¿Como se explica algo que no existe

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JUEGOS FLORALES 2005
 Categoría: Cuento
 Seudónimo: Hécate
Falsa Existencia
¿Como se explica algo que no existe? o peor aun...algo inventado. Eso era fácil para las
personas que se levantan y usan sus mascaras de escarcha, llenas de indiferencia, y literalmente,
de frío. Desgraciadamente no era Grecia y menos época de apogeo del teatro... pero todo estaba
en ruinas, peor que el Partenón -que por lo menos puede ser restaurado-, pero esto es distinto.
Fácilmente hubiera podido ser solo yo el del problema, o quizás habrían muchos mas que lo
esconden detrás de un psicólogo con un libro de apuntes, de su aparente estabilidad emocional,
o simplemente de ser antisocial. Me pregunté a diario para que servía levantarse... siempre había
tres respuestas, tres respuestas...y solo una era la del actor contratado, aquel que siempre supo
sus líneas, pero nunca hacia que su ánimo concuerde con su expresión.
¿Cómo no se mete un tiro y lo arregla todo aquel que piensa que se levanta simplemente porque
no le queda otra?, ese era el caso de Tomás. La segunda respuesta es básica, y mayormente la
dan las personas que tienen un optimismo que te lleva probablemente a la nausea, o
simplemente al altar.
—Me levanto para vivir y ser feliz— decías Astrid, siempre con una sonrisa. —Los problemas
simplemente se saltan como obstáculos.
Y el último caso era simplemente el neutro o el de actor, aquel que no tiene nada que decir para
hacerse un favor... o simplemente tratar de equilibrar la nostalgia con la felicidad momentánea.
Tomás Escalante nunca fue el mejor hijo que se podía ser, algunos lo catalogarían de mal
aprovechado -porque no se puede usar la palabra malcriado, ya que su crianza fue más que
decente-. Su madre siempre le reprochaba el hecho de que él viviera para pintar aquellas
“rarezas sin matiz alguno” y que le hiciera gastar tanto dinero en unos simples chisguetes de
pasta dental con color, más conocidos como óleos para las personas con sentido común, o
simplemente con alma de artista pero sin el talento.
Siempre me pregunté si su madre era lo suficientemente inteligente para notar el potencial de su
hijo en esos trazos de pinceladas gruesas y agresivas. Aquellas que no solo capturaban el
temperamento que escondía detrás de su timidez, sino también la desnudez de su propio
pensamiento, y quien sabe... tal vez hasta su propio resguardo.
Su madre, dueña eterna de uno de esos apellidos que ya se olvidaron, y probablemente ex
alumna de las eternas escuelas de las mujeres perfectas. Las que viven meramente para darle
una crianza correcta a sus hijos, las que no ríen a menos que oculten el sonido y los dientes
detrás de una servilleta, cultas... pero jamás más inteligentes que el marido.
—Válgame dios, ¿cómo va a ser?— se decía a ella misma cada vez que pensaba en decir algo
inteligente. Cuestionable, pero es necesario culpar a la época y no a ella. Sus sueños fueron
amarrados y lanzados sobre la tumba de su esposo en el entierro. Aquel día. Tomás aun no
cumplía los 4 años, aquel día en el que vio a su madre llorar y el terno de su padre colgado y no
puesto en ese señor alto que solía ver todos los días. Triste pero así comenzó a sentir los golpes
de la vida, sin entenderlos. Ese fue, quizás, el primero que recibió. Luego habrá recibido otros,
pero solo tres marcarían su vida el segundo se lo dieron en el colegio, y el tercero en la
universidad... “prepárate para vivir” decía el lema.
“Tomas Escalante el que no saldrá jamás adelante” le cantaban en el colegio. Nunca sabré si
siempre fue de esa manera o a golpes aprendió a que debía callar lo que pensaba para no ser
criticado, ni ser motivo de risas puñaleras que los niños saben soltar tan bien. La niñez es una
época de crueldad, de algún modo más inocente que la crueldad adulta, pero hace mas daño en
los oídos de un pequeño que de una persona con mas años.
Su primera pintura terminada la tituló “AKA”, donde plasmo un cielo azul clandestino, casi
infinito, casi perfecto, salpicado con algunas nubes pequeñas. Lo más impresionante no era ni el
cielo eterno ni las nubes ovejunas, sino el sol dorado con visos naranjas y rojos que a simple
vista no tenían nada interesante, pero a la medida que se veían de cerca hasta producía la
sensación de calor sobre el cuerpo, mientras quema el corazón y lo ilumina hasta cegar la razón.
Lástima que aquella silueta casi olímpica no me llamo la atención, ni ahora ni nunca. Le
pregunté a Tomas quién era (por más que yo sabía de quién se trataba) y solo me respondió con
una sonrisa:
—La preferida de los dioses y semejante a una estrella.
Quería verlo mal...y así lo vi, trató de ocultarlo pero no podía, era
-definitivamente- mas
fuerte que él. Bañaba su mirada con dulzura cuando lo único que había debajo era odio, se
vestía de alegría cuando lo único que quería hacer era gritar y echar a perder la obra -y en mi
teatro, nadie jode mientras se actúa-. El sabía el final, y probablemente hasta mis monólogos de
memoria. Pero… ¿quién le creería a Tomas?, nadie. Yo solo lo miraba morir, ante el amor que
nunca tuvo, y yo simplemente... disfrutaba el momento. Continué con mi lema de “Ríete de las
desgracias ajenas” mientras pensaba y cantaba en mi cabeza Tomas Escalante el que no saldrá
jamás adelante.
Me empuje a mí mismo hasta el borde del tedio, hasta el hastío, hasta el aburrimiento completo.
Nunca sabré si lo actué de manera muy real, o si en verdad fue lo que sentía. Es que cuando uno
es actor... uno sabe pues, hay que sentir la escena, hay que vivirla, hay que tapar la realidad,
tanto hay que hay que... cuando en realidad uno mismo es el que cambia de profesión, yendo de
actor a hipócrita.
A veces se confunde y se pierde de vista la línea que divide el mar del cielo, sobre todo entre
diciembre y abril... desgraciadamente yo era capaz de verla, pero no supe distinguir la que
dividía actuación de hipocresía, y me pase quinientas setenta y seis puestas de sol en una
anarquía constante.
Astrid no se lo hubiera imaginado jamás, primero audicioné como el enamorado que esta
pendiente de todo. Como cuando la lleve al cine por primera vez, no solo pagué por su entrada,
sino que pagué lo que quiso comer y la lleve de regreso hasta su casa. Fui caballero, le abrí la
puerta, le tome la mano y se la bese para luego decirle “buenas noches princesa”.
Ella siempre tan estúpida, tan transparente, era como si hubiera escrito durante el camino de
regreso lo que sentía por mí en su frente. Que fácil fue hacerle creer que me importaba... desde
ahí supe que no valdría la pena, pero igual lo hice. Después de aquella memorable audición,
pase a tener en mis manos el guión real del novio detallista, el que no contento con ponerle el
anillo en el dedo estaba pendiente de los aniversarios. Recuerdo el día que cumplimos 4 años
juntos...
Le compré flores de todos los tipos, conseguí hasta los mejores tulipanes recién importados de
Holanda. Mi tarjeta fue desveladamente elaborada. Diseñada, cortada y escrita por mí. Puse el
típico mensaje que toda mujer quiere leer: “Gracias por ser lo mejor que me ha pasado en la
vida, te amo con todo lo que fui, lo que soy y lo que seré”. La pobre lloró, se emocionó y me
dijo que yo estaba equivocado, que era al revés... yo era lo mejor de toda su vida, y de todo el
mundo entero tal vez. Personalmente pienso que pudo haber dicho del universo entero. Todo
esfuerzo premia, así sea simulado, pero al parecer no di para la talla de universo. En este acto,
Tomás fue parte del público que veía mi teatro y aplaudía al actor principal, olvidando que solo
se trata de una simulación.
Me emocionaba pensar que el llegaría a su casa, se quitaría la corbata, abriría la botella de
champagne que había guardado para el día en que le dijera a su familia que se casaría con la
mujer de sus sueños (Astrid, la siempre tan estúpida y transparente, de la sonrisa que inspiraba a
Tommy hasta las lágrimas). No encuentro razón alguna para que se inspirara en algo insípido
como ella para pintar sobre el lienzo, ni para gastar sus oleos. Si hubiera tenido el coraje quizás
él se lo hubiera dicho, hubiera pintado solo para ella su vida entera en las paredes del palacio de
gobierno. Hasta hubiera recuperado su viejo afán por la poesía para recitársela solo a ella cada
mañana. Nunca lo hizo, que pena...nunca lo hará, pero probablemente sueñe con eso el resto de
su vida. Mientras yo sueño como deshacerme de lo que ya no necesito. Adiós Astrid...gracias
por ser lo que nunca fuiste...una mujer real, y no del sueño ajeno. Olvídate de lo que sabias,
bienvenida al final de la obra, se parece a lo que te imaginaste?. Recuerdas las veces que
preguntaste si me parecías bonita y yo respondía que sí?. Te mentí las treinta y siete mil veces
que te lo dije. Simplemente quería salir del paso, mientras pensaba que ni con la ayuda de la
cirugía cambiarias ese rostro tan común y poco especial que heredaste de aquella generación
germánica un dos de enero. Cuando preguntaste si estabas gorda?...ay Astrid, tu siempre tan
transparente. Hasta tu inseguridad dejaste que vea. Te decía lo contrario para que no me armes
una escena de esas que solo se ve en las menopáusicas. Te decía “no amor, estás perfecta”
mientras pensaba si era posible cambiarte completa por otra persona. Ay Astrid, tanta
mediocridad para haber recibido ese nombre por ser la preferida de los dioses y semejante a una
estrella. Te apagaste rápido...no me lo agradezcas a mi, ni llores ahora, porque no podría
soportarlo...te amo Astrid, no me hagas esto....por favor, te amo. Te gusto esa línea también
Astrid?. Salió de la misma obra, escrita por mí, dirigida por mí y protagonizada por mí, pero es
solo actuación, solo palabras que no significan nada. Ojalá hubieras aprendido eso hace mil
cuatrocientas sesenta puestas de sol. Ahora dime, es obvio que no puedes responder... pero
formulo la pregunta de todas formas, ¿no preferirías haber ido detrás de Tomás?. Te desanimo
su físico?, yo lo sé...su nariz no es muy agraciada. Poco tiene de español eh?, solo el apellido, la
madre le malogró la raza probablemente. Cuando aprenderás a no ir detrás del físico, eso se
termina Astrid...se apaga, se consume, se extingue, probablemente hasta mas despacio que tu.
Bueno, eso ya no es importante ahora. Talento?, bueno hablemos de talento...yo nunca pude
pintar, ni dibujar, ni escribir. La envidia?, hacia Tomás?, sí Astrid...en parte. La otra parte?, falta
de inspiración, aquella que tu nunca hiciste nacer en mi. Es tu culpa sabes?, te falta tanto...no
solo a ti, a todo el mundo. Lo pienso y hubieras sido feliz con Tomás, has visto sus cuadros?,
sobre todo el que tituló “aka”, ese era para ti, viste el cielo?, el sol?...así hubiera sido tu vida
junto a él. Mejor que conmigo ahora, eso ni dudarlo.
Llegué a pensar que él se mataría sin ayuda algún día, pero como vi que se demoraba decidí
darle un pequeño empujón. Primero, le raspe las dos rodillas contra el pavimento cuando aun
éramos niños, probablemente aun tenga las marcas; segundo, decidí hacerme su amigo y tercero,
le robé al amor de su vida. He dejado un sobre que dice sarcásticamente “Para mi AMIGO
Tomás” en la mesa para que se la entregues tu Astrid. Lamento que pensarás que estabas a
punto de leer un drama, no sólo se derritió la mascara sino que lo que sigue es una tragedia y
vas a tener la suerte de verla en vivo cuando este en su último acto. El personaje que muere no
es un secundario como Tomás, ni como tu, sino el principal...y tendrás el agrado de presenciar
la pintura que se escurrió entre sus manos.
JUEGOS FLORALES 2005
ORIGINAL
 Categoría: Cuento
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