Por su etimología, aludir hace referencia a algo que se aleja o

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II CONGRESO INTERNACIONAL CELEHIS
DE LITERATURA
Universidad Nacional de Mar del Plata
Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
Ponencia: Antonio Machado en Mario Benedetti
Lilia Exeni
Marilina Aibar
Noviembre de 2004
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Antonio Machado en Mario Benedetti
La Literatura Comparada observa los cambios y los puntos de contacto entre
poéticas, visiones, planteos y la traducción como constitución discursiva asocia
elementos temáticos que funcionan a modo de tema, motivo o símbolo. El
presente trabajo tiene por objetivo relacionar el poema El corazón y la piedra
de El mundo que respiro de Mario Benedetti con el Cantar XCVIII de Proverbios
y Cantares de Antonio Machado y destacar cómo una forma de composición,
la alusión, gravita en la expresión poética y en el modo de leer.
El poema en análisis es el número treinta y cinco de El mundo que
respiro. En toda la obra se observa un afán por enfrentar los obstáculos de
la vida, porque ésta es considerada como un enigma misterioso y difícil. En
cada poema Benedetti subraya un yo lírico que se ve a sí mismo y pone su
acento en el tiempo y en la cercanía con la muerte: “ 1La muerte es una
presencia, y la barajo en conexión a lo que es la muerte para otros, no sólo
para mí. Pienso que una de las formas de sobrellevar la idea de la muerte es
darle la cara, hablar de ella, dialogar con ella... Escribo sobre ella para que no
me sorprenda, claro”.
El mundo que respiro está dividido en tres partes: El corazón y la
piedra, Remontar la noche y Estas y otras guerras. Las tres van precedidas
de una sugerente cita
cuya intención es, probablemente, dar sentido
argumental a la agrupación de poemas. En toda la obra Benedetti nos habla de
la historia interior de la persona, de los sentimientos, de las miradas con que el
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ser humano afronta el mundo y la vida las que configuran un espacio discursivo
que dialoga consigo, con otros discursos y otras poéticas.
El poema El corazón y la piedra, lleva como epígrafe unos versos de
Antonio Machado:
“Tu profecía, poeta.
- Mañana hablarán los mudos:
El corazón y la piedra.
Estos versos, dan nombre a la primera parte del poemario y al poema
objeto de análisis. A través del epígrafe Benedetti alude a Machado.
Por su etimología, aludir hace referencia a algo que se aleja o aproxima
en un desplazamiento sin estabilidad, y al conectar un punto y otro, reclama
una actitud que moviliza la imaginación del lector para que la libertad que
evoca el nombre del objeto produzca un juego impreciso, pero con referencia
explícita o compartida.
Y en este juego la distancia como medida, interesa por el recorrido
semántico y la velocidad de las relaciones y las inferencias pragmáticas.
Recorrido que necesita un modo pero también un marco temporo-espacial para
descubrir el camino enigmático propuesto por las palabras. Además el juego de
la alusión regatea, quita y da, escribe y borra, juega a jugar y en ese
acontecimiento nombra y calla.
¿Quién alude a quién? Benedetti cita a
Machado y éste alude en
Benedetti. Más que un diálogo la alusión constituye y construye nombres que
se actualizan en la distancia entre el ser del hombre y el hacer del artista,
nombres que van y vienen entre la cita y la alusión:
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Machado dice: - Mañana hablarán los mudos: / el corazón y la piedra
Benedetti alude: Con la mudez del corazón se aprende / La de la piedra es un
pecado inútil / Hay piedras que parecen corazones / Y corazones duros como
piedras
Como Benedetti juega con las palabras de Machado la longitud entre uno y
otro se mide en el mismo tiempo pero a diferente velocidad. El mapa escritural
señala los límites del espacio discursivo, sin embargo la lectura, marca el
campo de juego. En el espacio se puede medir, en el campo de juego se debe
jugar. Por eso el lector recoge y recorre en forma rápida o lenta los indicadores
del espacio para unirlos en el juego. La alusión regatea, acepta, rechaza, quita,
da reglas y códigos, palabras y silencios en un afán discontinuo de distancia
“como una profecía”. Si uno pretende hacer hablar al corazón y a la piedra, el
otro intenta develar el tiempo. Ambos, algo llevan y traen, algo con-fieren y en
algo di-fieren: el modo. Mientras que uno profetiza, el otro transforma la
realidad e interpreta un rol dentro de ella. Un modo de ser acontece en modo
textual y por ende, en modo de escritura y de lectura.
Según nuestro entender, es en este sentido que la expresión se
magnifica en la alusión. La primera confía en la posibilidad de decir y en la
transparencia de la comunicación, la alusión en cambio, apela a un modo de
velocidad que lleva y trae, conforma una distancia y en un afán lúdico,
construye un espacio de juego.
Un segundo aspecto a considerar, es el hecho de que este modo de
poner la palabra en juego y en distancia, se relaciona con la experiencia.
Hay una especie de refracción entre el significado de las palabras con
los objetos que designan y con la representación que asimilan. Los conceptos
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ceden lugar a imágenes que asocian una idea a otra, y la comprensión apela a
la libertad e interpretación del hablante.
En la última estrofa del poema, Benedetti hace alusión al tiempo como
experiencia de vida :
Ah corazón y piedra / qué amalgama
Qué obligación del hombre y su destino
Qué fiel contradicción / qué disparate
Qué poquito nos queda en este soplo
Benedetti toma la idea del tiempo, como algo vivo, personal, no como un
concepto o una abstracción. Se hace presente la contradicción entre no poder
ser sino en el tiempo y de ser devorado por éste. Por eso esa nostalgia al
evocar el pasado.
Benedetti alude a Machado, porque el tiempo es, también, el tema por
excelencia en la obra poética del español. Sostenía Machado: 2“la poesía es la
palabra esencial en el tiempo... al poeta no le es dado pensar fuera del tiempo,
porque piensa su propia vida que no es, fuera del tiempo, absolutamente nada”
La experiencia de tiempo unida a la de
juego, aún cuando finja su
representación (como otros juegos), usa al lenguaje para dar cuenta del mundo
en un código propio. Benedetti se refiere al tiempo, lo mismo que Machado,
pero utiliza sus propios códigos. Las reglas configuran por un lado, una forma
de interacción que sostienen un código diverso y cambiante, abierto a la
cognición y a las emociones, por otro, ilustran la complejidad de lo real en el
movimiento del juego.
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Y relacionamos esta experiencia de juego con el misterio que despierta
lo estético. Misterio indeterminado, pero que genera su propia forma, una forma
que no pretende re-presentar nada, sino mostrar un juego que impulsa la
experiencia de lo singular. De este modo, la experiencia de la palabra y la
experiencia estética se contaminan con la emoción que despierta el asombro,
por la incertidumbre del juego y por el modo de jugar. El goce físico de la
lectura no necesita una hermenéutica trascendental y la emoción que asombra
el misterio de la escritura, exalta la eficacia literaria. Por eso el asombro instala
un código que no se afana en explicar ni comprender, sino en imaginar lo
inefable.
Hasta ahora hablamos de juego con un ritmo de distancia y velocidad
propias, también de experiencia que implica reglas pero que generan enigma,
goce, asombro.
Ahora bien, reparemos en el hecho de que somos los
hablantes los que conferimos significado a las palabras y los que nos valemos
de ellas para definir, describir, pensar, explicar. Sin embargo, en la alusión
como juego, las reglas y los conceptos relajan el valor tradicional y en un
primer momento no definen ni explican nada. La comprensión interconecta
imágenes y experiencias con expresiones, para que la mente describa las
vinculaciones entre unas y otras. Mientras la conciencia rescata la memoria y
clasifica el olvido, la mente como un archivo, deposita recuerdos de
experiencias e imágenes, posibilitando el ir y venir de las ideas por territorios
conocidos o extraños. Y desde nuestro punto de vista, esta es una cuarta
cualidad a observar en la alusión. Porque el desplazamiento entre la memoria y
el olvido invoca una presencia disfrazada de ausencia, pretende releer el
pasado de la experiencia, con la urgencia del presente alusivo:
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Un corazón mudo de nacimiento
También puede latir amordazado
Y así callar sus culpas vacilantes
O vacilar ante el primer recelo
El poema revela en estos versos
el espacio doloroso del exilio que se
transforma en memoria perenne a través de la nostalgia que “amordaza” los
sentimientos para que el silencio purifique la culpa. Machado en cambio evoca
el camino que “pesa en el corazón” , un camino que, también, entraña soledad,
nostalgia y silencio.
Y aquí cabe la distinción entre alusión y mención. Mencionar es traer de nuevo,
convocar, recordar, en alguna medida fijar, en cambio aludir hace referencia a
un camino que va y viene, y que por el movimiento del juego, trae a la
memoria, evoca, desplaza pero lleva de nuevo, ya urdiendo, ya tejiendo. Por
eso en la trama cognitiva el olvido es tan importante como el recuerdo.
Además de este aspecto, subrayamos otro que tiene que ver con lo
anterior pero también con la destreza de los poetas para manejar la palabra
con cierta “exactitud inespecífica” potenciando la posibilidad de la alusión de
ocultar y mostrar. Y en este movimiento, no sólo es importante la voz, sino la
mirada, lo que se dice y calla, lo visible y lo invisible. Barthes en El susurro del
lenguaje sostiene que el susurro se manifiesta en la oralidad con el balbuceo y
en la escritura con el silencio. Creemos que la alusión muestra el susurro
porque el sentido al ir y venir como en on y off, produce resonancia:
Piedras y corazón complementarios
Como el árbol y la sombra del árbol
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Como el cordón umbilical y el niño
Como el crimen perfecto y el suicidio
La resonancia de la comparación, del paralelismo, del ritmo, de la aliteración
configura un susurro que debate el ocultar y el mostrar, el decir y el callar,
porque la expresión , al desplazarse, obliga al pensamiento a completar el
sentido del texto.
Piedra y corazón tanto en Benedetti como en
Machado representan ideas
opuestas pero complementarias que se resumen en una: el hombre como una
fiel contradicción atado a su destino.
Retomando el objetivo inicial podemos concluir :

La alusión, como forma de composición, relaciona dos poéticas
separadas en el tiempo pero unidas por la conciencia creadora, por las
ideas y por el sentimiento del hombre frente a la experiencia de vida.

Así mismo, en ambos poetas la contradicción entre: no poder ser sino
en el tiempo y de ser devorado por éste, configura el punto de partida
de la expresión lírica y la exaltación de
la poesía a través de la
sabiduría perenne que se adquiere con los años.
Citas
1. Para Clarín - Reportaje de Ezequiel Martínez “Especial de Mario
Benedetti” – Setiembre de 2000
2. Antonio Machado - Poesías Completas – 1993 – Colección
Austral
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Bibliografía
BENEDETTI, Mario (2001), El mundo que respiro, Planeta, Argentina. SAIC/
Seix Barral
MACHADO, Antonio (1993), Poesías completas, Colección Austral. Espasa
Calpe Argentina
BAJTÍN, Mijail (1982), El problema de los géneros discursivos” en su Estética
de la creación verbal, México, Siglo XXI.
BENJAMÍN, Walter (1972), La tarea del traductor en su Angelus novus,
Barcelona, Edhasa.
BOTTON BURLÁ, Flora (1994), La traducción en Pierre BRUNEL e Ives
CHEVREL (comp.), Compendio de Literatura Comparada, México, Siglo XXI,
pp. 329-346.
ECO, Umberto (1987), Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el
texto narrativo, Barcelona, Lumen (1ª. Edic. 1979)
Núñez Ramos, Rafael (1998) La poesía Síntesis, Barcelona
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