DESAFÍOS GEOGRÁFICOS PARA LA SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL DE LAS CIUDADES INTERMEDIAS CHILENAS HUGO ROMERO DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE Y CENTRO EULA DE CIENCIAS AMBIENTALES DE LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN XIMENA TOLEDO DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA, TEMUCO PROYECTO DEL FONDO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA (FONDECYT) DE CHILE Nº 1000828 Trabajo Presentado como Conferencia Central en el XV Congreso de la Asociación Nacional de Profesores de Geografía de Uruguay Punta del Este, 17-20 de septiembre de 2001 Publicado por la Revista de la Asociación Nacional de Profesores de Geografía de la República Oriental del Uruguay, Año XVII, Nº24:88-105, Montevideo, abril 2002 1 1. Introducción Aunque en forma más tardía que en el resto de los países latinoamericanos, en Chile se ha terminado por imponer la tendencia a que sean las ciudades intermedias y no las grandes metrópolis las que concentren el crecimiento demográfico en las últimas décadas. Las razones para ello son variadas, pero pueden mencionarse como las principales las deseconomías observadas en las ciudades primadas, manifestadas a través de altos costos de los terrenos, escasa disponibilidad de paños amplios, contaminación medio ambiental (en especial hídrica y atmosférica), inseguridad ciudadana y grandes distancias a recorrer entre las residencias y los centros de servicios y lugares de trabajo. Por otro lado, mientras muchas ciudades intermedias han sido protagonistas de las transformaciones económicas ocurridas en las regiones, causadas por el despliegue del capital global hacia los lugares productores de materias primas y recursos naturales, las metrópolis han resultado particularmente afectadas por las crisis de la demanda interna, la desindustrialización y la informalidad del empleo. No obstante lo anterior, ello no significa que se haya reducido la importancia hegemónica de las ciudades capitales, que ejercen las funciones de comando y control sobre la totalidad de los territorios nacionales. La globalización reconoce a las ciudades capitales, casi en forma exclusiva, como los nodos de las redes integradas por los flujos de capitales, bienes, servicios e informaciones, por lo que el crecimiento de las grande metrópolis ha continuado, aunque privilegiando las actividades más modernas y de mayor valor agregado y atrayendo a las poblaciones regionales de mayor capacitación. Hasta ahora han primado las definiciones cuantitativas de las ciudades intermedias, que señalan que son aquellas cuya población fluctúa entre 50.000 y 500.000 habitantes. Sin embargo, es claro que su definición no se restringe a cifras cuantitativas para referirse a las principales características geográficas de este tipo de asentamientos poblados, que ocupan los eslabones intermedios de la jerarquía urbana nacional que median entre las metrópolis y grandes ciudades y las ciudades pequeñas. En el nivel jerárquico correspondiente a las ciudades intermedias se centraliza la demanda espacial por bienes y servicios provenientes de los hinterland regionales y subregionales y a través de sus funciones urbanas, se vinculan con los flujos de bienes, servicios, informaciones e innovaciones generados en las grandes ciudades que actúan incuestionablemente como nodos principales de las redes y circuitos globales. De acuerdo a Mertins (2000)1, los criterios para definir una ciudad intermedia son los siguientes: 1 Mertins, Günter (2000), Ciudades Medianas en América Latina: Criterios, indicadores y el intento de un modelo de su diferenciación socio-espacial y funcional. Espacio y Desarrollo Nº12, Centro de Investigación en Geografía Aplicada, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima: 13-23 2 El tamaño menor de la superficie urbanizada y del número de habitantes, respecto a las grandes ciudades La menor velocidad del crecimiento poblacional y de la expansión espacial, respecto a las ciudades grandes El tamaño de los hinterland (región circundante de la cual es su centro de gravedad) y la velocidad de crecimiento de éste, tanto en términos poblacionales como económicos Las funciones de menor rango que desempeñan como centros regionales y subregionales de servicios públicos, privados y de distribución respecto a las ciudades grandes La posición (lugar/función) e importancia dentro de la red vial regional e interregional El rango/función e importancia dentro del sistema regional e interregional de ciudades El grado de diferenciación/especialización en las funciones regionales e interregionales. 2. Características de las ciudades intermedias chilenas El tamaño menor de las ciudades intermedias, respecto a las grandes ciudades y metrópolis del país, tanto en términos demográficos, como económicos y espaciales, aparece como uno de los rasgos comunes de las ciudades intermedias chilenas. Desde el punto de vista del sistema ambiental urbano se asume que, dado su tamaño y extensión espacial, las ciudades intermedias no debieran presentar problemas mayores, debido a que la contaminación del aire, aguas y tierras se relacionan en forma directa con el volumen de las emisiones y éstas, con el número de fuentes, que desde luego, se concentran en las ciudades grandes. Debido a su menor extensión espacial, las ciudades intermedias presentan una mayor compactación de los objetos y actividades, lo que significa menores distancias a recorrer por los flujos de bienes, servicios y personas. Sin embargo, el alcance de los aspectos positivos causados por la mayor compactación de las superficies urbanizadas, depende de la capacidad de resiliencia de los sistemas naturales que acogen a las ciudades. La capacidad de resiliencia es definida como la capacidad de los sistemas naturales para soportar las perturbaciones que derivan de las presiones urbanas, sin degradarse. Ello depende, a su vez, de la capacidad de carga de los ecosistemas, que varía grandemente en el espacio y el tiempo. Es muy distinta la capacidad de acogida de un oasis territorial, como es el que caracteriza las cuencas áridas y semi-áridas del Norte y Centro de Chile, que la de los parques territoriales, donde se localizan las ciudades del Sur del país. En el primer caso, las ciudades concentran la casi totalidad de las poblaciones regionales y, dado el carácter desértico de sus paisajes, deben importar la totalidad de sus recursos desde el exterior. Debido al carácter de oasis, sus desechos son depositados en espacios muy cercanos y limitados. La capacidad de carga y resiliencia de la atmósfera de las ciudades áridas de Chile está reducida por la estabilidad permanente y el desarrollo de capas de inversión térmica, 3 mientras que en el caso de la hidrósfera, los ríos y quebradas se caracterizan por sus caudales escasos e irregulares, muy poco resilientes ante vertidos de desechos domésticos, industriales o tóxico-peligrosos. La naturaleza árida de los terrenos que circundan a la ciudad los tornan especialmente sensitivos ante la depositación de desechos, mientras que su ubicación a lo largo de las cuencas hace que sus efectos se hagan sentir aguas arriba y aguas abajo por cientos de kilómetros, al ser transportados por los sistemas de circulación del aire, caudales hídricos y corredores de biodiversidad. La realidad ambiental de las ciudades ubicadas en los bordes costeros y en las áreas mediterráneas implica un relajamiento relativo de las restricciones de las ciudadesoasis. El borde costero favorece los flujos de materia, energía y momento debido a su naturaleza de interfase entre el continente y el oceáno, de tal forma que las brisas marcontinente, y los vientos libres aumentan la capacidad atmosférica de ventilación y depuración, aunque mantienen como crítico el problema de localización de las fuentes de contaminación, a sotavento o barlovento de la ciudad. Los cursos de agua alcanzan al mar en las cercanías o a través de las ciudades, lo que aumenta la posibilidad de contaminar las aguas costeras con materiales que han sido vertidas en el interior, aguas arriba de las cuencas. En el caso de las ciudades mediterráneas, en las cuales el invierno es frío y húmedo, la presencia de inversiones térmicas y los escasos caudales de las aguas, prevalecientes la mayor parte del año, aumentan la vulnerabilidad ante la contaminación hídrica y atmosférica. De no mediar un efectivo control de las emisiones, las capacidades de carga de los ecosistemas se saturan con relativa facilidad y frecuencia. A diferencia de la ciudad-oasis de los climas áridos, la ciudad mediterránea chilena se sitúa en el interior de las cuencas fluviales y normalmente en espacios circunscritos y encerrados de alguna sub-cuenca. Ello hace que se presenten como sistemas abiertos de alta interacción con lo que sucede aguas arriba y aguas abajo, mediante los flujos de aire, agua y vida, pero al mismo tiempo, que en muchas ocasiones tiendan a comportarse como sistemas cerrados, al interior de las sub-cuencas. En el primer caso, las ciudades alteran grandemente la calidad del aire, agua y suelos, pudiéndose diferenciar en todos los casos una realidad geográfica antes y después de cruzarla. De especial relevancia es lo que sucede con las aguas, que ingresan a la ciudad generalmente con buena calidad y se contaminan al cruzarla, recibiendo los aporte de múltiples vertidos residenciales, urbanos e industriales. Las aguas que salen de la ciudad son absolutamente distintas y degradadas y en el caso de las ciudades mediterráneas, deben a continuación regar los campos circundantes, contaminándose los suelos y los alimentos. La ciudad mediterránea costera replica las ventajas de estar afectada por flujos dinámicos, pero al mismo tiempo, mantiene su vulnerabilidad frente a lo que sucede aguas arriba, en circunstancias que en Chile no existe administración ni gestión de cuencas en forma integral. 4 La ciudad-parque del Sur de Chile se presenta como más integrada a su paisaje natural, representado por terrenos agrícolas y bosques naturales y plantados. Las condiciones de clima favorecen la mayor ventilación, caudales fluviales más abundantes y permanentes y altos niveles de conectividad para la flora y fauna. Ello no implica, sin embargo, que en algunos períodos estacionales e interanuales, las condiciones de sequía y estabilidad atmosférica reduzcan la resiliencia y capacidad de carga del ambiente, produciéndose significativos apisodios de contaminación. Por otro lado, lamentablemente la planificación territorial en Chile es inexistente, de tal manera que la mantención de la calidad ambiental de los espacios que rodean las ciudades es totalmente desconocida y “tierra de nadie”. Las transformaciones de los hinterland rurales, de agrícolas a forestales, de agricultura tradicional a moderna, o la suburbanización sobre terrenos agrícolas o reservas naturales, no parece preocupar a ninguna institución. Mucho menos el mantenimiento de los circuitos de interacción espacial entre las áreas rurales y las urbanas. A mayor abundamiento, los instrumentos de planificación territorial delimitan rígidamente los límites entre la ciudad y las áreas no urbanas, sin considerar las modernas concepciones de interpenetración de ambos espacios ni tampoco la dinámica espacial y temporal de ambas superficies. 2 El análisis detallado y la evaluación específica de cada una de las áreas de situación de las ciudades es un importante requisito para la geografía, con el fin de inaugurar una etapa de planificación ecológica y ambiental de sus ciudades y de sus patrones de crecimiento y desarrollo. El objetivo es mantener y mejorar las condiciones ambientales de las ciudades intermedias como una de sus principales características, por lo cual el diseño urbano, los sistemas de transporte, los planes de usos del suelo y los habitantes de las ciudades deben comprometerse con objetivos ambientales explícitos. Desde el punto de vista económico, los desafíos son igualmente muy altos. La globalización de las economías ha favorecido dos procesos simultáneos en el caso chileno. Por un lado el aumento de la concentración de las inversiones en industrias, servicios y proyectos inmobiliarios en las grandes ciudades y metrópolis, donde se consolidan los principales mercados internos y se vinculan los flujos globales de capitales e informaciones con los territorios nacionales. Por otro lado, el despliegue de los capitales, las inversiones y los flujos, hacia las ciudades que comandan los hinterlands regionales y subregionales. Las ciudades intermedias de han visto favorecidas por esta etapa de la globalización en la medida en que ha visto modernizados sus servicios y acentuada la llegada de agentes innovadores, representados por las empresas y los técnicos asociados a la producción de materias primas e industrias vinculadas, así como a la instalación y desarrollo de centros universitarios públicos y privados. Tres aspectos han surgidos como críticos frente a la globalización. La escasa retención de valor agregado de los sistemas productivos regionales, mayormente concentrados 2 Forzoso es reconocer que las presiones de los agentes inmobiliarios sobrepasan continuamente dichos límites y que ante las exigencias del mercado, las autoridades han comenzado a permitir la localización de grandes urbanizaciones en las áreas rurales o en las reervas naturales, introduciendo el concepto de Zona Urbana Condicionada, a que los proyectos incluyan vías de acceso y otras demandas de infraestructura. Ello ni implica, sin embargo, una modernización conceptual de los instrumentos ni mucho menos un replanteamiento de las estructuras territoriales como sistemas espaciales articulados 5 en la producción y exportación de recursos naturales y materias primas sin mayor retención de mayor valor agregado. Los efectos territoriales provocados por la inserción de las regiones sus ciudades a la economía global no han provocado los niveles de retención de valor agregado ni tampoco la redistribución de las rentas que se esperaba, entre otras razones por a centralización prevaleciente en el país y por la falta de adaptación de las ciudades intermedias a los cambios del paradigma económico. El paradigma económico que se ha desarrollado en forma dialéctica y contestataria a la globalización es la glocalización, proceso por el cual las regiones y localidades buscan aumentar su competitividad para captar los flujos de inversiones e informaciones globales y relacionarlas con sus riquezas y potencialidades locales. Dada la relativización de las distancias físicas causada por las comunicaciones en redes y el mejoramiento de los sistemas de transporte así como la deslocalización de las actividades productivas, resulta posible en la actualidad pensar en instalar clusters de desarrollo industrial en las ciudades intermedias. Dicho desarrollo industrial se debe basar en el procesamiento creciente y acumulativo de las materias primas y recursos naturales, aumentando substancialmente sus cadenas de valor y encadenamientos productivos. De igual forma se deben explorar estratégicamente sus posicionamientos respecto a los flujos globales y sus potencialidades de transformarse en nodos, ante lo cual su especialización y flexibilidad productivas son fundamentales. Las ciudades intermedias disponen de terrenos adecuados dotados de los servicios y sistemas de comunicaciones que se requieren para la instalación física de clusters, entendidos como sistemas espaciales concentrados o aglomeraciones de industrias y servicios, altamente especializadas e interconectadas a la economía global y a las potencialidades locales y regionales. La principal limitante para que ello ocurra se encuentra en las ventajas competitivas, que a pesar de las deseconomías, continúan presentando las metrópolis y grandes ciudades, lo que no es menor en el caso de los países pobres y subdesarrollados, donde la cercanía física y social continúan siendo materias de eficiencia económica, cultural y política. El gran desafío geográfico es cómo aumentar la competitividad de las regiones y sus ciudades, generando en ellas o en torno a ellas, las aglomeraciones de industrias y servicios requeridas para vencer la centralización metropolitana. Las respuestas deben venir necesariamente de los aportes que se puedan alcanzar respecto a la identificación precisa de los agentes, actividades y asociaciones que son necesarios, lo que sólo se puede lograr de abajo hacia arriba, es decir, a partir de la organización, participación y autonomía de los actores locales. El tercer aspecto a ser considerado tiene que ver con las condicionantes sociales y culturales para el desarrollo. Las ciudades intermedias presentan múltiples ventajas en este sentido. Sus tamaños reducidos y la cercania entre los actores y sus instituciones favorecen el conocimiento personal y el contacto “cara a cara”, que resultan ser fundamentales para generar la confianza y con ello, emprender proyectos comunes. 6 El conocimiento personal debiera favorecer el sentido de pertenencia a la comunidad y con ello aumentar las interacciones sociales entre sus miembros, resultando en un aprendizaje social que redunda en bienes no transables de alto valor y que se expresan en mayor participación, seguridad ciudadana y más alta calidad de vida. En definitiva, las ciudades intermedias ofertan una cantidad amplia de campos sociales y bienes no transables que se encuentran en la base de la definición del capital social y de la atmósfera sinérgica que requiere la competitividad de las regiones ante la economía global. Sin embargo, parecen ser mayores las desventajas. Socio-culturalemente, las ciudades intermedias son representadas con la metáfora “pueblo chico, infierno grande”, con lo cual se quiere identificar una alta tendencia a la introversión y endogamia del sistema urbano, que otorga excesiva trascendencia a la cotidaneidad, generando estructuras socialmente herméticas a los influjos e innovaciones. El tradicional conservaturismo y encerramiento cultural de las ciudades intermedia se ha fortalecido con el individualismo asociado a la modernidad y a la globalización, que han resultado muchas veces más impermeables que el acceso amplio e inmediato a sus fuentes. Probablemente este hecho manifiesta cabalmente la asimetría de los flujos de cpitales, bienes e informaciones, por los cuales, los espacios no metroplitanos actúan más como “·hoyos” de extracción de recursos que como nodos reales e interactuantes. Las limitaciones en la diversidad económica y cultural, determinan estructuras igualmente estrechas y poco dinámicas que tienden a acentuar las divisiones de clases, impidiendo el éxito de la complementariedad asociada a la cercanía. Las ciudades intermedias tienden a presentar mayores niveles de segregación socio-espacal que las ciudades mayores, aumentando las diferencias socio-económicas con rasgos como el impacto de los migrantes o de las minorías étnicas. La segregación socio-espacial se ha ampliado con la adscipción de las ciudades intermedias a las economías globales. En efecto, las minorías de altos ingresos relacionadas con las actividades rurales, industriales y burocráticas se han visto aumentadas con la llegada de propietarios, comerciantes, empleados de agencias financieras y técnicos que sostienen las actividades productivas ligadas a las exportaciones de la base productiva regional. Estos grupos ganadores han generado patrones de suburbanización y aparecimiento de “guetos” en las periferias y vías de acceso a las ciudades. Respondiendo al principio de maximización de las distancias físicas causadas por el distanciamiento social, los más pobres, en especial los inmigrantes de las áreas rurales que han sido desplazados por la instalación de actividades agrícolas modernas o forestales, se han instalado crecientemente en las áreas periféricas de menor valor del suelo y calidad ambiental. La consolidación de la segregación socio-espacial como un rasgo estructural de las ciudades grandes e intermedias en Chile, como en otros países de la región es un hecho geográfico de primera importancia. Si bien la segregación social siempre ha existido al interior de la ciudad, lo que llama la atención en la actualidad es su acentuación, visibilidad y efectos. 7 Respecto a la acentuación y generalización a la totalidad de las ciudades del sistema urbano nacional, cada una de ellas representa medios ambientes muy diferentes en su interior, correspondiendo a cada estrato social un paisaje natural, social y cultural totalmente diferente, de forma tal que la noción misma de ciudad es desafiada por su pulverización en archipiélagos desconectados entre sí y que han dejado de considerar los espacios públicos articuladores. La generación de estos archipiélagos al interior influye notoriamente sobre la percepción que se tiene de sus habitantes y sus territorios (“dime dónde vives y te diré quién eres”) y genera patología severas, además que explica parte de los niveles de delicuencia y disminución de la seguridad ciudadana. La diferencias de calidad y accesibilidad a los bienes y servicios entre los territorios urbanos siempre han existido y con ello las diferencias en el valor del suelo. Lo que sucede en la actualidad, sin embargo, es que la modernización de la agricultura, las competencias territoriales entre los usos del suelo, el mejoramiento en las infraestructuras de comunicación y accesibilidad. y la transformación de los proyectos inmobiliarios en grandes y especulativas industrias, han terminado por super segmentar el valor de los terrenos y al mismo tiempo considerarlo como recurso escaso. Los precios hedónicos han aumentado crecientemente influidos por una redefinición del producto inmobiliario que le agrega valor y precio a los terrenos de acuerdo a su cercanía a las áreas sociales de altos ingresos (“imagen corporativa”) o bien a sus riquezas ecológicas. El valor creciente del suelo obliga a que los sectores más pobre, deban localizarse en aquellos terrenos extraordinariamente alejados de los centros de servicios o bien, que presentan riesgos y problemas ambientales, con lo que se consolida la diferencia. Por otro lado, la situación socio-económica de los habitantes urbanos se ha continuado polarizando, haciendo que los ricos sean más ricos y los pobres cada vez más pobre. De esta forma, una calle de la ciudad puede separar medio ambientes absolutamente diferentes. Muchas paredes, visibles e invisibles, tornan infranqueables las elevaciones y depresiones de una topografía social urbana super fragmentada y ante lo cual se carece de propuestas alternativas. Respecto a los efectos, lamentablemente asistimos a un resurgimiento del determinismo geográfico que se estimaba superado en el Cono Sur. Los más recientes análisis del desempeño escolar en las comunas de Santiago, que representan en muchos casos las diferencias socio-espaciales, indican grandes retrasos en aquellos alumnos que son educados en escuelas públicas o subvencionadas respecto a quienes lo hacen en escuelas privadas y pagadas. Estas grandes diferencias en el desempeño escolar se mantienen y acentúan en la enseñanza media, cuyos logros educacionales son fundamentales para acceder a la universidad. Los estudiantes que finalizan la educación media compiten entre ellos por acceder a una vacante en las universidades públicas, en razón de sus costos y calidad. Lamentablemente los alumnos provenientes de la enseñanza pública difícilmente obtienen los puntajes que son exigidos por las universidades de mayor calidad y no pueden acceder a las universidades privadas. Se podría anticipar con altísima probabilidad si un alumno de 8 una escuela pública o municipalizada de una comuna pobre de Chile va a llegar al cabo de 10 años a la universidad. 3. Los estudios de caso sobre la sustentabilidad de las ciudades intermedias chilenas El proyecto que ilustra esta ponencia tiene por objetivo justamente el examen de las transformaciones ocurridas en el medio ambiente urbano de las ciudades intermedias, seleccionado para ello cuatro casos representativos de zonas geográficas y procesos de desarrollo diferentes. Quillota es una ciudad mediterránea, ubicada en la cuenca del Río Aconcagua, que habiendo actuado siempre como ciudad de servicios para la agricultura local, se ha estado transformando en una ciudad industrial - asociada al crecimiento de la macroregión metropolitana de Santiago-, sobre la base de proyectos desencadenados por las expectativas derivadas de la instalación de plantas termoeléctricas que utilizan como materia prima el gas natural proveniente de Argentina. Chillán es una ciudad mediterránea, ubicada en el Valle Central, que se ha caracterizado como centro significativo de las áreas rurales de la Macro-región Centro Sur, que tiene por sede al área metropolitana de Concepción. Chillán se ha transformado y transformará substancialmente a raíz de la modernización de los servicios que afecta a ciudades localizadas en medio de las áreas de inversión en recursos naturales, en este caso, de agricultura y silvicultura industrial, asociada ésta última a la instalación de un gran complejo forestal en la cuenca del río Itata. Los Angeles es una ciudad ubicada en la cuenca del río Bío-Bío, que ha debido sostener la mayoría de las instalaciones industriales y plantaciones forestales, ocurridas en Chile en las últimas décadas. Los Angeles es un referente obligado de los efectos que sobre el medio ambiente urbano han causado los cambios territoriales en la región del Centro-Sur chileno y por ello, constituye un ejemplo útil ante los pronósticos formulados a raíz de los nuevos proyectos de celulosa, como el instalado en la vecina ciudad de Chillán. Temuco es una de las ciudades más relevantes del sur chileno. Ubicado en latitudes templadas, sobre la cuenca del río Cautín, es una de las ciudades de más rápido crecimiento en el país debido a la migración de población del campo hacia la ciudad, los servicios que ofrece a su extensa región y su distancia intermedia entre los centros mayores de Concepción y Puerto Montt. A ello se deben agregar los hechos ambientales únicos que resultan de ser la ciudad chilena con mayor componente étnico, dado por la presencia protagónica de los grupos mapuches. Los estudios sobre el medio ambiente urbano son escasos en el país y se han concentrado, cuando existen, en las metrópolis. El medio ambiente urbano es una categoría especial en la medida que se trata de una construcción social implantada sobre las bases y procesos naturales del medio ambiente. Mientras la definición general de medio ambiente se refiere al conjunto de relaciones que se establecen entre la naturaleza y la sociedad, el medio ambiente urbano expresa esencialmente las relaciones entre los grupos sociales que se apropian del espacio urbano. 9 La ecología urbana se ha centrado en el análisis de las transformaciones del medio ambiente natural que ocurren como consecuencia de la ocupación humana (Sukopp, 19981). Dichas transformaciones se refieren en especial a las perturbaciones sobre los balances de energía, materia y momento, y se expresan geográficamente en la generación de las islas de calor, islas de humedad e islas de ventilación. Las islas de calor corresponden a la distribución concéntrica de las altas temperaturas, en torno al Distrito Central de Negocios (CBD), o como archipiélagos difusos en el área urbana, causadas por las emisiones de superficies duras que absorben y emiten grandes cantidades de calor. Las mayores temperaturas registradas en el centro de las ciudades, son directamente proporcionales al volumen de población y densidad de las edificaciones, y por lo tanto, disminuyen gradualmente hacia la periferia urbana, siendo menores en las áreas residenciales y suburbanas, y aún más bajas en las superficies naturales y agrícolas que rodean a las ciudades. Los anillos concéntricos de temperatura se modifican espacialmente -comportándose como amebas o archipiélagos de calor y de frío- debido a las altas temperaturas de emisión provenientes de las áreas industriales, grandes estacionamientos pavimentados o superficies de suelos desnudos (producción de calor) y por las bajas temperaturas de las áreas verdes (producción de frío), respectivamente. La existencia de superficies térmicas heterógeneas determina la circulación de brisas y vientos locales que desplazan el aire desde las áreas frías a las más cálidas. Las islas de humedad son provocadas por la interrupción de las fases del ciclo hidrológico, en especial la reducción de la evapotranspiración de los vegetales y cuerpos de agua y de la infiltración de las aguas lluvias en el subsuelo, como consecuencia de la devastación de las superficies vegetadas y pavimentación de los suelos que acompaña a la urbanización. El clima urbano es mucho más seco que el de las áreas circundantes y aumenta su sequedad proporcionalmente con la deforestación y cubrimiento de las fuentes de humedad (suelos saturados, áreas verdes, cuerpos de agua). El aumento de la escorrentía superficial es una consecuencia directa de la reducción de las tasas de infiltración en el suelo e intercepción de las aguas lluvias por parte de los árboles, de tal forma que al aumentar las superficies urbanas, aumentan proporcionalmente el volumen de descarga de las aguas y se reducen los tiempos de descarga máxima desde la ocurrencia de las lluvias. Mientras más crezcan las ciudades, aumentan las posibilidades de inundaciones por aguas de lluvia. Las islas de ventilación implica que las ciudades presenten menor desplazamiento del aire, en relación directa con la densidad y altura de las edificaciones. Los coeficientes de rugosidad introducidos por las construcciones, dependiendo de su altura, coherencia y localización respecto a los flujos de aire, obstaculizan, disminuyen y pueden llegar a eliminar, los vientos y brisas locales. De igual forma y como se ha mencionado, la urbanización se manifiesta en el incremento de la homogeneidad térmica, causada por la ocupación del suelo por superficies pavimentadas, lo que determina una disminución H. Sukopp, Urban Ecology – Scientific and Practical Aspects. In Urban Ecology; J. Breute, H. Feldmann & O. Uhlmann (Eds.). Springer – Verlag, Berlín Heidelberg, 1998: 3-16. 1 10 de las brisas destinadas a compensar las diferencias que se generan entre áreas cálidas y frías. Los efectos sinérgicos de los procesos naturales mencionados generan el establecimiento y desarrollo del domo de contaminación urbana, que representa la concentración de contaminantes atmosféricos en el área central de la ciudad, debido a la convergencia de masas de aire desde las periferias más frías hacia la isla de calor, aportes in situ de las fuentes fijas y móviles (edificios, industrias y avenidas), ausencia de vegetación que filtre y recicle los contaminantes, etc. Si bien todas las ciudades presentan contaminación atmosférica y transformaciones significativas en sus climas urbanos, la conformación espacial definitiva que alcanza el domo de polvo en cada una de ellas depende de la localización y magnitud de las fuentes, estabilidad atmosférica (que a su vez depende de la latitud, orografía y localización relativa respecto a los ejes de ventilación) y de la vigorosidad de la capacidad depuradora de los vientos (que depende del acoplamiento de la ventilación local con la regional). Desde el punto de vista del medio natural, las ciudades se comportan como subsistemas semi abiertos y permeables a las influencias provenientes de sistemas ambientales más generales, tales como las cuencas fluviales en que se localizan. Por lo tanto, es fundamental analizar los flujos e interacciones espaciales que se llevan a cabo entre las ciudades, sus marcos naturales más generales y sus hinterland regionales circundantes. En el caso de cuencas y valles, el estado ambiental de las ciudades incluidas en ellos depende en gran medida de la capacidad de resiliencia de las masas de aire, agua y vida que circulan por ellas. Las ciudades capturan recursos ambientales de las áreas rurales que las rodean, y por ello, dependen en buena parte, de los cambios territoriales que están teniendo lugar en dichas áreas. Inversamente, las ciudades impactan severamente a sus hinterlands, especialmente debido a la interrupción de la circulación de los flujos y a la necesaria localización en ellos de los desechos que producen, ya sea como residuos sólidos y líquidos o como plumas de contaminación atmosférica e hídrica. Las ciudades intermedias, como las grandes ciudades, presentan también complejos ecosistemas que dividen sus espacios urbanos en múltiples áreas ambientales, esencialmente diferenciadas, algunas de las cuales alcanzan los mejores índices de medio ambiente natural - por ejemplo, abundantes áreas vegetadas, aire más limpio -, mientras que otras concentran las condiciones más adversas, tales como riesgos naturales y concentración de contaminantes. Las ciudades intermedias son, en consecuencia, complejos mosaicos de paisajes ecológicos. Para la descripción de los paisajes ecológicos se han utilizado los conceptos espaciales asociados a parches, corredores y mosaicos. Para que una ciudad sea ambientalmente sustentable es necesario que se asegure la conservación de los componentes y servicios ambientales naturales y para ello, es indispensable contar con la heterogeneidad de las cubiertas superficiales, generada por mosaicos de parches diversos, entre los cuales se establecen los corredores de flujos de materia, energía, momento e informaciones, que aseguran el óptimo funcionamiento de los procesos 11 espaciales encargados de proporcionar la estabilidad dinámica a los ecosistemas urbanos. Una ciudad sustentable es aquella que se adecua espacialmente al ritmo y dinámica de los procesos naturales: conserva tanto como sea posible la calidad natural de las fuentes de agua, aire y biodiversidad y contempla buffers (amortiguadores) de resiliencia que le permiten internalizar las incertidumbres de los sistemas naturales (variaciones en los estados de tiempo atmosférico, sequías e inundaciones). Como consecuencia de la necesaria utilización que hace de estos recursos naturales, establece los mecanismos y procesos adecuados para retornar a la naturaleza dichos recursos en el mejor estado posible, mediante los mecanismos de retroalimentación (tratamiento y reciclaje) necesarios. Las fuentes de agua, aire y especies biológicas, deben ser especialmente protegidas, adecuadamente gestionadas y restauradas cuando sea necesario, para asegurar la continuidad de los ciclos biogeoquímicos, hídricos, aéreos y biológicos, que contribuyen a insertar el funcionamiento de la ciudad en la dinámica de la naturaleza. La ciudad sustentable respeta incondicionalmente las áreas de conservación de la naturaleza y las funciones y vocaciones específicas de los diversos mosaicos ecológicos en que se sitúa, consciente de que la heterogeneidad de la superficie terrestre es la base de la diversidad y ésta, de la estabilidad dinámica de los sistemas ambientales. Aprecia los servicios ecológicos prestados a la ciudad por los bosques naturales y plantados que la rodean, por sus roles en los balances térmicos, de materia y ventilación. Reconoce que los suelos agrícolas cumplen funciones propias y fundamentales para el bienestar de los habitantes, que reconocen en su mantención servicios ecológicos igualmente fundamentales para la ciudad, además de la producción de alimentos. Sin embargo, no basta con el reconocimiento y protección de los componentes y procesos del medio ambiente natural. Como se ha indicado, la ciudad es esencialmente un medio ambiente social. Así como se espera que la ciudad articule e integre espacialmente el sistema ambiental natural, igualmente se espera que ocurra algo similar respecto al medio ambiente social. La ciudad latinoamericana ha reproducido y reproduce cabalmente los procesos de distribución de la renta y por ello, manifiesta en su mosaico de paisajes sociales y ambientales las heterogeneidades propias de este hecho. Mientras las funciones urbanas de las ciudades intermedias fueron simples y estuvieron especialmente vinculadas al mercado interno, sus procesos de crecimiento fueron igualmente más lentos, sencillos y con menores diferencias socio-espaciales. Las funciones centrales se fortalecieron, aunque en forma precaria, como para surtir a sus poblaciones locales y regionales de una limitada cantidad y calidad de bienes y servicios, manteniéndose los huertos domésticos y tipos informales de abastecimiento. En general, se establecieron áreas específicas en función de dos segmentos de mercado: la población urbana concurría prácticamente en su totalidad a los mismos centros de servicios (oficinas públicas, liceos, mercados, ferias y supermercados), sin mayores distinciones sociales, tornando esta equidad en una de sus principales ventajas. Anexamente, se establecían 12 áreas de servicios especialmente orientadas a las poblaciones rurales en torno a los terminales de buses o estaciones ferroviarias. Morfológicamente, la ciudad estaba constituida por el centro histórico y sus áreas centrales adyacentes y paralelamente, por el área intermedia entre el centro y las residencias, ocupado por comerciantes mayoristas o habitaciones deterioradas. La población se localizaba principalmente en áreas residenciales ubicadas en torno a la periferia del centro y desde luego, siguiendo estratificaciones socio-espaciales, que aunque no muy marcadas, se acentuaron con la ocupación de áreas marginales durante el período de migraciones del campo a la ciudad, que en general fueron menores a las de las grandes metrópolis, hasta las décadas más recientes. Se puede afirmar que los procesos predominantes de crecimiento geográfico y demográfico habían sido lentos y parsimoniosos, generando una atmósfera propia de la ciudad provinciana, en oposición a la velocidad percibida en las grandes ciudades. La mayor equidad e igualdad social de las poblaciones, las menores distancias físicas y sociales, la mejor accesibilidad a los centros de bienes y servicios, la concurrencia a espacios públicos únicos, la tranquilidad y seguridad ciudadanas -basadas en un mejor conocimiento interpersonal-, han sido todos elementos constituyentes del medio ambiente socio-cultural de las ciudades intermedias chilenas, lo que no significa necesariamente una idealización de la realidad como tampoco la ausencia de conflictos sociales entre sus actores. Las transformaciones socio-espaciales conocidas en las ciudades mayores durante los años recientes se han extendido, perturbando negativamente el medio ambiente social de las ciudades intermedias. El enlace de las economías locales a los circuitos económicos globales ha significado la conformación de elites regionales y locales que adoptan comportamientos espaciales similares a las de las grandes ciudades. Los estratos sociales se han separado física y culturalmente, reproduciendo en sus medio ambientes características sociales y ambientales inéditas en estos niveles de la jerarquía urbana. En las ciudades intermedias se han localizado instalaciones financieras y comerciales, supermercados y centros de compras pertenecientes a las cadenas nacionales e internacionales presentes en las grandes ciudades, contribuyendo, aunque en menor medida, a la fragmentación de los territorios urbanos en funciones y usos exclusivos para cada grupo social. Las ciudades intermedias presentan también los patrones típicos de crecimiento de las ciudades más grandes. El tamaño reducido y el carácter compacto de las superficies urbanizadas han dado paso a áreas residenciales cada vez más lejanas del centro, mediante la ocurrencia simultánea de la extensión de la mancha urbana hacia los bordes, propia de los sectores sociales bajos y medio, y de la suburbanización por parte de los sectores ricos, a lo largo de caminos principales, de condominios cerrados y parcelas de agrado. La centralidad es aún un hecho muy relevante para la competitividad de las ciudades intermedias. Los intentos de reemplazarla por shopping centers periféricos en Temuco, por ejemplo, han tenido desastrosas consecuencias. El incremento en el parque automotriz, provocado por el mejoramiento generalizado del ingreso en el país y las mayores distancias que deben ser recorridas entre los lugares de residencia, trabajo, 13 estudio y servicios, ha producido congestión y contaminación en las principales vías de acceso a los centros urbanos y en los centros mismos, entre otras razones, por la falta de impedimentos para que los vehículos privados y el transporte colectivo circulen por las mismas calles centrales, generalmente estrechas. El estudio de los medio ambientes sociales en las ciudades chilenas en un proceso muy reciente. Los resultados de las grandes ciudades señalan con claridad de que se trata de sistemas ambientales muy diferenciados, que manifiestan cabalmente la reproducción social y ecológica de los espacios por parte de grupos sociales excluidos y excluyentes. Para dar cuenta de la segregación de los espacios sociales, ha sido necesario, complementar los enfoques del medio ambiente natural con los análisis ecológico humanos, como los propuestos en la fig.1 por Picket et al. (1997 2). Tal como se puede apreciar, el desafío actual de las ciencias ambientales consiste en el estudio de fa ciudad como ecosistema humano, integrado por las interacciones entre el sistema de recursos (compuesto a su vez por los recursos del ecosistema -ecosistemas de procesos y patrones- y el sistema de recursos culturales y socioeconómicos) y el sistema social y humano (integrado por las instituciones sociales, ciclos sociales y órdenes sociales. Mertins (2000), presenta una síntesis de los parámetros generales del desarrollo socioespacial de las ciudades intermedias: Disgregación parcial de la diferenciación anillar/perimetral de sus centros. Formación de un sector de "emigración" de los estratos sociales altos. Formación de un centro de comercio (y en parte también de un CBD) y extensión espacial del mismo. Cambios en la estructura/fisionomía urbanística Crecimiento, parcialmente alto, de los precios del suelo, en forma paralela con la ocurrencia de cambios en los usos del suelo y de la diferenciación espacia/funcional. Presencia/existencia, en menor grado, de una zona de usos mixtos (residencialcomercial-industrial), alrededor del centro. Inexistencia o presencia reducida de barrios marginales céntricos. Formación de un sector o de una zona industrial y de comercio al por mayor. Expansión espacial por medio de núcleos celulares (aunque todavía en forma reducida, como inicios del proceso de suburbanización). 4. El impacto ambiental del crecimiento de las ciudades intermedias Tres han sido las principales formas de crecimiento de las superficies urbanas de las ciudades intermedias en Chile. Por un lado, se trata de la conformación y relleno de las tramas urbanas debidamente planificadas siguiendo o desbordando las grillas rectangulares. Mientras Quillota y Chillán se mantuvieron esencialmente dentro de esos límites debido a la lentitud de sus crecimientos, Temuco rompió tempranamente el patrón espacial con motivo del crecimiento hacia la estación ferroviaria -causado por la 2 S.T. Pickett, W. Burch, D. Shawn, T. Foresman, J. Morgan & R. Rowntree, A framework for the study of human ecosystems in urban areas. Urban Ecosystems 1997, 1:185-199. 14 llegada del ferrocarril - y hacia las áreas más cercanas al río (asentamientos marginales). El segundo proceso corresponde al crecimiento por acreción de la mancha urbana hacia los bordes, en particular como consecuencia de un proceso de ocupación permanente de las áreas agrícolas y naturales que han circundado a la ciudad. Este proceso ha tenido como principales protagonistas sociales a los inmigrantes de las áreas rurales, que han ocupado en forma espontánea y también planificada, a través de la construcción de conjuntos de viviendas sociales, las áreas periféricas más desvalorizadas, tales como suelos agrícolas de baja productividad y terrenos inundables por crecidas de ríos y arroyos, y revenimiento de acuíferos subsuperficiales. Estas expansiones urbanas proceden inicialmente en forma aislada, anexándose a algún borde de la ciudad, manteniendo entre ellas espacios intersticiales naturales o rurales, que se van rellenando paulatinamente en el transcurso del tiempo. El tercer proceso corresponde a la suburbanización, que procede regularmente a lo largo de los caminos principales de acceso, tales como el Camino Troncal que une Quillota con La Cruz y La Calera; los caminos que unen Chillán y Temuco con sus regiones y principales ciudades menores. Este proceso se ha complicado en la actualidad con la construcción de condominios cerrados y segregados del espacio urbano, que penetran limitadamente desde los principales caminos de acceso a la ciudad hacia el interior de las áreas rurales. Los efectos ambientales de estos procesos de crecimiento han sido comparables en todos los casos analizados: Cada ciudad intermedia desarrolla una particular condición medio ambiental que deriva de sus sitios naturales de implantación y de los procesos histórico-culturales de su desarrollo. Quillota se ha desarrollado en un oasis de riego en una cuenca de laderas deforestadas y desértica, lo que hace que deba comportarse a la vez, como sistema cerrado autosustentable y sistema abierto a los flujos de aire, agua y biodiversidad del río y sus cauces principales. Chillán es una ciudad edificada sobre llanuras fluviales en un ambiente esencialmente rural, interpenetrada por cultivos y remanentes de superficies naturales y lechos de inundación. Los Angeles es parte del lecho y terrazas fluviales del río Bío-Bío y está delimitada por tierra agrícolas y plantaciones forestales, que se entrecruzan con las superficies urbanizadas. Temuco ha sido una interrupción urbana que ha ocupado las terrazas del r{io Cautín y fragmentado los bosques nativos que comunican las alturas inmediatas de los cerros Ñielol y Conihuenco que la limitan por el Norte y Sur, respectivamente. Debido a lo anterior, cada ciudad ha desarrollado particulares relaciones espaciales con sus hinterlands colindantes. Quillota, Chillán y Temuco desarrollan incipientes conurbaciones con ciudades y pueblos vecinos: Quillota lo hace con La Cruz, Calera, San Pedro y Limache; Chillán con Chillán Viejo y San Carlos; Temuco con Padre Las Casas, Lautaro y Labranza 15 Alrededor de cada una de las ciudades están teniendo lugar transformaciones territoriales que se relacionan bidireccionalmente con ellas. Los procesos de industrialización, modernización agrícola y de plantaciones forestales afectan a la totalidad de las áreas circundantes de las ciudades seleccionadas en este estudio. Los alrededores inmediatos de Quillota son sede de la instalación y ampliación de dos plantas termoeléctricas que funcionan con gas natural, y de profundas transformaciones de los espacios agrícolas, en especial sobre los sistemas de laderas que acogen plantaciones intensivas de paltos y frutas subtropicales. Paradojalmente, el desarrollo agrícola más intensivo en capital y tecnología, destinado a productos de exportación, ocupa terrenos prácticamente sin valor sobre las laderas de las montañas que enmarcan la cuenca, liberando superficies a la urbanización. Los Angeles y Temuco están crecientemente rodeadas por plantaciones forestales exóticas destinadas a alimentar las plantas de celulosa, lo que ha provocado importantes fragmentaciones territoriales de los grandes y pequeños predios dedicados a la producción cerealera. Reemplazo de las coberturas superficiales naturales o agrícolas por superficies urbanizadas que han eliminado total o parcialmente la vegetación natural o plantada y los cultivos agrícolas, sin ofrecer alternativas de urbanización que dieran cuenta de las especiales relaciones previamente existentes, por ejemplo, a través de la interpenetración de la ciudad y su entorno rural. Los cambios que se advierten en los índices de productividad vegetal se relacionan con la deforestación, plantaciones de cultivos y especies forestales, así como con una más marcada diferenciación entre las zonas explotadas agrícolas o forestalmente con las superficies destinadas a la conservación, como es el caso de Temuco y Quillota respecto a los parques nacionales Cerro Ñíelol y La Campana, respectivamente. Clara distinción entre las ciudades de origen colonial, como Chillán (fundada en 1580) y Quillota (fundada en 1717), de las ciudades fortificadas o más recientes, como Los Angeles (fuerte establecido en 1742) y Temuco (fuerte establecido recién en 1881), en cuanto a la existencia en las primeras de un patrón de urbanización antiguo que aún ocupa áreas centrales o bien ciudades anexas (Chillán Viejo), caracterizado por viviendas exteriores que conservan patios interiores intensamente arbolados, que prestan interesantes servicios ambientales y las segundas, cuyo crecimiento más bien inorgánico es más reciente y carente de referentes apropiados. Generación en todos los casos de archipiélagos de calor directamente asociados a la progresión espacial de las superficies urbanas sin considerar la participación de áreas verdes o corredores naturales y artificiales en la generación de posas y flujos de aire frío. 16 Interrupción, ocupación y perturbación de los cuerpos y cursos de agua. Todas las ciudades han procedido a ampliar sus áreas urbanizadas mediante la ocupación de lechos fluviales correspondientes a esteros y arroyos afluentes de los ríos principales, mediante la ocupación muchas veces de las terrazas inferiores y lechos de inundación de los ríos, a través del cegamiento de canales y acequías de regadío o relleno de microcuencas de cursos afluentes. Otras veces han ocupado humedales y tierras anegadizas ubicadas en las márgenes de los ríos. El crecimiento de las ciudades procede regularmente aumentando los coeficientes de escorrentía y disminuyendo consecuentemente los de infiltración. Los mayores efectos se tienen en los terrenos con pendientes en que los usos del suelo agrícolas o de conservación de áreas naturales han sido reemplazados por urbanizaciones de alta densidad. Establecimiento de sistemas desarticulados de mosaicos vegetacionales al interior de la ciudad, sin situación de conectividad con los entornos naturales y rurales. En efecto, al interior de las ciudades permanecen parches vegetales aislados y fragmentados que no pertenecen a ningún sistema espacial articulado, de tal manera que sus servicios ecológicos son disminuidos y muchas veces irrelevantes. En la generación y mantenimiento de las áreas verdes no se han considerado explícitamente las funciones ambientales, ni los beneficios y aportes de los cinturones y corredores vinculados a la presencia de los parques nacionales que rodean a Quillota y Temuco. De igual manera no existen evaluaciones que integren a los servicios ambientales de la ciudad las funciones desempeñadas por las áreas residenciales más antiguas y por los patios y antejardines de las viviendas más recientes. Los parques y plazas permanecen como sitios aislados y de escasa relevancia ambiental. Los medio ambientes del interior de las ciudades representan cabalmente las diferencias de 1os espacios sociales y por ello reproducen social y ecológicamente las diferencias de ingresos de los habitantes de todas las ciudades consideradas. En todos los casos se aprecian la concreción simultánea de los procesos de urbanización consistentes en acreción de bordes rurales y agrícolas, densificación de sectores específicos de la ciudad (áreas de los centros y ejes viales de vertebración) y suburbanización mediante condominios cerrados y cada vez más lejanos del centro de las ciudades. La prevaleciente centralidad atendida por el sistema de transporte público no se compadece con el interés de los propietarios de automóviles privados por transitar y acceder a las áreas de concentración de servicios, lo que redunda en congestión en las calles más importantes. Las ciudades son afectadas crecientemente por las fuentes de contaminación atmosféricas móviles y en algunos casos por fuentes industriales, domésticas y agrícolas. Quillota está concentrando la contaminación industrial de otras ciudades 17 de la cuenca aérea y de las propias termoeléctricas que se ubican en sus cercanías. Chillán es afectada estacionalmente por contaminación vehicular en las áreas céntricas. Los Angeles recibe el impacto de las plantas de celulosa ubicadas en sus alrededores y junto a Temuco, presentan altas concentraciones de contaminantes causados por el empleo de chimeneas y cocinas a leña. Todas las ciudades tributan sus aguas servidas en los cursos fluviales que las cruzan, por lo que se detectan en ellos altas concentraciones de contaminantes biológicos y en algunos casos, químicos. En todos los casos, el aporte de las ciudades divide claramente el estado de contaminación líquida entre las áreas ubicadas aguas arriba y aguas abajo de los centros poblados, problema que se espera solucionar en la medida que se implementen las respectivas plantas de tratamiento de aguas residuales. Quillota y Los Angeles sólo participan parcialmente de la contaminación de sus ríos, en la medida que a lo largo de ellos se encuentran situadas otras ciudades y fuentes. 5. Indicadores de cambio funcional y socio-espacial asociados al paso de ciudad intermedia a ciudad grande. Dada la importancia asignada a la posición relativa y rol intermediario de la ciudad mediana respecto a las grandes y pequeñas ciudades, parece ser relevante identificar algunos indicadores que señalen el cambio definitivo de jerarquía hacia asentamientos mayores (Mertins, comunicación personal, 1999),. Si el objetivo es mantener las ciudades intermedias, estos aspectos deberían ser controlados: Cambios en la conformación social de las ciudades a través de la emigración, aún parcial; de los estratos sociales altos e inmigración de los estratos medios y en parte también, de los estratos bajos Inexistencia o presencia apenas puntual de barrios marginales y en cambio. un proceso considerable de gentrificación Transformación de antiguas casas de los estratos sociales altos en sitios de prestación de servicios privados de alto rango (consultorios médicos, gabinetes jurídicos, escuelas/institutos de educación privados.) Transformación de edificios de comercio al por menor en lugares con funciones de prestadores de servicios de alto rango (bancos, empresas de seguros, etc.) Expansión vertical de las edificaciones y utilización mixta de las mismas: locales de negocios, oficinas y viviendas. Surgimiento de subcentros en las cercanías de los nuevos barrios de residencia de los estratos altos Tendencias de traslado de oficinas de servicios públicos Emigración de la pequeña industria y/o de la industria manufacturera Conformación de áreas industriales o empresariales a lo largo de las avenidas de acceso o correspondientemente, en parques empresariales o industriales focalizados en las periferias Nuevas formas de usos del suelo causadas por el cambio de las necesidades e intereses del uso de áreas/suelos (destrucción de edificios de valor histórico, presencia de estacionamientos) 18 Transformación de edificios históricos en museos u otros usos culturales, con remodelación interior. 5. Conclusiones Las ciudades intermedias chilenas reproducen proporcionalmente los problemas ambientales de los sistemas naturales y socioespaciales de las grandes ciudades chilenas. De no mediar un proceso de planificación, evaluación y gestión ambiental apropiado, estas ciudades podrían alcanzar en un plazo mediano condiciones de saturación ambiental semejantes a las metrópolis. Las ciudades intermedias están siendo afectadas negativamente en sus condiciones ambientales, naturales y sociales, por las transformaciones económicas, sociales y culturales, asociadas al proceso de globalización del país. En el plano económico, si bien han experimentado importantes modernizaciones en sus roles de prestadoras de bienes y servicios para sus hinterland regionales, no han avanzado con seguridad en la generación de clusters de proyectos de competitividad global. Las ciudades intermedias no han sistematizado el potencial de externalidades económicas positivas que derivan de su tamaño, forma compacta y mayor capacidad de interacción espacial entre los actores del desarrollo. Desde el punto de vista social, las ventajas de inicio asociadas a una mayor equidad, integración y complementariedad social se han visto disminuidas por el auge de la segregación socio-espacial, por lo cual se deben realizar esfuerzos e intervenciones destinados a revertir dicho proceso. Es necesaria una visión integrada y holística de los problemas ambientales urbanos que presentan las ciudades intermedias. Espacialmente ello implica aplicar a las relaciones ambientales entre las ciudades y sus paisajes circundantes, la noción de ciudad-región que existe en geografía urbana. Una adecuada tipología de las ciudades intermedias debe diferenciar desde el punto de vista ambiental, a las distintas urbes, localizadas en el Norte, Centro y Sur de Chile, respecto a sus relaciones con los espacios regionales y sus transformaciones. Al interior de las ciudades, existen medio ambientes socio-espaciales completamente diferentes y determinados por las condiciones socio-económicas de los diversos estratos, sin que existan aún proposiciones que integren los componentes ambientales naturales, sociales y culturales en auténticos planes de gestión ambiental y desarrollo urbano sustentable. Las áreas verdes que circundan las ciudades analizadas, conformadas por terrenos agrícolas, bosques nativos y artificiales y superficies de reservas naturales, no forman parte de las organizaciones del espacio urbano, y por ello no se articulan a los parches y corredores de áreas verdes existentes al interior de las ciudades. 19 20