FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN: RECETAS Y MEMORIA DE UNA INVESTIGACIÓN1. (Versión preliminar) Los profesores comunes y corrientes que descubrimos la filosofía pasando por travesías azarosas como la literatura, la poesía, la curiosidad por la historia, como historia de los pueblos, por el aprendizaje de la lectura y de la escritura, el cine, la política, se lo debemos en gran parte a la conversación que sostuvimos con los abuelos sobre las cuestiones de la existencia, y porqué esta se convertía en cuentos serios y preocupantes sobre la vida vivida. Sin saber mucho de lo que terminaríamos siendo en el mundo, cuando se llegara a grande, es decir adulto, muchos terminamos trabajando en los asuntos de la enseñanza, y muchos nos quedamos ahí, preocupados por las recetas, algunos pensando la psicología, la antropología, la biología, la estadística o de pronto la filosofía en tanto un saber que tiene por naturaleza la necesidad de dar respuestas, podría responder por el lugar de la filosofía en el campo problemático de la educación, y lo que esta podría servirnos a los profesores para pensar los problemas que surgen diariamente en la escuela. Para tener un apoyo sobre estos asuntos, viene a colación algunas de las recetas de Giorgio Colli, en su texto “Después de Nietzsche”, cuando dice en una de sus recetas sobre “Cómo convertirse en filósofo” Elegir detenidamente a los propios maestros (el olfato debe ser innato) – con tal de que sean pocos. Comprimirlos, exprimirlos, destriparlos, atormentarlos, desmenuzarlos y mezclarlos, sin sufrir la lisonja de la polimatía. Minero fiel a su caverna: es la faz oscura del filosofo. Schopenhauer conoció esta receta: Nietzsche no, pero supo excavar en Schopenhauer. Así, a tientas nos detuvimos algunos de los integrantes del Grupo, sobre algunos problemas para pensar la educación y la pedagogía en el mundo de hoy, eligiendo nuestros propios maestros, entre los pensadores de fines del siglo XIX y mitad del siglo XX, que dedicaron su vida al problema de la cientificidad de un discurso pedagógico y la urgencia de separar los niños normales de los anormales para cuidar de los niños sanos, caso María Montessori, pasando por la pregunta de John Dewey en relación con su afán por pensar la autorrealización psicológica del individuo en la sociedad y cómo la experiencia se convertía en el objeto de la formación reflexiva de un pensamiento que tenía como preocupación central el método y cómo perspectiva la sociedad democrática centrada en el bien común y entonces la educación debía cumplir una función social, y al mismo tiempo que se los exprime, mezcla y comprime para excavar en sus discursos, en sus conceptos, en sus métodos, en sus instrumentos, otros de nosotros se pregunta por como volver la mirada a la clase, a lo que allí acontece, a lo que allí se sufre, y traza un Escrito de Martha Soledad Montero G. Líder Grupo de Investigación: Filosofía, Educación y Pedagogía. Ponencia en el marco del X Encuentro de Profesores de Filosofía. Enseñanza de la filosofía y conflictos en América Latina/Miradas nacionales e internacionales Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia/UPTC. Escuela de Filosofía. Octubre 6, 7,8 de 2014.. 1 1 pasaje del que surge el entre, el y, el medio entre esos dos extremos de una relación maestro – alumno, que no es otra cosa que desear saber. Pasar de un problema a otro, como el caso de excavar en la obra de Piaget para poder salir de Piaget, sin tener muy claro si se trataba de encontrar la cara y la contracara de Piaget, pero teniendo perfectamente claro que ya no se trataba de este, sino de abrir un pasaje a los que desconocemos de eso que tampoco tenemos claro acerca de que es la pedagogía, pero lejos de preocuparnos por darle un estatuto en tanto ciencia, profesión o disciplina, o mejor dicho seguros de que esas no son las preguntas a las que nos interesa dar algunas respuestas, y bueno aquí hace aparición la filosofía como herramienta que ayuda a pensar -­‐otra receta de Colli-­‐: “Los tiranos son aburridos” (pagina 21) Nietzsche puso en ridículo la llamada disciplina filosófica, hizo ver, a quien no era ciego, que echar chepa estudiando a los filósofos no convierte en filósofo, sino que lo impide. Pero, ¿qué alcance tiene esta ironía liberadora? Si se pretende la sabiduría, se pueden arrojar todos los libros; pero esto no es posible cuando el objetivo es la filosofía. Y Nietzsche, a su vez leyó mucho, pese a sus exhortaciones en sentido contrario; leyó demasiado. Su artificio de abstenerse de los libros de los filósofos , y dirigirse en cambio, a los de los biólogos, historiadores, literatos, tampoco resultaba convincente. O a los testimonios sobre los hombres de acción. No pasó de ser una presunción, quizás una evasión, en cualquier caso una desviación. Quien quiere mirar desde una cierta altura, no puede rehuir el encuentro directo con <los tiranos del espíritu>. Hay que soportar el tedio, y sumar la astucia de una tozuda paciencia. De ese encuentro nace una discusión, una competición que se prolonga durante años. Nietzsche la rechazó, y a su juicio permaneció oscilante y caprichoso. Careció de seguridad, de lucidez teorética. Si bien es cierto la pregunta de Piaget por la conformación de un pensamiento lógico y su desarrollo cognitivo tuvo la fuerza de los datos sistemáticos obtenidos en los experimentos de laboratorio, esto trajo por consecuencia que en la educación se pensara la necesidad de estructurar la enseñanza, como lo indica este epistemólogo, por estadios, por secuencia, según las edades de los niños de un año, de tres, de cinco, de nueve, de catorce, de ventidos y así convertir un modo de ser en potencia en una finalidad: la inteligencia y con ella la determinación del crecimiento del niño en un mundo de adultos, siempre y cuando este sea capaz de adaptarse. Así se fijo como objetivo y como problema, ¿cuándo, cómo, con qué elementos, para qué se le enseña al niño algo que requiera de información, y como este convierte los datos del mundo exterior y del mundo del comportamiento en conocimiento? Este pasaje, esta trayectoria construida en esta investigación nos permitió caer en cuenta que el problema del modelo, de la necesidad del modelo produce contrincantes, enemigos, y nuevamente necesidad de recurrir al pensamiento filosófico, que no es otra cosa que poder pensar un trazo del problema, y gracias a esta mirada diagonal, al mirar al través, transversalmente, nos hallamos incomodos en el encuentro con seguridades que ese 2 mismo encuentro desbarato, elimino. Seguridades que tampoco eran muchas, pues su carga teorética también era pobre, como pobres eran las ganas y el interés por volver a pensar lo pensado. Sin embargo fue el encuentro con la filosofía y con los pensadores de la educación y de la pedagogía lo que armo la mirada, fue estudiar y contar con conceptos en el sentido de aproximarnos al punto de vista de los personajes, lo que aproximó el pasado al presente de la educación y trajo el futuro a colación como problema ¿Cómo lo que nos hizo descender de la nube del aburrimiento por tratar temas sosos como en general se piensa en la universidad cuando se dice que hay que hablar de pedagogía. ¿Qué es eso de la pedagogía? ¿Existe todavía esa cosa qué se llama pedagogía? ¿no es mas interesante pensar la didáctica, por ejemplo de las ciencias? ¿Qué entusiasmo puede despertar esto entre los filósofos que son profesores que enseñan filosofía a quienes a su vez deben aprender filosofía para enseñar a los niños y a los jóvenes? ¿Cómo trazar el encuentro con la filosofía trasegando los trayectos que marcan la línea de los libros, de las conversaciones, de los profesores que leen filosofía y a veces piensan en la filosofía? ¿Cómo no idealizar la filosofía en la orilla de los profesores que trabajan en la educación pero que no quieren saber nada del mundo que determinan su existencia como profesor? y ¿cómo se produce el encuentro entre filosofía y pedagogía? ¿Cuáles son esos cruces, esas trayectorias que trazan el mapa de la educación por lo menos en los finales del siglo XIX y primera mitad del Siglo XX configurando la línea oblicua que produce el encuentro entre distintos pensadores en distintas latitudes del mundo preguntándose lo mismo, pero dando respuestas desde distintas esquinas, conformando el mapa de la educación, coincidiendo, armando en los puentes que todos estos pensadores de la pedagogía moderna, terminarían por cruzar al mismo tiempo para en términos de rigor, dar cuenta de la existencia de los niños, el lugar del profesor, que se volvió orientador, de la necesidad del método, de la urgencia del material didáctico, de la conexión entre adiestramiento y especialización del movimiento en la fábrica, y nuevamente usar la filosofía para pensar los problemas de la existencia, y la existencia en tanto ella traza un pasaje obligado por la educación, condición para alcanzar la humanidad. Así que el lugar de la filosofía en el campo problemático de la educación, en el caso de esta investigación nos esta permitiendo trazar el mapa, situar los problemas, señalar la trayectoria, mostrar el sentido, la dirección que objetos de estudio pueden tener en tanto que tal, como la normalidad y la anormalidad, la experiencia, el interés, el pensamiento, la infancia, el comportamiento. Entonces esta investigación convertida en travesía nos conecto con el niño, con el maestro, con los libros, con el salón de clase, con los cuadernos, con los espacios y el movimiento escolar, con la clínica, con el hospital, con el psicólogo y por efecto de contar en nuestros haberes con el pensar filosófico, el encuentro produjo lo inesperado, nos señalo lo imprevisto, lo imperceptible, por ejemplo que según Montessori el profesor sobra en una aula de clase, o mejor que es menos que un muñeco de trapo, que los niños son sus propios maestros porque pueden elegir entre los cubos rojo o rosados para construir una torres de cubos según el tamaño, y por ser capaces de hacer esto reconocer que los niños son seres inteligentes y libres, o como en el caso de Dewey que subsume al individuo en la sociedad y solo tiene 3 existencia si es capaz de olvidarse de si mismo, y hacer del pensamiento y del conocimiento un instrumento útil, porque se atiene al bien común, es decir tiene existencia en la comunidad y de ahí deriva su felicidad, o como la orientación de los niños, cuya mediación de sus intereses homogenizan y contabilizan los grados de aceptación social o exclusión escolar dependiendo de la inmersión de los estudiantes – niños y jóvenes-­‐ en el mundo del trabajo, donde la escuela es el laboratorio que forma los obreros de la nación dependiendo del Coeficiente Intelectual, del aprendizaje, de la identificación del trastorno, la desviación, la deficiencia o discapacidad mental, orgánica, relacional, física o de cualquier otra naturaleza, pues el problema ya no es separar solamente a los sanos de los enfermos , sino saber que dado que la educación tiende a la formación y a la perfección en el comportamiento y la conducta, lo que hay que identificar es ¿cuál es el problema en el que se puede situar y clasificar al niño y al joven? Y justo por ello darle el tratamiento que se merece. O que es en la escuela como nos cuenta John Holt, donde los niños aprenden a odiar la lectura, la literatura, porque la literatura se volvió un instrumento didáctico para dar mensajes de amor, de moralidad, de sanción social, y como la literatura se volvió en la escuela, tarea entonces la escuela fracaso en su objetivo primordial enseñar a leer, que no es otra cosa que enseñar a pensar. Y aquí nos da otra receta Collí, cuando en: Poder y querer Nietzsche no necesita interpretes. De sí mismo y de sus ideas ha hablado él lo suficiente, y de la manera más límpida. Sólo hay que prestar atención, sin intermediarios. Para ello la primera condición es que se le <pueda> comprender, obviamente, pero sin menospreciar la condición posterior – en tanto que su discurso es muchas veces esotérico-­‐, o sea que se le <quiera> entender. * * * Continuará. Este documento de trabajo está próximo a publicarse. 4