Contrato de trabajo. Contratación y ... Solidaridad. Personal de

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Contrato de trabajo. Contratación y subcontratación.
Solidaridad.
Personal
de
la
construcción.
Responsabilidad del propietario del inmueble y del
arquitecto. Huaranca Rivera Arturo c/Chernavsky
Sergio Manuel y Otro s/despido, C.N.A.T., Sala VI,
21/9/04.
El
doctor
Rodolfo
Ernesto
Capón
Filas
dijo:
I. El arquitecto Zilberstein busca liberarse de la condena o, al
menos, demorar su pago, mediante la declaración de
Worobec, herrero de profesión, quien se relacionó
directamente con el propietario de la obra, el codemandado
Chernavsky
para
construir
una
escalera
(fs.209).
El testigo, llevado al Tigre en auto por el apelante, no vio al
actor trabajando en esa obra. Siendo así, su testimonio
simplemente muestra su relación personal con el propietario
de la vivienda pero no puede traspolarse a la situación de los
restantes trabajadores y concluir que éstos estaban
vinculados no al arquitecto Zilberstein sino al propietario
Chernavsky. Por otra parte, de las restantes declaraciones, no
cuestionadas en la queja, se deduce –precisamente– lo
contrario: el arquitecto Zilberstein era el empleador.
II.
La
apelación
del
actor
debe
resolverse:
a) Extensión de la condena al propietario del inmueble:
1. El actor intenta extender la responsabilidad al propietario
del inmueble invocando para ello las disposiciones del art. 32
de la Ley 22.250 (rectius, regla estatal 22.250) (“Quien
contrate o subcontrate los servicios de contratistas o
subcontratistas de la construcción, deberá requerir de éstos la
constancia de su inscripción en el Registro Nacional de la
Industria de la Construcción y comunicar a éste la iniciación
de la obra y su ubicación. Los empresarios, los propietarios y
los profesionales, cuando se desempenen como constructores
de obra que contraten contratistas o subcontratistas que no
hayan acreditado su inscripción en el Registro Nacional,
serán, por esa sola omisión, responsables solidariamente de
las obligaciones de dichos contratistas o subcontratistas
respecto al personal que ocuparen en la obra y que fueren
emergentes de la relación laboral referida a la misma”). El
art. 2 de la mencionada regla estatal excluye de su ámbito
personal al “propietario del inmueble que no siendo
empleador de la industria de la construcción construya, repare
o modifique su vivienda individual y los trabajadores
ocupados directamente por él a esos efectos”) pero no cuando
éste contrata a un empresa para que realice la obra.
2.Cabe añadir que hasta la reforma introducida a R.C.T. art.
30 por el art. 17 de la Ley 25.013, la responsabilidad habida
frente al trabajador de la construcción tanto del empresario
contratista como de aquel que lo contrataba, se regía en
particular por el art. 32 de la regla estatal 22.250, que
imponía e impone a quien contrata la realización de una obra,
la carga de exigir que el contratista y subcontratistas,
estuvieran inscriptos debidamente en el Registro Nacional de
la Industria de la Construcción. Se excluye del cumplimiento
de dicha exigencia, a quien contrate una obra a ser realizada
en su vivienda particular mediante los trabajadores que
directamente contrate, no cuando contrata empresas ajenas.
La omisión por parte del dueno de la obra en el cumplimiento
de dicha carga, lo hacía –y hace pues sigue vigente–
responsable solidariamente frente al trabajador por todas las
obligaciones derivadas de la relación laboral. En jurisdicción
nacional regía la doctrina emanada del plenario 265 de la
Cámara Nacional del Trabajo que disponía que “el art. 30 de
la Ley de Contrato (t.o.) de trabajo no era aplicable a una
relación regida por la Ley 22.250” (C.N.A.T., plenario 265,
27/12/88. “Media Santiago c. Flamingo S.A., Nicolás y Otro”)
Este criterio en líneas generales también se aplicaba en las
demás jurisdicciones. Esto determinaba que antes de la
sanción de la Ley 25.013, el cumplimiento de lo previsto por
el citado art. 32 de la Ley 22.250 bastaba para evitar que se
tornara operativa la solidaridad por la responsabilidad
derivada de todo incumplimiento a las normas laborales por
parte del empresario de la construcción, que la norma
mencionada en último término establece. Sin embargo, a
partir de la reforma legal apuntada anteriormente, la situación
de quien contrata la realización de una obra, ha variado de
manera importante pues, el nuevo art. 30 de RCT pone en
cabeza de este último –comitente–, mayores obligaciones que
las impuestas por el art. 32 de la Ley 22.250, que dicho sea
de paso, mantiene plena vigencia. En efecto, el art. 30 de la
Ley de Contrato de Trabajo (t.o.) dispone que los cedentes,
contratistas o subcontratistas deberán exigir además a sus
cesionarios o subcontratistas lo siguiente: a) El código único
de identificación laboral (C.U.I.L.) de cada uno de los
trabajadores que presten servicios; b) La constancia del pago
de las remuneraciones que a estos correspondan percibir
conforme manda la ley; c) La copia firmada de los
comprobantes de pago mensual al sistema de seguridad social
de los trabajadores antes referidos; d) Una cuenta corriente
bancaria de la que sea titular; e) Cobertura de riesgos del
trabajo (conf. Ley 24.557). A estas cargas legales, cabe
agregar la otra carga impuesta por el art. 32 de la Ley
22.250, es decir, requerir al contratista o subcontratista la
inscripción en el Registro Nacional de la Industria
Construcción.
Se establece también que la responsabilidad del principal es
indelegable, imponiéndose a quien contrate, en nuestro caso
la realización de una obra (por ejemplo, una pequena
empresa que va a ampliar o modificar sus instalaciones), la
carga de exhibir cada uno de los comprobantes y constancias
que debió solicitar al contratista o subcontratista en virtud de
lo previsto por el citado art. 30, tanto al trabajador como a la
autoridad administrativa del trabajo, con independencia de
quien lo requiera. Clara y contundentemente se establece que
el incumplimiento de alguna de las cargas enumeradas hará
responsable solidariamente al principal por las obligaciones de
los cesionarios, contratistas o subcontratistas respecto del
personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o
servicios y que fueren emergentes de la relación laboral
incluyendo su extinción y de las obligaciones de la seguridad
social. No vale aquí la aplicación de aquella regla que da
relevancia al régimen particular (art. 32 de la regla estatal
22.250) por sobre el general, pues el último párr. del cit. art.
30 reformado disipa esa duda, al indicar expresamente que
“las disposiciones insertas en este artículo resultan aplicables
al régimen de solidaridad específico previsto por el art. 32 de
la
Ley
22.250”.
De esta manera, advertimos que el comitente puede
responder solidariamente ya sea por incumplimiento aislado
del art. 32 de la Ley 22.250 o por el no cumplimiento de lo
previsto por el art. 30 de la Ley 20.744, en éste último caso,
total o parcialmente. Como puede apreciarse, la nueva
normativa pone en cabeza del comitente una mayor carga en
materia de gestión del cumplimiento de las normas legales
por parte del contratista o subcontratista, en materia laboral y
de la seguridad social. Dichas exigencias se hacen extensivas
a cualquier subcontratista que a su vez resulten ocupados por
el contratista principal. Este control de gestión y cumplimiento
de normas laborales, impone la actualización al menos
mensual, del cumplimiento de todas las obligaciones
derivadas de la relación laboral existente entre los
trabajadores afectados a la obra y los contratistas o
subcontratistas vinculados al comitente dueno de la obra. No
basta que se requiera esta información y acreditación de
constancias al contratista o subcontratista al momento de
iniciarse la obra, pues muchas de las obligaciones laborales
que deben ser controladas son de ejecución periódica –
mensual–. Sin lugar a dudas el objetivo de la norma surge
claramente y es, utilizar a los que contraten o subcontraten,
como controladores del cumplimiento de las normas laborales,
funciones que debería cumplir acabadamente el Estado. Pero
esto no resultaría demasiado gravoso si no fuera por la
excesiva sanción que trae aparejada el incumplimiento con
“alguna” de las cargas impuestas, es decir, la responsabilidad
solidaria.
3. Por ello, cabe extender la responsabilidad al propietario de
la
obra.
b)
Condena
por
el
art.
132
bis
R.C.T.:
1. La indemnización pretendida procede solamente cuando el
empleador ha retenido aportes destinados al área social y al
producirse la extinción de la relación no los hubiera ingresado.
Quien afirme la retención y la falta de depósito debe
probarlos, máxime cuando, como en este caso, el empleador
extendía recibos pero no entregaba copia (demanda a fs. 20
“in fine”) y aparentemente los presentara (fs.50) siendo
negados por el actor (fs. 53). Como en este caso, ninguna
conducta probatoria emana del actor, su pretensión debe
rechazarse; y 2. Por ello, la apelación del actor debe
rechazarse.
III. La apelación de la perito calígrafo debe rechazarse porque
los
honorarios
regulados
son
razonables.
IV. Cabe modificar parcialmente la sentencia, extendiendo la
condena al propietario del inmueble y regular los honorarios
de Alzada, sobre los de primera instancia, en el 30% para
cada
uno
de
los
letrados.
V.
El
Que
Así
doctor
Juan
adhiere
Carlos
al
voto.
Fernández
voto
que
Madrid
dijo:
antecede.
En atención al resultado del presente acuerdo,
EL
RESUELVE:
TRIBUNAL
I. Modificar la sentencia apelada y extender la condena al propietario
del
inmueble.
II. Regular los honorarios de Alzada en el 30% para cada uno de los
letrados
sobre
lo
Regístrese,
NEUQUEN,
regulado
en
la
notifíquese
14
de
anterior
y
marzo
Y
etapa.
vuelvan
de
2006
VISTOS:
En acuerdo estos autos caratulados: “MANRIQUEZ OBANDO JUAN
CARLOS
CONTRA
INTEDIL S.A. Y OTROS S/DESPIDO” (Expte. EXP Nº 259358/1)
venidos
en
apelación
del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO LABORAL NRO. 1 a
esta
Sala
I
integrada
por los Dres. Luis SILVA ZAMBRANO y Enrique Raúl VIDELA
SANCHEZ
con
la
presencia de la Secretaria actuante, Dra. Mónica MORALEJO DE
GIORGETTI,
y
de
acuerdo al orden de votación sorteado el Dr. Luis SILVA ZAMBRANO
dijo:
1.- Apelada la sentencia que acogió la pretensión indemnizatoria por
despido
incausado, el Banco Hipotecario SA cuestiona que se lo haya
condenado
solidariamente con los accionados en tanto que, explica, no ha sido el
dador
de
trabajo y su sola condición de titular dominial fiduciario, establecida en
garantía del préstamo otorgado, no habilita la solidaridad que, como lo
ha
definido la jurisprudencia de la CSN, es de interpretación restrictiva.
2.- A mi juicio, le asiste razón a la recurrente. En efecto: la plataforma
fáctica que ella aduce, esto es, la titularidad fiduciaria del dominio del
inmueble en el que se ejecutó la construcción (véase documentación
de
fs.49vta.
y 251vta. e informe catastral de fs.198/199, como asimismo la copia de
la
escritura Nº29 del 20 de enero de 1.998, de constitución del
fideicomiso
de
fs.38/49 y 240/251), se encuentra incuestionablemente acreditada en
la
causa
y,
por consiguiente, de conformidad a la interpretación doctrinario
jurisprudencial de los arts. 2 inc. b) y 32 de la Ley 22.250, la entidad
financiera propietaria en tal carácter del inmueble, dada su ajenidad o
no
profesionalidad respecto de la industria de la construcción, no ha de
responder
por las deudas laborales contraídas por la empresa constructora
empleadora
y
la
subcontratista. (Cf. Marigo – Rainolter, “Personal de la industria de la
construcción”, ps. 36/38 y 288/289; Sappia, “Régimen laboral de la
industria
de
la construcción”, ps. 191/192; CNTrab en Pleno in re: “Loza”, Nº 261;
id.
Sala
I, in re: “Albarracín, Julio v. Haubert, Carlos” s /despido, LD, voces:
“construcción solidaridad”, nº 8). No empece a ello el hecho de que el
nuevo
art. 30 LCT, según versión de la Ley 25.013, incluya dentro de su
régimen
de
solidaridad a los empresarios de la construcción (con derogación de la
doctrina
que el tribunal capitalino estableciera en el Plenario Nº 265 in re:
“Medina”)
porque, de cualquier manera nos hallamos ante el caso de una entidad
financiera
propietaria del inmueble, entidad cuya operatividad financiera en modo
alguno
podría ser enmarcada dentro del ámbito de la actividad empresaria
relacionada
a
la construcción, por más que se halle vinculada profesionalmente con
esa
industria, precisamente, al financiar la realización de obras de esa
naturaleza.
Por lo demás, las circunstancias de supervisar la obra, certificar su
avance,
o
aún, realizar pagos salariales (según se expresa en la sentencia y, de
una
u
otra forma, lo dicen los testigos que deponen a fs. 214/218), tampoco
constituyen obstáculos a lo antedicho toda vez que ellas no
trastruecan
la
condición profesional de la codemandada, esto es, no lo convierten en
un
“propietario empresario de la construcción” y, en otro orden, de
ninguna
manera
se ha aducido como “causa petendi” fraude laboral en tal sentido, en
cuyo
caso,
de haberse demostrado semejante realidad, indudablemente el
resultado
sido
habría
diferente.
(Vid.
escrito
de
demanda,
fs.
22/24).
3.- En suma: propongo al Acuerdo, que, haciéndose lugar al recurso
se
deje
sin
efecto la condena que se hace pesar sobre el Banco Hipotecario SA.
Las
costas
de ambas instancias, a este respecto, se imponen en el orden
causado
dada
la
naturaleza de la acción. Los honorarios profesionales por la labor de
alzada
se
regularán
en
conformidad
con
el
art.
Así
El
15
LA.
voto.
Dr.
Enrique
VIDELA
SANCHEZ
dijo:
La cuestión debatida en autos debe ser incluida dentro de la
responsabilidad
solidaria establecida en las disposiciones del art. 32 de la ley 22.250 y
la
segunda parte del art. 30 LCT (en cuanto este último se extiende al
ámbito
de
la
construcción).
El artículo 14 bis de la Constitución Nacional dispone que el trabajo
gozará
de
la protección de las leyes. De allí se deriva el principio protectorio con
el
cual deben ser interpretadas las cuestiones derivadas principalmente
del
trabajo
dependiente.
El argumento defensivo de la apelante consiste en que lo que le unió a
la
demandada principal era un contrato fiduciario de garantía. Lo que esa
parte
olvida es el principio del derecho civil de que los contratos sólo tienen
efecto entre las partes y no afectan los derechos de terceros, por lo
que
contrato,
el
como
tal,
no
le
es
oponible
al
obrero.
Surge de autos que el recurrente es propietario de la obra en
construcción
atento la inscripción de la escritura pertinente en el Registro de la
Propiedad
(arts.
12
a
14
de
la
ley
24441).
El actor es un tercero en la relación entre Intedil S.A y el Banco
Hipotecario
S.A., pero le alcanza la condición del segundo. No obstante, es
necesario
analizar si el Banco Hipotecario se encuentra alcanzado por la
normativa
de
la
ley 22.250 o está, como sostiene el voto que precede, excluido de la
misma.
El artículo 2 de la ley 22250 determina que quedan excluidos del
ámbito
de
aplicación de la misma: “...b) El propietario del inmueble que no siendo
empleador de la industria de la construcción construya, repare o
modifique
su
vivienda individual y los trabajadores ocupados directamente por él a
esos
efectos.” Con relación a la aplicación de la ley al propietario de la obra,
me
adhiero a la doctrina minoritaria sostenida en el voto del Dr. Vazquez
Vialard
en el plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en
autos:
“Loza, José R. y otro c. Villalba, Francisco y otro”. (DT 1989-A, 215)
Recuérdese que el plenario sentó la siguiente doctrina “El propietario
que
no
se desempeña como constructor de obra, no responde en los términos
del
de
art.
la
ley
22.250.”
32
(DT
1989-A,
215).
Por ello, para interpretar esta norma, seguiremos el voto del Dr.
Vázquez
Vialard, en el plenario mencionado. Allí sostuvo: “El interrogante de
este
acuerdo se refiere a la responsabilidad –a los fines de la ley 22.250que
cabe
al propietario de un inmueble sobre el que se realizan obras de
ingeniería
o
arquitectura.
Considero útil, al efecto, analizar las diversas situaciones que
pueden darse respecto a la acción desplegada por aquél respecto de
dichas
obras. Estimo que pueden darse varias situaciones: A) personalmente
dirige
la
construcción (compra los materiales, abona los salarios de los
trabajadores,
etc.) que: 1) se refiere a su propia vivienda; 2) que no tiene esta
característica o, B) encomienda la construcción a un tercero. Si se da
la
primera situación (la indicada como A1), la ley 22250 (art 2° inc.b)
excluye
su
aplicación respecto de las relaciones laborales que se anudan con
motivo
de
la
construcción cuando el propietario: 1) no es empleador de la industria
de
la
construcción (o sea que no se dedica habitualmente a construir) y 2)
construye,
repara o modifica su vivienda individual. Por lo tanto, sólo están
excluidas
las relaciones laborales cuando se cumplen esas condiciones; de
darse
éstas,
las mismas quedan comprendidas dentro del ámbito de la ley de
contrato
de
trabajo (art. 2° párrafos 1, 3, 4, 21 y concordantes).” (Cámara Nacional
de
Apelaciones del Trabajo en pleno, autos: “Loza, José R. y otro c.
Villalba,
Francisco
y
otro”
DT
1989-A,
215)
“En el caso referido a las otras alternativas (A y B) se aplica la referida
norma que obliga al empleador, en este caso, constructor de la obra –
ya
sea
propietario del inmueble, A.2 o tercero al que se le ha encomendado
ésta,
B
a
efectuar, entre otros, los aportes al llamado fondo de desempleo,
inscribirse
en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción, requerir o
tramitar
la respectiva libreta de aportes, etc (arts.13 y 15). La falta de
cumplimiento
de las obligaciones indicadas o de las consecuencias que surgen con
motivo
de
su incumplimiento (arts. 18, 19 idem), no sólo obligan al empleador
infractor,
sino también al comitente, en cuanto no ha exigido la constancia de su
inscripción en el citado Registro (art. 32) (Cámara Nacional de
Apelaciones
del
Trabajo en pleno, autos: “Loza, José R. y otro c. Villalba, Francisco y
otro”
DT 1989-A, 215, voto en disidencia del Dr. Vazquez Vialard)
”Siguiendo
razonamiento
su
en
relación
con
el
directamente
la
propietario
que
construye
obra
sin ser su habitualidad, pero que no es para vivienda propia, el
mencionado
tratadista y Juez afirma que “no se plantea problema alguno pues el
propietario
es deudor directo (por lo que no puede ser solidario con obligaciones
de
tercero)” (Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo en pleno, fallo
cit.
en
párrafo
anterior).
Justamente se pronuncia Vazquez Vialard, para un caso semejante al
de
autos,
es
decir cuando el propietario no realiza la obra y la contrata totalmente
con
terceros. Dice: “no hay ninguna razón para exonerarlos de esa
responsabilidad,
a menos que el legislador haya querido introducir un galimatías, falto
además
de
todo
sentido.
Además, aún reconociendo esa obligación de garantía, tratándose de
deudas
laborales
por
la
construcción
de
inmuebles
de
su
propiedad, ésta está afectada al privilegio del crédito de los
trabajadores
(salvo que el propietario no haya hecho ejecutar la obra con fines de
lucro,
estimó que la única excepción sería la construcción de su vivienda –
art.
271
LCT; cfr.Kelmelmajer de Carlucci: “Privilegios de derecho del trabajo”
que
he
dirigido, t. V p. 639) (fallo referido en párrafos anteriores, voto en
disidencia
del
Dr.
Vázquez
Vialard).
Es obvio que el Banco Hipotecario S.A. realiza la operación comercial
que
incluye la construcción del inmueble con fines de lucro. Por ello, tal
cual
el
voto señalado en el caso “Loza….” que: “el propietario de un inmueble
en
el
que
se realizan obras de arquitectura o ingeniería que ha encomendado la
tarea
a
terceros (contratistas), responde por las obligaciones laborales de
éstos
(respecto de la construcción), en tanto no le haya exigido la constancia
de
su
inscripción (en realidad, no les haya reclamado la constancia de su
inscripción
como paso previo a la concertación de la que surge la relación
contractual).”
Es que siendo de aplicación el art. 32 de la ley 22250, el propietario
debió
exigir, con quien contrató la realización de la obra, su constancia de
inscripción en el Registro Nacional de la Industria de la Construcción.
En
autos, el Banco Hipotecario S.A. ni siquiera invocó como defensa de la
imputación de responsabilidad esta causal de exoneración y, menos
aún
la
acreditó, por lo que entiendo, el mismo es responsable en los términos
de
la
norma
citada.
Hoy este criterio doctrinario encuentra un nuevo apoyo en la segunda
parte
del
art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo (agregado por la ley 25013)
en
se
el
establece
que
expresamente:
"Los cedentes, contratistas o subcontratistas deberán exigir además a
sus
cesionarios o subcontratista, el número del código único de
identificación
laboral de cada uno de los trabajadores que presten servicios y la
constancia
del pago de las remuneraciones, copia firmada de los comprobantes
de
pago
mensuales al sistema de la seguridad social, una cuenta corriente
bancaria
de
la cual sea titular y una cobertura por riesgo del trabajo. Esta
responsabilidad
cumplimiento
del
principal
de
ejercer
el
control
sobre
el
de
las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas respecto
de
cada
uno de los trabajadores que presten servicios, no podrá delegarse en
terceros
y
deberá ser exhibido cada uno de los comprobantes y constancias a
pedido
del
trabajador y/o de la autoridad administrativa. El incumplimiento de
alguno
de
los requisitos hará responsable solidariamente al principal por las
obligaciones de los cesionados, contratistas o subcontratistas respecto
del
personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios
y
que
fueren emergentes de la relación laboral incluyendo su extinción y de
las
obligaciones de la seguridad social". El artículo concluye remarcando:
Las
disposiciones insertas en este artículo resultan aplicables al régimen
de
solidaridad específico previsto en el artículo 32 de la Ley 22.250.
De autos surge y ha quedado firme en la sentencia de primera
instancia,
que
el
empleador directo no realizó los pagos de los sueldos y entrega de
libreta,
también es claro que el Banco Hipotecario tampoco efectuó las tareas
de
controlar encomendadas por el artículo y, por no haberlo hecho y por
ello,
entiendo
también
que
es
responsable.
Por lo señalado es que voto por rechazar el recurso y confirmar la
sentencia
de
primera
El
instancia.Dr.
Luis
SILVA
ZAMBRANO
agrega:
No obstante la siempre muy valiosa opinión del Dr. Vázquez Vialard
traída
a
colación en el voto disidente, insistiré en mantener mi criterio
coincidente,
por lo demás, con el de la mayoría de la CNTrab. en el recordado
plenario
re:
in
“Loza”
(DT
1989-A-215;
LL
1989-A-606).
En efecto: más allá de los defectos expresivos –sistematización,
redacción
o
sintaxis- que quieran achacársele a la Ley 22.250, ella, a partir de los
términos de su art. 1, es clara al delimitar su ámbito de aplicación:
empresarios
y
trabajadores
de
la
construcción.
O sea que, más allá de la exclusión del art. 2 inc. b) que se refiere al
“propietario” que construye o refacciona (“por administración”, como
pacíficamente lo ha entendido la jurisprudencia) su “vivienda
individual”,
el
“propietario que no se desempeña como ‘constructor de obra’ está
excluido”
(voto del Dr. Moreno) de dicha área de vigencia legal, por más que,
como
acaece
en la especie, sea un “propietario” que lucra con la venta y/o
financiación
obras
de
edificadas
o
construidas.
Es que, como lo recuerda el Dr. Moreno en dicho pronunciamiento
plenario
citando conceptos enunciados por la Corte Suprema: “la inteligencia
de
las
leyes debe practicarse teniendo en cuenta el contexto general y los
fines
que
las informan, y a ese objeto la labor del intérprete debe ajustarse a un
examen
atento y profundo de sus términos que consulte la racionalidad del
precepto
y
la voluntad del legislador, extremos que no deben ser obviados por las
posibles
imperfecciones técnicas de la instrumentación legal, precisamente
para
evitar
la frustración de los objetivos de la norma...Además, los textos legales
deben
entenderse como coherentes...computando la totalidad de sus
preceptos...en
forma
que
la
mejor
concuerde
con
garantías
constitucionales...”
Y en suma: estimo que, precisamente aquí, no ha de caerse en el
olvido
de
la
admonición que el Alto Tribunal vertiera acerca de una indebida
extensión
de
la
solidaridad en materia de derecho laboral como agraviante del
derecho
constitucional de propiedad en el resonante caso “Rodríguez v. Cía.
Embotelladora....”
DT:
1993-A-753).
Así pues, como expresara al comienzo de este complemento, insisto
en
mi
postura
inicial.
Así
lo
voto.-
Existiendo disidencia en los votos emitidos precedentemente, se
integra
con
Sala
el
Dr.
Lorenzo
W.
GARCIA,
quien
manifiesta:
Por compartir los fundamentos vertidos en el voto del Dr. Enrique
VIDELA
SANCHEZ adhiero al mismo expidiéndome de igual modo.- Por lo
expuesto,
POR
SE
MAYORIA
RESUELVE:
1.- Confirmar la sentencia de fs. 293/295 vta. en cuanto fue materia de
recursos
y
agravios.-
2.- Imponer las costas de Alzada al apelante vencido (art.17 Ley
Nº921).3.- Regular los honorarios de esta Instancia en las siguientes sumas:
...(art.15,
LA).-
4.- Regístrese, notifíquese y, oportunamente, vuelvan los autos al
Juzgado
de
origen.Dr. Enrique VIDELA SANCHEZ - Dr. Luis SILVA ZAMBRANO - Dr.
Lorenzo
Dra.
W.
Mónica
MORALEJO
REGISTRADO
AL
Protocolo
SENTENCIAS
de
GARCIA.
Nº
37
Fuente: Sitio Oficial PJN
Fernández Madrid y Capón Filas
-
-
Tº
-S
I
A
SECRETARIA.
L
Fº
A
176
I-
Año
/
181.
2006.
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