Contrato de trabajo. Contratación y subcontratación. Solidaridad. Personal de la construcción. Responsabilidad del propietario del inmueble y del arquitecto. Huaranca Rivera Arturo c/Chernavsky Sergio Manuel y Otro s/despido, C.N.A.T., Sala VI, 21/9/04. El doctor Rodolfo Ernesto Capón Filas dijo: I. El arquitecto Zilberstein busca liberarse de la condena o, al menos, demorar su pago, mediante la declaración de Worobec, herrero de profesión, quien se relacionó directamente con el propietario de la obra, el codemandado Chernavsky para construir una escalera (fs.209). El testigo, llevado al Tigre en auto por el apelante, no vio al actor trabajando en esa obra. Siendo así, su testimonio simplemente muestra su relación personal con el propietario de la vivienda pero no puede traspolarse a la situación de los restantes trabajadores y concluir que éstos estaban vinculados no al arquitecto Zilberstein sino al propietario Chernavsky. Por otra parte, de las restantes declaraciones, no cuestionadas en la queja, se deduce –precisamente– lo contrario: el arquitecto Zilberstein era el empleador. II. La apelación del actor debe resolverse: a) Extensión de la condena al propietario del inmueble: 1. El actor intenta extender la responsabilidad al propietario del inmueble invocando para ello las disposiciones del art. 32 de la Ley 22.250 (rectius, regla estatal 22.250) (“Quien contrate o subcontrate los servicios de contratistas o subcontratistas de la construcción, deberá requerir de éstos la constancia de su inscripción en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción y comunicar a éste la iniciación de la obra y su ubicación. Los empresarios, los propietarios y los profesionales, cuando se desempenen como constructores de obra que contraten contratistas o subcontratistas que no hayan acreditado su inscripción en el Registro Nacional, serán, por esa sola omisión, responsables solidariamente de las obligaciones de dichos contratistas o subcontratistas respecto al personal que ocuparen en la obra y que fueren emergentes de la relación laboral referida a la misma”). El art. 2 de la mencionada regla estatal excluye de su ámbito personal al “propietario del inmueble que no siendo empleador de la industria de la construcción construya, repare o modifique su vivienda individual y los trabajadores ocupados directamente por él a esos efectos”) pero no cuando éste contrata a un empresa para que realice la obra. 2.Cabe añadir que hasta la reforma introducida a R.C.T. art. 30 por el art. 17 de la Ley 25.013, la responsabilidad habida frente al trabajador de la construcción tanto del empresario contratista como de aquel que lo contrataba, se regía en particular por el art. 32 de la regla estatal 22.250, que imponía e impone a quien contrata la realización de una obra, la carga de exigir que el contratista y subcontratistas, estuvieran inscriptos debidamente en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción. Se excluye del cumplimiento de dicha exigencia, a quien contrate una obra a ser realizada en su vivienda particular mediante los trabajadores que directamente contrate, no cuando contrata empresas ajenas. La omisión por parte del dueno de la obra en el cumplimiento de dicha carga, lo hacía –y hace pues sigue vigente– responsable solidariamente frente al trabajador por todas las obligaciones derivadas de la relación laboral. En jurisdicción nacional regía la doctrina emanada del plenario 265 de la Cámara Nacional del Trabajo que disponía que “el art. 30 de la Ley de Contrato (t.o.) de trabajo no era aplicable a una relación regida por la Ley 22.250” (C.N.A.T., plenario 265, 27/12/88. “Media Santiago c. Flamingo S.A., Nicolás y Otro”) Este criterio en líneas generales también se aplicaba en las demás jurisdicciones. Esto determinaba que antes de la sanción de la Ley 25.013, el cumplimiento de lo previsto por el citado art. 32 de la Ley 22.250 bastaba para evitar que se tornara operativa la solidaridad por la responsabilidad derivada de todo incumplimiento a las normas laborales por parte del empresario de la construcción, que la norma mencionada en último término establece. Sin embargo, a partir de la reforma legal apuntada anteriormente, la situación de quien contrata la realización de una obra, ha variado de manera importante pues, el nuevo art. 30 de RCT pone en cabeza de este último –comitente–, mayores obligaciones que las impuestas por el art. 32 de la Ley 22.250, que dicho sea de paso, mantiene plena vigencia. En efecto, el art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo (t.o.) dispone que los cedentes, contratistas o subcontratistas deberán exigir además a sus cesionarios o subcontratistas lo siguiente: a) El código único de identificación laboral (C.U.I.L.) de cada uno de los trabajadores que presten servicios; b) La constancia del pago de las remuneraciones que a estos correspondan percibir conforme manda la ley; c) La copia firmada de los comprobantes de pago mensual al sistema de seguridad social de los trabajadores antes referidos; d) Una cuenta corriente bancaria de la que sea titular; e) Cobertura de riesgos del trabajo (conf. Ley 24.557). A estas cargas legales, cabe agregar la otra carga impuesta por el art. 32 de la Ley 22.250, es decir, requerir al contratista o subcontratista la inscripción en el Registro Nacional de la Industria Construcción. Se establece también que la responsabilidad del principal es indelegable, imponiéndose a quien contrate, en nuestro caso la realización de una obra (por ejemplo, una pequena empresa que va a ampliar o modificar sus instalaciones), la carga de exhibir cada uno de los comprobantes y constancias que debió solicitar al contratista o subcontratista en virtud de lo previsto por el citado art. 30, tanto al trabajador como a la autoridad administrativa del trabajo, con independencia de quien lo requiera. Clara y contundentemente se establece que el incumplimiento de alguna de las cargas enumeradas hará responsable solidariamente al principal por las obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas respecto del personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios y que fueren emergentes de la relación laboral incluyendo su extinción y de las obligaciones de la seguridad social. No vale aquí la aplicación de aquella regla que da relevancia al régimen particular (art. 32 de la regla estatal 22.250) por sobre el general, pues el último párr. del cit. art. 30 reformado disipa esa duda, al indicar expresamente que “las disposiciones insertas en este artículo resultan aplicables al régimen de solidaridad específico previsto por el art. 32 de la Ley 22.250”. De esta manera, advertimos que el comitente puede responder solidariamente ya sea por incumplimiento aislado del art. 32 de la Ley 22.250 o por el no cumplimiento de lo previsto por el art. 30 de la Ley 20.744, en éste último caso, total o parcialmente. Como puede apreciarse, la nueva normativa pone en cabeza del comitente una mayor carga en materia de gestión del cumplimiento de las normas legales por parte del contratista o subcontratista, en materia laboral y de la seguridad social. Dichas exigencias se hacen extensivas a cualquier subcontratista que a su vez resulten ocupados por el contratista principal. Este control de gestión y cumplimiento de normas laborales, impone la actualización al menos mensual, del cumplimiento de todas las obligaciones derivadas de la relación laboral existente entre los trabajadores afectados a la obra y los contratistas o subcontratistas vinculados al comitente dueno de la obra. No basta que se requiera esta información y acreditación de constancias al contratista o subcontratista al momento de iniciarse la obra, pues muchas de las obligaciones laborales que deben ser controladas son de ejecución periódica – mensual–. Sin lugar a dudas el objetivo de la norma surge claramente y es, utilizar a los que contraten o subcontraten, como controladores del cumplimiento de las normas laborales, funciones que debería cumplir acabadamente el Estado. Pero esto no resultaría demasiado gravoso si no fuera por la excesiva sanción que trae aparejada el incumplimiento con “alguna” de las cargas impuestas, es decir, la responsabilidad solidaria. 3. Por ello, cabe extender la responsabilidad al propietario de la obra. b) Condena por el art. 132 bis R.C.T.: 1. La indemnización pretendida procede solamente cuando el empleador ha retenido aportes destinados al área social y al producirse la extinción de la relación no los hubiera ingresado. Quien afirme la retención y la falta de depósito debe probarlos, máxime cuando, como en este caso, el empleador extendía recibos pero no entregaba copia (demanda a fs. 20 “in fine”) y aparentemente los presentara (fs.50) siendo negados por el actor (fs. 53). Como en este caso, ninguna conducta probatoria emana del actor, su pretensión debe rechazarse; y 2. Por ello, la apelación del actor debe rechazarse. III. La apelación de la perito calígrafo debe rechazarse porque los honorarios regulados son razonables. IV. Cabe modificar parcialmente la sentencia, extendiendo la condena al propietario del inmueble y regular los honorarios de Alzada, sobre los de primera instancia, en el 30% para cada uno de los letrados. V. El Que Así doctor Juan adhiere Carlos al voto. Fernández voto que Madrid dijo: antecede. En atención al resultado del presente acuerdo, EL RESUELVE: TRIBUNAL I. Modificar la sentencia apelada y extender la condena al propietario del inmueble. II. Regular los honorarios de Alzada en el 30% para cada uno de los letrados sobre lo Regístrese, NEUQUEN, regulado en la notifíquese 14 de anterior y marzo Y etapa. vuelvan de 2006 VISTOS: En acuerdo estos autos caratulados: “MANRIQUEZ OBANDO JUAN CARLOS CONTRA INTEDIL S.A. Y OTROS S/DESPIDO” (Expte. EXP Nº 259358/1) venidos en apelación del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO LABORAL NRO. 1 a esta Sala I integrada por los Dres. Luis SILVA ZAMBRANO y Enrique Raúl VIDELA SANCHEZ con la presencia de la Secretaria actuante, Dra. Mónica MORALEJO DE GIORGETTI, y de acuerdo al orden de votación sorteado el Dr. Luis SILVA ZAMBRANO dijo: 1.- Apelada la sentencia que acogió la pretensión indemnizatoria por despido incausado, el Banco Hipotecario SA cuestiona que se lo haya condenado solidariamente con los accionados en tanto que, explica, no ha sido el dador de trabajo y su sola condición de titular dominial fiduciario, establecida en garantía del préstamo otorgado, no habilita la solidaridad que, como lo ha definido la jurisprudencia de la CSN, es de interpretación restrictiva. 2.- A mi juicio, le asiste razón a la recurrente. En efecto: la plataforma fáctica que ella aduce, esto es, la titularidad fiduciaria del dominio del inmueble en el que se ejecutó la construcción (véase documentación de fs.49vta. y 251vta. e informe catastral de fs.198/199, como asimismo la copia de la escritura Nº29 del 20 de enero de 1.998, de constitución del fideicomiso de fs.38/49 y 240/251), se encuentra incuestionablemente acreditada en la causa y, por consiguiente, de conformidad a la interpretación doctrinario jurisprudencial de los arts. 2 inc. b) y 32 de la Ley 22.250, la entidad financiera propietaria en tal carácter del inmueble, dada su ajenidad o no profesionalidad respecto de la industria de la construcción, no ha de responder por las deudas laborales contraídas por la empresa constructora empleadora y la subcontratista. (Cf. Marigo – Rainolter, “Personal de la industria de la construcción”, ps. 36/38 y 288/289; Sappia, “Régimen laboral de la industria de la construcción”, ps. 191/192; CNTrab en Pleno in re: “Loza”, Nº 261; id. Sala I, in re: “Albarracín, Julio v. Haubert, Carlos” s /despido, LD, voces: “construcción solidaridad”, nº 8). No empece a ello el hecho de que el nuevo art. 30 LCT, según versión de la Ley 25.013, incluya dentro de su régimen de solidaridad a los empresarios de la construcción (con derogación de la doctrina que el tribunal capitalino estableciera en el Plenario Nº 265 in re: “Medina”) porque, de cualquier manera nos hallamos ante el caso de una entidad financiera propietaria del inmueble, entidad cuya operatividad financiera en modo alguno podría ser enmarcada dentro del ámbito de la actividad empresaria relacionada a la construcción, por más que se halle vinculada profesionalmente con esa industria, precisamente, al financiar la realización de obras de esa naturaleza. Por lo demás, las circunstancias de supervisar la obra, certificar su avance, o aún, realizar pagos salariales (según se expresa en la sentencia y, de una u otra forma, lo dicen los testigos que deponen a fs. 214/218), tampoco constituyen obstáculos a lo antedicho toda vez que ellas no trastruecan la condición profesional de la codemandada, esto es, no lo convierten en un “propietario empresario de la construcción” y, en otro orden, de ninguna manera se ha aducido como “causa petendi” fraude laboral en tal sentido, en cuyo caso, de haberse demostrado semejante realidad, indudablemente el resultado sido habría diferente. (Vid. escrito de demanda, fs. 22/24). 3.- En suma: propongo al Acuerdo, que, haciéndose lugar al recurso se deje sin efecto la condena que se hace pesar sobre el Banco Hipotecario SA. Las costas de ambas instancias, a este respecto, se imponen en el orden causado dada la naturaleza de la acción. Los honorarios profesionales por la labor de alzada se regularán en conformidad con el art. Así El 15 LA. voto. Dr. Enrique VIDELA SANCHEZ dijo: La cuestión debatida en autos debe ser incluida dentro de la responsabilidad solidaria establecida en las disposiciones del art. 32 de la ley 22.250 y la segunda parte del art. 30 LCT (en cuanto este último se extiende al ámbito de la construcción). El artículo 14 bis de la Constitución Nacional dispone que el trabajo gozará de la protección de las leyes. De allí se deriva el principio protectorio con el cual deben ser interpretadas las cuestiones derivadas principalmente del trabajo dependiente. El argumento defensivo de la apelante consiste en que lo que le unió a la demandada principal era un contrato fiduciario de garantía. Lo que esa parte olvida es el principio del derecho civil de que los contratos sólo tienen efecto entre las partes y no afectan los derechos de terceros, por lo que contrato, el como tal, no le es oponible al obrero. Surge de autos que el recurrente es propietario de la obra en construcción atento la inscripción de la escritura pertinente en el Registro de la Propiedad (arts. 12 a 14 de la ley 24441). El actor es un tercero en la relación entre Intedil S.A y el Banco Hipotecario S.A., pero le alcanza la condición del segundo. No obstante, es necesario analizar si el Banco Hipotecario se encuentra alcanzado por la normativa de la ley 22.250 o está, como sostiene el voto que precede, excluido de la misma. El artículo 2 de la ley 22250 determina que quedan excluidos del ámbito de aplicación de la misma: “...b) El propietario del inmueble que no siendo empleador de la industria de la construcción construya, repare o modifique su vivienda individual y los trabajadores ocupados directamente por él a esos efectos.” Con relación a la aplicación de la ley al propietario de la obra, me adhiero a la doctrina minoritaria sostenida en el voto del Dr. Vazquez Vialard en el plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en autos: “Loza, José R. y otro c. Villalba, Francisco y otro”. (DT 1989-A, 215) Recuérdese que el plenario sentó la siguiente doctrina “El propietario que no se desempeña como constructor de obra, no responde en los términos del de art. la ley 22.250.” 32 (DT 1989-A, 215). Por ello, para interpretar esta norma, seguiremos el voto del Dr. Vázquez Vialard, en el plenario mencionado. Allí sostuvo: “El interrogante de este acuerdo se refiere a la responsabilidad –a los fines de la ley 22.250que cabe al propietario de un inmueble sobre el que se realizan obras de ingeniería o arquitectura. Considero útil, al efecto, analizar las diversas situaciones que pueden darse respecto a la acción desplegada por aquél respecto de dichas obras. Estimo que pueden darse varias situaciones: A) personalmente dirige la construcción (compra los materiales, abona los salarios de los trabajadores, etc.) que: 1) se refiere a su propia vivienda; 2) que no tiene esta característica o, B) encomienda la construcción a un tercero. Si se da la primera situación (la indicada como A1), la ley 22250 (art 2° inc.b) excluye su aplicación respecto de las relaciones laborales que se anudan con motivo de la construcción cuando el propietario: 1) no es empleador de la industria de la construcción (o sea que no se dedica habitualmente a construir) y 2) construye, repara o modifica su vivienda individual. Por lo tanto, sólo están excluidas las relaciones laborales cuando se cumplen esas condiciones; de darse éstas, las mismas quedan comprendidas dentro del ámbito de la ley de contrato de trabajo (art. 2° párrafos 1, 3, 4, 21 y concordantes).” (Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en pleno, autos: “Loza, José R. y otro c. Villalba, Francisco y otro” DT 1989-A, 215) “En el caso referido a las otras alternativas (A y B) se aplica la referida norma que obliga al empleador, en este caso, constructor de la obra – ya sea propietario del inmueble, A.2 o tercero al que se le ha encomendado ésta, B a efectuar, entre otros, los aportes al llamado fondo de desempleo, inscribirse en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción, requerir o tramitar la respectiva libreta de aportes, etc (arts.13 y 15). La falta de cumplimiento de las obligaciones indicadas o de las consecuencias que surgen con motivo de su incumplimiento (arts. 18, 19 idem), no sólo obligan al empleador infractor, sino también al comitente, en cuanto no ha exigido la constancia de su inscripción en el citado Registro (art. 32) (Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en pleno, autos: “Loza, José R. y otro c. Villalba, Francisco y otro” DT 1989-A, 215, voto en disidencia del Dr. Vazquez Vialard) ”Siguiendo razonamiento su en relación con el directamente la propietario que construye obra sin ser su habitualidad, pero que no es para vivienda propia, el mencionado tratadista y Juez afirma que “no se plantea problema alguno pues el propietario es deudor directo (por lo que no puede ser solidario con obligaciones de tercero)” (Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en pleno, fallo cit. en párrafo anterior). Justamente se pronuncia Vazquez Vialard, para un caso semejante al de autos, es decir cuando el propietario no realiza la obra y la contrata totalmente con terceros. Dice: “no hay ninguna razón para exonerarlos de esa responsabilidad, a menos que el legislador haya querido introducir un galimatías, falto además de todo sentido. Además, aún reconociendo esa obligación de garantía, tratándose de deudas laborales por la construcción de inmuebles de su propiedad, ésta está afectada al privilegio del crédito de los trabajadores (salvo que el propietario no haya hecho ejecutar la obra con fines de lucro, estimó que la única excepción sería la construcción de su vivienda – art. 271 LCT; cfr.Kelmelmajer de Carlucci: “Privilegios de derecho del trabajo” que he dirigido, t. V p. 639) (fallo referido en párrafos anteriores, voto en disidencia del Dr. Vázquez Vialard). Es obvio que el Banco Hipotecario S.A. realiza la operación comercial que incluye la construcción del inmueble con fines de lucro. Por ello, tal cual el voto señalado en el caso “Loza….” que: “el propietario de un inmueble en el que se realizan obras de arquitectura o ingeniería que ha encomendado la tarea a terceros (contratistas), responde por las obligaciones laborales de éstos (respecto de la construcción), en tanto no le haya exigido la constancia de su inscripción (en realidad, no les haya reclamado la constancia de su inscripción como paso previo a la concertación de la que surge la relación contractual).” Es que siendo de aplicación el art. 32 de la ley 22250, el propietario debió exigir, con quien contrató la realización de la obra, su constancia de inscripción en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción. En autos, el Banco Hipotecario S.A. ni siquiera invocó como defensa de la imputación de responsabilidad esta causal de exoneración y, menos aún la acreditó, por lo que entiendo, el mismo es responsable en los términos de la norma citada. Hoy este criterio doctrinario encuentra un nuevo apoyo en la segunda parte del art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo (agregado por la ley 25013) en se el establece que expresamente: "Los cedentes, contratistas o subcontratistas deberán exigir además a sus cesionarios o subcontratista, el número del código único de identificación laboral de cada uno de los trabajadores que presten servicios y la constancia del pago de las remuneraciones, copia firmada de los comprobantes de pago mensuales al sistema de la seguridad social, una cuenta corriente bancaria de la cual sea titular y una cobertura por riesgo del trabajo. Esta responsabilidad cumplimiento del principal de ejercer el control sobre el de las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas respecto de cada uno de los trabajadores que presten servicios, no podrá delegarse en terceros y deberá ser exhibido cada uno de los comprobantes y constancias a pedido del trabajador y/o de la autoridad administrativa. El incumplimiento de alguno de los requisitos hará responsable solidariamente al principal por las obligaciones de los cesionados, contratistas o subcontratistas respecto del personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios y que fueren emergentes de la relación laboral incluyendo su extinción y de las obligaciones de la seguridad social". El artículo concluye remarcando: Las disposiciones insertas en este artículo resultan aplicables al régimen de solidaridad específico previsto en el artículo 32 de la Ley 22.250. De autos surge y ha quedado firme en la sentencia de primera instancia, que el empleador directo no realizó los pagos de los sueldos y entrega de libreta, también es claro que el Banco Hipotecario tampoco efectuó las tareas de controlar encomendadas por el artículo y, por no haberlo hecho y por ello, entiendo también que es responsable. Por lo señalado es que voto por rechazar el recurso y confirmar la sentencia de primera El instancia.Dr. Luis SILVA ZAMBRANO agrega: No obstante la siempre muy valiosa opinión del Dr. Vázquez Vialard traída a colación en el voto disidente, insistiré en mantener mi criterio coincidente, por lo demás, con el de la mayoría de la CNTrab. en el recordado plenario re: in “Loza” (DT 1989-A-215; LL 1989-A-606). En efecto: más allá de los defectos expresivos –sistematización, redacción o sintaxis- que quieran achacársele a la Ley 22.250, ella, a partir de los términos de su art. 1, es clara al delimitar su ámbito de aplicación: empresarios y trabajadores de la construcción. O sea que, más allá de la exclusión del art. 2 inc. b) que se refiere al “propietario” que construye o refacciona (“por administración”, como pacíficamente lo ha entendido la jurisprudencia) su “vivienda individual”, el “propietario que no se desempeña como ‘constructor de obra’ está excluido” (voto del Dr. Moreno) de dicha área de vigencia legal, por más que, como acaece en la especie, sea un “propietario” que lucra con la venta y/o financiación obras de edificadas o construidas. Es que, como lo recuerda el Dr. Moreno en dicho pronunciamiento plenario citando conceptos enunciados por la Corte Suprema: “la inteligencia de las leyes debe practicarse teniendo en cuenta el contexto general y los fines que las informan, y a ese objeto la labor del intérprete debe ajustarse a un examen atento y profundo de sus términos que consulte la racionalidad del precepto y la voluntad del legislador, extremos que no deben ser obviados por las posibles imperfecciones técnicas de la instrumentación legal, precisamente para evitar la frustración de los objetivos de la norma...Además, los textos legales deben entenderse como coherentes...computando la totalidad de sus preceptos...en forma que la mejor concuerde con garantías constitucionales...” Y en suma: estimo que, precisamente aquí, no ha de caerse en el olvido de la admonición que el Alto Tribunal vertiera acerca de una indebida extensión de la solidaridad en materia de derecho laboral como agraviante del derecho constitucional de propiedad en el resonante caso “Rodríguez v. Cía. Embotelladora....” DT: 1993-A-753). Así pues, como expresara al comienzo de este complemento, insisto en mi postura inicial. Así lo voto.- Existiendo disidencia en los votos emitidos precedentemente, se integra con Sala el Dr. Lorenzo W. GARCIA, quien manifiesta: Por compartir los fundamentos vertidos en el voto del Dr. Enrique VIDELA SANCHEZ adhiero al mismo expidiéndome de igual modo.- Por lo expuesto, POR SE MAYORIA RESUELVE: 1.- Confirmar la sentencia de fs. 293/295 vta. en cuanto fue materia de recursos y agravios.- 2.- Imponer las costas de Alzada al apelante vencido (art.17 Ley Nº921).3.- Regular los honorarios de esta Instancia en las siguientes sumas: ...(art.15, LA).- 4.- Regístrese, notifíquese y, oportunamente, vuelvan los autos al Juzgado de origen.Dr. Enrique VIDELA SANCHEZ - Dr. Luis SILVA ZAMBRANO - Dr. Lorenzo Dra. W. Mónica MORALEJO REGISTRADO AL Protocolo SENTENCIAS de GARCIA. Nº 37 Fuente: Sitio Oficial PJN Fernández Madrid y Capón Filas - - Tº -S I A SECRETARIA. L Fº A 176 I- Año / 181. 2006.