ANÁLISIS DE COYUNTURA POLÍTICA El conflicto agropecuario PAPEP Junio 2008 El análisis y las recomendaciones políticas de este documento no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de su Junta Ejecutiva ni de sus Estados Miembros. Se trata de un documento independiente preparado por encargo del PNUD. Estado de la opinión pública El estado de opinión ciudadana ante las retenciones móviles y la protesta agropecuario es ilustrativa de una ciudadanía en la que coexisten corrientes de opinión mayoritarias a favor de las mencionadas retenciones a los precios obtenidos en las exportaciones de productos primarios ( 81%) con el apoyo también a la protesta de los productores rurales ante esas retenciones (76%) Esta aparente contradicción se atenúa si se observa que quienes apoyan las retenciones reclaman por la redistribución de los fondos obtenidos o incluso aspiran a que la proporción de las retenciones disminuya. Por otra parte la mayoría de quienes apoyan la protesta no están de acuerdo con los cortes de ruta o con la precipitación en la adopción de medidas de fuerza. Es decir que en tanto la escena político social presenta una polarización entre el gobierno y el movimientos social agropecuario, la mayoría de la ciudadanía se sitúa en una posición comprensiva a la vez de las decisiones de gobierno y de las razones de la protesta. Es por ello que se ha generado un estado de opinión público favorable al diálogo y la negociación y de cierto hartazgo con la prolongación del conflicto. Para entender el clima de opinión prevaleciente debemos tener en cuenta el marco de actitudes ciudadanas más general La opinión pública y la intervención del Estado El intervencionismo estatal a fines regulatorios y de de distribución social es aceptado por la mayoría siendo minoritaria la posición que libra completamente los individuos a lo que la suerte o su esfuerzo les depare. Hace poco menos de un año (Estudio sobre capacidades del Estado PNUD junio/julio 07) se registraba una muy mayoritaria posición ciudadana favorable a un Estado garante de los derechos, y regulador de los servicios públicos básico e incluso interviniendo en el mercado en la regulación de los precios. Así el casi tres de cada cuatro encuestados ( 71) manifestaba que el estado debía asegurar educación , salud y un ingreso básico en tanto que solo 1 de cada cuatro sostenía una posición de mera responsabilización individual. Esta distribución de opiniones no reconoce diferencias muy significativas según nivel socio económico. En cuanto a los servicios públicos una mayoría abrumadora (88%) sostiene que el estado debe involucrarse sea en la gestión directa (46%) ya sea dejándolos en manos privadas pero con control del Estado (42%). La privatización lisa y llana es una posición muy minoritaria ( 6%). En cuanto a si deben ser privados o públicos hay diferencias significativas entre los estratos socio económicos, pero en todos los casos que no haya ingerencia del Estado es para todos los encuestados una posición muy minoritaria. También es muy mayoritaria la posición favorable a una intervención del Estado para regular los precios de alimentos de consumo popular (83%). Esta posición es también mayoritaria en los sectores solventes (70%) pero es una proporción inferior que en los sectores populares (85%). En nuestro estudio mas reciente (abril mayo 08) el marco general favorable a la intervención del Estado se mantiene aunque la opinión en ese sentido es menos abrumadora. Un 53% se manifiesta favorable a que el Estado intervenga para reducir la brecha entre ricos y pobres, en tanto que un 33% es de opinión contraria. La posición favorable a una intervención estatal redistributiva es también mayoritaria en los sectores mas solventes aunque en proporciones inferiores a la generalidad de los encuestados. Es decir que, el intervencionismo distributivo es aceptado aunque en grados variables según el nivel socio económico y es igualmente aceptado en la región metropoplitana que en el interior. Esta distribución de las opiniones es compatible con la existente cuando se pregunta sobre la distribución del ingreso: la mayoría considera que la distribución del ingreso en la Argentina es injusta. La mitad de los entrevistados ( 49%) opina que los de mas recursos se quedan con gran parte de la riqueza, en tanto que otro 35 % opina que el Estado no interviene los suficiente. La opinión ciudadana en el conflicto agropecuario Teniendo en cuenta esta tendencia mayoritaria en la Argentina que podría calificar de favorable a reformas a través de la intervención del Estado, se puede interpretar la posición aparentemente contradictoria o ambivalente de la ciudadanía respecto al conflicto agropecuario El conflicto agropecuario: a favor de las retenciones desconfianza respecto a la efectiva distribución de los fondos obtenidos. Así el 81% de los entrevistados recientemente se manifiesta favorable a las retenciones y solo un 13 % se opone completamente. Pero esa posición mayoritaria esta compuesta por un 56 % (unos dos tercios) manifiesta reservas en el apoyo. Un 40% (la mitad)sostiene que hay que explica como se distribuye lo recaudado, o bien que no se distribuye. Un 16 % sostiene que no deberían ser tan altas. Se se tiene en cuenta el 13 % que no justifica las retenciones y el 16 % que cuestiona su proporción elevada se alcanza a un 29% de cuestionamiento a las retenciones móviles tal cual se han aprobado. No hay diferencias significativas por nivel socio económico, salvo en el punto que los sectores mas solventes requieeren en mayor proporción explicaciones sobre el destino de los recurso obtenidos. No se registran diferencias significativas entre la región metropolitana y el Interior El apoyo al reclamo agropecuario es mayoritario pero entre estos son mayoría los que están en desacuerdo con el corte de ruta y la precipitación en la acción directa El 76 % de los entrevistados apoya el reclamo pero una mayoria dos tercios (54%) no esta de acuerdo con las modalidades de protesta o con la precipitación. Un 21 se manifiesta en contra del reclamo. El apoyo a la protesta del sector agropecuario es generalizada, pero algo menos en los sectores populares y en el área metropolitana. Nótese que en el interior se expresan mas reservas con el modo de protesta que el area metropolitana. Finalmente, se observa un abanico de posiciones respecto a los canales institucionales para asignar los fondos públicos. Un poco menos de un tercio (30%) sostiene que se debe distribuir a las provincias, otros sector manifiesta una posición asamblearia para adoptar decisiones ( asambleas ciudadanas)(26%), un sector algo menor ( 17%) considera que sse debe decir en el Congreso y finalmente un 17 % atribuye esa capacidad a la Presidenta y a los Ministros. Las posiciones institucionalistas clásicas (rol del Congreso) tienen mayor peso que el resto entre los sectores mas solventes, en tanto que entre los sectores populares hay una ligera mayor proporción ( 20%) de expectativa en el Ejecutivo que en el resto. La demanda redistributiva hacia las provincias Interior que en el área metropolitana. es significativamente mayor en el Se evidencia una demanda de canales distributivos participativos en detrimento de la mera decisión por parte del ejecutivo, pero los canales esperados son muy variados. El estado de la opinión ha pesado a lo largo del conflicto y los diferentes actores han procurado tomar en cuenta el mismo y al mismo tiempo influir sobre él. El gobierno evolucionó de una posición inicial considerablemente conflictiva y hasta descalificadota del movimiento social a otra en que procuró presentarse como abierto al diálogo y promovió concesiones inicialmente no previstas, aunque estas fueron consideradas insuficientes por los contestatarios. El déficit mayor del gobierno parece residir en no atender la expectativa de institucionalidad al no haberse constituido mesas permanentes de negociación y en seguir sosteniendo una concepción poco dialoguista ( pese a las invocaciones) al no relativizar las capacidades decisorias derivadas de la legitimidad electoral. El movimiento agropecuario cedió en la dureza de la protesta manifestada en su fase inicial, haciéndose cargo de la ilegalidad e inconveniencia de cortes de rutas totales y manifestando preocupación por no provocar desabastecimiento. Sin embargo el movimiento esta tironeado entre la dinámica de la acción que coloca a las asambleas, en las que puede prevalecer una dinámica identitaria y de búsqueda de triunfo absoluto, como fuente de las decisiones dirigenciales, con la opinión pública general que aunque ha manifestado simpatía ante la protesta (muchos mas en el interior que en los grandes centros urbanos) espera la negociación y manifiesta cierto hartazgo ante la prolongación del conflicto. La coyuntura al 4 de junio y los escenarios. La situación al día de la fecha se caracteriza por una prolongación del conflicto sin que se avizore una pronta resolución del mismo El gobierno luego del acto del 25 de mayo consideró que no existían las condiciones para el diálogo y no convocó a los ruralistas tal como se esperaba para el día 26. El campo oficialista se ha reactivado por vía de las iniciativas de Néstor Kirchner, pero se han manifestado importantes defecciones y reticencias en el peronismo y sus aliados. La Presidenta ha pasado a un segundo plano y su popularidad ha descendido ( como ya se señaló considerablemente respecto a inicios de año). Este debilitamiento en la popularidad gubernamental sigue sin plantear a corto o mediano plazo problemas de gobernabilidad. Los ruralistas en la evolución de movimiento adquirieron una dinámica en la que se hacen depositarios del descontento mas general con el gobierno ( y algunos de ellos lo expresan en términos políticos, ampliando el registro de su discurso) y juegan en el terreno de las relaciones de fuerza. El 2 de junio resolvieron prolongar el paro por una semana e intensificar las acciones de presión institucional ( ante los representantes locales y con un petitorio al Congreso Nacional), valiéndose también de razones derivadas de la coyuntura : la represión de la prefectura en la localidad de San Pedro y las imputaciones judiciales a algunos ruralistas. Invocan especularmente al gobierno la necesidad de crear condiciones para el diálogo. Escenarios 1- Prolongación de conflicto con negociaciones parciales. El gobierno no parece dispuesto a ceder en las retenciones mas de lo que lo ha hecho y esto es un límite. Su posición a la hora actual es decir: negociemos sobre los otros aspectos de la política agropecuaria. Sin embargo la prolongación del conflicto amenaza con cristalizar el descontento ciudadano y hacer difícil que el gobierno retome la iniciativa como lo ha intentado con el llamado al acuerdo del Bicentenario. De modo que es probable que sin retroceder ostensiblemente busque aplacar. En el plano político la convocatoria a los aliados de la Concertación plural que tienen posiciones diferentes al núcleo duro del oficialismo parece ir en esa dirección. El movimiento agropecuario sigue presionado por el vértigo de sus bases movilizadas, y se le hace difícil volver a una mesa de negociaciones sobre la que tiene pocas ilusiones. Pero parece probable que el 9 de junio, si no se producen acontecimientos inesperados finalice levantado el paro y derivando la continuidad del movimiento a la acción institucional. En esas condiciones es posible que el diálogo se reanude aunque parece improbable que haya un acta de acuerdo que de por finalizado el conflicto. La perspectiva de continuar la protesta para los ruralistas esta dada también por las restricciones de la continuidad de su actividad productiva, en el mejor de los casos deberán encarar la comercialización de sus productos para financiar la siembra en septiembre. 2- Negociaciones con una solución acordada Se podría une escenario con acuerdo si el gobierno revisara nuevamente la resolución 250 e incorporara una modificación de la tasa de retenciones que suponga una disminución respecto a los niveles actuales. Sin alguna modificación en ese sentido le sería muy difícil a los dirigentes sectoriales decidir el cese del conflicto, aunque como se indico en el escenario uno el conflicto podría declinar sin que haya acuerdo con las consiguientes consecuencias de latencia y de repercusiones político electorales.