¿Tiene actualidad práctica en CR el concepto de desarrollo de

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¿TIENE ACTUALIDAD PRACTICA EN CR EL CONCEPTO DE
DESARROLLO DE PABLO VI Y JUAN PABLO II?
1. REFLEXIONES PREVIAS
La PP y SRS es la expresión de un juicio ético de lo económico y en un nivel más
amplio de las formas de comprender un proyecto de desarrollo. Este objetivo se ve
complementado en la Centesimus Annus.
Ambos documentos nos dejan entrever las condiciones o dimensiones de las que no
puede prescindir un sano y auténtico desarrollo.
El esfuerzo es sumamente válido porque de frente a una cultura que presenta como
ideal del desarrollo, el tipo de desarrollo logrado en los países llamados del Primer
Mundo. Ambas encíclicas hacen notar la aparente incapacidad de aquellos mecanismos
económicos, para lograr superar el subdesarrollo de los pueblos, mismo que se ha
agravado con los fenómenos de exclusión e inequidad.
Los mencionados mecanismos económicos han logrado, en efecto, asegurar el bienestar
de una parte de la humanidad, pero se han manifestado incapaces de extenderlo a nivel
mundial e, incluso, parecen haber bloqueado la posibilidad de desarrollo y bienestar
de gran parte, o de la mayoría de los hombres y mujeres del mundo de hoy. Tal vez el
excesivo esfuerzo por mejorar la competencia y productividad, trajo a menos la
solidaridad y la interdependencia. Los sujetos económicos, hombres y pueblos, son
vistos más como competidores o adversarios, que como compañeros de viaje de una
nueva humanidad, a la que sólo se puede arribar mediante un nuevo orden económico
internacional.
2. UN NUEVO CONCEPTO DE DESARROLLO.
La contribución original de las Encíclicas está, entonces en la reflexión sobre los
fundamentos ético-religiosos, capaces de orientar las transformaciones hacia una
conceptualización más integral y solidaria del desarrollo.
El desarrollo se define, entonces, como el paso, para cada uno y para todos los
hombres, de condiciones de vida menos humanas a condiciones más humanas. (PP. 20).
En este concepto el Desarrollo se concibe como un proceso dinámico que vincula
dimensiones que normalmente se encuentran separadas: el crecimiento económico, el
desarrollo social y la equidad, las condicionantes políticas y de preservación de los
recursos naturales, las características culturales de la dimensión ética del desarrollo;
incluyendo además las políticas comerciales y las de inversión que se relacionan con el
comercio justo1.
Y así mismo lo expresa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD),
cuando dice: “el desarrollo humano es un proceso mediante el cual se amplían las
oportunidades de los individuos, las más importantes de las cuales son una vida
prolongada y saludable, acceso a la educación y el disfrute de un nivel de vida decente.
Otras oportunidades incluyen la libertad política, la garantía de los de los derechos
humanos y el respeto así mismo... “ 2 El mismo PNUD precisa que el desarrollo humano
tiene dos componentes fundamentales: la formación de capacidades humanas y el uso
1Jorge
2
Arturo Chaves Ortiz. ¿Un Nuevo marco par la cooperación? Cap 1. Diagnóstico. pp:15. CR, mayo 2001.
PNUD, 1990, pp 31ss
que las personas hacen de las capacidades adquiridas. El equilibrio de estos dos factores
son vitales para el desarrollo humano3.
En este sentido, las relaciones económicas, sociales, culturales y políticas, no son sólo
instrumentos de crecimiento, sino escenarios en los que el desarrollo se realiza. Por
tanto, el desarrollo consiste en un itinerario, un proceso, que resulta de la síntesis entre
las actividades y estructuras económicas, sociales, culturales y políticas, aunados a los
valores y la inspiración ética.
A partir de esta visión es que la SRS introduce el concepto de estructuras de pecado.
Estás estructuras de pecado deben ser transformadas y liberadas. La propuesta es optar
por la solidaridad como conciencia nueva frente al reto que supera las fuerzas
económicas y exige la contribución de todos y como exigencia objetiva de un desarrollo
humano, el cual sólo podrá ser conseguido en la perspectiva de una interdependencia
universal.
La contraposición estructural entre Norte y Sur se revela, entonces, como contraria al
hombre y su desarrollo. Los desequilibrios entre países ricos y países pobres sólo
podrán ser superados realizando un nuevo orden económico internacional. Lo mismo
vale para lo que se refiere al reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales de
la persona, el cual exige un nuevo orden político mundial, tutelado por la autoridad
supranacional, en función de favorecer el diálogo y la convergencia de las diversas y
legítimas instancias e impidiendo que nazcan nuevas formas de colonialismo.
Es urgente salir de la mera lógica economicista para llegar a una lógica diversa, que es
la de la SOLIDARIDAD. La única capaz de dar un alma humana al necesario progreso
científico y tecnológico.
En esta óptica, Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Palabra de Dios, proponen una
nueva lectura ética del desarrollo humano, de tal manera que pueda ser acogida o
entendida por todos los hombres de buena voluntad. Estamos frente al más grande
desafío de nuestra generación: DAR UN ALMA ETICA Y ESPIRITUAL AL
DESARROLLO, para que éste sea auténticamente humano. Esta alma es: la
SOLIDARIDAD, tal como se describe en sus números 38 y 39 de la SRS.
La confianza, entonces, para una nueva liberación (SRS 47), no resulta ni una utopía ni
una esperanza ingenua. En efecto, la solidaridad postulada por el Evangelio, que la
eleva a categoría de fraternidad, es ya una exigencia advertida o querida, para el
desarrollo del mundo y de la humanidad, la cual ya no se puede postergar más.
La visión del desarrollo desde la ética tiene muchos aspectos interesantes y cada día
surgen otros nuevos. Uno de estos es, por ejemplo, el relativo a la dimensión ecológica
del problema.
3. POR TANTO NO ES SUFICIENTE SOLO EL CRECIMIENTO.
Un hecho central de nuestro tiempo es el enorme y deslumbrante crecimiento
económico y aumento de las fuerzas productivas de la humanidad. Ya lo detectó el
Concilio Vaticano II:
Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades,
tanto poder económico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad
sufre hambre
y miseria, y son muchedumbres lo que no saben leer ni escribir 4
3
PNUD, 1990, pp 31ss
La consecuencia central de ello es que podemos decir sin ningún ápice de duda que la
escasez de productos y de habilidades para producir no es causa de la pobreza. La
explicación de la pobreza, la inequidad y la desigualdad se encuentran en otra parte.
Para ambos pontífices es claro que la pobreza es un fenómeno que no se puede explicar
desde los términos del ingreso, con lo cual, queda también muy claro, que no es con el
simple crecimiento del ingreso como se combate la pobreza.
La pobreza no es exclusivamente económica, sino el resultado de procesos
multicausales, donde los factores muchas veces se refuerzan mutuamente y afectan
diversas dimensiones de la vida humana. Hoy los nuevos avances conceptuales nos
obligan a plantear el tema de la erradicación de la pobreza en parámetros que puedan
indicar la vida que las personas y las comunidades puedan llevar de hecho y las
libertades que tengan realmente para hacerlo. Ciertamente el nivel de ingreso es un
instrumento, pero el concepto de privaciones de libertad habla más de relaciones
estructurales, de personas y de comunidades enteras; es decir toca la esencia misma de
las personas y sus instituciones.
Esto se ve reforzado por un proceso de globalización que no ayuda a generar políticas
para un desarrollo equitativo. Tanto en el Banco Mundial como en el PNUD podemos
encontrar constataciones de rasgos del contexto global que se constituyen en factores
condicionantes de la pobreza: un mercado mundial monopolizado, existe un alto
proteccionismo que perjudica el éxito en el comercio internacional de los países del sur;
el comercio está polarizado, entre quienes producen manufacturas y los que producen
bienes primarios, con el deterioro constante de los términos de intercambio de los
últimos con respecto a los primeros5. Está claro que en estas circunstancias, el comercio
mundial de bienes y servicios, resulta empobrecedor para los países paradójicamente
llamados “en vías de desarrollo”6
Por esto, ciertamente la importancia del PIB sigue siendo un válido, pero también nos
damos cuenta como concurren procesos sociales y políticos, que interactúan con los
factores económicos, y que además se fortalecen mutuamente de manera que empeoran
las situaciones, o bien, conducidos adecuadamente quizás terminen transformándolos en
marcos más positivos. En este sentido el PNUD refuerza este análisis cuando enfatiza
que la pobreza implica, además de los factores económicos( como el ingreso), denegar
las oportunidades y las opciones más fundamentales del desarrollo humano, como son:
vivir una vida larga, sana y creativa y disfrutar de un nivel de vida decente, libertad,
dignidad, respeto por si mismo y por los demás7.
Desde esta perspectiva podemos decir que las tres privaciones básicas de los pobres(
personas, comunidades y países) hoy día son: la carencia de activos, la carencia de voz
y de poder, y la total vulnerabilidad ante todo tipo de desastres( naturales y causados
por el mismo ser humano). Por lo tanto, atacar la pobreza implica: promover
oportunidades, facilitar el empoderamiento y ampliar la seguridad. Sólo si atacamos
4
Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Introducción. Ciudad del Vaticano: Librería
Editrice Vaticana, diciembre de 1965.
5 Banco Mundial, 1990 y 1991. PNUD, 1997
6 Jorge Arturo Chaves Ortiz, ¿Un Nuevo Marco para la cooperación?. Cap II. Pobreza, desarrollo y cooperación,
pp:41. Costa Rica, mayo 2001.
7 PNUD, 1977: 17
estos tres frentes podemos generar un proceso hacia una reducción sostenida de la
pobreza. De ahí que ya no son válidas las tradicionales recetas de implementar
programas dirigidos a grupos específicos, o que se limitan a impulsar el microcrédito o
a extender los servicios sociales básicos. La pobreza es un problema multidimensional
que exige programas amplios y multisectoriales que vinculen la promoción de
oportunidades, el empoderamiento y la seguridad.
Ya de por si en el mismo sistema actual tenemos un divorcio entre crecimiento
económico y erradicación de la pobreza. Ese paso es propio del mundo de la ética.
Desde este ángulo ético del problema, podríamos decir que el crecimiento económico es
visto por muchos como condición necesaria para mejorar la condición de vida de
nuestros pueblos porque se desconfía de la fuerza efectiva de la voluntad de compartir
en nuestras sociedades.
4. COHERENCIA EN LA SOLIDARIDAD
Aún cuando la economía y la disciplina moral, cada una en su ámbito, tienen principios
propios es erróneo que el orden económico y el moral estén
tan distanciados y ajenos
entre sí, que bajo ningún aspecto aquel dependa de éste. 8
Resulta altamente contradictorio impulsar al mismo tiempo una política social en favor
de los pobres y fomentar un estilo de crecimiento que contribuye a concentrar los frutos
del trabajo humano en manos de pocos, que creen merecer todo lo que reciben sin
consideración alguna por los que carecen de casi todo.
A este respecto es cuestionante y estimuladora a la vez la afirmación de Juan Pablo II en
la Centesimus Annus, 28:
Sobre todo será necesario abandonar una mentalidad que considera a los pobres personas y pueblos- como un fardo o como molestos e importunos, ávidos de consumir
lo que otros han producido. Los pobres exigen el derecho de participar y gozar de los
bienes materiales y de hacer fructificar su capacidad de trabajo, creando así un mundo
más justo y más próspero para todos. La promoción de los pobres es una gran ocasión
para el crecimiento moral, cultural e incluso económico de la humanidad entera.
5. ES NECESARIO UN CAMBIO.
Los encargados de la pastoral social de la Iglesia Católica somos conscientes de la
limitación de nuestras actividades en este campo. el trabajo de gobiernos e Iglesias está
lejos de aliviar el sufrimiento inmediato de los antiguos y nuevos pobres. Nuestro
objetivo no es aliviar la pobreza para hacer más viable este estilo de crecimiento en
curso; nuestro objetivo es erradicar la pobreza y promover un desarrollo integral y
solidario en el espíritu de la PP, SRS y CA.
Por eso en nuestra labor pastoral, en la que todos los cristianos estamos comprometidos,
no podemos quedarnos en un llamado contra el egoísmo como si la solución al
problema de la pobreza fuera solo asunto de conversión personal. Las personas a las que
convocamos a un proyecto de fraternidad y filiación viven en un determinado medio
social y cultural y también, en un mundo en el que para lograr el bienestar de los suyos
resulta necesario entrar a una lógica de comportamiento que les resulta hasta cierto
punto ineludible.
8
Pío XI, Carta Encíclica Quadragesimo Anno (15 de mayo de 1931). Madrid: B.A.C., Jesús Iribarren y José
Luis Gutierrez-García, ed. 1973.
Dentro de esa lógica, el cambio necesario siendo inicialmente personal, tiene que ser
también finalmente colectivo de valores socialmente compartidos, de instituciones y de
reglas de juego vigentes en la sociedad; tiene que ser estructural.
Todo indica que la reforma social que necesitamos va más allá que la mera política de
salud o educación y, obviamente es muchísimo más compleja y profunda que la política
de emergencia social en la que gustosamente también participamos como Iglesia.
Dentro de las actuales reglas de la competencia, la exigencia es particularmente grande.
Estamos ante un reto que supone regular la competencia para hacer posible el acceso al
trabajo digno de más miembros de nuestra sociedad. Incorporar de manera eficiente a
todos los miembros de la sociedad aumentando de esa manera su bienestar. Atacar el
problema con toda seriedad parece exigir cambios muchos más radicales que el
acompañamiento de las actuales maneras de crecer con alguna política social que alivie
sus costos.
Solo para reafirmar lo anterior pensemos objetivos tales como: la permanente
consolidación de nuestro sistema democrático mediante un reparto más equitativo de la
riqueza y una inserción armoniosa en la economía mundial.9 Esto enlaza de maravilla
con los llamados “cuatro componentes esenciales del DHS; a saber: la productividad, la
equidad, la sostenibilidad y la participación. Por ejemplo: una mayor democracia
facilitaría el logro de la equidad y por supuesto una mayor participación de los
ciudadanos y de los distintos grupos sociales, que a su vez podría fortalecer y garantizar
la redistribución de la riqueza. Imaginemos que además esto se ve acompañado de una
inserción armoniosa en la economía mundial y un fortalecimiento de procesos
regionales de integración, eso sí, siempre y cuando se implementen en el concepto de
cooperación de la UE de “paliar las consecuencias negativas de la mundialización y
actuar de forma que estos efectos positivos beneficien sin discriminación al conjunto de
las capas sociales”10 Ahora, además de reforzar los cuatro principios apuntados, se
podrían facilitar procesos que posibiliten un incremento de la productividad, todo ello
en un contexto de sostenibilidad ecológica.11
De aquí se deducen tres grandes tareas:
a. Promoción de oportunidades
Con esto se hace alusión a las condiciones materiales que puedan sustentar la capacidad
de trabajo. Aquí debemos pensar en las condiciones que son necesarias para el
crecimiento: empleos, créditos, calles, electricidad, mercados para los productos,
escuelas, agua, servicios sanitarios y de salud, crecimiento global, de conjunto, y
calidad del mismo; reformas del mercado para ampliar las condiciones de la gente
pobre; mecanismos para crear nuevas oportunidades y para compensar pérdidas de
perjudicados potenciales en las transacciones12. En síntesis se trata de la necesidad de
9
Jorge Arturo Chaves Ortiz, ¿Un Nuevo Marco para la cooperación?. Cap I. Diagnóstico, pp: 16. Costa Rica, mayo
2001.
10 Comisión de la Unión Europea, s/f: 6 y 7.
11 Existen actualmente alrededor de 10 millones de especies vivas, de las cuales aproximadamente 250.000 son
plantas y 9750000 animales. Las estimaciones respecto al ritmo de desaparición de especies vivas muestran lo
siguiente: se estima que al año 1900 se perdía una especie al año, que al año 1950 se perdían seis especies por año,
que al año 1975 se perdían más de 400 especies por año, que al año 1990 se perdieron casi 8000 especies por año, y
aunque no se tiene el estimado para el año 2000, se creía que podía ser de 50000 especies por año. Todo ello como
producto de una mala política de avance y desarrollo. Myers, Norman (editor): The Gaia Atlas of Planet
Management, Pan Books, pp: 154-156. London, 1985.
12 Un ejemplo muy concreto de esto es que cuando en el primer mundo se compra un melón de Centroamérica, cada
dólar se distribuye así: 79% a los distribuidores en el norte; el 9% al transporte internacional; el 2% a quien procesa
una acción del estado para construir los activos de los pobres ( humanos, naturales, de
infraestructura, etc.)13
b. Facilitar el empoderamiento
Significa ampliar la capacidad de los pobre para influir en las instituciones del Estado
que afectan sus vidas, fortaleciendo su participación en los procesos políticos y en la
toma de decisiones en la comunidad local. Significa quitar las barreras que impiden una
amplia participación ciudadana en el manejo de la cosa pública, y esto se conecta con el
punto anterior, porque se puede incidir en políticas que tengan que ver con la
construcción de activos para los pobres, que a su vez les permitirá tener una mayor
capacidad de negociación con el estado y con el resto de la sociedad.14
Este empoderamiento supone oportunidades económicas, pero también que las
instituciones sociales y gubernamentales estén al servicio de los pobres; es decir, tratar
de prevenir _ al menos_ aquellas actividades e intervenciones del estado que deterioren
la calidad de vida de sus ciudadanos. Es ejercer el gobierno con responsabilidad_ rendir
cuentas_ para con sus ciudadanos, combatir la corrupción y tener una mayor capacidad
administrativa y de regulación.15
c. Ampliar la seguridad
Significa reducir la vulnerabilidad de la gente pobre ante los riesgos de la enfermedad,
las conmociones económicas y los desastres naturales y potenciar sus capacidades para
que puedan encarar las dificultades cuando ocurran; es decir, proveer medios para que la
gente maneje por si misma los riesgos. Se debe también implementar iniciativas para
reducir la inestabilidad y fortalecer las situaciones de mercado, o del estado para la
gestión del riesgo.
Los retos están ahí y la Iglesia deberá acompañar con humildad, pero con toda su
capacidad los ensayos que busquen asumir dicho reto con toda la radicalidad que parece
requerirse.
y exporta; 5% agroquímicos y semillas importadas; 4% agroquímicos, transporte y semillas nacinales; y 1% al
productor. AVANCSO/PACCA, Guatemala, 1992.
13 Jorge Arturo Chaves Ortiz, ¿Un Nuevo Marco para la cooperación?. Cap I. Diagnóstico, pp: 18. Costa Rica, mayo
2001.
14 Jorge Arturo Chaves Ortiz, ¿Un Nuevo Marco para la cooperación?. Cap II. Pobreza, desarrollo y cooperación,
pp:39. Costa Rica, mayo 2001.
15 Ibid. pp: 39.
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