Tartufo y la comicidad de sus personajes (Resumen del prólogo de la edición de Molière, Tartufo, ed. Encarnación García Fernández y Eduardo J. Fernández Montes, Madrid, Cátedra, 2008.) El Tartufo de Moliere fue representado por primera vez en 1664, cuando la corte se encontraba reunida para ver Los placeres de la isla encantada. Moliere sabía que a esta representación acudirían los devotos (objetos de burla del rey Luis XIV por las críticas que estos hacían a su política y en particular, a su vida privada). Al parecer la obra fue de gusto para la gran mayoría, pero un reducido grupo discrepaba en esta opinión, tachando los versos de Moliere como una crítica hacia ellos y es por esto que pidieron al rey que la comedia quedase prohibida. El rey ofreció unas palabras a Moliere, que los devotos interpretaron como una censura para tal obra, pero el rey las mencionó sin intención alguna de prohibirla, eso si, de un modo particular, ya que éste no podía desligar la religión del poder, pues sin religión no hay Estado, y entonces su reinado se vería en peligro. En un período de viaje del monarca, el sacerdocio aprovecha para atacar contra Moliere, éste se defiende y el jefe de Estado suprime la obra del sacerdote. Moliere no se rinde y sigue representando y leyendo su obra prohibida que tanto furor causa tanto para los espectadores como para los oyentes, es por eso que sigue trabajando y terminándola para las posteriores representaciones. Finalmente en 1669 se presenta autorizadamente y libre de toda prohibición. Así, destacamos tres fechas claves de esta obra: la primera en 1664 cuando se representó por primera vez y quedó prohibida, tres años después aprovechando el ausentismo del rey, Moliere la vuelve a poner en escena en el teatro del Palacio-Real, y por último y con autorización para ofrecerla al público, se representa en 1669. Si analizamos el contenido de la obra, vemos que puede contener críticas a hechos o personas del momento, es por eso que se relaciona con un beato hipócrita, Charpy de Sainte-Croix, que al igual que Tartufo, es acogido en una casa, y en ella lleva a cabo todo tipo de seducciones a la mujer que residía en dicha vivienda, así como otro tipo de trapicheos, pero no solo se ve reflejado este beato, sino que también se nos muestran caracteres o actitudes de un predicador muy famoso en ese momento en París. Lo que más claro nos queda, es que hace una crítica a la Compañía del Santísimo Sacramento, pues esta compañía estaba adquiriendo gran poder dentro del Estado, pero a la vez que lo apoyaba, lo atacaba. Reuniendo todo esto, Moliere crea a su personaje principal: Tartufo, que recoge de todas estas personas en las que Moliere citadas anteriormente. Con esto Moliere logra plasmarnos una obra costumbrista y actual, pues se centra en los problemas de la época, aunque la finalidad última de nuestro autor es plantearnos un personaje, caricaturizado, centrado en la hipocresía. Todo esto está muy condicionado, pues la comedia que leemos actualmente no es la misma que se mostró en 1664, que constaba de tres actos y la actual tiene cinco. Pero se pueden hacer estas lecturas gracias a las modificaciones que se vio obligado a hacer para que le dejaran representar la obra que más tarde renombró como El Impostor, esta fue una de las modificaciones, como el serenar a determinados personajes y determinados lugares. Lo que podemos obtener claro de El Tartufo, es que Moliere, desde un primer momento, quiso criticar a las personas de “falsa moral”, y que pese a las modificaciones que se vio obligado a crear nunca perdió la esencia de lo que pretendía transmitir y por ello, nunca se rindió ante las adversidades y luchó para que su comedia mas aplaudida se mantuviese en pie. La comicidad de Orgón: Para hacer el papel de Orgón hace falta representar lo más exactamente posible su locura, su alineación. Es un personaje complejo, su comicidad surge de la oposición de los tres hombres que Orgón encierra en sí mismo: 1. Gran burgués de París con buena situación económica y social, persona autoritaria que lleva las riendas de su casa. 2. Al mismo tiempo, bajo la influencia de Tartufo es un ser idiota e intratable, carece de autoridad, voluntad y sentido común. Tales contradicciones se dan en la vida y por eso Orgón es un personaje verosímil. 3. Es además un hombre fuera de toda mesura. Durante los cuatro primeros actos es un muñeco en manos de Tartufo, cuando sale de su engaño pasa al otro extremo: hombre colérico, exagerado, no exento de comicidad. Sus exclamaciones más grotescas provocan la risa, incluso en escenas dramáticas, porque expresan con precisión esta complejidad del personaje. La comicidad de Madame Pernelle. Este personaje solo aparece en el acto I y en el acto V, es educada, devota, lleva las riendas de su casa, autoritaria y tonta, se convierte en un juguete en manos de Tartufo, santurrona insoportable, con una salud de hierro, a la que es imposible callar, es obstinada. A Flipot, su criada, no hace más que pegarle sin razón, ésta no reacciona cuando recibe las bofetadas, no pronuncia una sola palabra en toda la obra, está para que la golpeen y producir así un efecto cómico, es la representación clara de la sirvienta necia de la vieja farsa, en contraposición con Dorina. En la primera escena Moliere hace una representación magistral de cada uno de los personajes e introduce una observación sobre la importancia que tiene ante los devotos la opinión de los demás. La comicidad de Tartufo. Tiene un aspecto bufón que hace reír, su físico es importantísimo: el verdadero Tartufo es un hombre rebosante de salud, “gordo y rollizo”, del contraste burlesco entre el hombre real y el hipócrita nace la profunda comicidad del personaje. Moliere debe a la farsa sus mejores éxitos. Tartufo más que ridículo resulta odioso por su impostura, lo que es ridículo en Tartufo es la situación en la que se ha metido y que le obliga a violentar su manera de ser para adaptarse a las circunstancias. El espectador asiste con una curiosidad divertida porque sabe que el hipócrita será desenmascarado. La comicidad de M. Leal. La comicidad de este personaje es compleja e interpretada de distintas manera, la comicidad del personaje aparece solo al comienzo del acto V, escena IV, para dejar paso después a una comicidad que es el resultado de la situación o del estilo. Su actitud refleja la solidaridad entre pertenecientes a una misma profesión. La comicidad de Dorina. Dorina es distinta. No es tonta ni se deja engañar, es inteligente y perspicaz, la primera en descubrir al impostor, la primera en darse cuenta de que Tartufo está enamorado de Elmira y la primera en comprender que Damis va a echar todo a perder. Pertenece al pueblo y conserva ese modo de hablar, lo que provoca la risa, Moliere nos la presenta como “una doncella un tanto entrometida”. Dorina domina por completo el segundo acto. Juega con el público creando una comicidad con él. Sus cualidades morales la hacen simpática, es valiente y portavoz del sentido común, condena la falta de mesura, muestra gran fidelidad por sus amos, todo ello hace que nunca sea ridícula. Su alegría sirve para romper oportunadamente la tensión del espectador en los momentos más patéticos. Es el personaje más agradable y simpático de toda la obra, porque su sentido común vence siempre a la hipocresía y a la estupidez. Es la imagen del humor sano y atrevido. La comicidad de las situaciones. A veces la risa brota de las situaciones. Con frecuencia Moliere opone una escena cómica a otra patética, o bien introduce en una escena patética una situación cómica. En el caso de Tartufo existe una comicidad permanente, dada por la dualidad de su carácter. La comicidad del lenguaje. Moliere consigue también efectos cómicos por medio del lenguaje. En primer lugar por la repetición, en una repetición cómica de palabras hay generalmente dos términos concordantes: un sentimiento reprimido y una idea que se complace en reprimir una y otra vez ese sentimiento. Existe también otro efecto cómico producido por la utilización de distintos estilos y registros de lengua en concordancia con la condición y carácter de los personajes. Hay una mezcla de distintos lenguajes: jurídico, galante y devoto. La ironía en Elmira. En las grandes escenas de Elmira, Moliere no nos hace reír; utiliza un elemento más sutil, el de la ironía, para hacernos descubrir, de una manera lúcida, la verdad que se oculta bajo la falsedad, la crudeza del deseo y del egoísmo de Tartufo.