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Habia una vez un hijo
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monografia sobre el nacimiento y la vida de un hijo
Fecha de inclusión en Alipso.com: 2007-12-17
Enviado por: Pablo Jose Scuzzarello ([email protected])
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Habia una vez un hijo
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monografia sobre el nacimiento y la vida de un hijo Agregado: 17 de
DICIEMBRE de 2007 (Por Pablo Jose Scuzzarello) | Palabras: 1688 | Votar! |
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Alipso relacionado con Habia una vez hijoRevolución de Mayo: Antecedentes Internos: ...Familia:
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de hijo.: Enlaces externos relacionados con Habia una vez hijo
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Autor: Pablo Jose Scuzzarello ([email protected]) …Había una
vez un hijo… Esos locos bajitos A menudo los hijos se nos parecen, y así nos dan la primera satisfacción;
ésos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor. Esos locos bajitos que se
incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su
bien, (dicen) que hay que domesticar. Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso
no se hace, que eso no se toca. Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, con nuestros rencores y nuestro
porvenir. Por eso nos parece que son de goma y que les bastan nuestros cuentos para dormir. Nos empeñamos
en dirigir sus vidas sin saber el oficio y sin vocación. Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones con la
leche templada y en cada canción. Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día nos digan adiós. (Joan Manuel Serrat)
Para comenzar diremos que es cierto, que no dio sus primeros gateos sobre esta tierra, y me anticiparé a
contar, antes de que se imaginen que es de otro mundo, ¡¡¡que no!!!, que no es así; que se gestó en la ilusión de
sus padres o de su madre en el caso de que tengamos que prescindir del padre –mas que conocidos son los
avances tecnológicos-, ´…si del padre había dudas…´; esto me hace acordar aquel dicho, que dice: “…madre
hay una sola…”, me parece que también esta sufriendo algunos retoques en aquellos casos en que la ciencia
deja los rastros de su andar; pero como estaba diciendo, aquel todavía esbozo de ser, provino de la ilusión de
sus padres, el sueño de ellos fue su primer morada, sueños donde habitó en un primer lugar, es allí donde vivió
antes de advenir, antes de nacer, cuando todavía no estaba vivo en esta tierra, cuando era solo aquello que el
deseo del Otro convocaba a nacer; cada sujeto habrá sido en principio hablado por este Otro antes de hablar su
lengua. Anticipadamente ya se conocía, éste tenía un nombre y un apellido, formaría parte de una ascendencia
y se esperaran muchas cosas de él, que sea…:“…médico, honesto, artista, humilde, abogada, futbolista,
trabajador, etc., etc., etc., que sea…”, esos puntos suspensivos aparentemente silenciosos, ¡que insoportables!
que se tornan cuando muchas veces se prolongan, puntos suspensivos que no terminan de decirnos
¿que…«somos»?; y ni que hablar en estos tiempos donde también es posible decidir hasta su sexo, su color de
ojos, y quien sabe cuantas otras cosas mas, todo un menú de opciones, de condiciones, quizás así sea mas
sabroso, …¡mmhhhh!…
¡¡¡Que más!!!, su “futuro” ya estaba trazado; ¿cómo se las verá para tomar
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decisiones en la vida? y más aún si a esto le sumamos que en el momento en que deje ese paraíso en el que
solo habitaba en la ilusión del Otro y llegue a esta tierra, será el único que, en su condición de humano nacerá
en un estado de prematuración, de impotencia fisiológica, de desamparo, ya que el cachorro humano cuando
cae por el canal del parto, aún no nació a la vida, nació a lo orgánico, a lo biológico; -su estado de inmadurez
es tal que en sus primeros tiempos de existencia depende absolutamente de su madre, a diferencia de sus
amigos del reino animal que apenas nacen ya salen a andar, (esto es a causa de que la banda de mielina que
debe recubrir su sistema nervioso no está aún totalmente desarrollada). Es por ello que será cuestión de vida o
muerte que cuente como mínimo en los primeros años de su vida con la presencia de los cuidados del Otro,
representado en su madre o quien cumpla con esta función, y no «solo» para ser así alimentado y cubierto en
sus necesidades fisiológicas ya que esto no es «solo» por una cuestión biológica, de que si no come muere, no
es «solo» una cuestión de necesidades orgánicas, y cuando digo «solo», no es por restarle importancia a estas
necesidades, sino porque sabidas son las causas de muerte por “hospitalismo” registradas por el discípulo de
Freud, Rene Spitz, sus observaciones se basaron en los dos primeros años de vida en la relación madre-hijo.
Ya existía documentación histórica en relación a este “fenómeno”; se comentaba que un “Faraón” había
intentado que un grupo de infantes fueran criados separados de sus madres, pero los resultados fueron que los
bebes habían fallecido. Datos más específicos son los provenientes del “experimento” ordenado por “Federico
II” de Prusia, éste pretendió formar “perfectos soldados”, para esto, no debían tener ningún “afeminamiento ó
sentimiento de compasión”. Para prevenir tales sentimientos pensó que la solución era criar a los niños, desde
el parto, sin ningún estímulo afectivo. Es así que un grupo de bebes fue dado a “cuidar” a un grupo de
enfermeras, que tenían la obligación de alimentar, de asear etc. “perfectamente” a los niños, pero, la orden
absoluta era que nadie diera la más mínima muestra de ternura, de cariño, ordenando que no hablasen con
ellos. El resultado de tal “experimento” es que todos los bebés fallecieron a poco tiempo. Mucho después,
Rene Spitz descubre el real motivo, éste era la ausencia de la palabra para los niños pequeños, sugiriendo el
término de “hospitalismo” a este fenómeno de falta de cuidados maternos. Aquellos niños a pesar de ser
alimentados, carecían de ingreso al lenguaje, se satisfacían sus necesidades orgánicas pero, morían de
“marasmo”, al estar exiliados de la palabra en un mundo de lenguaje, es decir, -si la madre «solo» da comida,
«solo» da leche y no le habla, no lo mira, no lo sostiene-, esto va a conducir a estragos gravísimas o si no, la
muerte. Este estado de dependencia, de prematuracián, de inmadurez biológica, de desamparo propio del
humano nos llevaría a pensar que, tal vez, el grito del lactante, debiéramos pensarlo mas como una preferencia
hacia la dependencia, que como signo de una necesidad. ¿Será por esto que seremos férreos creyentes…?. Esto
nos lleva a resaltar la importancia que tuvo para un sujeto la manera en que fue anhelado, nombrado, alojado,
“marcando a fuego”, al decir de Lacan, al adulto que nos consulta. Comprendamos que si no fuera por el
apetito materno, ¿cómo haría un sujeto con el pasar de los años para sentirse apetecible?, ¿cómo haría para
sentirse importante?, merecedor de sus logros en la vida, merecedor para alguien, pero eso sí, apetecible, no
devorado por una madre voraz, quedando el sujeto a perpetuidad como: “el nene de mamá”, ya que ésta deberá
alojar al hijo pero también dejarlo partir,…alojar y dejar partir…; es por esto que es muy importante
desarticular algunas demandas de hijo, destinadas estas últimas a satisfacer, vaya uno a saber, cuales
condiciones, entrando así el niño dentro de una “serie” más de objetos, uno más de los tantos ya ofrecidos por
la sociedad de consumo. Tiempos en los que ya no solo falla como tanto se dice, la función paterna sino
también la materna; sabidos son aquellos casos en que la madre aloja a su hijo, pero engulléndolo, para así
retenerlo a perpetuidad, no dejando ir, o al contrario de aquellas que ni si quiera se ocupan de su hijo, lo
rechazan, no permitiendo al niño darle un lugar donde hallarse. “…Mas que un padre soy un amigo…”, dicen
exaltantes algunos padres en referencia a su relación con los hijos, -no vaya a ser que por tener un amigo se
pierda un padre podríamos replicar nosotros…- Como todavía…los hijos vienen al mundo convocados por un
sin fin de condiciones, -quiero que sea así…y así…, por que…, para…- y siendo este hijo, con suerte y
´condiciones mediante´, capturado como objeto del fantasma, sabemos que no siempre es con ternura, muchas
veces llegan por accidente, otros por que la vecina tuvo uno, otros son rechazados, algunos vienen por
obligación, algunos otros salvados del aborto, están aquellos que vienen a suplir algún muerto,…etc, etc; estas
circunstancias no necesariamente habrá de tomarlas como irremediables, por lo menos no siempre, pero nos
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informa acerca de quienes lo criaron; además, su deseo –hijo-, estará marcado por el ´abrazo´ que (él) hizo de
algunos de aquellos dichos…-de aquel Otro, encarnado en sus padres- …aunque hay quienes le dicen
´herencia…´ o acaso nunca nadie pensó en la ´casulidad´ de que muchas de nuestras elecciones en el camino
de la vida tienen ´coincidencias´, -así sea por oposición a ellos-, con algunas de las tomadas por nuestros
padres:…igual que él tenias que ser…; y también la archi conocida -pu#*$#ta como tu madre…; o también
cuando –inexplicablemente para algunos- ambos hermanos estando bajo el mismo cuidado del Otro -padrestoman –se abrazan- no de las mismas palabras, dichos, de algunos de ellos, es por esto también que no salen
los dos iguales. Espero que se halla podido apreciar la importancia de cómo un sujeto es buscado, nombrado,
fantaseado, dicho por sus padres, -esto no debe entenderse como una ´predicción futurista-destino´, tampoco
como una ´predilección´ de nuestra parte a que nos relate toda su vida de infancia, por lo menos no es esta
nuestra consigna, -no decimos: ´cuéntenos que le ocurrió de niño´-. Si la demanda: ¡¡¡Quiero un hijo¡¡¡, esta
presidida para un consumo utilitario o reivindicativo; o si con suerte, habrá circulación del deseo regulado por
el fantasma; claro está, que solo en la experiencia de un análisis se podrá averiguar cual de estas dos
alternativas presiden aquella demanda, caso por caso y ética mediante, no pareciendo ser así en los
dispositivos institucionales ofrecidos por las clínicas de infertilidad. Para finalizar podríamos decir que mas
que gestarse en la ilusión de sus padres, -como afirmábamos en un principio- este hijo fue propio de un deseo
que no era por completo ni el de su padre, ni el de su madre, sino un anhelo confuso que los superaba también
a ellos. Quien escribe transita por la vida, no aún como padre; espero que estas palabras sigan estando
presentes cuando ello ocurra.
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