Voy a empezar, con el permiso de ustedes, a presentarme, al estilo

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Seglares maristas — ayudando en la reflexión — estamentos eclesiales
SOBRE LOS SEGLARES MARISTAS
Hno. Aureliano Brambila
Voy a empezar, con tu permiso, a presentarme, al estilo paulino (esto es, con una osada humildad), en mi caminar de religioso marista en relación con los seglares maristas. Y esto te lo diré
para que puedas apreciar, con hechos, mi aprecio hacia el mundo seglar marista.
Juzgo que mi relación con ellos es más bien frecuente y de calidad:
 Yo, el H. Aureliano Brambila de la Mora, por la bondad infinita de Dios profeso marista
desde 1952,
 Fui de la comisión internacional del Movimiento Champagnat de la Familia Marista, con
el H.Basilio,
 Contribuí con la asesoría para la elaboración del documento “Misión compartida marista”
que se me solicitó,
 He dado muchos cursos a seglares maristas, en varios lugares, acerca de nuestra misión
y
nuestra
espiritualidad:
fraternidades,
maestros,
padres
de
familia.
http://www.geocities.com/eamcepam/,
 He dado servicio de asesoría y animación a fraternidades maristas, a niveles locales y a
niveles nacionales,
 He escrito artículos en relación al tema, en diversos foros.
 http://www.geocities.com/athens/oracle/3630/ARTICUL3.HTML,
 Participé en el Capítulo General XIX, que contó con observadores seglares. Me tocó estar
en organismos de enlace por mi conexión con las fraternidades,
 En 1974 lancé y participé en los cursos de “maristización” de nuestros seglares que se
vienen dando hasta la fecha, prácticamente con el esquema que actualmente utiliza Celmar. http://www.geocities.com/yeyocepam/informes.html,
 Me tocó acuñar y difundir desde 1974 la expresión “apóstol seglar marista” para designar
a nuestros maestros seglares identificados con lo marista,
 Impulsé fuertemente la participación seglar en la dirigencia de nuestras obras escolares
maristas.
Como ves, sí puedo asegurar que considero poseer una estima más que regular por nuestros
seglares maristas.
Ahora bien, en la coyuntura de nuestro Capítulo Provincial (en su segundo período de sesiones
—17 y 18 de julio de 2004— muchas cosas se oyeron en la Asamblea capitular y en los pasillos
sobre el tema de la participación de nuestros seglares maristas, para hoy y en un futuro. A partir
de ahí, he estado pensando sobre este hermoso tema. Te comunico, con toda sencillez, el fruto
de mis reflexiones, tal y como se van dando. Todo esto requerirá seguramente de mayor investigación y precisión.
La pregunta fontal sería:
¿Participan los seglares maristas en el carisma marista (de los Hermanitos de María)?
Mi respuesta es que en parte sí y en parte no. Me explico
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El carisma (desde el punto de la teología de la vida religiosa, que no simplemente cultura ambiental) es un don de Dios (gracia) que enriquece a la Iglesia y a la humanidad. Viene dado por el
Espíritu Santo, normalmente a través de una persona concreta (Fundador), quien lo hereda
(transmite) vivencialmente a sus discípulos. Toca a estos, vivirlo, conservarlo, estudiarlo y desarrollarlo.
Nuestro carisma marista comporta:
 una forma precisa de vida (seguimiento de Cristo como religiosos laicales),
 un espíritu característico (humildad, sencillez, modestia, familia,…),
 una espiritualidad peculiar (mariana y apostólica)
 y una misión (la educación cristiana de la juventud bajo todas sus formas).
Pues bien, a mi juicio:
Desde el punto de vista estructural, que no de intensidad o perfección, el profeso religioso marista participa del carisma de manera plena, en virtud de sus votos, de espíritu, de su espiritualidad y de su misión.
Y nuestros seglares maristas participan del carisma de manera parcial, esto es, comparten, y
posiblemente en plenitud en no pocos casos: el espíritu, la espiritualidad y la misión marista.
Cuando un novicio me decía, estando yo encargado del noviciado, que le gustaba mucho nuestra
misión, nuestra espiritualidad, nuestro espíritu, pero que no se sentía llamado a vivir su existencia humana en el celibato que comporta el voto de castidad, renunciado con ello a la paternidad
humana, pues yo le indicaba que podía vivir todas aquellas tres cosas sin tener que ser religioso
marista, esto es, no tenía por qué profesar. Ante esa repugnancia era evidente que Dios no le
había regalado el carisma marista en su plenitud, que implica el don del celibato. Y tranquilamente se retiraba del noviciado.
Más tarde, andando el tiempo, me lo he encontrado en uno de los colegios maristas de nuestro
México. Es alguien plenamente identificado con la misión educadora, la espiritualidad apostólica
y el espíritu maristas. Y, además, es un magnífico esposo y cariñoso padre de familia. Otra evidencia: su forma de vida, por vocación, era el matrimonio. Es todo un seglar marista, comprometido por el Reino, desde la espiritualidad, misión y espíritu maristas.
¿No pasará esto mismo, o semejante, con nuestros mejores seglares maristas?
Para que alguien pueda vivir estructuralmente en forma plena, el carisma marista (de los hermanitos de María) pasa por muchas etapas de discernimiento y probación (postulantado, noviciado, profesiones temporales) hasta culminar (jurídicamente) con la profesión perpetua. El carisma en su forma plena exige una determinada forma de vida, configurada existencialmente con
Cristo pobre, casto y obediente. El equivocarse compromete muchas cosas serias del propio individuo, del Instituto y de la Iglesia…
A la luz de todo lo anterior, se comprende porqué sólo son elegibles como capitulares (a nivel
general y a nivel provincial) los profesos del Instituto. Son los detentores del carisma marista en
su forma plena (repito, estructuralmente).
“Superiores o no, todos [se está hablando de los Hermanos profesos, en sus obligaciones relativas a su voto de obediencia] somos depositarios del carisma del Fundador. Por ello debemos
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ejercer la mediación de manera recíproca, según los dones recibidos y la función de cada uno”.
(Constituciones 40)
Los Estamentos Eclesiales
H. Aureliano Brambila
¿Cómo puedo vivir mi vida cristiana, estructuralmente hablando?
Indiscutiblemente que toda vida cristiana se origina en Cristo. El es el enviado del Padre. Se encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno de María. Vivió entre nosotros, padeció y murió para
redimirnos, y fue resucitado por la fuerza de Dios.
Así como él fue enviado por el Padre, él envía a su vez a los Apóstoles. Dejó en manos de éstos
la santificación, la enseñanza y el gobierno del pueblo adquirido con el precio de su sangre. De
ahí que Pedro y los Apóstoles hayan ido determinando cómo administrar los sacramentos, esos
medios sensibles portadores de la gracia que les entregó Jesucristo.
Sus sucesores, el Papa y los Obispos (tomados colegiadamente), van capacitando a ayudantes,
mediante la imposición de manos, para que colaboren en las funciones ministeriales. Y prosiguen, además, el delicado e imprescindible trabajo de la adecuación entre la oferta salvífica y la
legítima demanda del Pueblo de Dios, y esto para cada momento histórico, en el continuo devenir.
Así pues el primer eje de división al interior de la Iglesia (pueblo de Dios) se da en función del
ministerio. En un esquema, de inspiración matemática, correspondería al eje de las Y’s. En la
parte superior se encontraría el clero (Papa, Obispos, Presbíteros, Diáconos), y en la parte inferior, el laicado. Su reflejo en la liturgia quedaría en las anáforas eucarísticas cuando dicen: “te
pedimos por el Papa, el Obispo, los Sacerdotes, los diáconos” y, a continuación, “y por todo tu
pueblo santo”.
El segundo eje de división en la Iglesia se hace en función de la forma-de-vida. En un esquema,
de inspiración matemática también, estaría representada por el eje de las X’s. En la parte izquierda estaría la vida consagrada mediante profesión votal de los consejos evangélicos (vida religiosa) y en la parte derecha por la secularidad, o sea, la vida en el siglo (sœculum).
Si ahora empezamos a establecer las coordenadas engendradas por el entrecruce de abscisas y
ordenadas, vemos que se originan los cuadrantes trigonométricos. Son cuatro en número. Ayudados con ello podemos ir viendo lo que da la combinación entre forma-de-vida y ministerio-enla-Iglesia.
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clero
Religioso
religioso
II
I
III
Secular
IV
secular
laicado
Primer cuadrante: Forma-de-vida: secular. Función eclesial: ministerio jerárquico (ordenado).
Aquí se encuentran localizados todos aquellos que forman el clero secular, incluidos los diáconos
permanentes (casados o solteros). Su ministerio es gobernar, santificar, enseñar en la Iglesia. Su
forma de vida es claramente secular: No hacen votos de pobreza ni de obediencia (estrictamente
hablando), no están obligados a la vida de comunidad. Pueden tener sus propiedades, terrenos y
coches. Pueden vivir con su madre, con sus hermanas, con alguno otro pariente. Tienen una
promesa de obediencia a su superior eclesiástico correspondiente. En el rito latino, hoy por hoy,
les obliga la ley eclesiástica del celibato estatuida con el andar de los siglos1.
Segundo cuadrante: Forma-de-vida: religiosa (esto es, votal). Función eclesial: ministerio jerárquico (ordenado). Aquí se encuentran localizados todos aquellos que integran el clero regular:
PP Franciscanos, Jesuitas, Salesianos, Maristas…. Los Institutos religiosos a que pertenecen se
denominan Congregaciones Clericales. Es cierto que en algunos de estos Institutos se hallan
también miembros con una función diversa a la del ministerio sacerdotal. Se les llama Hermanos
1
Proceso iniciado a nivel regional (España) en 303 (Elvira), y luego extendido a otros niveles con la Reforma de Cluny (909) y culminado a nivel universal (latino)
en 1139 con el II Concilio de Letrán ( 10° ecuménico). Éste declara “inválidos, y no sólo ilícitos como hasta ahí, los matrimonios de clérigos, a partir del subdiaconado” (Cf. Roland Fröhlich, HISTOIRE DE L’ÉGLISE, Desclée, Paris, pp. 35,64,85,94,101)
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Coadjutores, o legos. No pueden nunca acceder a los puestos de mando propios de los superiores mayores de dichas instituciones.
Tercer cuadrante: Forma-de-vida: religiosa (esto es, votal). Función eclesial: tareas o ministerios
laicales (educación, sanidad, ...) Aquí se encuentran localizados todos aquellos que forman las
Congregaciones Laicales: Esta formado por todas la religiosas (hoy por hoy) y por los Hermanos:
lasallistas, maristas,.
Cuarto cuadrante: Forma-de-vida: secular. Función eclesial: tareas o ministerios laicales (educación, sanidad, ...). Aquí se encuentran localizados todos aquellos que llamamos Seglares. Numéricamente son los más abundantes en la Iglesia. Su imprescindible misión es la de vivir dentro
del matrimonio la procreación y la educación de los niños. Son los encargados de hacer marchar
la economía, la política, el comercio. Nuestro mundo no prosperaría sin ellos. Hay seglares que
viven su secularidad desde la soltería transitoria o permanente.
¿Similitudes y diferencias entre los cuadrantes?
En primer lugar si consideramos el cuadrante 1 y el 2, vemos igualdad en la función al interior de
la Iglesia, pero diferencia en la forma-de-vida. Ambos son sacerdotes, pero los unos son seculares, y los otros son religiosos. Entre el 2 y el 3 hay semejanza en la forma-de-vida (consagrada
con votos y vida comunitaria), pero diferencia en la función. Los del 3 realizan función laical, los
del 2, clerical. Los del 2 y el 3 tienen la opción celibataria (hombres) o virginal (mujeres) como algo esencial. En cambio, los del cuadrante 1 su opción celibataria es obligatoria por ley eclesiástica pero no es esencial a su función ministerial. A este último cuadrante, en el rito latino, así como
se le impuso el celibato, se le puede quitar y todo ello por el mismo legislador: el Sumo Pontífice
con el Colegio Episcopal. Y esto sin afectar en lo más mínimo la validez de su acción ministerial
sacramentaria, magisterial y rectora en la Iglesia.
Entre el cuadrante 3 y el 4, hay algo en común: ambos pertenecen al laicado en cuanto a su función en el interior de la Iglesia. Pero son diferentes en cuanto a la forma-de-vida. Así pues puede
haber hombres y mujeres con idéntica misión (educación, sanidad,….) y con diferente forma-devida. Los unos serán seglares y los otros religiosos.
¿Cuál es el mejor estamento para vivir la vida cristiana?
Yo diría que es aquél al que me ha destinado Dios. Esto es, aquí entra de lleno el asunto de la
vocación. Meterme a un estamento por criterios meramente humanos: prestigio, promoción,….
sería equivocarse totalmente.
Los estamentos son complementarios. Su origen es la acción del Espíritu Santo en la Iglesia.
Todos ellos son diversidades estructurales válidas de un solo cristianismo, todos ellos son caminos de santidad, pues ésta depende del grado de amor a Dios con que se vive la propia vocación. En la vida, pues, se trata de encontrar su estamento y crecer en él sin medida.
Es pues equivocado fijarse en la importancia del trabajo a realizar como discriminante del tipo de
vocación a que llama el Señor, el dueño de la mies. “Pastorales vocacionales” que pretendieran
captar adeptos mediante oferta de dignidades, privilegios, status, estarían groseramente equivocadas. Además serían tramposas pues estarían usurpando “en nombre de Dios” la prerrogativa
divina que tiene la exclusiva de llamar a los que quiere a cada estamento.
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¿Algunos riesgos peculiares a cada estamento?
Cada cuadrante ofrece, además de grandes oportunidades de crecimiento personal, ciertos riesgos típicos. Así por ejemplo, los del cuadrante 1 se podrían sentir propensos a juzgar a los demás estamentos por lo que hacen, exclusivamente. Esto indicaría que han identificado su propia
función ministerial con su forma-de-vida. Además, en ese caso tendrían que evitar inspirarse en
su forma-de-vida del estilo monástico que tendería a desubicarlos. Los del cuadrante 2, podrían
caer en la tentación de sobrevalorar su acción sacerdotal en detrimento de su forma-de-vida religiosa consagrada. Celebrarían sus bodas de ordenación sacerdotal con pompa y circunstancia,
no así sus bodas de profesión religiosa. Los del cuadrante 3, al compartir misión, espiritualidad y
espíritu con numerosos grupos de seglares, podrían sentirse inclinados a vivir con poca especificidad el tipo de vida votal que les caracteriza. Esto haría que se empobreciera el cuadrante 4
pues lo que enriquece a los demás no es nuestra semejanza sino nuestra diferencia. Por último,
los del cuadrante 4 podrían sentirse sin iniciativa propia, queriendo depender totalmente de los
otros estamentos. Esto retrasaría o nulificaría su misión propia, en cuanto forma-de-vida y función eclesial. Se convertirían en aproximaciones del clero o en aprendices conventuales. Dos cosas que les estorbarían en la adquisición de una personalidad fuerte y fecunda en la Iglesia. Y
para el mundo.
¿Cómo vivir, pues, las funciones iguales con formas-de-vida diversas? Pues teniendo dinámicas
iguales en la función eclesial y respetando la índole diversa en la forma-de-vida. Sería el caso de
decir que quien no distingue, confunde.
¿Repercusiones en el discernimiento vocacional?
Es un hecho fácilmente constatable que, por desgracia, en la Iglesia hay no poca gente mal ubicada en uno u otro estamento, y esto por razones muy complejas. El discernimiento vocacional
involucrado en ciertas “pastorales vocacionales” podría no ser ajeno a la génesis de semejante
situación. Pero en la base, el riesgo de tal desajuste es la no clara asunción de los roles y formas-de-vida al interior de la Iglesia y luego, como corolario, la tendencia mal disimulada a una
supremacía equivocada y al esfuerzo solapado de una nivelación de cuadrantes, borrando las diferencias en la forma-de-vida, alegando la igualdad en la función. Todo ello empobrece a la Iglesia pues aniquila la obra maravillosamente diversificadora del Espíritu Santo en una sinfonía no
menos maravillosa de una unidad bellamente armoniosa.
La tan mal comprendida virtud de la modestia, esa inteligente discreción que nos hace asumir
con humildad y sencillez, —y sobre todo, con gran alegría— (al más puro estilo mariano) el querer de Dios concreto sobre cada uno de nosotros, podría ser de vitales consecuencias en una
eficaz pastoral vocacional. Creo que ese es el sentido genuino del artículo 93 de nuestras Constituciones vigentes:
“Sensibles a la vocación universal a la santidad, ayudamos a los jóvenes a desarrollar la gracia
de su bautismo, comprometiéndose más radicalmente por el Reino, en la vida seglar, consagrada o sacerdotal. Los invitamos a prestar atención a las necesidades de los hombres, a abrir el
corazón a la voluntad del Padre y a crecer en la actitud mariana de disponibilidad.”
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