Texto de Horacio C. Reggini. Integrante del panel de presentación

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Texto de Horacio C. Reggini.
Integrante del panel de presentación del libro “Eduardo Ellis.
Espacio Arquitectónico Y Escala Humana”, realizado en el Gran Hall
del Museo Nacional de Arte Decorativo, al mediodía del 26 de
noviembre de 2014, constituido por Alberto G. Bellucci, moderador,
Director del Museo Nacional de Arte Decorativo, Juan Manuel Beati,
Director de Mecenazgo de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires,
Horacio C. Reggini, de la Facultad de Ingeniería de la UBA, Silvia
Rickert, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA, y
Jorge Bozzano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la
UBA.
Deseo agradecer primero a los organizadores de la
presentación del libro “Eduardo Ellis. Espacio
Arquitectónico Y Escala Humana”, en especial, al
arquitecto Alberto G. Bellucci, que nos reúne y nos
presenta en este espléndido Gran Hall del Museo
Nacional de Arte Decorativo.
Como ingeniero oso feo no me atrevo a describir las
bellezas del libro acerca sobre el arquitecto Eduardo
Ellis, por considerarme su amigo colaborador desde
hace décadas pero ignorante genuino en el tema.
Sólo puedo decir con precisión, repito como
ingeniero oso feo que soy, que el libro tiene la forma
de un maravilloso paralepípedo de dimensiones,
ancho, largo y grosor, 16 X 23 X 2 centímetros y un
peso de 1450 gramos. Pero si puedo contar una
anécdota que recuerdo, relacionada también con el
lugar en que nos encontramos.
El hecho ocurrió hace algunos años en Amsterdam,
Holanda, en uno de sus reconocidos museos
artísticos. Sucedió que imprevistamente encontraron
en sus enormes depósitos de obras sin exhibir
todavía un cuadro similar al que ya se estaba
exhibiendo del famoso pintor holandés Johannes
Vermeer (1632-1675). Ello despertó un gran
desconcierto y una muy seria cuestión. ¿Cuál era el
cuadro original, y cuál era la copia que tenía que ser
destruida?.
El director del museo se halló ante una delicada
situación y para dilucidar el enigma resultante
convocó a Amsterdam a los especialistas
historiadores y restauradores más capases del
mundo. Creo que el arquitecto Alberto G. Bellucci
fue uno de ellos.
Después de varios días de infructuosas reuniones
entre todos los especialistas no se llegaba a una
conclusión definitiva no obstante se había acudido a
las más modernas conocidas técnicas de peritaje e
investigación sobre los dos cuadros, como los
materiales químicos y los colores utilizados, las
telas, radiografías, configuraciones de los trazos,
etc., de los dos cuadros misteriosos. Ante el
desacuerdo reinante, los convocantes acordaron
pedir a uno de ellos, valorado por todos, que
decidiera por su sólo juicio cuál era el cuadro
original. Ésta persona aceptó el desafío solicitando
que lo dejaran sólo encerrado en una sala con los
cuadros. Así se hizo. Pasaron las horas, mientras
crecía la incertidumbre de los asistentes, hasta que
la puerta del encierro se abrió, y el prestigioso
maestro elegido por todos, muy convincente y sin
ninguna duda, señalando con su dedo, dijo: “Este es
el paisaje verdadero, el cuadro verdadero”.
Todos aceptaron su veredicto, pero la mayoría
estaba sedienta por conocer cómo había llegado a
su afirmación tan categórica, a lo cual él respondió
finalmente, indicando de nuevo con su dedo a la
pintura: “Por qué ese cuadro me habló, y ello me
bastó”.
Finalizo expresando a ustedes que el mérito y la
excelencia del libro presentado aquí hoy del querido
arquitecto Eduardo Ellis, también a mi me habló
cuando tuve el gusto de leerlo, como lo hará con
todos ustedes que lo lean. Muchas gracias.
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