y una labor posterior a la misma. No es

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y una labor posterior a la misma. No es
sencillo computar el tiempo que el guía
emplea en todas estas operaciones, pero
también es tiempo trabajado, aunque no
se note. Cuando asistimos a una obra de
teatro vemos el resultado de mucho
tiempo de preparación, ensayos,
automotivación y otras muchas cosas
intangibles y de complicada explicación
que darán como resultado la puesta en
escena. Y la calidad de la representación,
en gran medida, va a depender de toda
esa fase anterior.
Supongo que muchos guías habrán
sentido lo mismo que yo. Antes de que el
grupo de visitantes llegue, nuestro
cerebro empieza a trabajar, se pone en
situación. Y es algo más que recordar
datos o cosas para contar. Yo lo llamo
evocación del guía por no haber
encontrado alguna definición al respecto
en los manuales de interpretación. Y
después de hablar con bastantes guías,
ellos también tienen esa misma
sensación.
En realidad, mientras revisamos las
paradas, vemos la dirección que toma el
bando de pajaritos de turno y prevemos la
posibilidad de verlos con el grupo, nos
damos cuenta que algún animal ha
construido una madriguera de cría en una
parada y, por lo tanto, deberemos pasar
casi de largo para no molestar y buscar
otra alternativa; en fin, todas esas cosas
que a diario hace un verdadero guía para
evitar los imprevistos, el propio lugar nos
ayuda a ponernos en situación.
Personalmente, llevo doce años en el
mismo recorrido de mil doscientos metros
y cada día descubro cosas nuevas no
sólo para incorporar a las explicaciones,
también son llamadas de atención para
sentir y querer aún más el lugar. Así
consigo la evocación diaria para comentar
que el amasijo de arbustos –que cruzaré
después con los visitantes– está vivo.
Uno de los momentos más delicados y
tensos que atraviesa el guía en su
jornada laboral es la llegada del grupo de
visitantes. Presentaciones formales
aparte, hay que hacer un análisis de la
situación en muy poco tiempo. Detectar
intereses, asimilar procedencias, edades;
en resumen, un breve análisis sociológico
que nos ayude a seleccionar diferentes
técnicas de comunicación y un lenguaje
ajustado a ese grupo. Aquí hay unos
minutos gloriosos, en los cuales
detectaremos si la visita será buena o
mala, si los visitantes nos seguirán o no, y
si tendremos posibilidad de trasmitir
realmente emociones, aparte de la
información que todo lugar tiene.
Lo que sigue a continuación, cualquier
manual de interpretación lo cuenta. Es la
fase de realización de la visita, en la que
el guía interacciona con el público y el
lugar continuamente. Es nuestra puesta
en escena, en realidad estamos actuando
y si de verdad el guía cree en lo que hace
(que no es lo mismo que creérselo),
puede que conecte con la gente que le
acompaña y logre trasmitir sentimientos y
emociones.
tan solo cinco años alguien me hubiera
dicho que, para atraer la atención de
algunos niños iba a emplear palabras
como realidad virtual, PC, disco duro,
TPH y otras cosas similares, para al final
hacer caer en la cuenta de lo divertido
que supone “colarse” en un concierto de
ranas en el borde de una charca... no me
lo hubiese creído.
Los que sean guías intérpretes
seguramente alguna vez, al terminar de
explicar algo, han tenido los pelos del
cogote erizados, producto de la
emoción que han puesto en el tema.
algo que no tiene nada que ver con una
cinta grabada o un disco rallado. Es un
trabajo apasionante que exige pensar
un poco todos los días y emplear
continuamente, como dice Don
Aldridge, lo que tenemos entre las dos
orejas.
Además, estas explicaciones son
recibidas por el público con un silencio
final muy significativo que ayuda a
comprender que la cosa ha salido
redonda y que ellos han sentido el
entusiasmo puesto, que es contagioso,
mucho más que la risa. En estas
ocasiones se ha interpretado.
Al final, despedida y cierre. Los visitantes
hacen preguntas, agradecen el rato
pasado y se van. El lugar queda en
silencio y el guía vuelve a trabajar solo,
esta vez analizando lo que hizo,
buscando respuestas a determinadas
reacciones del público ante algunas
formas de explicar tal o cual proceso, en
resumen, valora su labor para poder
corregir los errores y mejorar el modelo
que utiliza para posteriores grupos. En
algunas ocasiones, se rellena una ficha
de la visita en la que se anotan todas
estas cosas y, si tiene un compañero o
compañera de fatigas, esta fase del
trabajo será mucho más rica.
Pero no todo acaba aquí. La sociedad
cambia (es un hecho), las generaciones
son diferentes y, por esto, la forma de
comunicar también cambia. Por ejemplo,
el uso de analogías es tan vigente ahora
como hace cien años; las personas
muestran interés y comprenden mejor las
cosas. Pero el recurso básico que nos
permite construir la analogía no puede ser
siempre el mismo; hay que estar
permanentemente buscando nuevos
recursos.
Aquello último es otra parte del trabajo del
guía que es difícil cuantificar, porque la
búsqueda de estos recursos se realiza
fuera de las horas laborales, en contacto
con la sociedad que nos rodea. Es
también una forma directa de conocer a
nuestros destinatarios potenciales, y
entrever por dónde se mueven sus
intereses. Y éstos cambian cada vez más
deprisa, por lo que el guía ha de
adaptarse también muy rápido. Si hace
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Y esa es la vida del guía intérprete,
Eso, al menos, si queremos llegar y
motivar a nuestro público para conseguir
la conservación del lugar, que es nuestro
objetivo como intérpretes.
Para terminar, una propuesta a todos los
que han sentido alguna vez la maravilla
de contar lo bonito e importante que es la
existencia de multitud de elementos
patrimoniales que nos rodean, y me
refiero a todo lo que va desde un humilde
escarabajo de la hojarasca a la catedral
más grande. Contad vuestras
experiencias en este Boletín y, con
suerte, podremos abrir un hueco en el
mismo que hable de los guías que, a fin
de cuentas, somos los peones de este
oficio.
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La interpretación
como enfoque para
una intervención
educativa ambiental
Álvaro de Torres
Madrid
(Álvaro es biólogo, y actualmente realiza el
doctorado en el Departamento de Ecología de
la Universidad Complutense de Madrid.
Además, es vicepresidente de la Asociación
Abogaya - actividades de educación
ambiental)
¿Qué entendemos por interpretación
ambiental o del patrimonio? Este es un
concepto sobre el que suele haber una
confusión generalizada, debido,
probablemente, a la errónea utilización
que se le ha dado a la palabra
interpretación y a las diferentes
acepciones de la misma. Normalmente se
ha entendido que la interpretación es
cualquier tipo de “información” referida al
medio ambiente o al patrimonio,
información que se le ofrece al visitante o
al usuario de determinadas actividades,
ambientales o culturales.
En la mayoría de los casos esta
información es transmitida de una forma
“unidireccional”, es decir, sea un guía o
un panel informativo, se ofrece un flujo de
datos hacia el usuario. Pues bien, esto,
no es interpretación.
Actividades de educación
ambiental desde la interpretación
Desde la perspectiva de la interpretación,
podemos incluir numerosas actuaciones
que se pueden enmarcar dentro de la
educación ambiental. A priori, todo tipo de
público es potencial usuario o destinatario
de las actividades interpretativas y,
además, no sólo el ambiente natural o
rural tiene la exclusiva de estas
actividades, sino cualquier tipo de entorno
que merezca ser destacado y revelado,
por una parte, y que pueda ser
aprovechado como recurso, por otra. Los
proyectos genéricos más significativos
pueden ser:
La interpretación pretende, desde un
primer momento, que la información no
sea únicamente aportada por el guía o el
panel. Se trata de “hacer ver” al usuario,
de insinuarle el concepto que se quiere
transmitir, que la propia persona lo
deduzca o lo intuya a través de su
vivencia y, una vez conseguido, que sea
capaz de expresarlo. Así, en el contexto
de una actividad interpretativa, las
diferentes informaciones obtenidas por las
personas se cruzan, enriqueciéndose la
percepción del grupo.
• Elaboración y desarrollo de rutas
interpretativas
Con relación a lo anterior, una actividad
de interpretación debe evitar a toda costa
que los destinatarios de la información se
encuentren incómodos durante el
transcurso de la actividad, ya sea por
aburrimiento, cansancio o simplemente
por desinterés. En este aspecto hay que
considerar cuidadosamente la duración
de la actividad, su fácil accesibilidad, y
tanto la tipología como las necesidades
especificas del grupo al que nos vamos a
dirigir.
Lo ideal es que estas rutas sean dirigidas
por un guía que conozca la zona y sus
condicionantes, ofreciendo a la vez un trato
directo y cercano con los destinatarios.
Pero también existe la posibilidad de que
estos recorridos sean autoguiados,
supliendo, en la medida de lo posible, la
labor del guía con paneles interpretativos
diseñados adecuadamente y ubicados
estratégicamente. Un folleto también puede
ser una solución.
Cuando queremos que unas personas se
fijen en el mensaje de una película, no
debemos describírsela telegráficamente
secuencia por secuencia, porque así lo
que conseguiríamos sería aburrir y crear
un desinterés, que conllevaría que las
personas ignorasen al final el mensaje
que pretendíamos transmitir. Desde la
perspectiva de la interpretación, lo que
habría que hacer es dar unos pequeños
apuntes de momentos llamativos de la
película e indicar el camino al cine más
cercano para que sean las propias
personas quienes accedan a la película a
través de su experiencia personal.
El fin de la interpretación es el sugerir
un conocimiento acerca de un sitio y,
por tanto, promover el respeto a ese
patrimonio cultural o natural por parte
de las personas que han aprehendido
ese conocimiento.
Esta modalidad sería la más característica
y completa dentro de la interpretación
“ambiental”. Consiste, a grandes rasgos, en
la elaboración de sendas donde se invita a
los usuarios a percibir el entorno mediante
todos sus sentidos. Simultáneamente se
les ofrecen pautas en referencia al clima,
geología, fauna, flora, cultura y aspectos
sociales de la zona, con las que puedan
dar sentido a lo que están percibiendo.
• Diseño de centros de visitantes y
exposiciones
La mayoría de los centros repartidos por
nuestra geografía, aunque muchos de
ellos se denominen “de interpretación”,
son en realidad “centros de información”.
Se limitan a ofrecer unos mensajes
planos a los visitantes, unos contenidos
que lo único que brindan son datos
técnicos sobre la zona, los cuales no
pueden ser absorbidos por los visitantes o
que tienden a olvidarse rápidamente.
A lo que debería aspirar un “recinto con
potencial interpretativo” (un centro) es a
algo similar a un itinerario, pero en este
caso “de salón”. Incluyendo instalaciones
y exposiciones que permitan llevar a cabo
actividades donde entren en juego los
sentidos, y donde se den unas nociones
prácticas para poder comprender lo que
se ha percibido en el enclave donde se
encuentra el usuario. Esto es
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precisamente lo que perseguimos a la
hora de diseñar un centro de estas
características, pensando en los visitantes
que no puedan o que no quieran realizar
un itinerario interpretativo en el exterior.
Aunque siempre tendrán esa alternativa.
• La interpretación “ambiental” como
estrategia educativa en campamentos
y campos de trabajo
Tanto en campamentos como en campos
de trabajo viene pasando algo parecido a lo
expuesto anteriormente con los centros de
visitantes o “de interpretación”: Las
actividades para el conocimiento del
entorno suelen tener un carácter
anecdótico respecto al resto de las
actividades y, además, se suele delegar
estas tareas a personas ajenas al
campamento, que una vez más se limitan a
ofrecer datos técnicos y no a interpretar (no
a revelar, motivar, hacer pensar).
Las técnicas de la interpretación ambiental
o del patrimonio pueden contribuir a un
mejor conocimiento del medio,
constituyendo un buen complemento a las
demás actividades del campamento
(deportes, talleres de tiempo libre, etc.) ya
que no imprime un carácter
tradicionalmente “docente”, sino más bien
lúdico y participativo, lo que crea una buena
disposición en las personas, que en estos
períodos vacacionales suelen buscar, por
encima de otros aspectos, el ejercicio del
ocio de manera voluntaria.
Las tareas que pueden llevarse a cabo en
los campamentos, desde la óptica de la
interpretación, son fundamentalmente la
realización de diferentes itinerarios
(guiados, principalmente), así como el
desarrollo de talleres de descubrimiento,
charlas, demostraciones, visitas,
dramatización, etc., donde se estimula el
conocimiento del ambiente local y su
relación con la cultura autóctona.
Así, un conjunto de
técnicas concebidas en principio para
su aplicación con el público general,
voluntario y “no cautivo” (turistas,
visitantes), puede servir, también, y
con algunas matizaciones, a un
público infantil y juvenil
en programas estructurados y de larga
duración como son los campamentos y
campos de trabajo.
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