Artes visuales El estilo manga: El manga japonés se toma la escena del arte Javier Rojahelis Más allá del cómic y de las cintas y series de animación, los dibujos japoneses también han entrado al circuito del arte.El principal responsable de ello es Takashi Murakami, el llamado Andy Warhol japonés, que no reniega del merchandising y no teme vender su arte a marcas como Issey Miyake y Louis Vuitton. Los monitos japoneses, esos de grandes ojos y de particular e inconfundible estética (es cosa de ver series como "Pokemon", "Jet Marte" o la mítica "Candy"), no sólo se han apoderado del género del cómic y de las animaciones; ahora también se están convirtiendo en íconos dentro del mundo del arte. Y todo gracias a un artista nipón: Takashi Murakami. Lo llaman el Andy Warhol japonés. Una asociación con el gurú del pop art que, por cierto, no resulta para nada gratuita (y a la que habría que sumar otros referentes como Lichtenstein). Murakami (1962) comprendió tempranamente que el tema del arte tenía que ver con el éxito comercial y que éste pasaba necesariamente por utilizar íconos culturales. Fue así que su obra comenzó a usar la estética del manga (nombre que se le da al cómic japonés) y a dialogar con el estilo de los exponentes contemporáneos de la disciplina. Pero la cosa no quedó ahí. Además de potenciar su obra, Murakami también decidió ayudar a sus colegas (los que estaban en sintonía con su propio estilo), y para ello creó Hiropon Factory, en 1996, la que luego, en 2001, se convertiría en la actual Kaikai Kiki Co., una suerte de fábrica de artistas destinada a promover y gestionar el trabajo de sus integrantes. Así nacieron diversas muestras colectivas como "Tokyo Girls Bravo", que dio a conocer en Nueva York, en 2004, el trabajo de exponentes femeninas, entre las que se encontraban Chiho Aoshima, Aya Katano y Chinatsu Ban (por nombrar las que han tenido más proyección), en las que se veía con claridad el desarrollo del estilo manga. Aya Takano, por ejemplo, se caracteriza por el uso, en sus dibujos y pinturas, de inocentes jóvenes cuyas formas recuerdan la anatomía de los personajes de los manga tipo shoujo (que tratan historias de chicas adolescentes). Chiho Aoshima, por su parte, además de las chicas shoujo, cita en sus decorados y ambientaciones el estilo de Hokusai, el gran maestro de Ukiyoe de fines de la era Edo (s. XVIII y principios del s. XIX), que instaló el término manga en uno de sus libros de grabados en madera y cuyas imágenes forman el más importante referente en la historia del arte gráfico japonés. La tercera, Chinatsu Ban, es famosa por sus personajes naif, similares a los que aparecen en los manga tipo kodomo (para niños), especialmente por sus lúdicos elefantes. Lo que caracteriza a todos estos artistas son sus coloridas obras, con personajes que, además de reconocibles, resultan amigables y divertidos. Por ello no es raro que el siguiente paso de Murakami y su factoría fuera convertir esas piezas, incluyendo las suyas, en material de merchandising. De este modo, Kaikai Kiki comenzó la producción de figuras de peluche, almohadas, poleras, bolsas, toallas, llaveros, stickers, e incluso pelotas con los personajes y diseños de sus artistas. Los productos son distribuidos por las dos oficinas que tiene la factoría de Murakami en Tokio y en Nueva York. La mercancía, además, se puede encontrar en diversas galerías, tiendas de souvenirs de museos e incluso en outlets. Siguiendo esta misma arista del marketing, Murakami decidió asociarse con marcas de renombre para crear nuevas obras. Fue así como en el año 2000 hizo trato con la marca del diseñador de moda japonés Issey Miyake y creó para ellos el personaje de Mr. Oval, un híbrido en el que se cruzan el occidental personaje de Humpty Dumpty (el huevo antropomórfico que aparecía en "Alicia a través del espejo") y el oriental Hyakume, también conocido como "100 ojos", un personaje de manga creado por Shigeru Mizuki y que era el favorito de Murakami en su infancia. Tampoco estuvieron ajenos a esta asociación los otros artistas apadrinados por el japonés. Es así como en los siguientes años colaboradores como Takano, Aoshima y un artista que simplemente firma como "Mr." prestaron las imágenes de sus obras para una colección de ropa de Miyake. Chinatsu Ban también prestó sus famosos elefantes, pero para otra línea de ropa, para 2K by Gingham, marca de poleras que algunos consideran como la más cool del planeta. Arte fashion A estos ejemplos en 2002 se sumó el trato que hizo Murakami con Louis Vuitton con el fin de que sus carteras llevaran diseños del artista. Un trabajo que fue acompañado, además, por una animación que hizo Murakami para la misma marca y en el que se mostraba a una niña pequeña que se perdía en un mundo de fantasía inspirado en los productos de Vuitton. El corto de animación se exhibió en las tiendas de LV alrededor del mundo (en la última Bienal de Venecia se pudo ver otro corto con imágenes creadas por Murakami para la misma marca). Tan óptima ha sido esta asociación del artista con LV, que la marca de carteras ocupa una sala especial en la muestra que actualmente exhibe Murakami en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles (MoCA). Y el chicle no para de estirarse. El artista japonés también ha trabajado para el mundo de la música diseñando carátulas de disco. Ya lo hizo para dos bandas pop japonesas, Yuzu y Kicell, a las que, además, les produjo animaciones para sus conciertos y diseñó los escenarios de sus recitales. Su última incursión fue con el diseño del último álbum de la estrella del hip hop norteamericano Kanye West. Vuitton como urinario Lo de Murakami, en todo caso, más que una simple opción por transar con el mercado, es una visión que responde a sus raíces. Una visión que, además, encuentra fundamentos en su doctorado en nihon-ga, un estilo de pintura japonesa del siglo XIX que tomaba temas tradicionales, y en su interés en el arte de la era Edo. Murakami mismo ha confesado en distintas entrevistas que el tema de la diferencia entre arte y artesanía es una disyunción principalmente occidental. Para él, el arte japonés siempre se entendió más bien como un quehacer que, de uno u otro modo, se encontraba supeditado a la entretención. La jerarquización entre una dimensión más alta del arte y una menor es un tema occidental que provendría de la propia diferenciación de clases. De esta visión sin jerarquías del arte japonés vendría el concepto de "Superflat" ("súper plano") que creó Murakami para entender la estética a la que apela la actividad artística que se concentra en su corporación Kaikai Kiki. La visión de un artista que trabaja en solitario y que revoluciona la escena del arte con un discurso rupturista no es lo de Murakami. Su ruptura va más bien por el lado de aceptar el mercado y jugar con las reglas de él; por ello no extraña que en Art Newspaper haya declarado (ironizando con Duchamp): "El proyecto con Vuitton es mi urinario".