La Caida de los Muros de Jerico - Las Iglesias cristianas de Dios

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Iglesias Cristianas de Dios
[CB52]
La Caida de los Muros de Jerico
(Edición 2.0 20060312-20061127)
Así que el pueblo grito con un gran grito cuando los sacerdotes soplaron las trompetas y eso
ocasiono que las paredes de Jericó se vinieran abajo. Este papel ha sido adaptado de los capítulos
52, 53 y 54 del Bible Story Volume II por Basil Wolverton, publicado por Ambassador College
Press. Algunas Sagradas Escrituras fueron tomadas del Holy Bible New International Version,
Derecho de Autor 1973, 1978, 1984 Sociedad bíblica Internacional. Usado bajo permiso de
Zondervan Bible Publishers.
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(tr. 2009)
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La caida de los muros de Jerico
La Caida de los Muros de Jerico
Continuamos aquí del papel Josué Sucesor de
Moisés (No. CB051)
La primera Pascua de Israel en
Canaán
Habían sido solo cuarenta años desde que Israel
había salido de Egipto (Núm. 14:26-35;
Deut.1:3; Jos. 5:6). El éxodo había comenzado
después de la primera celebración de la Pascua.
Ahora era casi el tiempo de prepararse para otra
Pascua. Pero antes de que debiera ser celebrada,
Dios le dijo a Josué que la mayor parte de los
varones de Israel debieran experimentar el rito
físico de la circuncisión que había sido
requerida como un signo y sello del convenio
entre el Creador e Israel.
En aquel entonces el Señor le dijo a Josué que
hiciera cuchillos de pedernal y circuncidara a
los Israelitas. Así es que Josué hizo eso. Esto
fue menester porque todos los hombres de edad
militar qué salieron de Egipto y murieron en el
desierto habían estado circuncidados, pero los
varones nacidos en el desierto durante el viaje
no lo estaban (Jos. 5:2-8).
Luego el Señor le dijo a Josué, “Hoy he quitado
el oprobio de Egipto de ustedes” (v. 9). El
pedernal, el cuál Josué uso, simbolizo a Dios,
quien es el Pedernal o la Roca que circuncida a
los corazones de Israel. Israel debió circuncidar
a sus niños masculinos en el octavo día por
siempre jamás.
En la tarde del día 14 del mes, estando
acampados en Gilgal, los Israelitas celebraron
la Pascua, la cual incluyó los Días de Pan
ácimo. Comieron una cierta cantidad de los
productos de la tierra: pan sin levadura en ello
(el pan ácimo) y grano asado. El pan ácimo
debió ser comido por los siete días del Festín
(Ex. 12:15; Lev. 23:6). Como consecuencia, el
maná, el cuál había sido la comida principal por
cuarenta años, ceso de aparecer al día siguiente
o en cualquier momento después de esto (Jos.
5:2-12). El maná fue el regalo de Dios por los
cuarenta años del viaje desértico. De ahora en
adelante Israel se alimentaba del producto de la
tierra prometida.
Entretanto, no hubo signo de soldados cananeos
excepto esos que podían verse a lo lejos en las
paredes de Jericó. No obstante, los espías
enemigos mantuvieron una vigilancia estricta
hacia Israel. Sus informes de la partida del río
se propagaron rápidamente a cada gobernante
de esa parte del mundo. A estos líderes les
atañó grandemente este acontecimiento
asombroso. Se habían sentido seguros con
respecto a Israel porque habían considerado que
el Jordán era prácticamente imposible de cruzar
durante la temporada de inundación.
El rey de Jericó se preocupó especialmente. Si
bien su fuerza de guerra estaba hecha de
muchos hombres feroces expertos en combate,
los Israelitas acamparon muy cerca de su
ciudad (Jos. 5:1).
Para asegurarse que ningún otro espía Israelita
pudiera meterse en Jericó, él dio órdenes que
las puertas de la ciudad deberían ser cerradas y
permanecer cerradas las veinticuatro horas del
día. Nadie debía entrar o salir (Jos. 6:1).
Josué encuentra al Señor
Algunos días después de que Israel había
llegado a Gilgal, Josué fue a solas hacia Jericó
a pesar de las protestas de algunos de sus
oficiales. Él tuvo el deseo de ver por su cuenta
como era el lugar desde un rango más cercano.
Él repentinamente se encontró cara a cara con
un hombre robusto sujetando una espada
destellante y mirándole directamente. Josué
caminó a grandes pasos atrevidamente hacia él.
¿“Es usted amigo o enemigo de Israel?” Josué
le preguntó directamente (Jos. 5:13).
“no soy un enemigo,” el hombre contestó con
una voz firme. “¡Estoy aquí como el
comandante del ejército de Dios!” Luego Josué
cayó boca abajo al suelo haciendo reverencia, y
le preguntó, “ Qué pide usted de mí, mi señor?
(v. 14).
Este comandante o este capitán del ejército de
Dios fue el ser que más tarde se convirtió en la
La caida de los muros de Jerico
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persona de Jesucristo. Este es el mismo que se
apareció a Moisés en la zarza ardiente (vea Ez.
3:1-5).
siete ángeles que reciben las siete trompetas
para soplar. Son también los siete ángeles de
las siete iglesias del sistema del mundo.
El comandante del ejército de Señor contestó,
“Quítate las sandalias, porque el lugar que pisas
es santo.” Josué no perdió tiempo en obedecer.
Luego él cuidadosamente escuchó las
instrucciones de Dios (Jos. 5:15).
El día siguiente, los Israelitas aparecieron por
segunda vez y marcharon alrededor de Jericó
una vez, de la misma manera y a la misma
distancia que la primera vez. Luego regresaron
al campamento. Hicieron esto por seis días (vv.
12-14). Tal como Israel rodeó la ciudad de
Jericó y le dio una advertencia física a la
ciudad, el evangelio del Reino de Dios debe
salir al mundo entero antes de que el fin pueda
venir. Estamos en ese proceso ahora y el
Evangelio del Reino de Dios esta siendo
publicado en muchos idiomas diferentes.
Luego el Señor dijo a Josué, “Mira, yo he
entregado a Jericó en tus manos, junto con su
rey y sus hombres de guerra. Marchad
alrededor de la ciudad una vez con todos los
hombres armados. Haz esto por seis días. Siete
sacerdotes llevaran siete (una cada uno)
trompetas de cuerno de carnero delante del
Arca. En el séptimo día, marchad alrededor de
la ciudad siete veces, con los sacerdotes
soplando las trompetas. Cuando escuches su
sonido prolongadamente, haz a todo el pueblo
dar un grito fuerte; Luego el muro de la ciudad
colapsará y el pueblo subirá, cada hombre en
línea recta” (Jos. 6:2-5, NIV).
Inspirado y animado en lo que debía hacer,
Josué regresó al campamento y le contó a los
oficiales y los sacerdotes sobre su experiencia
inusual y sobre el plan de Dios para tomar
Jericó (vv. 6-7).
El asedio de Jericó comienza
Cuando Josué le había hablado al pueblo, los
siete sacerdotes fueron adelante soplando sus
trompetas, y el arca de la alianza los siguió. La
guardia armada marchó delante de los
sacerdotes y la retaguardia siguió el Arca. A
esta hora las trompetas sonaban pero Josué les
había ordenado al pueblo que no dieran el grito
de guerra, o dijeran una sola palabra hasta el
día que el les dijo que gritaran. Así es que el
Arca del Señor fue llevada alrededor de la
ciudad, rodeándola una vez. Luego el pueblo
regreso al campamento y pasaron allí la noche
(Jos. 6:8-11, NIV).
El simbolismo aquí es que los misterios de
Dios fueron guardados silenciosamente hasta
los últimos días cuando Dios revelara el tiempo
para anunciar en alta voz el mensaje del Primer
ángel. Los siete sacerdotes que sostienen las
trompetas de cuerno de carnero representan los
Los Israelitas cambian de táctica
En el séptimo día, madrugaron y marcharon
alrededor de la ciudad en la misma forma
excepto que esta vez la rodearon siete veces.
¡La séptima vez alrededor de la ciudad, cuándo
los
sacerdotes
sonaron
la
trompeta
prolongadamente, Josué le ordenó al pueblo,
“Gritad! ¡Porque el Señor les ha dado esta
ciudad! (vv. 15-16, NIV).
Josué procedió a decir, “La ciudad y todo lo
que está dentro de ella será maldito del Señor.
Sólo Rahab y todo lo que este con ella en su
casa se salvará porque ella escondió a los dos
espías que enviamos. Pero manténgase alejados
de las cosas malditas a fin de que no causen su
propia destrucción y traigan maldición al
campamento de Israel tomando cualquiera de
ellos. Toda la plata y el oro y los artículos de
bronce y hierro son sagrados para el Señor y
deben entrar en su tesoro” (vv. 17-19). Todo
debió destruirse excepto estas cosas que
podrían ser usadas en el servicio del Templo.
Destrucción divina
El ruido que resultó cuando las trompetas
sonaron y que el pueblo grito causó que el muro
colapsara. Así es que el ejército fue a la carga y
tomó la ciudad de Jericó (v. 20).
El simbolismo de lo ocurrido en Jericó guarda
relación con los siete sellos, las siete trompetas,
y las siete copas de la ira de Dios de la
revelación de los últimos Días. El grito de la
gente es simbólico del gran grito del Arcángel,
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lo cual hará pedazos las paredes de las ciudades
de este mundo y descenderá la regla de Satanás.
Vea los papeles Los Siete Sellos de Apocalipsis
(No. CB95) y Las Siete Trompetas de
Apocalipsis (No. CB96)
Jos 6:17 Y la ciudad 5892 será maldita 2764,
(incluso) eso, y todo ese (este) allí dentro, para
el señor 3068
Maldito / dedicado - SHD 2764: 1) una cosa
dedicada, cosa dedicada, abolición, devoción.
Nota: Jericó quiere decir Ciudad de la Luna y
fue probablemente el centro para adorar a la
diosa luna. Así es que Dios sólo no destruía a
los cananeos y sus ciudades sino que también la
religión falsa. Algunos podrían pensar que
Dios es cruel Pero él realmente les demostraba
misericordia. En el futuro serán resucitados y
les será dada una oportunidad para aprender la
forma de Dios a la paz y la felicidad (Mat.
12:41, 42; Apo.20:11-12; Isa. 65:19-25).
Jericó es también llamada la ciudad de las
palmeras (Deut.34:3; Jue. 1:16; 3:13). Se sabe
que las palmeras pueden representar al anfitrión
espiritual así que es interesante que Josué, el
hijo de Nun (la salvación de Dios nace por la
resistencia), trajo a Israel (él dominará con /
como El) a través del rio Jordán (el río del
juicio) hacia Gilgal (rodar fuera) como el lugar
para circuncidarse. Finalmente, Cristo condujo
a Israel a Jericó a derribar los muros que
rodeaban la Ciudad de las Palmeras.
Sólo una familia salvada
Rahab y sus parientes estaban adentro en el
tiempo de caída de Jericó, y aunque la casa se
construyó en la pared, esa porción particular de
la pared se escatimó milagrosamente. Josué
envió a los dos exploradores que habían
espiado la tierra para traer a Rahab y todo lo
relativo a ella, y sus posesiones, hacia un lugar
seguro fuera del campamento de Israel (Jos.
6:20-23). Rahab y su familia estaban en un
lugar de seguridad porque la mano de Dios
estaba en ellos. De la misma forma que nuestro
lugar de seguridad está dondequiera Dios pone
Su mano en nosotros.
Luego quemaron la ciudad entera y todo en
ella, pero pusieron la plata y el oro y los
La caida de los muros de Jerico
artículos de bronce y hierro en la tesoro de la
casa de Jehová (v. 24).
La desolación
conmemoración
de
Jericó
una
Corra la voz a todo el pueblo,” Josué les
informó, “que ningún hombre debe reconstruir
Jericó. El que reconstruya la ciudad caerá bajo
una maldición del Creador, y él se volverá sin
hijos. Su hijo mayor morirá cuando él coloque
la base y él menor morirá cuando coloque las
puertas de la ciudad. Dejen que las cenizas y las
piedras de Jericó sean un monumento a la
destrucción que vendrá a todos los adoradores
de ídolos” (vv. 25-27). Esta profecía se cumplió
aproximadamente 500 años más tarde cuando
un Israelita muy tonto reconstruyó Jericó
(1Rey. 16:34).
Las noticias de la caída de Jericó se extendieron
velozmente por la tierra, y Josué obtuvo fama
en esa en parte de mundo por su liderazgo en
Israel para tomar la ciudad. Consecuentemente,
el miedo hacia Israel se acumuló en las
naciones circundantes (v. 27).
El pecado de Acan
Algunos Israelitas fueron infieles con relación a
las cosas devotas. Acan (SHD 3756, el que
molesta), hijo de Carmi (SHD 2067, mi viñedo)
el hijo de Zabdi (SHD 2262, dotado), el hijo de
Zerah (SHD 5063, levantado) de la tribu de
Judá (SHD 5912, elogiado), tomo algunos de
ellos y la cólera de Señor ardió en contra de
Israel (Jos 7:1).
La siguiente ciudad que Josué tuvo intención de
conquistar era llamada Ai. Otra vez los
exploradores estaban acostumbrados a obtener
información. Cuando regresaron de Ai, dijeron,
“No suba todo el pueblo en contra de Ai. Envíe
dos o tres mil hombres a tomarlo, pues sólo
algunos
hombres
viven
allá.”
Así
aproximadamente tres mil hombres fueron
hacia allá; Pero los hombres de Ai mataron
treinta y seis de ellos. Expulsaron a los
Israelitas de la puerta de la ciudad hasta las
canteras y los derribaron a golpes en las cuestas
(vv. 2-5, NIV).
La caida de los muros de Jerico
¿“Dónde esta la ayuda y la defensa que Dios
nos prometió?” Fue la pregunta que cruzo las
mentes de la mayor parte de los soldados
Israelitas. Era un hecho vergonzosamente obvio
para los Israelitas que la protección de Dios,
desde el cruce del Jordán, se basaba en su
obediencia.
La fe en su Creador velozmente huyó, y así
también hizo a los Israelitas. En lugar de
contraatacar, cambiaron de dirección y
corrieron lejos. Fue un ejército decaído y
deshonrado el que regreso al campamento.
Cuando las personas oyeron lo que sucedió, su
confianza en Dios se vino abajo por una nueva
baja. No podrían entender por qué Dios les
prometía victoria veloz sobre todos sus
enemigos, y que luego permitiera que cerca de
tres mil de sus soldados fueran desorganizados,
cazados y lisiados por los Amorreos adoradores
de ídolos.
En esos días era la costumbre de demostrar
pena, remordimiento o humillación rasgándose
la ropa y lanzando polvo en la cabeza de uno.
Eso fue lo que hizo Josué cuando oyó lo que
sucedió. Él estaba trastornado y desalentado y
convocó a los ancianos en conjunto ante el
Tabernáculo hasta la puesta de sol postrados y
con una actitud de arrepentimiento (v. 6).
¿“Por qué nos has traído sobre el Jordán para
dejarnos caer en las manos de los Amorreos?”
Josué pregunto a Dios como correspondía con
su cara hacia suelo dentro del Tabernáculo.
“Habría sido mejor para nosotros quedarnos en
el lado este del río que el intentar atacar a
nuestros
enemigos
aquí
y
terminar
rehuyéndoles despavoridamente. Cuando todos
los cananeos y otras naciones escuchen acerca
de esto, se decidirán que somos realmente
débiles, y vendrán con sus fuerzas combinadas
para rodearnos. ¡Nos destruirán, y el gran
nombre de nuestro Dios será deshonrado!” (vv.
7-9).
“estas cosas no han ocurrido por cualquier
infidelidad de mi parte,” el Señor contestó.
“Mis órdenes fueron que ningún botín (los
despojos de la guerra) debería ser tomado de
Jericó para ganancia personal. Le advertí a
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Israel que si alguien hacia eso se volvería tan
maldito como las personas de Jericó, y que una
maldición caería sobre todo Israel como
consecuencia de ello. Alguien ha ido en contra
de mi voluntad sobre este punto, y una
maldición ha caído sobre esta nación. Por esto
es que el intento para conquistar a Ai fue un
fracaso. Mi ayuda y mi fuerza no estaba con los
soldados, ni puede mi ayuda estar con Israel
otra vez en cualquier intento para vencer a sus
enemigos hasta que ustedes quiten y destruyan
al culpable” (vv. 10-12).
Josué estaba sorprendido y conmocionado
cuando oyó esto. No se le había ocurrido que la
derrota de sus soldados podría ser debido a que
alguien obtuvo botín de Jericó y lo tenía
escondido.
Levántate y dile al pueblo lo ocurrido,” el
Señor continuó. “Diles que no pueden afrontar
a sus enemigos hasta que el culpable sea
removido, y que deben lavarse y deben estar
listos a presentarse delante de ti mañana, a fin
de que el culpable pueda ser encontrado”
(vv.13-15).
Josué obedeció, y al día siguiente los jefes de
tribus se congregaron delante del Tabernáculo y
echaron suerte para aprender qué tribu tenia a la
persona culpable. y la suerte cayo sobre la tribu
de Judá. Luego vinieron los jefes de familia
para echar suerte. y cayo sobre el jefe de
familia de los Zeraitas, y fue el turno de los
jefes de casa de los Zeraitas. , según la manera
que Dios decidió, la suerte cayo sobre la familia
de Zabdi.
Los hombres de la familia de Zabdi
solemnemente se reunieron. La vasta multitud
de espectadores silenciosos supo que unos de
estos hombres era responsable de la muerte de
treinta y seis hombres, el daño de muchos otros
y la retirada rápida y humillante de los israelitas
de Ai (vv. 16-18).
El hombre culpable encontrado
La suerte indico que el culpable era un hombre
de nombre Acan, referido en otras Sagradas
Escrituras (versión Ingles) como Acar (1Cr.
2:7). Acan fue expuesto ante Josué. “No trates
de silenciar tu mala acción,” Josué le aconsejó.
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“Honra a Dios confesando lo que has hecho”
(Jos. 7:19).
¡Acan contestó, “es verdad! He pecado contra,
el Señor, el Dios de Israel. Cuando vi en el
saqueo un bello manto de Babilonia, doscientos
siclos de plata y una barra de oro que pesaba
cincuenta siclos, los codicié y los tomé. Están
escondidos en el suelo dentro de mi tienda de
campaña, con la plata debajo” (vv. 20-21,
NIV).
Josué inmediatamente envió mensajeros a la
tienda de campaña de Acan y allí estaba todo
escondido en su tienda de campaña. Trajeron
las cosas a Josué y a todos los Israelitas y
extendieron las cosas delante del Señor (vv. 2223).
Josué tuvo conciencia del evento desagradable
que seguía. Según las órdenes de Dios, Acan y
su familia, su ganado y sus posesiones –
incluyendo las cosas que él había robado –
fueron llevados a un lugar disponible fuera del
campamento de Israel.
Allí Josué otra vez confrontó a Acan
preguntándole por qué él había sido tan
irreflexivo y desobediente en lo que se refiere a
traer tantos problemas al pueblo. Josué dijo, “El
Señor te turbe a ti hoy”.
Entonces todo Israel le apedreó, y después
apedrearon al resto de su familia y los
quemaron. Sobre Acan amontonaron un gran
montón de rocas. Luego el Señor apartó su
cólera de Israel (Jos. 7:24-26).
Ai destruida
Luego el Señor dijo a Josué, “No Tengas
Miedo; No estés desalentado. Toma el ejército
entero, sube y ataca la ciudad de Ai. Porque yo
he entregado en tus manos el rey de Ai, sus
gente, su ciudad y su tierra. Tú harás con Ai y
su rey lo mismo que a Jericó y su rey, excepto
que pueden tomar botín (los bienes) y ganado
para ustedes mismos. Pon una emboscada (o
ataca por sorpresa) detrás de la ciudad” (Jos
8:1-2, NIV).
Josué inmediatamente escogió treinta mil de
sus mejores soldados de guerra y los envió en la
La caida de los muros de Jerico
noche. Él les dijo, “Ustedes debe poner una
emboscada detrás de la ciudad. No vayan lejos
de la ciudad. Todos estos conmigo avanzarán y
se adelantarán hacia la ciudad y cuándo los
hombres salgan en contra de nosotros, les
rehuiremos. Correrán tras nosotros hasta que
los hayamos conducido lejos de la ciudad.
Luego ustedes deben levantar la emboscada y
tomar la ciudad. El Señor nuestro Dios la dará
en nuestras manos. Cuando ustedes hayan
tomado la ciudad incéndienla” (vv. 3-8).
Josué los envió y fueron al lugar de emboscada
y estaban al acecho entre Bethel y Ai – en el
lado oeste de Ai. Pero Josué se quedo esa
noche entre el pueblo en Gilgal. Temprano la
mañana siguiente él se puso en camino con los
ancianos de Israel y los oficiales y el resto de
los soldados. Marcharon y se acercaron a la
ciudad y acamparon en el lado norte de Ai con
el valle entre ellos y la ciudad. Esa noche Josué
entró en el valle (vv. 9-13).
Cuando el rey de Ai vio a los Israelitas
acercándose en la llanura, él se excito mucho.
Aquí, él pensó, es una excelente oportunidad
para derrotar dos veces y humillar al temible
enemigo que había invadido Canaán. Cualquier
ciudad o cualquier nación que pudiera poner a
Israel a huir dos veces sería gloriosamente
heroica y poderosa. Así es que él y sus hombres
salieron a prisa a encontrar a Israel en combate.
¡Pero él no sabia de la emboscada! (v. 14).
Josué y sus hombres se permitieron retroceder y
escapar hacia el desierto. Todos los hombres de
Ai salieron en persecución de ellos. Así es que
fueron conducidos con engaño a salir de la
ciudad y así también la dejaron indefensa. ¡El
plan de Josué había surtido efecto! (vv. 15-17).
Luego el Señor dijo a Josué, “Sostén en alto la
jabalina que está en tu mano hacia Ai, porque
en tu mano entregaré la ciudad.” Tan pronto
como Josué hizo esto los hombres de la
emboscada se arrojaron. Entraron y capturaron
la ciudad y la incendiaron (vv. 18-19).
Los hombres de Ai vieron atrás y vieron el
humo de la ciudad pero no podían escapar
porque los Israelitas que habían estado
La caida de los muros de Jerico
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escapando hacia el desierto se habían vuelto en
contra de sus perseguidores (v. 20).
soldados que se quedaron a vigilar el
campamento y encargarse de los animales.
Cuando Josué vio que la emboscada había
tomado la ciudad dio la vuelta y ataco a los
hombres de Ai. Los hombres de la emboscada
también salieron de la ciudad en contra de
ellos, así es que fueron rodeados y los
Israelitas
los
hirieron,
no
dejando
sobrevivientes. Pero tomaron al rey de Ai vivo
y lo trajeron a Josué (vv. 21-23).
Las personas se congregaron en las cuestas de
dos puntos altos vecinos, el Monte. Ebal y
Monte. Gerizim, como Moisés les hubo
mandado (Deut. 11:29-30). Observaron y
escucharon como las ceremonias sagradas
tuvieron lugar. Un altar de piedras completas
(sin cortar) fue levantado en el Monte. Ebal,
como Dios les había ordenado (Ex. 20:25). Los
sacrificios por fuego y las ofrendas de paz
fueron hechos allí. Josué leyó al pueblo las
muchas bendiciones que vendrían a ellos a
través de la obediencia, y las maldiciones que
vendrían a ellos por la desobediencia. Estas
cosas fueron escritas en las piedras del altar.
Dejando miles de cadáveres desordenando el
valle, los Israelitas convergieron en Ai y
destruyeron al resto de paganos que quedaron
allí. No fue hasta entonces que Josué bajo su
mano que sujetaba en lo alto la jabalina (vv.
24-26). Esto es similar a la situación donde las
manos de Moisés estaban sujetas en posición
vertical por Aarón y Hur en orden para que
Josué y su ejército prevalecieran en la batalla
en contra del ejército Amalecita (vea a Ex.
17:10-13).
Las cosas de valor fueron removidas de la
ciudad, y luego fue quemada. Por lo que
respecta al rey de Ai, él fue colgado en un árbol
como un castigo por su terrible idolatría. A la
puesta del sol su cuerpo fue bajado, arrojado a
tierra delante de una de las puertas de Ai y fue
cubierto con un montón de piedras grandes.
(Jos. 8:27-29).
Las noticias del fin deshonroso del rey
ciertamente alcanzarían a otros gobernantes de
ciudades cercanas, y así acrecentarían el miedo
y el terror, aumentando cada vez en esa región
de paganismo. Lo que era más probable de
concernirle a las otras naciones, sin embargo,
era que doce mil hombres y mujeres cananeos
perecieron ese día (v. 25).
La renovación del Convenio
Después de que los vencedores habían
regresado a Gilgal y habían descansado algunos
días, Josué declarado que una ceremonia
especial sería llevada a acabo en un área a
varias millas al norte de Ai. Todo Israel hizo el
viaje sobre el áspero país, el Arca siendo
llevado de un lado a otro como siempre. Los
únicos que no prosiguieron fueron algunos
Las bendiciones y las maldiciones vienen a las
mismas personas dependiendo de su
obediencia.
En presencia de los Israelitas, Josué copio, en
piedras, las Leyes de Dios dadas a través de
Moisés. Después él leyó todas las palabras de la
Ley al pueblo en esta asamblea solemne, para
recordarles cómo Dios quiere que ellos vivan, y
de la importancia tremenda de ser obediente
(Jos. 8:30-35).
Después de las ceremonias el pueblo acampo y
luego iniciaron el viaje de regreso a Gilgal.
Israel hizo este viaje en territorio enemigo y de
regreso, sin encontrar un solo soldado enemigo.
Sin embargo, los movimientos del pueblo no
pasaron inadvertidos, y los gobernantes de la
tierra se pusieron más afligidos cuando
escucharon acerca de esta mayor penetración a
Canaán.
El engaño Gabaonita
Por siglos las naciones pequeñas de la región de
Canaán habían guerreado entre ellos y se
habían matado violentamente el uno al otro.
Ahora que un enemigo extranjero había entrado
en la tierra, los gobernantes pusieron a un lado
sus diferencias y decidieron juntarse para hacer
la guerra en contra de Josué e Israel. Israel no
tuvo conocimiento de estos planes particulares,
aunque Josué y sus oficiales fueron conscientes
de que tal cosa podía ocurrir (Jos. 9:1-2).
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Cuando las personas de Gabaón oyeron lo que
había hecho Josué con Jericó y Ai, decidieron
enviar a una delegación de incógnito a Gilgal.
Cargaron sus burros con sacos usados y odres
viejos todos agrietados y remendados. Los
hombres se pusieron sandalias usadas y viejas;
y vestidos viejos. Su pan y sus víveres estaban
secos y mohosos. Luego fueron a Josué en el
campamento a Gilgal y dijeron a él y los
hombres de Israel, “hemos venido de un país
distante; Haz un pacto con nosotros” (vv. 3-6).
Los hombres de Israel sospecharon al principio
y dijeron que estas personas bien podrían vivir
cerca de ellos. Pero los desconocidos dijeron, "
hemos oído cómo su pueblo ha subido del sur a
conquistar las naciones en esta parte del
mundo. Hemos hecho un largo viaje para
encontrarles y pedirles a ustedes que le
prometan a nuestra nación que ustedes no
tomaran guerra contra nosotros si alguna vez
ustedes alcanzan nuestras fronteras" (vv.7-11).
Josué dijo, " necesitamos probar que ustedes
son de esta nación distante que han
mencionado. De otra manera, sería estúpido
hacer una promesa con ustedes con la cual nos
refrenaríamos de atacar a su nación”.
“le aseguramos a usted, señor," el portavoz
contestó, " que no somos de cualquier nación
enemiga. Seremos sus sirvientes. Hemos sido
enviados aquí por los líderes y el pueblo de
nuestro país para decirles que hemos oído la
fama de su gran Dios. Somos conscientes de
cómo él trató con el gobernante de Egipto, y
cómo les ayudó a ustedes a volverse victoriosos
sobre los Amorreos y los reyes de Hesbon y
Basan. Cuando nuestro pueblo escucho cómo
les ayudó su Dios en estas batallas, se dieron
cuenta que era tonto tratar de oponerse a
ustedes, así es que nos enviaron a pedirles que
nos prometan no atacar a nuestro país que es
tan respetuoso de su poder y del Dios de
ustedes”.
Mentiras que sonaron lógicas
“Este pan nuestro estaba caliente cuando
salimos de casa pero ahora está seco y mohoso.
Estos odres eran nuevos pero ahora se han
rajado y nuestras ropas y nuestras sandalias
La caida de los muros de Jerico
están desgastadas de viajar a través de una
distancia tan larga ”.
Así los hombres de Israel examinaron sus
provisiones y esto pareció evidencia justa de
que estos hombres habían venido desde una
excelente distancia de una tierra extranjera Pero
no inquirieron del Señor. Luego Josué hizo un
pacto de paz con ellos para dejarlos vivir, y los
líderes de la asamblea lo ratificaron por
juramento (Jos. 9:12-15). La advertencia de
Dios contra hacer la paz con los cananeos fue
temporalmente descuidada, y los líderes de
Israel prestaron más atención a estos
desconocidos que a Dios.
Sin embargo, tres días después de que hiciesen
el pacto con los Gabaonitas, los Israelitas
oyeron que ellos eran sus vecinos. Ahora era
bastante evidente que su "país" era un área que
estaba dentro de los límites de Canaán, y Dios
le había dado instrucciones a Israel de destruir a
todas las naciones, todas las ciudades y al
pueblo dentro de esos limites. Obviamente
estos hombres habían persuadido a Israel con
engaño a una promesa sagrada de tener piedad
de su pueblo, lo cual fue en contra de la
voluntad de Dios.
Así es que los Israelitas salieron en pos de ellos
y en el tercer día llegaron a sus ciudades. No
los atacaron porque los líderes de la asamblea
habían prestado juramento a ellos por el Señor,
el Dios de Israel. Todos estos juramentos
ataban a Israel. La asamblea entera Israelita
estaba furiosa con sus líderes pero los líderes
les dijeron lo que pensaban hacer (vv. 16-21).
Josué dijo a los Gabaonitas, "¿Por Qué hicieron
todo este problema de tratar de conducirnos con
engaño a creer que su tierra natal quedaba
realmente distante; en lugar de dentro de
nuestra tierra sólo a algunas millas de nuestro
campamento? Ustedes están ahora bajo una
maldición y nunca dejarán de servir de
leñadores y aguadores para la Casa de Dios (v.
22). Noé había hecho previamente una
predicción de que Canaán seria maldito y algún
día se convertiría en esclavo de Sem (Gen.
9:25-36). El culto en el Tabernáculo (y más
tarde el Templo) requirió una gran cantidad de
madera y agua para los sacrificios y para
La caida de los muros de Jerico
lavarse, así existía una necesidad de trabajo
servil para hacer estos deberes
“oímos acerca de cómo ustedes arrasaron a sus
enemigos," explico un oficial gabaonita. “No
quisimos figurar entre ellos. La ciudad de
Gabaón aquí, y tres otras ciudades de Heveos
hacia el sur – Chephirah, Beeroth y
Kirjathjearim – formamos una alianza secreta
para buscar una promesa de los líderes de Israel
de que no nos atacarían. Oímos que ustedes son
unas personas justas y honestas, y conservarían
cualquier voto que ustedes pudieran hacer.
“Nos dimos cuenta de que su Dios les ordeno
que destruyeran a toda la gente de esta región, y
estábamos tan alarmados que tratamos de llevar
a cabo el único plan que pensamos nos podría
salvar. Pero no mendigamos libertad ahora.
Ustedes nos tienen en su poder para ocuparse
de nosotros como deseen" (Tómele el Pelo.
9:24-25).
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Los Heveos se deberían haber considerado ellos
mismos muy afortunados de permanecer vivos
dadas las circunstancias, pero es naturaleza
generalmente humana de tener esperanza más
de la que es recibida, y hubo un tono de
amargura en la voz del líder Gabaonita.
Habiendo finalizado por lo pronto estos temas
con los Heveos, Josué y sus muchos soldados
se regresaron hacia Gilgal. Poco sospecharon
que muy pronto irían a toda velocidad de
regreso hacia Gabaón. Veremos por qué,
cuándo continuemos con esta historia en el
papel CB53.
Otras fuentes de referencia:
La Caída de Jericó (No. 142)
Estudio Biblico NIV
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