgo, resultado de la probable ocurrencia de un evento desastroso; en este caso, un evento sísmico. En primer lugar se debe, pues, determinar cuál es esa probabilidad; es decir cuál es la “Amenaza Sísmica”. El Instituto Nacional de Prevención Sísmica determinó que nuestra ciudad tiene un 60% de probabilidad de ser sacudida por un terremoto de intensidad VIII en un período de 100 años. Esto ha podido determinarse con el aporte de la Geología y una rama de la Ingeniería Sísmica, que es la Sismología Histórica, que busca e interpreta datos sobre terremotos ocurridos en el pasado. Por otra parte, debe determinarse si hay otros factores que pueden influir sobre el impacto del sismo en la ciudad, como por ejemplo, la amplificación de las ondas sísmicas por parte de los suelos, licuefacción y asentamiento de suelos y deslizamientos o derrumbes de laderas. La determinación de la vulnerabilidad de un hospital ante la Amenaza Sísmica consta de distintas etapas de investigación de vulnerabilidad: estructural, no estructural y funcional. A continuación se detalla cada una de estas etapas. Para determinar la vulnerabilidad estructural se efectúa una secuencia de análisis cualitativos y cuantitativos: análisis de los planos de relevamiento y la documentación existente, con el objeto de inferir el sistema resistente (estructura de hormigón armado, o paredes portantes de mampostería, por ejemplo), características geométricas y de distribución de masas, que determinan su comportamiento ante acciones sísmicas, y tipo, estado de conservación y comportamiento de la fundación. Se investiga, fundamentalmente, la técnica constructiva empleada en las cimentaciones, los muros, la estructura de hormigón armado o de acero, los entrepisos y la cubierta. Algunos indicios del comportamiento ante terremotos anteriores pueden aún estar evidenciados, ya sea en forma directa, o indirecta por el tipo de reparaciones efectuadas. Determinar la calidad de los materiales y las tensiones admisibles requerirá de ensayos no destructivos y destructivos, pudiendo requerir también ensayos con microscopio, químicos y de difracción por rayos X, a cargo de especialistas en Estudio y Ensayos de Materiales. Serán analizados tanto los mampuestos como los morteros en muros, hormigón, acero y la madera en donde esta haya sido empleada. En todos los casos, serán tenidos en cuenta los factores naturales y los antropogénicos que han actuado como elementos de alteración de los materiales de construcción: térmicos, por humedad, por contaminación atmosférica, presencia de sales en el suelo, o vibraciones por tráfico automotor, que pueden repercutir de manera muy desfavorable en la construcción, desde los cimientos hasta la superestructura. También se analiza la degradación que pueden haber producido en los materiales la presencia de hongos y otros factores biológicos. Se investiga asimismo la presencia de agrietamientos y sus causas. Los pasos siguientes consisten en definir el terremoto de diseño a ser utilizado para determinar la vulnerabilidad estructural y evaluar el análisis cualitativo a fin de definir el modelo mecánico de la estructura y proceder al análisis de las acciones sísmicas. El equipo técnico decide, en base a todos los pasos anteriores, el nivel de sofisticación del análisis. La segunda etapa, que es la investigación de elementos no estructurales, puede insumir mucho tiempo. Sin embargo, es esencial investigarlos, pues pueden ser potencialmente peligrosos. Nos referimos a muros externos no portantes, ventanas, cielorrasos, ascensores, equipos mecánicos y eléctricos, sistemas de alumbrado, equipos médicos y la dotación del edificio. Un edificio puede quedar en pie luego de un desastre y quedar inhabilitado debido a daños no estructurales. En el caso de hospitales, el costo de las partes no estructurales representa el 85 a 90% de su valor. Estos aspectos, que son los más vitales de un hospital son los que más fácilmente se ven afectados o destruidos por los terremotos. Al mismo tiempo, es más fácil y menos costoso readaptarlos y prevenir su destrucción. Para la evaluación de su vulnerabilidad, se ha realizado una inspección sistemática y completa de las instalaciones para evaluar las amenazas existentes. Estas fueron clasificadas en tres categorías y en tres niveles de riesgo: riesgo para las vidas, riesgo de pérdida de bienes muebles o riesgo de pérdida funcional, como por ejemplo, la suspensión del servicio de electricidad. Estos riesgos fueron clasificados, a su vez, en bajo, moderado o alto. Fueron diseñadas planillas donde se tabuló los tipos y niveles de riesgo para todos los elementos del hospital: muebles, vidrios, estantes, gabinetes, cielorrasos, objetos que deslizan o ruedan por el piso, conductos de gases tóxicos o médicos, líquidos corrosivos o peligrosos, generador eléctrico, generadores de vapor, sistemas de soporte de vida, central telefónica, computadoras y equipos en general. Por último, un hospital puede ser víctima de un “colapso funcional”, como consecuencia de un desastre natural, el cual es sólo detectado en el momento en que ocurre una emergencia. A fin de determinar en esta tercera etapa la vulnerabilidad funcional, se evalúa lo referente a la infraestructura. En primer lugar, el sistema de suministro de agua y de energía eléctrica, que son las partes más vulnerables. También son afectadas por los sismos las tuberías de aguas servidas, alcantarillado, gas y combustibles, para lo cual se realizan investigaciones sobre su resistencia y flexibilidad. Estos aspectos funcionales incluyen también un análisis detallado de las áreas externas, vías adyacentes y su conexión con el entramado urbano; las interrelaciones, circulaciones primarias y secundarias, privadas y públicas y los accesos generales y particulares de las áreas básicas en que se subdivide el hospital. Se analiza la posibilidad de inutilización de ascensores, acumulación de escombros en escaleras y pasillos, como así también el atascamiento de puertas Una vez detectados los aspectos vulnerables del hospital, la Ingeniería Sísmica, a través de sus especialidades en Estructuras, y en interrelación con la Ingeniería Sanitaria y Electromecánica, provee de las técnicas para reducir los riesgos, a través de la intervención en la estructura y en los elementos no estructurales y funcionales. La intervención que se realiza antes de un desastre, para reducir o prevenir los daños que puede ocasionar se denomina “mitigación de riesgos”. La mitigación de los efectos producidos por terremotos mediante la intervención mencionada, es una actividad altamente rentable; por cada peso que se gaste adecuadamente en mitigación antes de que ocurra un terremoto, se ahorrarán enormes costos representados en pérdidas que no sucedieron. Los antecedentes de desastres en países de Latinoamérica muestran que la capacidad de recuperación de las comunidades que han sufrido terremotos destructivos es, en general, baja: han debido pasar más de diez años en muchos casos, para poder reconstruir y volver a equipar los hospitales. Nuestra provincia no escapa a esta situación, por lo que podemos afirmar que la mitigación no tiene costo. A largo plazo, se paga en dinero real y en vidas salvadas. Experiencias realizadas en distintos países del mundo (Chile es uno de ellos) han demostrado la efectividad de las intervenciones para reducir la vulnerabilidad en edificios de salud. La prueba más reciente aparece con el terremoto de Armenia (Colombia, 25 de enero de 1999, 1230 muertos, 5300 heridos), en donde el único hospital que no dejó de funcionar durante y después del terremoto fue aquel en el que se intervino para reducir su vulnerabilidad. La lección más dramática nos la da el hecho de que el mismo sismo afectó la ciudad de Pereira, pero sus efectos estuvieron lejos de producir los daños ocurridos en Armenia, a pocos kilómetros de distancia. La razón está en la toma de conciencia de la comunidad de Pereira, que decidió aplicar planes de mitigación varios años antes, utilizando los recursos que a tal fin proveen las distintas especialidades de la Ingeniería Sísmica. BIBLIOGRAFÍA - - - - - Audemard, F. – 1998 - Contribuciones de la Paleosismología a la Sismicidad Histórica: Los Terremotos de 1610 y 1894 en Los Andes Venezolanos Meridionales. Conferencia Internacional Sobre Mitigación de Desastres en Instalaciones de Salud – 1996 “Recomendaciones” - México D.F. Organización Panamericana de la Salud. 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