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Por unos Servicios Públicos de verdad
¡No más rapiña capitalista!
El neoliberalismo a ultranza que practica el gobierno del Partido Popular en la
Comunidad de Madrid está conduciendo a la privatización en masa de los servicios
públicos. Esto supone, de hecho, la destrucción de los servicios públicos: dejan de estar
en manos del pueblo, controlados por éste directamente o, al menos, a través de sus
representantes elegidos; su calidad se subordina a la maximización de beneficios de las
empresas que los prestan; empeoran las condiciones salariales, contractuales y laborales
de quienes trabajan en las mismas; y, teniendo presente las directivas de la Unión
Europea de austeridad presupuestaria y reducción de gastos sociales, lo que eran
servicios para todo el público se van cobrando en proporción creciente a los usuarios y
acabarán excluyendo a quienes no los puedan pagar, como en los Estados Unidos.
Esta política responde a los intereses de los capitalistas y, de forma indirecta o a
la larga, exclusivamente a los grandes, a la oligarquía financiera monopolista. Pretenden
que las gigantescas sumas de dinero que recauda el Estado en concepto de impuestos y
cotizaciones sociales (y que, en su parte muy mayoritaria, pagamos los asalariados, a
pesar de sólo disponer de la mitad de la renta nacional) pasen por sus garras antes de
volver a nosotros como servicios públicos. Pretenden que ese dinero se convierta en
capital para así convertir una buena parte del mismo en ganancias para ellos y en
empobrecimiento para nosotros.
Claro que enmascaran estos propósitos con argumentos falaces, con los que van
condicionando a la opinión pública, y que tenemos que combatir ideológica, política y
prácticamente si no queremos retroceder hasta la miseria que padecieron las primeras
generaciones de proletarios. Según aquéllos, toda empresa pública está condenada, por
el mero hecho de serlo, a la burocracia, a la ineficacia, al despilfarro, etc. (resultado, por
cierto, al que se llega a veces, gracias al sabotaje de los políticos comprometidos con las
medidas neoliberales). Y entonces, llegan ellos para salvarnos con sus “criterios
empresariales”, léase, criterios de explotación, especulación y rapiña. Ellos, que presumen
de demócratas en el campo de la alta política, resulta que no creen en la democracia
cuando se trata de economía: aquí, la salvación estaría en el mercado, en la competencia,
en el negocio, en la fuerza del egoísmo.
En realidad, la solución empieza con la lucha por mejorar las condiciones de vida
de la mayoría trabajadora a costa de los escandalosos beneficios de las grandes
empresas; y con el control obrero y popular, con la democracia que los burgueses han
vaciado de todo su contenido verdadero hasta expulsar de ella a la masa del pueblo. Ésta
se siente defraudada por el actual mecanismo representativo viciado –la monarquía
parlamentaria-, heredada de oligarquía franquista. Es representativa, sí, pero de los más
ricos que, durante 40 años, aplastaron a sangre y fuego las ansias de paz, libertad,
democracia y justicia social del proletariado y otras clases populares.
Practicada de una manera más o menos extrema por el PP y el PSOE,
la estrategia neoliberal de los capitalistas responde a los siguientes motivos: 1) la
oligarquía financiera ha concentrado ya una cantidad tan enorme de capital que
puede adueñarse de las grandes empresas públicas; 2) el ansia de ganancias y
la inexorable caída de la proporción de éstas con relación a la masa de capital
invertido les obliga a codiciar las prestaciones sociales para convertirlas en
plusvalía capitalista; 3) se lo permite la correlación de fuerzas de clase
resultante de la derrota internacional sufrida por el proletariado a raíz de la
contrarrevolución en la URSS y otros países socialistas, y también de la
usurpación oportunista en una parte considerable del movimiento obrero y
comunista mundial. Es el caso concreto de los máximos dirigentes de Izquierda
Unida, UGT y CC.OO. que no se atreven a una lucha de clase consecuente
contra la burguesía imperialista y su neoliberalismo –incluida una huelga
general sostenida, por un giro social y democrático-, porque están
comprometidos con ella a cambio de cómodas prebendas políticas y
económicas.
Pero la polvareda que levantó la caída del Muro de Berlín se está
disipando y todos vemos de manera más clara a quién sirven unos y otros, ahora
que aumenta salvajemente el grado de explotación de la clase obrera, sobre
todo de sus sectores más indefensos (parados, mujeres, jóvenes, inmigrantes,
...), las guerras imperialistas se acumulan y asoman las tendencias fascistas. Por
eso, en todo el mundo crece la resistencia obrera y popular, se abren camino
procesos revolucionarios de masas como el de Venezuela o el de Nepal, y se
recupera el movimiento comunista, también en España. Y lo hace volviendo a los
principios del marxismo-leninismo, gracias a los cuales, durante medio siglo,
demostró que la clase obrera puede empezar a construir un mundo nuevo que
no se base en la explotación del hombre por el hombre. Indudablemente, podrá
conseguir definitivamente que el mundo cambie de base si, entretanto, persevera
en la lucha contra todos los “depredadores” sociales, externos e internos, que
pretenden restaurar la “ley de la selva”.
¡Resistencia frente al neoliberalismo!
¡Resistencia frente a la reacción y el fascismo!
¡Por la república democrática y el socialismo!
¡Viva la lucha de la clase obrera
por la reconstitución bolchevique de su Partido Comunista!
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Apdo. de Correos: 51498
28080 Madrid
Madrid, 22 de marzo de 2007
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