TEORÍA Y FUNCIÓN DEL ARTE. Arte. Estética y Estéticas. El concepto de Arte La palabra “Arte” ha cambiado de significado a lo largo de su historia. Veamos a continuación los significados de este vocablo en la civilización occidental. El término “Arte” se aplica con una idea de habilidad, de destreza desde la Antigüedad hasta el Renacimiento. Para los griegos no existía arte sin reglas ni técnicas. En la Edad Media se distinguían las artes liberales de las mecánicas siendo las primeras, las exentas de un esfuerzo físico. En el Renacimiento se evidencia la separación de las artes de los oficios. Tal distinción era debida a que se consideraba el arte como el resultado de un esfuerzo intelectual: la búsqueda de las reglas que rigen la Belleza. Y se incluyó en ellas la arquitectura, la escultura y la pintura a veces denominándolas “artes nobles”, “bellas artes”, a veces “arti del disegno” (dado que el dibujo les es común a ambas). A mediados del siglo XVIII, Charles BATTEAUX enumerará las sietes “Bellas Artes”: Pintura, Escultura, Arquitectura, Danza, Poesía, Música y Retórica. Esta clasificación ha sufrido numerosas modificaciones. Especialmente a partir de finales del siglo XIX, cuando la aparición de las corrientes de vanguardia incorporó a la producción artística numerosos objetos: cerámica, muebles, fotografía… Desde el fin de la Primera Guerra Mundial, la eclosión de movimientos Dadaístas y Expresionistas, evidenciaron que la belleza no es una característica esencial del arte: la fealdad también puede participar del fenómeno artístico. Prácticamente hasta fines del siglo XIX la producción artística era valorada, en términos estéticos, por la adecuación de las obras de arte a unos cánones de belleza. En el Renacimiento, bajo influjo de una filosofía neoplatónica, los teóricos de Arte habían aceptado la idea que existía una belleza absoluta, objetiva, fuera de gustos particulares. Siguiendo el mismo criterio, se buscó una jerarquía de las artes, haciendo una división entre artes mayores y menores y aceptando como mayores, en lo plástico, arquitectura, escultura y pintura. Con un sentido dogmático y absolutista se juzgó de otras culturas y aun de otras épocas dentro de la suya, de acuerdo con su escala de valores. Evidentemente un juicio basado en estos supuestos impedía apreciar las formas artísticas de otros pueblos, al menos de acuerdo con los patrones occidentales. Hoy día nos hemos liberado de los corsés que constreñían la creatividad artística. Ha sido, como veremos a lo largo del curso, un largo recorrido, cuyo hito principal se sitúa a caballo de los siglos XIX y XX con la aparición de los “ismos”: Impresionismo y Post-impresionismo, Fauvismo, Surrealismo, Cubismo, Expresionismo… Las segundas vanguardias, en especial la llegada del Arte Abstracto terminaron por derribar los viejos principios del Arte hasta tal punto que resulta difícil dar una definición de qué es el Arte. Características de la obra de arte. La obra de arte es: 1. Una producción humana. Son artificiales, creadas por el hombre. La consideración de los “Objects Trouvés”, hallazgos a los que el artista confiere un valor artístico (rocas, troncos, zapatos viejos…), siguen siendo una producción humana, al ser objeto de reflexión. 2. Una producción expresiva. Tienen intención de ser contempladas y de comunicar algo. 3. Posee valores simbólicos. 4. Utiliza lenguajes específicos. 5. Es auténtica y singular. Esta valoración es propia de nuestra época, de producción en masa y estandarizada. En ella, el carácter único y exclusivo de la obra de arte suele ser un elemento de mayor valoración económica. El pop art en los años ’60 reclamaba un arte industrial, con millares de copias de obras de arte. 6. Es bella. No obstante, la belleza no es única, sino que existen múltiples estéticas. “Una obra de arte es cualquier objeto manipulado por el hombre en el que junto a una finalidad o función primera (religiosa, social, útil) existe una segunda intencionalidad que habría de calificar de estética y que es relativamente independiente de la primera” Joaquín YARZA “El arte es todo aquello que consideramos arte.” Dino FORMAGGIO. Según PANOFSKY una obra de arte es “cualquier objeto de factura humana que exige ser experimentado estéticamente” El problema de esta definición radica en el significado de Estética. Si durante el Renacimiento se persiguió el ideal de la estética grecorromana estableciéndose unas reglas (composición, armonía…) que había que observar. Pero es obvio que existen muchas estéticas. Cada cultura, cada civilización en cada momento histórico suelen regirse por una escala de valores que afectan también al producto artístico. Sin embargo aún hay quien todavía expresa juicios de valor en términos absolutos al tratar de la obra artística. Se (pre)juzga a las obras de arte en función de dos criterios: la perfección técnica que obliga al artista a aproximarse a la realidad, y el de belleza (pálido reflejo del canon clásico). Hay que huir de estas limitaciones. Una obra de arte puede parecer inacabada o mal realizada. Puede reflejar imágenes grotescas e incoherentes. Una obra de arte puede no tener ningún referente real. Cualquier definición (limitación) del hecho artístico parece hoy una invitación a su trasgresión. División de las Artes. La polémica sostenida por teóricos y artistas desde el Renacimiento para conseguir que su labor fuera calificada de intelectual, en lugar de puramente manual, favoreció la jerarquización de las manifestaciones artísticas. Se considerarían tres artes mayores (Arquitectura, Escultura y Pintura), rango que no sería dispensado al resto. Ha de tenerse en cuenta que esta división jerárquica sólo es válida en el ámbito occidental a partir de la Edad Moderna. En la Edad Media, por ejemplo, se valoraba mucho más la miniatura que la pintura. Por otra parte, la riqueza del material empleado ha jugado un papel de primer orden al considerar una obra de arte. Tanto por el coste económico que implicaba como por el prestigio social que podía acarrear. La división de las artes según sus fines y materiales no implica preeminencia de unas sobre otras: pintura, escultura, ilustración, orfebrería, cerámica… Esta clasificación, no obstante, es puramente arbitraria. Un edificio barroco puede tener mayor interés por su valor escultórico que por sus aspectos arquitectónicos. Forma y contenido. Una cuestión básica del Arte ha sido el que afecta a la forma y al contenido, a su estética y a su temática. En realidad el arte es un lenguaje que se expresa en formas. Pero éstas no están vacías de contenido. Sin forma, no hay Arte. La separación entre forma y contenido es artificiosa. Es una operación mental realizada por el hombre para captar distintos aspectos de una unidad. Con frecuencia la historia del Arte se ha ocupado de la forma y ha evitado las referencias al contenido. Esto es válido únicamente para análisis parciales, pero no puede se pretender que se convierta en una visión general. Un arte figurativo, temático, como fue la pintura hasta la aparición del arte abstracto hace más transparente la unidad forma-contenido. Pero el contenido desborda la temática y se puede entender en cualquier arte figurativo. Una catedral no sólo es un conjunto de formas; su concepción del espacio, condicionada por su función litúrgica, tiene una intencionalidad simbólica. Los aspectos formales están vinculados a la estética, al sentido de la belleza, y a lo que se suele calificar de estilo. A veces se califica de estilo a lo que sólo es su ornamentación. Por ejemplo se suele definir el arte románico por el uso de arcos de medio punto, la bóveda de cañón, la simplicidad de la ornamentación. Es un error. Actualmente está en crisis el concepto de estilo por esta simplificación falseadora. Los estilos artísticos. La palabra estilo, derivada del latín stilus, se emplea para denominar la forma característica de realizar algo. Es un concepto fundamental ya que engloba las obras de una misma época distinguiendo sus rasgos comunes. Un estudio de los estilos permite observar la evolución de las formas. Las denominaciones que hoy conocemos, románico, gótico, renacentista, manierista, barroco, rococó, neoclásico, romanticismo… fueron aplicadas entre los siglos XVIII y XIX. La idea de que en cada época una serie de rasgos comunes pueden encontrarse en las diversas manifestaciones artísticas es la base de la obra de WÖLFFLIN, Conceptos fundamentales de la historia del Arte. Con cierta frecuencia se ha analizado un estilo con criterios biológicos, señalándose etapas arcaica, en que se inician las formas, clásica o de madurez, y barroca, momento en que se intenta enmascarar el agotamiento formal con un aumento del aparato ornamental. La función del arte. Si pensamos en los elementos definidores del objeto artístico (creación humana, predominio de la función estética) podríamos llegar a la conclusión de que el arte es inútil. Sin embargo, la presencia de manifestaciones artísticas en todo momento y en toda cultura sugiere, como afirma Ernst FISCHER en su libro La necesidad del arte, que el arte responde a alguna necesidad humana. Sin embargo, la función de arte ha variado con la sociedad, incluso para una misma obra. De la condición social del artista y la función de la obra de arte. El artista, aunque creador, no es plenamente autónomo. Usualmente su posición social se sitúa en niveles bajos, o cuando más medios. Su calificación de artesano, lo emparenta con cualquier otro profesional del artesanado que trabaja por encargo. Es el cliente el que va a proponer temas y modos de ejecución, de acuerdo con sus posibilidades económicas. El artista aceptará estas condiciones y lo plasmará en una obra de arte. En las culturas egipcias y mesopotámicas los artistas son artesanos, cuyos talleres se hallan instalado junto a los templos y palacios: Sacerdotes y príncipes controlan la producción artística, plasmando un arte oficial. El artista es un mero reproductor de los encargos. En Grecia persiste la condición del artista-artesano. Al despreciarse el esfuerzo físico y, en general, las actividades manuales menospreciadas, sólo algunas artes se considerarán nobles: la danza, la música y la poesía. Se acentuará el gusto por la labor artística. El Estado romano utilizará el arte como medio propagandístico, difundiendo la cultura latina en las colonias. La clase más pudiente reunirá importantes colecciones privadas, con originales o copias de las obras más famosas (especialmente griegas). Al placer estético del arte, se le añadió el prestigio social que se alcanzaba con ser propietario de arte. Algunos artistas intentarán adquirir una formación en ciencias (aritmética, geometría) con el fin de alcanzar el rango de las artes liberales. Con la difusión del cristianismo el arte adquiere un valor didáctico, pedagógico y hasta propagandístico. En la Edad Media el arte se haya ligado a la Iglesia y al poder, llegando a considerarse un objeto precioso. En la Alta Edad Media (arte románico) las producciones artísticas se desarrollaban en/al amparo de monasterios. Durante la Baja Edad Media (arte gótico), el arte deviene urbano; desarrollándose al amparo de gremios de artesanos. Los gremios supervisaban que la producción se adaptase a ciertas calidades y condiciones. Con el Renacimiento se recupera el valor hedonístico y económico del periodo romano. El público comprador de arte procede de las cortes principescas, la curia eclesiástica y la burguesía ciudadana. A la función tradicional heredada de la Edad Media (convertirse en una donación eclesiástica), la obra de arte tendrá una función decorativa y de prestigio. En los encargos se concretarán el destino de la obra, las dimensiones y el tema. En esa mirada retrospectiva que el Renacimiento efectúa sobre el pasado clásico, se desprenderá un nuevo valor: el formativo o pedagógico. El arte se verá ligado al esfuerzo intelectual con la aparición de teorizadores y tratadistas, mientras que pintores, escultores y arquitectos dejarán de ser considerados artesanos para convertirse en artistas. No obstante seguirán en general vinculados a los gremios hasta que su alternativa, la Academia de Arte, se generalice (s. XVIII). En los siglos XVI y XVII el artista se dirige a la Iglesia (católica o protestante), a las monarquías absolutas, y a la burguesía. Especialmente en el siglo XVII cabe precisar la procedencia nacional de las obras pues la diversidad política, económica e ideológica de las naciones condiciona fuertemente la condición del artista. En el siglo XVIII, Francia releva a Italia como centro artístico. Es la Edad de la Razón y el arte se academiza. En 1648 se funda la Académie Royale, que impone una serie de normas estéticas. Es una escuela de formación artística donde se promueve el gusto oficial; a cambio, el artista ve asegurado su trabajo. Desde fines del s. XVIII aparecen nuevos “mecenas”. El mercado del arte cambia y ya no sólo está al servicio de la Iglesia y del Estado. Las academias organizarán Salones, de carácter anual, donde los artistas reconocidos expondrán sus obras. Tratarán de realizar obras del agrado de sus potenciales compradores. El artista alcanza cierta libertad creativa pero debe estar pendiente del espectador-mecenas que juzga e interpreta su obra. Es a partir de la Revolución Francesa, y sobre todo con la eclosión del Romanticismo cuando nace el artista contemporáneo. Para los románticos la creación artística era la expresión de la subjetividad individual: El valor de la creación artística se derivaba de la sensibilidad del individuo y de su libertad creadora, rechazándose el dirigismo de los mecenas (públicos o privados) y de las academias de arte. Éstas, según los románticos, cercenaban la formación del artista en pos de un estilo rígido en el que quedaba escaso espacio a la inspiración y la originalidad. Frente a la Academia, se auspició una vuelta al taller, ahora llamado estudio, en el que el artista podía hacer gala de su formación autodidacta y de su propio genio personal. En París, a mediados del s. XIX, se celebran los primeros Salones. Estos propician la sustitución de una reducida clientela elitista por otra más amplia: la de las clases medias. Los Salones canalizan el mercado del arte acercando la demanda a la oferta y dando publicidad al arte. Se fomenta el gusto artístico en la sociedad y provoca el nacimiento de la crítica artística. Los jurados oficiales que dictaminaban que obras se exponían o no en los Salones, favorecieron un nuevo academicismo, empañado de fuertes polémicas. En el mundo contemporáneo los artistas destacan por su innovación y por tener unas formaciones más o menos autodidactas; hechos que han favorecido el desarrollo de vanguardias estilísticas. De todas maneras, esta imagen de libertad oculta la servidumbre debida al proceso de mercantilización del arte, el dominio de la crítica y la presión del gusto social. El Estudio de la Historia del Arte. La Historia del Arte es la disciplina científica que pretende realizar una reconstrucción, tan objetiva como sea posible, de todos los aspectos que contribuyen a conocer y comprender la forma y la función original de las obras de arte, lo que supone, lógicamente, su estudio en relación a las circunstancias en que fueron realizadas. A mediados del siglo XVIII se publicaron las obras que se consideran fundacionales de las tres disciplinas que se ocupan del arte: a) ESTÉTICA: A. BAUMGARTEN, Estética, 1750-58. La estética es una rama de la filosofía que estudia la percepción u el concepto de belleza. b) CRÍTICA DE ARTE: D. DIDEROT, Salones, 1759-1781. La crítica de Arte es una actividad por la que se expresa públicamente, la opinión y el juicio personal respecto una obra de arte o el conjunto de obras de un artista. c) HISTORIA DEL ARTE: J.J. WINCKELMANN, Historia del Arte en la Antigüedad, 1764. La Historia del Arte considera las obras como hechos históricos. Su metodología incluye la investigación documental, el estudio de técnicas y materiales y la relación con el momento histórico en que fueron producidas. Cuando intentamos comprender una obra de arte hacemos un esfuerzo para aproximarnos a las condiciones técnicas, al pensamiento de la época, a la finalidad con la que fue creada la obra o a los efectos que tuvo en su momento. Uno de los problemas más habituales que existen para el neófito en Arte es enjuiciar las obras con criterios actuales. Otro, su descontextualización. Por último conviene no olvidar que estos tres aspectos, por los que abordar la obra artística están íntimamente ligados. Corrientes metodológicas de la Historia de Arte. Entre 1550 y 1568 el italiano Giorgio VASARI publica Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, un relato biográfico de las principales figuras del renacimiento italiano, claro exponente de la alta consideración a que habían llegado los artistas. Con WINCKELMANN, la historia del arte adquiere un sentido científico. WINCKELMANN huye de la anécdota biográfica, para profundizar en el estudio de las obras, de sus formas y la evolución; creando una clasificación de las formas con criterios estilísticos y evolutivos. Jacob BURCKHARDT en 1860 (La cultura del renacimiento italiano) trata de encuadrar el estudio de los hechos artísticos en su contexto histórico. A finales del siglo XIX, surgen dos grandes tendencias, aún vigentes: el formalismo y la iconología. El formalismo (WÖLFFLIN, FOCILLON) se interesa por los aspectos estéticos y estilísticos de la obra de arte. Las actuales clasificaciones estilísticas del arte occidental (Románico, Gótico, Renacimiento, Barroco…) son producto de la historiografía formalista. La iconología (PANOFSKY, GOMBRICH, WITKOWER) se ocupa de las temática y el contenido de las artes visuales con el objetivo de averiguar el significado original de las obras de arte. Otras aproximaciones son la psicología del arte (FREUD, René HUYGHE) que considera la obra como una manifestación del espíritu y de la personalidad del artista; la historia social del arte (HAUSER, FRANCASTEL, ANTAL) investiga las relaciones entre el arte y la sociedad.