Los personajes femeninos de La colmena.

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Elisabeth Hobisch
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Los personajes femeninos de
La colmena.
Un análisis contrastado de la novela y la película.
Institut für Romanistik der
KF-Universität Graz
En el marco de: Span. SE LW (Verfilmungen spanischer
und lateinamerikanischer Romane)
De: Ao.Univ.-Prof. Mag. Dr.phil. Erna Pfeiffer
WS 2009/10
Fecha de entrega: 19 de april de 2010
Los personajes femeninos de La colmena
Elisabeth Hobisch
Índice
1. Introducción................................................................................................. 3
2. Las circunstancias históricas ....................................................................... 5
3. La mujer en la sociedad franquista.............................................................. 9
4. Los personajes femeninos de La colmena ................................................... 12
4.1 Doña Rosa ............................................................................................................ 13
4.2 La Uruguaya ........................................................................................................ 14
4.3 Doña Visitación ................................................................................................... 15
4.4 Julita ..................................................................................................................... 16
4.5 Victorita ............................................................................................................... 18
4.6 Señorita Elvira ..................................................................................................... 20
4.7 Purita .................................................................................................................... 22
5. Conclusión ................................................................................................... 24
6. Apéndice ...................................................................................................... 25
6.1 Protocolo de secuencias y subsecuencias ............................................................ 25
6.2 Bibliografía .......................................................................................................... 30
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Los personajes femeninos de La colmena
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1. Introducción
Camilo José Cela publicó La colmena en 1951 en Buenos Aires, ya que varios intentos de
publicarla en España fracasaron, debido a la crítica severa de la censura franquista. Cela nos
ofrece en su obra un cuadro social de Madrid en la época de la posguerra, que está marcada
por el hambre, la represión política y la falta de bienes y de libertad personal. El autor muestra
de manera crítica esta realidad dura de la clase media y baja, que el régimen intentaba disimular mediante la propaganda. Esto provocó una crítica fuerte por parte de la censura.
Además, el autor se atrevía a describir la hipocresía, la doble moral y el egoísmo que florecían
entre la población española, debido a las dificultades económicas.
Mientras que la censura consideraba que la obra de Cela carecía de valor literario y documental y que era “francamente inmoral y a veces pornográfica” (Mínguez Arranz 1998, 121), hoy
en día, los críticos están de acuerdo sobre el enorme valor literario y social que representaba
para su época.
En los años 80 se puso de moda llevar al cine obras importantes de la literatura española.
Según Antoine Jaime (2000, 150), las adaptaciones de grandes obras de literatura contribuyeron a establecer un cine de calidad, lo cual atrajo al público. Mario Camus, que ya era conocido por sus adaptaciones de obras literarias, se encargó en 1982 de llevar La colmena al cine.
La película resultó ser un gran éxito en España y ganó un Oso de Oro en el festival internacional de Berlín. Sin embargo, los críticos no están de acuerdo sobre su valor artístico.
Mientras que unos la califican de pseudo-histórica y le reprochan al director que no muestre la
vulgaridad y la crudeza que determinan la vida de los personajes (véase Sally Faulkner,
2004), otros subrayan la gran fidelidad a la obra literaria y el ambiente de la época minuciosamente reproducido.
En mi opinión, los dos partidos tienen razón en ciertos argumentos, pero mi objetivo no es
averiguar si la adaptación de la temática a otro medio está bien lograda o no. Lo que más ha
despertado mi interés en la novela de Cela son los personajes femeninos. Creo que el autor
estaba consciente de la situación difícil de las mujeres de la posguerra. La sociedad y la moral
del franquismo eran sistemas machistas creados por hombres para hombres. A esta presión
personal y moral que pesaba sobre las mujeres, se sumaba la extrema pobreza de gran parte de
la población.
Cela consideraba en las descripciones de las mujeres de La colmena las circunstancias sociales y la presión moral y económica que les dificultaban la vida. De esta manera justifica, o por
lo menos no denuncia, su comportamiento amoral. Cela presenta muchos de los personajes
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como víctimas de las circunstancias de vida y de la sociedad machista. Por consiguiente, les
da una posición en la sociedad que la mentalidad española de la época no estaba dispuesta a
ver.
Mínguez Arranz (1998, 126) subraya que el pasado de los personajes de La colmena, muchas
veces, los caracteriza y determina su futuro. Justo esta forma de caracterización es difícil de
trasladar de una novela a una película, ya que lo que se puede describir en unas líneas ocuparía demasiado tiempo en una película. Ya he mencionado en mi presentación que lo que también destaca respecto a los personajes femeninos de La colmena es que en la película son
mucho más agradables y bonitos que en la novela.
Estas observaciones me han hecho sospechar que no sólo la apariencia de las mujeres ha
perdido su fealdad en la adaptación cinematográfica, sino que también la situación social y
económica de ellas se presenta de manera menos crítica. Por consiguiente, el propósito de este
trabajo es contrastar las descripciones de los personajes femeninos y su situación social en la
novela con la representación que ofrece la película.
Como hay abundante literatura secundaria sobre la novela de Cela y la película de Camus, no
voy a dar más información general sobre ellas. En cambio, voy a resumir en un capítulo las
circunstancias de vida de los primeros años de la posguerra, para ver cómo estos influyeron
en la novela y, en segundo lugar, voy a dedicar un capítulo a la visión franquista de la mujer,
sus virtudes y su papel en la sociedad.
Luego, voy a presentar los diferentes personajes femeninos de La colmena y compararlos con
sus equivalentes de la película. Al final, voy a resumir los resultados de mi investigación en
una conclusión.
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2. Las circunstancias históricas
Uno de los grandes logros de Camilo José Cela en La colmena es, sin duda, la auténtica representación de la atmósfera en la que vivía la mayor parte de los españoles en los años posteriores a la Guerra Civil. La vida de los personajes está determinada por los típicos problemas
cotidianos de la población pobre en un país subdesarrollado. El lector se entera de esta situación, gracias a los múltiples indicios que el autor da, pero sólo si conoce los detalles de las
circunstancias históricas, puede entender el extremo sufrimiento de los españoles de la época.
Aunque el 1 de abril de 1939 el partido de Franco ganó y a la vez terminó la Guerra Civil, los
años de sufrimiento para la población continuarían. En aquel momento muchos españoles
tuvieron que enfrentarse a la pérdida de miembros de la familia que cayeron en las batallas,
desaparecieron en las cárceles del partido opuesto, fallecieron debido a la desnutrición o la
falta de auxilio médico o tuvieron que exiliarse (cf. Abella 1996, 17). Entre los que
sobrevivieron las batallas crueles, muchos quedaron heridos o traumatizados. Varias veces
Cela menciona de paso que alguien desapareció o fue herido en la guerra, lo cual contribuye
mucho a crear la deprimida atmósfera de la posguerra. Describe, por ejemplo, al hijo de la
señora Leocadia así: “A las once viene a buscarla su hijo, que quedó cojo en la guerra y está
de listero en las obras de los nuevos ministerios.” (Cela 1998, 126)
El mayor deseo de la población, tras las privaciones duras de la guerra, fue regresar a la vida
cotidiana, pero los daños de la guerra y la política económica del Gobierno de Franco dificultaban el proceso de normalización. Una de las primeras medidas tomadas fue la abolición del
racionamiento de alimentos y de artículos de primera necesidad. A la vez, se decretó que los
precios de estos artículos no superaran el nivel que tenían en 1936. Este sistema económico
era imposible de mantener durante mucho tiempo y dos meses después del final de la guerra
volvió a instaurarse el racionamiento (cf. Abella 1996, 21).
Como el coste de vida en general aumentó, los productores de alimentos y de artículos de
primera necesidad, que dependían de los precios irracionalmente bajos que decretaba el
Gobierno, no podían sustentarse. Estas circunstancias contribuyeron mucho al desarrollo del
mercado negro, un fenómeno que marcaría durante casi dos décadas la vida cotidiana en
España (cf. ibid., 21). Al darse cuenta de que con lo que les pagaba el estado por sus productos no podían sobrevivir, los campesinos decidieron esconder parte de su cosecha y la vendían
en el mercado negro a precios que correspondían a los costes de producción de la época. Por
consiguiente, las instituciones estatales encargadas de la distribución del racionamiento,
tenían menos alimentos a su disposición y las raciones entregadas a cada ciudadano iban
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disminuyendo cada vez más. En 1940, por ejemplo, se entregó esta ración semanal a cada
persona: “azúcar, trescientos gramos por ración; aceite, un cuarto de litro; garbanzos, cuatrocientos gramos; huevos, uno por persona” (ibid., 66).
Como con raciones como ésta era imposible sobrevivir sin sufrir hambre, la mayor parte de la
población se vio obligada a recurrir al mercado negro para comprar alimentos a precios extremadamente elevados en comparación con el nivel de sus sueldos. Como consecuencia, también productores de otros artículos de primera necesidad, como medicinas o productos de
higiene, tuvieron que vender parte de su producción a precios elevados en el mercado negro,
para poder comprar alimentos. El mercado legal y regulado por el estado carecía, pues, igualmente de estos productos, lo cual conllevó que cada vez más productos, tanto de primera necesidad como de lujo, únicamente se consiguieran en el mercado negro y a precios astronómicos.
La falta de comida y de bienes necesarios para sobrevivir es una temática omnipresente en La
colmena. Martín Marco, por ejemplo, va por la tarde a la casa de su hermana para cenar. Si su
marido no está la hermana le prepara un huevo o le da un poco de café con leche caliente y
cuando está en casa ella le guarda los restos de la comida de la familia, que luego le entrega la
criada a escondidas (cf. Cela 1998, 113). La señorita Elvira, en cambio, no puede comprar
más comida para la cena que unas castañas asadas (cf. ibid., 115).
La imposibilidad de curar las enfermedades, que se propagaban fácilmente entre la población
desnutrida, se refleja en el caso de Victorita y su novio Paco. Paco está tuberculoso y, por lo
tanto, no puede trabajar. Su mayor deseo es casarse, lo cual es imposible por la falta de
dinero. Victoria sabe que él podría curarse y, de esta manera resolver todos sus problemas, si
tuviera los medicamentos correspondientes y suficiente comida (cf. ibid., 180). El autor indica
esto igualmente en la descripción de una mujer cuyo hijo siempre estuvo enfermizo, hasta
morir de meningitis (cf. ibid., 51-52).
Como todo lo que la ideología franquista calificaba de nocivo para la moral de la sociedad y
la estabilidad del sistema político venía del extranjero, una de las intenciones del Gobierno era
crear una España libre de toda influencia del extranjero. Un país sólo puede evitar toda influencia del extranjero, si no mantiene ninguna relación con otro país, lo cual incluye las relaciones económicas. Por lo tanto, Franco tuvo la intención de crear un país autárquico, es decir,
un país que fuera capaz de producir todo lo necesario para su población él mismo. Con este
objetivo se dificultaron la importación de bienes del extranjero mediante tasas o prohibiciones. Una consecuencia de esta política económica fue una crisis de vestimenta y de calzado
(cf. Abella 1996, 72-72). Este hecho igualmente es determinante para la ambientación de la
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novela. La trama tiene lugar en diciembre y describe unos días extremadamente fríos y la
mayor parte de los personajes no tiene los recursos para vestirse de manera adecuada y soportar el frío. Cela indica la falta de vestimenta y calzado con pequeños detalles. Cuando describe
a la criada Petrita, el narrador dice lo siguiente: “Los zapatos los llevaba un poco deformados
ya.” (Cela 1998, 107).
Debido a la carencia constante de todo tipo de recursos, empezaron a florecer las malas artes
entre los españoles. Como muchas personas no veían otra manera de ganar dinero que engañando a otros, apareció una gran diversidad de nuevas prácticas delictivas. La falsificación
tanto de documentos y permisos, como de productos de primera necesidad, hasta el pan, y el
tráfico de víveres y alcohol incrementaron considerablemente (cf. Abella 1996, 125-126). En
una sociedad en la que para cada transporte, venta o importación de artículos se necesitaba un
permiso oficial, también florecía la corrupción a todos los niveles. Las consecuencias más
dramáticas las tenía la falsificación de permisos y dictámenes para la construcción, que permitió la edificación de innumerables inmuebles con peligrosas faltas de seguridad, y la producción ilegal de alimentos, como en mataderos clandestinos, que carecían de control sanitario.
Mientras que la mayoría de los españoles sufría por los negocios de los estraperlistas profesionales, algunos de éstos se enriquecieron de sobremanera.
Los efectos de este ambiente delictivo, amoral e inseguro también forman parte de la atmósfera que encontramos en La colmena. Un buen ejemplo de una persona que se aprovecha sin
escrúpulos de sus compatriotas es Leonardo Meléndez. Está muy seguro de sí mismo, impresiona a los demás con sus buenas maneras y su comportamiento y utiliza un lenguaje culto.
De esta manera, se gana la confianza de la gente. Luego pretende planear un negocio lucrativo
y les roba los ahorros con promesas falsas (cf. Cela 1998, 48-49).
Henn (1974, 39) subraya que un aspecto temático dominante de La colmena es que los ricos
se aprovechan de la necesidad de los pobres. Él se refiere sobre todo a la prostitución, pero yo
creo que esto igualmente afecta otros ámbitos. En la conversación del impresor Mario de la
Vega con el bachiller Rubio Antofagasta se muestra claramente que de la Vega está consciente de cuánto el bachiller desea encontrar trabajo. Por consiguiente, le ofrece un puesto de
trabajo bajo malas condiciones y sin seguridad alguna – no tendrá un contrato de trabajo – y,
sin embargo, el joven no se puede permitir rechazar la oferta (cf. ibid., 134-136).
Un eje principal del sistema político y social del franquismo era la fe católica. La Iglesia y el
Gobierno formaban una simbiosis perfecta, en la que se apoyaban mutuamente. Los representantes de la Iglesia justificaban el Gobierno de Franco y calificaban sus actividades de Cruzada contra el judaísmo y la masonería internacional. A cambio, las autoridades eclesiásticas
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estaban presentes en todas las instituciones de la vida política y pública. Además, tenían el
control sobre la censura moral de la literatura y del cine y ejercían una influencia considerable
sobre la formación de la juventud. (Cf. Abella 1996, 231-232)
No hay duda de que ante las carencias y el sufrimiento la fe de la población incremente, ya
que la religión da esperanza y ofrece un sentido de la vida. Además, la sensación de ser el
fundamento de la Iglesia y el refugio de la fe cristiana pura, que se les infundía a los españoles, los unía en la devoción a la cruz. Por lo tanto, formar parte de esta sociedad significaba
ser católico y el demostrar su religiosidad se convirtió en obligación social de cada ciudadano.
Una posibilidad oportuna eran los donativos a obras católicas y misiones.
En la novela Cela presenta el afán con el que los españoles donaban para obras de la Iglesia
con ironía. Describe de manera ridícula el orgullo de doña Visitación al leerle a su amiga la
lista de donativos de El querubín misionero, en la que aparecen los nombres de ella y sus hijas
(cf. Cela 1998, 167-168).
En resumidas cuentas, Cela representa en La colmena de manera auténtica las dificultades de
la vida cotidiana en la posguerra. Tiene en cuenta muchos detalles que influenciaban sobre la
vida privada y pública de los españoles de la época. En mi opinión, debido a la brecha generacional, es útil para el lector contemporáneo tener un poco de información adicional sobre las
circunstancias de vida, en las que se desarrolla la trama de la novela.
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3. La mujer en la sociedad franquista
Ya he mencionado en el capítulo anterior que la sociedad del franquismo era extremadamente
machista. Creo que esto es la base de los problemas a los que tienen que enfrentarse los personajes femeninos de La colmena. A partir de la información que Rafael Abella ofrece en su
libro La vida cotidiana bajo el régimen de Franco (1996), voy a resumir en este capítulo la
imagen ideal y la posición social de la mujer en aquella sociedad.
En la época franquista se aplicaban al pie de la letra todos los principios, que la doctrina de la
Iglesia Católica consideraba importante en una sociedad ideal. Uno de los primeros objetivos
era combatir el deseo carnal y la sexualidad.
A fin de evitar tentaciones pecaminosas, se impuso una estricta separación de los sexos en
todos los ámbitos posibles. Uno de los primeros pasos fue la prohibición de la coeducación de
niños y niñas (cf. Abella 1996, 106). Otra medida un poco ridícula que muestra bien las intenciones de control desmesuradas es una nota de la Dirección General de Seguridad que no sólo
prohibía el desnudarse en la playa, sino que describía exactamente qué partes del cuerpo una
prenda de baño decorosa tenía que cubrir (cf. ibid., 111). Otro objeto de la vigilancia moral
estricta era el comportamiento de las parejas en público, que estaba sujeto a diversas reglas
morales, cuyo fin era evitar que dieran un mal ejemplo a su entorno. Los que no se comportaban de manera adecuada podían llegar a ser multados por la policía. Los sacerdotes y los obispos en sus sermones recomendaban la permanente vigilancia de jóvenes y novios que todavía
no estuvieran casados (cf. ibid., 107). Mientras que se vigilaba con severidad la pureza y la
decencia del comportamiento en público, una institución estatal-eclesiástica controlaba las
posibles fuentes de tentaciones y mala influencia en el ámbito privado. La censura se encargaba de impedir la publicación de obras literarias o cinematográficas que no correspondieran
a las normas morales de la España franquista. De este modo, se creó un sistema de completo
rechazo y represión de la sexualidad.
El cardenal Goma y Tomás demuestra perfectamente la posición inferior que la doctrina
católica – fielmente aplicada por la propaganda del régimen – tenía prevista para la mujer:
El padre es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la Iglesia. La cabeza tiene una
nobleza específica que no tienen las demás partes del cuerpo. Cristo tiene una dignidad
superior a todos los miembros de la Iglesia y cada uno de ellos. La esposa tiene el
carácter de auxiliar. […] La mujer, formada de una porción del hombre, deberá ocupar
su rango inferior al hombre. […] El hombre tiene, por regla general, mayor vigor
físico y mental. […] En todas las naciones, salvajes y civilizadas, la autoridad
doméstica corresponde al padre. (Ibid., 356)
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La Sección Femenina, una institución, cuyo objetivo era adoctrinar a la población femenina
en la ideología de Franco, contribuyó mucho a la divulgación de estas normas sociales. Estaba
a favor del papel tradicional y conservador de la mujer, lo cual significaba que en el matrimonio las labores de la mujer eran únicamente el hogar, la formación de los hijos y el apoyo a
su marido (cf. ibid., 221).
A las niñas se les explicaba desde su infancia que su destino era obtener una formación básica, luego buscar algún trabajo modesto y, a la hora de casarse, dejar la vida laboral atrás para
cumplir con sus obligaciones como esposa y madre. Se animaba con ayudas financieras a las
mujeres que siguieron este consejo, pero a las que decidieron seguir trabajando se les dificultaba la vida laboral y social (cf. ibid., 221). Mediante estas estrategias, se logró que la mayor
parte de las españolas cumpliera con el papel que le estaba previsto e intentó corresponder lo
mejor posible a la imagen de la mujer honesta y decente, que la sociedad idealizaba.
La exaltación de los valores viriles y la insistencia en la inferioridad del sexo femenino contribuyó considerablemente al desarrollo de una doble moral generalmente tolerada. La represión
sexual y la estricta separación de los sexos, que ya he mencionado, causaron una gran dificultad para establecer relaciones entre los dos sexos. Mientras que la decencia, o sea la virginidad, de una muchacha era imprescindible para ser respetada por la sociedad, la amante joven, que pertenecía a una clase social inferior, o la visita al burdel del hombre se consideraban
como válvulas de un deseo natural y se toleraban (cf. ibid., 223).
Todas estas circunstancias provocaron una división de las mujeres en dos clases. Una clase
eran las mujeres decentes y honradas que cumplían con sus obligaciones sociales y merecían
ser protegidas. La otra clase se componía de las mujeres que no correspondían a esta imagen
ideal. En esta clase se encontraban, por ejemplo, viudas y huérfanas de la guerra del bando
republicano, mujeres divorciadas o separadas, jóvenes que se acostaron con su novio y después fueron dejadas o madres solteras.
La vida de las mujeres llamadas decentes que lograron su destino, es decir que se casaron,
tampoco fue fácil. La falta de contacto de los sexos antes del matrimonio no facilitaba el desarrollo de una relación íntima y de confianza. Además, la doctrina católica también tenía una
definición muy clara de los papeles del marido y de la esposa en el matrimonio. El canónico
Enciso les dio el siguiente consejo a las mujeres recién casadas:
Ya lo sabes: cuando estés casada, jamás te enfrentarás con él, ni opondrás a su genio tu
genio y a su intransigencia la tuya. Cuando se enfade, callarás; cuando grite bajarás la
cabeza sin replicar; cuando exija, cederás, a no ser que tu conciencia cristiana te lo
impida. En este caso no cederás, pero tampoco te opondrás directamente: esquivarás el
golpe, te harás a un lado y dejarás que pase el tiempo.
Soportar, ésa es al formula. Amar es soportar. (ibid., 226)
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De nuevo, el eclesiástico dejó muy clara la posición inferior de la mujer que a partir de casarse estaba obligada a obedecer y a olvidar su personalidad individual a favor de los deseos de
su marido.
Muchas veces, sólo cuando estaban casadas las mujeres se dieron cuenta de que el lograr su
supuesto objetivo era peor que quedarse sola. Estaban aisladas de una red social y dependían
económicamente de su marido, por haber dejado el mundo laboral. Por lo tanto, estaban sujetas a los antojos del marido, a veces violento o infiel, sin poder defenderse. Además, muchas
mujeres que durante toda su vida pertenecieron a la clase de las mujeres decentes, por la
ruptura del matrimonio, se quedaron sin sustento y se convirtieron en mujer separada, es decir
que de repente pertenecieron a la segunda clase (cf. ibid., 227).
Como la clase de las mujeres indecentes carecía de aceptación o protección social, muchas
veces las únicas maneras de sobrevivir eran la mendicidad y la prostitución (cf. ibid., 41). A
los hombres se les concedía el derecho de aprovecharse de la multitud de mujeres que se
encontraban en situaciones de abandono social o de necesidad económica, sin que se les
hicieran reproches morales. Estas mujeres, en cambio, fueron consideradas amorales e indecentes. En una información oficial publicada en un periódico, unas mujeres que fueron encarceladas por ser prostitutas callejeras se describían así: “Eran el deshecho de la sociedad, y en
su mayoría reunían todas las lacras morales y físicas. […] Sus vestidos, compostura y lenguaje parecían revelar que sus almas habían perdido ya definitivamente los últimos adarmes de
pudor y piedad.” (Ibid., 43) Se nota claramente que en la opinión pública la mujer tenía la
culpa de la pérdida de la moral, o sea la prostitución, y no se relacionaba para nada al hombre
que frecuentaba los burdeles y las prostitutas callejeras con el fenómeno.
En vista de la visión que se tenía generalmente en los años 40 de la mujer en España, resultan
todavía más interesantes los retratos de personajes femeninos que Cela hace en La colmena.
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4. Los personajes femeninos de La colmena
Muchos personajes de La colmena al principio parecen estar presentados de manera superficial, porque el narrador mayormente los describe y caracteriza exteriormente y evita – aparte
de algunos casos – la penetración psicológica. Sin embargo, en mi opinión los personajes
están bien caracterizados. Mínguez Arranz describe la parte de la biografía de los personajes,
que el autor ofrece, como “un trozo del pasado que lo caracteriza” (1998, 126). Esta forma de
caracterización es fundamental para los personajes de La colmena. Asún incluso encuentra
una forma de determinismo en las descripciones de Cela (1982, 59). Es decir que en la presentación de Cela los personajes son resultados de su historia y las circunstancias.
Otro aspecto que me ha llamado la atención es su manera de describir a las prostitutas. Según
Giménez-Frontín, Cela era “humanizador” de estas mujeres, porque, en contra de la visión
pública de la época (véase capítulo 3), consideraba su historia, su personalidad y las circunstancias de vida (1985, 62).
Como en la película de Camus se ha – debido a las características del medio – suprimido esta
caracterización por el pasado, creo que la presentación de algunos personajes femeninos ha
perdido la esencia del especial cuidado con el que Cela los retrataba. Mientras que Alberich
(1982, 60) califica el desarrollo de los personajes en la película como “resultado notablemente
empobrecedor” por falta de la caracterización por el pasado, Mínguez Arranz le contradice.
Menciona como prueba de que la caracterización mantiene los rasgos esenciales el personaje
de D. Leonardo Meléndez (1998, 126). En este caso tendría razón, pero yo estoy convencida
de que esto no se ha logrado con todos los personajes que se han trasladado a la pantalla.
En la parte principal de este trabajo voy a contrastar las descripciones de unos personajes
femeninos de la novela con las impresiones que me dan estos mismos personajes en la película. También voy a tener en cuenta las circunstancias históricas y la imagen franquista de la
mujer, que he descrito en los capítulos anteriores.
Cuando haga referencia a escenas de la película voy a utilizar el protocolo de secuencias y
subsecuencias (véase apéndice), que he elaborado como primer paso en el análisis de una película según el método recomendado por Korte (2000, 38). Aparte de facilitar las referencias a
ciertas escenas, el protocolo ha sido muy útil para reconocer la estructura de la película.
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Los personajes femeninos de La colmena
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4.1 Doña Rosa
Doña Rosa es uno de los personajes más dominantes de la novela, porque es la dueña del café
La Delicia, que es uno de los lugares centrales de la trama y punto de encuentro de los personajes. La descripción de doña Rosa es progresiva. A lo largo de toda la novela, pero sobre
todo a lo largo del primer capítulo, el lector va conociendo detalles descriptivos de su apariencia o su forma de ser. Poco a poco, se forma la imagen de una persona completamente antipática. Es tacaña, colérica, déspota, hipócrita, pesimista, egoísta, caprichosa y no tiene compasión con nadie. A este carácter extremadamente negativo se suma la apariencia repugnante de
una mujer gorda, mal arreglada y alcohólica.
Un aspecto esencial de su personalidad es el poder. Cela insinúa la posición poderosa de Rosa
en la sociedad con la metáfora del café, que pertenece a ella y es como su imperio. Cuando
por la mañana está sola en el café dice: “Pero quien manda aquí soy yo. […] No tengo que dar
cuenta a nadie. […] El café es como el gato, sólo que más grande. Como el gato es mío, si me
da la gana le doy morcilla o lo mato a palos.” (1998, 315)
Respecto al poder de doña Rosa estoy de acuerdo con Asún (1982, 40-41) que subraya que la
imagen de dominio de la dueña se puede transponer del microcosmos del café al macrocosmos de la sociedad franquista. Doña Rosa es un símbolo del hombre franquista dominante en
esta sociedad y reúne todas sus características. Pero según Asún, su descripción ofrece un
cuadro también un poco irónico de este ser ideal del franquismo: “Las connotaciones de poder, autoritarismo, intransigencia, anticomunismo y fariseísmo moral van acompañadas de
referencias para-grotescas y político-morales bien vivas en el universo de la época.” (Asún
1982, 41)
Henn (1974, 54-56) igualmente califica a Rosa de persona de éxito económico que, gracias a
su fortuna, tiene el poder de dominar y explotar a otros.
Lo que más despierta mi interés del personaje de Rosa es que su posición social y sus características tienen, en el contexto de la ideología franquista una connotación más bien masculina
que femenina. Creo que no es una casualidad que el único personaje femenino de La colmena
que tiene éxito económico, es independiente y, por lo menos en cierto ámbito, tiene autoridad,
tenga más características de hombre que de mujer.
Cela también insinúa la masculinidad del personaje en la descripción de su apariencia.
Cuando regañaba a un camarero “sudaba por el bigote y la frente” (1998, 57). El bigote es un
símbolo claramente masculino, que aparece varias veces en relación con doña Rosa (cf. ibid.,
75). En otras situaciones su cuerpo se encuentra en posiciones típicamente masculinas: apoya
las manos sobre el vientre gordo (ibid., 63) o “tiene las manos en los bolsillos del mandil, los
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Los personajes femeninos de La colmena
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hombros echados para atrás y las piernas separadas” (ibid., 75) y una vez su actitud se compara explícitamente con un “gobernador civil” (ibid., 90).
En la película de Camus se mantiene la esencia de la personalidad de doña Rosa. Se muestran
su afición al ejército alemán (secuencia 3, 3), su personalidad tacaña y colérica (14, 29), la
severidad y la falta de compasión (22, 46) y cómo se aprovecha de su poder e insulta de
manera exagerada a sus camareros (32, 70).
Lo que, en cambio, se pierde al trasladar este personaje a la pantalla es la explícita fealdad y
la masculinidad de su apariencia. En las primeras páginas de la novela se describe así:
Doña Rosa va y viene entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su tremendo trasero. […] Fuma tabaco de noventa, cuando está a solas, y bebe ojén, buenas
copas de ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta. Después tose y sonríe. […]
Doña Rosa tiene la cara llena de manchas, parece que está siempre mudando de piel
como un lagarto. Cuando está pensativa se distrae y se saca virutas de la cara, largas a
veces como tiras de serpentinas. Después vuelve a la realidad y se pasea otra vez, para
arriba y para abajo, sonriendo a los clientes, a los que odia en el fondo, con sus dientecillos renegridos, llenos de basura. (Cela 1998, 47-48)
En la película es una mujer bien arreglada, tiene las uñas pintadas y la dentadura perfecta.
Lleva ropa negra, pero elegante y bastante femenina. No es extremadamente gorda y lleva
joyas elegantes.
En resumidas cuentas, la personalidad de doña Rosa no ha perdido ninguna faceta esencial al
trasladarse al cine. Pero, debido a la eliminación de la masculinidad del personaje, sí ha perdido un aspecto de su carácter y, sobre todo se ha eliminado un matiz importante del retrato de
la sociedad española de los años 40.
4.2 La Uruguaya
En la película varios personajes son más simpáticos, más agradables o más guapos de lo que
son en la novela. La Uruguaya, por ejemplo, es un personaje secundario, pero destaca por la
descripción extremadamente negativa, tanto de su forma de ser como de su apariencia física.
La Uruguaya es una golfa tirada, sin gracia, sin educación, sin deseos de agradar; una
golfa de lo peor, una golfa que, por no ser nada, no es ni cobista: una mujer repugnante
con el cuerpo lleno de granos y de bubones, igual, probablemente, que el alma; una sota arrastrada que ni tiene conciencia, ni vocación y amor al oficio, ni discreción, ni siquiera – y sería lo menos que se le pudiera pedir – un poco de hermosura. La Uruguaya es una hembra grande y bigotuda, lo que se dice un caballo […] La Uruguaya tenía
los dientes de delante picados y ennegrecidos. (Cela 1998, 214-215)
En la película, en cambio, es una mujer joven, elegante y atractiva, que canta y baila para
seducir a sus clientes. Es rubia, delgada y bien vestida. (35, 77)
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Los personajes femeninos de La colmena
Elisabeth Hobisch
Esta transformación extrema de la apariencia física de la Uruguaya y de doña Rosa me ha
llamado la atención. Sally Faulkner (2004, 26) critica que Camus, en lugar de enfatizar la
dureza de la vida de estas chicas, utilice las pupilas de doña Jesusa como pretexto para presentar un poco de erotismo y de desnudez femenina. Aparte de éste, no he encontrado ningún
comentario acerca de la transformación física de unos personajes en la literatura secundaria.
Por lo tanto, la única explicación que tengo para este fenómeno es que la fealdad de los personajes de Cela les parecía a los productores de la película demasiado repugnante para el público del cine de la época y, por consiguiente, fue suprimida.
4.3 Doña Visitación
Doña Visitación es un personaje que corresponde perfectamente a la imagen de la mujer ideal
del franquismo. Está casada con don Roque y tiene tres hijas (cf. Cela 1998, 175). No tiene
trabajo, aparte de las tareas del hogar, y por lo tanto está siempre en casa y cuida con cariño a
su marido y las hijas. Toma en serio las reglas morales de la época, le importa mucho la
decencia y es profundamente religiosa. Hace donativos para una misión en China y confía en
que Dios arregle todos sus problemas (cf. ibid., 297). Es un personaje muy simpático, pero es
ingenua. Su marido tiene varias amantes (cf. ibid., 165) y su hija le miente de manera descarada sin que ella se entere (cf. ibid., 225). Es un personaje muy bueno, pero los demás no lo
son y se aprovechan de su bondad.
Esto crea un contraste muy interesante. La situación de doña Visi refleja el estado de la sociedad. Ella respeta todas las normas sociales y corresponde a la imagen ideal de la mujer sumisa
que está al servicio de la familia. Pero su contorno demuestra el real estado de la sociedad. Su
marido es infiel y su hija le miente continuamente sobre su novio y la relación con él. Esta
manera de los demás de tratar a doña Visitación ridiculiza los ideales de la sociedad divulgados por la propaganda franquista. Este contraste entre la sociedad ideal y la sociedad real
demuestra que las personas que en una sociedad de tan malas costumbres respetan las normas
tienen una desventaja, porque son los de los que se aprovechan los demás.
El narrador acentúa la impresión de ingenuidad que doña Visitación da, cuando la describe
así: “Doña Visi sonríe; doña Visi, la pobre, siempre sonríe.” (Ibid., 164) Con la expresión “la
pobre” indica, además, que su ingenuidad es una desventaja para ella misma. “Doña Visi lo
ignora, doña Visi ignora casi todo lo que pasa en el mundo.” (Ibid., 263) Mediante esta frase,
el narrador también subraya el aislamiento en el que se encuentra el personaje, por no participar en la vida laboral ni tener buena formación.
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El contraste se especifica todavía más mediante las imágenes que otros personajes tienen de
doña Visitación. Las palabras “simple” y “tonta” subrayan la ingenuidad del personaje. Su
hermana Rosa no se lleva bien con su cuñado y está al corriente de sus relaciones extramatrimoniales. Cuando le explica la situación a otro personaje, llama a su hermana “la simple de la
Visi” (ibid., 90). Además, se afirma que “don Roque está cada día que pasa más convencido
de que su mujer es tonta.” (Ibid., 164) Incluso a su hija Julita le parece que su madre “tiene
cara de tonta” (ibid., 255).
En la película, de nuevo se mantienen los rasgos esenciales de su carácter. Se demuestra que
es religiosa y supersticiosa (17, 34), que no tiene mucha formación y que es muy ingenua.
Además, se presenta un poco ignorante. Durante la cena después del encuentro de su marido y
su hija en el edificio de la casa de citas, se nota cierta tensión entre los dos. Parece que padre e
hija sospechan que el otro también ha estado en la casa de doña Celia y esta sospecha incomoda a los dos. Por consiguiente, no se atreven a mirarse a los ojos ni a hablarse. Pero doña Visitación no se da cuenta de esta tensión y habla en la cena como si todo fuera normal (33, 72).
Aunque en una escena se encuentra el diálogo entero de dos viñetas de la novela (Cela 1998,
271, 296-299), da una impresión muy diferente de la que se produce en la novela. En la novela está claro que Julita está mintiendo a su madre y que lo hace para mantener viva la imagen
ideal que su madre tiene de ella. Por eso, le cuenta solamente una historia adaptada al gusto de
su madre. En la película, en cambio, parece que Julita en teoría también está convencida de
los principios de su madre. Sólo cuando su madre le habla de la virginidad y la decencia, Julita parece arrepentirse de haberse acostado con su novio y se nota que le incomoda la alegría
de su madre. En el diálogo con Filo (17, 34), doña Visi tiene más autoridad que cuando en la
novela habla con su amiga Montserrat (cf. Cela 1998, 165-169). Además, el hecho de que ya
sepa que su hija tiene un pretendiente, indica que existe una relación de confianza entre las
dos mujeres, que en la novela es justo lo contrario. Esto suaviza el contraste de la sociedad
mencionado arriba. Por consiguiente – como en el caso de doña Rosa - el personaje no pierde
matiz importante de su carácter, pero el retrato de la sociedad pierde profundidad.
4.4 Julita
Julita representa un personaje joven que es consciente de las reglas morales de la sociedad,
pero por curiosidad, no las respeta. Está enamorada de su novio Ventura, cede a la tentación y
se ha acostado ya varias veces con él. Aunque al principio estaba nerviosa cuando ella y
Ventura iban a la casa de citas de doña Celia, termina acostumbrándose a la situación. Cuando
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el narrador describe cuánto tiempo los dos “solían” quedarse en la casa de citas, queda claro
que ya es una costumbre de la pareja (cf. ibid., 189).
Julita sabe que a su madre doña Visitación, le importan mucho la decencia y la moral de su
hija. Por eso, sólo le cuenta la parte de la historia de su novio que corresponda a los principios
morales de la madre (cf. ibid., 260). Aunque a veces su comportamiento amoral le remuerde
la conciencia, Julita parece estar satisfecha de sus aventuras. Debido al cuaderno en el que
anota algo después de haberse acostado con Ventura, parece que trata de manera consciente su
sexualidad. Cuando se mira en el espejo con la blusa abierta da la impresión de estar muy
contenta, sin dejar que los valores católicos de la sociedad le impidan este placer (cf. ibid.,
283). Lo único que la hace sentirse culpable es mentirle a su madre. Cuando doña Visi le
pregunta por detalles sobre su novio y la relación y habla del matrimonio y del primer hijo de
la pareja, el narrador describe de manera sutil como a Julita, al principio, le tiemblan las piernas al mentirle (cf. ibid., 297). Pero luego describe que le gusta ver a su madre tan feliz y que,
por eso, acalla la voz de su conciencia: “Julita ya está del otro lado, ya cruzó la corriente, ya
habla de sí misma como de otra persona, ya nada le importa fuera del candor de la madre.”
(Ibid., 298) En una viñeta se cuenta que Julita reflexiona sobre la mente humana y la posibilidad de esconder lo que uno verdaderamente piensa de los demás (cf. ibid., 303). Llega a la
conclusión que está bien que no todos sepan lo que piensa uno. Esto hace más explícito su
conflicto personal entre las mentiras que hacen que su madre sea tan feliz y los encuentros
clandestinos con Ventura, que le gustan tanto a ella misma.
Ventura, una vez, le da a un amigo consejos para ligar con chicas. Entonces, le describe cómo
conoció a Julita y cómo la convenció de acostarse con él. En su descripción se nota que le
gusta el aspecto físico de Julita y acostarse con ella, pero no menciona el amor (cf. ibid., 289).
Aunque Julita es una mujer joven y consciente de su sexualidad, la descripción de la situación
por parte de Ventura hace que el lector la vea como un poco soñadora e ingenua. Está claro
que Julita está enamorada y que tiene la esperanza de casarse con él, mientras que Ventura no
menciona nada de eso. Sin embargo, Julita no parece ser tan ingenua como su madre y no
provoca compasión por parte del lector, porque obviamente saca provecho de su relación con
Ventura.
En la película, el personaje cambia un poco. Julita se describe más ingenua y el personaje tiene un desarrollo de carácter convencional (cf. Faulkner 2004, 28). Su historia se cuenta de
manera cronológica - estrategia que la novela no permite – por lo cual, este desarrollo se hace
todavía más claro. Por primera vez, la pareja se ve besándose a oscuras en el portal de una
casa (10, 17). Después, Ventura convence a Julita, a pesar de su resistencia, de ir a una casa
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Los personajes femeninos de La colmena
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de citas con él asegurándole que la quiere mucho (16, 33). Parece que van a la casa de citas
varias veces (19, 39-40; 29, 62). Pero Julita empieza a sospechar que Ventura no siempre le
dice la verdad y le pregunta por detalles de sus estudios. Se nota que Ventura utiliza excusas
para justificar que no se pueden casar (29, 62). Después de haberse encontrado por casualidad
con su padre en la escalera de la casa de citas, Julita ya no quiere volver a ir a esta casa,
aunque Ventura insiste (40, 87). Al final, los dos se encuentran en un cine y se acuestan a oscuras en el suelo del cine. Julita dice con resignación “Eso ni es amor, ni es nada.” (44, 95).
Con esta frase hace referencia a las escenas anteriores en las que insistía en que Ventura le
asegurara que la quería mucho.
Este desengaño de un personaje que al principio es muy ingenuo me parece un poco estereotípico y, en mi opinión, no refleja bien la profundidad del personaje de Cela.
4.5 Victorita
Victorita es el típico ejemplo de la mujer joven, que debido a su situación económica, se ve
obligada a prostituirse. Su mayor deseo es casarse con su novio Paco, que está tuberculoso,
para salir lo antes posible de la casa de su madre con la que no se lleva bien. Como Paco está
enfermo, no puede trabajar y, por eso, la pareja no tiene suficiente dinero para casarse, pero
Victorita está convencida de que Paco podría curarse si tuviera los medicamentos adecuados,
que son muy caros (cf. Cela 1998,229). En resumidas cuentas, la muchacha se encuentra en
una situación difícil y la única posibilidad de resolver sus problemas es ganar mucho dinero.
La joven es consciente de su sexualidad y se dice explícitamente que “era cachonda” (ibid.,
221), pero tiene principios morales muy claros. Se aclara que ama a su novio y nunca se le
hubiera ocurrido engañarlo y que “no sentía deseos ningunos de golfear” (ibid., 221).
Una posibilidad de ganar dinero que se le ofrece por varios personajes es vender su cuerpo.
Victorita recuerda que una amiga suya ahora es amante de un hombre rico y que ya no tiene
que trabajar para sobrevivir (cf. ibid., 209). Una vez, un hombre ya le ha ofrecido dinero para
verla desnuda (ibid., 222-226), pero su novio estaba en contra. Otro personaje interesante es la
alcahueta doña Ramona, que intenta convencer a Victorita de acostarse con hombres a los que
ella la quiere presentar (ibid., 179). Queda claro que doña Ramona no hace eso para ayudar a
Victorita a ganar dinero como pretende, sino que ella misma quiere enriquecerse a costa de la
joven. Una escena que parece muy cruel es el encuentro con el usurero (ibid., 230-232). La
muchacha le pide dinero prestado. Lo primero que el usurero quiere de ella son informaciones
personales y ver sus pechos (ibid., 232). Después, insinúa que podría darle mucho dinero a
cambio de servicios sexuales. Es una situación muy humillante para la chica que, al final, le
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responde: “Por mí, sí. Por seis mil duros soy capaz de pasarme toda la vida obedeciéndole a
usted ¡Y más vidas que tuviera!” (ibid., 232).
Lo más interesante de este personaje es el proceso de reflexión anterior a la decisión. En
varias viñetas se presentan las reflexiones del personaje que dibujan claramente el conflicto de
conciencia que ella sufre. Por un lado, tiene claros principios morales y no quiere prostituirse,
pero, por otro, sabe que así podría salvar a su novio y casarse con él. La joven no quiere hacer
nada en contra de la voluntad de su novio, que al principio no quiere que ella venda su cuerpo
para ayudarle (cf. ibid., 230). Resulta ser un momento decisivo de la trama cuando el novio
acepta que Victorita se acueste con un hombre que doña Ramona le presenta (ibid., 181).
En mi opinión, la situación de Victorita refleja bien la situación de muchas mujeres de la época. Las necesidades económicas las obligaban a olvidar sus principios morales y a dedicarse a
una profesión muchas veces humillante para ellas. Mediante la descripción del conflicto del
personaje, Cela nos da una impresión muy diferente de la visión pública de las mujeres
inmorales e indecentes, que se prostituían (véase capítulo 3). Al final, el lector no sabe si
Victorita se acostó con el impresor Mario de la Vega, pero esto no importa, porque el lector
queda impresionado por la situación de necesidad de la chica, su conflicto de conciencia y la
crueldad con la que los personajes que tienen dinero se aprovechan de los que lo necesitan
(véase también Henn 1974, 39).
En la película la situación de Victorita se presenta casi igual. Por la dificultad de llevar a la
pantalla su conflicto interior, se enfatiza el trabajo duro que tiene. De día trabaja en una tienda
(18, 37), por la noche en una sala de baile, donde enseña a bailar a hombres que le pagan (18,
35) y también se muestra que limpia las escaleras del edificio en el que vive (24, 52). La escena con el usurero es casi igual que la de la novela., aunque en la película Victorita parece un
poco más firme. Cuando el usurero le pregunta si le importaría enseñarle más que los senos,
ella le responde sí, vuelve a vestirse y se va (28, 60). Este pequeño cambio del carácter del
personaje, suaviza un poco la humillación que sufre en esta secuencia. La muchacha parece
más decidida y más segura de sí misma. Pero, al final, se encuentra con don Mario en una
habitación que les proporciona doña Matilde, que en la película toma el papel de la alcahueta.
La chica se quita la ropa muy despacio, mientras que don Mario la mira. Esta secuencia
expresa la extrema humillación a la que la muchacha está expuesta. Don Mario la observa con
una sonrisa maliciosa y obscena que expresa su superioridad. Victorita tiene la mirada baja
mientras que se va quitando la ropa, y esto acentúa su inferioridad (45, 97). En mi opinión, se
mantienen los matices importantes del personaje de Cela y su situación se describe de manera
realista con varias escenas muy expresivas.
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Los personajes femeninos de La colmena
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4.6 Señorita Elvira
La señorita Elvira es una prostituta de edad avanzada que está la mayor parte del tiempo en el
café de doña Rosa. Su antiguo amante don Pablo la dejó y, por lo tanto, ella está buscando un
sustento para sobrevivir. Es el único personaje por el que doña Rosa parece sentir cariño, ya
que la defiende y se enfada con don Pablo al saber que éste la dejó (cf. Cela 1998, 63). Destaca, además, porque el narrador conoce y comparte con el lector sus pensamientos, que varias
veces son necesarios para entender una situación. En una viñeta se describe así: “Nunca supo
hacer nada y, además, tampoco es guapa ni de modales finos.” (Ibid., 71)
Henn (1974, 65) la sitúa en un rango con el gitanito que canta flamenco. Según él, estos dos
personajes son los que demuestran la lucha dura por sobrevivir desde dos puntos de vista
opuestos. Elvira está al final de su vida laboral y ya no tiene éxito, mientras que el gitanito
sólo tiene seis años y se está acostumbrando a la rutina dura de su vida futura.
Cabrera y González del Valle (1978, 19) subrayan la importancia del sueño de Elvira como
reflejo del destino de varios personajes. Ven en el sueño erótico con el gato (Cela 1998, 227228) un símbolo del conflicto entre la necesidad económica, que se solucionaría mediante una
relación con el antiguo amante, y el orgullo, que Elvira misma menciona como razón por la
que no quiere volver a tener una relación con él (cf. ibid., 58). Según ellos, el sueño, en el que
Elvira termina por entregarse al gato, es un microcosmos que se puede trasponer al macrocosmos de su vida. Aunque se defiende y quiere resistir, estará obligada a volver a empezar
una relación con don Pablo. Esta visión pesimista del destino del personaje, se puede trasladar
también al destino de otros personajes, lo cual conlleva que en la situación de un final abierto
– como la de Martín Marco - queda poco espacio para la esperanza. [Véase Cabrera y
González del Valle 1978, 16-23]
Para este trabajo me parece más relevante la pequeña biografía de Elvira que el narrador comparte con el lector (cf. Cela 1998, 70-71). Explica que cuando era niña quedó huérfana porque
su padre mató a su madre y, por consiguiente, fue ejecutado. Después, vivió con su abuela
hasta que ésta murió. Tuvo un novio violento que le pegaba y cuando lo dejó, encontró
“trabajo” en un burdel. A partir de entonces, fue prostituta hasta que la edad la hizo perder su
belleza y con ella sus clientes. Cuando Elvira reflexiona sobre la relación con don Pablo dice
de sí misma “Quizás sea mejor volver con el viejo, así no puedo seguir. Es un baboso, pero,
¡después de todo! Yo ya no tengo mucho donde escoger.” (ibid., 123). En otra viñeta su
aspecto se describe así: “La señorita Elvira tiene un aire débil, enfermizo, casi vicioso. La
pobre no come lo bastante para ser ni viciosa ni virtuosa.” (Ibid., 91) Además, en varias otras
viñetas se hace referencia a que Elvira no tiene dinero para comer lo suficiente (ibid., 52,
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Los personajes femeninos de La colmena
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115). Esta biografía y la descripción de su situación económica extrema hacen que el lector
sienta compasión por ella.
Pero Cela también muestra la opinión pública y los prejuicios sobre Elvira mediante los
comentarios de doña Matilde y doña Asunción (cf. ibid., 89-90). Mostrando esta perspectiva,
Cela ridiculiza la moral de la época, ya que las dos pensionistas condenan la falta de moral de
Elvira, mientras que la hija de una de ellas también tiene una relación con un hombre casado.
Conociendo su situación y su biografía, uno no calificaría su comportamiento de amoral. Esto
es, en mi opinión, lo extraordinario de la descripción de Cela. Considera su historia para
demostrar la ridiculez de la doble moral de la época franquista.
En la película la penetración psicológica, la historia de su vida y el sueño del gato no se pueden expresar. Esto reduce la importancia del papel de la señorita Elvira como reflejo de la sociedad hipócrita. En mi opinión, ni siquiera queda claro qué profesión tiene y la precariedad
de su situación económica.
Un ejemplo de la pérdida completa del mensaje de fondo de una escena es un diálogo de
Elvira con Rosa:
- Yo creo que algo me habrá sentado mal; los alimentos, a veces, están en malas
condiciones; si no, no me lo explico.
- Claro, eso debió ser seguramente.
La señorita Elvira, que ya es como un mueble más en el café de doña Rosa, suele decir a
todo amén. El tener como amiga a doña Rosa es algo que la señorita Elvira considera muy
importante.
- ¿Y tenía usted retortijones?
- ¡Huy, hija! ¡Y qué retortijones! ¡Tenía el vientre como la caja de los truenos! Para mí que
cené demasiado. Ya dice la gente, de grandes cenas están las sepulturas llenas.
La señorita Elvira seguía asintiendo.
- Sí, eso dicen, que cenar mucho no es bueno. Que no se hace bien la digestión.
- ¿Qué se va a hacer bien? ¡Se hace muy mal!
Doña Rosa bajó un poco la voz.
- ¿Usted duerme bien?
- Pues sí, suelo dormir bien.
Doña Rosa pronto sacó su conclusión.
- ¡Será que cena usted poco!
La señorita Elvira se quedó un poco perpleja.
- Pues sí, la verdad es que mucho no ceno. Yo ceno más bien poco.
- Anoche, por ejemplo, ¿qué cenó usted?
- ¿Anoche? Pues ya ve usted, poca cosa, unas espinacas y dos rajitas de pescadilla.
La señorita Elvira había cenado una peseta de castañas asadas, veinte castañas asadas, y
una naranja de postre.
- Claro, ése es el secreto. A mí me parece que esto de hincharse no debe ser saludable.
La señorita Elvira piensa exactamente lo contrario, pero se lo calla.
(ibid., 272-274)
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Este diálogo se ha trasladado exactamente a la película, pero como las pequeñas frases que
expresan el estado de ánimo o los pensamientos de los personajes no se pueden trasladar al
cine, el diálogo pierde completamente el sentido (26, 56). El espectador no sabe ni que Elvirita miente sobre la cantidad de su cena ni que en realidad su mayor deseo es comer tanto
como doña Rosa. Por lo tanto, la caracterización de Elvira es muy superficial en la película y
el personaje pierde completamente la importancia que tiene en la novela.
Además, se pierde el contraste, expresivo para la descripción de las desigualdades sociales,
entre doña Rosa, que es rica y se queja de la mala calidad de los alimentos, y la señorita
Elvira, que no tiene suficiente dinero para comer, lo que, por vergüenza, no se atreve a admitir
ante la poderosa doña Rosa.
4.7 Purita
Pura Bartolomé es una mujer de 20 años. Tiene cinco hermanos menores, de los que ella se
encarga, porque su padre fue fusilado y su madre murió de tuberculosis (cf. Cela 1998, 292).
Purita tiene que ganar dinero para todos y, por eso, trabaja en la casa de doña Jesusa (cf. ibid.,
252). Parece que Martín Marco está un poco enamorado de ella, y ella prefiere estar con él a
estar con otros clientes (cf. ibid., 312). Hay varios indicios de que ella está enferma (cf. ibid.,
252, 193) y también se menciona que es demasiado delgada para llevar ligas sin liguero (cf.
ibid., 293).
Ella está expuesta a una situación enormemente difícil y está obligada a prostituirse. Aunque
es bastante joven, tiene una responsabilidad enorme y muchas preocupaciones diarias. La
crueldad de su situación se vuelve más clara en la escena con don José. Éste la invita a cenar y
luego la lleva al cine. Ella está muy preocupada, porque espera encontrar una plaza en la
guardería para su hermano menor, pero don José sólo está interesado en tocar sus senos y sus
muslos (cf. ibid., 293-294). Después, él la acompaña a su pensión. El resto de la escena se
corta hasta que el hombre vuelva a irse y le da dinero a Purita (cf. ibid., 295). Con la biografía
de Purita y esta escena queda claro que ella se encuentra en una situación muy difícil. Debido
a ésta, parece estar algo amargada, porque cuando Martín Marco le recita un poema de Juan
Ramón Jiménez, ella dice que le gusta, porque es triste (cf. ibid., 313).
En la película Purita es una mujer adulta. No se conoce nada de su historia ni de su familia.
Parece un poco ingenua e ignorante, porque se trasladan algunos diálogos del libro fielmente a
la película, sin tener en cuenta que en la novela se trata de una muchacha joven, pero en el
cine es una mujer adulta (39, 86). Mientras que en la novela las escenas románticas con
Martín tienen lugar en la habitación de doña Jesusa, en la película se trasladan a un parque.
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Los personajes femeninos de La colmena
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Los dos dan un paseo largo y un fotógrafo saca una foto de la pareja (39, 85). Si se tiene en
cuenta que se trata de una prostituta y un autor sin éxito y sin hogar, estas escenas románticas
parecen poco adecuadas y demasiado idílicas. En la novela se insinúa más bien que los dos
buscan algo de cercanía humana y de calor en un mundo duro y frío (cf. Cela 1998, 312). Supongo que los productores querían ofrecer alguna historia de amor y, por eso, desarrollaron
más las escenas con Purita.
En mi opinión, se ha perdido lo esencial de este personaje en la versión cinematográfica. Creo
que la intención del autor era, otra vez, mostrar las condiciones duras en las que se encontraban muchas mujeres jóvenes en la posguerra. Muchas de ellas no podían elegir su profesión, sino que la prostitución era la única posibilidad que les quedaba para ganar dinero. El
narrador no juzga el comportamiento de Purita. Como empieza justo en la escena del cine con
don José a contar la historia de su vida, me parece que más bien tiene la intención de provocar
compasión y de justificar su comportamiento.
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5. Conclusión
Los personajes femeninos de La colmena son muy diversos. Los análisis de las diferentes
personajes demuestran que Cela trataba de presentar al lector como él mismo dice en el prólogo de la primera edición “una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa
realidad” (Cela 1998, 335). Aunque hay, debido a las circunstancias históricas, algunos factores constantes como el hambre, el frío, la doble moral y la represión política, tenía en cuenta
las diferentes facetas de la vida de los habitantes de una ciudad entera. Muchos de sus personajes corresponden a estereotipos, pero el conjunto de todos es un retrato realista y complejo
de toda una sociedad.
Al comenzar este trabajo, no era consciente de la amplitud de la representación social de La
colmena. Por lo tanto, la tesis que he formulado al principio es demasiado específica. A lo
largo de los análisis y la lectura de la literatura secundaria, me he dado cuenta de que mi tesis
es muy restrictiva y sólo se centra en una faceta del retrato social. Muchos aspectos interesantes e importantes de los personajes femeninos no entrarían en el campo de este trabajo, si
sólo aceptara lo que está directamente relacionado con la tesis principal. Por lo tanto, he decidido también incluir los resultados del análisis que me parecen importantes y no corresponden
a la tesis.
Creo que con los ejemplos de la señorita Elvira y Purita he comprobado mi tesis, pero el
resultado más importante del trabajo es que he subestimado las estrategias de construcción
narrativa de La colmena. Cela ha construido un retrato de la sociedad muy complejo, que no
sólo se define por la descripción directa, sino por las diversas relaciones entre los personajes y
una mirada irónica sobre las normas de la época. En mi opinión, lo esencial que se ha perdido
al trasladar esta temática a la pantalla es la profundidad de los personajes y del retrato de la
sociedad entera.
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6. Apéndice
Protocolo de secuencias y subsecuencias
1
1
2
2
3
3
4
4
5
5
6
7
6
8
7
9
10
8
11
12
13
14
9
15
16
10
17
18
11
19
20
12
21
00:0000:59
01:0001:45
01:4602:19
02:2002:52
02:5303:11
03:1203:57
03:5805:06
05:0706:09
06:1006:47
06:4807:34
07:3509:16
09:1709:58
09:5910:31
10:3211:11
11:1213:26
13:2714:35
14:3615:00
15:0116:18
16:1916:44
16:4517:36
17:3718:08
18:09-
Título, música
Ricardo Sorbedo, Rubio Antofagasta, Ramón Maello; en el café; diálogo de
la teoría de la novela (planteamiento, nudo, desenlace)
Rosa en su oficina apunta algo y escucha la radio; información de la guerra y
las tropas alemanas
(Don Mario entra) doña Matilde y doña Asunción, falta de moral (cine,
piscinas)
Suena el teléfono; Padilla llama al señor Suárez; él va a través del café
Camareros preparan jarra con hielo; Rosa tacaña, quiere saber para quién es
Martín Marco entra; quiere sentarse con los poetas, pero no tiene dinero; lo
invitan
Don Leonardo habla con Julián Suárez; le pidió que le consiguiera trabajo a
su novio (relaciones de Leonardo)
Poetas discuten sobre Dostoievsky
Rubio Antofagasta tiene tos
Le pide agua a don Mario; hablan del puro, Mario se burla de él, pero le
ofrece cigarro
Entra don Ibrahím en el café; don Ricardo lo invita a sentarse con ellos y
quiere escuchar su discurso
Padilla le limpia los zapatos y don Leonardo sólo le da la propina (se
aprovecha de él)
Señorita Elvira quiere comprar cigarros y le pide información sobre una carta
a Padilla; se queda decepcionada
Discurso de don Ibrahím; le lisonjean y se aprovechan de su bondad; él los
invita a café
Martín en casa de Filo; casa en mal estado; le dan comida y ropa; ella está
triste por su cumpleaños; Filo sufre del conflicto ideológico de los hombres
Julián Suárez “Fotógrafa” y Pepe “Astillas” juegan billar; otros se burlan de
ellos
Julita besa a Ventura a escondidas en la escalera de la casa; Victorita entra y
los interrumpe
Victorita va a su casa; cena con padres; pelea con la madre: novio “tísico”;
“se te va a hinchar el vientre”; “golfa maleducada”; padre defiende a hija;
ella llora
Martín andando por la calle de noche; compra castañas asadas de mujer vieja;
(frío y vida dura)
Filo y Roberto en casa; radio franquista; luz no funciona bien – mal estado de
la casa y pobreza; Roberto en foto de soldado
Prostíbulo de doña Jesusa; en la cocina están calentándose por el frío,
jugando, leyendo
Por la calle llega Martín; 3 hombres quieren entrar “3 duros” – “esta es una
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casa de lujo”; Martín entra
Llega a la cocina; lo saludan todas; “¡qué frío!”; Jesusa le da habitación libre
Martín entra en la habitación; se quita la ropa y se acuesta
Pensión de doña Matilde; Tesifonte, Leonardo y Ventura; almuerzo;
Leonardo habla mucho, los demás no; “casa decente”
Don Leonardo prepara jabón con ayuda de la sirvienta en la cocina; roba un
huevo y se lo come
Poetas hablan de un concurso; dinero que se puede ganar; “si lo gano les
invito a croquetas de pescado”
Leonardo y Tesifonte en el café ( tabaco y mujeres); L. se va por un “negocio
importante” y T. tiene que pagar su café; mirada con Elvira
Rosa habla con Consorcio; por la leche; regaña e insulta a los camareros por
nada
Leonardo le vende pluma “Parker” a Mario; lo convence indirectamente;
Mario le ofrece una copita
Elvira llama a Padilla; compra cigarros y pide una canción; Tesifonte le da
fuego
Doña Matilde y doña Asunción; chismosean de Elvira y los hombres; Paquita
es mujer de honra
Julita y Ventura en el parque; casa de doña Celia “discreta y decente”,
contraseña; “yo soy hombre” (imagen de los géneros); Julita vergüenza
Doña Visitación en casa con Filo; ingenua y creyente; loro grosero, denuncia;
favor de Roberto para Roque; “votó mal en el 36” (circunstancias políticas)
En la sala de baile; Victorita baila con hombres y le dan dinero; paso doble
con Tesifonte
Martín de noche en la calle; encuentra con guardia que pide documentación;
se pone nervioso “colaboro con la prensa del movimiento” (persecución
política y control)
En la tienda Victorita y doña Matilde; el novio está enfermo; M. da consejos
pero V. no tiene dinero; le insinúa acostarse con otros que la pagan; V. no
quiere; M. hipócrita “me preocupo por ti”
Casa de doña Celia; contraseña; Ventura entra; sus hijos en el pasillo alegres
Julita llama en la puerta equivocada; le da vergüenza
Julita y Ventura en la habitación de Celia; pudor; se quitan la ropa y se
besan; cuelgan camisa a la bombilla; se quema y se cae sobre la cama – agua
(paquete en el suelo) Casa de doña Matilde; Leonardo hace jabón y le echa
perfume; no pagó la renta; excusas y “negocio importante”
(Tesifonte en el servicio) Ventura llega; paquete de su casa; todos vienen
para “ayudarle”; L. “ mi amigo tan generoso”; le mandan comida
Escenas de la vida cotidiana en Madrid; de cinta de la época
Están cerrando el café; Martín espera y lee en una mesa; apagan la luz; grito
“Consorcio”
Rosa y Consorcio; él sumiso, ella tacaña, estricta, caprichosa
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Martín no puede pagar; Rosa quiere que lo echen con violencia; no
compasión; Consorcio solo lo lleva fuera; “nos ha merengao” “robar a las
personas honradas”
Martín pasa por la calle de noche; no compra castañas
Prostitutas de Jesusa con clientes; hombres hablan de la casa y las esposas
(doble moral entre los sexos)
Cocina todas juntas calentándose y limpiando lentejas; Martín entra; le dan
algo para comer
Hombres son atentos y bien educados; uno se va con Uruguaya
Doña Visi y Julita hablando del novio; V. ingenua romántica ¡decencia y
virginidad!; “ilusión de mi vida” hijo sacerdote; J. nerviosa
Victorita limpia escaleras; Julián Suárez pasa
Suárez con su madre; doña Margot vieja y demente; él la cuida mucho
Filo con Roberto en el parque; F. quiere invitar a M. el día de su cumpleaños;
Roberto no lo permite; pelea
Martín en la fila para recoger comida para los pobres; ejército, patriotismo,
música; cuartel entre ruinas
Café con Padilla; Elvira entra habla con Rosa; E. busca novio sin suerte; R.
está mal diarrea; diálogo de las cenas
Poetas pseudónimos; llega Ibrahím; le presentan a Matías Martí “no soy
poeta”; I. no tiene dinero “sin embargo” se puede sentar con ellos
Pelea de Mario y Leonardo; estafado pluma falsificada; tinta salió; lo quiere
denunciar; L. se defiende “hablaremos del aceite”
Doña Matilde y doña Asunción chismosean; Leonardo estuvo en la cárcel
tenía cartillas de diferentes partidos políticos
Hombre viejo que quiere ver a Victorita desnuda; le da dinero; V. un poco
descarada; le muestra senos, pero nada más
Martín en la calle encuentra a Nati; se van cogidos del brazo; N está muy
segura de sí misma y bien vestida
Julita y Ventura en casa de Celia; hablan después; él habla mucho se inventa
algo y le miente; J. sospecha algo
Martín y Nati en café noble; ella tiene mucho dinero y regalos bonitos;
hablan del pasado; “te juro que no soy una golfa” amarga y decepcionada por
los hombres; M. no entiende hace chistes; N. le da dinero
1:07:29- Julita y don Roque se encuentran en las escaleras de la casa de Celia; excusas
1:08:02 de los dos “modista, amigo enfermo”
1:08:03- Roque con amante en la casa de Celia; preocupado “¿hay modista?”
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1:08:31- Poetas otro ganó el concurso; hablan de política “yo he pasado hambre
1:09:09 con…”
1:09:10- Entra Martín con dinero; pide café y bollos suizos para todos y paga el café
1:09:47 del otro día; orgulloso
1:09:48- Matilde ( periódico ignorancia) le da un consejo a don Mario: Victorita
1:10:23 delgada “fuera de lo común – no le prometo nada”
1:10:24- Leonardo recibe caja con dentaduras postizas de Padilla; diálogo con
1:11:08 Tesifonte sobre mujeres
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Camarero se cae; Rosa furiosa exagera; “bestia, rojo indecente”
Don Mario en sala de baile; “ pajarito me lo ha dicho”; M. le dice cosas
bonitas; V. ya sabe todo, es impasible
Cena en casa de Visi; R. y J. nerviosos; V. habla (ingenua, ignorante)
Leonardo y Tesifonte en el teatro; hablan con empleado; T. espera fuera; L.
llama en una puerta
L. habla con don Casimiro; lo quiere convencer de comprar dentadura
postiza; lo lisonjea para llegar a su propósito
T. espera en la escalera; de repente llegan muchas mujeres con poca ropa;
casi lo atropellan; T. nervioso
Martín en cocina de Jesusa; no tiene habitación libre; la da la llave de la
habitación de Purita que está mal
Prostitutas seducen a clientes; Leonardo y Tesifonte; Uruguaya canta y baila;
T. nervioso; U. se lo lleva; L. pide dinero prestado “caso urgente”
Martín en la habitación; se quita la ropa, apaga la luz y se acuesta al lado de
Purita
Jesusa desayuna; mujeres lavan y planchan ropa
Martín y Purita se despiertan; él lee libro; juegan escena de la novela;
romántico; se besan
Doña Matilde toma café en casa; grito “¡ladrones!”
M. va a ver; Ventura: le han robado leche condensada; todos tienen excusa
menos Leonardo, siesta “sonámbulo” – sospecha; “¡esta es una casa
decente!”
1:23:42- Julián y Pepe en la calle; “Astillita”; camelia roja “cartel de prohibido”
1:24:14
1:24:15- Victorita visita novio en el hospital; le lleva comida; besos; V. puede ganar
1:25:59 dinero; él “bueno”; V. “te quiero todavía más”
1:26:00- Martín y Purita en parque; sacan foto; hombre viejo cree que son novios; P.
1:26:44 contenta
1:26:45- (miseria mendigos) niños huérfanos con monjas; “qué vida asquerosa” beso;
1:28:11 poesía Juan Ramón Jiménez; no le gusta a P. es triste
1:28:12- Julita y Ventura hablan por teléfono; V. la quiere llevar a casa de Celia; J. ya
1:28:43 no quiere ir; Visi ingenua “no lo detengas, que tiene que estudiar”
1:28:44- Café; Elvira habla con Tesifonte; gato cariñoso; T. le ofrece cigarro, cuando
1:29:35 quiere comprar uno
1:29:36- Asunción y Matilde; la carta de la Paquita; esposa murió; se casarán cuando
1:30:14 se quede embarazada; (Leonardo se mira en el espejo)
1:30:15- Tesifonte le limpia el cuello de la camisa a Leonardo
1:30:40
1:30:41- M. y A.; novio es catedrático; un señor; A. ofrece algo a los santos para
1:31:03 Paquita; (supersticiosa)
1:31:04- Padilla le limpia los zapatos a L.; “cita privada con una dama”
1:31:17
1:31:18- Poetas; discusión sobre arte; Ricardo descubre que los mármoles de las
1:32:44 mesas son lápidas; grita; otros miran; caos; Rosa ¡orden! Llama “policía”
1:32:45- Filo y Martín; regalo de cumpleaños pendientes; comida y ropa; “he vendido
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un artículo”; comentario sobre Roberto; F. se pone triste; M. la quiere
tranquilizar
Julita y Ventura en el cine; sexo en el suelo; “ni es amor ni es nada”; cine
patriótico; “esplendor de la Semana Santa en España” (cinta original)
Grito; “han matado a doña Margot”; mucha gente viene; jefe de casa toma
decisiones
Victorita y don Mario en casa de Matilde; Matilde hace como si fuera cita
voluntaria; ella se quita la ropa en silencio
Investigación del juez en casa de Margot; hijo de “malas costumbres”; loro
grosero; sospecha de Martín; Filo lo defiende y explica; Roberto asegura
Arrestan a Julián y Pepe sin decir por qué (poder y arbitrariedad de la
policía); nerviosos “hombre honrado”
Arrestan a Martín en casa de Jesusa; lo ve pasar Purita
Cárcel (gris, frío, pobreza); Julián y Pepe “cafetito”; “¿por qué nos tendrán
aquí?”
Llega policía; los saca a los 3; “entierro, vieja muerta era su madre”; Julián
llora; bajan por la calle; “dos maricones y uno que escribe”
Voz del narrador; texto del libro; toma panorámica del café, personas; música
Final; música; registro de actores
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Elisabeth Hobisch
Bibliografía
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VILLANUEVA, Nery Rolando: Grandes novelas españolas contemporáneas y su versión
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