JOSÉ ZORRILLA. CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE SE ESCRIBE Y SE... José Zorrilla del Moral nació en Valladolid el 21 de... •

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• JOSÉ ZORRILLA. CIRCUNSTANCIAS EN LAS QUE SE ESCRIBE Y SE ESTRENA LA OBRA
José Zorrilla del Moral nació en Valladolid el 21 de febrero de 1817. Los sucesivos traslados de su padres,
magistrado de la Audicencia, motivaron que nuestro autor viviera parte de su infancia en Burgos y en Sevilla,
ciudad en la que años más tarde ambientará su obra cumbre.
La adolescencia le llegó en Madrid; allí estudió en el Real Seminario de Nobles, colegio de jesuitas reservado
para hijos de la aristocracia, y allí leyó a escondidas las obras de los primeros románticos europeos y
norteamericanos: Walter Scott, Chateaubriand, Fenimore Cooper..., que empezaron a dejar huellas en la mente
del joven.
Fue actor en el grupo de teatro del colegio, y acudía a clases de interpreatción en el Teatro del Príncipe:
lietartura romántica y teatro caminan unidos ya en la juventud de nuestro poeta.
El padre de Zorilla era un absolutista convencido, y a la muerte de Fernando VII tuvo que exiliarse.
Empeñado en que su hijo estudiase leyes, lo mandó a la Universidad de Toledo. Allí se dedicó a seguir
leyendo a Victor Hugo, Alejandro Dumas, Espronceda y también Juan de Mena, Jorge Manrique, el
Romancero, etc. No le interesaba el Derecho y disfrutaba más de pintar rincones toledanos y de pasear por los
cementerios, que de introducirse en el espíritu de las leyes.
Enseguida escribieron a su padre para notificarle el extraño comportamiento del joven Zorilla. Como él
mismo dice en su obra de senectud Recuerdos del tiempo viejo, lo consideraban un holgazán vagabundo, que
me andaba por los cementerios a media noche como un vapiro, que me dejaba crecer el pelo como un
cosaco....
Fue enviado a casa, pero se escapó y llegó a Madrid, meta deseada para quel joven de 19 años, a quien el
demonio de la poesía habái raptado el cuerpo y el alma (como relata en Recuerdos del tiempo viejo). En la
capital de España vivió una vida bohemia y exptravagante. Pintaba para comer, colaboraba en periódicos
satíricos, admiraba la obra artística de García Gutiérrezez, Hartzenbush y Espronceda (más adelante, llegará a
escribir un drama, Juan Dándolo, con el primero de ellos).
En 1837 Mariano José de Larra, periodista y escritor a quien le dolía su vida y la de España, se suicida. A su
funeral asisten todos los poetas ilustres de Madrid, entre ellos, un joven desconocido que lee unos versos
cargados de emoción. Es Zorrilla, que en ese momento nació a la fama. De ese instante recuerda nuestro poeta
que lucía largas melenas y toda la ropa prestada. Poco después conoció a otro de sus grandes ídolos, José de
Espronceda, que ya estaba enfermo. Zorrilla lloró de emoción cuando le fue presentado.
Esos fueron los comienzos de una larga carrera de éxitos dramáticos y lietararios en general. Pero no
consiguió el perdón del padre, que segúia molesto porque su hija no había obedecido sus deseos y dictámenes.
Algunas de sus obras fueron escrita spara congraciarse con él (El zapatero y el rey, por ejemplo), y para
enviarle dinero al exilio. El propio Don Juan Tenorio está en la misma línea: el mal hijo es perdonado en el
último momento. Pero su padre murió en 1849 sin llamarle a su lado.
Antes, en 1839, se había casado con florentina Matilde de I'Reilly, una viuda de 17 años mayor que él, celosa
y absorbente, que provocó que Zorrila buscase refugio en el extranjero. Marchó a Francia primero, donde
conoció a los grandes poetas franceses de la época.
Su vuelta a España en 1866 fue apoteósica. En 1869 contrajo segundas nupcias con Juana Pahceco (su primera
esposa había muerto cuando Zorrilla pensaba en el divorcio), que le daría serenidad en los últimos años de su
vida, años llenos de éxito pero de escasez económica y de enfemedad.
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Su muerte llegó el 23 de enero de 1893 y su entierro fue multitudinario. Zorrilla era considerado el poeta de
España. Hombre de vida romántica, pero dentro siempre de una ortodoxia católica y tradicionalista que lo
incardina en el ala conservdora del Romanticismo. Románico cristiano, peregrino de la vida, no anda perdido
en la tierra como otros románticos (tal ez los verdaderos románticos, Hölderlin, Novalis, Larra...), sino que le
guían sus creencias religiosas.
José Zorrilla del Moral vive entre 1817 y 1893. Nace poco después de la Guerra de la Independencia y muere
poco antes de la crisis de fin de siglo. España recore entre ambas fechas un duro camino repleto de
revoluciones, pronunciamientos militares y guerras civiles.
Tras la derrota de Napoleón, la llegada del <<deseado>> Fernando VII y la implantación de un duro
absolutismo, suponen la emigración de los liberales hacia Europa (Francia e Inglaterra principalmente). A la
muerte de Fernando VII, volverán y traerán consigo las tendencias estéticas del Romanticismo.
El siglo XIX da a luz en Europa a la Revolución Industrial. La falta de una burguesía desarrollada provoca en
España atraso industrial, complicando cada vez más la situación política, económica y social. En 1868 estalla
una revolución que da lugar la implantación de la Primera República, que pronto fracasará. En 1875 se
restuaura la monarquía borbónica con el rey Alfonso XII.
Mientras, en el imperio colonial español en América se va desmembrando: la mayoría de los países se
independizan de la metrópoli (Zorrilla vivirá la revuelta de México). También en este siglo se vive el auge de
la prensa periódica, el de la novela, de género ligado al desarrollo de la burguesía.
Prensa y literatura, pues, se dan la mano como nunca en el siglo XIX; no es una casludalidad que Zorrilla
escribiera artículos, y que uno de uno de los hombres que mejor encarna el espírito estético y literario del
Romanticismo fuese periodista, Mariano José Larra.
En 1844 el actor Carlos Latorre le encargó una obra nueva para su retorno a los escenarios madrileños, tenía
entonces 26 años. Alguien, o él mismo, le sugirió hacer una refundición de El burlador de Sevilla de Tirso,
que trata por primera de un Don Juan sacado de la tradición popular, hábil en la suplantación y el engaño y
poco dado a escuchar advertencias, ni si quiera las llegadas de la ultratumba. Estos rasgos se acentúan con
afaán moralizante, acorde con el ambiente profundamente religioso de la época, marcado por la
Contrarreforma tras el Concilio de Trento. Zorrilla tardó 21 días en escribir Don Juan Tenorio. Zorrilla fue
siempre muy crítico con su obra, decía que el poco tiepmo en que la había realizado, y el mal gusto que tenía
por aquella época habían creado una obra se podía mejorar (no podía salir buena una obra tan mal pensada en
Recuerdos...).
Don Juan Tenorio se estrena en 1844. En ese momento, España está respirando los aires del Romanticismo
que llegan de Europa. Cuando se estrena, Zorrilla cede los derechos de autor. La obra tenía mucho éxito año
tras año, lo que producía grandes beneficios a muchas personas, pero no a Zorrilla. Muchos son los puntos
débiles que reconoce Zorrilla en su obra, como el uso de ovillejos commo forma métrica, que no era bien visto
en la época o decir que su personaje de don Juan tiene <<defectos enormes>> y que <<desatina siempre>>.
En cualquier caso, y pese a que los tiempos han cambiado, el mito sigue vivo y el Don Juan Tenorio de
Zorrilla se sigue representando en nuestros teatros con el éxito de público que gozó en vida de su autor.
El movimiento romántico fue distinto en cada país, dadas las diferentes circunstancias políticas y sociales que
se vivían en aquellos momentos: Alemania e Italia buscaban una identidad nacional, Inglaterra y Francia
gozaban del auge de una potente burguesía, España se paseaba entre guerras civiles y cambios de gobierno.
Pero pese a las diversidades, podemos hablar de una base ética y estética comúnn, que es lo que llamamos
Romanticismo, y de la que hablaremos más adelante.
• ANTECEDENTES DEL PERSONAJE DON JUAN TENORIO
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El héroe donjuanesco ya estaba en ciernes en dos composciones de Zorrilla anteriores. Se trata de dos
leyendas en verso: El capitán Montoya y Margarita la tornera. Para la descripción de doña Inés extrae series
enteras de versos de ésta útlima. Está basada en una antigua narración popular: una monja huye con su amante
y , cuando regresa, se encuentra con que la Virgen la ha suplantado y nadie ha notado su ausencia. El amante,
llamado don Juan, tiene elementos comunes a nuestro Tenorio: seductor impertinente, abandona a Margarita y
marcha a Italia en busca de nuevas conquistas. En su viaje hace un canto a la vida joven ya los placeres de la
tierra. Así es como el carácter de nuestro don Juan está ya en la pluma de Zorrilla. Éste ha retomado
elementos de los donjuanes de la tradición anterior, como veremos más adelante, pero él va a crear al donjuán
del Romanticismo. Don Juan Tenorio fue escrita en parte para limar asperezas en su relación paterno−filial.
En cuanto a referencias en obras de otros autores, hay que decir que don Juan es uno de los mitos que la
literatura española ha legado a la literatura universal. No fue Zorrilla quien inventó a este personaje, sino que
hay muchas obras precedentes que van creando a este mito del joven seductor y retador de difuntos. Los
orígenes del mito son antiguos, incluso desde la mitología griega. También se encuentran antencedentes en
romances castellanos, cuentos portugueses y bretones que ya tratan el tema del burlador, en los que el
protagonista tiene una vida placentera y tendrá que ser alguien del más allá quien le haga reflexionar y
arepentirse. El hecho de que don Juan invitase al Comendador y éste aceptasxe, parece tener su origen en
costumbres que pervivieron en parte de la Eurpa católica y que consistían en celebrar los funerales y los días
de difuntos con cenas en el altar y en la gilesia para honrar la memoria del muerto. Por tanto, Tirso de Molina,
lo insertó en su Burlador, unido al joven seductor.
Así es cómo el predecente más directo de nuestro Don Juan Tenorio es El burlador de Sevilla, escrito en la
primera mitad del siglo XVII, de Tirso de Molina quien muestra a un Don Juan insensible que no envoluciona
hasta el final, que no se enamora de ninguna de sus <<víctimas>> (lo único que pretende es burlarlas) y que
tampoco se arrepiente de su vida llena de pecados lo que le condena al infierno. El catolicismo ortodoxo
opinaba que el arrepentimienfo final conllevaba la salvación del alma: si don Juan se arrepentí, se salvaba y
no era esto lo que quería Tirso, sino que tenía que acabar en la hoguera que, a diferencia de Zorrilla, si le salva
mediante el personaje de doña Inés, que está por encima de todas las heroínas femeninas de los anteriores
donjuanes, de corte pagano.
Otros dramaturgos españoles se basaron en el burlador para escribir obras teatrales, entre ellos Alonso de
Córdova con La venganza del sepulcro y Antonio de Zamora con No hay plazo que no se cumpla ni deuda
que no se pague. Ésta última presenta elementos interesantes en el mito de don Juan:
• Surge en el siglo XVIII, tiempo de la Ilustración y de la Razón, proporcionando a don Juan el control
de la Razón sobre la naturaleza y sobre la pasión.
• Un don juan que aporta dos novedades con respecto a los anteriores y que usará Zorrilla en su
creación:
• El don Juan de Zamora se enamora, por primera vez, de doña Ana. Zorrilla utilizará este hecho para salvar a
su personaje.
• El protagonista se arrepiente de sus maldades
Son estos dos elmentos, el amor y el arrepentimiento, los que hacen huminzarse al
personaje y se elimine el mito: deja de ser un mito para hacerse persona.
• El don Juan de Zamora es un puente entre el seductor barroco y el romántico. Hay antecedentes del
tema en el propio Zorrilla como en Ganar perdiendo y Margarita la torner y en otros poetas
románticos como Fausto de Goethe (el protagonista vende su alma al diablo para gozar plenamente de
la sabiduría y de la juventud), en Caín de Lord Byron (Lucifer y Caín se rebelan ante Dios porque les
ha negado el conocimiento absoluto), que también escribió un Don Juan.
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El tema de la libertad por encima del bien y del amal se repite en nuestro Tenorio.
• También en España, Espronceda, contemporáneo de Zorrilla al que éste veneraba, tiene una obra cuyo
personaje central recuerda a don Juan: El estudiante de Salamanca (1837). Este personaje ha llevado
una vida desordeanda y observa su propia muerte, como en el Tenorio. También aparecete este hecho
en la obra de Antonio de Torquemada, con Jardín de las flores curiosas, publicado en 1570. Esto
parece tener su origen en la leyenda de las almas en pena, que algunasnoches hacían un vía crucis por
los caminos y que para quien se los encontraba, era presagio de muerte.
Desde el Romanticismo hasta nuestros días, ha aparecido el mito de donjuán: en La Regente de <<Clarín>>,
el personaje don Álvaro es llamado <<tenorio>> de Vetusta y matará al representante de las normas sociales
establecidas, al igual que Tenorio. En nuestro siglo, cabe destacar el Don Juan de Azorín o el de Torrente
Ballester. Fuera de nuestras fronteras, destacan el Don Juan de Molière, el de Henri de Montherlant y el de
Lord Byron. La primera mujer que escribe un Burlador desde el punto de vista femenino es Suzanne Lilar.
• ROMANTICISMO
El movimiento romántico es una nueva manera de ver y concebir la vida. El hombre romántico ama la libertad
por encima del bien y del mal. Cuando ese deseo de sublimar la vida y de vivirla intensamente choca con la
realidad del entornomediocre y gris, el hombre romántico llega a la tirsteza y a la melancolía, a la locura e
incluso al suicidio. Los grandes temas de Romanticismo son los siguientes: la libertad, tanto en el autor que
no se sujeta a ningún tipo de normas como a los personajes, que aman la libertad; la rebeldía contra la
mediocridad de la vida, resistiéndose a asimilar sus limitaciones; el amor, gran tema del Romanticismo, que
sitúa el sentimiento por encima de la razón y acaba casi siempre con un final trágico, pudiendo purificar el
alma del ser humano (como doña Inés que purifica el alma pecadora de don Juan; la mujer, objeto de deseo
del hombre y que puede ser un ángel enviado de Dios o un demonio que desate la pasión en el hombre y le
arrastre a la perdición y la noche y lo fantasmagórico, en lo que se ambientan la mayoría de las obras.
En lo referente a la estructura, en el Romanticismo el argumento suele estar dividido en actos o partes
(también denominados jornadas). Los dramaturgos no respetan las unidades de lugar, tiempo y accción e
introducen, junto a la acción principal, otras secundarias.
Relacionaremos a continuación la relación entre la estructura interna y externa. La estructura externa tiene dos
partes: la primera está dividida en cuatro actos y la segunda en tres. Se puede hacer la siguiente división en
función de la evolución de don Juan:
Primera parte
• Actos I, II, III (Libertinaje y escándalo, Destreza y Profanación): Don Juan aparece como prototipo de vida
libertina.
• Acto IV (El diablo a las puertas del cielo): Don Juan está a punto de conseguir su salvación, después del
rapto de doña Inés.
Segunda parte
• Acto I (La sombra de Doña Inés): El fantasma de Inés se le presenta a don Juan para hablarle de
arrepentimiento y de eternidad.
• Acto II (La estatua del Comendador): En contraste con la dulzura de Inés, se aparece el rígido y duro
Comendador. La presencia de Inés significa su posible salvación y la del Comendador, la dureza del castigo
si no llega a arrepentirse.
• Acto III (Misericordia de Dios y apoteosis del Amor): La acción termina con el perdón y salvación de don
Juan y con la unión de los enamorados tras la muerte.
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Cada acto queda a su vez dividido en distintas escenas.
En cuanto a la versificación romántica, los dramaturgos utilizan el verso y mezclan medidas y estrofas.
Zorrilla es considerado un extraordinario poeta y versificador, siendo el mejor poeta español del siglo XIX.
Por ello, cabe esperar que este drama se escribiese en verso, como hacen la mayoría de los románticos, y
consiga así Zorrilla demostrar su habilidad para llenar el texto de colorido, musicalidad y sonoridad. Destaca
la libertad en el terreno de la métrica, inventando estrofas y rescatando fórmulas estróficas en desuso. Para
ello, emplea casi siempre la rima consonante y otros recursos buscando siempre el ritmo. Esto provoca que
deje a un lado ciertos aspectos como la precisión y la claridad, quedando así los sentimientos poco
expresados. Esto se basa en el modelo romántico, que no se preocupa del contenido sino más bien de la
estética. El signo de rebeldía de este movimiento queda reflejado por ejemplo en el empleo de ovillejos ya que
no era bien visto en la época, como en los versos 1142−1201:
¿Me das, pues, tu asentimiento?
Consiento.
¿Complácesme de ese modo?
En todo.
¡Vive Dios, que lo veremos!
Señor don Luis, vedlo, pues.
Traición es.
La boca...
¡Oh!
Sujeto atrás:
Más.
La empresa es, señor Mejía,
Como mía.
Encerrádmele hasta el día.
La apuesta está ya en mi mano.
Adiós, don Luis: si os la gano,
Traición es; mas como mía.
Otras métricas empleadas por Zorrilla: redondillas y cuartetas (veros 1798−1909), quintillas (versos
3218−3227), romance (versos 255−380), octavillas (versos 1250−1345), décimas (versos 2174−2223) y
cuartetos y serventesios (versos 3600−3643).
En cuanto a los recursos expresivos, Zorrilla los emplea para expresar el abuso de libertad, el desequilibrio, la
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exageración de imaginación (que era considerada una vía de conocimiento, de percepción de la realidad,
oculta a los sentidos), sentimientos y formas. Así encontramos por ejemplo numerosos hipérbaton como la de
...y pues viene de don Juan/ a reclamarla quien puede,/ cuando me podéis matar/ no debo asunto dejar/ tras mí
que pendiente quede o Mas con condición, que dijo/ que se enterraran en él/ los que a la mano cruel/
sucumbieron de su hijo, hipérboles como Vengo muera, metáforas como garza que nunca del nido/ tender
osastes el vuelo,/el diáfano azul del cielo/para aprender a cruzar, exclamaciones como ¡Ay de mí...! ¡Pero mi
dueña,/ dónde estará...! Esa mujer..., paralelismos como ¡Dichosa mil eces vos!/ Dichosa, sí doña Inés/ que
[...]/ ¡Dichosa vos, que... o ¿no es verdad, gacela mía,/ que están respirando amor? [...] ¿no es verdad, estrella
mía,/ que están respirando amor? [...] ¿no es verdad, hermosa mía,/ que están respirando amor?, aliteraciones
como mas me ocurre en este instante, anáforas como ni reconocí sagrado, /ni hubo ocasión ni lugar,
interrogaciones retóricas como ...¿Qué pudo ocurrir/ a las dos, para salir/ de la celda?..., comparaciones
como como irresistible imán y metonimias como y del Lágrima más añejo.
Todo esto refleja el afán del autor por expresar ritmo y musicalidad, a la vez que una gran expresividad de sus
sentimientos porque no hay que olvidar que lo que diferencia al la poesía del siglo XVIII de la del
Romanticismo es que ésta última es más sincero a la hora de expresar sus sentimientos.
• ANÁLISIS TEMÁTICO
Don Juan Tenorio, sinónimo de libertinaje y sacrificio. Desde el primer momento, queda reflejada la vida
llena de pecados de don Juan, comenzando la acción comparando don Luis Mejía y don Juan Tenorio sus
azañas. Con ello, queda reflejado el espíritu romándito del deseo de libertad e intensidad de la vida.
El tema principal de la obra es el el amor. En el Romanticismo, se abadonan los temas friós y anónimos del
clasicismo (lo bucólico, la anacreóntica) y se centran en la layenda histórica nacional y la expresión del
sentimiento íntimo más personal, con pasíon, vehemencia y expresividad. Considera al amor como vía de
conocimiento, como sentimiento puro, fe en la vida y cima del arte y la belleza. El amor es considerado
probablemente el gran tema del romanticismo, que sitúa el sentimiento por encima de la razón. Es por él por
el que la mujer queda como víctima de los rigores del amor y de la sociedad y emerge la mujer que lucha por
su felicidad, que junta su destino al hombre frente al padre (doña Inés), y la que venga sus agravios (Azuzena,
de El Trovador). El amor queda unido a la muerte, ya que el amor precipita al hombre a la muerte y se la
hace desear, descubriendo en ella un principio de vida, y la posibilidad de convertir la muerte en vida: la
muerte de amor es vida, y la vida sin amor es muerte. La muerte, considerada el único camino para la
perfección y ésta perfección se consigue a través de la purificación del alma con el amor.
Temas secundarios:
• Mujer objeto de deseo del hombre romántico pudiendo ser de dos formas opuestas: un ángel, enviada
de Dios cuya función es salvarán al hombre de la perdicción o un demonio, que desata una pasión
desenfrenada en el hombre al que arrastra a la perdicción.
En Don Juan Tenorio, doña Inés representa esa mujer−ángel. De hecho, se la nombra repetidas veces con la
palabra ángel.
• Libertad los héroes y heroínas aman la libertad como el bien supremo, incluso cuando conlleva la
muerte. No pueden aceptar leyes ni sumisión a ninguna autoridad. Don Juan, consciente de la mala
vida que lleva, prefiere morir así que limitarse en sus deseos. Queda reflejado así el deseo de evasión
de la época por parte de los autores.
• Rebeldía relacionado con la libertad, el protagonista no quiere asimiliar sus limitaciones y rechaza
conformarse con lo que la sociedad ofrece, rompiendo con sus normas. Don Juan es un claro ejemplo
de ello.
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• La religión la comunicación entre el individuo y el universo denota una vida superior, como queda
claramente reflejado en esta obra. Zorrilla demuestra así su religiosidad, con un mundo posterior al
que pertenecemos. Este mundo puede ser el cielo o el infierno, dependiendo de tus acciones en la vida
actual. Así se encuentra también el tema de la salvación. (continua su explicación en el punto 6.)
• La vida los románticos contemplan la vida como un mal ante la cual el artista se siente atormentado y
triste porque no puede alcanzar un ideal que no sabe muy bien cómo definir. Este desprecio por la
vida se refleja en el héroe literario que busca la aventura y el peligro. Esto se relaciona también con el
punto 6.
• ANÁLISIS DE LOS PERSONAJES PRINCIPALES
Don Juan Tenorio
Este personaje, nacido del Romanticismo (aunque pueda tener un origen anterior, como ya se vio), es aquel
hombre que va de mujer en mujer sin enamorarse de ninguna, con el fin de saciar sus deseos carnales. Esto se
puede considerar como un signo de inmadurez, de etapa adolescente pues la madruez implica monogamia (en
la mayoría de los casos). Aunque se nos presente a este personaje como un seductor de mujeres, en la obra
sólo se nos muestra una seducción pero es don Juan el seducido (cuando Brígida le habla de doña Inés). Así es
como don Juan deja de ser un mito y convertirse en un enamorado y en un ser individual y queda demostrado
de esta manera que don Juan es también un hombre. Este amor por doña Inés hará que se arrepienta de sus
pecados ya que implica una redención para el enamorado y cambia su carácter (de orgulloso a humilde, de ver
en una mujer placer a ver una enviada de Dios, etc.).
Tratando el cambio de su carácter, se aprecio cómo al comienzo de la obra, don Juan es un hombre agresivo,
mujerigo, vengativo... que no le importa nada más que aquella que le satisfaga. Rompe las normas para
conseguirlo y no tiene moral, siendo estos dos rasgos característicos del hombre romántico. Como ya dijimos
en el punto anterior, el deseo de vivir la vida al máximo choca de fente con las rígidas normas de la sociedad y
los convencionalismos, las cuales rompe el hombre romántico. Por ello, nuestro don Juan se presenta rehacio
a todo aquello que suponga ataduras como el matrimonio, la autoridad paterna...
Don Juan recoge en sí dos aspectos del satanimo: el que proviene de otros <<tenorios>> y el que se crea en el
Romanticismo. Este satanismo está íntimamente ligado a esta corriente. El protagonista quiere convertirse en
Dios, ser único juez y señor de su vida. Este pecado en el Barroco es castigado con el fuego eterno, pero en el
Romanticismo no puede ocurrir eso puesto que el rebelde es considerado un héroe. Tal vez sea esta la razón
por la que Zorrilla salve a su personaje del infierno, como veremos en el siguiente apartado. Por lo tanto, este
carácter diábolico puede considerarse positivo por lo tanto será premiado con el fuego del amor, que le llevará
a la perfección y a la eternidad.
Don Juan admite en todo momento que no le importa ni el futuro ni lo que haya después de la muerte pues se
confía de que pueda arrepentirse en el último momento. En la primera parte se muestra a un don Juan ansioso
de vivir, con prisas por seducir y en la segunda parte, pasados cinco años, se nos muestra muy distinto, más
maduro. Esta madurez se ve interrumpida momentáneamente por la locura instantánea que le produce ver la
sombra de doña Inés. También cambia su actitud cuando está con sus antiguos amigos, Centellas y
Avellaneda, siendo orgulloso y rebelde.
El hecho de que Zorrilla sea cristiano queda reflejado en el final de la obra, además de que el Romanticismo
profesaba misticismo y religión. Don Juan se arrepiente en el último momento de sus pecados y se salva,
cuando se da cuenta de que siente amor. Esto ocurre en un tiempo y espacio muy determinado: en la noche, en
un cementerio y más allá de la muerte. Según el Romanticismo, el amor no se puede alcanzar en la vida
terrenal, sino que se alcanza en el reino de la muerte quedando así el final de la obra estrechamente
relacionado con el Romanticismo.
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Doña Inés
De este personaje se sabe muy poco hasta el acto III de la peimrea parte, hasta entonces sólo ha sido
nombrada por los demás personajes sin aparecer en escena. Su matrimonio con don Juan había sido
concertado por los padres de ambos, pero el Comendador (padre de doña Inés) anula el compromiso por el
mal comportamiento de don Juan.
Cuando aparece en escena, se deja conocer poco a poco. Se la puede tachar de mujer ingenua, generosa y
buena, como veremos a continuación.
En su primera aparición en escena, doña Inés admite sentir que algo ha cambiado en su interior por don Juan,
sin ni si quiera conocerle. Este sentimiento es desconocido para ella puesto que siempre ha vivido aislada del
mundo (versos 1439−1440) y no conoce el amor. Así queda como una criatura joven, inocente, pura e
inexperta en las manos de un donjuán muy experto. Podemos observar en la obra distintas metáforas con las
que se define a doña Inés como mansa paloma, garza enjaulada, etc. Este desconocimiento del amor queda
presente en la repetición de la expresión no sé (versos 1609, 1616, 1624...) y en el uso de iterrogaciones
retóricas con las que reflexiona ella misma (versos 1736−1739).
Se puede considerar que don Juan ha hechizado a doña Inés con su carácter diabólico. A partir de este
<<hechizo>> doña Inés parece sentir fuego en sus entrañas, que se puede considerar fuego de amor o fuego
del infierno. Poco a poco va reconociendo lo que le ocurre: está enamorada de don Juan. Doña Inés ve en éste
un hombre diabólico mientras que él ve en ella un ángel, enviado por Dios.
Al morir doña Inés y volver del más allá para conducir a don Juan al Paraíso, queda representado cómo doña
Inés ha adquirido una de las características más sobresalientes de don Juan: el juego, las apuestas. Para poder
salvar a don Juan, apuesta con Dios que si don Juan llega a arrepentirse de su vida pecadora, le llevaría al
cielo. Y así es como don Juan también adquiere una de las características de doña Ines: creencias religiosas de
una vida superior en la que él nunca había creído, logrando así alcanzar la eternidad.
Como ya se dijo antes, existen dos tipos de mujer en el Romanticismo y obviamente, doña Inés pertenece al
modelo de mujer−ángel puesto que reperesenta esa mujer pura que se siente atraída por el pecador, ansiado
salvarle con su propio sacrificio, ofreciéndose como víctima ante Dios. Su descripción de ángel, inocente e
inmaculada comienza en el verso 1250: ...Pobre garza enjaulada/ dentro la jaula nacida,/ ¿qué sabe ella si hay
más vida/ ni más aire en que volar?/ Si no vio nunca sus plumas/ del sol a los resplandores....
En definitiva, Zorrilla estaba orgulloso de su personaje femenino, considerándola lo mejor de su obra como
dice en Recuerdos del tiempo viejo: la creación de mi doña Inés cristiana [...], mi doña Inés es la hija de Eva
antes de salir del Paraíso; [...] mi doña Inés,flor y emblema del amor casto.
• SALVACIÓN DE DON JUÁN
Como ya se vio en apartados anteriores, la sociedad en el tránsito del Romanticismo ya que es un movimiento
de consecuencias globales, afectando a todos los ámbitos de la vida. En este movimiento, el autor puede
expresarse subjetivamente y todos tienen un deseo de libertad, protestando frente a cualquier tipo de traba en
todo ámbito: en política, rechazan el absolutismo y piden libertad; en cuanto a lo moral, la religión y la razón
son sustituidas por la naturaleza libre y el impulso espontáneo, pasión e instinto; en lo referente a los
sentimientos, piden libertad expresiva de sentimientos desbordados, abandonando las las emociones más
intensas; la angustia metafísica crea pérdida de la confianza en la Razón y a merced de la Naturaleza,
considerando a la vida como un misterio, un problema irresoluble; con el espíritu idealista aspiran a un mundo
idealizado, perfecto, siendo la humanidad, la patria y la mujer (el amor) sus ideales de exaltación; el choque
con la realidad, ese desengaño, les hará ver que la realidad no responde a las ilusiones y se produce la
desilusión, la necesidad de huida o incluso el suicidio.
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Es por esto último que los autores del movimiento anterior, del Barroco, reflejan en sus obras a esos hombres
que, teniendo una vida pecaminosa, van al infierno pero los románticos salvan a sus personajes por ser
rebeldes y diabólicos, siendo precisamente éste el símbolo de la libertad individual frente a las leyes sociales.
La salvación de don Juan es el reflejo de la simpatía que produce ese tipo de personajes.
• VALORACIÓN CRÍTICA
Esta obra titulada Don Juan Tenorio y publicada en 1844, corresponde al Romanticismo, movimiento
representativo del siglo XIX. En esta época, se suceden continuas revoluciones, pronunciamientos militares y
guerras civiles por parte de aquellos que estaban en contra del absolutimo implantado pidiendo libertad de
expresión. Como consecuencia, los liberales emigraron a Europa, trayendo consigo a su vuelta tendencias
románticas. Estas tendencias se reflejan en la literatura en libertad de inspiración, creación personal mediante
la imaginación, rechazo a las viejas reglas del movimiento anterior, originalidad, etc. El drama en verso,
género al que pertenece esta obra, trajo la novedad de intentar ser guía social, defendiendo la libertad y la
autenticidad, comprometido con los derechos del hombre, dispuesto a establecer la conciencia del individuo
por encima de leyes escritas. Además, por estar escrito en verso, daba una mayor oportunidad de expresar esa
originalidad y deseo de libertad mediante fórmulas métricas no aceptadas (ovillejos) y recursos expresivos
como hipérboles, que exageran cualquier aspecto que pueda resultar cotidiano. Es ésta una obra en la que el
autor refleja el deseo de libertad en su personaje don Juan a través de múltiples burlas tanto a las autoridades
como a las mujeres. A vista de cualquier persona serían razones suficientes para ir al infierno (en el caso de
que fuesemos creyentes), sin embargo, el autor salva a su personaje por esta razón: es un héroe que rompe con
lo establecido, como se quiere conseguir en el Romanticismo. Así el autor destaca en su obra distintos temas
como el amor, entre don Juan y doña Inés; la religión, relacionada con la salvación y las buenas acciones en
esta vida y la creencia de una vida posterior a la muerte. Bajo mi punto de vista, trata temas muy importantes
desde una perspectiva muy profunda y con una intención muy clara: llegar hasta el público silenciosamente y
concienciarles de la necesidad de libertad que experimentan todos. Creador de esta obra es José Zorrilla
(1817−1893), absolutista convencido que tiene sus raíces románticas en lecturas de los primeros románticos
como Scott y Chateaubriand. Al abandonar sus estudios de leyes, su padre se sentía defraudado y no le
reconocía como hijo, razón por la cual también refleja en su personaje este rechazo paternal.
La obra está estructurada en dos partes: la primera de ellas a su vez en cuatro actos y la segunda en tres (cada
acto dividido en distintas escenas). No mantiene la regla de las tres unidades (tiempo, espacio y acción) por lo
que se considera un signo más de ruptura con el movimiento anterior. Utiliza un vocabulario propio de la
poesía, con algunos arcaísmos.
Tras haber realizado el análisis de la obra y bajo mi punto de vista, cabe decir que se trata de una gran obra
dramática que trata temas interesantes y cotidianos, como el amor y la muerte, llegando a todos nosotros ya
que son estos temas los que a todos nos interesan: la pasión del amor, el miedo a la muerte, la duda de la
existencia de una vida posterior, etc. La forma de tratarlos, incidiendo directamente con los sentimientos del
lector, hace que el autor consiga su propósito: reflejar la necesidad de libertad necesaria en esta época.
BIBLIOGRAFÍA
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