1º de Mayo: ¡unitario y combativo! Hace años que los trabajadores sufrimos el desmantelamiento neoliberal de los derechos que habíamos conquistado con lucha y sacrificios. Ahora, con la crisis económica, los capitalistas y sus gobiernos agravan aún más nuestras condiciones de vida y de trabajo. ¡Hay que impedírselo! ¡Hay que constituir una fuerza que se oponga a ello, que exija responsabilidades a los ricos y que construya la alternativa socialista a la catástrofe capitalista! Y esta fuerza sólo puede ser la clase obrera unida y organizada. Los dirigentes sindicales temen que nuestra protesta beneficie a la derecha más agresiva, pero ésta sólo será alternativa de gobierno precisamente si no nos movilizamos los trabajadores. Debemos unirnos para reclamar la preparación de la Huelga General. No debemos seguir dividiendo nuestras fuerzas en manifestaciones confrontadas que reflejan la debilidad actual del movimiento obrero y que, además, producen un efecto muy negativo sobre la mayoría de la clase obrera que no alcanza a entender los motivos de tal dispersión, contribuyendo a su desmovilización. Allá donde la unidad de los comunistas en un solo Partido marxista-leninista está más avanzada, el movimiento sindical se cohesiona y consigue importantes avances, como en Grecia y Portugal. Nuestro grito de guerra sigue siendo: "¡Proletarios de todos los países, uníos!" España volverá a ser republicana Hace 78 años, el pueblo español conquistaba la II República y cuestionaba así el monopolio de poder de los terratenientes, los banqueros, los curas y demás oligarcas, representado por la Corona. Estas clases privilegiadas no tardarían en ahogar en sangre aquel ejercicio de soberanía del pueblo, para imponernos una tiranía fascista que duró 40 años y que permitió la restauración monárquica, sancionada por la vigente Constitución de 1978. Este régimen demuestra a cada paso su naturaleza oligárquica y su total falta de democracia para la mayoría trabajadora: los derechos sociales se quedan en agua de borrajas, mientras sólo quedan en pie dos partidos políticos que únicamente se preocupan de enriquecer a sus propios dirigentes y a los grandes capitalistas a los que sirven. Frente al "consenso" monárquico al que se sumó el revisionismo eurocomunista, los marxistas-leninistas hemos mantenido en alto la bandera tricolor de la República española y hemos contribuido decisivamente a que la reivindicación republicana vuelva a la calle. Pero, a pesar de ser la única capaz de satisfacer las ansias de democracia del pueblo, todavía no hemos conseguido que prenda en la conciencia de las masas, precisamente porque los comunistas nos mostramos divididos. Partiendo de la unidad de acción sobre la base de lo que compartimos, debemos abrir un amplio y profundo debate para alcanzar acuerdos en la estrategia y la táctica que permitan al movimiento republicano alzarse como la respuesta política a la crisis económica actual y convertirse en un organismo de amplias masas. La unidad de los comunistas levantará al pueblo a luchar por la III República democrática y abrirá el camino a la revolución socialista. EDITORIAL Unir a los comunistas es lo prioritario Ningún comunista puede estar en contra de un Partido Comunista unificado sobre la base del marxismo-leninismo. Sin embargo, ¿es posible conseguirlo a pesar de la dispersión y de las divergencias actuales? En realidad, no sabemos hasta qué punto esas divergencias se pueden superar, porque casi no dialogamos sobre ellas. Hablando se entiende la gente: 1º) es más lo que nos une que lo que nos separa; 2º) podemos resolver nuestras discrepancias mediante el debate racional, si lo hacemos con respeto mutuo, con predisposición a la autocrítica y con ánimo unitario. Además, la ofensiva capitalista agravada por la actual crisis económica exige de nosotros que levantemos el único y gran Partido Comunista que los trabajadores necesitan para luchar con éxito por sus derechos y por su dignidad. La razón de ser de este Boletín es que los marxistas-leninistas tomemos conciencia de la prioridad absoluta de unir a los comunistas, como condición indispensable para alcanzar la unidad obrera y popular que permita acabar con el capitalismo mediante la Revolución Socialista. Ninguna organización marxista-leninista actual (PCPE, PCE(m-l), UP, PCE o al menos sus sectores más avanzados, etc.) es el Partido Comunista, ni podrá reconstituirlo en solitario y en competencia con las demás. ¡Todos los comunistas debemos levantar la bandera de la unidad! ¡Hacia el Congreso de Unidad de los Marxistas-Leninistas! ¡Si ya compartimos análisis…! Las organizaciones comunistas de España, aunque a veces no lo creamos, tenemos ya muchas cosas en común. Es muy significativo que compartamos los análisis, en lo fundamental, sobre la situación política mundial y española. Y no es de extrañar, pues demuestra un punto de partida común (el marxismo-leninismo) y una necesidad de futuro común (el Partido Comunista). Estamos en consonancia en análisis políticos de hechos de actualidad tan importantes como: el carácter rapaz, reaccionario y opresor del imperialismo hacia el proletariado y los pueblos; la denuncia de los organismos internacionales imperialistas como la OTAN, el FMI, el Banco Mundial, etc.; el especial peligro para el mundo que supone el imperialismo norteamericano; el carácter imperialista de las agresiones militares en Irak, Yugoslavia, Afganistán, Líbano, Palestina, etc.; el rechazo a la construcción de la Unión Europea, que está hecha a la medida de la oligarquía financiera y en contra de los intereses de la clase obrera y de las capas populares; la exigencia de que España se desvincule de estas instituciones agresivas y practique una política de paz y solidaridad antiimperialista; la reivindicación de la III República frente al régimen político monárquico actual en España, heredero del franquismo y garante de los intereses de la oligarquía financiera, que ataca sin tregua los derechos económicos, sociales y políticos de los trabajadores; la necesidad de acabar con la hostilidad nacional mediante el derecho de autodeterminación y el internacionalismo proletario; el aumento de la represión en contra de cualquier tipo de movimiento de respuesta; la política de inmigrantes que procura mano de obra barata sin derecho alguno; las razones de la crisis actual y las pretensiones capitalistas y de sus representantes políticos de que la paguen los trabajadores y no quienes la produjeron; la lucha contra el oportunismo y el revisionismo en el movimiento obrero, como políticas que ayudan a la burguesía a ejercer su dictadura contra el proletariado; la defensa de la contribución histórica del movimiento comunista internacional al progreso social, etc. ¡Si ya compartimos análisis, e incluso nos unimos para movilizar a las masas, a qué esperamos para que lo común se convierta en fuerza organizada y cohesionada, en un único Partido revolucionario! "La unidad es necesaria para la clase obrera. La unidad sólo puede realizarse mediante una organización única, cuyos acuerdos cumplan concienzuda y voluntariamente todos los obreros conscientes. Discutir el problema, expresar y oír opiniones distintas, conocer el criterio de la mayoría de los marxistas organizados, estampar este criterio en una resolución y cumplir honestamente esa resolución es lo que se llama unidad en todas las partes del mundo y por toda la gente sensata. Y esta unidad es infinitamente valiosa e importante para la clase obrera". (A propósito de la unidad, Lenin). El efecto multiplicador La unidad de los comunistas en España nos permitirá alcanzar una cantidad importante de militantes en una sola organización, lo que posibilitará el desarrollo de las propuestas comunistas entre la clase obrera y el pueblo trabajador, en todos los territorios y en todos los frentes parciales de lucha. Lograremos así un efecto multiplicador, tanto en la acción de masas, como en la propaganda y en la labor de organización de nuestra clase. En un solo Partido Comunista, se unirán cuadros que hoy pertenecen a diversos destacamentos marxistas-leninistas, a diferentes sindicatos, a sectores distintos de la clase obrera, al movimiento republicano, al movimiento antifascista, al movimiento estudiantil, etc., y todos ellos, colaborando en una acción coordinada y más racional, bajo una única dirección, unas únicas propuestas y una única bandera. La unidad de los comunistas también tendrá un efecto multiplicador de calidad. La unidad de las experiencias de las diversas organizaciones, de su crítica y autocrítica, de sus elaboraciones teórico-políticas, de sus programas, de su propaganda y de su trabajo de masas, multiplicará la calidad del Partido Comunista unificado. El impacto de la unidad y su desarrollo posterior recuperarán para el comunismo a muchos trabajadores desmoralizados por las derrotas, hará decidirse por la lucha comunista partidaria a muchos que aún dudan debido a la fuerte división actual de los comunistas y multiplicará en las masas la ilusión y el optimismo, quebrados por tantos años de retrocesos y traiciones. En fin, el efecto multiplicador de la unidad agrandará el prestigio y la fuerza de los comunistas, aunque tendremos que seguir ganándonos esa confianza en el día a día. ¡Ahora, sí es posible! Los comunistas estuvimos unidos, mientras la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo gobernó nuestras organizaciones. Así es como un tercio de la humanidad consiguió liberarse de las garras del capitalismo, en la Unión Soviética y en los países del campo socialista. Conseguimos tal equilibrio de fuerzas con los imperialistas que se vieron obligados a mejorar la situación de las masas en los países capitalistas. Estas concesiones que ellos llaman pomposamente "Estado de derecho" y "Estado del bienestar" las están revocando precisamente porque los comunistas nos hemos dividido y debilitado. En los pasados años cincuenta, tras los progresos alcanzados bajo la dirección de Lenin y de Stalin, el PCUS y la mayoría de los partidos comunistas adoptaron posiciones revisionistas de derecha y de "izquierda", reformistas y dogmáticas, que los dividieron y enfrentaron entre sí. Hoy en día, después de la derrota del socialismo en Europa y de su retroceso en otros países, ha quedado demostrado que ninguna de las corrientes prosovietismo, maoísmo, hoxhismo, cubanismo,…- tenía toda la razón. Hoy en día es posible lo que resultó imposible entre 1960 y 1990: una síntesis de las aportaciones válidas de todas las corrientes marxistas-leninistas que recupere la base de unidad histórica -el bolchevismo- y que la enriquezca con las lecciones positivas y negativas de las experiencias revolucionarias posteriores. Fueran cuales fueran los orígenes de las actuales organizaciones marxistas-leninistas, hoy en día es posible reunificarlas en un gran Partido Comunista de España. El proceso de unificación debe continuar Desde que el revisionismo socialdemocratizante encabezado por Carrillo se adueñó del PCE, se multiplicaron las expulsiones y escisiones, las cuales cristalizaron en múltiples destacamentos organizados de comunistas. Desde entonces, surgieron la necesidad y también las tentativas de unificarlos sobre la base de la teoría científica del marxismo-leninismo. Todas las organizaciones comunistas actuales son resultados parciales de este proceso: el Partido Comunista de los Pueblos de España fue fundado por el Congreso de Unidad de 1984, y más tarde, se le unió una parte del Partido Comunista Obrero Español; el Partido Comunista de España (marxista-leninista) se reconstruyó en 2006, fruto la confluencia de diversas organizaciones que se habían agrupado en el Comité Estatal de Organizaciones Comunistas; el propio PCE, tras el regreso de los carrillistas a las filas de la socialdemocracia, incorporó a un sector del PCOE y a algunos sectores del PCPE; etc. En los últimos años, las organizaciones comunistas han tenido conversaciones, han coincidido en reuniones internacionales y han convergido en la acción de masas (desde el sindicalismo hasta las múltiples expresiones del movimiento popular democrático). Se han celebrado dos Encuentros Estatales Marxistas-Leninistas, con participación de PCPE, PCE (m-l), UP y otros, para debatir sobre la república, el sindicato, el Partido... Incluso las dos últimas organizaciones han expresado públicamente sus coincidencias y la voluntad de unificarse. El proceso de unidad comunista está en marcha. ¡Continuémoslo hasta su culminación! www.unionproletaria.net [email protected] Apdo. Correos 51.498 - 28080 Madrid Las discrepancias no impiden la unidad Las organizaciones comunistas actuales tenemos algunas opiniones diferentes. Eso no es un obstáculo insalvable para la unidad si adoptamos ante ellas una actitud positiva: esas diferencias son una oportunidad para desarrollar la política y la organización unitarias de los comunistas. Así lo hicieron los comunistas que nos precedieron. Marx y Engels se sumaron a la Liga de los Comunistas cuando ésta se basaba en un socialismo falso, utópico. Más tarde, aceptaron rebajar el programa del Manifiesto Comunista con tal de unir a las diversas organizaciones obreras en la AIT (1ª Internacional): "Marx, al escribir este programa de manera que pudiese satisfacer a todos estos partidos, confiaba enteramente en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción combinada y de la discusión mutua"(1). Lenin también se sumó a la organización que encabezaba Plejánov, el que sería líder del menchevismo: "Con los mencheviques hemos estado formalmente durante varios años, desde 1903 a 1912, en un partido socialdemócrata único, sin interrumpir jamás la lucha ideológica y política contra ellos como portadores de la influencia burguesa en el seno del proletariado y como oportunistas"(2). En España, el PCE, el PSUC y la JSU también resultaron de la unidad de diversas organizaciones. Todos tenemos que aprender de los demás, de sus aciertos y de sus errores: sólo así podremos influir en la clase obrera y construir su partido revolucionario. (1) Prefacio de F. Engels a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto del Partido Comunista. (2) Lenin, La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo. Hacia el Partido Comunista unificado Las actuales organizaciones marxistas-leninistas debemos ponernos manos a la obra y desarrollar nuestras relaciones recíprocas con vistas a poder convocar cuanto antes un Congreso de Unificación de los Comunistas. Podemos elaborar una línea y un programa político que recoja todo lo que hoy son nuestras posiciones comunes y que señale también nuestras divergencias. En cuanto a éstas, se pueden distinguir las que, por razones prácticas y de urgencia, debe resolver ya el mencionado Congreso por una mayoría de sus delegados. Las demás divergencias pueden quedar para estudio, debate y solución a más largo plazo. El Partido Comunista unificado, que ya hoy es posible construir, agrupará a todos los marxistas-leninistas que convengan en la aplicación del centralismo democrático: es decir, que discutan las discrepancias, resolviéndolas provisionalmente con la adopción del criterio de la mayoría; que ejecuten, de manera disciplinada, las decisiones; y que reconsideren periódicamente la política aprobada, a la luz de sus resultados prácticos, en siguientes congresos y conferencias. El Programa político que nos une En el próximo número de este Boletín, demostraremos que ya existe una línea política y un programa que son comunes a todos los marxistas-leninistas en la mayoría de sus aspectos. No ocultaremos las diferencias, pero constataremos que no son tan graves como para impedir que dé sus primeros pasos un Partido Comunista unificado. Con la autoridad e influencia que este acontecimiento producirá en el movimiento obrero, una vez iniciado el camino de la fusión del marxismo-leninismo con las masas trabajadoras, nada ni nadie podrá parar la revolución en marcha. "La tarea fundamental del Partido Comunista, desde el punto de vista del movimiento internacional proletario es el agrupamiento de todas las fuerzas comunistas dispersas dispersas, la formación en cada país de un Partido Comunista único (…) a fin de activar el trabajo de preparación del proletariado para la conquista del poder bajo la forma de dictadura del proletariado." (Las tareas fundamentales de la Internacional Comunista, 2º Congreso de la I.C., 1920).