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El malentendido epistemológico del siglo XX que ha falseado el objeto de la antropología.
nociones de identidad y excentricidad. -La noción de desfondamiento radical.
Fecha de inclusión en Alipso.com: 2002-04-19
Enviado por: Natalia Lorena Parracia ([email protected])
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Antropologia
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El malentendido epistemológico del siglo XX que ha falseado el objeto de la antropología.
nociones de identidad y excentricidad. -La noción de desfondamiento radical. Agregado: 19 de ABRIL de
2002 (Por Natalia Lorena Parracia) | Palabras: 1404 | Votar! |
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Alipso relacionado con AntropologiaFundamentos antropologicos del comportamiento humano: la cultura:
...Antropologia Social, Cultural y Biologica: ...Sociología y antropología: ...Enlaces externos relacionados con
Antropologia
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PRIMERA EVALUACIÓN A DISTANCIA / PROBLEMÁTICA
FILOSÓFICA
ü Cuestionario
1. -¿En qué consiste para Cencillo el gran malentendido epistemológico del siglo XX que ha falseado el
objeto de la antropología?
El gran malentendido epistemólogico del siglo XX fue confundir el empirismo necesario en las ciencias
del hombre con los métodos de análisis de las ciencias positivas o de la materia. Como explica el autor, éstas
ciencias pueden manipular sus objetos a voluntad, siempre y cuando respeten la coherencia del método
adoptado. Mientras las ciencias del hombre son más empíricas (“si por empírico se entiende la captación
inmediata de los objetos reales”, 63), justamente porque en lugar de estudiar la materia –un concepto filosófico
del que se sirven las ciencias positivas- lo hace con los fenómenos humanos, que son cambiantes y requieren
una interpretación integral.
Este malentendido falseó el objeto de la antropología porque esta perdió visión global y de su objeto mismo.
Los antropólogos pueden centrarse en la sociología, la etnografía o el folclore, pero no deben perder de vista lo
específicamente antropológico: la integración de diversos conocimientos para penetrar la realización de la
especie humana.
Alipso.com - http://www.alipso.com
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Antropologia
Los antropólogos deben comprender “hechos heterogéneos y diferenciales en función de las características
de la especie que los produce” (bastardillas del autor, 81).
La antropología pretendió imitar a las ciencias positivas o de la materia, sin considerar que los métodos de
validación y el o los objetos de investigación son distintos. Y he ahí el pilar de este desacierto: medir a la
especie humana sobre la base de especulaciones de las ciencias de la materia. Este es el gran malentendido
del siglo XX, y es posible que sobre su base haya motivaciones de prestigio propias de la comunidad
científica.
“El mínimo de rigor exigible en una ciencia es el mantener en todo momento identificado su objeto”. (79)
2. -¿Qué consideraciones personales puede hacer en torno a las “manifestaciones inmediatamente
observables de la especie humana” que nos presenta el autor?
Los rasgos de negatividad, indefinitud y frontería sirven al autor para apoyar un argumento dialéctico: estas
características son determinantes de la especie humana pero no por ello la hacen estático e inmutable, sino
variable y con futuro abierto e incierto. Estas “propiedades básicas del hombre (...) hacen posible toda la
inmensa variabilidad cultural de la historia”.
El autor define a estas manifestaciones de la especie humana como “inmediatamente observables” porque
implícitamente sostiene la observabilidad a partir de una mirada integral de la especie humana, que es la más
adecuada al objeto de estudio de la antropología (esto fue desarrollado en la respuesta anterior).
De este manera, Cencillo defiende su elección teórica y metodológica sin atribuirse un objetivismo cerrado,
pero cumpliendo una de las principales características del mismo, así como de prácticamente toda la
producción científica: defender la propia postura como el único camino posible para el conocimiento.
Cencillo está lejos de la postura de Eliseo Verón, para quien ciencia e ideología son regímenes discursivos
antes que métodos de validación infalibles[1].
De todas maneras, el autor no sostiene una postura determinista ni reduccionista, porque su planteo intenta
comprender a la especie humana sin afirmar que la misma está dada de una vez y para siempre. En mi opinión
esto es correcto, ya que si hay una “naturaleza humana”, esta es el cambio permanente.
Cualquier animal es siempre el primero y último de su especie, pues no hay evolución con respecto a sus
antecesores, aunque el hombre se empeñe en humanizar a las mascotas domésticas. En cambio el hombre
descubrió continentes y planetas, inventó máquinas que alargan las finitas posibilidades de su cuerpo y más
que duplicó su expectativa de vida desde fines del siglo XVIII hasta la actualidad.
Nunca un hombre es igual a sus antecesores biológicos –padres- o sociales –familiares, medio social, etc.-,
porque nace en un mundo que quienes lo precedieron modificaron, y al que él mismo dará su impronta de
transformación. Todavía el hombre no pudo superar la finitud de su propio cuerpo, pero sí extenderla y hacerla
más saludable, como demuestran numerosos avances médicos.
Negatividad, indefinitud y frontería hablan del ser humano de futuro abierto y con posibilidades de extender
su horizonte temporal –a través del recuerdo o la imaginación- y las posibilidades de su propio cuerpo –el
transporte, el retardo del envejecimiento, etc.-. Y el autor nos permite acercarnos a esta óptica, porque si bien
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Antropologia
afirma que “a las especie humana le conviene más para su realización unos comportamientos y no otros”, no
pierde de vista que “identificarlos (...) hubo de ser el resultado de una prolongadísima evolución reflexiva que
todavía nos incumbe, hoy mismo” (119).
3. -¿Qué relación se puede establecer, según el autor, entre las nociones de identidad y excentricidad?
Páginas fotocopiadas: 130 a 135
Identidad y excentrecidad reflejan que el hombre es siempre un ser social y no individual. El logro de la
identidad está siempre influido –más que determinada- por el contexto socio-histórico en el cual se vive. Y
justamente por ello, según el autor, el hombre es excéntrico: su centro no está dentro de sí sino afuera. “Este
no acabar de hallar la consistencia y la identidad sino ¨fuera¨ y obedeciendo a factores no intrínsecos al sujeto
–como el hacer o la asimilación cognitiva de saberes y de información –es a lo que llamamos excentricidad”
dice Cencillo (131).
Entonces la identidad y excentricidad son mutuamente necesaria para la constitución del sujeto. La primera
es aquello que falta y que “cada sujeto o grupo ha de buscar o constituir” (130), mientras la excentricidad es la
forma en que lo hace.
4. -La noción de desfondamiento radical es clave; le pedimos ahora que la intente explicar con sus propias
palabras. No más de 20 líneas
Páginas 142 a 149
El desfondamiento radical es la carencia de un sistema de valores universales que rija las prácticas de todas
las sociedades y épocas. Esta noción es coherente con el planteo no determinista y abierto de la especie
humana que tiene el autor.
El desfondamiento radical explica que la mujer sea objeto de deseo en la sociedad occidental
contemporánea o símbolo del pecado en el mundo musulmán. También explica que la eutanasia sea asesinato
o acto piadoso para miembros de una misma sociedad. Y que cada lengua sea “producto evolutivo de una
elaboración cultural” que varíe en cada medio social.
El hombre vive desfondado radicalmente porque se forma a sí mismo a través de su praxis, y esta se inserta
en una sociedad con características particulares y no universales.
5. -¿Por qúe, según Cencillo, la noción de praxis permite diferenciar claramente a la especie humana de otras
especies animales? No más de 20 líneas
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Antropologia
Páginas 149 a 165
Porque, como dijimos más arriba, mientras cada animal no evoluciona con respecto a sus antecesores, el
hombre cambia –y con él su medio social- a través de su praxis, que por esencia es transformadora. A
diferencia de los animales, el hombre experimenta que “la dinámica misma del mundo incita a su constante
transformación, incluso la del propio cuerpo y entorno”.
Si la naturaleza animal es la inmutabilidad (excepto a lo largo de grandes períodos), en el hombre lo
“natural” es el cambio. Los animales se adaptan para sobrivivir; el hombre avanza hacia la transformación del
mundo, aún a costa de contradecir lo natural y arriesgar su vida en pos de otra persona o un ideal. El hombre
“ante todo es desfondado, crítico, interesado y activo” (152).
Estos cuatro adjetivos remiten a una dinámica transformadora del ser humano, mientras de las especies
animales puede decirse que son adaptativas al medio en que viven.
Si el animal busca la supervivencia, el hombre tiene la capacidad de elegir, lo que quizás forme parte de su
esencia. Y puede impulsar transformaciones que en su sociedad resulten extemporáneas, tal como Cencillo
afirma que le ocurre a los artistas.
Aunque –como postula el autor- la clase dominante coarte la libertad de la sociedad que usa en su provecho,
los hombres son libre existencialmente y en la integración de sus realidades con las otras. Y porque existe esta
libertad, que es limitada por interactuar con la de otros hombres, la praxis opera como transformadora del
mundo.
Natalia Lorena Parracia
[1] Ver bien la cita del libro
"}
PRIMERA EVALUACIÓN A DISTANCIA / PROBLEMÁTICA FILOSÓFICA
ü Cuestionario
1. -¿En qué consiste para Cencillo el gran malentendido epistemológico del siglo XX que ha falseado el
objeto de la antropología?
El gran malentendido epistemólogico del siglo XX fue confundir el empirismo necesario en las ciencias
del hombre con los métodos de análisis de las ciencias positivas o de la materia. Como explica el autor, éstas
ciencias pueden manipular sus objetos a voluntad, siempre y cuando respeten la coherencia del método
adoptado. Mientras las ciencias del hombre son más empíricas (“si por empírico se entiende la captación
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Antropologia
inmediata de los objetos reales”, 63), justamente porque en lugar de estudiar la materia –un concepto filosófico
del que se sirven las ciencias positivas- lo hace con los fenómenos humanos, que son cambiantes y requieren
una interpretación integral.
Este malentendido falseó el objeto de la antropología porque esta perdió visión global y de su objeto mismo.
Los antropólogos pueden centrarse en la sociología, la etnografía o el folclore, pero no deben perder de vista lo
específicamente antropológico: la integración de diversos conocimientos para penetrar la realización de la
especie humana.
Los antropólogos deben comprender “hechos heterogéneos y diferenciales en función de las características
de la especie que los produce” (bastardillas del autor, 81).
La antropología pretendió imitar a las ciencias positivas o de la materia, sin considerar que los métodos de
validación y el o los objetos de investigación son distintos. Y he ahí el pilar de este desacierto: medir a la
especie humana sobre la base de especulaciones de las ciencias de la materia. Este es el gran malentendido
del siglo XX, y es posible que sobre su base haya motivaciones de prestigio propias de la comunidad
científica.
“El mínimo de rigor exigible en una ciencia es el mantener en todo momento identificado su objeto”. (79)
2. -¿Qué consideraciones personales puede hacer en torno a las “manifestaciones inmediatamente
observables de la especie humana” que nos presenta el autor?
Los rasgos de negatividad, indefinitud y frontería sirven al autor para apoyar un argumento dialéctico: estas
características son determinantes de la especie humana pero no por ello la hacen estático e inmutable, sino
variable y con futuro abierto e incierto. Estas “propiedades básicas del hombre (...) hacen posible toda la
inmensa variabilidad cultural de la historia”.
El autor define a estas manifestaciones de la especie humana como “inmediatamente observables” porque
implícitamente sostiene la observabilidad a partir de una mirada integral de la especie humana, que es la más
adecuada al objeto de estudio de la antropología (esto fue desarrollado en la respuesta anterior).
De este manera, Cencillo defiende su elección teórica y metodológica sin atribuirse un objetivismo cerrado,
pero cumpliendo una de las principales características del mismo, así como de prácticamente toda la
producción científica: defender la propia postura como el único camino posible para el conocimiento.
Cencillo está lejos de la postura de Eliseo Verón, para quien ciencia e ideología son regímenes discursivos
antes que métodos de validación infalibles[1].
De todas maneras, el autor no sostiene una postura determinista ni reduccionista, porque su planteo intenta
comprender a la especie humana sin afirmar que la misma está dada de una vez y para siempre. En mi opinión
esto es correcto, ya que si hay una “naturaleza humana”, esta es el cambio permanente.
Cualquier animal es siempre el primero y último de su especie, pues no hay evolución con respecto a sus
antecesores, aunque el hombre se empeñe en humanizar a las mascotas domésticas. En cambio el hombre
descubrió continentes y planetas, inventó máquinas que alargan las finitas posibilidades de su cuerpo y más
que duplicó su expectativa de vida desde fines del siglo XVIII hasta la actualidad.
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Página 5/7
Antropologia
Nunca un hombre es igual a sus antecesores biológicos –padres- o sociales –familiares, medio social, etc.-,
porque nace en un mundo que quienes lo precedieron modificaron, y al que él mismo dará su impronta de
transformación. Todavía el hombre no pudo superar la finitud de su propio cuerpo, pero sí extenderla y hacerla
más saludable, como demuestran numerosos avances médicos.
Negatividad, indefinitud y frontería hablan del ser humano de futuro abierto y con posibilidades de extender
su horizonte temporal –a través del recuerdo o la imaginación- y las posibilidades de su propio cuerpo –el
transporte, el retardo del envejecimiento, etc.-. Y el autor nos permite acercarnos a esta óptica, porque si bien
afirma que “a las especie humana le conviene más para su realización unos comportamientos y no otros”, no
pierde de vista que “identificarlos (...) hubo de ser el resultado de una prolongadísima evolución reflexiva que
todavía nos incumbe, hoy mismo” (119).
3. -¿Qué relación se puede establecer, según el autor, entre las nociones de identidad y excentricidad?
Páginas fotocopiadas: 130 a 135
Identidad y excentrecidad reflejan que el hombre es siempre un ser social y no individual. El logro de la
identidad está siempre influido –más que determinada- por el contexto socio-histórico en el cual se vive. Y
justamente por ello, según el autor, el hombre es excéntrico: su centro no está dentro de sí sino afuera. “Este
no acabar de hallar la consistencia y la identidad sino ¨fuera¨ y obedeciendo a factores no intrínsecos al sujeto
–como el hacer o la asimilación cognitiva de saberes y de información –es a lo que llamamos excentricidad”
dice Cencillo (131).
Entonces la identidad y excentricidad son mutuamente necesaria para la constitución del sujeto. La primera
es aquello que falta y que “cada sujeto o grupo ha de buscar o constituir” (130), mientras la excentricidad es la
forma en que lo hace.
4. -La noción de desfondamiento radical es clave; le pedimos ahora que la intente explicar con sus propias
palabras. No más de 20 líneas
Páginas 142 a 149
El desfondamiento radical es la carencia de un sistema de valores universales que rija las prácticas de todas
las sociedades y épocas. Esta noción es coherente con el planteo no determinista y abierto de la especie
humana que tiene el autor.
El desfondamiento radical explica que la mujer sea objeto de deseo en la sociedad occidental
contemporánea o símbolo del pecado en el mundo musulmán. También explica que la eutanasia sea asesinato
o acto piadoso para miembros de una misma sociedad. Y que cada lengua sea “producto evolutivo de una
elaboración cultural” que varíe en cada medio social.
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El hombre vive desfondado radicalmente porque se forma a sí mismo a través de su praxis, y esta se inserta
en una sociedad con características particulares y no universales.
5. -¿Por qúe, según Cencillo, la noción de praxis permite diferenciar claramente a la especie humana de otras
especies animales? No más de 20 líneas
Páginas 149 a 165
Porque, como dijimos más arriba, mientras cada animal no evoluciona con respecto a sus antecesores, el
hombre cambia –y con él su medio social- a través de su praxis, que por esencia es transformadora. A
diferencia de los animales, el hombre experimenta que “la dinámica misma del mundo incita a su constante
transformación, incluso la del propio cuerpo y entorno”.
Si la naturaleza animal es la inmutabilidad (excepto a lo largo de grandes períodos), en el hombre lo
“natural” es el cambio. Los animales se adaptan para sobrivivir; el hombre avanza hacia la transformación del
mundo, aún a costa de contradecir lo natural y arriesgar su vida en pos de otra persona o un ideal. El hombre
“ante todo es desfondado, crítico, interesado y activo” (152).
Estos cuatro adjetivos remiten a una dinámica transformadora del ser humano, mientras de las especies
animales puede decirse que son adaptativas al medio en que viven.
Si el animal busca la supervivencia, el hombre tiene la capacidad de elegir, lo que quizás forme parte de su
esencia. Y puede impulsar transformaciones que en su sociedad resulten extemporáneas, tal como Cencillo
afirma que le ocurre a los artistas.
Aunque –como postula el autor- la clase dominante coarte la libertad de la sociedad que usa en su provecho,
los hombres son libre existencialmente y en la integración de sus realidades con las otras. Y porque existe esta
libertad, que es limitada por interactuar con la de otros hombres, la praxis opera como transformadora del
mundo.
Natalia Lorena Parracia
[1] Ver bien la cita del libro
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