SECRETO MILITAR roberto sosa SECRETO MILITAR roberto sosa SECRETO MILITAR ROUERTO SOSA ® EDITORIAL GLJAYMURAS S.A. Apodado postal No. 1843 TEL 22-5433 PRIMERA EDICION AGOSTO DE 1985 Composición do textos : Gloria Ochoa Montaje: Mario Tróchez Impresión : Guillermo Garcia Encuadernación: Georgina Amaya Reinaldo Garcia y Adalberto Reyes. Fotomecánica y carátula : Geovanny Fiallos Paz Impreso en los talleres gráficos, do lo Editorial Guaymas.. SA. IMPRESO Y HECHO EN HONDURAS PROLOGO DE SARA ROYA La publicación de este nuevo poemario no constituye ninguna prueba de fuego para Roberto Sosa, autor cuya obra goza ya de un sólido prestigio dentro y fuera de Honduras. Secreto Militar, sin lugar a dudas, viene a ratificar una conducta poética signada por esa fórmula ideal consistente en una inclaudicable vocación de solidaridad humana unida a una rigurosa autoexigencia formal. Si buscamos el hilo conductor que une esta obra con ¡as anteriores, no nos costará encontrarlo, ya que existe una continuidad en la línea temática y, de algún modo, también una progresión, una especie de “crescendo” en la tensión establecida entre el poeta y su referente. En Los pobres (Premio “Adonais” 1968) la poesía de Sosa exponía las lacras de un sistema social injusto y degradante. En Un mundo para todos dividido (Premio Casa de las Américas” 197 1), como dice Andrés Morris, “el acusador público es más vehemente, aporta pruebas más concretas, está — le parece— más cerca de obtener un veredicto de culpabilidad”.(1) En Secreto Militar este veredicto es otorgado plena- mente por el lector, ese juez anónimo e inapelable. El poeta, urgido por la indignación, ha decidido afinar su puntería y señalar directamente, “con índice de oprobio”, a los responsables de la injusticia. Estas no son ya abstracciones o figuraciones simbólicas, sino seres de carne y hueso — cuando no de ceniza— retratados con pelos y señales, que conforman una especie de galería del crimen cuya víctima es una sola: Latinoamérica. Aquella voz profética que escuchábamos en los últimos poemas de Un Mundo para todos dividido abandona su objetivo genérico — la sociedad en su conjunto— y descarga su ira en individuos y situaciones dolorosamente comprobables y pendientes, en su mayoría, de juicio histórico. Si la visión mordaz y pesadillesca de la sociedad que se despedaza nos recordaba, al final del libro anterior, ciertos cuadros apocalípticos de los pintores flamencos El Bosco y Brueghel el Viejo, muchas imágenes de Secreto Militar nos evocan, en cambio, el carácter sombrío y espeluznante de las “Pinturas Negras” de Goya. En la primera parte del libro, titulada “El alimañero”, Sosa aborda el tema de la dictadura, de larga tradición en las letras latinoamericanas. Ya los románticos argentinos arremetieron, a mediados del siglo pasado, contra el yugo rosista (recordemos El matadero de Echeverría y Amalia de Mármol); pero es en nuestro siglo cuando, impulsado por la realidad histórica, el tema cobra vigencia continental. Surgen entonces diferentes versiones de una misma figura diabólica: la del dic II latinoamericano, verdadera constante de todos nuestros climas y latitudes. Es en la novela donde esta vertiente descuella de un modo particular (El señor presidente, de Asturias. inicia un ciclo que alcanza su máximo nivel con Yo el Supremo de Roa Bastos, El otoño del patriarca de García Márquez y El recurso del método de Carpentier); en poesía, en cambio, el tratamiento del tema resulta más disperso, menos orgánico. El libro de Sosa viene, pues, a satisfacer una necesidad en su género, y lo hace de un modo 2 sistemático, potente y perdurable. ( ) La segunda parte del poemario, titulada “campo oscuro “, conjuga dos temas emparentados por esencia: el poder absoluto y la guerra. No es casual que el poeta coloque sobre el escenario americano los fantasmas de dos dictadores europeos Franco y Hitler— cuyo poder siniestro, evidentemente, no ha desaparecido, sino que se ha trasplantado a nuestro continente. Se destaca en esta segunda parte la preocupación del autor por el destino de Centroamérica, trágica región escogida como víctima predilecta por esas dos potencias oscuras que se combinan en la temática. La tercera parte, titulada “La casa de las piedras puntiagudas” (alusión a Tegucigalpa, mediante una de las versiones etimológicas del topónimo) se centra en Honduras. El poeta recorre, a tra vez de las diferentes esferas de poder sórdidas y corruptas— el drama de este país, y lo resume, a modo de corolario, en el brevísimo poeIII ma que dá título al libro. Recreando una célebre expresión de Rafael Heliodoro Valle (“La Historia de Honduras se puede escribir en una lágrima”) Sosa condensa todo el dolor que le ocasiona el destino de muerte que le ha cabido a su pobre patria: La Historia de Honduras se puede escribir en un fusil, sobre un balazo, o mejor, dentro de una gota de /sangre. En cuanto al lenguaje del libro, si lo juzgamos en relación con la obra anterior de Sosa, es, a todas luces, más directo y descarnado, menos enigmático. Este afán de desnudez expresiva es muy coherente con la actitud de enjuiciamiento desembozado y el tono de imprecación que campean en el poemario. El hecho de que el autor haya reducido considerablemente la carga surrealista a que nos tenía acostumbrados, no significa una concesión al simplismo. Sosa, escritor consumado, sabe eludir los riesgos que entraña la temática y mantiene la necesaria distancia con el panfleto. La cuidadosa elaboración estilística resulta evidente si observamos, por ejemplo, el uso del adjetivo, que es, como se sabe, tino de los mejores parámetros para evaluar la calidad de un escritor. En el estilo de Sosa, a lo largo de toda su producción, la adjetivación no es nunca un mecanismo ornamental, ni un recurso que opaque la riqueza semántica del sustantivo: es un instrumento —además de selecto y original-- imprescindible para IV crear determinado clima poético. Así, encontramos en Secreto Militar el adjetivo con función prosopopéyica (“amarillo triste”); el que ofrece una nota sensorial novedosa y sugestiva (“sonido rojizo”; “pegajosa intimidad”); el que aporta el matiz paradójico para subrayar la intención irónica o enfatizar el carácter contradictorio de la realidad social, hecha de contrastes violentos e insólitos (“blanquísima basura”); el que opera, en fin, como arma satírica (“mono inefable”, “cerdísimo Trujillo”). Merecen también ser destacados los casos en que un sustantivo aparece rodeado por dos adjetivos. Con ello se logra reforzar la carga emotiva del contexto, que en esta obra está dada, fundamentalmente, por la indignación y por esa variante desesperada de la ironía que es el sarcasmo. Véanse, al respecto, los siguiente ejemplos: “velluda suavidad cerrada ‘“metálicos golpes diplomáticos’ (adviértase, paralelamente, el efecto onomatopéyico), “cruda india pública”. En síntesis, el adjetivo provee de fuerza decisiva a la expresión poemática. Otro elemento formal que resaltaremos es la deliberada fluctuación rítmica a que somete Sosa el discurso poético. En la mayoría de los peo- mas se destaca la alternancia de versos muy largos con otros brevísirnos, El efecto producido es doble: por un lado, se evita la monotonía, y por otro, se logra una alteración del ritmo de lectura que obliga al lector a reparar en el contenido,’ evitando esa especie de aletargamiento de la conciencia que suele generar la sucesión prolongada de versos de longitud similar. V Un tercer rasgo estilístico que destacaremos es el uso original que hace Sosa del paréntesis. Este signo auxiliar no cumple siempre, en la poesía sosiana, su tradicional función aclaratoria e incidental; a veces, paradójicamente, se convierte en lo contrario: es una forma de llamar la atención sobre contenidos esenciales, como en el siguiente ejemplo, extraído de “El Club Arabe-Hondureño”: los estilos vulgares de los buhoneros de otras épocas (cada vez más distantes del dolor en armas de su /pueblo) se han refinado hasta el punto de las buenas maneras. Véase, también, el largo paréntesis intercalado en “Fue en el año 32. Y no hay olvido”, que encierra nada menos que la descripción de los verdugos del pueblo salvadoreño, donde la sistemática mención reiterada de la sangre (seis veces en once versos) es un artificio muy eficaz para destacar lo monstruoso del genocidio: (La sangre es excitante. El lumpen en uniforme empujado por puños de /hierro con guantes de seda lucía en su máximo esplendor tembloroso de sangre. A los señoritos y a sus buenas familias se les caían de las comisuras de los labios gruesos hilos de sangre. Los marines, cercanos o distantes, anclados de sangre, bajo mano jugaban a los dados con apuestas de sangre VI Los ojos brumosos del Presidente de los Estados Unidos de América se /inyectaron de sangre). Creemos que con lo apuntado basta para ejemplificar la permanente vigilancia expresiva que ejerce Sosa sobre el material poético. Esta praxis se corresponde fielmente con los postulados teóricos que el poeta ha enunciado en ensayos y entrevistas. Recordemos, por ejemplo, la siguiente afirmación: “. . . el problema fundamental del arte es la forma”.4 Está claro, sin embargo, que la forma no ha de agotarse en sí misma, ya que, citando nuevamente al poeta, el terror de todo artista es “que su obra no valga nada, que no haya contribuido a la dignificación del hombre, que es una de las tareas del arte”.5 En conclusión, diremos que en Secreto Militar Sosa vuelve, con plena dignidad, a asumir la voz de los oprimidos y silenciados,6’ la necesaria voz de los sin voz. Fiel a su ideario estético, el poeta hondureño sigue “suscribiendo luz”, aunque lo cerquen las tinieblas. NOTAS 1.2. En: R. Sosa, Un mundo para todos dividido. Tegucigalpa, Edit. Guaymuras, 1984, p.57. También cabe señalar, al respecto, la importancia de los Poemas del Cariato del hondureño José González (Tegucigalpa, Edit Guaymuras, 1984), lúcido testimonio de la dictadura de Tiburcio Carías Andino. VII 3.- Pensamos, como Marcelo Pagnini, que en el versolibrismo “la libertad se convierte en una estudiada variación, y no en anarquía”. (M. Pagnini, Estructura literaria y método critico. Madrid, Cátedra, 19’78, p.47). 4.Roberto Sosa. Prosa Armada. Tegucigalpa, Edit. Guaymuras, 1981, p.87. 5Entrevista de Alcaravan. Tegucigalpa, No.8, julio 1981, p31. 6.Nos apropiamos aquí de un juicio aplicado por Eduardo Galeano a Pablo Neruda, al decir: “Neruda supo escuchar y por eso pudo ser la voz de los condenados al silencio”. (E. Galeano, “Siete apuntes sobre literatura y compromiso, a propósito de Pablo Neruda”. Tiempo, San Pedro Sula, agosto 11 de 1984, p. 17). Creemos que lo afirmado por el escritor uruguayo puede extenderse a Sosa, cuya deuda con Neruda queda evidenciada en el epígrafe del presente libro. PROLOGO DE EDUARDO BAHR ROBERTO SOSA: Poeta de honduras “El arte es el resorte supremo de la creación política”. VALLEJO 1.- Peces en la página De esto hace veinte años, lunas más o menos. El y yo bajábamos por una calleja empedrada, de las de los barrios altos y pobres de una vieja ciudad minera, la de los cuadros primitivistas, y sin el vaho que deposita sobre ellos el polvo en las paredes. Por lo contrario, mientras llovía en sucesivas cortinas insufladas hacia el fondo de la gran taza que forma el centro de la ciudad y un sol firme lo cubría todo, una mágica aleación con el acero de las cinco de la tarde hacía explotar el cielo en pavecillas revueltas en un tráfago brillante. Parecía que aquella galerna depositaba sus cenizas de oro sobre el tejado almagre de las casas, con precario agarradas de las colinas, como para cubrir la pobreza oculta tras la sombra del adobe. Nos habíamos conocido en la más reciente transmigración y no había una confianza que cortara los silencios y despegara la vista de los fósiles XI pulidos que bajaban en carrera desordenada, calle abajo, con su manto de piedra. Era por esto que hablábamos en registros, pausas y alusiones y lo único que de verdad nos unía en ese momento era la complicidad de lo que íbamos a hacer. Teníamos la certeza de que nos vigilaban. Las ventanucas se entreabrían y algo acechaba nuestro paso. Sobre el empedrado se oía como el eco de las espuelas de dos fantasmas coloniales. En un momento en el que nuestros pensamientos se habían encontrado él dijo: “nací en Yoro” e hizo una pausa para que el sonido de la palabra quedara vibrando; después continuó, ladeando la cabeza, mientras me miraba: “acabo de ir a organizar la lluvia de peces”. Pensé que era el mes de julio y que la mágica observación subrayaba la situación recóndita de su pueblo en el que, a estas horas, los aldeanos ya habían metido en sus canastas centenares de peces que habían amanecido agonizando en una sabana, mitad aeropuerto, mitad niebla impenetrable, después de toda una noche de pavoroso chubasco de centellas. Me miró otra vez de lado, no tanto para ver si yo estaba allí como para comprobar si su frase me había pegado alguna escama en el alma. Pude ver que sus ojos tenían un tono de cobre a esa hora y adiviné que pasarían pronto a yeta verde. Tenía el cabello ondulado como la escarcha en la penumbra y su frente abríase paso con sumo cuidado hacia atrás en dos leves entradas. El color de su piel también era cobrizo pero más claro que las monedas nuevas. “Cuando usted envejezca las canas le van a empezar XII por el bigote”, dije. “Viejos los caminos —replicó—, y los caminantes que no hacen camino al andar”. Reímos sin que nos preocuparan los ojos ocultos debajo de las piedras, tras las puertas y sus postigos. Llegamos, al fin. Su casa también estaba atada a la pendiente, sobre la callejuela. Antes de entrar, al mismo tiempo, vimos hacia los edificios y las casas lejanas, las luciérnagas que iniciaban su juego sexual en las colinas de enfrente y sus luces que se confundían con las ventanas: “Vivo en un paisaje donde el tiempo no existe y el oro es manso. Aquí siempre se es triste sin saberlo. Nadie conoce el mar ni la amistad del ángel Sí, yo vivo aquí, o más bien muero. Aquí donde la sombra purísima del niño cae en el polvo de la angosta calle. El vuelo detenido y arriba un cielo que huye...”.(1) Vimos que miles de pájaros negros se dirigían hacia la plaza en el centro de la ciudad y que, en una invasión de todos los días, invocaban “la hora gris”, y cubrían todos los árboles, y los hacían hervir. Nos dimos cuenta de que los ojos nos habían seguido hasta allí, así que alentamos la complicidad y entramos. En la casa todo estaba concentrado en la salita. Había dos puertas que probablemente conducían a la única recámara y a la cocina. Cerca de la ventana, también en la sala, había una cuna en la que dormitaba una niña de unos dos años; tenía la piel de maderas preciosas y el pelo de oro. XIII De su espacio emanaba un olor a rosas. “Es un adorno”, dijo, mientras apartaba las cortinas y desaparecía. Apenas regresó terminó su pensamiento en voz baja, unos papeles bajo el brazo: “la ponemos allí para que le dé el último brillo de la tarde”. Balbucí algo parecido a “es un bello adorno”. Había un ambiente de la más limpia pobreza. Me ofreció una silla de madera y nos situamos cerca de una mesa, también de madera, que servía de comedor. En el momento en que encendía la luz — una bombilla amarilla en el centro del cielorazo—apareció su señora, Lidia, con dos tasas de café; entre el humillo exultante pude apreciar una sonrisa solidaria y otros ojos verdes. Cuando quedamos solos él comenzó a leer: (él, “que es capaz, en la conversación diaria, de dar un triple salto mortal sobre una imagen, cuya agudeza y brillantez son celebradas públicamente, renuncia a todo brillo ornamental para tratar lo que le duele a solas.. .“)(2) Leía despacio, dándole mucha importancia a la música que le había impreso a cada verso, a cada palabra. Así apareció ante mí, poema tras poema, un libro que partiría la historia de la poesía hondureña en dos. Me adentré en una poesía sencilla y mágica, tamizada por la solidaridad ante la adversidad: allí el sujeto no existía delineado como individuo; en la sombra de su personalidad colectiva soñaba, sentía y sufría y más que su sombra era la conciencia de un estamento de la sociedad que vivía en una muerte diaria y constante, y escrita para representar “el enlace de una legítima intención social y un lenguaje tocado por el mejor supeIV Rrealisrno….”.(3) Era el tenebroso mundo de los pobres; esa masa a la que todos están acostumbrados porque lo rodea todo, ensucia el ambiente y produce una mueca de espanto en el momento en que hala nuestra camisa para pedir una moneda; era “una realidad no inventariada en toda su dimensión de opacidad, de degradación de lo humano, de horror. Era también una sólida posición de expectativa y crítica ante el fenómeno social, protesta. “Nos conmueven, sobre todo, la intensidad, la verdad, la humanidad de estos versos, espontáneos, sin alarde. Su admiración, su queja frente al mundo enemigo están expresados de una manera suave, sin estridencia ni alarido. Tal vez allí reside su fuerza, en la facultad de contener el grito. . .“.(5) Era también y simplemente el compromiso “del poeta con su mundo en erupción cuya lucha, a diferencia de lo que creyeron los mundonovistas de principios de siglo, no es entre civilización y barbarie, sino entre una civilización y otra, mal entendida, que se aprovecha del progreso para la dominación. . “(6) Todo esto, como dije, se me vino encima, envuelto en un gran calor humano y con la asunción de una responsabilidad expresada en términos precisos, sin adjetivación vacía y en las limpias aguas de una “acompasada metáfora múltiple”. Algo completó, además, aquel ambiente de excepción: en la mitad de la lectura la luz amarilla que estaba regada sobre las paredes se fue absorXV viendo, hasta que la figura del poeta, frente a mí y contra la cal, se borré totalmente. “En las casas de los pobres la luz se va sin permiso”, dijo y apareció casi inmediatamente con una linterna de baterías y seguimos leyendo. Bajo el haz luminoso los caracteres de molde y frases y palabras escritas a mano se movían como su propia sombra en el papel tembloroso. Cuando terminó de leer quedamos en silencio mientras algunas palabras y sus ecos se mezclaban con la oscuridad. Pensé que después de leer un libro a la luz de una linterna sorda uno está obligado a hacer un juicio crítico así que, a contraluz de aquellas palabras iluminadas por ellas mismas, dije: “me sorprende un sentimiento muy personal, fuerte, que está oculto detrás de la evidente intención de justicia, incluso del velo de la ternura, pero que. . .“ Me interrumpió con una mirada de aparente desconfianza: “puede usted ver eso?” dijo, al tiempo que recogía los papeles con prisa, como si el viento de mi irrupción en algún asunto íntimo los pudiese arrasar. La poesía era un puente que debería aprovechar para acercarme a su amistad, me dije, y era además, la poesía en la penumbra o ésta en aquélla tanto que desde entonces no sé si son la misma llama o sombra. Repetí, de memoria: “el trazo típico del escritor proletario está en el odio activo. . .“. Sonrió y se levantó con la intención de ir a enterrar su tesoro pero al apartar la cortina se volvió y dijo, “Gorki”. Al volver se dirigió directamente a la cuna, cerró la ventana y regresó a la mesa y me miró: “pero el odio literario es más XVI refinado —dijo—, y por tanto más efectivo”. Después de eso ya nada me sorprendió y me pregunté, al igual que otros, en otro tiempo, “¿qué había en él cuando hablaba con llaneza?”. La evidencia estaba frente a mí: “verdad, sencillez y una gran capacidad para decir sin arrogancia, con honradez. . .“;(7) o la “lúcida conciencia de percibir en el propio espejo el reflejo colectivo. Hablamos de todo, hasta del manido tema de los influjos literarios: “nadie es original —decía—. La originalidad es un mito. El eterno problema del arte es la forma. Yo he pensado que el fondo no es más que una forma interior. .“.) Argüí algo acerca del equilibrio entre forma y fondo a lo que llamé “denuncia y contenido”. En realidad yo había estado de acuerdo con él. Lo había estado desde que ambos nos reíamos de los ojos aviesos que desde sus guaridas espiaban, nos seguían y echaban sapos ante la certeza de que leeríamos, tarde o temprano, poesía. Porque “no se trata de nadar contra la corriente —otra vez memorizando— en sentido formal, de una protesta contra el pulido y la armonía del verso convencional sino, por cierto, del intento de mostrar los sucesos interhumanos como contradictorios, belicosos, violentos. . .“. Antes de que siguiera con mi alarde, contestó “Brecht”; pero trató de seguir la hilacha de mi discurso, según entendí, para demostrarme amistad, y continué: “personalmente creo en el equilibrio del arte; en la exactitud que determina el uso y, cosa esencial, creo en los cambios que se operan en ese espejo de cuerpo XVII en el cual todos nos reflejamos la realidad, el pueblo, mar abierto de poesía. .“.(10) Entonces aproveché para hacerle la pregunta (estúpida) acerca de la definición de “poesía”: “repetidas veces —dijo--, todos los días, se escriben largas explicaciones extrapoéticas encaminadas a clarificar esa realidad otra que es la poesía, con resultados casi siempre vagos, pero sin duda importantes, no sólo por la buena fe de tales empeños, sino porque ayudan, de algún modo, a su comprensión.. Si tuviera que definir la poesía (cosa totalmente imposible) diría que es un absoluto espejismo real, en donde se puede entrar, únicamente. No me quedaba más que agredirlo con palabras mías o ajenas. Utilicé a sus propios amigos: “Andrés Morris dijo que las relaciones de los poetas con las palabras los hacen constantemente sospechosos.. .“ Y me levanté para despedirme. No fue hasta ese momento que se hizo de nuevo “la luz”; y ya cuando le extendía la mano, un pie adentro y el otro en el torrente que aquella llovizna había formado, sonrió por última vez antes de decirme, esta vez sí, de parte suya y como advertencia: “la mala poesía es contrarrevolucionaria”. 2.- La página iracunda El poeta Roberto Sosa completó dos etapas bien definidas de su producción literaria y ha entrado en cifra nueva y vigorosa, como veremos. Caligramas (1959), Muros (1966) y Mar interior (1967) XVIII son los libros de la primera; Los pobres (1969), premio ADONAIS y Un Mundo para todos dividido, Premio CASA son los de la segunda, dicho esto más con afán didáctico que clasificatorio. Por esta obra mereció el reconocimiento de América y el mundo mientras sus poemas eran traducidos a los más importantes idiomas. En nuestro país, una áspera cortina de indiferencia trató de tenderse y de vez en cuando en el “traspatio” se alzaron voces contra la obra de Sosa. Por algo el prologuista de Sosa, Arturo Alvarado, había escrito que aquí existe “una violencia que reina implacable hasta en los sitios más íntimos”, y al respecto el propio Sosa hace hincapié cuando se dirigió “a los intelectuales de Honduras”.’2 para hacer esta definición: “la crisis de valores que confronta el área exige el criterio unificado y la eficacia dialéctica de los intelectuales honestos de Honduras. De otra suerte estarán condenados a que no se les tome (como ha sucedido y sucede) sino como divertidores y tergiversadores profesionales del circo oficial de turno. . Todo lo cual hace evidente que de la lectura de esta obra, como dice en otro prólogo Juan Antonio Medina Durón, “en cualquier instancia, de un modo o de otro, no se podrá salir indemne”. Hacia 1980, Bernard Fouques, traductor de Sosa, escribió que en el árbol fáctico en el que se inscribe su obra había una “colección de horrores de las dictaduras modernas”; y Helen Umaña afirma que en la obra de Sosa “están representados (en una especie de galería infernal de nueve círculos) los siniestros personajes que mueven, permiten o XIX propician el horror.. .“. Ambos aludían a esas percepciones y sensibilidades que, mediante los símbolos y una justa elipsis, hacen difícil el caer en las trampas de la “pancarta”, o la “logopea”, como la llamó Pound y a la que juzgó “menos digna de confianza”. La palabra “pancarta”, que se ha venido usando para justificar algún tipo de poesía “urgente”, (en muchos casos “exteriorista”, al mismo estilo de Benedetti y de Cardenal) entra por la puerta falsa del condominio ideológico, no es más que el sinónimo “panfleto” —galicismo por “folleto” (o “libelo”, en su forma más desprestigiada)—. Algunos recursos de la literatura forense, y de la prosa de ficción, como el humor, la ironía y el sarcasmo o dicacidad han pasado por este registro vanguardista que se llama “poesía conversacional” a una manera de versificar más cuidadosa, que no le teme a la elegancia del hexámetro, que discurre sobre el ámbito de la prosa — sin convertirse en ese híbrido dudoso que se flama prosa poética— y que no excede el fraseo musical que su propia dinámica le confiere. No es excluyente que la poesía sea social y política, o sea liribunda, se trata de salvaguardarse de los francotiradores que, lapa en la siniestra del amplio espectro ideológico americano, se aprovechan para echar su versito al aire, en desmedro de la trascendencia del mensaje y de la efectividad de un operativo que ha logrado mejores frutos cuando la poesía no es tan “urgente” como para que la entrega sea burda. En carta de Edelberto Torres a Sosa (publica XX da en TIEMPO, 3 de enero de 1974) se da cuenta de fe con la solidaridad: “escritores y poetas que padecen de un egoísmo zoológico han lanzado el “slogan” de la imposibilidad de hacer poesía con temas sociales y políticos. . . La injusticia social no penetra en su anestesia moral, e ignoran, naturalmente, la emoción de fraternizar con los explotados del planeta.. .“, y se habla claramente de poesía más no de “apremios”, que podrán estar repletos de buenas intenciones pero que, literariamente, no deberían tener más hogar que la zupia del lenguaje. Vallejo también se refirió al tema en sus escritos sobre arte y literatura pero, como en su caso no es la callana, el fusor del verso, lo que está en duda en la cita se vuelve complementaria de la de Torres: “como hombre puedo simpatizar y trabajar por la revolución pero, como artista, no está en manos de nadie, ni en las mías propias, el controlar los alcances políticos que pueden ocultarse en mis poemas. . .“ De manera que no resta más que citar al propio Sosa para que la arista de este tema quede monda: “incluso los poetas auténticos no se han librado del influjo panfletario en su poesía... Viéndolo bien, la buena poesía política linda con las proximidades del panfleto, si bien es cierto que no invade ese territorio minado. Queda claro, pues, que en efecto, la mala poesía es contrarrevolucionaria... “Sosa viene de un país cuyo nombre significa en español las profundidades duras. . .“ reflexiona David Volpendesta al referirse a The Difficults Days, una selección de poemas de la segunda etapa XXI de Sosa, editado por Princeton University Press. (Jim Linsey, traductor). No podría decirse nada más duro y cierto de nuestro país y por nosotros mismos, excepción hecha de la opción poética en la que la verdad es la verdad y es además de corrosiva trascendente. En esta certidumbre está enmarcado este libro: SECRETO MILITAR, que además, inicia una tercera etapa en la producción de Roberto Sosa. En las tres partes con las que el autor estructura su obra se observa una dialéctica sui generis nítida, ya utilizada en su último libro publicado, en efecto: de la generalidad a la particularidad “el alimañero”, “campo oscuro” y “la casa de las piedras puntiagudas”, nos dan una visión completa de la degradación humana contemporánea. Tenernos que aclarar, sin embargo, que el tema no se queda en la descripción de alimañas nuestras y ajenas. El tema también tiene sus partes y de sus derivaciones quedan claras las acciones del despotismo, la crueldad, la represión, el cautiverio, la traición, la hipocresía, el desquiciamiento de los tiranos, la soledad de los asesinos, el patetismo, la matanza y el terror y, por supuesto, las víctimas en su indefensión más absoluta. El tema y sus partes también tendrían que recoger la única reacción de defensa que el “pueblo” ejerce de manera pacífica y por boca del escritor: una denuncia definitiva, aunque no menos iracunda, que desmitificará a esos césares procerizados de los que de aquí en adelante y en verso se da cuenta. Por una parte nos enteramos de que el fantasma de Franco ronda —como actitud política muy XXII actual— en los meandros de seda y nostalgia de los “stores” de Miami y en la sesera de los exiliados bañados en oro que sueñan con la reconquista del poder, ya no sea por el oro y el poder mismo, sino por un herodianismo de subdesarrollo que los hace creerse próceres. Sabemos que existen de verdad los aterradores fantasmas que enloquecen hasta el paroxismo y en soledad a la dama de hierro, la misma que al día siguiente dirige con la consabida flema británica una operación en contra de una posesión de ultramar, al más puro estilo bucanero. Que el ángel de la guarda del presidente norteamericano es nada menos que su conciencia de celuloide, transfigurada en el mismísimo Hítler. Que el odio hacia Stroessner se va desdibujando, como él mismo, para quedar en su infiernillo particular en el centro del olvido y como “el policía más solitario de la tierra”. Que “el traidor” debería estar, como su nombre se lo exige, en el más despersonificado cafetín de putas de la historia. Que el sangriento Ríos Montt habrá de quedarse para siempre aprisionado en la pantalla de televisión y en el programa de su colega predicador Jimmy Swaggarth. Que otro religioso y fanático brujo es aún eterno, como él lo predijera, y vive en el tramojo del asesinato y el terror: “mata debajo de un jardín! por la mano de su hijo” Baby Doc. Que la línea de desolación que se cuaja en el momento en que están cerca víctima y victimario y que apesta en el déspota fue la misma que mareé para siempre Trujillo “odiado por los vivos y odiados por los muertos”. Y que los adoradores del dictador Carías jamás pudieron XXIII penetrar su infernal soledad, por más que fueron “obscenos maniquíes! quemadores de incienso”. La clave estilística del libro es fácilmente descifrable si, además del lenguaje directo, nomos que la realidad es tratada con la delicadeza de las piezas de un juego — dominó para niños— en las que los lados rosan, encajan, complementan. Así que el día que les llegará a los torturadores “tocados por la magia del crimen” es la sombra dirigida inexorablemente hacia el lirio (no es la belleza de la imagen, sino la implacable afrenta que al símbolo —lirio-- hace la sombra, fatal y sin crueldad como suele ser la acción del verdugo); y la sensación de la libertad perdida, que encierra toda la tensión ambiental, el miedo y la sumisión que se viven en un estado de “seguridad nacional” y representada por la paralización total del tiempo y el espacio contra la vida de lo más débil, bello y frágil del mundo animado: las hojas de los pinos —que antes de Alvarez todavía podían moverse—; y el júbilo de un pueblo libre “definitivamente” del tirano más cruel del continente, del “ojo del gran carnicero”; y del más terrible reclamo que se puede hacer a estas alturas para que nunca se repita la matanza de 1932 en El Salvador donde “los asesinados tocaban ya la tierna ancianidad”, todo ello, como dijimos, ternura y terror, castigo y crimen, juntos, en un fresco rupestre, cincelado para siempre, en el corazón de la historia. Una observación aparte merece el poema “Pinochet en la balanza de pagos” cuya factura deriva directamente de la sabiduría —o la vengan XXIV según se vea— popular. En efecto, ante los tabúes y autoprohibiciones la gente reacciona con la más feroz de las literaturas: el cuento popular. Así es como en el colmo del desprecio se dice de alguien, que “vino al mundo ( ) envuelto en un rollo de alambre de púas”. En CAMPO OSCURO, “caen en el vacío dos palabras mayores” es un poema con gran poder de destrucción y su calidad y trascendencia lo ubican inmediatamente en la clasificación de “peligroso”. No puede ignorarlo quien con tal maestría utiliza al anatema (sin el ropaje de la execración) en una descripción cuyo registro menor es el señalamiento de los escribas cortesanos, aquellos servidores del estado que son capaces de rimar cualquier palabra con “docto?’, “señor”, “amo”, etc., mientras recorren el lodazal que los separa del mendrugo con un estilo de ave de paso, de paso al olvido y al ludibrio. Con el mismo recurso de las partes hacia un todo aparece en toda su personalidad el óleo fresco del subdesarrollo y su víctima más propicia y más cercana a nuestro cariño. Y, en LA CASA DE LAS PIEDRAS PUNTIAGUDAS, libro aparte si no fuese tan necesario elemento de la estructura general, los círculos se estrechan hasta tocar la súplica. “La base militar norteamericana de Puerto Castilla” muestra la recurrente tristeza del puerto cautivo —y no del mar—. Es una metáfora que va y viene y que de pronto estalla en un arrecife. Nadie podrá saldar cuentas consigo mismo si ha sido tocado por esa espuma de ira y no ha hecho nada ante la afrenta. El puerto XXV es el símbolo. Por algo él (poema-autor) se dirige a los niños. Algún día alguien quitará la baba del reflujo y aparecerá la playa pintada de blanco. En “La voz del pueblo” no hay lucha de generaciones sino que aquéllas se degradan hasta convertirse en censores del pensamiento nuevo, contra sí mismas, “jóvenes indignados, si es que lo fueron”. “El sonido rojizo de una orden” describe al siniestro personaje actual que juega “al misterio de los fuegos fatuos de los desaparecidos”; y en “Yoro, la mágica”, que también es una descripción, en un verso larguísimo que trasunta el relente de la historia, como en un cuento de ancianos, por lento, aparecen los hechos de los esbirros de la dictadura y con ellos la cuota de sufrimiento de ese pueblo olvidado por todos, menos por los peces. Así es como se describe al país con amor. No falta más que el lector pueda identificar, ojalá sin asco, a “la fiera alucinada” y a los dueños del país “en la vertiginosa oscuridad. . .“ Pero donde el amor y la ternura se vuelve hacia la súplica, que ya mencionamos, es en el hermoso poema “Urgente”. Aquí es donde el símbolo se quita su túnica y aparece, con la cercanía más entrañable, la realidad, el acoso y el miedo como los rostros alrededor de la fogata y, en el centro, con el ruego de que nuestra premonición no lo convierta en víctima, “el chiquilín que porta una caja de música”. Una súplica para ayer, para mañana, para hoy, en este momento en que los niños duermen y el terror ronda. Hemos tratado de adentrar más en el contenido XXVI que en la forma. Esto es así porque los códigos de Roberto Sosa son fáciles de encontrar en una obra en evolución que ha llegado, con SECRETO MILITAR, al lenguaje sencillo y directo y al vértice en que el contenido se convierte en una “forma interior”. Los símbolos se esclarecen, la metáfora queda quieta, el adjetivo es preciso y el tema-objeto de cada uno de los poemas se universaliza por la fuerza de su protagonista, además de que integra parte del mural. Formalmente es un tríptico, es un mural, claramente expuesto; pero el detalle, el color en los sentimientos y la música en la palabra, es lo que lo hace obra de arte, por más que el autor quisiera alejar de esta denuncia, en su turno de los ofendidos, la manipulación conceptual del asunto artístico y quede, como “signo de fuego” solamente la palabra. Su palabra. Por todo lo anterior, si transvasamos el tiempo, alguien escribió de la manera más sencilla en la presentación de unos poemas del autor de Secreto Militar en una página literaria costarricense llamada Forja (marzo de 1981): “Honduras, cuna de Roberto Sosa, ha sido también madre de tiranos y de torturadores, una conjugación de lirismo y de sangre difícil de aceptar”. Tegucigalpa, octubre de 1985 XXVII NOTAS: 1.2.4.5.6.8.9.10.12.13.- Del poema “Tegucigalpa” en Caligramas Tegucigalpa, 1959. Andrés Morris: interpretación y Critica, Un mundo pasa todo, dividido. Tegucigalpa, Guaymuras, 1984. 6a. ed. Madrid, RIALP, 1967. (Solape de la edición Hernán Antonio Bermúdez: “Roberto Sosa, Las sales enigmáticas”, en RETAHILA, Tegucigalpa, UNAH, 1980. A. Morris: “Sobre el agua, de Roberto Sosa”, en HONDURAS LITERARIA, Tegucigalpa, marzo/abril. 1964. Mirta Yánez: “Los elegidos de Roberto Sosa”, La Habana, 1971. 7.A. Morris: Op. Cit. Halen Umaña: “Un puente hacia la dignidad en Un inundo para todo, dividido, de Roberto Sosa”, en la 6a. ed. Guay muras, 1984. R. Sosa: Entrevista en MUNDO NUEVO, 35., Parra, mayo, 1969. R. Sosa: “Breve estudio sobre la poesía y su creaci6n”, Tegucigalpa, Escuela Superior del Profesorado, 1981. 11.R. Sosa: Op. Cit. R. Sosa: Diario TIEMPO, Tegucigalpa, 29 de diciembre de 1981. R. Sosa: “De lo panfletario”, en Prosa Armada, Tegucigalpa, Guaymuras, 1982. SECRETO MILITAR Sauna, escamosa América enrollada al crecimiento vegetal, al mástil erigido en la ciénaga: amamantaste hijos terribles con venenosa leche de serpiente, tórridas cunas incubaron y cubrieron con barro amarillo, una progenie encarnizada. Por eso te hablaré de estos dolores que quisiera apartar, te obligaré a vivir una vez más entre sus quemaduras, …………………………………………………………………………………. para que la severidad sea una condición de la alegría, para que así seamos invencibles. PABLO NERUDA Más que nunca allí donde buitres de fuera y de dentro se ensañan contra los ojos abiertos de un pueblo, arrancan y desgarran las flores de la sonrisa y el sueño, carroñas de sí mismos, millonarios y coroneles oliendo a muerte; contra ellos, más que nunca, la poesía. JULIO CORTAZAR I El alimañero FUE EN EL AÑO 32.Y NO HAY OLVIDO “Después DEL AMETRALLAMIENTO QUEDARON TENDIDOS HASTA LOS FIELES PERROS QUE ACOMPAÑABAN A SUS AMOS INDIGENAS”. (DE: DOCUMENTOS MILITARES OFICIALES DEL GOBIERNO SALVADOREÑO, PUBLICADOS POR LA IMPRENTA NACIONAL DE EL SALVADOR. En un lugar de El Salvador, de cuyo nombre no puedo /olvidarme, sucedió este hecho de sangre. La orden partió de una de las 14 mansiones colmadas de /blanquísima basura, y se posó, como una pajarita de papel, sobre el corazón /derecho del General Maximiliano Hernández Martínez, teósofo y /brujo famoso por su aliento de mudo y por sus miradas de mono /perverso, quien, 13 muchos años después, a pesar de las infinidades de botellas llenas de aguas de /colores que custodiaban su persona, fue cosido a puñaladas en un apartado caserío de Honduras. (La sangre es excitante. El lumpen en uniforme empujado por puños de hierro con /guantes de seda lucía en su máximo esplendor tembloroso de sangre. A los señoritos y a sus buenas familias se les caían de las comisuras de los labios gruesos hilos de sangre. Los marines, cercanos o distantes, anclados de sangre, bajo mano jugaban a los dados con apuestas de sangre. Los ojos brumosos del Presidente de los Estados Unidos de América se /inyectaron de sangre). Era el día domingo señalado y quemado por círculos en Llegaron uno a uno, prudentes, según ellos, como “los ciudadanos honrados y anticomunistas”. /rojo. Los militares encargados de ejecutar aquel trabajo sucio habían cerrado las cuatro bocacalles de la plaza: y hubo un infierno nuevo bajo el sol. Los asesinados, alrededor de treinta mil, eran mujeres y hombres del campo, es decir, niños grandes, y muchos de ellos, tocaban ya la tierna ancianidad. Fue en el año 32. y no hay olvido. 14 TIBURCIO CARIAS, EL HOMBRE Ni los más allegados de los asesinos a sueldo y de los obsenos maniquíes quemadores de incienso que sostuvieron 16 años en el poder su cetro de hierro pudieron llegar a conocerlo: vivió y murió en olor de santidad. 15 MONSIEUR DUVALIER (Doctor en Cuadrumanidades) El vello le ascendía en calma de los pies ala cabeza inundándole las uñas de las extremidades y los ojillos, impidiendo a quienes rodeaban y observaban con dulzura, descubrir que el humanoide enfundado dentro de una velluda suavidad cerrada era el mismo a quien el mar estrellado de los atardeceres de Quisqueya y el peso de los vinos de Francia inflamaban su orgullo de mono inefable. El mismo que hizo de Haití un país por cárcel 16 LA PERSECUCION DE LOS MASTINES De ese otro subreino de seres humanos, llamémosles así por esta única vez, que, seducidos por el más antiguo de los misterios de la /sangre desataron la persecución de los mastines, ninguno de ellos marcó a fuego la línea de la desolación entre la víctima y el victimario como lo hizo el exterminador de las manos frías y el corazón ardiente suave como el fango, el cerdísimo Trujillo, hoy hecho piedra y por el mar golpeado, odiado por los vivos y odiado por los muertos. 17 SOMOZA 80 El legendario bandido de las Segovias conocido por el sobrenombre de Siete Pañuelos, esclavo de aquel paralítico espiritual que en vida se llamó Franklin Delano Roosevelt, jamás imaginó que su descendiente Anastasio Somoza, hijo (de perra), amo absoluto de un país privado, iba, con el tiempo, a perder la cabeza y los anteojos de culos de botella color azul mareante durante una explosión que conmovió los cuatro cimientos del Cono Sur. Definitivamente libre del ojo indecente del gran carnicero, Nicaragua lució, abierto de par en par, su más hermoso sol. Esto sucedió allá en Asunción, desdichada ciudad del /Paraguay, en ese preciso instante en que 18 la ira alcanza a los corderos. 19 GUATEMALA, EL PAIS DE LA ETERNA PRIMAVERA Despierta. Entreabre los vidriosos ojos triangulares. Giran, sensuales y sin agilidad, sus numerosos /ejes; y apoyada sobre su anillo predilecto suelta de golpe su poderío y tritura y se traga la eterna primavera. /bíblico Es Efraín Ríos Montt, el General, esa Boa Anaconda, que envuelve y comprime, con pegajosa intimidad, a Guatemala. TEGUCIGALPA. 1982. 20 PINOCHET EN LA BALANZA DE PAGOS El pueblo de Chile, que no se equivoca sino en lo que quiere y debe equivocarse, afirma en voz baja que Pinochet vino a este mundo, por una medida de /seguridad extrema, envuelto en un rollo de alambre de púas. 21 STROESSNER O LA MASCARA Alfredo Stoessner, el policía más solitario de la Tierra, está, pueden mirarlo, cruzado de brazos y comido por la pereza, examinando con método y sistema, su galaxia privada /(El Paraguay) y piensa, dentro del espacio-tiempo que lo estrecha, en esa posibilidad sin adjetivos, cada vez más transparente, de que su madre y maestra, La Muerte, sin que él lo /sospeche, una noche cualquiera deje bajo las sábanas de su lecho una serpiente de cascabel. A partir de ese día, el Dios del Infierno sabe su nombre con exactitud, no tendrá ya sentido el hermoso cuerpo del más bello y peligroso de sus /homosexuales, ni la colección de antifaces que lo hicieron famoso, 22 y vaya, ya para ese entonces, aquella mascara mágica labrada con primor (secretísimo regalo del Pentágono) habrá perdido el resplandor del primer grado de belleza que tiene el poder de transformarlo, de inmediato, en un padre amoroso que se deja reducir a hilos y láminas. 23 II Campo oscuro CAEN EN EL VACJO DOS PALABRAS MAYORES La palabra democracia, hoy por hoy, ha sido despojada de su significado. Los hipócritas, como solamente ellos saben hacerlo, se llenan las fauces con su nombre. Los reaccionarios, envueltos y dilatados por la acústica de su enorme ostra, hablan de ella. Impenetrables y sin emociones, alojados dentro de la cúpula del poder /absoluto, los asesinos y los ladrones dibujan su nombre sobre el punto más frío de la página en /blanco. Y fuera de fábula, manejado a control remoto, el cerdo mayor de la piara., gruñe su nombre 27 y ordena a sus hombres de presa (de preferencia en la madrugada) la cacería y destace de aquellos ciudadanos sensibles a la indignación. Los comerciantes en tierras, mares y cielos de la Patria (prudentísimos emisarios de los ladrones y de los asesinos) en su nombre afilan sus rostros, que a causa del duro oficio de la traición, cobran un aspecto brutal. Acorralada por un club exclusivo de respetables bufones Miss Universo se abre por intermedio de su sonrisa mitad de delincuente fílmica, y sin saber exactamente por qué, expulsa su nombre. Y el poeta-astro, ese de la vista gorda, apresurado hasta el color gris, sale del agujero de su aldea electrónica a roer un poemita a su nombre. En el mismo estado de descrédito, por razones idénticas, ha caído en el vacío otra palabra mayor: Dios. 28 LA PESADILLA MECANICA (Juegos de Guerra) Noche tras noche media vez que el Señor Presidente de los Estados Unidos /de América cierra los párpados y duerme a pierna suelta, a contrapelo de su voluntad, Adolfo Hitler, o tal vez su doble, penetra en el dormitorio presidencial, y antes de alejarse por /cualquiera de los espejos estratégicamente situados en las paredes de la Casa Blanca, el viejo desenterrador del hacha de la /guerra, suave pero firme, musita al oído del primer hombre de la primera nación del mundo: —y /no olvide, Su Excelencia, el valor de mis inestimables sugerencias encaminadas a destruir el Poder Negro de este hermosísimo /país, elegido por el Divino Hacedor, para levantar, aquí y ahora, el más grande y el más sólido imperio que ojos humanos /jamás vieron. 29 Este suceso, que dura un punto menos que una flor, se ha /venido repitiendo a partir de la caída definitiva de la Alemania /Nazi hasta nuestros días, en venganza por la degollación de las águilas vencidas. 30 EL DEDO PULGAR EN EL OJO DE LA DAMA DE HIERRO Si Ud. extiende su brazo de hierro, largo como el brazo de la CIA, y enciende la lámpara de la mesita de noche que está junto a su cama, podrá de este modo tan sencillo, dejar de oír las voces y los pasos incontables de los muertos incontables que viajan Londres-Archipiélago de las Malvinas- Londres, sin posible descanso. Good night, Lady Thatcher. 31 EL FANTASMA DE FRANCO Viajeros internacionales pertenecientes a la alta burguesía mundial, aseguran, dignos y serios, haber visto yendo y viniendo por las avenidas de Miami, ciudad intocable, al Generalísimo Francisco Franco, glacial como su propio monumento. El informe, deslizado del más estricto nivel de la /confidencialidad, traduce, entre líneas, que el excaudillo que gobernó su país por la gracia de Dios, es propietario de una cadena de laboratorios de plasmaféresis (negocio de sangre inventado por los inevitables gusanos) y que amenaza, a final de cuentas, con volver a asaltar la cúspide del poder absoluto, y desde ese sitial, 32 congelarles, de nuevo, la sonrisa a Los niños de España. 33 CERO ¿Por que causas en lugar de dar vueltas y vueltas en torno a la infalibilidad de las trampas destinadas a matar a sus compañeros de juegos de la infancia y a sus /exhermanos, no es mejor para Ud. quedarse en casa atizando el fuego del /hogar, y allí, en vivo y sobreseguro, participa de las aventuras, intrincadas pero de soluciones perfectas, del nunca bien /ponderado hijo de Sir Arthur Conan Doyle? Y si esto le parece /insignificante y no se ajusta con exactitud a su posición de sueño, / ¿porqué no sigue Ud., buen hombre, el consejo de Viadimiro /Maiacovski y se queda de por vida, en un sitio de su elección, sirviendo jugo de fruta y té en un cafetín de putas? 34 III La casa de las piedras puntiagudas EL CLUB ARABE — HONDUREÑO A KAFKA Quién les hubiera dicho, allá por los linderos del Siglo XIX, a los primeros árabes que decidieron meterse en Honduras con una mano atrás y otra adelante, que, con el tiempo a /su favor, los hijos S. A. de sus hijos, encontrarían, aquí mismo, La Tierra Prometida. Dicho en otras palabras, estos hombres y estas mujeres, indescifrables maestros de la espera, reeditaron, enmedio del mayor sigilo, los milagros de la multiplicación de los peces y de los panes y la /conversión del agua en vino, traducidos, claro está, en la vertiginosa oscuridad de los centros comerciales, industriales y bancarios; en /periódicos 37 salpicados de mentiras y de complicidades; y en clubes de circuito cerrado amparados por la mar y su concha, en donde los estilos vulgares de los buhoneros de otras épocas, (cada vez más distantes del dolor en armas de su pueblo) se han refinado hasta el punto de las buenas maneras. 38 LA FIERA ALUCINADA Para que las generaciones de hoy de mañana reconozcan y no olviden, nunca Jamás, a uno de los mayores artífices de la destrucción de este país y sus hombres, en este sitio y fecha quedan escritas estas acusaciones. Frías las emociones, contaran, una por una, las manchas sin nombre de su vestido rojo. Comprobarán el ritmo de la enfermedad que roe sin pausa /las palmas de sus manos, veloces hasta lo invisible, como las manos de los arrogantes ladrones ocultos en los /bancos. Recordarán que detrás de una discreta nebulosa posee concretos sistemas de complicidad: bancos color sangre azul, un equipo de fútbol, redes aéreas como telarañas, un puerto con dos brazos de /mar 39 semejantes a la prolongación de la luz, una virgen militar / sin cuerpo y un toro homosexual que habla doble en inglés y oblícuo /en castellano. Asimismo, no pasarán por alto, que a modo de una broma /sucia, tiene a su servicio personal cubos de alta peligrosidad /colmados de ojos y oídos de diferente frecuencia modulada. Y sobre todo, señalarán con índice de oprobio, el resplandor obsceno de aquellos pájaros de cuenta de la /literatura —que él— —con la prudencia del Sisimite— ha domesticado con metálicos golpes diplomáticos. Por lo descrito, durante el acto final de su única bufonada seria, les hablo formalmente de su muerte, los niños de esta /tierra lo cubrirán con infamantes letreros hasta ocultarlo a la mirada pública. Observen, obsérvenlo hundido en sus habitaciones: /podrido en oro y ebrio de mala baba, a imagen y semejanza del mismísimo /demonio en persona, preside la Fraternidad del Asco. Mírenlo: de crímenes hinchado el General relumbra como /un cerdo. Guarde memoria el pueblo de estos signos de fuego. 40 EL SONIDO ROJIZO DE UNA ORDEN El espejo que ocupa una pared de la habitación, reproduce con /nitidez, el toque de vulgaridad de la salita de recibo. Al fondo se mueve la figura de alguien que evoca, al expresarse, el aullido de cristal del perro de Pavlov en su jaula, encendida la sangre como en espera del sonido rojizo de una orden. Con su único ojo de animal de leyenda conduce al matadero a una nación de ciegos, y se deleita, con fruición de artista, en su extraña foto que marea y suda sangre. De este paisaje de piedras han traicionado ya la última /piedra. 41 Los traidores son y han sido aquellos que se bañaron dos veces en las aguas negras de un mismo /pozo. De todos ellos, ‘uno de los más helados es ese que esconde su íntima efigie dentro de un sepulcro /blanqueado. Ese que tiene la boca y el cuello doble dotado de fuelles abultados hasta los bordes de frases hechas a la medida del /oro que ataca y apaga el fuego. Ese que ha izado sobre los cuatro puntos de los cuatro /horizontes las cuatro banderas de la paz, de una paz que es lo que más se parece a un tigre en acecho. Ese que juega al misterio de los fuegos fatuos de los desaparecidos. El repite todo eso, sin pausa, como el suplicio de la gota de /agua, en nombre de la voz del pueblo; en nombre de Jehová, Señor de los Ejércitos, del pobre Jesús del Huerto de los Olivos, de Nuestra Señora del /Perpetuo Socorro y de la Virgen de Suyapa, Capitana de las Fuerzas Armadas de Honduras. 42 LA CUADRATURA DEL ROSTRO Antes del General Gustavo Adolfo Alvarez Martínez, sicario de rostro cuadrado, gafas negras y ética de buitre, todavía podían moverse las hojas de los pinos. 43 YORO, LA MAGICA A JOAQUIN REYES TEJEDA. MI SEGUNDO MAESTRO Ya en el ocaso de su vida a Plutarco Muñoz señor de la /tierra, de la horca y del cuchillo, los mismos que lo habían /endiosado le cortaron el habla y algunos se atrevieron a apedrearlo. Por esos días ya había olvidado la casi totalidad de sus conocimientos /retóricos Y no contaba sino con cinco palabras ocultas en la profundidad de su /memoria, que, a imitación del cuervo de Edgard Allan Poe, emitió segundos antes de caer humillado y escupido por /La Muerte: “la Constitución es pura babosada ‘ Lejos quedaron, en el abandono, los instrumentos músicos 44 que en otro tiempo deslumbraron a aquel buen perro fiel a su amo y señor Tiburcio Carías, cuando a principios /de siglo, quién sabe cómo ni de dónde, hecho un cerdo, llego a /Yoro, la mágica ciudad de la lluvia de peces. 45 LA VOZ DEL PUEBLO A la hora de la hora de los pactos secretos y de las deslealtades públicas, los Padres de la Patria, ellos los honorables, no enrojecen o ennegrecen de vergüenza, por el contrario, se les suele ver implacables y puros, igual que antaño, de jóvenes, en sus posiciones de jóvenes indignados, si es que lo fueron, una sola vez, en sus vidas, 46 URGENTE Hoy, medio día abajo, se extravió un niño menor de dos años, cabeza ensortijada como un lago picado, metidito en carnes, grandes ojos de oveja tardía. Sabe sólo decir cuatro palabras: mamá, papa, pipipa, por abuelita, y Cuba. Y también dice ¡papo! a modo de protesta o si se suelta en llanto. Se llama Néstor pero en el habla casera a nuestro pedacito de gente le llamamos Don Tiqui. Si acaso lo encuentra La Policía, esperamos con el corazón en la mano que no sea así, se ruega no maltratarlo. 47 El chiquilín porta una caja de música y viste de marinero. Si no vuelve ¿qué mujer, qué hombre y qué animal de esta casa podrá levantar, aunque lo intente, sus alas caídas? 48 LA BASE MILITAR NORTEAMERICANA DE PUERTO CASTILLA Está Puerto Castilla cabizbajo frente a Honduras, la otra. la celestina de USA, la cruda india pública dueña del libro sucio que habla sin decoro como si hablara con muñecas de sala. (De noche, según lo ordene el mar, los luceros del puerto se inundan de ventanas o las ventanas se inundan de /luceros). La Muerte uniformada, por lo visto, está de fiesta, dada de colorete el viejo hueso, y lucen y relucen medallas, barras y estrellas como objetos cálidos y rojos que conducen al vértigo. Niños, escúchenme, niños: destruyan, incendien el amarillo triste de ese cuadro. TEGUCIGALPA. 1984. 49 SECRETO MILITAR (Respuesta a Rafael Heliodoro Valle) La Historia de Honduras se puede escribir en un fusil sobre un balazo, o mejor, dentro de una gota de sangre. 50 LLEGARA, EN SU DIA, LA SOMBRA AL LIRIO A OTTO RENE CAILW. POA GUATEMALTECO CAPTURADO, QUEMADO VIVO EN LA BASE MILITAR DE ZACAPA. EN 1967, DURANTE EL GOIIERNO DE JULIO CESAR MENDEZ MONTENEGRO. Para ellos, los adoradores del Primer Gallo que aL principio de la creación del Universo se balanceó sobre la línea del horizonte, los mismos que planearon incendios y matanzas en frío, se habla de los Sandoval Alarcón, de los Videla, de los Pinochet, de los D’ Abuisson tocados, cada uno, por la magia del crimen que poseía Truman, la Parca alucinada de Hiroshima — Nagasaki: para ellos llegará, en su día, la sombra al lirio. 51 INDICE Pr6logo de SARA ROYA……………………………….....I Pr6logo de EDUARDO BAHR…………………………..XI El alimañero Fue en el año 32 Y no hay olvido……………………… 13 Tiburcio Carías, el hombre……………………………….15 Monsieur Duvalier………………………………………..16 La persecución de los mastines…………………………..17 Somoza 80………………………………………………..18 Guatemala, el país de la eterna primavera………………..20 Pinochet en la balanza de pagos………………………….21 Stroessner o la máscara (El signo)………………………..22 Campo oscuro Caen en el vacío dos palabras mayores………………….27 La pesadilla mecánica (Juegos de guerra)……………….29 El dedo pulgar en el ojo de la dama de hierro…………...31 El fantasma de Franco……………………………………32 Cero………………………………………………………34 La casa de las piedras puntiagudas El club arabe — hondureño………………………………37 La fiera alucinada………………………………………...39 El sonido rojizo de una orden…………………………….41 La cuadratura del rostro…………………………………..43 Yoro, la mágica…………………………………………..44 La voz del pueblo………………………………………...46 Urgente…………………………………………………..47 La base militar norteamericana de Puerto Castilla…………………………………………………...49 Secreto militar (Respuesta a Rafael Heliodoro Valle)…………………....50 Llegar, en su día, la sombra al lirio ……………………...51 . Ultimas publicaciones de la EDITORIAL GUAYMURAS AGOSTO 1985 Colección SALAMANDRA (poesía) Cinco poetas hondureños, compilador: Hernán Antonio Bermúdez, pág: 104, Lps: 4.00 2. Poemas del cariato, Jose Gonzalez, pag: 64, Lps: 4.00 3. Las órdenes superiores, José González, pág: 86, Lps: 4.00 4. Un mundo para todos dividido, Roberto Sosa, pag: 90, Lps: 5.00 5. Los pobres, Roberto Sosa, pág: 104, Lps: 4.50 6. Poesía elegida, Roque Dalton, pag:96, Lps: 4.00 Colección FRA GUA (narrativa) 7. Subida .1 cielo y otros cuentos, Roberto Castillo, pág: 86, Lps: 4.00 8. Figuras de agradable demencia, Roberto Castillo, pag: 141, Lps: 6.00 9. El corneta, Roberto Castillo, pag: 80, pag: 4.00 10. Cocorí, Joaquín Gutiérrez, pag: 90, Lps: 4.00 11. Mazapán, Eduardo Bähr, pág: 8, Lps: 2.50 12. Qué signo es usted, niña Berta?, Horacio Castellanos Moya, pag: 172, Lps: 6.50 13. Una función con móviles y tentetiesos, Marcos Carías, pág: 358, Lps: 9.00 14. Angelina, Carlos F. Gutiérrez, pag: 44, Lps: 2.50 Colección LAMPARA (crítica y cultura) 15. Español (antología), Atanasio Hérranz, pág: 304, Lps: 10.00 16. Prosa armada, Roberto Sosa, pág: 152, Lps: 5.50 17. Literatura infantil y sociedad, Hugo Cerda y Alga Marina Elizagaray, pag: 182, Lps: 6.00 18. Guía para la investigación y desarrollo de un tema, Issac Felipe Azofeifa, pág: 100, Lps: 4.50 19. Cómo leer un libro, Luis Gregorich, pág: 138, Lps: 5.00 Colección ITZAMNA (ciencias) 20. Matemáticas (lero. de bachillerato), Raul Alfonso Dubón H., pág: 210, Lps: 8.00 21. Antes de que nazca un niño, Heinrich Brükcner, pag: 90, Lps: 4.00 Colección CLASICOS 22. El cantar del Mío Cid, anónimo, pu: 120, Lps: 4.00 Colección TALANQUERA (documentos y testimonios) 23. Páginas de lucha, Graciela García, pág 104, Lps: 5.00 24. Obra escogida, Ramón Rosa, introducción, selección y notas de Marcos Carías, pág: 400, Lps: 9.00 25. Boletín de la defensa nacional, director Froylan Turcios, pág: 228, Lps: 7.50 26. El refranero hondureño, Jesús Aguilar Paz, pag: 80, Lps: 3.50 1. Colección CODICES (ciencias sociales) Apuntes de teoría de la organización, Clodomir Santos De Moráis, pág: 92, Lps 4.00 28. Los negros caribes de Honduras, Ruy Galvao de Andrade Coelho, pág: 210, Lps: 7.00 29. Los hicaques de Yoro, José María Tojeira, pág: 120, Lps: 5.00 30. Tráfico de esclavos negros a Honduras, Rafael Leiva Vivas, pág: 162, Lps: 7.00 31. Sociología Tomo 1, Rafael Del Cid, pág: 178, Lps: 7.50 32. Sociología Tomo U, Rafael Del Cid, pág: 272, Lps: 9.50 33. Sociología (lecturas seleccionadas para estudiantes de secundarla), Rafael Del Cid, pág: 140, Lps: 10.00 34. Lucha ideológica y organización sindical en Honduras (1954- 65), Mario Posas, pág: 82, Lps: 4.00 35. Historia del movimiento obrero hondureño. Víctor Meza, pág: 172, Lps: 6.00 36. Política y sociedad en Honduras, Víctor Meza, pág: 400, Lps 10.00 37. CARIAS el último caudillo frutero, Filánder Días Chávez, pág: 160, Lps: 7.00 38. La revolución Morazanista, Filánder Díaz Chávez, pág: 284, Lps: 8.00 39. Partidos políticos y elecciones en Honduras 1980, Arturo Fernández, pág: 110, Lps: 6.00 40. El neoliberalismo en Honduras, Alcides Hernández, pág; 166, Lps 7.00 41. Honduras ¿un estado nacional?, Juan Arancibia, pág: 136, Lps: 6.50 42. Economía y trabajo en Honduras, Win Dlerckxsens y Pablo Campanario, pág: 40, Lps: 2.50 43. Militarismo y reformismo en Honduras, Leticia Salomón, pág: 240, Lps: 6.00 44. 25 cuentos de economía, Fernando Correia Da Silva, pág: 98, Lps; 4.50 Colección CUADERNOS 45. El movimiento campesino hondureño, Mario Posas, pág: 76, Lps: 3.00 46. Centroamérica: la crisis del viejo orden, Guillermo Molina Chocano, pág: 76, Lps: 3.00 47. El petróleo en las Antillas y Centroamérica, Reynaldo Salinas López, pág: 76, Lps: 3.00 27. 48. 49. 50. 52. GUANCHIAS lucha campesina y cooperativismo agrario, Ramón Salgado, pág: 76, Lps: 3.00 Hondureñismos Alberto Membteño, pág: 234, Lps: 9.00 El soplo en la frente (o los Diez Capítulos que se le “Olvidaron” a Kissinger), Filánder Díaz Chávez. pág: 241, Lps: 9.00 51. Secreto Militar, Roberto Sosa, pág: 80. Pasajes bíblicos ‘de, ida y vuelta’, (poesía). Juan Ramon Saravia. Revistas Alcaraván, Editorial GuaymUras. Lps: 3.00 Tragaluz, Editorial GuaymuraS, Lps: 2.00 Por aparecer 1. 2. Fonética y fonología del español de Honduras, Juan lipsky Epistemología y trabajo social Una crítica a los métodos de la reconceptualizacion. Remedios Mercedes Escalada 11. 3. Cursos de filosofía, Polítzer 4. El Popol Vuh, antiguas historias del Quiché 5. Lazarillo de Tormes, anónimo 6. Fuente ovejuna, Lope de Vega Este libro se terminó de imprimir en los talleres gráficos de la Editorial Guaymuras S.A. en el mes de agosto de 1985. Su tiraje fue de 3,000ejemplares AL LECTOR La editorial le quedara agradecida si le comunica usted as opinión acerca del libro que le ofrecemos, como de as presentación e impresión NUESTRA DIRECCION Editorial Gusymuras Apartado postal 1843 Teléfono 22.5433 Tegucigalpa, D.C., Honduras, CA.