Tecnología médica en el antiguo Egipto

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Tecnología médica en el antiguo Egipto
Por Manuel Carballal
El Egipto faraónico no solo nos asombra en la actualidad con su
desconcertante tecnología arquitectónica. El pueblo que construyó la Gran
Pirámide de Keops, la Esfinge de Gizeh, o el colosal Templo de Abu-Simbel,
también poseía unos desconcertantes conocimientos técnicos que eran
aplicados
a
la
cirugía
de
alta
precisión.
En el Templo de Komombo se conserva uno de los documentos en piedra
más fascinantes de todos los jeroglíficos egipcios. Una pieza única que
cualquier estudioso del Egipto faraónico debe conocer. Por eso había
decidido "llevármela" conmigo. Una simple fotografía no refleja todos los
detalles de ese grabado a tamaño natural. Así que, mientras mi compañero
entretenía a los tediosos vigilantes, rodeé el templo y trepé a la parte superior
del muro pertrechado con todo el equipo de calcos. Una vez en la parte
superior fijé la pieza, y procedía a frotar con papel carbón el preciado
jeroglífico. Como por arte de magia todas y cada una de los elementos del
grabado aparecían sobre el papel blanco, con todos sus detalles y a tamaño
natural. Los calcos son la forma más perfecta de recuperar un petroglifo, para
su posterior estudio, ya que no agrede la pieza, al no frotarla ni remarcarla
por contacto, y permite a los arqueólogos e historiadores "llevársela".
En este caso se trataba de una representación jeroglífica de los instrumentos
quirúrgicos que los cirujanos del Egipto faraónico utilizaban en sus complejas
y arriesgadas intervenciones. Aquella estela pétrea, única en todo Egipto, y
que puede pasar desapercibida a los ojos de los cientos de turistas que
visitan el Templo, es una de las pruebas más evidentes de los sofisticados
conocimientos tecnológicos del Egipto que construyó las pirámides.
Una
medicina
muy
desarrollada
La medicina preventiva en el Egipto faraónico gozaba de excelente salud; con
muy buen nivel técnico, y prácticas sanitarias muy difundidas y respetadas en
la época. La medicina interna y diagnóstica se caracterizaba por los
excelentes conocimientos que poseían. Traumatología y cirugía estaban bien
desarrolladas. Y, según Herodoto, existía incluso una cierta forma de servicio
sanitario nacional, una suerte de "Seguridad Social" con asistencia gratuita a
cargo del Estado.
Aunque mezclada con la magia y la astrología, sus recetas eran en general
eficaces y sus diagnósticos correctos. Se consideraba al corazón el centro de
la vida, que bombeaba los diversos fluidos necesarios para la existencia;
sangre, aire, mucus, orina, esperma… El médico comprobaba esta circulación
auscultado al enfermo, tomándole el pulso y examinando su aspecto.
También se asignaba gran importancia al aparato respiratorio.
En los diagnósticos se reconocían las enfermedades del corazón, del hígado,
de los pulmones y del cerebro. Los remedios eran muchos; píldoras,
decocciones, supositorios, inhalaciones, edemas y hasta la agresión
quirúrgica con hierros y fuego (en el caso de tumores). Se conocía la
anestesia, o al menos una cierta anestesia, que se obtenía, normalmente, a
través de la utilización de la amapola somnífera, o sea, en la práctica, del
opio. La odontología llegaba a un verdadero virtuosismo. Y tampoco faltaba la
publicidad: a partir del día lejano en que el sabio Imhotep, médico tan
excelente como arquitecto, sentó las bases de una ciencia destinada a un
luminoso desarrollo en los siglos posteriores.
Las heridas eran cerradas mediante la cauterización de las mismas, o bien
con puntos de sutura, o bien utilizando una especie de emplasto a base de
ciertas hierbas medicinales.
Magia
en
el
quirófano
No cabe duda de que las fórmulas mágicas, los estudios astrológicos y los
ensalmos esotéricos estaban presentes antes, durante y después de toda
operación médica. Y para algunos autores esas fórmulas mágicas, y los
pretendidos conocimientos esotéricos de los sacerdotes egipcios, serían la
explicación a la extraordinaria calidad de sus operaciones quirúrgicas. Sin
embargo, tal vez no sea necesario acudir a la magia para comprender la
sabiduría del pueblo que creo la Esfinge de Gizeth, los nilómetros, o la Gran
Pirámide de Keops.
Un ejemplo elocuente de su desarrollo científico es la práctica de las
trepanaciones de cerebro. Estas peligrosas operaciones consistían en la
realización de amputaciones de parte del casquete cerebral, que se
realizaban utilizando una especie de "bisturíes" -como los representados en la
estela de Komombo- punzones y tijeras, y arrancando trozos de cráneo que
todavía hoy son visibles en algunos de los cuerpos descubiertos en tumbas y
restos arqueológicos. Esas mismas operaciones -la trepanación de cerebroseran practicadas en otros pueblos muy distantes de la cultura egipcia; como
ciertos pueblos precolombinos.
No obstante, otro de las habilidades de la cirugía del cerebro que al parecer
poseían los antiguos egipcios, y que desconcierta a egiptólogos e
historiadores, era el alargamiento de los cráneos.
Al final de la primera planta del Museo Arqueológico de El Cairo, cualquier
visitante pude contemplar, en la sala de Akhenaton, estelas y esculturas en
las que se muestra a Amenofis IV y a toda su familia con unas cabezas
desproporcionadas. Esa deformación, un alargamiento del cráneo que
aparece en las radiografías de algunas momias, y que algunos médicos
denominan jocosamente "cabeza de joroba de camello", a intentado ser
explicada a través de diferentes hipótesis médicas, pero hasta la fecha no se
ha llegado a un consenso de opinión. Sin embargo deformaciones craneales
parecidas se han localizado en otras culturas. La deformación del cuerpo, y
los alargamientos de algunas zonas anatómicas han sido, y son aún,
consideradas estéticas en muchos pueblos de Africa, Asia o América;
alargamiento de los lóbulos de las orejas, alargamiento del cuello, etc.
Llegados a
este
punto
es inevitable
hacerse
una
pregunta;
¿las
deformaciones creneanas egipcias obedecían exclusivamente a fines
estéticos o trataban de identificar al Faraón y a su familia con los dioses
cabezones llegados de las estrellas?.
Desde esa hipótesis "ritual" de la operación de alargamiento del cráneo,
podría afrontarse desde otras perspectivas el conocimiento técnico y
anatómico de los cirujanos egipcios. Exactamente igual que en la más
famosa de sus actividades quirúrgicas: la momificación.
La momificación del cuerpo del Faraón, y de los animales que le
acompañarían a la otra vida, era una compleja operación en la que eran
amputados órganos; rellenado el cuerpo, invertidas horas de trabajo y
costosas joyas, en un ritual puramente esotérico. Una intervención quirúrgica
muy sofisticada que, obviamente, no tenía por objeto la sanacíon del cuerpo
físico, sino la preparación para la Vida Eterna…
Mientras escribo estas líneas tengo ante mi el calco que hice en Komombo,
con el instrumental quirúrgico de los cirujanos, y no puedo dejar de
preguntarme: ¿tan asombrosas y artísticas operaciones eran ejecutadas con
tan primitivas herramientas? Y si es así, ¿quien inspiró esa cirugía de alta
precisión en el antiguo Egipto?.
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