Economía Informal Mexicana

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Economía Subterránea
Planteamiento de la economía subterránea, informal.
Economía Informal.
Es el resultado de la descentralización y la reorganización de la producción y del proceso del trabajo a nivel
global.
Economía Informal.
Es el nombre que se le da a un gran número de actividades que están catalogadas dentro del sector informal
de la economía.
Generalmente, este tipo de actividades no cumplen con ciertas características económicas y administrativas
propias de una economía formal (por ejemplo, no utilizan tecnologías complejas ni formas avanzadas de
producción, no tienen una división del trabajo establecida, no están constituidas jurídicamente como las
empresas modernas, y tienen distintos tipos de relaciones laborales al mismo tiempo).
Economía Informal.
El sector de la economía que no aparece en las estadísticas oficiales, donde sus transacciones se llevan
principalmente en efectivo y no pagan impuestos.
Introducción.
¿Desempleo?, ¿enfermedad del sistema jurídico y fiscal?, ¿corrupción?, son muchas las preguntas que se
hacen sobre este controversial asunto −por no llamarlo problema− así como muchas también son las
respuestas. Conocida como economía informal, subterránea o negra, ha sido una constante en nuestro país
en estos últimos años, viéndose incrementada por las crisis económicas y, asombrosamente, gracias a la
plena recuperación del país.
En este ensayo presento un repaso de las formas de medir el empleo, primer paso que nos lleva a conocer el
origen de la economía informal, la justificación de la manera en que se ésta se puede medir, el porqué de su
continuo crecimiento y las posibles alternativas de solución al problema, todo lo anterior sugerido con un
particular enfoque y criterio, pero que he procurado ampliar tras la lectura de muy variadas fuentes
creadoras de opinión.
Desempleo.
A pesar de que Hacienda y el Ejecutivo afirmen que estamos en total recuperación, ésta no se ha visto
reflejada en la creación de buenos empleos; más aún, legisladores del país dudaron de las cifras del
desempleo abierto de 1995 que fueron publicadas por INEGI en 1997 y se habló de una manipulación de
cifras para hacerlas coincidentes con el informe presidencial.
No obstante este primer punto de vista, debemos ir más allá al pensar que INEGI no tiene motivo para
manipular cifras, puesto que su misión es la de proporcionar información al usuario de la forma más
eficiente posible y su credibilidad depende de ello, lo que debemos hacer es analizar la información
proporcionada. El desempleo abierto ocurre cuando una persona busca empleo, no lo encuentra y no trabaja
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ni una hora por semana. Como es evidente, esto no es posible en México, porque si no se trabaja no se come.
Dicho así, la supervivencia obliga a cualquier tipo de ocupación, esto significa que la tasa de desempleo
abierto no tiene sentido. Ahora podemos entender el esfuerzo del gobierno para presentar información que no
es falsa, pero que tampoco tiene importancia alguna.
¿Existen más indicadores del empleo? La respuesta es sí, y más interesantes para las condiciones del país,
pero que por no ser tan alentadores, no se difunden. La primera tasa alternativa de desempleo recibe ese
nombre precisamente, e incluye no sólo a los que buscan empleo, sino a los que ya dejaron de buscarlo pero
quisieran trabajar. Mexicanos que regresan a estudiar, o atienden el hogar, pero desearían tener empleo, y lo
buscaron, pero ya perdieron la esperanza de encontrarlo. El porcentaje de población en edad de trabajar que
están es esta situación es superior a la tasa tradicional de 4 o 5%, hablamos del 6 o 7%. Existen otras tasas
llamadas de presión económica, que incluyen a quienes tienen empleo pero buscan otro adicional, para
aumentar su ingreso, o buscan cambiar el que ya tienen, o ambas cosas, si es posible. Indican porcentajes de
7 a 9%; esta tasa muestra una ligera recuperación entre 1995 y 1996. Otro grupo de tres tasas muy
importantes son las que incluyen a quienes trabajan menos de 35 horas a la semana. Una tasa mide a los que
trabajan menos de 15 horas, 10% de la población económicamente activa (PEA), otra a quienes trabajan
menos de 35 debido al mercado (reducción de la producción, vacaciones forzadas, etc), 7% de la PEA, y la
última mide a los que trabajan menos de las 35 horas contra su voluntad, representando a más del 25% de la
PEA. Este último grupo de tasas no han disminuido, peor aún, han incrementado. Esto significa que los
empleos que se han creado, o recuperado, han sido empleos donde el trabajador trabaja entre 15 y 35 horas
semanales y reciben consecuentemente un salario bajo. Son empleos parciales.
Finalmente, con la intención de demostrar que INEGI sí produce información útil para nosotros los
planificadores, veamos dos tasas más. Una mide el porcentaje de mexicanos que tienen ingresos inferiores a
un salario mínimo, la que en 1995 mostró que el 16% de la PEA recibía menos de un salario mínimo, y creció
un 2% para 1996, es decir, un 18% de la PEA. Tomando como base que la población económicamente activa
ronda los 36 millones de mexicanos, seis millones y medio gana menos de doscientos pesos por semana. La
otra tasa se llama tasa de condiciones críticas de ocupación, e incluye a quienes trabajan mas de 48 o menos
de 35 horas a la semana ganando entre uno y dos salarios mínimos y a quienes trabajan más de 35 horas
ganando menos del mínimo. Estamos hablando aquí, de los que son explotados en todo el sentido de la
palabra; pues trabajan por menos del mínimo o les pagan un poco más trabajando más de 48 horas
semanales, o no los dejan trabajar.
En 1995 esta tasa fue de casi 16%, y para 1996, poco menos del 17%. Entonces, la recuperación no es total,
puesto que los datos que posee el INEGI y que no se incluyen en los discursos presidenciales, son un reflejo
de lo que se ve diariamente: más vendedores ambulantes, más mendigos, más malabaristas en semáforos y
más violencia.
¿Cómo medir la economía informal?
Uno de los principales problemas que enfrenta un investigador al analizar algún tema es la recopilación de
datos. Esto es particularmente problemático si se trata de estudiar periodos de tiempo para los cuales no
existe información. Existen varias formas; en el fondo se trata de medir más bien indirectamente. La cuestión
entonces es la de saber si se puede realizar una medición indirecta y bajo qué condiciones.
Una de las formas es en base a estimaciones del PIB. La base de partida del ejercicio reposa sobre la
definición del mismo que corresponde a las tradicionales tres ópticas: la óptica de la producción, del gasto y
de la renta. Desde la primera óptica se trata de estimar los valores añadidos de las diferentes ramas de la
producción en que se acostumbra dividir la economía; desde la del gasto, los consumos finales de las
familias, consumos de las administraciones públicas, inversiones de las empresas y exportaciones netas
nacionales; y finalmente desde la óptica de la renta, se trata de estimar las rentas generadas en el proceso
productivo, fundamentalmente remuneraciones de asalariados y beneficios de las empresas.
La estimación, desde la óptica del gasto, normalmente es más elevada que la estimación realizada desde la
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óptica de la renta. La comparación de las dos estimaciones corresponde a uno de los métodos utilizados para
medir la economía subterránea. Esto es, normalmente se entiende por economía subterránea o informal la
parte de la economía que se oculta a las autoridades fiscales y coherentemente con esa afirmación se puede
concluir que la estimación desde la óptica de la renta −captada estadísticamente a partir de las
declaraciones fiscales− no incorpora obviamente por definición la llamada economía subterránea.
Consideremos ahora las estimaciones desde el lado del gasto.
Independientemente de la fiabilidad estadística de las estimaciones, no parece muy aventurado suponer que
no existen motivos que llevaron a los perceptores de rentas a ocultar informaciones al fisco −la cuantía de
los impuestos está directamente ligada a esas declaraciones−; que las declaraciones sobre las cantidades
gastadas pueden incorporar muchos errores y deficiencias pero no pretenden obtener del fisco menores
impuestos declarando un gasto menor. Más bien ocurrirá lo contrario, una sobredeclaración procurará
menores impuestos: se piense como ejemplo en las deducciones del IVA: Presentándolo así, este método de
estimación de la economía informal parece bastante sólido. Otro método es utilizar datos de la PEA, de los
trabajadores inscritos en el IMSS, de las personas que trabajan en el sector público y de los desempleados,
para, a partir de lo anterior, calcular el número de individuos que trabajaron en la economía informal, todo
ello para períodos largos.
Definición.
Ahora bien, pese a lo dicho en párrafos anteriores, existe un obstáculo para medir la economía informal. Es
un tanto paradójico que después de años de aparición y de un vasto acervo de literatura acumulada, el
concepto de sector informal no encuentre una definición que convenza a todos los interesados. Recientemente
el concepto de legalidad ha ganado importancia. Es decir, la no observancia de los requisitos y la
normatividad relacionada con la actividad económica es lo que define la informalidad. Para otros, el sector
informal es el producto de la acelerada urbanización y una lenta absorción de la población migrante en los
mercados de trabajos formales; o también se le define como el producto de un infranqueable aparato
burocrático y regulatorio, diseñado para impedir la competencia y privilegiar a unos cuantos. Para unos
más, la informalidad es la que está integrada por todos aquellos empleos no delictivos que están al margen
de las relaciones laborales.
El problema.
Este fenómeno ha provocado que la OCED, la organización de los países más ricos del mundo, haya
publicado un estudio titulado "Reconciliando la Economía y la Sociedad", donde se remarca que hay países
donde la economía informal es crítica por su degradación, lo que incluye a México pero también a los países
miembros de la OCED, ya que un buen porcentaje de su PEA labora en la economía informal.. Aquí en
México, según datos de la SHCP, desde 1994 se han creado al menos 3.6 millones de nuevas microempresas
informales. Se trata de un mundo, aunque sea efímero, efímero claro está, porque el 83% opera sin necesidad
de la banca, 74% se dedican al comercio y los servicios, es decir, que mayormente no generan productos, los
distribuyen. De ellas, sólo 16% cuentan con un patrón, quien suele contratar al personal de forma esporádica
y a veces ilegalmente.
Paraíso de evasores fiscales.
Las ciudades principales del país se han visto invadidas por ejércitos de vendedores ambulantes que han
tomado posiciones en casi todas las banquetas. Vendiendo desde chicles hasta estéreos, los vendedores
ambulantes subrayan la economía dual de México: una legítima, la otra subterránea. El número de éstos ha
crecido junto con los problemas financieros del país: las estimaciones actuales abarcan desde 250,000 hasta
un millón.
Ya sean ex trabajadores de fábricas o personas que alguna vez fueron campesinos, los vendedores
ambulantes atraen la admiración internacional por su espíritu empresarial. En realidad, el sector informal
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absorbe el superávit laboral. Sin embargo, un análisis más a fondo del negocio de los vendedores ambulantes
de las ciudades de México revela el lado oscuro de lo subterráneo. En un lugar donde los vendedores
ambulantes representan las víctimas de la represión y sus líderes asemejan a los gangsters de Chicago de la
misma época, administrando redes lucrativas de protección. Sus puestos callejeros con frecuencia
representan sólo un vínculo de una red nacional de distribución de mercancía de contrabando y robada.
La economía subterránea no es un organismo benigno, simplemente genera empleos para la subclase. En
cambio, esta interactúa con el impacto con la economía legítima de igual forma. Al no pagar impuestos,
servicios públicos o rentas, los comerciantes informales han logrado reducir los precios minoristas hasta en
70%, llevando miles de propietarios de tiendas legítimas fuera del negocio. Por ende, el caos ahora reina en
el centro de muchas ciudades de México, ejemplo de ello es el centro de la Ciudad de México.
Estimaciones sugieren que sólo 34% de la PEA de México participa en la economía informal. Eso significa
que el gobierno ha perdido dos tercios de su potencial base tributaria. Cada año, sólo en la ciudad de
México, los vendedores ambulantes evaden una cantidad estimada en 20,000 millones de pesos (2,500
millones de dólares) en impuestos. Esto podría ayudar a explicar porqué México cuenta con el nivel más bajo
de recaudación de impuestos a nivel mundial: sólo 10% del PIB en relación con un promedio de 35−40%
reportado en todos los países de la OCED.
A pesar de estos inconvenientes, funcionarios del gobierno han tolerado desde hace mucho tiempo, si es que
no han promovido activamente, la proliferación de los vendedores ambulantes. Durante años, empleados de
gobierno han rentado espacios en las banquetas para uso comercial privado, una práctica explícitamente
prohibida por la Constitución mexicana. Esta forma de corrupción representa una de las claves para
comprender el sistema político mexicano. Al promover la economía subterránea, funcionarios públicos han
paliado el descontento social en medio de un elevado desempleo; obtuvieron utilidades al colectar tarifas de
vendedores ambulantes o comisiones de los líderes de las organizaciones; y aseguran apoyo electoral en
medio de las crecientes legiones de electores desempleados.
En los últimos años, el sector informal se ha convertido en un importante elemento de la maquinaria política
de varios partidos electorales. En la capital del país, boleadores de zapatos, vendedores de billetes de lotería,
vendedores de periódicos y los mariachis son controlados por las autoridades. En intercambio del derecho
inconstitucional para evitar rentar un espacio público, los líderes de las asociaciones de vendedores
ambulantes ofrecen a los políticos los votos de sus seguidores, así también como su asistencia, por miles, a
las convenciones políticas en la ciudad de México. Al funcionar como un enlace entre el gobierno y la
proliferación de negocios informales, estos "protectores" subterráneos constituyen un vínculo entre la élite
política y una creciente subclase.
La competencia por el espacio en las banquetas se ha vuelto violenta en la ciudad de México. Esto es real
especialmente en las principales ubicaciones de venta tales como el centro histórico de la ciudad, en donde el
número de vendedores ha aumentado a 25,000 a partir de los 3,000 registrados en 1990. Los vendedores
actualmente pagan entre 200 dólares y 1,500 dólares por un pedazo de banqueta. Además, sus líderes
colectan tarifas diarias de 20 a 50 pesos de cada puesto, del cual se quedan con un porcentaje y el resto se
utiliza para pagar a la policiía y a burócratas.
Las redadas y demás alternativas de solución de ese estilo son soluciones a corto plazo. En cuanto a las
soluciones a largo plazo, los dueños de las tiendas recomiendan cancelar primeroa los líderes, dado que esto
ayudaría a desmantelar las redes de protección que hacen que las ventas en las banquetas sean tan
lucrativas.
Conclusiones.
De todo lo relatado anteriormente se pueden obtener algunas conclusiones. La economía informal no es un
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fenómeno nuevo. Su crecimiento se asocia al crecimiento de la población y al escaso crecimiento de la
economía, pues no se generan en el sector formal los empleos que la gente demanda. En situaciones de crisis,
este tipo de economía tiende a incrementarse, pues la escasez de fuentes de trabajo obliga a las personas a
emplearse en actividades no reguladas. Ciertamente no es este el tipo de microempresa que requiere el país
para generar empleos, producción flexible y bienestar masivo.
Finalmente, mientras se sigan dando continuas crisis económicas, la informalidad será una constante que
seguramente no se reducirá con crecimientos modestos de la economía, pues la población sigue creciendo y
con ello demandando fuentes de empleo. Por lo anterior, deben enfatizarse las condiciones macroeconómicas
o institucionales que fomenten el crecimiento económico, sobre todo en sectores intensivos en trabajo, que es
en lo que tenemos ventaja comparativa, ello se verá reflejado en una reducción del sector informal de la
economía.
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