Pilares de oro para construir el edificio de una sociedad humana Por Jorge Guldenzoph Siguiendo en la línea de mis últimos artículos, creo que uno de los desafíos más grande que la sociedad global tiene – y cada sociedad nacional que la integra – es el encontrar su razón de ser, de existir, y dentro de ello – por que está implícito a nuestra existencia – sobre que base podemos unirnos y construir juntos un destino común que no es ineludible. Eso es así salvo que se piense que el mundo podrá funcionar yendo cada uno por su lado, ya sea por diferencias religiosas, raciales, étnicas o políticas. Quienes piensen así, y actúen en consecuencia, no sólo fracasarán sino que seguramente - si tienen poder - precipitarán al mundo a tiempos oscuros. Por ello encontrar los principios, valores y virtudes que forman parte de nuestra esencia fundamental, la espiritual, y la esfera de la moral y la ética que de ella deriva, es una búsqueda universal, por que una sola es la naturaleza humana, sin distinción de ninguna especie. Cuando las enseñanzas religiosas dicen que los seres humanos son “hijos de Dios” o la vida humana tiene un valor divino y sagrado no pueden – de ser fieles a esos principios – hacer excepciones. Solo cada persona decide si después con sus actos se ubica fuera de ese valor original o lo refleja en parte o totalmente. En medio de esa reflexión me parece un esfuerzo muy valioso el de un filósofo español a quién conozco, el Dr. Miguel A. Cano, quién en tres tomos habla de “Principios de la interacción en la ética comunes a todas las religiones y culturas” analiza el aporte que las diferentes creencias religiosas y espirituales y las filosofías de naturaleza trascendente y moral, han revelado al intelecto y el corazón humano acerca de los principios que deben guiar nuestra vida individual y social. El señala por ejemplo los principios por la negativa, o sea aquello que no debemos hacer, para estar bien. Son dice él, cuatro prohibiciones básicas: No mentir No matar No robar No tener relaciones sexuales ilícitas (no desear la mujer de tu prójimo) Y los cuatro son explícitos en los Diez Mandamientos. A la vez él señala principios por lo positivo, o sea que no dicen no hagas esto, sino que dicen así es como debes actuar: - Piedad filial (amor y respeto por nuestros padres y mayores) Fidelidad conyugal (amor y respeto por nuestra esposa o esposo) Fraternidad (amor por el prójimo) Lealtad (lealtad a los principios y a la palabra dada) Esto último me parece importante señalarlo por que la lealtad puede conducir a prácticas inmorales cuando es más importante la lealtad a la persona que a los principios. Alguien puede amar a una persona (ejemplo un hijo) pero esa lealtad no debe significar una complicidad al mal que ella pueda cometer. La lealtad a los principios lleva a abrazar, ayudar al arrepentimiento, a corregir el error y enmendar el mal cometido y no a ocultar bajo la alfombra las cosas malas. Cuando las sociedades son leales a principios y valores por encima de cualquier otra consideración son sociedades en la cuál la libertad, los derechos y los deberes se cumplen y hay prosperidad moral y social. Un error típico en América Latina por ejemplo ha sido seguir caudillos ante que principios. Cano en su obra recuerda otros principios rectores o articuladores de las diferentes creencias y que de una forma u otra las personas sienten en su conciencia que son verdad. Uno es la justicia cósmica, que podemos llamar retribución divina, ley del karma. Esto se refleja en estas creencias o afirmaciones: Lo que se da, se recibe Quién mal hace, mal recibe Según sean nuestras acciones, así será nuestra recompensa Uno siembra lo que cosecha Algo importante que quiero señalar es que más allá de la teología, estos principios muestran claramente que nuestro destino no esta determinado, sino que tenemos libre albedrío dado por Dios. Le escuche decir, una vez a clérigo alemán, ante una pregunta a donde va uno en el mundo espiritual cuando muere (la pregunta se basaba en el temor del infierno) y el dijo irás allí donde ya está tu corazón. Otros principios son los de la equidad o justicia y por ello se reconoce “dar a cada uno lo suyo”. O la ley de la reciprocidad, que nos dice que hay un balance entre lo que se da y se recibe y que se debe dar en la misma medida en que se recibe (nunca menos). El tratado escrito por el filósofo Cano habla también de dos reglas. La de oro, tratar a los demás como uno quieren que lo traten y la de plata, no hagas al otro lo que a ti no te gusta que te hagan. Dos ángulos para una misma meta. Finalmente dejo dos principios. Uno los “Principio de la prioridad de dar sobre recibir”. La gente que recordamos a través de las generaciones con respeto son aquellos que encontraron más alegría en el dar que en el recibir. Ese principio de la prioridad del dar se sustancializa en la generosidad, el altruismo, la pureza de propósito, la caridad y la mano tendida, o sea la solidaridad generada por al empatía. El otro, es el “Principio del valor absoluto o supremo del amor incondicional”. Por ello las enseñanzas de amarnos unos a otros; la afirmación tajante de sino tengo amor no soy nada, ni ninguna acción por más buena que parezca externamente tiene valor (famoso versículo del Apóstol Pablo); el perdón, la compasión y la benevolencia hacia el prójimo (en especial en un mundo no ideal, hacia el vencido durante la lucha); el ver a todos los seres humanos como un padre o madre ve a su único hijo (amar como Dios ama); el diluir la ira con el perdón liberando corazones y finalmente amar a nuestros enemigos mediante el camino de terminar con la enemistad, son los únicos, y reafirmó únicos pilares para construir el edificio de una sociedad humana que aquello para lo que fue creada y esta destinada: una única familia humana.