1.-INTRODUCCIà N drogadicción

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1.-INTRODUCCIÃ N
La drogadicción es una enfermedad que tiene su origen en el cerebro de un gran número de seres humanos.
La enfermedad se caracteriza por su cronicidad o larga duración, su progresión y las recaÃ−das.
Se debe entender que el adicto seguirá siendo un adicto mientras viva, es decir, que el individuo se rehabilita
para poder vivir sin consumir la droga y, de allÃ− en adelante, éste será un adicto en remisión, no
estará usando la droga, pero para mantenerse en ese estado de abstinencia o remisión no podrá bajar la
guardia.
Una droga es cualquier sustancia quÃ−mica, natural o sintética, que una vez ingerida altera la
conducta, la percepción, modifica el estado de ánimo y aumenta o disminuye el rendimiento fÃ−sico o
psÃ−quico. Su caracterÃ−stica más importante es que crean hábito y hay un deseo irreprimible de
repetir su uso, porque confieren al hombre una sensación de bienestar.
Existe una segunda concepción que es de carácter social, según ésta las drogas son sustancias
prohibidas, nocivas para la salud, de las cuales se abusan y que en alguna forma traen un perjuicio individual
y social.
Como se ve, un elemento importante es la intencionalidad y el propósito de alterarse mentalmente en algunas
de las formas, ya sea deprimiéndose, alucinándose o estimulándose. Luego nos queda el problema
dónde actúan estas sustancias, ya que todas estas drogas tienen un elemento básico en el organismo que es
el sistema nervioso central el cual es la estructura más delicada y el más importante que tiene el ser
humano, y si estas sustancias actúan sobre esas estructuras dañándolas, perjudicándolas,
indudablemente que van constituir un elemento grave y peligroso para la colectividad; para la salud individual
y lógicamente para la salud pública
Para que una droga sea considerada como tal deben cumplirse las siguientes condiciones:
• Ser sustancias que introducidas en un organismo vivo son capaces de alterar o modificar una o varias
funciones psÃ−quicas de éste (carácter psicotrópico o psicoactivo).
• Inducir a las personas que las toman a repetir su auto administración por el placer que generan; el
cese en su consumo puede dar lugar a un gran malestar somático o psÃ−quico (dependencia fÃ−sica
o psicológica).
• No tener ninguna aplicación médica y si la tuvieran, poder ser usadas con fines no terapéuticos.
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2.-CLASIFICACIÃ N DE LAS DROGAS
Las drogas actualmente se clasifican según sus efectos farmacológicos; los más destacados son los
siguientes:
-Clasificación de las drogas según sus efectos sobre el sistema nerviosos central:
*Depresores del sistema nervioso central o Psicolépticos: inhiben el funcionamiento del sistema nervioso
central, enlenteciendo la actividad nerviosa y el ritmo de las funciones corporales.
Ejemplo: heroÃ−na, morfina, metadona, benzodiacepinas o barbitúricos.
*Estimulantes o Psicoanalépticos: producen una activación general del sistema nervioso central, dando
lugar a un incremento de las funciones corporales.
Ejemplo: la cocaÃ−na o las anfetaminas, la nicotina o las xantinas: cafeÃ−na, teÃ−na, teobromina.
*Alucinógenos o Psicodislépticos: también conocidos como Perturbadores. Producen un estado de
conciencia alterado, deforman la percepción y evocan imágenes sensoriales sin entrada sensorial.
Ejemplo: el LSD o las drogas de sÃ−ntesis (que por los efectos que producen serÃ−an más bien
consideradas como sustancias mixtas estimulantes-alucinógenas).
Otra clasificación:
-Drogas duras:
*La cocaÃ−na, los opioides (morfina, heroÃ−na, etc.), el alcohol, o las anfetaminas.
-Drogas blandas:
*Los derivados del cannabis (marihuana, hachÃ−s, etc.), a la cafeÃ−na, etc. Por lo general el término se
aplica a sustancias cuyo consumo no conlleva patrones de comportamiento social desadaptativos.
-Drogas legales:
*Alcohol, tabaco, psicofármacos, estimulantes menores y otras sustancias como por ejemplo la metadona,
bajo prescripción médica.
-Drogas ilegales:
*Son todas las que no forman parte del apartado anterior y a las que se accede a través del mercado negro
(se incluirÃ−a aquÃ−, por ejemplo, la metadona obtenida subrepticiamente aunque inicialmente haya sido
dispensada a partir de vÃ−as legales): Derivados del cannabis, heroÃ−na, cocaÃ−na, etc.
3.-DEPENDENCIA
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La dependencia es el estado del individuo mediante el cual crea y mantiene constantemente un deseo de
ingerir alguna sustancia. Si éste deseo se mantiene por mecanismos metabólicos y su falta crea un
sÃ−ndrome de abstinencia, se denomina dependencia fÃ−sica. Si la dependencia se mantiene por mecanismos
psicosociales, suele definirse como dependencia psÃ−quica o psicosocial.
Habitualmente, el término dependencia se utiliza como sinónimo de adicción, sin embargo, los
aportes más recientes realizados desde la clÃ−nica y la neurociencia, han llevado a diferenciar entre ambos
términos.Â
La dependencia de una sustancia / medicamento puede ser:
• FÃ−sica
La dependencia fÃ−sica de las drogas de abuso se produce como resultado de neuroadaptaciones en los
circuitos cerebrales que controlan determinadas funciones como la frecuencia cardÃ−aca o la presión
arterial. El alcohol, los barbitúricos y los opiáceos (como la heroÃ−na) producen dependencia fÃ−sica.
• Psicológica
Mientras que otras drogas con alto potencial adictivo como la cocaÃ−na o la anfetamina producen
dependencia psicológica pero no fÃ−sica.
• De ambos tipos.Â
Para la mayorÃ−a de sustancias adictivas, los antecedentes de tolerancia o abstinencia previa se asocian a un
curso clÃ−nico más grave.Â
Según EddÃ− y cols (1965) la dependencia fÃ−sica es un estado adaptativo que se manifiesta por intensas
alteraciones fÃ−sicas cuando se suspende la administración de una droga. Por el contrario definieron la
dependencia psÃ−quica como un estado en el que una droga produce una sensación de satisfacción y una
motivación psÃ−quica que requiere la administración periódica o continuada de la droga para producir
placer o evitar sensaciones desagradables.
En sentido estricto, la dependencia, no es un fenómeno exclusivo de las drogas de abuso, ya que muchos
fármacos utilizados en medicina también producen tolerancia, dependencia y sÃ−ndrome de abstinencia
sin producir necesidad compulsiva de consumo. Por ejemplo,Â
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• los agonistas ß-adrenérgicos utilizados para el tratamiento del asma.
• los agonistas α-adrenérgicos utilizados como descongestivos nasales.
• Algunos pacientes médicos o después de una intervención quirúrgica pueden presentar
tolerancia a opiáceos prescritos (normalmente la morfina) y experimentan sintomatologÃ−a de
abstinencia cuando cesa la medicación. Sin embargo, estos pacientes no presentan uso compulsivo
de morfina ni sienten la necesidad de consumir, es decir, no presentan adicción a la morfina, aunque
sÃ− dependencia fisiológica entendida en el sentido estricto. Â
La adicción a sustancias tiene muchas definiciones, pero los aspectos centrales de las definiciones más
modernas, como la de la American Psychiatric Association (Asociación americana de psiquiatrÃ−a), incluye
el uso compulsivo de una droga y la incapacidad de controlar dicho uso a pesar de consecuencias negativas.
La vida de la persona adicta gira alrededor de la obtención de la droga, su uso y la recuperación de los
efectos de la misma a pesar de las complicaciones médicas, los fracasos en la vida y los problemas
interpersonales serios. Aunque no es una caracterÃ−stica de la definición, la negación del problema es casi
universal en por lo menos algunas fases de la vida de la persona adicta.
El término adicción deriva del vocablo latino addicere “condenar”. Alguien que es adicto a una droga
está, de alguna manera, condenado a unas condiciones de servilismo involuntario, está obligado a cumplir
las demandas de su dependencia a las drogas.
Las personas que habitualmente toman drogas se vuelven dependientes fÃ−sicamente de las mismas, es decir,
muestran tolerancia y sÃ−ndrome de abstinencia.
La tolerancia es la disminución de la sensibilidad a la droga como consecuencia de su consumo continuado;
para que la droga sea efectiva, el consumidor debe tomar cada vez mayores cantidades de droga.
El sÃ−ndrome de abstinencia es consecuencia de los cambios adaptativos provocados por el consumo
continuado de la sustancia.
Es el conjunto de sÃ−ntomas fÃ−sicos que se ponen de manifiesto cuando se deja de consumir de manera
repentina una sustancia adictiva y cuando disminuye la concentración en la sangre o en los tejidos de un
individuo que ha mantenido un consumo prolongado de grandes cantidades de esa sustancia.
Los sÃ−ntomas de abstinencia son normalmente opuestos a los efectos agudos de cada sustancia adictiva y
varÃ−an mucho según la clase de sustancia. Hay signos fisiológicos comunes fáciles de identificar en la
abstinencia del alcohol, los opioides, los sedantes, los hipnóticos y los ansiolÃ−ticos. Los signos y
sÃ−ntomas de abstinencia de los estimulantes como las anfetaminas, la cocaÃ−na, la nicotina y el cannabis
son más difÃ−ciles de identificar ya que pertenecen a la esfera emocional y cognitiva.
4.-MECANISMOS NEURALES
Todos los reforzantes naturales (comida para un animal hambriento, agua para uno sediento o en contacto
sexual) tienen un efecto fisiológico común: causan la liberación de dopamina en el núcleo accumbens.
Hay veces que los estÃ−mulos aversivos también pueden desencadenar la liberación de dopamina en el
núcleo accumbens. La liberación de dopamina parece ser una condición necesaria (pero no suficiente)
para que tenga lugar el refuerzo positivo.
Las drogas adictivas -entre ellas, la anfetamina, la cocaÃ−na, los opiáceos, la nicotina, el alcohol, la PCP y
en cannabis- desencadenan la liberación de dopamina. Algunas drogas lo hacen aumentando la actividad de
las neuronas dopaminérgicas del sistema mesolÃ−mbico, que se origina en el área tegmental ventral y
termina en el núcleo accumbens.
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Otras drogas inhiben la recaptación de dopamina por los botones terminales y asÃ− facilitan los efectos
postsinápticos de la dopamina. Si se evita la liberación de dopamina en el núcleo accumbens dañando
las neuronas mesolÃ−mbicas, la mayorÃ−a de las drogas adictivas pierden sus efectos reforzantes.
5.-SENSIBILIZACIÃ N
Hasta hace relativamente poco tiempo, se asumÃ−a que los conceptos básicos para hablar de adicción a
sustancias eran la tolerancia y la dependencia fÃ−sica o psicológica y sÃ−ndrome de abstinencia. Sin
embargo, actualmente está bien establecido que no puede entenderse la adicción sin aceptar que en este
trastorno se produce otro proceso esencial, la sensibilización.Â
Se entiende por sensibilización el aumento de algunos de los efectos farmacológicos y conductuales de una
sustancia. Con la sensibilización aumentan las propiedades reforzantes, motivacionales e incentivas de la
droga y por tanto el “valor” de su consumo. Muchas sustancias adictivas producen sensibilización. De
manera clara, se relaciona con los estimulantes como la cocaÃ−na o las anfetaminas, aunque también
produce sensibilización los opiáceos como la heroÃ−na e, incluso, el alcohol.Â
La sensibilización depende del patrón de consumo de la sustancia y, normalmente se produce con claridad
con un consumo repetido e intermitente de la sustancia que es, precisamente, el tipo de patrón de consumo
en los humanos. Es decir, episodios de ingesta seguidos de horas o dÃ−as de no consumo.
La tolerancia a algunos de los efectos de la droga puede coexistir con la sensibilización a otros de sus
efectos, seguramente en función de los circuitos neuronales implicados en cada uno de los efectos. Esta
coexistencia contribuye a exacerbar los efectos de las sustancias adictivas.
6.-ABUSO
Abuso es el consumo repetido y desadaptativo de las sustancias con consecuencias adversas significativas
relacionadas con este consumo repetido. Por ejemplo, puede darse el incumplimiento de obligaciones
escolares o laborales, consumo repetido en situaciones en que hacerlo es fÃ−sicamente peligroso
(conducción de un automóvil), problemas interpersonales o sociales recurrentes.
A diferencia de la adicción, el abuso de sustancias no incluye la tolerancia, la abstinencia ni el patrón de
uso compulsivo, en su lugar incluye solo las consecuencias negativas del consumo repetido.Â
7.-TEORÃ AS DE LA ADICCIÃ NÂ
¿Qué motiva el consumo de sustancias? ¿Qué factores determinan que un individuo empiece a
consumir de manera continuada y acabe convirtiéndose en un adicto?
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En términos generales podemos decir que se han elaborado, esencialmente, tres teorÃ−as de la adicción.
A)  El consumo como fuente de obtención de placer (refuerzo positivo)
Esta es la teorÃ−a más tradicional y, ya obsoleta, de la adicción. Clásicamente, se ha creÃ−do que las
personas que consumÃ−an droga lo hacÃ−an por el placer de su consumo, es decir, por “vicio”.Â
Es cierto que en un principio, el consumo de una sustancia adictiva viene determinado por su capacidad de
producir placer, o de elevar o alterar el estado de ánimo. Por ejemplo, los opiáceos producen una
sensación de bienestar, la cocaÃ−na de euforia, el NMDA aumenta la capacidad de comunicación, el
alcohol produce sedación.Â
Pero este efecto placentero se acaba pronto y en su lugar aparecen toda una serie de otros factores y problemas
que van consolidando la adicción. Sin embargo, el placer no explica el uso continuado de la sustancia, ya que
disminuye rápidamente con el tiempo por el efecto de la tolerancia. Además, el placer producido por las
sustancias adictivas también disminuye por las complicaciones médicas y de otras Ã−ndoles producidas
por estas sustancias adictivas
Se dice que la urgencia del refuerzo tiene preferencia sobre la cantidad. Este fenómeno explicarÃ−a por
qué las drogas más adictivas son aquellas que tienen efectos inmediatos. Como ejemplo citamos a los
consumidores de heroÃ−na, los cuales prefieren esta droga frente a la morfina no porque la heroÃ−na tenga
efectos diferentes, sino porque tiene un efecto más rápido. De hecho la heroÃ−na se convierte en morfina
tan pronto como alcanza el encéfalo, pero debido a que la heroÃ−na es un lÃ−pido más soluble, atraviesa
la barrera hematoencefálica más rápidamente, y sus efectos sobre el encéfalo se sienten antes que los
de la morfina.
B)Â Â Consumo para contrarrestar los efectos negativos de la abstinencia (refuerzo negativo)
De acuerdo con esta concepción, el sujeto consume para evitar los desagradables sÃ−ntomas de la
abstinencia, ya sean sÃ−ntomas fÃ−sicos, temblor, taquicardia.., o psicológicos, como estados de ánimo
disfóricos o depresión; es lo que se denomina sÃ−ndrome de abstinencia. En términos técnicos,
podemos decir que la persona continua consumiendo porque la droga está actuando como refuerzo negativo.
Puede hablarse también de automedicación.
Koob and Le Moal lo han explicado muy bien en su teorÃ−a “el espiral adictivo” o como más recientemente
lo han denominado, “la cara oscura de la adicción” (Koob and Le Moal, 2005).
En estos momentos nadie puede negar la importancia del consumo para evitar los efectos negativos de la
abstinencia. Sin embargo, actualmente es bien conocido que el sÃ−ndrome de abstinencia desaparece por
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término medio, una semana después de haber dejado de consumir la sustancia, a lo sumo puede durar dos
semanas. Si además, el paciente sigue un tratamiento farmacológico, el sÃ−ndrome de abstinencia queda
completamente compensado. Y entonces la pregunta es: ¿qué mantiene el deseo de consumo y
desencadena la recaÃ−da cuando el sÃ−ndrome de abstinencia ha desaparecido ya completamente?
C)  La adicción como sensibilización a la sustancia adictiva
Actualmente se sabe con certeza que el intento de evitar la sintomatologÃ−a de abstinencia no explica la
adicción.
Los pacientes adictos explican frecuentemente su uso continuado de la sustancia como un intento de
experimentar de nuevo los efectos del primer o primeros consumos, muchas veces sin conseguirlo debido al
fenómeno de la tolerancia. Lo cierto es que a medida que pasa el tiempo, el individuo que abusa de la droga
puede ir experimentando un deseo creciente, no controlable de consumir la sustancia. Este deseo (denominado
con el término anglosajón craving), se experimenta más cuando el individuo no está consumiendo y,
sobre todo, cuando empieza a hacer esfuerzos por no consumir.Â
En este momento en que el deseo de consumo empieza a ser intenso y a estar muy presente en el pensamiento
del individuo, es cuando empiezan a aparecer las primeras sombras del trastorno adictivo. A partir de este
momento, cualquier estÃ−mulo ambiental, un ruido, una luz, un olor, un amigo o compañero de consumo,
un lugar habitual, desencadenan un deseo irrefrenable, que puede aparecer de forma inesperada, aunque el
individuo no hubiera estado pensando conscientemente en consumir.Â
PodrÃ−a decirse, que el adicto se ha sensibilizado a la droga y a los estÃ−mulos que la recuerdan. Los
clÃ−nicos que se dedican al tratamiento de las adicciones conocen bien este fenómeno.
Robinson y Berridge, dos autores que han trabajado en el campo de la adicción, han elaborado una teorÃ−a
conocida como “teorÃ−a de la sensibilización del incentivo”, en la que explican bien este proceso. En esta
teorÃ−a se expone que, mientras que en el uso esporádico de la droga, en las primeras etapas de consumo,
cuando todavÃ−a no se puede hablar de adicción, la emoción predominante es el gusto o placer del
consumo.Â
Sin embargo, cuando la adicción se ha consolidado, la emoción que domina al individuo es la necesidad
y la urgencia por consumir (craving). Estos autores explican en su teorÃ−a, los circuitos cerebrales
implicados en este proceso, que incluyen el NAc, pero también la amÃ−gdala y el cortex prefrontal, que
resultarÃ−an hipersensibilizados por el consumo continuado de la sustancia adictiva (Robinson and Berridge,
2001).
8.-DROGAS DE CONSUMO FRECUENTE
Se sabe que los seres humanos son capaces de abusar de una enorme variedad de drogas, como el alcohol,
barbitúricos, opiáceos, tabaco, anfetaminas, cocaÃ−na, marihuana, alucinógenos como LSD, PCP,
solventes volátiles tales como pegamento o incluso gasolina, éter, y monóxido de dinitrógeno.
Obviamente, no pretendemos estudiar todas estas drogas en profundidad, de manera, que limitaremos la
discusión a aquellas más importantes en cuanto a popularidad y potencial de adicción.
• OPIÔCEOS
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El opio, derivado de una resina pegajosa producida por la adormidera del opio, ha sido ingerido y fumado
durante siglos. La adicción a opiáceos tiene varios altos costes, personales y sociales. En primer lugar,
debido a que la heroÃ−na, el opiáceo que se consume más frecuentemente, es una droga ilegal en la
mayorÃ−a de paÃ−ses y un adicto se transforma por definición, en un criminal. En segundo lugar, debido a
la tolerancia, la persona tiene que ir aumentando su dosis de droga para mantener sus efectos. El hábito,
entonces, se vuelve cada vez más caro, y el adicto muy a menudo se ve obligado a delinquir para obtener el
dinero que necesita para costearlo. En tercer lugar, una persona adicta a los opiáceos utiliza a menudo
jeringuillas en condiciones no higiénicas; esta es la vÃ−a a través de la cual un alto porcentaje de
personas se que inyectan drogas ilÃ−citas, están expuestas a hepatitis o al virus del SIDA.
Los opiáceos son secretados cuando el animal lleva a cabo conductas que son importantes para su
supervivencia o la supervivencia de su especie. Por esta razón, los procesos evolutivos han equipado a los
mamÃ−feros con circuitos de neuronas que liberan opioides endógenos cuando un animal está luchando o
apareándose. Estos compuestos quÃ−micos estimulan los receptores que producen analgesia que reducen los
efectos inhibitorios del dolor y el refuerzo positivo que impulsa al animal a continuar lo que está haciendo.
El problema, es por supuesto, que cuando una persona toma un opiáceo artificial, los efectos de la droga
impulsan a la persona a continuar tomándola.
Cuando se administra un opiáceo por vÃ−a sistémica, éste estimula a los receptores opioides
localizados en neuronas localizadas en diferentes partes del cerebro y produciendo una variedad de efectos
como analgesia, hipotermia, sedación y refuerzo. Los receptores opioides de la sustancia gris
periacueductal son principalmente responsables del efecto analgésico, los del área preóptica son
responsables de la hipotermia y los de la formación reticular mesencefálica son responsables de la
sedación. Como se verá, los receptores opioides del área tegmental ventral y del núcleo accumbens
pueden jugar un papel en los efectos reforzantes de los opiáceos, pero otras regiones también parecen ser
importantes.
Existen 3 tipos de receptores opiáceos:
• µ (mu)
• δ (delta)
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• Î (kappa)
La evidencia sugiere que los receptores mu y delta son responsables del refuerzo y la analgesia, y que la
estimulación de los receptores mu produce efectos aversivos.
Tabla . Agonistas y antagonistas de receptores opioides.
Los receptores k participan en funciones como la diuresis, la nocicepción, la alimentación y las secreciones
endocrinas. El U50488, que es un agonista del receptor k, modula en forma inhibitoria a los canales de calcio
en las neuronas de los ganglios de la raÃ−z dorsal, lo que indica su papel en el control de la aferencia
sensorial. En las células ciliadas del sistema vestibular y en las células cocleares del oÃ−do interno, los
receptores k modulan negativamente la corriente de calcio, contribuyendo al control del flujo de información
al sistema nervioso central.
Modulación de la corriente de calcio en las células cocleares externas por la activación de receptores
opioides tipo k. En A, microfotografÃ−a de una célula aislada de la coclea de la rata. En B se observa un
registro de la corriente de calcio en condición control y luego de la aplicación de U-50488 en
concentración 0.1 mM.
La activación de receptores opioides involucra segundos mensajeros celulares entre los que se encuentran: la
activación de fosfolipasa A2 (PLA2); la fosfolipasa Cb (PLCb), posiblemente a través de la activación
directa de la subunidad bg de la proteÃ−na G e incrementan la actividad de la cinasa MAP. En algunos casos,
participan en la potenciación de corrientes glutamatérgicas por medio de la proteÃ−na cinasa C (PKC) o
bien, inhiben la liberación de neurotransmisor.
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Las sustancias quÃ−micas que estimulan los receptores opioides kappa, incluyendo a la dinorfina (un opioide
endógeno) y varios agonistas artificiales de receptor kappa producen efectos aversivos. La infusión de
agonistas del receptor kappa en varias regiones cerebrales, incluyendo la sustancia gris periacueductal, el
área tegmental ventral y el núcleo accumbens, tiene efectos aversivos. Los agonistas del receptor kappa,
actuando en neuronas del área tegmental ventral y del núcleo accumbens, reducen dramáticamente la
liberación de dopamina en el núcleo accumbens - un fenómeno que ocurre durante la abstinencia tras un
largo periodo de administración de opiáceos.
La inyección de un opiáceo en el área tegmental ventral activa las neuronas dopaminérgicas allÃ−
localizadas, disminuyendo la actividad de las neuronas secretoras de GABA que normalmente inhiben las
neuronas DA.Los efectos reforzantes de los opiáceos están producidos por la activación de neuronas del
sistema mesolÃ−mbico y la liberación de dopamina en el núcleo accumbens. Varios estudios han
encontrado que las lesiones del núcleo accumbens no impiden que los opiáceos refuercen la conducta.
A diferencia de otras drogas adictivas, los opiáceos no necesitan desencadenar la liberación de dopamina
por las neuronas del sistema mesolÃ−mbico para reforzar la conducta.
Cuando los receptores mu son activados por un opiáceo, se modifica la producción de AMPc en el interior
de la célula. Este segundo mensajero se desplaza hasta el núcleo donde se une con la proteÃ−na CREB.
La CREB, en sÃ−, interviene en la regulación de la actividad de ciertos genes. TodavÃ−a no se conoce lo
que ocurre exactamente en el núcleo cuando la CREB es activada por el AMPc.
Se sabe que en la CREB juega un papel crÃ−tico en los eventos intracelulares responsables de los efectos de
la abstinencia de opioides. SerÃ−a interesante saber si otras drogas que producen efectos de abstinencia, como
el alcohol, implican también este mecanismo.
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Cuando una señal llega al final del axón, la dopamina (en naranja) es liberada en la sinapsis. Cruza hacia la
segunda neurona, donde se une y estimula a los receptores dopaminérgicos (en azul), generando una señal
en la segunda neurona. La dopamina es luego liberada del receptor y cruza de regreso a la primera neurona
donde es tomada por los transportadores de dopamina (moléculas de retoma, rojo) para reutilizarla.
EFECTOS Y SINTOMATOLOGÃ A
Los primeros efectos del abuso de heroÃ−na aparecen poco después de la primera dosis y desaparecen en
unas cuantas horas. Después de una inyección de la droga, se siente un brote de euforia ("rush")
acompañado de un cálido sonrojo de la piel, la boca se seca y los brazos y las piernas se ponen pesados.
Después de toda esta euforia inicial, se siente "volando", se está despierto y dormido a la vez, la mente se
turba porque el sistema nervioso central se ha debilitado.
Los efectos que se dan después que la droga se ha estado usando repetidamente son que se puede sufrir un
colapso en las venas, infectarse el endocardio y las válvulas del corazón, abscesos, celulitis y enfermedades
al hÃ−gado. Puede haber complicaciones pulmonares, incluso varios tipos de neumonÃ−a, como resultado
del mal estado de salud, asÃ− como por los efectos depresivos de la heroÃ−na sobre la respiración.
Además de los efectos de la misma droga, la heroÃ−na que se vende en la calle puede tener aditivos que no
se disuelven con facilidad y obstruyen los vasos sanguÃ−neos que van a los pulmones, el hÃ−gado, los
riñones o el cerebro. Esto puede infectar o hasta matar los pequeños grupos de células en los órganos
vitales.
El uso regular de la heroÃ−na produce mayor tolerancia a la droga, esto quiere decir que uno debe usar mayor
cantidad para obtener la misma sensación. Este uso de mayores dosis lleva, con el tiempo, a la dependencia
fÃ−sica, en la que el cuerpo, al haberse acostumbrado a la droga, puede sufrir sÃ−ntomas por abstinencia si
reduce o abandona su uso.
Los sÃ−ntomas por abstinencia, pueden ocurrir varias horas después de la última administración de
heroÃ−na, provocando el deseo de usar la droga, agitación, dolores en los músculos y en los huesos,
insomnio, diarrea y vómitos, escalofrÃ−os con piel de gallina, movimientos de patadas y otros sÃ−ntomas.
• COCAÃ NA Y ANFETAMINA
La cocaÃ−na es un alcaloide contenido en las hojas del arbusto «Erythroxylon coca» siendo
quÃ−micamente un derivado de la latropina. Es un estimulante cerebral extremadamente potente, de efectos
similares a las anfetaminas. Además, es un enérgico vasoconstrictor y anestésico local, siendo
absorbido por las mucosas nasales cuando se la aspira, se metaboliza en el hÃ−gado y se elimina por la orina.
En los casos de intoxicación aguda, sus efectos, que consisten en la hiperestimulación, el aumento de la
presión sanguÃ−nea y la aceleración del ritmo cardÃ−aco, seguidos de una subestimulación, con
parálisis muscular y dificultades respiratorias, puede terminar en un colapso cardiocirculatorio.
La cocaÃ−na estimula el sistema nervioso central, actuando directamente sobre el cerebro. Sus efectos
fisiológicos inmediatos son: sudoración, aumento en la potencia muscular, midriasis, incremento de
actividad cardÃ−aca y presión sanguÃ−nea, dilatación de los vasos sanguÃ−neos periféricos,
convulsiones, aumento en el ritmo respiratorio y de la temperatura corporal. Estos sÃ−ntomas pueden
provocar la muerte por paro cardÃ−aco o fallas respiratorias. Además se presentan irritaciones y úlceras en
la mucosa nasal.
La cocaÃ−na y la anfetamina tienen efectos comportamentales similares, ya que ambas actúan como
potentes agonistas dopaminérgicos. Sin embargo, sus lugares de acción son distintos. La cocaÃ−na se une
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y desactiva las proteÃ−nas del transportador de dopamina, bloqueando asÃ− la recaptación de dopamina
tras ser liberada por los botones terminales. La anfetamina inhibe también la recaptación de dopamina,
pero su efecto más importante es estimular directamente la liberación de dopamina desde los botones
terminales. La cocaÃ−na en forma de base libre, una forma particularmente potente de la droga, se fuma,
penetrando en el torrente sanguÃ−neo de los pulmones y alcanzando el cerebro rápidamente.
Debido a que sus efectos son tan potentes y tan rápidos, es probablemente el reforzador más efectivo de
todas las drogas disponibles.
Los animales de laboratorio, que aprenden rápidamente a autoadministrarse cocaÃ−na por vÃ−a
intravenosa, también se excitan y muestran una intensa actividad exploratoria. Tras recibir la droga por uno
o dos dÃ−as, las ratas comienzan a mostrar movimientos estereotipados, como acicalamiento, balanceo de
cabeza y locomoción incesante. Si las ratas o monos pueden acceder continuamente a una palanca que les
permite autoadministrarse cocaÃ−na, a menudo se autoinyectan tanta que mueren. De hecho, Bozarth y Wise
(1985), encontraron que las ratas que se autoadministraban cocaÃ−na tenÃ−an una probabilidad casi tres
veces más alta de morir que las ratas que se administraban a sÃ− mismas heroÃ−na.
Uno de los efectos alarmantes de la cocaÃ−na y la anfetamina observado en personas que abusan con
regularidad de estas drogas es un comportamiento psicótico: alucinaciones, delirios de persecución,
cambios de humor y conductas repetitivas. Estos sÃ−ntomas se asemejan tanto a los de la esquizofrenia
paranoide que incluso un profesional de la salud mental no puede distinguirlos a no ser que conozca el
historial de consumo de la droga de la persona.
Algunos datos sugieren que el consumo de estimulantes tanto de la cocaÃ−na y la anfetamina puede tener
efectos adversos a largo plazo en el cerebro. Por ejemplo, un estudio TEP de McCann y cols. (1998)
descubrió que individuos que abusaban previamente de la metanfetamina, mostraban una disminución en el
número de transportadores de dopamina en el núcleo caudado y en el putamen, pese a que se habÃ−an
abstenido de la droga durante aproximadamente tres años. La disminución de la cantidad de
transportadores de dopamina, sugiere que el número de terminales dopaminérgicos en estas regiones
cerebrales está disminuido. Como señalan los autores, estas personas podrÃ−an tener un mayor riesgo de
padecer la enfermedad de Parkinson a medida que envejecen.
El sistema dopaminérgico mesolÃ−mbico juega un papel esencial en todas las formas de refuerzo,
excepto quizás en el refuerzo mediado por receptores opioides. Ya que la cocaÃ−na y la anfetamina son
potentes agonistas dopaminérgicos, estas drogas activan el sistema mesolÃ−mbico y refuerzan la conducta
de búsqueda de la droga.
Debido a que la cocaÃ−na es actualmente la droga estimulante de elección preferente, se ha dedicado más
esfuerzo a investigar la cocaÃ−na que la anfetamina.
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Varias lÃ−neas de investigación indican asimismo que el núcleo accumbens es un lugar clave en los
efectos reforzantes de la cocaÃ−na y anfetamina. Por ejemplo, si se inyectan compuestos que bloquean los
receptores de dopamina en el núcleo accumbens, la cocaÃ−na pierde gran parte de su efecto reforzante.
Además, las lesiones del núcleo accumbens o la destrucción de sus receptores dopaminérgicos con una
inyección local de 6- hidroxidopamina (6-HD) interfiere en los efectos reforzantes tanto de la anfetamina
como de la cocaÃ−na. Caine y Koob (1994) encontraron que tras inyectar 6-HD en el núcleo accumbens, las
ratas dejaban de presionar una palanca que suministraba inyecciones intravenosas de cocaÃ−na. Los animales,
sin embargo, continuaban presionando la palanca cuando esto causaba el suministro de un pequeño pellet
(pella o bolita) de comida. AsÃ−, el daño causado por la toxina 6-HD no interfirió simplemente en la
capacidad del animal para presionar la palanca.
13
Esta diapositiva muestra las imágenes de un cerebro humano tomadas a diferentes intervalos después de la
administración de cocaÃ−na radioactiva. Debido a que la droga fue “radiocargada” los cientÃ−ficos pueden
ver precisamente donde la cocaÃ−na se une (señales amarillas y por cuanto tiempo. Tales estudios
enseñan a los cientÃ−ficos más acerca de como la cocaÃ−na ejerce sus efectos devastadores, y puede
ilustrar a la gente en términos reales que sucede a sus cerebros con las drogas
El consumo prolongado de cocaÃ−na y anfetamina no produce tolerancia e incluso es probable que produzca
sensibilización a los efectos de la droga. Pero, aunque la abstinencia tras un consumo prolongado de
cocaÃ−na no causa sÃ−ntomas fÃ−sicos, causa sentimientos desagradables entre ellos, disforia y
disminución de la capacidad de experimentar placer.
La abstinencia de una serie de diversas drogas - incluyendo cocaÃ−na y anfetamina- causa una drástica
caÃ−da del nivel de dopamina en el núcleo accumbens. Esta disminución de la dopamina extracelular
parece estar causada por un aumento en la secreción de dinorfina, el opioide endógeno que estimula los
receptores kappa. La dinorfina parece actuar como un freno en el sistema dopaminérgico del núcleo
accumbens. Los receptores kappa funcionan como heterorreceptores en los botones terminales
dopaminérgicos, donde producen inhibición presináptica; por lo tanto, la dinorfina tiene un efecto
inhibidor en la liberación de dopamina e invierte los efectos de la cocaÃ−na.
El consumo crónico, a largo plazo, de cocaÃ−na o anfetamina sensibiliza las neuronas secretoras de
dinorfina del núcleo accumbens. El aumento de liberación de dinorfina estimula los receptores
presinápticos opioides kappa en los botones terminales dopaminérgicos, lo cual disminuye la liberación
de dopamina. Luego, si se suprime bruscamente la ingesta de cocaÃ−na o anfetamina, la actividad que
14
continúa de las neuronas secretoras de dinorfina reduce los niveles de dopamina en el núcleo accumbens,
causando los desagradables sÃ−ntomas que acompañan al cese de estas drogas.
Esta droga se absorbe bien a través del tracto gastrointestinal y se distribuye rápidamente por todos los
tejidos y lÃ−quidos orgánicos alcanzando altas concentraciones en el cerebro y el lÃ−quido
cefalorraquÃ−deo. Al ser una amina simpaticomimética actúa como agonista en los receptores de
adrenalina y noradrenalina inhibiendo su recaptura y provocando un efecto prolongado de estimulación en el
SNC. Afecta el hipotálamo, sitio donde se localizan los centros reguladores del hambre y la saciedad
ocasionando falta de apetito, y se cree que interactúa también con los transportadores responsables de la
captación de dopamina y 5-HT.
La cocaÃ−na estimula el sistema nervioso central. Sus efectos inmediatos incluyen:
15
• dilatación de las pupilas
• aumento de la presión sanguÃ−nea,
• del ritmo cardiaco y respiratorio
• aumento en la temperatura del cuerpo
• Su uso ocasional puede producir...
• congestión o drenaje de la nariz
• ulceración de la membrana mucosa de la nariz
• la inyección de cocaÃ−na con equipo contaminado puede producir SIDA, hepatitis y otras
enfermedades.
El uso crónico de esta droga causa los siguientes sÃ−ntomas en el organismo en adición a los efectos arriba
mencionados:
• dolor abdominal
• nauseas
• vómitos
• respiración irregular
• convulsiones
• paro cardiaco
El consumo de anfetaminas produce en el cuerpo los siguientes sÃ−ntomas:
• acelera el ritmo cardiaco y pulmonar
• dilata las pupilas
• reduce el apetito
• produce sequedad en la boca
• sudores
• dolores de cabeza
• pérdida de visión
• mareos
• insomnio
• ansiedad
• A largo plazo y/o usadas en dosis elevadas, ocasionan:
• temblores
• pérdida de coordinación
• colapso fÃ−sico
• daño a riñones y tejidos
• depresión
• malnutrición
• aumento repentino de presión sanguÃ−nea que puede producir la muerte por ataque, fiebre
muy alta o insuficiencia cardiaca.
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Estas tomografÃ−as cerebrales muestran la cantidad de actividad de la serotonina en un perÃ−odo de
40 minutos en una persona  no consumidora (izquierda) y en un consumidor del MDMA (derecha).
Las áreas negras en el consumidor del MDMA muestran daño debido al uso crónico del MDMA.Â
En las personas que habÃ−an usado el MDMA, las imágenes PET mostraron reducción significativa en los
números de transportadores de serotonina, los sitios en las superficies de las neuronas que reabsorben la
serotonina del espacio entre las células después de que ha completado su trabajo. La reducción duradera
de los transportadores de serotonina ocurrió por todo el cerebro, y las personas que habÃ−an usado el
MDMA más frecuentemente perdieron más transportadores de serotonina que aquellos que habÃ−an usado
la droga menos.
• NICOTINA
La adicción al tabaco representa una de las causas más importantes de morbilidad y mortalidad en los
paÃ−ses desarrollados y constituye en el momento actual un problema sanitario de dimensiones dramáticas
en los paÃ−ses en vÃ−as de desarrollo.
Más de 4000 compuestos activos han podido ser identificados en el humo del tabaco. Entre ellos, la nicotina
es el principal responsable de los procesos adictivos inducidos por su consumo. Actualmente, se está
llevando a cabo una intensa investigación para conocer los mecanismos y sistemas de neurotransmisión
implicados en estos procesos adictivos. Hasta la fecha, numerosos candidatos como el GABA, el glutamato, la
noradrenalina, la serotonina, el factor liberador de corticotrofina, la dopamina y los péptidos opioides
endógenos han sido propuestos.
Otro candidato que ha adquirido un interés de particular relevancia para el tratamiento de la adicción a la
nicotina es el sistema cannabinoide endógeno.
La nicotina estimula los receptores de acetilcolina, claro está. También aumenta la actividad de las
neuronas dopaminérgicas del sistema mesolÃ−mbico , que contiene estos receptores, y causa que se libere
dopamina en el núcleo accumbens.
17
La inyección de un agonista nicotÃ−nico directamente en el área tegmental ventral reforzará un
condicionamiento de preferencia de lugar. A la inversa, la inyección de un antagonista nicotÃ−nico en el
ATV reducirá el efecto reforzante de inyecciones intravenosas de nicotina. Pero aunque los receptores
nicotÃ−nicos se encuentran tanto en el área tegmental ventral como en el núcleo accumbens, Corrigall y
sus colegas encontraron que las inyecciones de un antagonista nicotÃ−nico en el núcleo accumbens no
tenÃ−an efecto en el refuerzo. La infusión de un antagonista nicotÃ−nico en el ATV - pero no asÃ− en el
núcleo accumbens- llegaba a impedir que una inyección intravenosa de nicotina desencadenara la
liberación de dopamina en el núcleo accumbens. AsÃ− el efecto reforzante de la nicotina, parece tener
lugar en el área tegmental ventral.
Algunos de los efectos reforzantes del tabaco fumado pueden estar mediados por los receptores
colinérgicos nicotÃ−nicos localizados fuera del sistema nervioso central.
El receptor colinérgico nicotÃ−nico, que es por supuesto el objetivo de la nicotina, presenta tres estados.
Cuando un botón terminal colinérgico libera una descarga de ACh, los receptores se abren brevemente,
permitiendo la entrada de calcio. Esta entrada estimula la liberación del neurotransmisor. En unos pocos
milisegundos la enzima acetilcolinesterasa (AChE) ha destruido la acetilcolina, y los receptores bien se
cierran de nuevo o bien entran en un estado de desensibilización, durante el cual se ligan con la ACh, pero
no reaccionan a ella. Normalmente, pocos receptores nicotÃ−nicos entran en dicho estado. Sin embargo
cuando una persona fuma, el nivel de nicotina en el encéfalo aumenta lentamente y se mantiene estable por
un periodo prolongado, ya que no es eliminada por la AChE. Al principio, los receptores nicotÃ−nicos se
activan, pero los bajos niveles constantes de la droga llevan a muchos receptores nicotÃ−nicos al estado de
desensibilización. AsÃ−, la nicotina tiene un doble efecto en los receptores nicotÃ−nicos: activación y
desensibilización. Además, probablemente en respuesta a ésta última, el número de receptores
nicotinÃ−cos aumenta.
La mayorÃ−a de los fumadores cuentan que su primer cigarro de la mañana les proporciona el mayor
placer, presumiblemente porque el periodo de abstinencia durante la noche ha permitido que muchos de sus
receptores nicotÃ−nicos se cierren y se sensibilicen otra vez. La primera dosis de nicotina por la mañana
activa estos receptores y tiene un efecto reforzante. Después de esto, una gran proporción de los receptores
nicotÃ−nicos de los fumadores se desensibilizan otra vez; como consecuencia, gran parte de los fumadores
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dicen que fuman menos por placer que por relajarse y aliviar el desasosiego y el ansia que sienten. Si los
fumadores dejan de fumar unas cuantas semanas, la cantidad de receptores nicotÃ−nicos de su cerebro vuelve
a ser la normal. Sin embargo como indica el alto Ã−ndice de recaÃ−da, el ansia continúa dándose, lo que
significa que han debido ocurrir otros cambios en el cerebro.
Unos de estos cambios parece implicar potenciación a largo plazo en el área tegmental ventral. Mansvelder
y McGehee (2000) encontraron que la activación de los receptores nicotÃ−nicos en los terminales
presinápticos del área tegmental ventral aumenta las aferencias excitatorias glutamatérgicas que reciben
las neuronas dopaminérgicas allÃ− localizadas, conduciendo a una potenciación a largo plazo de estas
sinapsis.
Dejar de fumar tras un consumo prologando de tabaco produce sÃ−ntomas de abstinencia, los cuales incluye,
ansiedad, inquietud, insomnio y dificultades de concentración.
Como se vio anteriormente, la abstinencia de cocaÃ−na, anfetamina u opiáceos causa un dramático
descenso en el nivel de dopamina del núcleo accumbens; el mismo fenómeno acompaña a la abstinencia
de nicotina.
• ALCOHOL Y BARBITÃ RICOS
El alcohol tiene un mayor coste social que cualquier otra droga. Los alcohólicos crónicos a menudo pierden
sus trabajos, su hogar, y su familia; muchos mueren por cirrosis hepática, exposición a la intemperie o
19
enfermedades causadas por las
malas condiciones de vida o maltrato de su cuerpo. Las mujeres que beben durante el embarazo corren el
riesgo de dar a luz niños con el sÃ−ndrome alcohólico fetal, el cual incluye malformaciones de la cabeza y
el encéfalo.
Como observamos en las fotografÃ−as, vemos malformaciones similares en la cara y en la cabeza de ambas
especies.
El alcohol ejerce los efectos más graves sobre el desarrollo fetal durante el periodo de crecimiento acelerado
del encéfalo, el cual tiene lugar en el último trimestre de embarazo y en los primeros años tras el
nacimiento. Ikonomidou y cols., (2000), encontraron que la exposición del encéfalo inmaduro de rata a
éste desencadenaba una extensa apoptosis (muerte de células causada por señales quÃ−micas que
activan un mecanismo génetico en su interior).
El alcohol tiene dos lugares principales de acción: funciona como un agonista indirecto de los receptores
GABAA y como un antagonista indirecto de los receptores NMDA. Al parecer, ambas acciones
desencadenan la apoptosis. Ikonomidou y cols encontraron que la administración de un agonista GABAA
(un barbitúrico) o de un antagonista NMDA (MK-901) causaba daño cerebral a ratas de siete dÃ−as de
edad mediante el mecanismo de apoptosis.
20
A bajas dosis, el alcohol produce una euforia moderada y tiene un efecto ansiolÃ−tico, es decir, reduce el
desasosiego que ocasiona la ansiedad. A dosis más elevadas provoca incoordinación motora y sedación.
El alcohol suprime el efecto inhibidor que el control social ejerce sobre su conducta. Produce refuerzo tanto
positivo como negativo. El refuerzo positivo se manifiesta como una euforia moderada. El refuerzo negativo
esta causado por el cese de un estÃ−mulo aversivo; dicho refuerzo negativo que aporta el efecto ansiolÃ−tico
del alcohol probablemente no es suficiente para explicar el potencial adictivo de la droga. Probablemente sea
la combinación especÃ−fica de los efectos estimulantes y ansiolÃ−ticos lo que hace que a algunas personas
les resulte tan difÃ−cil resistirse al alcohol.
Las drogas con el potencial de abuso más fuerte son aquellas que producen los efectos más rápidos, como
la heroÃ−na, la cocaÃ−na y la nicotina. Ya que el alcohol se ingiere por vÃ−a oral, sus efectos reforzantes no
se dan hasta que pasan varios minutos. La mayorÃ−a de los animales encuentran desagradable el sabor del
alcohol. Por ejemplo, si a la rata se le ofrece una solución de alcohol al 10 %, tienden a no beberlo y de
ahÃ− que no experimenten sus efectos reforzantes. Sin embargo, si se añade un poco de sacarina a la
solución comienzan a beberlo. Al principio beben una pequeña cantidad cada dÃ−a; pero después de
varios dÃ−as beben lo suficiente para llegar a embriagarse. Lo que parece suceder es que empieza a
experimentar los efectos reforzantes mientras beben, y estos efectos aumentan su consumo. El sabor dulce les
lleva a probar la cantidad suficiente de alcohol y sus efectos reforzantes a hacerse dependientes de la droga.
El alcohol al igual que otras drogas adictivas, aumenta la actividad de las neuronas dopaminérgicas del
sistema mesolÃ−mbico y la liberación de dopamina en el núcleo accumbens.
Una inyección de un antagonista dopaminérgico directamente en el núcleo accumbens disminuye el
consumo de alcohol como lo hace la inyección en el área tegmental ventral de un fármaco que disminuya
la actividad de sus neuronas dopaminérgicas. Enggasser y Wit (2001) encontraron que el haloperidol, un
fármaco contra la esquizofrenia que bloquea los receptores dopaminérgicos D2, disminuÃ−a la cantidad
de alcohol que sujetos no alcohólicos bebÃ−an después. Presumiblemente, la droga reduce los efectos
reforzantes del alcohol.
El alcohol refuerza la acción del GABA en los receptores GABAA e interfiere en la transmisión de
glutamato en los receptores NMDA. Un estudio de Shelton y Balster (1994) indicó que los efectos del
alcohol sobre la percepción son mimetizados tanto por agonistas GABA como por antagonistas NMDA. Para
averiguarlo, emplearon el procedimiento de discriminación de drogas. Dicho procedimiento utiliza los
efectos fisiológicos de las drogas como estÃ−mulos discriminativos para aprender algo sobre la naturaleza
de tales efectos. A un animal se le administra una droga y después se le entrena para que presione una de
las dos palancas a fin de recibir comida. Al dÃ−a siguiente, recibe una inyección de solución salina (u otro
placebo) y se le entrena para presionar la otra palanca. En los dÃ−as posteriores, se le inyecta droga o
solución salina y recibe comida sólo si se presiona la palanca apropiada. En los dÃ−as de examen al animal
se le da otra sustancia. Si el animal presiona la palanca correspondiente a la “droga”, se puede concluir que la
retroalimentación que recibe parece similar a la de la primera droga; si presiona la palanca de “solución
salina”, se puede concluir que no. Shelton y Balster entrenaron a ratas a discriminar entre los efectos de
inyecciones de alcohol y de solución salina, y luego les inyectaron diversas sustancias en los dÃ−as de
examen. Las ratas presionaron la palanca de “alcohol” cuando recibieron inyecciones de sustancias que
facilitaban la transmisión de GABA (incluyendo un tranquilizante benzodiacepÃ−nico y un barbitúrico) o
aquellas que interferÃ−an en la transmisión glutamatérgica en los receptores NMDA. AsÃ−, los efectos
del alcohol sobre la percepción incluyen los que produce ambos tipos de fármacos.
21
Consideremos la evidencia de que el alcohol funciona como un antagonista en NMDA. Al igual que el
alcohol, los antagonistas NMDA producen sedación, tienen efectos sedantes y ansiolÃ−ticos e interfieren en
el rendimiento cognitivo. También al igual que el alcohol los antagonistas NMDA, como la PCP o la
ketamina causan la liberación de dopamina en el núcleo acumbens.
Se sabe que los receptores NMDA están involucrados en la potenciación a largo plazo, fenómeno que
juega un papel importante en el aprendizaje. Por lo tanto, no sorprende saber que el alcohol, que antagoniza
las acciones de los receptores de glutamato NMDA, afecta a la potenciación a largo plazo e interfiere en los
campos receptivos especiales del lugar de las neuronas en el hipocampo. Presumiblemente, este efecto
explica, al menos en parte, los efectos nocivos del alcohol sobre la memoria y otras funciones cognitivas.
La retirada del consumo prolongado de alcohol disminuye la actividad de neuronas mesolÃ−mbicas y su
liberación de dopamina en el núcleo accumbens. Si se administra entonces un antagonista indirecto para los
receptores NMDA, la secreción de dopamina en el núcleo accumbens se recupera. La evidencia sugiere la
siguiente secuencia de acontecimientos: algunos de los efectos agudos de una sola dosis de alcohol están
causados por el efecto antagonista de la droga en los receptores NMDA. La supresión a largo plazo de los
receptores NMDA causa una “regulación a la alta” - un aumento compensatorio en la sensibilidad de los
receptores-. Entonces, cuando cesa súbitamente el consumo de alcohol, la elevada actividad de los receptores
NMDA inhibe la actividad de las neuronas del área tegmental ventral y la liberación de dopamina en el
núcleo accumbens.
Los efectos producidos por la abstinencia de alcohol pueden ser graves e incluso letales. Se originan
convulsiones que normalmente son tratadas mediante benzodiacepinas. La evidencia sugiere que la
activación de los receptores NMDA puede ser responsable de las crisis causadas por la abstinencia de
alcohol.
En diversos experimentos realizados con ratones se ha observado que, al igual que en los seres humanos, los
ratones padecerán crisis convulsivas si reciben grandes dosis de alcohol durante varios dÃ−as y se
interrumpe luego bruscamente el consumo de la droga.
El segundo lugar de acción del alcohol es el receptor GABAA. El alcohol se liga a uno de los muchos
lugares de unión de este receptor y aumenta la eficacia del GABA para abrir los canales de cloro y producir
potenciales inhibitorios postsinápticos.
22
Parece ser que el efecto sedante del alcohol se ejerce también a nivel del receptor GABAA. Suzdak y cols.,
descubrieron un compuesto (Ro15-4513) que neutraliza la intoxicación por alcohol, bloqueando el lugar de
unión del alcohol a este receptor. La figura muestra dos ratas que recibieron inyecciones de una cantidad
suficiente de alcohol como para desvanecerse. La que mira de frente también recibió una inyección del
antagonista de alcohol y parece completamente sobria.
Aunque los efectos comportamentales del alcohol están mediados por su acción sobre receptores GABAA
y receptores NMDA, las dosis altas de alcohol tienen otros efectos potencialmente letales, en todas las
células del cuerpo, incluyendo la desestabilización de las membranas celulares. AsÃ− pues, las personas
que tomen algo del antagonista del alcohol podrÃ−an entonces beber hasta morir sin embriagarse en el
proceso.
Los barbitúricos tienen efectos muy similares a los del alcohol. De hecho, ambos compuestos actúan como
agonistas indirectos del receptor GABAA. Sin embargo los ligares de unión del alcohol y de los
barbitúricos parecen ser distintos; el compuesto Ro-15-4513, el antagonista del alcohol, no revierte los
efectos intoxicantes de los barbitúricos, pero debido a que ambos compuestos actúan en el mismo receptor,
sus efectos son aditivos; si una persona toma una dosis moderada de alcohol y una dosis moderada de
barbitúricos, los efectos pueden ser fatales.
Estas sustancias se popularizaron cuando en Estados Unidos aparecieron las primeras leyes que prohibÃ−an el
alcohol, el opio y la morfina.
Su uso puede provocar lesiones en el hÃ−gado o en los riñones, producir erupciones cutáneas, dolores
articulares, neuralgias, hipotensión, estreñimiento y tendencia al colapso circulatorio.
La intoxicación aguda puede llegar a provocar la muerte, que sobreviene por lesión del cerebro debida a la
falta de oxÃ−geno y a otras complicaciones derivadas de la depresión respiratoria.
La dependencia fÃ−sica se genera entre las cuatro y las seis semanas. Con frecuencia, el sÃ−ndrome de
abstinencia suscita cuadros de delirium tremens.
• CANNABIS
23
Otra droga que las personas se administran a sÃ− mismas con regularidad -casi exclusivamente fumándolaes el THC (tetrahidrocanabinol), el principio activo de la marihuana. Su componente psicoactivo más
relevante es el delta-9-tetrahidrocannabinol (delta-9-THC), conteniendo la planta más de sesenta
componentes relacionados. El lugar de acción del receptor endógeno canabinoide en el encéfalo: el
receptor CB1. Los ligandos endógenos para el receptor CB1, anandamina y 2-AG, son lÃ−pidos. La
administración de un compuesto que bloquea los receptores CB1 elimina el “subidón” producido por la
marihuana fumada.
El THC, al igual que otras drogas con potencial de abuso, tiene un efecto estimulante en las neuronas
dopaminérgicas. En experimentos con ratones de laboratorio se llegó a la conclusión de que con
inyecciones locales de pequeñas cantidades de THC en el área tegmental ventral no influÃ−an en la
liberación de dopamina por parte del núcleo accumbens. Sin embargo, la inyección de THC en el núcleo
accumbens sÃ− causó liberación de dopamina en ese lugar. La droga, por lo tanto, parece ejercer su
acción directamente sobre los botones terminales dopaminérgicos -presumiblemente, en los
heterorreceptores presinápticos.
En el hipocampo hay una alta concentración de receptores de THC. Se sabe que la marihuana afecta a la
memoria de las personas: especÃ−ficamente, afecta su capacidad de seguir con atención el discurrir de un
asunto particular (frecuentemente pierden el hilo de una conversación si se distraen un momento). La
evidencia indica que la droga produce esto alterando las funciones normales del hipocampo, el cual
desempeña un papel tan importante en la memoria. Las células piramidales de la región CA1 del
hipocampo liberan canabinoides endógenos; éstos proporcionan una señal retrógrada que inhibe a las
neuronas GABAérgicas que normalmente las inhiben. De esta forma, la liberación de canabinoides
endógenos facilita la activación de las células piramidales CA1 y facilita la potenciación a largo plazo.
Se podrÃ−a esperar que al facilitar la potenciación a largo plazo en el hipocampo se reforzaran sus funciones
amnésicas. Sin embargo, lo que sucede es lo contrario; los efectos de los canabinoides en las tareas de
memoria espacial eran similares a aquellos producidos por lesiones hipocampales. AsÃ− la activación
excesiva de los receptores CB1 en el campo de CA1 parece interferir en el funcionamiento normal de la
formación hipocampal.
24
Con frecuencia, son similares en estructura a los quÃ−micos cerebrales o neurotransmisores, lo cual les
permite ser reconocidos por las neuronas y alterar los mensajes cerebrales normales. El THC está ilustrado, a
la derecha, el ingrediente activo de la marihuana. Su estructura quÃ−mica es muy similar a anandamida, la
cual está involucrada en una variedad de funciones, incluyendo regulación del dolor, apetito, memoria y
humor.
Los efectos a largo plazo de la marihuana fumada crónica incluyen: bronquitis, posibilidad de aumento de
riesgo de cáncer de pulmón, desarrollo de incapacidad para controlar el consumo de la droga, déficits
leves de memoria y atención y respuestas más lentas en tareas de toma de decisiones.
El THC afecta a las células del cerebro encargadas de la memoria. Eso hace que la persona tenga dificultad
en recordar eventos recientes (como lo que sucedió hace algunos minutos), y hace difÃ−cil que pueda
aprender mientras se encuentra bajo la influencia de la droga. Para que una persona pueda aprender y
desempeñar tareas que requieren de más de dos pasos, es necesario que tenga una capacidad normal de
memoria a corto plazo. Estudios recientes demuestran que la marihuana crea disfunciones mentales y
disminución de la capacidad intelectual en las personas que la fuman mucho y por muchos años. En un
grupo de fumadores crónicos en Costa Rica, se encontró que los sujetos tenÃ−an mucha dificultad en
recordar una corta lista de palabras (que es una prueba básica de memoria). Las personas en el estudio
también tuvieron gran dificultad en prestar atención a las pruebas que se les
25
presentaron
.
Parece que el daño producido por la marihuana en la memoria a corto plazo ocurre porque el THC altera la
manera en que la información es procesada por el hipocampo, el área del cerebro responsable por la
formación de la memoria. Las ratas de laboratorio tratadas con THC muestran la misma disminución en la
habilidad para realizar funciones que requieren el uso de la memoria a corto plazo que las ratas cuyas
células nerviosas del hipocampo fueron destruidas. Es más, las ratas tratadas con THC tuvieron mayor
dificultad con las tareas precisamente durante el tiempo en que la droga más interferÃ−a con el
funcionamiento normal de las células en el hipocampo. Normalmente, al envejecer se van perdiendo las
neuronas en el hipocampo, lo que disminuye la habilidad para recordar eventos. La exposición crónica al
THC puede apresurar la pérdida de las neuronas del hipocampo asociadas con el envejecimiento. En una
serie de estudios que examinaron las ratas expuestas diariamente al THC durante un perÃ−odo de 8 meses
(aproximadamente el 30 por ciento de sus vidas), éstas mostraron una pérdida de células nerviosas
entre los 11 y 12 meses de edad, equivalente a aquella de animales el doble de su edad que no habÃ−an sido
expuestos al THC.
Es posible que la marihuana destruya las células de ciertas regiones especializadas del cerebro. Los
cientÃ−ficos han observado que cuando se dieron altas dosis de THC a las ratas de laboratorio, presentaron
pérdida de células cerebrales similares a las que se encuentran entre los animales ancianos. Los cerebros
de ratas de entre 11 y 12 meses de edad (aproximadamente la mitad de sus vidas) tenÃ−an las
caracterÃ−sticas los de animales ya viejos.
Un estudio sugiere que el riesgo de que una persona sufra un ataque al corazón la primera hora después de
haber fumado marihuana es cuatro veces mayor que lo normal. Los investigadores sugieren que, en parte, un
ataque al corazón puede ocurrir porque la marihuana eleva la presión arterial y el ritmo cardiaco mientras
que reduce la capacidad de la sangre de transportar oxÃ−geno.
26
Región del Cerebro
Cerebelo
Funciones Asociadas con esa
región
Coordinación de los
movimientos corporales
Aprendizaje y memoria
Funciones cognoscitivas
superiores
Gratificación
Hipocampo
Corteza cerebral, especialmente las regiones
cingulada, frontal y parietal
Núcleo accumbens
Ganglios basales
Sustancia negra reticulada
Núcleo entopeduncular
Control del movimiento
Globo pálido (globus pallidus)
Putamen
Regiones del cerebro en que los receptores de cannabinoides son abundantes
Región del Cerebro
Funciones Asociadas con esa región
Funciones de disposición corporal
Hipotálamo
(regulación de la temperatura, equilibrio de la sal y el agua,
función reproductiva)
AmÃ−gdala Cerebral Respuesta emocional, miedo
Médula Espinal
Sensaciones periféricas, incluyendo el dolor
Dormir y despertar, regulación de la temperatura, control
Tallo del Cerebro
motor
Sustancia Gris Central Analgesia
Núcleo del tracto
Sensación visceral, náusea y vómito
solitario
Regiones del cerebro en donde hay una concentración moderada de los receptores de cannabinoides
9.-LA ADICCIÃ N Y EL SISTEMA LÃ MBICO
El sistema lÃ−mbico es un conjunto de elementos del sistema nervioso mal definido en sus lÃ−mites
anatómicos pero estrechamente relacionados desde el punto de vista estructural y funcional. El sistema
mesolÃ−mbico (del Latin, limbus, borde), definido inicialmente como el lóbulo lÃ−mbico, fue descrito por
el anatomista francés Paul Broca, quien detalló la circunvolución que esta estructura adopta en forma de
anillo alrededor del tallo cerebral, en la porción medial del cerebro, que es considerada filogenéticamente
por los neuroanatomistas como la corteza cerebral primitiva.
27
Existen diversos estudios farmacológicos que demuestran que la administración aguda o crónica de
cualquier tipo de droga psicoadictiva es capaz de alterar este sistema neuronal, en forma directa o indirecta,
incrementando en forma importante la concentración extracelular de dopamina en el núcleo accumbens. El
incremento extracelular de este neurotransmisor, produce una sobreestimulación de receptores
dopaminérgicos (del subtipo D1/D3) y la subsecuente hiperexcitabilidad
de las neuronas dopaminérgicas en esta región mesolÃ−mbica. Estos eventos neuroquÃ−micos
promueven el desarrollo gradual del fenómeno de dependencia fÃ−sica y psicológica, inducidos por los
efectos de reforzamiento y recompensa que inducen los mismos psicoadictivos.
AsÃ− mismo, los cambios neuroadaptativos que se establecen a largo plazo en un sÃ−ndrome adictivo,
están comúnmente asociados a los cambios conductuales y de personalidad relacionados con la búsqueda
compulsiva de las drogas de abuso y el consumo incontrolado de las mismas. El consumo de drogas de abuso
a largo plazo produce invariablemente cambios permanentes en diversos sistemas de transmisión, en
adición al sistema dopaminérgico antes mencionado; aunado a ello, se han logrado identificar cambios
morfológicos importantes en las neuronas que integran dichos sistemas. Los cambios neuroadaptativos
progresivos que ocurren en el cerebro humano durante la adicción crónica, están altamente relacionados
con los mecanismos neuronales que regulan las formas más simples de memoria y aprendizaje. De hecho, se
ha observado que las neuronas que conforman el sistema lÃ−mbico del núcleo central y basolateral de la
amÃ−gdala y el núcleo acumbens, guardan los mismos principios funcionales que rigen y regulan la
formación de procesos de memoria y aprendizaje a nivel celular.
Resultados experimentales, demuestran que diferentes circuitos neuronales comprendidos dentro del sistema
lÃ−mbico, asÃ− como las neuronas operantes que conforman estos sistemas de transmisión, son capaces de
responder en forma anticipada al consumo de una droga; eventos que bien pudiesen estar relacionados con las
conductas de reforzamiento asociadas a la búsqueda y consumo compulsivo de las drogas adictivas en los
individuos, asÃ− como con los mecanismos neurobiológicos de recompensa que generan la sensación de
bienestar posterior al consumo de las mismas.
En conjunto, todos estos resultados demuestran, a priori, que las neuronas involucradas en los sistemas de
neurotransmisión moduladores del fenómeno adictivo, aprenden a relacionar eventos del medio ambiente
con respuestas de reforzamiento y recompensa que inducen las drogas de abuso durante su consumo habitual.
Adicionalmente, el sistema de transmisión dopaminérgica mesocorticolÃ−mbico parece no solamente
mediar los efectos de reforzamiento y recompensa a estÃ−mulos reforzantes naturales (v.g., comida y sexo) y
estÃ−mulos reforzantes patológicos (drogas de abuso), sino que además, parecen facilitar a un organismo a
reconocer y asociar estÃ−mulos reforzantes con los eventos que transcurren en un medio ambiente.
Esto es, la secreción neuronal de dopamina parece regular, y quizá facilitar de alguna manera, la
formación de asociaciones entre la información previa que induce un estÃ−mulo reforzante con la
sensación de placer, recompensa o aversión, que el mismo estÃ−mulo producirÃ−a posteriormente. De esta
forma, el sistema lÃ−mbico y los circuitos neuronales que lo integran, parecen estar más involucrados en el
aprendizaje de asociación entre los diferentes estÃ−mulos reforzantes, presentes en un medio ambiente con
los efectos de placer y recompensa que estos mismos producen en un organismo o un individuo. Estos eventos
neurobiológicos, son resultado de la forma en cómo las neuronas dopaminérgicas operan, codificando la
contingencia temporal entre estÃ−mulos condicionantes y estÃ−mulos no condicionantes, detectando la
posible ocurrencia o la posible omisión del efecto de recompensa inducido por el estÃ−mulo reforzante
representado por la droga psicoadictiva.
10.-HERENCIA Y DROGADICCIÃ N
No todas las personas son igualmente propensas a convertirse en adictas a una droga. Muchas se las arreglan
para beber alcohol con moderación, e incluso muchos consumidores de drogas potentes, como la cocaÃ−na y
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la heroÃ−na, las utilizan con fines “lúdicos” sin llegar a depender de ellas. Existen tan sólo dos fuentes
posibles de diferencias individuales en cualquier caracterÃ−stica: HERENCIA Y AMBIENTE.
Obviamente, los efectos ambientales son importantes: quienes crecen en un entorno sórdido, sin ninguna
esperanza real de una vida mejor, son más propensos que otros a recurrir a las drogas buscando cierta euforia
temporal y huir del desagradable mundo que les rodea. Pero incluso en un ambiente dado, pobre o
privilegiado, algunas personas se vuelven adictas y otras no -y algunas de estas diferencias comportamentales
son el resultado de diferencias genéticas-.
Unos cuantos investigadores han comenzado a examinar la genética de la dependencia a otras drogas, como
cocaÃ−na, nicotina y marihuana. En general, los estudios han encontrado que el componente hereditario de la
conducta de fumar es tan importante como en el caso del alcoholismo. También se ha comprobado que
fumar se relaciona con ciertas caracterÃ−sticas personales, incluyendo neurosis, alienación o enajenación
social, impulsividad, búsqueda de nuevas sensaciones, bajo esmero, bajo nivel socioeconómico y bajo nivel
de consecución de metas.
En un estudio de gemelos realizado por Trae y cols. (1999) se encontró que el alcoholismo y la dependencia
de la nicotina tienen factores genéticos en común, lo cual podrÃ−a explicar por qué los alcohólicos
son a menudo adictos a la nicotina.
Parece haber un rasgo genético que aumenta la vulnerabilidad a depender de sustancias adictivas en
general, y rasgos genéticos que se asocian con la vulnerabilidad a hacerse dependiente de una droga en
particular.
La mejor prueba de que la herencia influye en la propensión al alcoholismo procede de estudios realizados
con gemelos y estudios de adopción. La ventaja de los estudios de adopción, que estudian personas
adoptadas a una temprana edad, es que el investigador puede estimar los efectos tanto del entorno familiar
como los genéticos. Es decir, se pueden examinar los efectos de ser criado por un padre o una madre
alcohólico o de tener uno de los padres biológicos que sea alcohólico, o de ambos efectos, en la
probabilidad de llegar a ser alcohólico.
En cuanto al abuso de alcohol, existen dos tipos principales de alcohólicos: aquellos que no pueden
abstenerse, pero beben constantemente, y aquellos que son capaces de pasar sin beber por largos periodos de
tiempo, pero no de controlarse a sÃ− mismos una vez que comienzan. Por conveniencia nos referiremos a
estos dos grupos como bebedores “habituales” y bebedores “ocasionales”.
Los varones con padres que eran bebedores habituales tenÃ−an una probabilidad casi siete veces mayor de
convertirse en bebedores habituales que los aquellos cuyos padres no abusaban del alcohol. El entorno
familiar no tuvo un efecto apreciable; los chicos empezaban a beber tanto si los miembros de sus familias
adoptivas bebÃ−an excesivamente como si no lo hacÃ−an. Muy pocas mujeres llegaron a ser bebedoras
habituales; las hijas de padres bebedores habituales tendÃ−an en cambio a padecer un transtorno de
somatización. Las personas con este transtorno presentan quejas crónicas se sÃ−ntomas de los que no se
puede encontrar una causa fisiológica, lo cual las lleva a buscar atención médica casi continuamente.
AsÃ−, los genes que predisponen a un varón a hacerse bebedor habitual (tipo antisocial) predisponen a una
mujer a manifestar un transtorno de somatización. No se conoce el motivo de esta interacción con el
género.
Beber ocasionalmente está influido tanto por la herencia como por el ambiente. Estudios de adopción han
encontrado que tener un padre biológico que fuera bebedor ocasional influÃ−a poco en que se llegara a
beber impulsivamente, a no ser que se expusiera al niño a un entorno familiar en el cual se bebiera
excesivamente. El efecto se observó tanto en hombres como en mujeres.
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Recientemente, los investigadores se han centrado en la posibilidad de que la sensibilidad a la adicción
pueda involucrar diferencias en los mecanismos dopaminérgicos. Parece ser que el alcoholismo grave se
relacionaba con el alelo A1 del gen responsable de la producción del receptor dopaminérgico D2, que se
halla en el cromosoma 11. Desafortunadamente, estos hallazgos no han sido replicados por otros grupos de
investigación.
11.-MODELOS ANIMALES DE DROGADICCIÃ N
Otro modo de abordar el estudio de la fisiologÃ−a de la adicción es utilizar modelos animales.
Mediante crÃ−a selectiva, se han desarrollado varias cepas diferentes de ratas que prefieren el alcohol; hay
estudios indicativos de que estos animales se diferencian de las ratas normales de un modo interesante.
Las ratas que prefieren alcohol hacen justo lo que su nombre implica: si se las equipa con un tubo que les
proporciona una solución de alcohol junto con su agua y comida, se convierten en bebedoras empedernidas.
Las ratas que no prefieren el alcohol se abstienen.
Las ratas con preferencia por el alcohol (ratas P) y las ratas sin preferencia por el alcohol (ratas NP),
muestran interesantes diferencias comportamentales y fisiológicas. Si reciben bajas dosis de alcohol, las ratas
P muestran una mayor activación comportamental. Son asimismo más tolerantes a los afectos aversivos de
altas dosis, y tienen niveles cerebrales de serotonina y dopamina más bajos. Li, Lumeng y Doolittle (1993),
sugieren que el sistema dopaminérgico mesolÃ−mbico en las ratas P, puede ser más sensible a los efectos
del alcohol, pero hasta el momento los datos no son concluyentes. Las ratas P pueden ser también más
sensibles al hedonismo de los sabores; beben más de una rica solución de sacarosa y menos de una
desagradable solución de cloruro sódico que las ratas NP.
Varios estudios han encontrado un nivel más bajo de dopamina en el núcleo accumbens de las ratas P. Hay
un número menor de neuronas dopaminérgicas que proyectan desde el área tegmental ventral al núcleo
accumbens. Un bajo nivel de dopamina en el núcleo accumbens se relaciona con anhedonia y disforia.
Los efectos reforzantes del alcohol están mediados, al menos en parte, por neuronas que liberan opioides.
Compuestos que bloquean los receptores opioides se utilizan a menudo para ayudar a tratar el alcoholismo. El
éxito de estos compuestos ha llevado a los investigadores a estudiar la posibilidad de que factores
genéticos que afectan a la liberación de opioides puedan afectar asimismo a la vulnerabilidad a depender
del alcohol. Hay algunos indicios de que, de hecho, ha de haber un nexo entre los mecanismos opioides y la
preferencia de alcohol. Li y Froelich (1998) encontraron que la administración de alcohol a ratas P, pero no a
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ratas NP, causaban un aumento en la producción de una proteÃ−na precursora de opioides en el núcleo
accumbens. Myers y Ronbinson (1999) encontraron que la infusión directamente en el núcleo accumbens
de un compuesto que interfiere en la producción de receptores opioides Ñ (mu) disminuÃ−a el consumo de
alcohol en la cepa de ratas con preferencia por el alcohol. La infusión de un compuesto que interfiere en la
producción de los receptores de dopamina D2 causaba un declive incluso mayor.
No toda la investigación de laboratorio sobre el papel de la herencia en la drogadicción se ha realizado con
roedores. Higley, Suomi y Linoila (1996) relatan los resultados de un estudio a largo plazo con macacos de la
India (monos rhesus). Encontraron que los niveles de 5-HIAA en el lÃ−quido cefalorraquÃ−deo de los monos
permanecÃ−an estables desde la infancia a la edad adulta; asÃ− pues, los niveles estaban probablemente bajo
el control de factores genéticos. El nivel de 5-HIAA, un metabolito de serotonina (5-HT), es una medida
indirecta de la actividad de las neuronas serotoninérgicas. Higley y sus colegas hicieron que los monos
pudieran disponer de una bebida alcohólica, encontrando que aquellos con los niveles más bajos de
5-HIAA presentaban el grado más alto de ingesta de alcohol. También hallaron pruebas de la influencia
de efectos ambientales: los monos que habÃ−an sido privados del contacto con sus madres en una etapa
temprana de la vida tendÃ−an también a beber más.
12.-TRATAMIENTOS PARA LA DROGADICCIÃ N
El tratamiento más frecuente para la adicción a opiáceos es el mantenimiento con metadona. La metadona
es un potente opiáceo, al igual que la morfina o la heroÃ−na. Los programas de mantenimiento con
metadona administran la droga a sus pacientes en forma de lÃ−quido, que deben beber en presencia del
personal que supervisa este procedimiento. Ya que la administración por vÃ−a oral aumenta el nivel de
opioides en el encéfalo lentamente, la droga no produce un “subidón”, como lo harÃ−a una inyección de
heroÃ−na. Además, ya que el efecto de la metadona es duradero, los receptores opioides de los pacientes se
mantienen ocupados por un largo tiempo, lo cual significa que una inyección de heroÃ−na tiene poco efecto.
La metadona fue descubierta por los cientÃ−ficos durante la segunda guerra mundial, es un estupefaciente
sintético con los que se ha tratado de eliminar los riesgos tóxicos de la morfina y la heroÃ−na.
Investigaciones farmacológicas, han puesto de relieve el poder adictivo de las drogas, 1 miligramo puede
sustituir a 4 de morfina o a 2 de heroÃ−na, e impide la aparición del sÃ−ndrome de abstinencia.
• El competidor de la metadona
Los adictos a la heroÃ−na puede que sean capaces de reducir su consumo de la droga en un 90% con una
medicación cuyos efectos son más duraderos que los proporcionados por la metadona. Esta es la
conclusión de un trabajo realizado con el medicamento LAAM (hidrocloruro de acetato levometadil) que ha
sido publicado en el Jornal of the American Medical Association.
El estudio confirma que los pacientes sólo necesitaron tomar el producto tres veces a la semana para
desengancharse de la heroÃ−na. Por el contrario, la metadona, el tratamiento más extendido contra este tipo
de adicción, tiene que administrarse como ya se dijo, a diario. El trabajo realizado por los investigadores de
la Unidad de Investigación del Comportamiento Farmacológico de la Universidad de Medicina Johns
Hopkins, en Baltimore, EEUU, demuestra que la ingesta de LAAM puede reducir el consumo de la heroÃ−na
cuando se administra tres veces a la semana tanto en dosis bajas, medias o altas. Sin embargo, su efectividad
aumenta con niveles más elevados. En el trabajo participaron 180 voluntarios (70 mujeres y 110 varones)
adictos a la heroÃ−na. Ninguno habÃ−a estado incluido en un programa de desintoxicación.
Antes de recibir el producto, los pacientes tuvieron un consumo medio de heroÃ−na de 29 dÃ−as en los
últimos 30 dÃ−as. Tras 17 semanas de terapia con las dosis más altas del producto, el consumo se redujo a
2,5 dÃ−as en los últimos 30 dÃ−as.- En el grupo que recibió dosis medias, el consumo de heroÃ−na
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descendió a 4,1 dÃ−as; y a 6,3 en los pacientes con dosis más bajas de LAAM. El estudio determina que
entre los adictos que tomaron dosis más altas de LAAM se demostró una capacidad dos veces mayor para
mantener la abstinencia completa durante cuatro semanas, en comparación con los que tomaron dosis bajas.
Los bloqueantes de los receptores opioides, como la naxolona o la naltrexona, interfieren en la acción de
los opiáceos.
Los efectos reforzantes de la cocaÃ−na y la anfetamina son principalmente el resultado del brusco aumento de
los niveles de dopamina que producen estas drogas en el núcleo accumbens. Los compuestos que bloquean
los efectos reforzantes de la dopamina ciertamente bloquean los efectos reforzantes de la cocaÃ−na y la
anfetamina, pero también producen disforia y anhedonia. Las sustancias que estimulan los receptores de
dopamina pueden reducir la dependencia a la cocaÃ−na o la anfetamina, pero estos compuestos son tan
adictivos como las drogas a las que sustituyen y tienen los mismos efectos prejudiciales sobre la salud.
Una aproximación interesante al estudio de la adicción a la cocaÃ−na es la que sugiere el trabajo realizado
por Carrera y cols. (1995), quienes acoplaron la cocaÃ−na con una proteÃ−na ajena al organismo y se las
arreglaron para estimular el sistema inmune de la rata a fin de que desarrollara anticuerpos contra la
cocaÃ−na. Estas “ratas inmunizadas a la cocaÃ−na” eran menos sensibles a los efectos activadores de la
cocaÃ−na, y los niveles cerebrales de cocaÃ−na en dichos animales eran menores tras una inyección del
compuesto. Como sugiere Leshner (1996) algún dÃ−a será posible vacunar a los consumidores de
cocaÃ−na (o quizás inyectarles un anticuerpo desarrollado mediante ingenierÃ−a genética), de manera
que la inyección de cocaÃ−na no produzca efectos reforzantes. Este tratamiento podrÃ−a tener muchas
ventajas ya que (al menos teóricamente) interferirÃ−a sólo en la acción de la cocaÃ−na y no en las
operaciones normales de los mecanismos de refuerzo de las personas. AsÃ−, el tratamiento no disminuirÃ−a
su capacidad de experimentar placer normal.
Hay otra aproximación más al estudio de la adicción a la cocaÃ−na que se está investigando. Dewey y
cols. (1997) descubrieron que un agonista del GABA, el GABA gammavinilo (GVG), disminuÃ−a la cantidad
de dopamina liberada en el núcleo accumbens tras inyectar cocaÃ−na a una rata. Este hallazgo sugirió que
el GVG podrÃ−a reducir también los efectos reforzantes de la cocaÃ−na. Dewey y cols. Trataron
previamente a babuinos con GVG y encontraron que los animales dejaban de aprender una respuesta de
preferencia de lugar condicionada mediante cocaÃ−na. Dicho sea de paso, también se vio que el GVG
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suprimÃ−a asimismo los efectos reforzantes de la nicotina.
Se ha utilizado un tratamiento similar al del mantenimiento con metadona como complemento en el
tratamiento de la adicción a la nicotina. Desde hace varios años, se pueden conseguir por prescripción
facultativa chicles con nicotina y , más recientemente, se han comercializado parches transdérmicos que
liberan nicotina a través de la piel. Ambos métodos mantienen un nivel suficientemente alto de nicotina
en el encéfalo como para disminuir el ansia de nicotina.
En cuanto a la adicción al alcohol, los agonistas serotoninérgicos parecen ser útiles para el tratamiento
del alcoholismo. Varios estudios han concluido que los inhibidores de la recaptación de 5-HT hacen que a
los alcohólicos les resulte más fácil abstenerse de beber. El citalopram (un agonista serotoninérgico)
“disminuÃ−a el interés, el deseo, el ansia y el gusto por el alcohol” en alcohólicos que estaban recibiendo
tratamiento para su adicción.
Otro compuesto más ha resultado prometedor para el tratamiento del alcoholismo. Se ha examinado la
capacidad del acamprosato, un antagonista del receptor NMDA utilizado en Europa para las convulsiones
epilépticas, para frenar las crisis inducidas por la abstinencia de alcohol. Los investigadores descubrieron
que el compuesto tenÃ−a una ventaja inesperada: los pacientes alcohólicos a quienes se les administró el
compuesto eran menos propensos a comenzar a beber de nuevo.
Los estudios actuales están investigando los beneficios potenciales de combinar acamprosato y naltrexona.
13.-CONCLUSIÃ N
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Las drogas adictivas pueden cambiar el cerebro de modos fundamentales. Hay que separar el consumo inicial
de la droga de la adicción. Si bien la adicción es el resultado del consumo voluntario de drogas, la misma
ya no es un comportamiento voluntario, es un comportamiento incontrolable. De modo que el consumo y la
adicción a las drogas no son parte de un solo proceso continuo. Uno procede del otro, pero el individuo pasa
en realidad a un estado cualitativamente diferente. En algún punto del patrón de drogodependencia se
dispara un switch neurológico. Cuando esto ocurre el individuo se mueve al estrato de la adicción.
El cerebro del adicto es distintivamente diferente al de un no-adicto. El uso prolongado de drogas causa
cambios en las funciones cerebrales que persisten mucho tiempo después de que un individuo detiene el
consumo de las sustancias. Se sabe que algunas medicaciones pueden compensar o mejorar los cambios en la
capacidad de producir dopamina. Lo que todavÃ−a no se sabe es si mejoran hasta volver a la normalidad
total.
En gran medida la sociedad ignora los aspectos neurológicos de la adicción, prefiriendo concentrar los
comportamientos adictivos en motivaciones de carácter moral y social.
No obstante, si la adicción es una enfermedad neurológica, desde una perspectiva médica, debemos
considerar los afectados como a los pacientes que sufren de otras enfermedades cerebrales como la
esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer.
Con esto no queremos decir que debemos poner a los drogodependientes en alguna institución cerrada como
se hacÃ−a con los esquizofrénicos a principio de siglo, sino que al igual que ellos los drogadictos necesitan
de tratamiento médico que acompañe la terapia para que el proceso de recuperación se lleve a cabo
satisfactoriamente.
14.-BIBLIOGRAFÃ A
♦ FisiologÃ−a de la conducta, Neil R. Carlson; Ed. Pearson, 8ª edición.
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