DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. Fernando Sebá López 1. Preocupación de la Iglesia por lo social Es importante antes de comenzar nuestro curso nos hagamos esta pregunta: ¿Por qué la Iglesia católica debe preocuparse de los problemas sociales que aquejan a la humanidad? La respuesta puede ser sencilla si la damos a la luz de nuestra fe cristiana. Dios padre envió a su hijo para que, hecho hombre como nosotros, nos transmitiera en plenitud su mensaje de amor misericordioso y salvífico hacia toda la humanidad. EL evangelio nos muestra, “con abundancia de testigos que Jesús no fue indiferente ni extraño al problema de la dignidad y de los derechos de la persona humana, ni a las necesidades de los más débiles, de los más necesitados y de las víctimas de la injusticia. En todo momento ha revelado una solidaridad real con los más pobres y desdichados, ha luchado contra la injusticia, la hipocresía, los abusos de poder, el afán de lucro de los ricos, indiferentes a los sufrimientos de los pobres, haciendo una enérgica llamada al rendimiento de cuentas final, cuando volverá con gloria para juzgar a vivos y muertos”1 Jesús proclama valientemente su mensaje, que es buena noticia, de Dios, presentándonos su proyecto del Reino de Dios que es, en realidad, la presentación de una sociedad humana alternativa y digna del ser humano. En otras palabras, Jesús nos propone la construcción de una sociedad nueva, con hombres y mujeres renovados, y con relaciones interpersonales justas, solidarias y fraternas. El primer paso para la construcción de esta nueva sociedad es el cambio personal de vida (metanoia=conversión) de cada uno de sus seguidores. Cambio que se traduce en actitudes nuevas, dejando atrás el egoísmo y las injusticias, y se concretiza en un compromiso serio y responsable de entregarse al servicio del bien común y del progreso de la comunidad. Cuando Jesús sube al padre nos deja esta consigna “id por todo el mundo y proclamad la Buena Noticia a toda la creación” 2Jesús confía, pues, esta misión a su Iglesia: anunciar y extender su evangelio mediante la evangelización. El papa Pablo VI resume admirablemente esto al decir: “Evangelizar significa apara la Iglesia llevar la buena nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: “he aquí que hago nuevas todas las cosas” (ap 21, 5). Pero la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay, en primer lugar, hombres nuevos, con la novedad del bautismo (cf. Rm 6,4) y de la vida según el evangelio (cf. Ef 4, 23 – 24)”3 ACTIVIDAD El texto señala un nuevo tipo de sociedad: ¿Cuál es la características característica de la o sociedad anterior? ¿De qué tipo de sociedad está hablando? ¿Cuál es el rol de Jesús en la construcción de esta nueva sociedad? 1 Orientacione spara el estudio y la enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes, 16. Congregación para la educación católica, Roma, 1988. 2 Mc. 16, 15 Exhortación apostólica “Evangelii nuntuandi” 18. 8 de diciembre, 1975. 3 2. ¿Cómo y por qué nace la doctrina social de la Iglesia? Como resultado del mandato de Jesús, la Iglesia, desde siempre, ha estado atenta y preocupada para responder con sus orientaciones y acciones a los complejos problemas sociales de cada época histórica a los largo de los 20 siglos de su existencia. Fue así como las primeras comunidades cristianas fueron sensibles a las carencias de los más necesitados y actuaron en consecuencia. Estas comunidades eran las herederas primeras y directas de las enseñanzas de los Doce Apóstoles que, a su vez, las había recibido del propio Jesús. Por eso el apóstol Juan pudo decir en su primera carta: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida –pues la vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba con el padre y que se nos manifestó- lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros esteís en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.”4 Los padres de la Iglesia, escritores eclesiásticos que sobresalieron por sus enseñanzas y la santidad de sus vidas, entre finales del siglo I y el siglo VIII, defendieron la fe y las enseñanzas evangélicas de los ataques de las filosofías paganas de la época. En su enseñanza social continuaron la tradición profética del Antiguo Testamento y la evangélica, y elaboraron un cuerpo doctrinal que sirvió para orientar y dirigir a los fieles cristianos en momentos de expansión del cristianismo. Dejaron por escrito sus enseñanzas, pero también fueron grandes predicadores y catequistas que transmitieron su doctrina en un mundo en donde eran pocos los que sabían leer y escribir, ya que la mayoría de la población era campesina y analfabeta. Podemos citar, entre otros, a San Clemente de Alejandría (150 – 215), san Basilio el Grande (330 – 379), san Ambrosio (337 – 397), san Juan Crisóstomo (344 - 407), san Agustín de Hipona (354 – 430) san León I Magno papa (395 – 461) san Gregorio I Magno papa (540 – 604). Defendieron con insistencia los derechos del pobre, las exigencias de la justicia, el 4 1Jn 1, 1 – 14 sentido de la propiedad, el destino de los bienes de la tierra, la responsabilidad de los ricos. Durante la Edad Media, filósofos y teólogos, reflexionaron y escribieron oportunamente sobre los problemas que en ese momento afectaban a la convivencia humana. Muchos de ellos fueron brillantes profesores universitarios. Se destaca en este período, un teólogo eminente: santo Tomás Aquino (1225 – 1274). Expone su enseñanza social alrededor de la justicia como virtud moral y la caridad como virtud teologal. Presenta a la justicia como el fundamento de la comunidad humana y analiza la concepción cristiana de la propiedad privada, entre otros problemas. Después del descubrimiento de América (1492), surgen unos pensadores y juristas católicos y unos misioneros en los nuevos territorios descubiertos que salen en contra del maltrato y opresión a las poblaciones indígenas, y del injusto e inhumano comercio con esclavos negros traídos de África. Merecen especial mención: francisco de Vitoria (religioso dominico, 1486 – 1546), Francisco Suárez (religioso jesuita, 1548 – 1617), Fray Bartolome de las Casas (religioso dominico, obispo de Chiapas, 1470 – 1566), Fray Juan de Zumárraga, obispo de México, 1476 – 1548), Fray Bernardino de Sahagun, religioso franciscano, 1500 – 1590). Después de este brevísimo recorrido histórico comprendemos cómo la Iglesia ha respondido siempre a las cambiantes situaciones sociales y ha procurado ser, dentro de sus limitaciones humanas y la fuerza destructora del pecado, la defensora de los pobres, la voz de los que no tienen voz y la promotora de estructuras sociales justas y solidarias. Pero hacia mediados del siglo XVIII surge un cambio radical en la organización social europea, cambio que tiene repercusiones hasta nuestros días. Se trata de la llamada “Revolución Industrial”. ACTIVIDAD Crear una línea de tiempo sobre la doctrina social de la Iglesia ¿A qué se responde la preocupación de la Iglesia por las situaciones sociales del mundo? ¿Qué busca la Iglesia con sus reflexiones sociales? 3. El problema social moderno En todas las épocas históricas han existidos problemas sociales. Pero el nombre de “Problema social moderno” se aplica a los problemas sociales surgidos a partir de la revolución industrial. Se entiende por Revolución Industrial el proceso de industrialización que se produjo en gran Bretaña durante la segunda mitad del siglo XVIII, a causa fundamentalmente, de la invención de la máquina de vapor y el perfeccionamiento de los telares. Esto originó un cambio importante en la forma de trabajar: el artesano pasó a ser obrero y surgió el denominado capitalismo financiero. La sociedad empezó a transformarse pasando paulatinamente de agrícola y gremial a industrial. Como consecuencia se inició un desplazamiento de la sociedad rural hacia la ciudad. Nace, entonces, el proletariado como nueva clase social. Todo esto produjo una serie de desajustes, tanto como sociales económicos y políticos antes, incluso de la revolución francesa. La expresión “revolución industrial” fue popularizada por el economista (no el historiador) Arnold Toynbee (1852 – 1883) en su obra póstuma “The industrial revolution” (1844). El 1767 el escocés James Wats (1736 – 1819) inventa una máquina de vapor que se industrializa muy pronto. Esto no fue un punto de partida sino, más bien, una labor de perfeccionamiento de inventos anteriores. Casi todos los genios de la invención, mecánicos y herreros, procedían de medios sociales bajos y tuvieron que recurrir al apoyo financiero de comerciantes ricos para sacar adelante sus inventos. El resultado de este fenómeno inventivo es el comienzo de la era del maquinismo, con un nuevo concepto del trabajo humano y la aparición de un capitalismo financiero distinto. Otro de los puntos de partida de la etapa industrial es el perfeccionamiento de la máquina textil. Comienza, entonces, la mecanización de la industria textil. Un relojero, Jhon Key, revolucionó el sistema de producción textil al inventar una tejedora volante (1733) que se generalizó en 1760. ¿Qué consecuencias trajo todo ese proceso de revolución industrial? Decae el taller industrial y es sustituido por la fábrica, el cual requiere personal especializado y una mano de obra que el capitalismo financiero contrata, también entre mujeres y niños, para disminuir los costos de producción. Entre los años 1830 y 1840 sólo el 25 – 30% de los obreros británicos de la industria algodonera eran adultos, el resto mujeres y menores de edad. A medida que avanza el proceso de industrialización aumenta la concentración de obreros en las zonas industriales. Obreros que son explotados por los dueños de las industrias, con bajos salarios y largas jornadas de trabajo (entre 12 y 16 horas al día). Se incrementa el trabajo de los niños en los estrechos socavones en las minas, porque solo ellos pueden entrar en este reducido espacio. Las mujeres salen del hogar y también trabajan para completar el escaso salario del esposo. Las enfermedades hacen su agosto: poco dinero, mala alimentación, exceso de trabajo, ambiente de fábrica y sobre todo de las minas, del aire enrarecido. La tuberculosis es una enfermedad común y la desnutrición de los niños es generalizada. A lo largo de la mitad del siglo XIX se agrava la situación del mundo obrero y se comienza a hablar de la “cuestión social”, entendiendo esta expresión como el conjunto de problemas derivados de la explotación del proletariado por parte del capitalismo financiero e industrial. “El nuevo modo de producción capitalista implica la separación del trabajo y el capital. Y esto ocurre, históricamente, en el contexto de la industrialización. La necesidad de maquinaria es cada vez mayor, una vez que se ha entrado en la dinámica del crecimiento económico, lo cual exige el empleo intensivo del capital. La mano de obre disponible en ese momento es, en gran parte, lo que va llegando a las ciudades emigradas desde el campo, que necesita, para su subsistencia, producir conforme a las nuevas condiciones impuestas por el desarrollo tecnológico… a través de estos procesos queda consolidado el sistema capitalista. Teóricamente éste puede definirse como aquel sistema de organización de la vida socioeconómica en que el capital está en manos de personas privadas, las cuales se sirven de la mano de obra para hacer productivo y rentable ese capital y la contratan a cambio de un salario.”5 Este capitalismo se nutre de las ideas del liberalismo económico que a su vez lo hace del liberalismo filosófico. El padre del liberalismo económico es Adam Smith (1723 – 1790). En su obra “investigaciones sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones” (1766), se refiere a las leyes naturales que regulan las actividades económicas de la humanidad. Su libre desarrollo y despliegue trae prosperidad. Para él, el trabajo y la actividad del hombre son las fuentes de toda riqueza se ven acrecentadas por la división del trabajo. El interés personal juntamente con el funcionamiento libre de la oferta y de la demanda, constituyen un apropiado mecanismo de regulación de la economía. Camacho, Ildefonso. “Doctrina social de la Iglesia. Una aproximación histórica”. Madrid, Edit. Paulinas, 1991, p. 44. 5 En la primera mitad del siglo XIX la aplicación de las fuerza del vapor a los transportes terrestres y marítimos transformó notablemente la organización del comercio mundial. La modificación de las bases económicas, en este período, produjo, también, modificaciones en las estructuras sociales. Los dueños de los medios de producción son los ricos y el proletariado sufre una situación de pobreza deshumanizante. El siglo XIX conoció intentos revolucionarios de carácter social que respondían a las situaciones creadas por la revolución industrial y por el sistema económico dominado por las ideas liberales. Los primeros representantes de estas ideas “socialistas”, llamados posteriormente socialistas utópicos fueron, entre otros, Saint Simón (1769 – 1825), Robert Owen (1771 – 1858) considerado como el fundador del cooperativismo inglés. Fourier (1772 – 1837), Sismondi (1773 – 1842). También hay que mencionar a Pierre-Joshep Proudho, quien ha pasado a la historia por sus ideas acerca de la propiedad y por su tesis de que la “propiedad es un robo”. En 1848, Carlos Marx (1818 – 1883) publica su famoso “manifiesto comunista” donde escribe también su famosa arenga “Proletarios del mundo, uníos”. Su intención es, en contra del socialismo anterior, elaborar un socialismo que él llama científico. No es este lugar para explicar la filosofía marxista. Lo importante es destacar que el móvil de parte del pensamiento marxista es la lucha contra la miseria que vive la clase proletaria como consecuencia del desarrollo económico. Las consecuencias prácticas de sus planteamientos teóricos se conocerán a comienzos del siglo XX cuando Lenin, y posteriormente, Mao Tse Tung las llevan a la realidad en la Unión Soviética y en la China continental respectivamente. El papa Juna Pablo II describe los últimos años del siglo XIX de la siguiente manera: “A finales del siglo pasado la Iglesia se encontró ante un proceso histórico, presente ya desde hacía tiempo, pero que alcanzaba entonces su punto álgido. Factor determinante de tal proceso lo constituyó un conjunto de cambios radicales ocurridos en el campo político, económico y social, e incluso en el ámbito científico y técnico, aparte el múltiple influjo de las ideologías dominantes. Resultado de todos estos cambios había sido, en el campo político, una nueva concepción de la sociedad, del Estado y, como consecuencia, de la autoridad. Una sociedad tradicional se iba extinguiendo, mientras comenzaba a formarse otra cargada con la esperanza de nuevas libertades, pero al mismo tiempo con los peligros de nuevas formas de injusticia y de esclavitud. En el campo económico, donde confluían los descubrimientos científicos y sus aplicaciones, se había llegado progresivamente a nuevas estructuras en la producción de bienes de consumo. Había aparecido una nueva forma de propiedad, el capital, y una nueva forma de trabajo, el trabajo asalariado, caracterizado por gravosos ritmos de producción, sin la debida consideración para con el sexo, la edad o la situación familiar, y determinado únicamente por la eficiencia con vistas al incremento de los beneficios. El trabajo se convertía de este modo en mercancía, que podía comprarse y venderse libremente en el mercado y cuyo precio era regulado por la ley de la oferta y de la demanda, sin tener en cuenta el mínimo vital necesario para el sustento de la persona y de su familia. Además, el trabajador ni siquiera tenía la seguridad de llegar a vender la "propia mercancía", al estar continuamente amenazada por el desempleo, el cual, a falta de previsión social, significaba el espectro de la muerte por hambre. Consecuencia de esta transformación era "la división de la sociedad en dos clases separadas por un abismo profundo”6. ACTIVIDAD ¿Qué es la revolución social y cómo influyó en la sociedad de aquel entonces? ¿Qué tipo de tensiones trajo la revolución industrial? 6 Centesimuss Annus, 4. ¿Cómo se consolida el modo de producción capitalista y que consecuencias trae en la sociedad? ¿Por qué surge el socialismo y cuál es su principal idea? ¿Cómo influye estos pensamientos en la sociedad y por qué la Iglesia se ve en la necesidad de plantear su propuesta? 4. La lucha de la Iglesia en el siglo XIX Frente a la corriente liberal económica y a la socialista se tuvo que enfrentar la Iglesia Católica para salir a la defensa de los obreros explotados y aplastados. El papa león XIII, en su encíclica Rerum Novarum, habla de “contienda” y califica la situación de los proletarios de “miserable” y “calamitosa”. Así se expresa, “En efecto, los adelantos de la industria y de las artes, que caminan por nuevos derroteros; el cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral, han determinado el planteamiento de la contienda.”7 Todo el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fue una época muy difícil y agitada para la 7 Rerum Novarum, 1. Iglesia Católica. Tuvo que enfrentarse al liberalismo político y económico y con las corrientes socialistas ateas. Los Estados modernos querían a toda costa reducir lo religioso al ámbito de lo privado, eliminando la posibilidad de que los católicos ejercieran un liderazgo social y una influencia directa en las decisiones políticas y económicas. También existía un rechazo a la autoridad papal motivado por el crecimiento de los sentimientos nacionalistas de muchos pueblos que ofrecían resistencia a la estructura supranacional de la Iglesia. Por otro lado, tampoco al interior de la Iglesia había unanimidad en la forma de percibir los cambios profundos que se operaban en la sociedad moderna, ni en las estrategias y acciones que se debían seguir para hacer frente a las ideologías de la época y a los problemas sociales derivados de ellas, sobre todo ante la evidente situación de pobreza de las masas populares. Frente a grupo de católicos conservadores von posturas reaccionarias, existían otros de tendencia liberal que trataban de acercarse a la mentalidad moderna y participar políticamente en las incipientes democracias. Otros grupos, partidarios del movimiento del catolicismo social se preocupaban por las consecuencias de la revolución industrial y sus efectos nocivos en las masas empobrecidas. No faltaron algunos que pretendían para la Iglesia una organización abiertamente “democrática” como motor de una nueva sociedad renovada. A lo anterior habría que añadir una situación muy particular por la que atravesaba la Iglesia católica en Italia con motivo de la unificación italiana, que para conseguirla tuvo que despojado el papa de los Estados Pontificios (1870 – 1871), donde era soberano temporal, además de jefe espiritual de la Iglesia Católica. Esta situación se conoce con el nombre de la “cuestión romana”, que tuvo no sólo efectos directos en el territorio de la actual Italia, sino que repercutió en otros países y produjo el fenómeno de la abstención política de los católicos en muchos países. A pesar de la compleja situación de la Iglesia, antes enunciada, su presencia en medio de la problemática social del siglo XIX fue no sólo significativa sino que la preparación directa y como el preámbulo de lo sgrandes pronunciamientos sociales de la Iglesia que harían los Papas a partir de León XIII. Veamos, auqneu sea brevemente, los esfuerzos y realizaciones de los miembros de la Iglesia, clérigos y laicos, para salir en la defensa de los oprimidos del siglo XIX. Durante la primera mitad del siglo XIX, la voz de la Iglesia se levanta incesante contra los abusos que perjudican a la clase obrera. Monseñor Belucas, obispo de Cambria (Francia) en sus cartas pastorales de cuaresma, en los años 1837, 1838, 1839, 1840 denuncia “la sed inmoderada de riquezas que inmola a sus furias a los mismos que ella emplea, por trabajos incesantes que exige de ellos, no abandonándolos como recompensa sino una mínima porción de lo que producen, lo cual corresponde apenas a una gota de sus abundantes sudores.”8 El 15 de noviembre de 1845, el monseñor Rendú, obispo de Annecy (Francia) envía al rey de Cerdeña “su informe sobre la cuestión obrera”. Dice entre otras cosas: “A la ambición de dominio y de gloria sucedió una inmensa ambición de dinero, que ha llevado a la industria al punto culminante de su poderío. A su vez la industria ha creado una población obrera que, aglomerada en las ciudades especiales o en determinados puntos aislados, forman una sociedad aparte, dependiente de uno o varios jefes que disponen de ella, no por derecho de soberanía, sino por el de necesidad, que es mucho más imperioso. Si esta clase no es en todos los sitios la más numerosa, es, al menos, la más desgraciada de la sociedad, pues la sociedad todavía no se ha ocupado de ella…la legislación moderna no ha hecho nada por el proletariado. Es verdad que protege su vida en cuanto es hombre, mas lo olvida como trabajador, nada hace por su futuro, nada por su alimentación, nada por su progreso moral”.9 … En la segunda mitad del siglo XIX se intensifican los conflictos sociales: las masas siguen aumentando cada vez más pobres. Hay figuras eminentes en todos los países de Europa y en Estados Unidos: en Alemania se destaca Adolf 8 Cf. Van Gestel, C. La doctrina social de la Iglesia, p. 30. 9 Cf. Ibíd., p. 29. Kolping (1813 – 1865); pero la figura sobresaliente es, sin duda alguna, monseñor Ketteler (1811 – 1877), llamado el “obispo combativo”. Es célebre el sermón sobre el derecho de propiedad, predicado en la catedral de Maguncia el 9 de noviembre de 1848, el mismo año de la publicación del “Manifiesto Comunista” de Marx. En Austria se destaca el varón Karl Von Vogelsang (1818 – 1890), heredero del pensamiento de Ketteler. En suiza hay dos grandes figuras: Monseñor Mermillod (1842 – 1892). En su célebre sermón en la catedral de París en 1868 dijo: “los ojos que quieren discernir, a través de nuestras agitaciones actuales, el fondo de las cosas, atisban inmediatamente que la cuestión social es la última palabra de todas nuestras luchas. Todos nosotros repetimos que nos hallamos en una época de transición, que una vieja sociedad está en ruinas y que otra nueva se está formando. De ahí los tanteos, las dudas; arriba, a veces, vivas alarmas,; abajo, ardientes y apasionadas aspiraciones. Se delimitan los campos, y nos preguntamos si el mundo va a convertirse en un campo de batalla o si un tratado de paz va a firmarse entre ricos y pobres”10. Fue amigo personal del papa Leon XIII y éste le encargó en 1882 la dirección en Roma de un Comité de estudios de los problemas sociales. Este comité se transformará después en la unión de Friburgo que contribuyó decisivamente en la preparación de la encíclica Rerum Novarum. La otra figura suiza es Gaspar Decurtins (1853 – 1916), miembro de la Union de Friburgo y gran impulsor de la idea de que debía existir una legislación internacional para la protección eficaz de los trabajadores. En Francia tenemos unos nombres de mucho prestigio y eficacia en la acción a favor de la clase obrera: León Harmel (1829 – 1915), patrón social progresista y amigo de León XIII. El marqués René de la Tour du Pin (1834 – 1924); el conde Albert de Mun (1841 – 1914). De este último pudo decir Mons. Baudrillat que todas las reformar preconizadas, desde los comienzos de su carrera social, por Albert de Mun: descanso dominical, disminución de la jornada de trabajo, protección del trabajo de las mujeres y niños, seguro obligatorio contra accidentes y enfermedad, pensiones para los obreros y campesinos. … ACTIVIDAD ¿Cuál es la situación de la Iglesia al momento de afrontar las corrientes económicas en el mundo? ¿Qué planteamientos propone frente a aquellas ideas que mundo? Haga una línea de tiempo sobre la defensa de la Iglesia a favor de los menos favorecidos. 10 Cf. Ibíd., p.57. dominaban el ¿QUÉ ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA? Lo primero que hay que anotar es, que la Doctrina Social elaborada por la Iglesia contiene principios siempre válidos y también juicios contingentes, que responden a las variadas situaciones históricas que la Iglesia va viviendo, ante las cuales va reflexionando y orientando a los fieles cristianos. “Esta enseñanza, orientada principalmente a la acción, se desarrolla en función de las circunstancias cambiantes de la historia.” 11 por eso, el cuerpo doctrinal que presenta la Iglesia en su doctrina Social no constituye un sistema cerrado, sino que siempre está abierto a las cuestiones nuevas que la evolución de la sociedad va presentando. Así lo afirmó Juan Pablo II cuando dijo que la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) “está sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las condiciones históricas, así como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los hombres y de las sociedades”12. De esta forma la DSI capta continuamente los signos de los tiempos13, no obstante su fidelidad a los principios permanentes. Todo lo anterior significa que por su naturaleza mediadora entre el evangelio y la realidad social, la DSI se tiene que 11 Instrucción sobre la libertad cristiana y liberación, 2. Congregacion para la Doctrina de la Fe, Roma, 22 de marzo de 1986. 12 Sollicitudo rei socialis, 3. 13 Cf. Mt. 16, 3. estar actualizando constantemente para, así, poder responder a la evolución histórica. Por eso en el transcurso de más de 100 años ha experimentado una evolución grande. “El objeto de esta doctrina fue la llamada “cuestión social”, es decir, el conjunto de problemas socioeconómicos surgidas en determinadas áreas geográficas del mundo europeo y americano como consecuencia de la "revolución industrial". Hoy la "cuestión social" no está limitada a una zona geográfica particular, sino que tiene una dimensión mundial y abarca muchos aspectos, incluso políticos, unidos a la relación entre clases y a la transformación de la sociedad ya realizada y todavía en curso de realización. De todos modos "cuestión social" y "doctrina social" permanecen como términos correlativos”14. Aclarado lo anterior, se puede llegar a definir la DSI como “el conjunto de principios de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de acción para que los cambios en profundidad que exigen las situaciones de miseria y de injusticia se lleven a cabo, de una manera tal que sirvan al verdadero bien de los hombres”15. Es histórica porque la Iglesia analiza constantemente las situaciones cambiantes de la sociedad, toma conciencia de sus problemas, lo cual permite la actualización de sus propuestas. Por eso, “la Iglesia no tiene modelos para proponer. Los modelos reales y verdaderamente eficaces pueden nacer solamente de las diversas situaciones históricas, gracias al esfuerzo de todos los responsables que afronten todos los problemas concretos en todos los aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que se relacionan entre sí”16. Es práctica en cuanto que no se queda en la formulación de principios de reflexión sino que invita a la aplicación afectiva. Decía Juan XXIII: “Una doctrina social no debe ser materia de mera exposición. Ha de ser, además, objeto de aplicación práctica”17. ACTIVIDAD ¿A Qué responde la doctrina social de la Iglesia? ¿Son importantes los planteamientos que hace la Iglesia a la sociedad actual? ¿Crees que es importante la postura de la Iglesia frente a las situaciones actuales que vive el mundo? ¿porqué? 14 Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la DSI en la formación de sacerdotes. 1. Congregación para la Educación Católica, Roma, 1988. 15 Instrucción sobre libertad cristiana y liberación 72. Congregación para la doctrina de la fe, Roma, 22 de marzo de 1986. 16 17 Mater et Magistra, 220. Mater et Magistra, 226.